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Almas en Silencio por Amii

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Notas del capitulo:

Ayyy! Ayyy!! No me odien u.ú!! Que horror publicar un día domingo... me deprimen los días domingos T_T!

Tenía que haber actualizado el viernes *-* (maravilloso día!) Pero salí de viaje y ya no pude y para peor, no me sentía contenta con el capítulo así que lo volví a escribir TODO!!! Venía viajando y yo pegada a mi notebook! Casi terminé vomitando por la ventana donde me mariaba con la pantalla... así que hice un gran esfuerzo por llegar y tener listo este capítulo u.ú!

Espero les guste!!

Besitossssssss!!! :D!

“Los monstruos son reales,

Los fantasmas son reales también,

Viven dentro de nosotros,

 Y a veces, ellos ganan” S.K.

 

La mañana estaba helada. La gente caminaba apresurada por la calle tratando de capear un poco las bajas temperaturas. Probablemente iba a nevar aquella noche. Sin embargo, Misha estaba plantado en medio de la calle con las manos en sus bolsillos, mirando el edificio que tenía frente a él. Evitaba ir hasta ahí todo lo que le era posible. Odiaba ese lugar más que cualquier otro en el mundo, pero el trabajo era el trabajo. Dio un largo suspiro. Despegó la vista del edificio y miró a la gente pasar antes de decidirse en entrar.

Adentro estaba cálido, pero ni siquiera así le era más grato estar ahí. Tuvo que pasar por un detector de metales y dejar que un guardia lo toqueteara para checar por segunda vez que no traía nada sospechoso.

—No traigo nada. — suspiró.

El guardia, que era un tipo corpulento solo se rió —Lo sé, Misha. Pero ya sabes… son las reglas. —

—Lo sé. — tomó sus cosas cuando lo terminó de registrar —Nos vemos. — se despidió con un gesto amistoso y llegó hasta el ascensor.

Se bajo en el piso trece y caminó directo al mostrador.

—Hola, Misha. — la muchacha que estaba del otro lado se quitó sus manos libres para atenderlo.

Misha se apoyó en el mostrador y le sonrió —Hola Lisa. — miró por sobre este para ver que hacia la muchacha — ¿Está tu jefe? —

Lisa negó de inmediato y su sonrisa desapareció —No, pero está Dylan y quiere hablar contigo. —

—Rayos. — hizo una mueca — ¿Qué sentido tiene tener un jefe de seguridad si lo vas a dejar en el edificio cuando sales? — se quejó.

Ella se encogió de hombros —Nada tiene sentido en este mundo. — le apuntó hacia un costado —Esta en la oficina del jefe. Creo que te dejo instrucciones con él y créeme, no estaba de buen humor cuando se fue. — le advirtió.

Misha fingió dolor por sus palabras —Nos vemos luego. — se dirigió hacia donde Lisa le señalo, pero la verdad era que habría deseado tomar el ascensor de nuevo y salir de ese lugar.

Entró sin golpear la puerta. Dylan estaba en el sillón del jefe y ni siquiera se inmutó en cuanto vio entrar a Misha. Estaba absortó en su computadora y solo le dio una ojeada a Misha para que se sentara y aguardara.

—Tengo trabajo que hacer. — dijo Misha removiéndose en su asiento después de un rato.

Dylan levantó la vista —Yo también y es lo que trato de hacer. — dijo de mala gana.

Misha puso los ojos en blanco —Dime que es lo que quieren esta vez y me iré. —

—Queremos que hagas bien tu trabajo. — frunció el ceño.

—Queremos me suena a muchas personas. — refutó con apatía.

Dylan se sacó los lentes ópticos que tenía puesto y alejó la computadora —Trabajas para mí, Misha. —

Misha resopló y desvió la mirada. Odiaba sus aires de superioridad —No eres tú el que paga mi sueldo a fin de mes. — le recordó.

—Estas bajo mi cargo. — le recordó.

—No es algo que pueda olvidar. — dijo desafiante —Aun así, no es a ti a quien debo rendirle cuentas. Así que dame de una vez por todo el mensaje y deja de fingir que esta es tu oficina y que aquellas son tus órdenes. —

Dylan no pareció inmutarse por la actitud tan altanera de Misha. Estaba acostumbrado a lidiar con personas así, pero sobre todo, estaba acostumbrado a lidiar con Misha —Nardi. El jefe está molesto por el Nardi. —

—No lo he encontrado aún. — se encogió de hombros.

—Eso lo tenemos claro, lo que el jefe no tiene claro es por qué no lo has encontrado. —

Misha se quedó callado. El jefe quería el cuadro de Ernesto Nardi que se habían robado hace unas semanas. Él lo había conseguido, pero antes de poder llevárselo consigo, alguien lo robó y ha sido imposible para Misha dar con él, incluso con la ayuda de Damián —Se debió vender esa misma noche en el mercado negro. No es tan fácil de rastrear. —

—Se supone que le gustas al jefe porque tienes los contactos suficientes para averiguar dónde está. — le recordó con impaciencia.

—Los tengo. — se defendió Misha.

Dylan resopló —Entonces diles que hagan su maldito trabajo. — alzó la voz.

Misha se mantuvo lo más sereno que pudo y se limitó a asentir. Discutir con alguien como Dylan era completamente contraproducente porque a menos que le dieras un buen puñetazo en la cara, él jamás retrocedería ante algo que se le haya metido en la cabeza.

—Tengo más trabajo además de encontrar ese condenado cuadro. — le recordó —Además, tú más que nadie sabe que hay cosas que se venden en el mercado negro que jamás se vuelven a ver. —

Dylan se apoyó en la silla y puso sus pies sobre el escritorio —Mas te vale que este no sea el caso. — le advirtió —Encuéntralo Misha. Tu trabajo depende de que aparezca ese cuadro. —

Misha asintió y se levantó de su silla — ¿Algo más? — dijo altanero.

—Es todo. — dijo con una sonrisa irónica en sus labios. Misha se dio media vuelta para salir, pero Dylan lo detuvo justo con la mano en el pomo — ¿Por qué trabajas aquí, Misha? — se intereso de pronto.

Éste se dio vuelta y lo miró confundido — ¿A qué viene esa pregunta? —

Dylan se encogió de hombros —Siempre estas de malhumor, no pareciera que te gustara trabajar aquí. — dijo con simpleza —No me gustaría saber que tienes motivos ocultos para estar aquí. —

Misha no dejo que sus palabras le impresionaran y mantuvo la compostura lo mejor que pudo. Solo hizo una mueca —No es el trabajo el problema, ni tampoco el jefe. — contestó —Eres tú el que no me agrada. —

— ¿Ves? Ya tenemos algo en común, porque tú tampoco me agradas. — dijo con odio en la mirada.

—Creo que me di cuenta de eso hace como un año. — su mirada era desafiante.

Dylan asintió —Me alegro que comprendieras el mensaje. — se cruzó de brazos —La verdad es que no creí que fueras a seguir trabajando aquí después de eso. —

—No suelo mezclar asuntos personales con el trabajo. — aclaró con desdén.

— ¿Tus problemas personales conmigo no te harán renunciar? — intentó aclararlo.

—No. — dijo escuetamente —No lo haré, así que no te hagas muchas ilusiones. —

—Me esforzaré más la próxima vez. — prometió. Misha puso los ojos en blanco y le dio la espalda —Envíale saludos a Noah de mi parte si es que se acuerda de mí. — alcanzó a decir mientras Misha salía y daba un portazo.

—Maldito Dylan, maldito trabajo, maldito Nardi. — maldijo en el pasillo.

Lisa lo escuchó desde el mostrador y solo le sonrió para animarlo —Ojalá más personas le dijeran ese tipo de cosas a Dylan. —

—Creo que no es muy apreciado por aquí. — le agradeció con la mirada. Se acercó al mostrador y se volvió apoyar en él.

—Creo que al único que le agrada es al jefe. — admitió Lisa dando una mirada a la puerta para que no fuera aparecer.

Misha se quedó pensativo unos segundos ahí —Si vuelve el jefe, dile que me llame, ¿sí? —

Ella asintió sin chistar —Dijo que volvería, así que le daré tu recado. —

—Gracias. — le sonrió a Lisa —Nos vemos, cuídate. — le cerró un ojo antes de despegarse del mostrador e irse al ascensor.

Se fue abotonando la chaqueta mientras bajaba. Hubiera dado lo que fuera por tener un cigarro entre sus labios en esos momentos. Hace mucho tiempo que no lo deseaba con tanto ahínco. Esperaba que con el frío bajara su enojo y con eso las ganas horribles de fumar. Afuera, dejo que la brisa lo golpeara y que el frío lo calara rápidamente. Cerró los ojos y suspiró pesadamente. Lo único que vino a su cabeza fue la sonrisa de Noah y con eso logró tranquilizarse.

Su Aston Martin lo esperaba afuera junto al encargado del aparcamiento. Tomó las llaves con un poco más de rudeza que la que debía y solo notó lo ofuscado que estaba cuando le dio un portazo a su auto. Se quedó sentado frente al volante por un largo rato con su respiración desacompasada. No podía dejar que las cosas siguieran de esa manera. No podía seguir comportándose como un cabronazo cada vez que viera a Dylan. Aunque éste sacar lo peor de él, seguía siendo mejor que Dylan y tenía que demostrárselo cada día o el esfuerzo que había puesto por tantos años se iría a la basura. Jamás iba a poder llegar a su meta si seguía de esa, pero ¿estaba seguro que aquella meta era lo que realmente quería? Las cosas habían cambiado tanto y no supo en que momento había sucedido eso.

Tomó la avenida principal y en un par de minutos llegó a las puertas del edificio donde vivía. Sintió el frío golpearle la cara cuando bajo de su auto. Lo dejo aparcado en la salida del edificio para poder salir rápidamente. Entró al lobby con su mirada pegada en su teléfono hasta que un carraspeó de Alfred le hizo levantar la cabeza hacia él.

Misha no alcanzó a decirle nada. Alfred le hizo un gesto rápido hacia el otro lado del lugar y la mirada de Misha viajó con rapidez de un lugar a otro.

—Creí que iba a ser más difícil dar contigo. — dijo el sujeto al fondo. Se levantó en cuanto vio a Misha y se arregló el traje que llevaba puesto —Por tu cara imagino que sabías que estaba en la ciudad, pero que no esperabas encontrarme aquí. — dijo divertido con la mirada sorprendida de Misha.

—Evan. — pronunció con la mandíbula tensa — ¿Cómo llegaste aquí? — preguntó escuetamente.

Evan se encogió de hombros y dio unos pasos hacia Misha para salir de su rincón —No fue tan difícil. — dijo con cierta desilusión —Creo que solías esforzarte más, como cuando te escondías como una pequeña ratita a las afueras de la ciudad. — dijo con una condenada sonrisa mordaz en los labios.

Misha levantó el mentón y lo miró desafiante —Ya no tengo porque esconderme. — se limitó a decir — ¿Qué quieres? — intentó sonar tranquilo, pero era difícil ya que siempre supo que si Evan volvía aparecer en su vida no iba a ser para nada bueno, y su vida era demasiado perfecta en esos momentos como para arruinarlo.

Evan chaqueó la lengua —Verte, ¿qué otra cosa podría querer en Atenas? — dio un paso más para acercarse, pero Misha dio dos hacia atrás —No te dejan hablar conmigo, ¿verdad? — se interesó al ver la mirada de éste.

Misha hizo una mueca —Es una decisión personal. —

—Lamentable respuesta. — admitió —Me partes el corazón. — fingió dolor en su pecho para luego rebuscar en su chaqueta y sacó una cajetilla. Sacó un cigarro y le ofreció otro a Misha, pero éste lo rechazó — ¿Ya no fumas? —

—No. — respondió a secas. Aunque sus labios se desasían por una calada.

—No se puede fumar aquí. — intervino Alfred de pronto. Evan lo miró mientras intentaba encender el cigarro.

Misha le hizo un gesto con la mano para que no interviniera —Vamos afuera, Evan. — le pidió con amabilidad para no iniciar una discusión con Alfred.

— ¿Desde cuándo obedeces las leyes y sobre todo las reglas de una edificio? — preguntó divertido sin moverse de su sitio.

—Solo sal a fumar tu estúpido cigarro afuera. — dijo más desafiante. Aquello pareció agradarle a Evan porque sus ojos brillaron y al fin se decidió a salir del edificio.

—Adiós Alfred. — le hizo un gesto con la mano, pero su sonrisa burlona seguía ahí. Alfred solo lo observó con seriedad y miró con preocupación a Misha, pero éste le sonrió mientras salían — ¿Ahora si vas a querer un cigarro? — buscó de nuevo su cajetilla.

—No, ya no fumo. — rechazó de nuevo.

Evan arqueó una ceja — ¿Quién eres y que hicieron con el Misha que conozco? — guardó la cajetilla y encendió su cigarro — ¿Qué te hizo dejar de fumar? — le dio una calada profunda y tiró el humo hacia Misha. No obtuvo respuesta, solo una mirada serena, se notaba que Misha guardaba su distancia y observaba cada movimiento de Evan — ¿O debo preguntar quién? —

Misha lo miró con desdén — ¿Por qué querías verme? ¿Qué quieres? — intentó abordar el tema otra vez. Pero Evan era un experto distendiendo los temas — ¿No es un poco osado de tu parte venir y aparecerte así como si nada ante mí después de todo lo que paso? —

—Me gustan los riesgos. — sonrió, pero luego hizo un gesto de ofensa —Aunque no creí que pensaras así de mí… — sonrió — ¿Por qué habría de querer algo de ti? — su voz sonaba juguetona —Cuando en realidad es al revés. Tú eres el que va necesitar de mí. —

Misha rió con sorna — ¿Yo a ti? ¿Qué se supone que quiero de ti? —

Éste se encogió de hombro —Tendrás que averiguarlo por tus propios medios. Solo puedo decirte que se algo que tú no deseas que yo sepa. — le guiñó un ojo —Aun conservo el mismo número, así que… llámame. — dijo con simpleza antes de guiñarle un ojo coquetamente.

Si las miradas matasen, en ese mismo momento Evan se habría ido al infierno. La mirada de Misha era seria. Sabía que qué Evan quería saber algo, pero no se lo iba a preguntar directamente. Estaba estudiando sus gestos. Después de todo, junto con Damián, era quien mejor le conocía, por lo mismo trataba de mantenerse impasible y no demostrarle ningún tipo de emoción a Evan.

Misha bufó —No debiste volver. — dijo con su rostro inquebrantable.

—No me dejaste muchas opciones. No contestabas tu teléfono. — dijo un poco más relajado dándole otra calada a su cigarro —Supongo que después del accidente lo cambiaste. —

La sorpresa embargó a Misha de inmediato. Sus ojos se abrieron levemente y corazón empezó a latir con más fuerza. Empuñó sus manos para controlarse un poco y su piel se erizó por completo.

Evan puso los ojos en blanco —Era obvio que me iba a enterar, ¿qué te sorprende? — agregó Evan y sonrió con malicia.

Misha solo resopló.

—No te enfades. Además, tu secreto está seguro conmigo. Ni siquiera me acercaré a él. — dijo Evan con falsa amabilidad —Su nombre era… Noah… ¿verdad? — dijo pensativo, pero con mucha malicia en sus palabras.

Sabía que iba a llegar a eso tarde o temprano. Cerró los ojos por un momento y se mantuvo tranquilo. Si había logrado averiguar donde vivía era obvio que sabía más cosas, pero no dejo que le afectara — ¿Qué con él? —

— ¿Es tu novio? — preguntó en una mezcla de duda y de enojo. Misha lo notó de inmediato.

Él asintió y le sonrió —Sí, ¿por qué? — relajó su tono de voz — ¿Estás celoso? —

Evan soltó un bufido y miró a Misha como si hubiera dicho la cosa más absurda del mundo —Puedes follarte a toda Atenas si quieres, no podría importarme menos. —

—Cuando conociste a Damián no pensabas lo mismo. — se burló Misha.

Evan volvió hacer una mueca y se terminó su cigarro. Lo lanzó al suelo y le dio un pisotón —Las cosas han cambiado, Misha. —

—No sé porque preguntas por Noah entonces. —

Él se encogió de hombros —Me pareció raro que tuvieras un accidente con alguien más. —

—Sabes que no fue un accidente. — dijo con mesura.

Evan puso los ojos en blanco —Todo el mundo lo sabe, Misha. — asintió —Espero que hayas hecho algo al respecto al menos. — sacó otra vez su cajetilla de cigarros.

—No solías fumar. — Misha frunció el ceño al verlo.

—Tú no solías tener novios. — se burló mientras encendía el cigarro —Y míranos ahora. — abrió los brazos —El mundo gira y las cosas cambian. Todos cambiamos de paso. — dijo con cierta melancolía.

—Pero los cambios no tienen por qué ser para mal. —

—La vida se encarga de jodernos de distintas formas. — se limitó a decir. Su teléfono sonó, pero colgó en cuanto revisó de quien era la llamada —El asunto Misha es que quiero presentarte a alguien. — dejó el cigarro entre sus labios mientras tecleaba en su teléfono —Pero no es cualquier persona… — le advirtió.

Aquello no pareció gustarle mucho a Misha —No voy a trabajar contigo, Evan. — dijo de inmediato —Si nos descubrieran podría irnos muy mal. Trabajamos para personas distintas y ellos se odian. —

Evan sonrió —Lo sé. — admitió —Pero Antonella Venizelos, el sujeto que quiero que conozcas, tú y yo tenemos algo en común y creo que sería una buena idea que trabajáramos juntos en esto. —

Misha se puso serio —No sé que podríamos tener en común. —

—Está bien, está bien. — asintió tranquilo Evan y guardó su teléfono —Es normal. Pasaron algunos años y no tienes porque confiar en mí. Y mucho menos tienes que admitir algo, pero ya sabes que estoy aquí y quiero ayudarte. —

—No quieres ayudarme, solo quieres beneficiarte de algo que tenemos en común. — le recriminó —Y ni siquiera estoy seguro de que exista eso que dices. —

Evan lo miró con tranquilidad —No quieres que lo diga en voz alta. Estoy seguro que ni siquiera se lo has dicho a Damián. Para que de alguna forma puedas esconder eso que estás haciendo incluso de ti mismo. —

Misha lo miraba sugestionado y al mismo tiempo preocupado de aquello que pudiera saber Evan de él.

—Me imagino que Damián solo busca que seas feliz y que te vayas muy muy lejos con tu noviecito. — sonrió —Pero él no sabe en realidad lo que es odiar a alguien. No tiene la más mínima idea de lo que pasa realmente en tu cabeza y por eso mismo, aunque sea tu mejor amigo, jamás podrás confiarle tus más íntimos deseos, porque sabes que no lo entendería. — le dio una nueva calada a su cigarro —Pero yo si lo sé, y quiero ayudarte. Igual que este sujeto, así que cuando estés dispuesto a aceptar tus pecados, llámame. —

Un Lexus se detuvo justo tras su Aston Martin. Misha no abrió la boca. No fue capaz de rebatir lo que Evan acababa de decirle, pero tampoco podía confiarle su vida entera por el simple hecho que había dado con las palabras adecuadas sobre su vida actual. Aunque se equivocaba en algo, Damián sabía todo.

—No te vas arrepentir, Misha. Así que llámame. — pasó junto a él para llegar a su auto y abrió la puerta trasera —Al menos juntémonos para que te contemos de que se trata, sin compromiso alguno. — intentó animarlo, pero Misha se mantuvo inalterable hasta que el Lexus dio la vuelta a la esquina.

Bajó la mirada y vio los cigarros que había tirado al piso Evan. Sintió cierta nostalgia y una gran angustia. Evan se había convertido en otra persona. No pudo ver en ningún momento al viejo Evan en aquellos ojos. Sus palabras salían de su boca como el veneno de una serpiente. No había cariño y mucho menos preocupación en ningún rincón de su ser. Además que fumaba, él odiaba que fumara y ahora se había vuelto un adicto. Se sintió culpable por haberlo dejado solo en ese mundo, por haber dejado que la vida lo corrompiera de la forma en que lo hizo.

Volvió al edificio y Alfred seguía tras el mesón. Cuando vio a Misha se levantó de inmediato —Trate de detenerlo, pero cuando entro ya sabía que vivías aquí. — intentó disculparse.

—Tranquilo, es un viejo amigo. —

—Por un momento creí que te iba hacer daño. — suspiró tranquilo y se dejó caer en su silla — ¿No andas metido en nada raro, verdad? —

Misha se rió —Estoy limpio, la mafia no vendrá por mí. —

Alfred meneó la cabeza —No es gracioso. — le advirtió —Más te vale que sea verdad porque en todas las películas de acción que implican a la mafia matan al pobre conserje. — dijo preocupado. Eso solo le hizo reír más.

—Nadie vendrá a matarte. — insistió, pero sus palabras no parecían entrar a la cabeza del sujeto. Miró la hora en el reloj en la pared que estaba atrás de Alfred —Debo irme. — se despidió y volvió al auto. Su teléfono sonó antes que pudiera hacer andar el auto.

— ¿Qué querías decirme que no pudiste decirle a Dylan? — la voz ofuscada de su jefe le hizo alejar un poco el celular de su oreja.

—También me da gusto hablar con usted. — frunció el ceño Misha.

La respiración pesada del otro lado de la línea le indico que no estaba de humor — ¿Qué quieres Misha? ¿Encontraste mi cuadro? —

—No. — contestó secamente —Es por eso que justamente… —

— ¿Qué quieres hacer? — le cortó para que hablara de una vez.

—Necesito a Harvey para esto. — dijo sin pelos en la lengua.

Una pequeña risa se escuchó al otro lado —No. — contestó su jefe —No está en discusión y Dylan lo sabe. Te lo habría dicho si se lo hubieras pedido a él. —

—Él hubiera dicho que no sin la posibilidad de decir que sí, en cambio usted puede cambiar de opinión. — dijo confiado.

—No es barato pedirle favores a ese sujeto. — le recordó —Tú te las arreglas con él. Tú le das lo que él quiera a cambio. —

Misha sonrió, estaba hecho —Por supuesto. —

Su jefe acostumbraba a colgar después que daba su respuesta sobre algo, pero se quedó callado un momento antes de hablar en vez de colgar —Misha. — le llamó para atraer su atención —Puedes ir por Harvey, pero tendrás que hacer algo para mí. — le advirtió.

— ¿Qué necesita? — tuvo un mal presentimiento al respecto.

—No tiene relación con lo que acostumbras hacer para mí. — le advirtió con la voz tensa —Uno de los hombres de Dylan se fracturo una pierna. — le explicó —Tengo que ir con Dylan a Santorini a cerrar un trato el fin de semana que viene y si tú reemplazas al sujeto puedes hacer lo que quieras con Harvey. — le propuso.

— ¿No es una pregunta, verdad? —

—No. Ven mañana a hablar con Dylan para que te prepares para el fin de semana. — le ordenó.

Misha contuvo la respiración unos segundos —Usted sabe que yo no… —

—Lo sé. — le volvió a cortar el jefe —Dylan no ha hecho más que recordármelo para que no te lo pidiera a ti, pero nadie nace sabiéndolo así que puedes aprender. — agregó —Y por cierto, ya no necesitas venir a la reunión de esta tarde. — dijo antes de colgar el teléfono.

Tiró el teléfono contra el asiento del copiloto y le dio un golpe al volante —Maldito. — masculló como si el volante tuviera toda la culpa de lo que le estaba sucediendo. Apoyó la cabeza en el volante e inhaló y exhaló hasta que su respiración se acompasó. Volvió a tomar el teléfono y marcó un número.

— ¿Qué pasa? Estoy ocupado. — se escuchó un susurró al otro lado.

—Damián, necesito tu ayuda. — dijo soltando un suspiró.

Damián no contestó. Se sintió un ruido al otro lado de la línea y al final se escuchó como cerraban una puerta — ¿Qué pasa? — su voz volvió a la normalidad.

—Necesito verte, no puedo decírtelo por teléfono. — dijo complicado.

—Trabajo hasta tarde. — le explicó.

—No importa. Tengo que ver a Noah esta tarde. — suspiró mientras reordenaba las ideas en su cabeza —Vete a casa cuando salgas. —

— ¿Y si estas con Noah? — preguntó complicado.

—No estará. — sentenció sin una pisca de duda —Te necesito a ti en mi departamento. — dijo —Tengo que colgar. — agregó un poco apresurado.

Damián se preocupó de inmediato — ¿Está todo bien? Suenas raro. — preguntó —Te notó preocupado. —

Misha nunca se preocupaba demasiado por nada. Su vida había sido siempre una mierda. Lo había perdido todo cuando era pequeño así que desde entonces nunca se preocupó demaisado por nada. Aprendió que todo lo que la vida te daba también te lo quitaba, así que ha vivido su vida lo más ligeramente posible, sin carga en los hombros.

—Evan apareció esta mañana. — le explicó.

—Carajo. — fue lo único que salió de la boca de Damián —Intentaré salir antes. —

—No, no importa. Ven a la hora que puedas. No es Evan el problema. —

—Me estás preocupando. — dijo Damián al no recibir información relevante.

Misha resopló —Por la noche hablamos. — un pitido se escuchaba en el teléfono haciendo interferencia en la línea —Tengo otra llamada. —

—Nos vemos. — le colgó Damián de inmediato.

—Diga. — contestó sin fijarse en quien era.

—Misha. — la voz de Noah lo sobrecogió por un momento hasta que notó que su voz no sonaba bien —Al fin alguien me contesta su puto teléfono. — sonaba nervioso y agitado.

— ¿Qué paso? ¿Estás bien? — preguntó asustado.

La voz entrecortada de Noah le hacía difícil el poder entenderle lo que decía — ¿Puedes venir? No puedo comunicarme con nadie más. — dijo impaciente.

— ¿Qué paso? ¿Dónde estás? — encendió el auto, pero no sabía en qué dirección ir y eso lo estaba matando. Noah no era capaz de decirle que demonios estaba pasando y eso lo estaba volviendo loco —Noah, cálmate o no podré entender lo que me dices. — pero seguía escuchando solo los sollozos de Noah —Cariño… — intentó con más dulzura, pero seguía escuchando lo mismo —Amor, ¿Dónde estás? — intentó una vez más.

—En el hospital. — pudo decir al fin.

—Voy para allá, tranquilo. — puso en marcha el auto y conectó el teléfono en el auto — ¿Qué paso? — intentó indagar, pero Noah no hablaba nada.

—Date prisa. — rogó. Estaba en shock y no era capaz de entender las preguntas de Misha. La llamada se colgó en medio de los gimoteos de Noah y Misha solo pudo acelerar aún más el auto. Se sentía tan lejos de Noah. No soportaría que algo le hubiera vuelto a pasar.

Notas finales:

Aviso: Tuve que detener otra de las historias que escribo porque estoy un poco corta de tiempo, pero intentaré que eso no pase con esta historia... pero de todas formas les pediría comprensión, porque a pesar de que tengo muchas cosas me esta costando llevarlas al papel como yo quisiera, así que espero que comprendan si a veces me tardo un poquito en actualizar! Pero así me pasa, a veces puedo escribir 10 capítulos de un tirón y después viene el desierto de la inspiración y la verdad es que estoy un poco seca!!

Un besote y nos veremos cuando nos toque vernos!! Mandenme su amor y miles de ideas para seguir! :D


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