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Almas en Silencio por Amii

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Notas del capitulo:

OMG!!! No saben lo feliz que me siento justo en este momento! No podía esperar la hora en que acabara este capítulo! Lo escribí tantas veces y ninguna me gustaba jajajaja! Pero al fin lo terminé y plasmé justamente lo que quería!

Espero les guste y por su paciencia, este capítulo es practicamente el doble de largo que los otros, así que disfrutenlo y no me maten por el final! Lo hice con especial cariño (y maldad wuajajajaja)

Besos!

PD: Puede que tenga más errores que los anteriores porque casi me quedo calva escribiendolo y ya no quise revisarlo jajajaja

“Siempre llega un momento en la vida cuando tienes que elegir entre dar vuelta a la página o cerrar el libro”

 

8:00 AM.

Misha se quitó la bufanda y se desabotonó su abrigo mientras esperaba. Siempre iba de mala gana a ese edificio, pero aquella mañana, particularmente, estaba de peor humor. Aun tenía el sabor amargo de las palabras de Damián que no le habían dejado dormir tranquilamente. Sabía que la más mínima provocación le haría producir la más grande tempestad, y con Dylan, cualquier cosa se podía esperar.

Lisa lo miraba con un poco de compasión por tener que estar por segundo día consecutivo en ese lugar. Él trataba de evitar su mirada, pero podía sentía sus ojos pegados en él. A veces le dedicaba una sonrisa, aunque la mayor parte del tiempo simplemente la ignoró.

La puerta del jefe se abrió y Misha se levantó de inmediato. Dylan apareció con su típica sonrisa socarrona y le hizo un gesto con la cabeza para que entrara. No aguardo a Misha y volvió a entrar.

Respiró profundamente e intentó componerse lo más que pudo antes de poner un pie ahí adentro, pero lo que le esperaba era simplemente catastrófico.

Su jefe estaba sentado en su silla como de costumbre. Cerró la puerta cuando entró y miró de reojo a Dylan que estaba en uno de los sillones que estaban a un costado de la oficina.

—Jefe. — le saludo Misha con cordialidad. Ignoró a Dylan y se sentó en una de las sillas frente al escritorio.

Su jefe lo miró unos segundos antes de decir algo. Para Misha fue una eternidad antes de que hablara. Parecía que podría matarlo con la mirada —Misha… — hizo un gesto con la cabeza para saludarlo —Me alegra que llegaras. —

—Imagino que será un día largo. — intentó sonar un poco nervioso.

Él solo soltó una risita —Espero que no. Eres un tipo inteligente y estoy apostando a que aprenderás rápido. — se apoyó en la silla y la giró un poco — ¿Te comunicaste con Harvey? — lo miró con seriedad de nuevo.

Misha negó con la cabeza —Lo haré apenas volvamos de Santorini. Ese sujeto no cobra barato por los favores y hacerle perder un fin de semana me costaría demasiado. —

El hombre volvió a reír —Astuto. Me agrada. — concedió y le hizo un gesto con la mano a Dylan para que se acercara —Aunque espero que una vez que le pidas ayuda, ese cuadro aparezca. — le advirtió. No obstante para Misha fue una clara amenaza hacia él y hacia su trabajo.

—Lo hará. No hay duda. — prometió Misha y miró a Dylan que se paro tras él.

—Perfecto. — le dio un golpecito a la mesa —Dylan, adelántate. Necesito hablar con Misha un momento a solas. — frunció el ceño. Dylan no dijo nada y simplemente se fue. Misha no le vio la cara, pero incluso así sabía que se había ido con una sonrisa dibujada en sus labios. Estaba en problemas o al menos Dylan así lo creía. Cuando cerró la puerta tras él, su jefe se volvió a poner cómodo sobre su silla —Tuve que decirle que te iba a regañar por lo del cuadro. — admitió soltando un suspiro.

Misha lo miro sorprendido por la simpleza de sus palabras. Además de pronto el ambiente tenso se distendió y el jefe hasta sonrió. Eso le asusto — ¿Qué ocurre entonces? — se atrevió a preguntar.

—Misha. — le llamó su atención con una voz neutra. Lo miró con cierta seriedad —Se que Dylan y tú han tenido ciertos problemas personales en el último tiempo. — le explicó —Y la verdad es que no me agrada eso. Sé que tú eres más amable que él al no hablarme de sus problemas, pero Dylan se ha quejado varias veces de ti. — agregó un poco cansado —Tú eres un chico inteligente y me agrada conversar contigo siempre que tengo la oportunidad. No tengo muchos empleados como tú. — reconoció con cierta audacia —Pero si llegado el momento tengo que elegir entre ustedes, ese no serías tú. Por lo mismo, no quiero tener que elegir. — su voz se tenso un poco —Así que arregla tus malditos asuntos con Dylan. — alzó la voz lo suficiente para que Misha terminara apoyado en el respaldo de su propia silla.

La mirada de Misha no se inmutó. Nunca pensó que Dylan le había comentado algo al jefe de sus problemas, pero aquello era un nuevo problema para él. ¡Como odiaba a ese tipo!, fue lo único que pudo pensar —Si no se lo había dicho fue porque… —

—No me importa, Misha. — le interrumpió —No me importa de quien sea la culpa. No me importa quien haya comenzado esto. Quiero que se acabe y cuando salga el avión a Santorini ustedes dos van a dejar todos sus problemas aquí, porque los necesito concentrados allá. — le advirtió. Misha solo asintió —Ahora vámonos. — se levantó de su silla y Misha le imitó.

— ¿También irá? — le preguntó extrañado.

—Hace tiempo que no practico mi puntería. — se encogió de hombros y tomó su chaqueta —

Misha le abrió la puerta. Dylan los esperaba cerca del ascensor y todavía tenía su sonrisa idiota en sus labios. Evitó mirarlo, pero en esos momentos lo odiaba tanto que era imposible no mirarlo con todos aquellos deseos asesinos que lo recorrían.

 

9:00 AM.

—Noah… — escuchó la voz de Callie a lo lejos. Sentía que lo movía para que despertara, pero no era capaz de abrir sus ojos. Se movió un poco para acomodarse, pero Callie volvió a moverlo —Noah, tu mamá ya llego. —

Noah abrió los ojos con pesar y vio a Dafne al otro lado de la cama. Teo seguía sin despertar. No había mejorías, pero el doctor había dicho que haber pasado la noche sin sobresaltos había sido un gran avance.

—Ve a la casa. — le murmuró su mamá sin mirarlo —Yo me quedo con Teo. — tomó la mano de su hijo pequeño y la apretó con fuerza entre sus manos.

—Me quiero quedar. — dijo aun medio adormilado.

Callie seguía a su lado, con una de sus manos sobre el hombro de Noah —No es bueno que haya tanta gente en la habitación. Pronto serán las rondas y los harán salir. — dijo ella —Es mejor que le hagas caso a tu mamá. Apenas has dormido y una ducha te hará bien. —

Dafne lo miró y le suplicó con la mirada —Estaré aquí. Si despierta te llamaré. — le prometió con una sonrisa tímida en su rostro.

Noah asintió —Bien. — bajó los pies del sillón en el que dormía acurrucado y se estiró por un momento.

Se levantó y se acercó a Teo. Estaba lleno de tubos y su cabeza estaba completamente vendada por la operación. Tenía todo el lado derecho del rostro morado e hinchado producto del golpe que se dio. Dormía plácidamente, sin dolor. Noah sentía que en cualquier momento iba a despertar. A pesar de la máquinas, a pesar de su rostro. Seguía siendo su hermano, y se veía tan apacible. Solo deseaba que despertara para poder apretarlo entre sus brazos y prometerle que nunca más en la vida iba a volver a ocurrirle algo así.

Callie tomó las cosas de Noah y lo acompañó cuando estuvo listo para irse. Apenas le dio una mirada a su madre. Solo Callie se había despedido de ella. Noah seguía dolido. Ella no le dijo donde andaba. Apenas habían intercambiado algunas palabras. Cuando llegó fue directo a ver a Teo y cuando Noah la enfrentó, ella le prometió que tendrían aquella conversación, pero que no era el momento.

Él no insistió, pero se sintió dolido y traicionado. Se había sentido tan solo desde que vio a Teo accidentado. Solo quería a alguien que pudiera comprender su dolor y solo Dafne era capaz de sentir igual o más dolor por lo que había ocurrido. Pero cuando llegó no lo abrazo, no le dijo nada. Simplemente pasó por el lado de él y fue junto a Teo. Cuando la hicieron salir de la UCI y se encontró por fin con los ojos de su hijo mayor, lo miro de la misma forma en que lo había hecho cuando apenas tenía cuatro.

Noah era tan solo un pequeño cuando eso ocurrió, pero estaba tan grabado en su mente que no pudo evitar recordarlo. Ella creía que era el culpable de lo que le había pasado a Teo. A los ojos de ella era igual de culpable que por la muerte de su padre.

— ¿Estás bien? — se le apegó y apoyó su cabeza en el hombro de Noah. Él no respondió —Por favor, no te cierres. Habla conmigo. — le rogó.

Miraba los números del ascensor — ¿Viste su mirada? — susurró.

—Solo está asustada, Noah. — intentó calmarlo —Debe sentirse culpable por no haber estado con ustedes. Ya se le pasara. — le prometió.

—Ya me había mirado así antes. — dijo cuando el ascensor abrió sus puertas. Se soltó del agarre de Callie y entró.

—Noah… — lo siguió de cerca y lo miraba insistentemente, pero él evitaba todas sus miradas.

—Cuando murió mi papá. — le dijo al fin —Ella me miró de la misma forma y no me hablo durante mucho tiempo. — le contó —Para ella yo estaba igual de muerto que mi papá. —

—Debes estar imaginando cosas. Ella no haría algo así. — la defendió.

Él alzó la vista y la miró dolido — ¿Cómo podría haber imaginado todo eso, Callie? — se tomó el cabello con las manos y lo tiró un poco —Era un niño. Tenía cuatro años y ella no me hablaba. No me abrazaba. No me besaba. No cuidaba de mí. — su pecho estaba agitado — ¿Cómo podría haber imaginado que ella no me amaba? —

—Lo siento. — susurró asustada —No quise decir eso… — se acercó hasta él y lo obligo a soltarse la cabeza —Estoy diciendo que no creo que ella vuelva hacerte lo mismo. Ella te ama. —

—También me amaba cuando nací y aún así logró odiarme una vez. — el elevador se detuvo en el primer piso y las puertas se abrieron. Noah le bloqueó el paso a Callie —Quiero estar solo, Callie. — le rogó.

Ella lo miró indecisa —No me agrada que estés solo. — admitió —No quiero que vayas solo a la casa. —

—No iré a la casa. — prometió —Solo quiero andar por ahí un rato. —

—Noah. — aquello la preocupó aún más —Me estas ocultando algo, ¿verdad? —

Noah se vio sorprendido, pero desvió la mirada para que ella no lo notara —Prometo que cuando vuelva hablaremos. — intentó sonreírle en vano.

—Al menos llama a Misha. — le rogó un poco desesperada —Si algo ha de tener bueno ese tipo es que puede animarte. — dijo, su odio constante hacia Misha le hizo sonreír ligeramente.

Él asintió. Se toqueteó la chaqueta buscando su teléfono —Lo llamaré, no te preocupes. — prometió, y la dejo en el ascensor.

Callie se había ido a pasar la noche a su casa, así que subió para esperar noticias de Teo. Dafne estaba afuera de la UCI paseándose de un lado a otro con nerviosismo.

—Me hicieron salir. — le contó un poco desesperada —Dijeron que solo tardarían unos minutos. —

—Deben ser las rondas de rutina. — intentó calmarla. Dafne asintió y se sentó cerca de donde estaba parada Callie.

—Toma, lo dejo en el sillón. — dijo Dafne sacando algo de su bolsillo. Callie la miró anonadada. Era el celular de Noah —No lo podré llamarlo si Teo despierta. —

Callie recordó a Noah buscando su teléfono. Le había mentido. El miedo la recorrió al instante. No creía capaz a Noah de hacer locuras. Desde que ella lo conoce es una persona sumamente feliz, pero aquellas marcas en sus muñecas le hablan de un pasado oscuro y nada en el mundo le puede asegurar que no podría volver a él.

Además, la mirada que él tenía esta mañana no era la de una persona feliz, ni siquiera de alguien optimista. Estaba deprimido e incomunicado, ¿Qué podría ser lo peor que hiciera?

—Haré una llamada. — se guardó el teléfono de Noah y sacó el suyo. Se alejó por el pasillo y buscó a toda prisa el número de Misha. Marcó y esperó, pero la envió a buzón de voz una y otra vez — ¡Contesta tu maldito teléfono! — le gritó después de la señal en el buzón de voz. Colgó y corrió por el pasillo hasta el ascensor.

 

10:00 AM.

Misha se quitó los lentes de protección para comprobar sus tiros en su quinto intento. Estaban en un club de tiro que su jefe frecuentaba con Dylan por lo que él lo evitaba a toda costa. No quería ir a los mismos lugares que ellos y correr el riesgo de que alguien lo reconociera.

Esta vez le había dado dos veces a la cabeza. Tiros impecables y eso le preocupó cuando Dylan se acercó a fanfarronear. Lo había hecho desde su primer intento en el que falló todos los tiros. Cada intento se le hacía más difícil equivocarse porque no podía evitar imaginar a Dylan del otro lado de la habitación en vez de aquel pedazo de papel en forma de persona.

—Aprendes rápido. — murmuró frunciendo el ceño. En su mirada se reflejaba la desconfianza que sentía —Pero no lo suficiente. — tenía sus gafas puestas y levantó el brazo para dispararle al mismo pedazo de papel que Misha. Fueron diez tiros directo a la cabeza.

Misha puso los ojos en blanco y buscó a su jefe en los alrededores. Él quería que se llevaran mejor, pero lo veía casi imposible y estar mucho tiempo a solas con Dylan solo iba a provocar una nueva discusión, solo era cuestión de tiempo.

—Vamos, otra vez. — miró de reojo la pistola que Misha tenía en sus manos para que la cargara y volviera a disparar.

Dylan notó la forma perfecta en que Misha tomaba el arma y la forma en que apuntaba. Él no le había enseñado nada de eso y lo hacía perfectamente, casi como un profesional. De sus diez tiros, cuatro no dieron al papel y solo tres de ellos le dieron dentro del contorno de la persona. Estaba fallando a propósito, podía notarlo.

—Otra vez. — ordenó con superioridad. Quería que Misha se enojara, pero éste aun recordaba las palabras de su jefe e hizo oídos sordos y volvió a cargar —Tal vez con un poco de incentivo puedas tener mejor puntería. — sonrió de lado y se acercó a Misha. Se quedó tras él y observó su puntería —Primer intento. — le susurró y Misha disparó una vez. Dio en la altura del cuello —Se que puedes hacerlo mejor. Piensa en todos los peligros que asechan a Noah la próxima vez que dispares. — dijo en el otro oído de Misha. Esta vez disparó en el cuerpo. No iba a dejar que lo manipulara con sus comentarios.

Misha lo miró de soslayo y se apartó un poco — ¿Necesitas estas tan cerca? ¿Estás enamorado de mí o qué? — le dio un empujón con su otra mano para apartarlo.

—No te irrites, Misha. — dijo a toda voz. Misha miró a su alrededor y todos los estaban observando.

—Vete a la mierda, Dylan. — murmuró y volvió a disparar.

—Tal vez quieras pensar en Teo la próxima vez y en que los accidentes ocurren a veces cuando los niños juegan en la calle. — dijo con un tono juguetón en su voz. No había dicho mucho, pero había dicho lo suficiente para que Misha lo entendiera. Él tenía la culpa de lo que le había ocurrido a Teo. Él lo había lastimado. Aun estaba apuntando hacia el otro lado de la sala. Quería matar a ese tipo, y sería tan fácil girarse y ponerle una bala en la cabeza. Pero antes de girarse, vació el arma en el papel que estaba del otro lado. Eran tiros perfectos en la cabeza. Soltó el arma y se quitó todos los aparatos que traía puestos.

Dylan solo alcanzó a dar un paso atrás cuando Misha se le fue encima y le dio un golpe preciso en la mejilla derecha. Se fue directo al suelo por la fuerza del impacto —Maldito bastardo. — le gruño y le dio una patada en el estomago. Dylan quedó de lado sobándose su pronunciada panza cuando unos hombres que practicaban a unos metros de ellos intervinieron. Tomaron a Misha por los brazos y lo apartaron de Dylan que seguía quejándose en el piso.

El jefe apareció entre los curiosos que se habían reunido alrededor de ellos. No se veía contento, y solo cuando Misha vio su rostro dejo de luchar por soltarse y se calmó. Miró a Misha primero y luego a Dylan que seguía en el piso —No le hice nada, jefe. Solo salto sobre mí y me golpeó. — se defendió Dylan en cuanto el jefe lo miró.

—Se terminó el espectáculo. — advirtió con voz ronca y todos se alejaron sin protestar —Levántate. — miró de mala gana a Dylan cuando todos habían vuelto a sus propios asuntos —Se supone que tienes que cuidar de mí y dejas que alguien que apenas sabe usar un arma y que pesa la mitad que tú te tire al piso. — sin duda estaba enojado —Dame una sola razón para no hacer que te largues. — Misha miró la escena y Dylan solo agachó la cabeza. No dijo nada y al parecer, el jefe tampoco esperaba que se dignara a decir algo. Miró a Misha y su mirada seria se volvió aún peor —Te lo advertí. —

Misha no era como Dylan. No era sumiso, no le debía respeto alguno a su jefe y aunque le temía como cualquier otra persona, no iba agachar la cabeza —Se lo merecía. — fue todo lo que dijo.

—Te pedí que dejaras los asuntos personales fuera del trabajo. — le recordó su jefe.

Misha asintió —Lo intento, pero es difícil si él se esfuerza día a día en que le muela la cara a golpes. — se mantuvo sereno.

—Yo no hice nada. — protestó Dylan.

Su jefe resopló haciéndolo callar —No me interesan sus problemas personales, pero la próxima vez que me hagan pasar por algo así, no seré tan considerado. — les advirtió mirándolos a ambos —Es todo por hoy, vete a trabajar Misha. — lo despachó.

Misha le dio una última mirada a Dylan. Podría soportar cualquier cosa de él, pero sin duda no iba a dejar pasar el hecho que había lastimado a Teo. Además, había visto en la mirada de Noah algo raro, y ahora todo parecía tener sentido. Noah debía saber lo que le había ocurrido a su hermano, pero simplemente no se lo podía explicar. No entendía porque alguien le haría daño y ahora tendría que explicárselo. Tendría que volver a hablar de todas aquellas cosas que no quería.

Los vio alejarse por el local antes de dejar el cubículo en el que estaba practicando. No necesitaba más clases de puntería y su jefe lo sabía, por eso lo había dejado irse, pero ¿Cómo lo sabía? No estaba seguro. Solo sabía que tenía que tener cuidado, no era un tipo cualquiera.

Fue por sus cosas a unas taquillas del local. Tomó su abrigo y de forma casi inconsciente revisó su teléfono. Tenía al menos dos docenas de llamadas perdidas de Callie. Su mente divago con rapidez en todos los posibles motivos por los cuales podría estar llamándolo, pero ninguno de ellos era bueno.

Marcó el número después de ponerse su abrigo y caminó a la salida — ¿Qué ocurre…? —

—Misha. — le interrumpió Callie. Su voz sonaba apagada y preocupada, muy lejana a la voz chillona a la que estaba acostumbrado él.

— ¿Noah está bien? ¿Le paso algo a Teo? — preguntó asustado.

El tiempo que tardó en hablar le pareció una eternidad a Misha —Teo está bien. — contestó.

— ¿Y Noah? — se paró a la orilla de la vereda. Había ido hasta ahí en el auto de su jefe por lo que su auto había quedado en el edificio, lejos, muy lejos de ahí.

—No lo sé. — susurró —Salió hace como una hora de aquí y no tengo idea de donde pueda estar. —

— ¿Lo llamaste? —

Callie gruñó —No se me había ocurrido, genio. — dijo sonando más a la Callie que él conocía —Yo tengo su teléfono. Parece que lo dejo a propósito aquí… — le explicó más sosegada —Misha, lo he buscado, pero no lo encuentro. — dijo un poco desesperada —Si tú hubieras visto su rostro hoy en la mañana, si hubieras visto su mirada… —

— ¿Tan mal? ¿Por qué se puso así? — miró a su alrededor y pensó mientras esperaba una respuesta de Callie. Estaba cerca de donde trabajaba Damián. Aquello tenía que ser una ironía de la vida.

—No sé cómo explicarlo. Pero estaba triste. Nunca lo había visto así, con una mirada sombría, como si nada le importase en la vida. — masculló —Le dije que te llamara. No quería que estuviera solo y me prometió llamarte después de que comprobó que traía su teléfono con él. Pero sorpresa, cuando volví arriba, Dafne me entrega el celular de Noah que había olvidado en el sillón. —

—Está bien, yo lo busco. — trato de sonar tranquilo. Podría tardar un poco en buscarlo y no quería alarmar aún más a Callie y probablemente a Dafne, si es que ella sabía que Noah estaba desaparecido.

—Ya lo busqué en los lugares que frecuentamos y no está en ninguno de ellos. — le advirtió.

— ¿Lo buscaste en su casa? — empezó a caminar por la calle, adelantando grácilmente a todas las personas.

—Me dijo que no iba a ir a casa. Lo sentí sincero cuando me lo dijo, pero la verdad es que me quedaba muy lejos para ir. No quería alejarme mucho del hospital por si regresaba. —

—Iré a revisar la casa. Llámame si regresa al hospital. —

—Bien. Gracias Misha. — fue lo que alcanzó a decir antes que él le colgara.

Entró en el edificio que estaba frente a él. Estaba repleto de personas. Había unas cuantas filas y otras personas sentadas en unos asientos acolchados de color azul. Todo parecía estar en una perfecta armonía con el color azul, porque la mayoría vestía de ese color. Buscó a Damián con la mirada, pero no estaba detrás de ninguno de los mostradores que estaban a la vista. Se acercó a un mostrador que decía Informaciones en letras de color azul.

—Hola, busco al oficial Christou. — le dijo a una oficial que estaba tecleando en una computadora.

Ella levantó la vida y miró a Misha — ¿Y usted es? — levantó una ceja al preguntar.

—Un amigo. — dijo con voz áspera. Estaba perdiendo tiempo, ella le estaba haciendo perder tiempo — ¿Está aquí o no? —

Un oficial que pasaba cerca del mostrador se acercó a ellos — ¿A quien busca? — se apoyó en el escritorio y miró a la oficial antes de dirigirse a Misha.

—A Damián. — le contestó ella — ¿Está aquí, Teddy? — iba a descolgar el teléfono cuando él asintió.

—Sígame. — paso entre las personas que estaban en el fila y se dirigió a un pequeño pasillo. Misha observó el lugar y vio a todos los oficiales que estaban en sus oficinas haciendo nada. El sujeto golpeó una puerta al final del pasillo y la abrió con cuidado —Damián. — habló antes de terminar de abrir la puerta.

Adentro había un pequeño bullicio y cuando el oficial que al parecer se llamaba Teddy habló, todo se volvió silencio.

— ¿Qué pasa? — preguntó Damián. Estaba sentado sobre su escritorio con sus brazos cruzados y en una silla de cuero con ruedas había sentado otro policía que parecía de un rango mayor que todos los otros que había visto mientras caminaban hasta allá. Los labios de Damián se curvaron en una sonrisa en cuanto vio a Misha tras Teddy.

—Te buscan. — hizo un gesto hacia atrás.

Se bajo del escritorio y miró al policía con el que hablaba —Luego me explicas. — le sonrió y le dio un pequeño toque en su hombro antes de salir —Gracias Teddy. — le sonrió a él también y cruzó por el pasillo hasta otra oficina. Abrió la puerta y esperó que Misha lo siguiera — ¿Qué haces aquí? — preguntó divertido y extrañado de verlo en ese lugar. Misha jamás había querido poner un pie en ese sitio y la sola idea de tenerlo frente a él, sabiendo que tuvo que interactuar con sus compañeros le causaba mucha gracia. Aunque en el fondo sabía que Misha no estaría ahí si no fuera por algo importante.

—Necesito tu auto. — dijo sin vacilación.

— ¿Por qué? ¿Qué le paso al tuyo? —

Misha resopló —Esta en el trabajo. Salí con el jefe en el suyo y tú estabas más cerca que mi auto. — le explicó lo más rápido que pudo —Noah anda perdido por ahí y Callie está preocupada por él. No lo vio bien cuando salió así que iré a buscarlo. —

Damián asintió mientras seguía el hilo de la conversación —No puedo darte una patrulla. — le advirtió de inmediato.

— ¿Y tu auto? — frunció el ceño.

Damián se rebuscó en su chaqueta —No vine en la camioneta. — le lanzó unas llaves.

— ¿Tenías que venir en tu moto justo hoy? — arqueó una ceja cuando reconoció las llaves.

—Si hubiera sabido que ibas a necesitar un auto hubiera venido en él. — se defendió —Está abajo en el depósito. — se quitó una credencial que estaba colgada afuera de un bolsillo —Es la Harley. —

—Gracias. —

 

12:00 PM.

Callie se sentó al final de la sala de espera. A esa hora estaba lleno de familiares que esperaban ver a sus seres queridos. Sentía que comenzaba a asfixiarse en ese lugar. Sentía que aquel olor de hospital empezaba a sofocarla, lentamente consumía sus pulmones y le daba una picazón que no podía quitar porque la sentía por dentro. Suspiró y levantó la vista. Ya había contado todos los cuadrados de la baldosa del piso. Tal vez era momento de comenzar con el techo.

Su teléfono vibro en su estomago, justo donde lo había dejado hace unos minutos. Era un mensaje de Paul. Callie lo había llamado para contarle lo que había ocurrido y se había ofrecido a salir a buscar a Noah por los lugares que él frecuentaba con Noah. Pero había tenido la misma mala suerte que ella. Noah no aparecía.

Se removió en la silla. Levantó las piernas y las acomodó en el asiento apretándolas contra su pecho. Rodeó sus piernas con sus brazos y apoyó su cabeza en las rodillas. Nunca en la vida había deseado tanto que Noah apareciera. Desde que se conocieron en la consulta del doctor Harrison, siempre había sido ella la que estaba deprimida y él siempre se encargó de animarla y de demostrarle que la vida aún tenía mucho que ofrecer. Y la verdad era que ella no se sentía lista para cambiar esos papeles. Ella no sabía cómo explicarle a él que valía la pena seguir viviendo y que intentar ser feliz valía todo el sacrificio del mundo. Ella no podía decir todas esas cosas, porque no creía en ella. En cambio, Noah si creía en toda esa basura. Él era feliz. No importaba que tan miserable fuera su vida, el siempre veía el lado bueno de las cosas, pero Callie suponía que cualquier persona tenía su límite de optimismo y Noah ya había agotado su cuota.

Vio salir a Dafne de la UCI y eso la sacó de sus pensamientos. La mujer la buscaba con la mirada y Callie le hizo señas con una de sus manos para que la encontrara entre la multitud.

— ¿Alguna novedad? — se interesó Callie cuando Dafne llegó a su lado.

—No. El doctor está haciendo su ronda así que me pidieron que saliera. — sonaba acongojada. Miraba a todos lados nerviosa. Así se ponía cada vez que tenía que alejarse de su hijo pequeño — ¿Noah no ha vuelto? — miró con curiosidad por si estaba cerca de ahí.

—No. — intentó sonar tranquila, pero sin éxito. Aun así, Dafne no se percató que algo andaba mal —Dijo que volvería pronto. —

Dafne asintió. No era capaz de mantener conversaciones más largas que esa y simplemente dejó que sus pensamientos se fueran lejos de ahí, a un lugar que todos desconocían menos ella. Callie solo se quedó en silencio junto a ella y consideró un buen momento para retomar su cuenta en el techo.

 

14:00 PM.

El teléfono de Misha no paraba de sonar. Si no era Callie, era Damián y si no era ninguno de ellos era alguien del trabajo que llamaba para recordarle que no estaba haciendo lo que debía aquel día. Estaba cansado de atender llamadas. Hubiera querido apagar el teléfono, pero tenía la vaga esperanza que Noah se comunicara con él de alguna forma, pero era justamente la única llamada que no recibía.

Vio en la pantalla una foto de Damián — ¿Qué? — preguntó irritado.

Damián ignoró su tono de voz — ¿Ninguna novedad? —

— ¿Mi voz no te dice nada? —

—Ya va aparecer. — quiso calmarlo.

Misha resopló —Llámame si lo encuentras. —

—Pero no lo estoy buscando… estoy en el trabajo. — dijo un poco confundido.

—Exacto. — colgó el teléfono y volvió a subirse a la moto de Damián. Esperaba que nadie lo volviera a molestar hasta que pudiera checar el siguiente lugar.

 

16:00 PM.

Callie sintió un revoltijo en su estomago cuando sintió sonar su teléfono. Miró de reojo a Dafne que dormía en el sillón junto a Teo —Dime que lo encontraste. — imploró con sus ojos serrados.

Misha resopló del otro lado —No. Llamaba para saber si había llegado por allá. — su voz sonaba igual de desilusionada como ella se sentía en esos momentos.

—Paul tampoco ha podido encontrarlo. — susurró bajito sin despegar la vista de Dafne.

— ¿Cómo sigue Teo? —

—No hay cambios. — Callie se desplomó en la silla junto a ella cuando Misha colgó.

 

19:00 PM.

Misha detuvo la moto a un lado de la calle. Necesitaba pensar. Ya estaba oscuro y Noah aún no aparecía. Comenzaba hacer frío y probablemente no había comido nada en todo el día. Tal vez había estado afuera, en un día demasiado helado para estar sentado en algún lugar de la ciudad sin hacer nada más que deprimirse.

Estaba tan preocupado, pero tan enojado al mismo tiempo. ¿Por qué no lo había buscado? ¿Por qué no le había pedido ayuda si se sentía mal? Solo necesitaba encontrarlo para poder estrecharlo antes de poder golpearlo por haberle hecho eso y haberlo preocupado. Pero no importaba lo que deseara, él seguía sin aparecer, y sin comunicarse.

Su teléfono sonó otra vez. Misha le dio una mirada desesperanzado. Era Damián otra vez. Debía querer saber si lo había encontrado.

—Aun no sé nada. — contestó desganado.

—Teddy lo acaba de ver en su ronda. Lo vio en un parque que está al lado del Museo Arqueológico Nacional de Atenas. — el alma volvió al cuerpo de Misha en cuanto escuchó que alguien lo había visto. Estaba bien, o al menos seguía respirando. La tierra no se lo había tragado después de todo —Si estas muy lejos puedo ir yo si quieres. —

—No, no estoy tan lejos. Gracias. — le colgó y volvió a poner en marcha la moto.

Estaba del otro lado del Pedion Areos, un parque muy grande que había en el centro de Atenas y muy cerca de donde se encontraba Noah. Probablemente había pasado por ese parque al venir hasta donde estaba, pero ni siquiera se había detenido a mirar. No tardó más de diez minutos en llegar.

Cuando se detuvo y se bajo de la moto. Pudo ver a Noah de espaldas a él sentado en una banca. Al menos estaba abrigado, pero se notaba incluso a esa distancia que estaba desanimado. Sus hombros estaban caídos y probablemente estaba cansado y hambriento a esas horas. Caminó con tranquilidad mirando a su alrededor. No había mucha gente, solo unos cuantos niños jugando frente a Noah y sus padres mirándolos a la distancia desde el otro lado del parque.

No quiso correr hasta él para no asustarlo. Tampoco quería aparecer de pronto frente a él para espantarlo, así que camino con sigilo y se detuvo junto a la banca. Noah tenía la mirada perdida, y sus ojos estaban tristes. Ni siquiera se había dado cuenta que él estaba ahí. Se acercó un poco más y Noah entornó la vista para verlo. Sus ojos quisieron alegrarse al verlo, pero estaba demasiado cansado y sus ojos le pesaban. Aun así pudo sonreírle de lado.

—Lo siento. — susurró. Podía imaginar que no había sido fácil dar con él.

Misha se acercó y se agachó frente a él — ¿Estás bien? — le tomó las manos. Estaba helado —Estas muy helado. —

Noah agachó la cabeza —Y hambriento. — admitió —No quise preocuparte. — se disculpó.

—Te busqué todo el día. — le contó —Callie esta vuelta loca tratando sé encontrarte. — le explicó —Me dijo que me ibas a llamar. —

—No quería mentirle. —murmuró —Pero quería estar solo. —

— ¿Incluso querías estar lejos de mí? — preguntó sin reproche.

Noah negó —No quería molestarte. Ya bastante te preocupas por mí. —

—No seas tonto. — le retó —Siempre voy a estar para ti. — le prometió.

—A veces siento que soy un estorbo, como si solo me dedicara a arruinar todo lo que está a mí alrededor haciendo que todos me odien. —

Misha se levantó y se sentó junto a él —No has arruinado nada, Noah. Los accidentes ocurren. —

—Teo esta así por mi culpa. —

—Tú no hiciste que él se accidentara Noah, y cualquiera que te culpe por eso no es más que un imbécil. — le aclaró con un tono serio.

A Noah se le llenaron los ojos de lágrimas —Ella me odia. Siempre me ha odiado. — se encogió de hombros —Ella me hace sentir como si nadie me amara, como si nada valiera la pena. —

Misha lo estrechó entre sus brazos y lo apretó con fuerza —Yo te amo, Noah. Y nada de lo que hagas o digas hará que eso cambie. — le susurró al oído —Nunca más en tu vida vuelvas a pensar que nadie te quiere, porque yo te amo. —

Noah se aferró a la chaqueta de Misha y escondió su rostro en su pecho —Lo siento. —

—Que se joda ella y su cariño. No lo necesitas para ser feliz. — le dio un beso en la coronilla —Hoy hiciste que muchos se preocuparan. — se separó de él —Eso significa que le importas a muchas gente. — le sonrió.

— ¿De verdad? —

Misha asintió —Habrá que avisarles que estás bien. — suspiró contemplándolo. No había podido sentir aquella paz durante todo el día y ahí estaba al fin frente a él toda la paz que necesitaba para ser feliz —Ven, vámonos de aquí. — lo tomó de la mano. No quería volver a separarse de él por los próximos diez años. No quería volver a pasar por lo mismo otra vez —Y te advierto que la próxima vez que hagas esto, no seré tan amable contigo. — le advirtió frunciendo el ceño.

Noah sonrió —Quería llamarte, pero no se me tu número. — se defendió.

—Voy a tatuártelo en el trasero con tal de que no lo olvides. — bromeó. Noah se aferró a él para mantenerse caliente, pero en cuanto vio la Harley frente a ellos supo que iba a tener que pasar un poco más de frío aquel día.

— ¿Ahora tienes una moto? — resopló impresionado.

—Es de Damián. — le explicó subiéndose a ella —Te llevaré a un lugar para que comas. — lo ayudó a subirse y le entregó el único casco que tenía.

Noah apoyó su cabeza con el casco en la espalda de Misha y lo abrazó por la cintura. Prácticamente no sintió el viaje y solo sintió una pequeña brisa durante el camino. Misha le bloqueaba la mayoría del viento que los golpeaba. Cuando se detuvo, Misha tuvo que hacer que lo soltara para poder bajarse. Noah miró el local de café en el que se detuvieron. Lo conocía, había pasado en más de alguna oportunidad por ahí, pero nunca había entrado, o al menos no que él recordara.

— ¿Hemos venido aquí antes? — preguntó dejando el casco en el manubrio de la moto.

Misha asintió —Sí, vamos. — lo tomó de la mano —Quiero presentarte a alguien. — le sonrió —O en realidad quiero recordarte a alguien. —

Noah se detuvo en seco y tiró de la mano de Misha — ¿Voy a conocer a alguien importante para ti? —

—Ya la conoces, solo que no la recuerdas. — le explicó.

—No quiero entrar. — se sonrojó —Me va dar vergüenza no recordarla, ¿Quién es? —

Misha se rio —Ella sabe que no le recuerdas, tranquilo. — le dio un tirón —Ella te ama. — le abrió la puerta del local y una campanita sonó en cuanto los dos entraron.

No había mucha gente. Había unas cuantas parejas sentadas por todo el local, y unas cuantas personas solas sentadas en la barra. Dos garzones se paseaban entre las mesas, uno de ellos limpiando y el otro atendiendo a las personas.

—Hola Misha. — lo saludó el que estaba limpiando las mesas. Misha le hizo una mueca —Hola Noah. Tanto tiempo sin verte. —

—Hola… — lo saludó confundido y miró a Misha esperando que le dijera quien es.

Misha negó un poco —No necesitas recordar su nombre. — bromeó y lo hizo caminar delante de él por uno de los pasillos hasta una mesa cerca de la caja y junto a unos ventanales que daban a un jardín interno del local.

—Es muy lindo el local. — se sentó donde Misha le indicó y siguió mirando a su alrededor.

El mismo sujeto se acercó a la mesa y saco un cuadernillo de su delantal negro — ¿Lo de siempre? — le preguntó a Misha.

Éste asintió — ¿Dónde está? — se sentó frente a Noah.

—Atrás. Le diré que estás aquí. — desapareció detrás de una puerta después de eso.

—Supongo que lo de siempre me va gustar. — contempló a Misha que lo miraba divertido.

— ¿Recuerdas el té y los dulces de otro día? — preguntó por el día en que tuvieron su primera cita. Noah asintió con una sonrisa dibujada en los labios —Es lo de siempre. — le explicó.

Una mujer mayor apareció por la puerta por la que se había ido el muchacho hace unos segundos. Traía una bandeja con ella con unas tasas y unos platos con dulces. En cuanto Misha la vio se levantó de su asiento para saludarla. La mujer dejó la bandeja sobre la mesa y abrazó a Misha con fuerza. Era una mujer delgada y alta, aunque no tanto como Misha. Su tez era bronceada y su pelo castaño era largo y liso. Traía ropa parecida que los garzones pero no traía delantal.

—Me da gusto que dejes de trabajar un momento para que te acuerdes de esta pobre y vieja mujer. — lo soltó y miró de inmediato a Noah —Y por supuesto que te dieras el tiempo de traerlo otra vez. — se acercó con sigilo y tocó la mejilla de Noah —Hola, pequeño. — lo saludo con mucha ternura.

Noah intentó recordarla. Su rostro, su voz, su sonrisa, pero su cabeza estaba hueca. Aún así, ella logró transmitirle mucha tranquilidad, mucho amor en cuestión de segundos. Sabía que la conocía incluso cuando no pudiera recordarla y sabía que antes del accidente, él la quería mucho.

—Hola. — la saludó y volvió a mirar a Misha.

—Noah, ella es Eugene. — le explicó —Ella se ocupó de mí cuando me fui de la casa de acogidas en la que vivía. —

Noah asintió — ¿Es como una mamá? —

Eugene sonrió —Exacto. — apretó una de las mejillas de Noah —Aunque él no lo quiera aceptar, fui como una madre para él. —

Misha se hizo lugar junto a Noah en la mesa y Eugene se sentó frente a ellos, donde había estado Misha sentado hasta hace poco —Ella ha insistido mucho en que te trajera para acá. — le explicó mientras ella ponía los cubiertos que traía en la bandeja.

Eugene asentía con cada palabra de Misha —Nunca más pude verte después del accidente y no sabes cuánto me alegro saber que estabas bien aunque hubieras olvidado algunas cosas. — dijo ella —Muchas veces rogaba porque entraras a mi local solo por casualidad con algunos de tus amigos para al menos saber que estabas bien, que eras feliz. —

—De haberlo sabido… — se sintió culpable.

—Lo sé, cariño. No tienes que disculparte. — le tomó la mano y la apretó —Pero ahora estás aquí. Y no te preocupes si no me recuerdas, porque con el cariño que yo te tengo basta y sobra. — soltó una risita —Puedes venir cuando quieras. No esperes que Misha te traiga o tendré que esperar al menos unos cuantos años antes de que se digne a venir. —

Misha puso los ojos en blanco.

Noah lo miró y se rió por el gesto de Misha —A falta de una mamá tienes a Eugene. — le tomó la mano y la apretó para que se relajara.

—Así parece. — asintió y tomó su tasa con café.

El otro garzón que atendía a la gente, le hizo un gesto con la mano a Eugene y ella se levantó de inmediato —Los dejo. Disfruten la comida y no se atrevan a irse son despedirse. —

—Tienes mucha gente que te ama. — dijo Noah en cuanto se alejó. Tomó uno de los dulces de su plato.

Misha tomó uno de los suyos también —Sí, pero increíblemente en cuanto te conocen se olvidan de mí y tú te vuelves su mundo. —

Noah se rió — ¿Estás celoso? —

—Tal vez. — se encogió de hombros.

—Te molesta que le caiga mejor a Eugene y a Damián. — ironizó.

—Solo sé que dejaré de presentarte gente. — le advirtió.

—Que tonto. — se acercó a Misha y lo besó —Solo me importa que tú me quieras. — volvió a besarlo. Sabía a chocolate y ahora a chocolate con naranja, una mezcla increíble.

—Deberías recordar tus palabras la próxima vez que decidas escaparte del mundo. — le recordó antes de beber café.

Noah no le dijo nada. Simplemente volvió a besarlo —Lo siento. — susurró y volvió a besarlo —Lo siento mucho. —

—Tal vez te perdone. — dijo acorralándolo contra el ventanal. Puso su mano sobre el respaldo del asiento y volvió a besar a Noah.

Eugene carraspeó tras Misha y éste se separó de Noah —Les traje un pequeño regalo. — dejó una cajita para llevar sobre la mesa —No quería interrumpir. — levantó las manos a la altura de su pecho para disculparse.

Noah se sonrojó y Misha simplemente la hizo desaparecer con la mirada —Es especialista en arruinar buenos momentos. — le explicó. Le entregó la cajita a Noah —Deberíamos irnos. — se levantó de la mesa y se puso su abrigo —Puedo llevarte al hospital si quieres. —

—Teo no ha despertado, ¿verdad? — sus ojos se volvieron a entristecer, pero esta vez estaban llenos de culpa por haberlo olvidado y por haber pasado un buen rato mientras Teo seguía en la UCI.

—Sigue igual. Callie y tu mamá están con él o al menos así era la última vez que hable con ella. — recordó que no le había avisado que lo había encontrado. Sacó su teléfono y tecleó rápido un mensaje antes de volver a guardar el teléfono.

Noah dudó en la oferta que la había hecho Misha.

—No tienes que ir si no quieres. Puedes esperar noticias desde la casa o desde mi departamento. — le ofreció —Además no has dormido en una cama y no te has aseado. —

—No apesto tanto. — se defendió Noah —Pero si, quisiera darme una ducha. —

—Le diré a Emma que nos mantenga informados si es que Callie se ha ido a su casa. — le prometió cando salían de ahí.

Misha aparcó la moto junto a su auto en el depósito del edificio y subieron sin tener noticas del hospital. Noah se quedó un poco retraído después de recordar a su hermano y se metió en la ducha sin decirle nada a Misha.

Salió con una toalla blanca atada en la cintura. Aun quedaban algunas gotitas por su cuerpo y su cuerpo estaba revuelto y mojado. Misha estaba recostado en su cama con su computadora entre las piernas. Algo le mantenía completamente concentrado. Ni siquiera había levantado la vista a mirar a Noah y no había buscado la ropa que le había prometido a Noah para que se cambiara.

— ¿Está todo bien? — preguntó sentándose al otro lado de cama.

Misha despegó la mirada del computador cuando sintió que el colchón se hundía —Todo bien. — lo miró con su torso descubierto y sonrió de inmediato.

Noah pareció leer sus pensamientos y se rió con él, pero se sonrojó también —Cualquier podría saber lo que piensas con esa cara de pervertido que tienes. — lo acusó.

—Esa es la idea. — dejó su computadora en el suelo y se acercó a Noah.

—No buscaste ropa para mí. — le recordó.

Misha llegó a sus labios y lo besó con dulzura —No la vas a necesitar. — le mordió el labio después de decir eso.

La piel de Noah se erizó y se arrimó un poco más hacia Misha. Su cuerpo despertaba ante el contacto. Misha tocó su torso desnudo y lo obligó a recostarse en la cama quedando sobre él. Lo besó hasta llegar a su cuello y lo lamió haciendo que Noah soltara un gemido. Éste lo envolvió con sus brazos y lo hizo acercarse más a su cuerpo.

—Misha… — alcanzó a murmurar antes de que atrapara sus labios otra vez.

Misha desarmó el nudo de la toalla y esta se desarmó sobre el cuerpo de Noah —Nunca había sido tan fácil contigo. — le susurró en el oído antes lamer su lóbulo. Se soltó del agarre de Noah y se irguió para contemplar el cuerpo desnudo de Noah. Sonrió ante lo que veía.

Noah lo tomó por la camisa y comenzó a desabotonarla mientras Misha lo distraía con sus besos en el cuello.

—No me estas ayudando. — su voz estaba cargada de placer y no quería que se detuviera, solo quería que los malditos botones desaparecieran. Cuando logró quitarle la camisa deslizó sus dedos por su torso.

Misha se detuvo un momento y juntó su frente con la de Noah — ¿Estás seguro? — preguntó antes de continuar —Después de esto no me voy a detener. — le advirtió.

Noah soltó una risita nerviosa y lo volvió aprisionar entre sus brazos —No preguntes estupideces. — regresó a sus labios y él los mordió esta vez.

El teléfono de Misha comenzó a sonar en el bolsillo de su pantalón. Éste resopló y se detuvo de inmediato.

—No, no… — le rogó Noah y siguió besándolo.

Misha sonrió —Debo ver quién es. — sacó el teléfono y lo chequeó —Es Callie. — le tendió el celular a Noah.

— ¿Callie? — contestó preocupado y confundido.

Callie sonaba agitada del otro lado de la línea, igual que él aunque probablemente por motivos diferentes —Teo despertó. —

Los ojos de Noah se abrieron y se iluminaron emocionados — ¿De verdad? —

—Sí. — chilló Callie —Así que trae tu trasero a este hospital porque está preguntando por ti. —

Colgó el teléfono y miró a Misha que estaba sentado junto a él —Despertó — sonrió emocionado y se bajó de la cama —Tengo que ir al hospital. —

Misha lo siguió con la mirada. Continuaba desnudo paseándose por la pieza —Vas a necesitar algo de ropa. —

Notas finales:

Nos vemos prontooo! :)


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