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Almas en Silencio por Amii

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Notas del capitulo:

Hola hola!!! No!! No soy un fantasma, he vuelto!! :D!

Y antes de que se enojen por la demora les traigo un montón de sorpresas! 

Primero, este capítulo es igual de largo que el anterior... probablemente adopte este largo de los cap, aunque eso significaría que me tarde un poco más en publicar...

y segundo, al fin ha llegado lo que muchos de ustedes han esperado con ansias, espero haber logrado satisfacer sus ideas y si no, bueno haganmelo saber y enviare a mis matones para que se ocupen de ustedes >_<!!!

Ya ya... de verdad lamento haberme tardado tanto, creo que fueron como dos semanas, pero de verdad que me esforcé porque este capítulo quedara hermoso y probablemente algunas personillas alcanzaron a verlo e incluso a leerlo, pero el viernes pasado habia publicado el capítulo 19!! (A ellos a quienes lo leyeron disculpen por haberlo eliminado después) Alcanzó a estar como una hora en línea y luego lo baje porque de verdad era horrible jajajaja no me gusto para nada y yo se que tanto ustedes como yo merecemos algo mejor! :D!

Así que ha leer... probablemente nadie lea lo que acabo de decir >_<!!

“Era como si esa tarde la hubiera vivido a través de las gotas de lluvia de un vidrio, como si esa tarde se hubieran reunido todos los segundos, todos los minutos, todas las horas, todos los olores, todos los colores…”

 

Misha le dio un último vistazo e hizo una mueca —No creo que resulte. — dijo desilusionado.

Noah bajo la mirada e intentó mirar la ropa que traía puesta. Alzó un poco los brazos y notó que la chaqueta le quedaba un poco grande de mangas —No se va dar cuenta. — dijo con más optimismo —Ni siquiera me mira. —

—Si quieres arriesgarte… — se encogió de hombros.

Tomó las manos de Misha y las apretó —Es que quiero verlo. —

—Puedo llevarte a la casa a cambiarte. — volvió a mirarlo de arriba abajo —Se va dar cuenta que la ropa no te queda y a la única conclusión a la que va llegar es a que yo te la di. — le advirtió sereno.

—Tal vez sea hora que lo sepa. — le sonrió de lado —Además no quiero ir a mi casa. — un escalofrío lo recorrió —Ojalá no tuviera que volver nunca más. — un pequeño destello de terror lo embargo, pero no fue suficiente para que Misha lo abordara.

—Puedo acompañarte entonces. — miró por sobre el hombro de Noah hacia el hospital.

Noah negó de inmediato —No quiero causarle un infarto. — se acercó un poco más a Misha y lo abrazó por la cintura —Además, te sorprenderías de ver todos los utensilios con los que podría atacarte si te ve cerca de mí. Un hospital no es el mejor lugar para decírselo. — se puso de puntillas y le dio un beso.

—Que mejor lugar que un hospital. — bromeó —Si me ataca, Emma podrá salvarme sin necesidad de llamar a una ambulancia. — se burló —Estaré aquí esperándote. —

—No es necesario. Ve a casa y trata de dormir. Quiero estar con Teo y me voy a tardar. —

Misha apoyó todo el peso del cuerpo en una pierna y luego en la otra —De acuerdo. — tomó a Noah por el cuello de su chaqueta y lo volvió a besar —Recupera tu teléfono y llámame si me necesitas. —

Noah lo beso de vuelta y se alejó dándose vuelta en varias ocasiones para asegurarse que Misha siguiera ahí, que no era solo su imaginación. Pero pese a sus tremendas ganas por regresar junto a él, tenía demasiadas ansias por volver a ver los ojitos de su hermano.

En el ascensor se quedó viendo su reflejo en uno de los espejos. Se notaba que la ropa le quedaba más holgada que de costumbre y que era de buena calidad. Sabía que su mamá se hubiera dado cuenta en el mejor de sus días, pero ella está cambiando otra vez y estaba preocupada por Teo, así que solo podía esperar a que él se hubiera vuelto invisible otra vez para ella y no se diera cuenta de lo que llevaba puesto. Aun así, cuando se abrieron las puertas en el octavo piso, un temblor por todo su cuerpo lo puso tenso y nervioso.

A la primera persona que diviso fue a Callie. Estaba sonriente y en cuanto lo vio sonrió incluso más. Corrió hasta sus brazos y saltó sobre él rodeándolo por la cintura con sus piernas.

—Estaba tan preocupada por ti. — lo apretó por el cuello y le beso la mejilla.

Noah la abrazó de vuelta y le dio unas palmaditas en la espalda —Estoy bien. —

—No me vuelvas hacer eso nunca más en tu vida. — le susurró antes de poner los pies en el suelo otra vez —No quiero tener que volver a llamarlo. — le advirtió con una mirada furibunda.

—Lo siento, no volveré hacerlo. — le prometió y volvieron a sonreírse mutuamente.

Callie le hizo un gesto con la cabeza y luego apuntó en la dirección en la que estaba Teo —Preguntó por ti. — Noah le dio la espalda, pero Callie volvió agarrarlo del brazo —Ella encontró tu teléfono, así que si pregunta dile que Paul te encontró y que así nos comunicamos. —

Él asintió agradecido.

—Y dile también que él te presto esa ropa porque se va dar cuenta que no es tuya. — le hecho una mirada completa. Noah hizo lo mismo, bajo la cabeza y se echó un vistazo.

Siguió caminando. Quiso decirle que dudaba mucho que lo notara, pero prefirió reservarse aquel comentario. Ella no iba a entender realmente lo que estaba sucediendo entre él y Dafne en esos momentos. Ella no iba a ser capaz de creerle que ella estaba odiándolo otra vez, porque desde que ella los conoció, Dafne siempre se mostró como una madre ejemplar, muy distante de lo que fue en su infancia y muy alejada de lo que era ahora nuevamente.

Divisó la habitación en la que estaba su hermano. La puerta era de corredera y de vidrio. Dafne estaba cerca de él, pero además había un doctor que parecía hablar con ambos. Abrió la puerta con sumo cuidado, pero hizo el ruido suficiente como para que ambos de voltearan a verlo. Teo sonrió en cuanto lo reconoció.

— ¡Noah! — dijo eufórico removiéndose en la cama.

—Lo siento. — miró al doctor y luego a Dafne. Ella apartó la mirada hacia Teo en cuanto sintió los ojos de Noah sobre ella. Volvió a cerrar la puerta y se quedó junto a ella —Hola… — gesticuló con los labios hacia Teo, pero no emitió ningún sonido.

El doctor y Dafne estaban hablando otra vez. Noah no puso mayor atención hasta que el doctor hizo un ademán para irse. Cuando pasó junto a Noah le tocó el hombro para animarlo. Todo había salido bien después de todo. Abrió la puerta y espero afuera a Dafne.

—Iré a firmar unos papales para el seguro y todo ese asunto. — le informó a Noah sin mirarlo. Se detuvo unos escasos segundos junto a él para echarle un vistazo completo y luego salió cerrando la puerta tras ella.

Noah dio unas zancadas hasta su hermano y se sentó en una orilla de la cama — ¿Cómo estás? ¿Cómo te sientes? — le tocó su mejilla sana y le sonrió.

—Me duele un poco. — le contó —Pero el doctor dice que me iré pronto a casa. — lo miró emocionado.

—Me imagino que no tuviste ningún tipo de lesión. — dijo, y Teo se encogió de hombros.

—Dice que estoy bien. — volvió a sonreír —Pero no quiero volver más a la casa… — susurró después de echar un pequeño vistazo por sobre el hombro de Noah.

Noah reconoció un sentimiento en los ojos de su hermano, el miedo — ¿Por qué? — él sabía perfectamente por qué.

Teo se quedo callado. Simplemente se quedó viéndolo con mucha seriedad. Noah tuvo que apartar la vista. Odiaba cuando Teo hacia eso, parecía como si estuviera poseído porque apenas pestañeaba y entraba como en un pequeño transe del que nadie podía sacarlo.

— ¿Dónde quieres ir entonces? — ladeó la cabeza intentando traerlo de regreso.

Teo se quedo pensativo un rato y miró de reojo a su hermano y luego la ropa que traía puesta —Con Misha quizás… — soltó sin más.

Noah se dio vuelta asustado, pero su mamá no estaba por ahí. Volvió a girarse hacia Teo —No debemos hablar de él. Es nuestro pequeño secreto, ¿lo recuerdas? —

— ¿Él vendrá? —

—Me temo que no. Misha no puede venir a verte porque aún no he hablado con mamá. — le recordó y lo acarició. Los ojos se Teo se entristecieron —Pero en cuanto salgas de aquí lo iremos a visitar juntos, ¿vale? — Su hermano sonrió de lado y asintió más optimista, pero aun podía ver la angustia en sus ojos — ¿Qué pasa? ¿Te duele algo? —

Teo suspiró —No… — dijo en un susurro. Recorrió con su vista toda la habitación sin mover la cabeza.

Noah se arrimó un poco más a su hermano. No era natural aquella actitud en su hermano. No era primera vez que Teo tenía un accidente, pero si era primera vez que actuaba de esa forma. Noah estaba casi seguro que su hermano estaba asustado por algo, pero no sabía realmente si quería tener aquella conversación con él. Tal vez era demasiado pronto.

Los ojos de Teo se pusieron vidriosos y apretó con fuerza la mano más cercana que encontró de su hermano —No quiero volver más a casa… — dijo con aire desesperado.

—Teo… — ladeó un poco la cabeza y su mirada se ablandó. Detuvo la primera lágrima que rodó por la mejilla de su hermano con la mano que tenía libre — ¿Por qué no quieres volver a casa? —

Sentía que tenía su corazón en las manos. Latía con fuerza mientras esperaba a que su hermano respondiera. Él no había visto el accidente de su hermano. No vio cuando este se cayó, pero si pudo sentir la estrepitosa caída que había tenido. Cuando llegó a la puerta de la casa, lo primero que vio fue a su hermano tirado en la vereda en un charco de sangre, pero también pudo ver a un auto alejarse mientras corría hasta Teo, además de escuchar las llantas acelerando en el asfalto después del sonido de la caída.

Tenía miedo de escuchar que alguien se hubiera atrevido hacerle algo así a su hermano. No sabía porque sentía aquel miedo, pero algo en su interior le decía que estaba bien sentirlo, que era sensato.

—Los hombres malos van a volver. — susurró asustado —No quiero que vuelvan… — dijo sin aire.

Noah meneó la cabeza —No, no… — le dio unas palmaditas en la mano —No van a volver. —

Teo entornó la vista hacia su hermano — ¿Lo prometes? — se sorbió la nariz y la inocencia volvió a su mirada.

—Lo prometo. Nadie nunca volverá a ponerte una mano encima. — le sonrió —Y dejemos que mamá crea que solo fue una caída, ¿sí? — le pidió —Le contaremos a Damián lo que paso y dejaremos que él lo solucione. —

—Está bien. — suspiró más aliviado.

Si había algo que Noah agradecía de su hermano es que era obediente y confiaba en él sin cuestionamientos.

— ¿Quieres descansar un rato? — preguntó cuando lo vio con los ojos un poco pesados. Desde que Callie lo había llamado habían pasado un par de horas, así que Teo tenía que estar despierto hace un par de horas y con toda la euforia era probable que fuera demasiado para él después de un golpe tan fuerte.

Teo solo asintió y comenzó acomodarse en la cama. Noah se levantó de ella y lo ayudó a arroparse, le acomodo un poco las almohadas y bajo la cama para que pudiera recostarse. Lo acarició una última vez y le dio un beso en la mejilla.

—Estaré afuera, pequeño. — le susurró al oído, pero Teo ya dormía.

 

Noah despertó en el sillón junto a la cama de Teo. Éste estaba sentado en su cama con una bandeja de comida en su regazo. Lo miró en cuanto vio que se movió, pero no dejó de comer su gelatina. Noah se desperezó un poco y miró a su alrededor. Solo estaban ellos dos. Callie se había ido la noche anterior y no sabía dónde estaba Dafne.

— ¿Está rico? — le sonrió.

Teo asintió sin dejar de comer. Noah lo observó mejor después de restregarse los ojos. Ya tenía unas cuantas vendas menos en la cabeza y su cara lucía menos hinchada, aunque aun estaba bastante amoratada.

— ¿Y mamá? —

—En el trabajo. — le dijo Teo cuando acabo la gelatina y comenzó con unas galletas con quesillo que habían en la bandeja —Dijo algo de una licencia. — se encogió de hombros —Y que tú cuidarías de mí. —

Noah asintió — ¿Te cambiaron las vendas? — apuntó a su cabeza. Teo se llevó una mano a la cabeza como acto reflejo.

—Sí. Estabas durmiendo y mamá no quiso despertarte. — le explicó sosegado. Apuntó hacia una mesita que había junto a él. Noah lo siguió con la mirada y vio su teléfono —Mamá te lo dejo. —

Noah tuvo un recuerdo fugaz de las palabras de Misha de la noche anterior. Su corazón se agitó de un golpe y se apuró a tomarlo. No se acordó de llamarlo ni de enviarle ningún mensaje de texto. Lo reviso un poco asustado de que él lo hubiera hecho, pero no tenía el número registrado con el nombre de Misha, así que Dafne no hubiera podido reconocerlo de haber visto la llamada a menos que contestara… lo cual había hecho justamente. Tenía unas cuantas llamadas perdidas del número y la última estaba marcada como una llamada recibida.

Deseo creer que Misha le había cortado apenas hubiera notado que había algo extraño y que no era él quien tenía el celular, pero lo más lógico era pensar que si habían hablado. Misha tenía muchas ganas de que Dafne lo supiera porque veía el sufrimiento constante de Noah por estar guardando aquel secreto, y Noah sabía que ante tal oportunidad, él la iba aprovechar para acabar con aquella tortura.

—Creo que estoy en problemas. — musitó. Se apartó del teléfono y lo guardó en su bolsillo.

Teo ya había terminado de comer y alejó la bandeja hacia un lado. Se acomodó en la cama y se recostó otra vez, mirando a su hermano atentamente — ¿Por qué? — se interesó.

Noah suspiró —Creo que mamá sabe nuestro secreto. — le confesó.

La noticia impresionó a Teo. Abrió un poco los ojos y la boca, la cual se tapo con ambas manos —Se va a enfadar mucho con los dos. — se estremeció de solo pensarlo —Y con Misha… —

Sopesó por un momento las posibilidades —Contigo no, porque no sabe que tú lo sabes. — lo calmó —Yo no se lo voy a decir. — le sonrió.

—Pero de todas formas tenía que saberlo algún día. — le recordó Teo. Noah lo miró solamente. A veces le sorprendía las cosas que su hermano le decía, como si fuera un adulta, o simplemente un niño normal.

—Lo sé, pero no es un buen momento. — imaginó el rostro ofuscado de Dafne. Lo que menos quería era darle más motivos para que lo odiara, ¿pero que podía hacer?

 

Misha no le contestó el teléfono para confirmar sus peores sospechas, así que se pasó casi todo el día en el hospital con la certeza de que se venían momentos difíciles para cuando Dafne regresara al hospital. Estuvo con su hermano casi todo el día, solo lo dejo para salir a comer algo, y cuando éste se durmió un rato por la tarde. A pesar del accidente Teo seguía siendo una bomba de energía y estar en cama solo lo volvía más hiperactivo aun. Callie se había ofrecido para ir otra vez, pero ya había pasado más tiempo en ese hospital que el mismo Noah, así que no quería seguir abusando de su amistad y la liberó de tener que acompañarlo.

Noah contempló el atardecer por uno de los ventanales de la sala de espera. A Teo lo sedaron cuando hicieron la última ronda del día. Había pasado un buen día, pero había estado demasiado inquieto y necesitaba descansar, así que decidieron ponerlo a descansar. Dafne no alcanzó a llegar antes de que Teo se durmiera. Llegó cuando Noah veía irse el último rayo de luz del horizonte. Él la pudo ver en el reflejo.

— ¿Y tu hermano? — preguntó con voz neutra.

—Está durmiendo. No va despertar hasta mañana. — se dio la vuelta para verla de frente — ¿Cómo te fue? — intentó sonar igual que siempre, pero la mirada de Dafne ya había terminado de cambiar por completo.

—Conseguí una licencia por un par de días más. — agitó un papel en su mano —Así que podre estar con tu hermano hasta que le den el alta. —

— ¿Pasará la navidad en casa? —

Ella se encogió de hombros —Esperemos que sí. — dijo. Miró a su hijo como si esperase que dijera algo más, pero Noah no sabía realmente como abordar el tema y mucho menos sabía que era realmente lo que ella sabía — ¿De dónde sacaste esa ropa, Noah? — preguntó con decepción por ser ella la que tuviera que hablar finalmente.

—De Paul. — dijo tal cual como Callie le había instruido, pero notó de inmediato que no le había creído —Callie no podía encontrarme porque deje el celular acá y le pidió a Paul que me buscara. — intentó de nuevo.

Dafne acortó el espacio que los separaba y frunció el ceño —No recuerdo haberte educado de esta manera, Noah. — su voz era dura —Yo no crié un mentiroso. — le reprochó.

—Es verdad mamá… — bajó la mirada.

—Ni siquiera me puedes mirar a la cara mientras me mientes. — dijo ella —Tal vez tú no recuerdas después del accidente, pero yo no he olvidado nada. — negó mientras lo decía —Y yo recuerdo perfectamente a quien le pertenece esa chaqueta y no es a Paul. — alzó un poco la voz — ¿Desde cuándo lo estás viendo? ¿Por qué me mientes? ¿Él te enseñó ese tipo cosas? — no le daba tregua con tantas preguntas. Cada vez parecía más fuera de sí —Me has mentido todo este tiempo. — le tomó la chaqueta y le dio un pequeño tirón —Ya no sé ni quién eres… — dijo colérica.

—Mamá… yo… — estaba en blanco. Nunca supuso que ella le fuera a decir todo ese tipo de cosas por el simple hecho de haber mantenido a Misha en secreto. Ella lo conocía, ella lo aceptó una vez, ¿por qué ahora reaccionaba así ante su nombre?

Dafne no lo dejó seguir hablando. Lo cayó con una bofetada en la mejilla —No me gusta la gente mentirosa, Noah. — recriminó —Y tampoco me gusta la gente que no es capaz de cuidar de su familia. —

Noah alzó la vista y la enfrentó —Fue un accidente, yo no tuve la culpa. — se justificó.

Ella sonrió de lado. Era una sonrisa llena de ironía y sarcasmo —No tuviste la culpa… — repitió —Igual como no tuviste la culpa de que tu papá muriera. — dijo, pero Noah no fue capaz de reaccionar —No fue tu culpa que él decidiera meterse al agua para salvarte y tampoco fue tu culpa que tu hermano tuviera que crecer sin conocer a su papá. Nunca es tu culpa. — soltó la mujer llena de rabia contenida por mucho tiempo.

Cuando se cayó y contempló a Noah esperando que dijera algo, él se dio media vuelta sobre sus pies y se dirigió a la salida. Sus ojos brillaban, pero no permitió que ella lo viera en ese estado. Se limpio con rabia unas lágrimas que se escaparon y recorrieron sus mejillas. Llegó hasta el ascensor y se aseguró que ella no lo estuviera siguiendo, pero no lo hizo y se sintió tonto al creer que ella pudiera haber intentado seguirlo. Después de lo que le dijo ni siquiera estaba seguro que lo hubiera querido alguna vez.

Se subió al elevador solo. Apretó al primer piso y los recuerdos lo embargaron. Su horrible infancia volvía a repetirse y solo podía pensar en que Dafne había conservado todo ese rencor durante toda su vida y aunque había cambiado, en realidad nunca había dejado de culparlo por lo que había pasado. Lo odiaba, lo odiaba mucho, siempre lo había hecho y siempre lo iba hacer. No importaba lo que hiciera, ella ya no lo amaba más.

 

Empujó la puerta ya sin fuerza. Estaba absorto en sus pensamientos y no sabía cómo había llegado ahí; sus pies habían caminado por si solos. Las luces del lobby le obligaron a entrecerrar un poco sus ojos que se habían acostumbrado a la oscuridad de la noche. Levantó un poco la cabeza buscando la razón que lo había llevado hasta allá.

Alfred dejó de lado una revista en cuanto vio a Noah cruzar la puerta. Sonrió al reconocerlo, pero en cuanto vio su rostro, su propia sonrisa se fue desvaneciendo — ¿Estás bien Noah? — se levantó del mesón preocupado.

— ¿Está Misha? — preguntó con voz sombría.

—Sí, creo que sí. — le apuntó hacia el pasillo.

Noah miró hacia el pasillo — ¿Puedo pasar? —

Alfred asintió. Si no hubiera traído esa cara tan demacrada incluso se hubiera reído por haber hecho semejante pregunta —Claro, nunca has tenido que anunciarte. — le explicó —Siempre has sido bienvenido aquí. — sonrió para intentar animarlo.

—Gracias… — balbuceó y se dirigió disperso por el pasillo hasta el ascensor.

Se sintió observado mientras subía, pero Alfred no dijo nada y él tampoco. Sintió un ligero alivio cuando llegó al último piso. Dio unas zancadas y se paró frente a la puerta de Misha. Levantó el brazo, pero no dio el golpe. Nunca había ido sin avisarle. Alfred dijo que siempre era bienvenido y que Misha estaba ahí, ¿pero y si por alguna razón no quería verlo? Sintió un temor que lo embargo. Conocía aquel sentimiento desde hace muchos años. Era el sentimiento de rechazo. Su viejo amigo estaba de vuelta.

Se quedó viendo la puerta un poco más. Recordaba las palabras de la noche anterior con Misha. Él era diferente, él si lo quería. Ya nunca más iba a estar solo. No importaba cuando lo despreciara Dafne, siempre tendría a Misha de su lado. Aun así, pensara lo que pensara, aquel sentimiento de soledad no se despegaba de él. Se sentía como una pequeña mancha en medio de su alma que no se quitaba y le escocía cada vez más.

Dio un pequeño golpe después de todo. No tenía ningún otro lado a donde ir de todas formas. Tenía amigos, tenía a Callie, pero nadie lo iba a entender y no deseaba que alguien le diera unas palmaditas en la espalda y le dijera que todo iba a estar bien cuando en realidad nada lo iba a estar. Sabía que la única persona que no iba hacer tal cosa era Misha, porque él había tenido una vida difícil y no iba a sentir pena por él simplemente porque su mamá lo odiaba. Misha tal vez hubiera deseado tener una mamá que lo odiara.

Esperó un momento y sintió unos pasos que bajaban la escalera del departamento. Misha abrió la puerta de un tirón. Su cabello estaba enmarañado y por su cara se notaba que acababa de despertar.

—Lo siento, ¿te desperté? — Noah lo miró arrepentido por no haber llamado, aunque de haberlo hecho también lo habría despertado.

Misha lo miró y lo alcanzó levantando su rostro del mentón — ¿Qué te paso? — preguntó con voz grave. No acostumbraba a hablarle a Noah en ese tono, pero la preocupación lo embargo inmediatamente.

Noah se soltó del agarre y evitó su mirada —Dafne se enteró de ti. — musitó.

— ¿Ella te pego? — volvió a examinar su mejilla que estaba notablemente colorada, aunque no lo suficiente como para que fuera un golpe de alguien como Dylan, así que volvió a tranquilizarse.

Él afirmó con su cabeza — ¿Puedo pasar? —

Misha le abrió el paso y lo dejo entrar. Cerró la puerta y paso junto a Noah para ir hasta la cocina — ¿Tan mal resulto que se enterara? — lo miró de reojo mientras rebuscaba en el congelador algo para ponerle en la cara —Si me hubieras dejado estar contigo, ella no te habría puesto una mano encima. — le advirtió sacando unos hielos y envolviéndolos en un paño de la cocina.

—Ya estaba enfadada de antes conmigo. — se encogió de hombros —Me culpa por lo de Teo y solo necesitaba otro motivo más para gritarme. —

—Te llame anoche y ella contestó, pero corté antes que pudiera escucharme. — volvió junto a Noah y lo obligó a sentarse en el sofá del living. Él se sentó en una silla frente a él y le puso el hielo en la cara —No creí que fuera a reconocerme. —

Noah hizo una mueca cuando sintió el frío en su cara. Un dolor lo recorrió junto con un escalofríos —Fue la ropa. — le reveló —Reconoció la chaqueta. —

—Te lo dije. — suspiró. Noah solo lo miró con un ojo cerrado —Se te va poner un cardenal horrible en la mejilla y en el ojo. — removió un poco el paño para revisar la cara.

—Solo fue una cachetada. — murmuró adolorido.

Misha sonrió de lado —Pero probablemente tenía un anillo puesto, porque tienes una marca horrible en el pómulo. —

— ¿Puedo quedarme aquí esta noche? — pensó en la idea de tener que volver al hospital o a la casa y simplemente no era capaz de concebir aquella realidad.

—Claro, pero mañana te dejare solo temprano. — le contó.

— ¿Por qué? Es sábado. — se interesó y le quitó el paño para sujetarlo él mismo.

Misha le dio un vistazo a un pequeño bolso que había junto al sillón —Tengo que viajar con mi jefe a Santorini. — le explicó.

— ¿No estarás en todo el fin de semana? — hizo un mohín.

—Lo siento. — le hizo una mueca con los labios.

Tampoco sentía mayores deseos de ir, pero la verdad es que ese viaje podía abrirle puertas que él ni siquiera podía considerar abrir hasta en un par de años. Necesitaba ir y lucirse. Además, Dylan iba con él así que no había ninguna posibilidad de que Noah o su hermano estuvieran en algún tipo de peligro. Aunque por supuesto, no iba a perder la oportunidad de hacerle pagar por lo que le había hecho a Teo.

—Ojalá no tuvieras que irte… — anheló.

—Puedes quedarte aquí. — le ofreció —Tal vez no esté yo, pero este sigue siendo tu hogar. — le tomó la mano que tenía desocupada —No tienes que volver a verla por unos días si no quieres. —

Sus palabras eran terriblemente tentadoras para Noah, pero ¿Qué podía hacer realmente ante Dafne? Seguía siendo su madre, seguía siendo la madre de Teo y ni siquiera él tenía la edad suficiente para valerse por sí mismo. Aun no tenía dieciocho años así que no podía largarse de su casa, e incluso así no estaba seguro de poder hacerlo. ¿Cómo iba a dejar solo a su hermano?

—Es mi mamá, es inevitable. — le recordó.

Y además, ella sabía lo de ellos dos. Misha era mayor de edad y él no lo era así que si ella quisiera incluso podría asegurarse que Misha estuviera en la cárcel en esos mismos momentos. Si no lo había hecho era porque probablemente aun quedaba en ella un poco de cariño hacia él y no tenía contemplado arruinarle la vida.

—Lo sé, pero tal vez necesita tiempo para calmarse, para que los dos se calmen un poco. —

Noah negó —Si no estoy en el hospital con ella y con Teo o no estoy con Callie es porque estoy aquí contigo y ella lo sabe. — detalló —Y no creo que eso la haga feliz o la calme. —

—Ya se le va pasar. — le restó importancia —Y además, si ella está enojada contigo porque no le contaste, ella tampoco te hablo de mí. —  

Lo sabía. Lo había pensado de camino hasta allá. Pensó en todas las cosas que probablemente ella le había tenido que ocultar todo este tiempo para mantener a Misha alejado de él, pero no quería caer en ese juego, no deseaba culparla, ni recriminarla por todo lo que ella no había hecho. Sabía que esa batalla era agotadora y no tendría a ningún ganador.

— ¿Ella te odio cuando te conoció? — preguntó un poco intrigado y desesperado por entender aquel odio tan profundo hacia Misha que parecía tener ella.

Misha pareció meditarlo un momento —No, la verdad es que fue muy amable la primera vez que fui a tu casa. — contestó pensativo —Recuerdo que aun estaba asimilando el hecho que le contaras que eras gay. — sonrió al recordarlo.

—Creo que decirle que era gay y que además tenía un novio súper sexy y mayor que yo no era buena idea. — dijo con una sonrisa dibujada en los labios al fin. De haber tenido que tomar aquella decisión en ese momento era probable que no le hubiera contado nada a su mamá. Aquello le sorprendió, el ver como las cosas habían cambiado hasta ese extremo después de tanta confianza que habían logrado entablar entre los dos.

—No se lo tomó tan mal como crees. Tal vez ya lo sospechaba. —

Noah suspiró —Y aún así me dejo creer que no se lo había dicho. Me hizo volver a sentirme como un bicho raro. Me obligó a fingir todo este tiempo. — un calor lo recorrió por todo el cuerpo al decirlo y pensó en lo que recién había concluido, reprocharle y sacarle en cara esas cosas no iba a ayudarle a ninguno de los dos, pero aún así dejo que aquella idea siguiera creciendo en él.

Misha se sonrió —Debió ser gracioso para ella verte hablando de mujeres. — soltó una carcajada.

—No es gracioso. — intentó mantenerse serio, pero la sonrisa de Noah le hizo partirse de la risa a él también.

Cuando Misha se calmó, lo volvió a mirar con serenidad —Tienes que tenerle un poco de paciencia, Noah. — le pidió —Tal vez no la conozco hace tanto tiempo, pero te conozco a ti y supongo que ustedes dos se parecen mucho. — agregó —Solo necesita tiempo para asimilar todo lo que está viviendo. —

—Tal vez… — bajó la mirada y se quitó el hielo que comenzaba a derretirse. Sentía todo ese lado dormido por el frío —Yo también quiero creer que soy simplemente yo el que se esta haciendo ideas equivocadas. —

Misha se acercó y chocó su frente con la de él —Y si no lo estas, no importa. — se encogió de hombros —Me tienes a mí y tienes a tu hermano. — le dio un beso en la mejilla helada.

—Y a Callie. — le sonrió.

—Si… claro y a ella. — puso los ojos en blanco. Se levantó de la silla — ¿Tienes hambre? Puedo pedir algo para comer. —

Noah se llevó la mano al estomago. No había comido nada desde el almuerzo —Creo que sí. — sus tripas rugieron al pensar en comida.

—Elige lo que quieras en la puerta del refrigerador. — le indico hacia la cocina.

No entendió bien a lo que se refería hasta que estuvo frente a la puerta. Estaba lleno de números de teléfono de comida a domicilio. Los recorrió todos buscando lo que su estomago le dijera que quería. Había desde pizza, emparedados, sushi, comida italiana, china, japonesa, india, tailandesa y todas las que pudiera haber imaginado.

— ¿No sabes cocinar o eres muy perezoso? — le echó una mirada con una sonrisa juguetona.

Misha soltó una carcajada irónica —Fue contigo con quien comencé a comprar comida para llevar. —

— ¿Todos estos los tienes por mí? — preguntó interesado —No recuerdo haber probado todas estas comidas. —

—Si pides algo de ahí tal vez tu estomago lo recuerde. — se burló.

Noah sacó uno de los imanes —Una pizza estaría bien. — le lanzó el número por sobre el desayunador.

—Pizza será… —

 

Callie corrió hasta su pieza. Su teléfono estaba sonando mientras se cargaba y su abuela la tenía ocupada en la cocina junto a ella. A ella nunca le han gustado la tecnología así que Callie tiene que usarla lo menos posible frente a ella antes que decida quitarle su teléfono; después de todo, sus papás ya no se han vuelto a comunicar con ella así que no hay motivo para tener uno.

No se fijó en quien llamaba. No quería que le colgaran así que atendió sin mirar — ¿Hola? —

—Callie. — la voz de Dafne la hizo ponerse tensa otra vez. Noah había vuelto a desaparecer.

—Hola, ¿Cómo está? ¿Cómo está Teo? — intentó sonar casual.

Sintió a Dafne carraspear al otro lado —Estamos bien. Teo está dormido. — le contó.

—Me imagino que tuvo un día alborotado. — dijo con alegría.

—Supongo que Noah puede decírtelo, ¿está contigo, verdad? — preguntó con curiosidad. Su voz era tersa e incluso Callie podía reconocer preocupación en su voz.

Si no estaba con ella en el hospital y tampoco estaba ahí con ella, la única posibilidad era que estuviera con Misha, a menos que se hubiera vuelto a perder por ahí —Sí, está conmigo. — mintió. Se levantó de la cama y se asomó por la ventana. Esperaba de todo corazón que estuviera con Misha y no allá afuera. Hacía demasiado frío como para estar perdido en medio de la ciudad.

— ¿Puedo hablar con él? No me contesta el teléfono. — preguntó con inocencia.

Callie miró en todas direcciones en busca de una solución —Ehhhh… — balbuceó —Está en el baño. — soltó sin más —Le diré que la llame en cuanto salga, ¿vale? —

—Está bien. — aceptó —Pero no cuelgues, puedo esperar. —

Se paseó nerviosa por la pieza buscando una solución —Puede tardar… — admitió nerviosa —No le cayó bien la cena de mi abuela. — frunció el ceño molesta por las tonteras que estaba diciendo y miró al cielo buscando algo de claridad.

Dafne resopló al otro lado de la línea —Llámalo y dile que me llame. Probablemente a ti si te conteste. — le colgó.

La descubrió. Cerró los ojos y los apretó. Se quedó con el teléfono pegado a la oreja. Acababa de meter en problemas a Noah y no tenía la más mínima idea de cómo se lo iba a explicar.

 

Hacía mucho tiempo que no comía de esa manera. Sentía que iba a explotar en cualquier momento. Se dejó caer sobre el sofá y miró a Misha que estaba sentado en un sitial con una cerveza en la mano y la mirada perdida entre un librero y otro sitial.

—Estaba delicioso. — le habló para llamar su atención. Misha le sonrió y asintió sin despegar la vista — ¿Qué pasa? ¡te vuelves callado después de comer mucho? —

Misha le devolvió la mirada y tomó un sorbo de la botella —Me gusta tenerte aquí en casa. — admitió.

— ¿Eso estabas pensando? — le sonrió y se removió en el sofá.

—Pienso en muchas cosas. — se encogió de hombros —Pero principalmente en ti. —

Noah se sonrojo —Tan serio que eres y siempre te las arreglas para decir esas cursilerías. —

—Y tú siempre arruinándolas. — bromeó.

—Lo siento, digo esas cosas cuando me pongo nervioso. — bajo la cabeza.

Misha se levantó con excesiva calma y se sentó a su lado con un brazo apoyado en el respaldo — ¿Estás nervioso? — lo miró juguetonamente.

—Tal vez… — admitió mordiéndose el labio.

— ¿Por qué? — se terminó la cerveza y dejo la botella en una mesita de centro donde estaban los restos de la pizza.

Noah miró a su alrededor antes de contestar —Es que estamos aquí… tú y yo… — intentaba explicarle. Misha no decía ni hacia nada para sacarlo de aquella apretada pregunta —En tu departamento. —

Misha volvió a sonreírle y se acercó un poco más a él. Noah se quedó como estatua — ¿Y por qué te pone nervioso eso? — le susurró.

—La otra vez dijiste que me harías… cosas… si estuviéramos aquí. — dijo nervioso —Y ahora estamos aquí. —

—Cosas… — repitió y asintió —Es bastante disperso tu concepto de lo que quisiera hacerte en este preciso momento. —

Noah se estremeció cuando sintió el aliento de Misha tan cerca de él. Aun había rastros de su perfume y este se mezclaba con el olor de la cerveza —No pensé en eso cuando vine hasta aquí. — admitió.

Misha se echó para atrás y suspiró —No voy a obligarte hacer nada. — dijo un poco desilusionado —Aunque debo admitir que antes eras más temerario. —

Noah acortó la distancia esta vez y tomó el rostro de Misha entre sus manos para besarlo —Aun lo soy. — le susurró contra sus labios. Misha lo atrapó entre sus brazos y lo apretó contra él —Es solo que para mí esta es la primera vez que estoy aquí en tu departamento y para ti no lo es. — le explicó cuando tomó una bocanada de aire —Eso se me hace algo raro. —

— ¿Estás nervioso por que sientes que será tu primera vez? — arqueó una ceja divertido. Aun lo tenía agarrado y no lo dejo alejarse.

—Claro. — dijo como si fuera obvio —Igual como nuestra segunda primera cita. Todo esto es nuevo para mí. Tú eres nuevo para mí. —

La mirada de Misha se apagó un poco —No sé si eso es bueno o malo. —

Noah volvió a besarlo —Se que para los dos es difícil, porque así como yo no puedo recordar nuestra primera vez, tú tienes que cargar con todos esos recuerdos mientras yo te miro como si fueras un completo desconocido. — lo miró y rozó su nariz —Pero no vamos a dejar que eso evite que tengamos una buena noche, ¿o sí? —

Misha se irguió y lo atrapo entre sus brazos. Noah se agarró a su cuello y cruzo sus piernas alrededor de su cintura para seguir besándolo —No te creo nada eso de que no habías pensando en esto. — bromeó y Noah solo sonrió antes de seguir besándolo. Caminó con él entre sus brazos y subió las escaleras hasta la pieza. Lo puso en la cama y se apoyó  en esta para quedarse sobre él —Esta vez no te va salvar nada. — susurró.

—Espero que no. — se estremeció al sentir las manos de Misha debajo de su camiseta —Espero que no. — repitió.

Misha acarició el cuello de Noah con la punta de su nariz e hizo un camino con sus besos y con su lengua. Noah se estremecía y se retorcía bajo el cuerpo de Misha, pero entre más lo hacía, más lo necesitaba pegado a su cuerpo. Noah lo tomó por las mejillas y lo besó. Nunca lo había besado de esa forma antes, o al menos no que pudiera recordar. Mordisqueó a destajo los labios de Misha, y dejaba que él metiera su lengua y jugueteara con la suya. Estaba completamente extasiado. Se sentía en toda la gloria.

Recorrió el cuerpo de Noah con sus manos y se detuvo en sus muslos para volver a su camiseta. Le dio unos tirones y se la quitó sin mayores problemas. Lo miró y sonrió alucinado. Noah se encorvó cuando sintió la lengua de Misha recorrer su torso. Sentía sus besos, sus caricias y eso no hacía más que despertar su cuerpo. Sentía un calor recorrerlo y todo terminaba dolorosamente en su entrepierna.

—Misha… — susurró cuando éste mordisqueó sus tetillas y se arqueó aún más. Los dedos de sus pies estaban agarrotados y no paraba de gemir con el contacto de su cuerpo. No podía creer lo que se había estado perdiendo durante un año. Tal vez su mente no era capaz de recordar a Misha y mucho menos las veces que habían estado juntos, pero su cuerpo si lo recordaba a la perfección. Su piel se erizaba mientras él seguía jugando con su torso.

Misha se levantó un momento y Noah aprovechó de tirar de su camiseta para que se la quitara. Ambos se quedaron desnudos muy pronto. Cuando Misha le quitó su pantalón y lo arrojó lejos de la cama sintió el frío recorrerlo, pero en cuanto Misha se apoyó sin los suyos contra él pudo sentir el calor de su cuerpo y volvió a estremecerse de placer al sentir lo que había en la entrepierna de Misha. Éste volvió a deslizarse contra su cuerpo y regreso junto a los labios de Noah, lo contempló un segundo antes de volver a besarlo. En algún momento creyó, e incluso se resignó a que nunca más iba a volver a tener a Noah así otra vez, tan cerca de él. Pensó que los recuerdos eran lo único que le quedaba, pero no, lo tenía ahí de nuevo frente a él completamente desnudo. No podía evitar mirarlo, y había tantos detalles que su memoria ya había olvidado. Sus mejillas estaban sonrojadas y jadeaba. Podía ver su pecho elevarse mientras buscaba más y más placer. En su cabeza Noah no se movía de la forma en que ahora lo hacía, su voz no sonaba igual, y sin lugar a dudas, su mente no era capaz de replicar aquel aroma que Noah siempre traía con él.

Noah se sacudió levemente cuando sintió las manos de Misha sujetar sus muslos con tal fuerza. Sus manos parecían reconocer cada centímetro de su cuerpo. Quería poder sentir lo mismo. Deseada, desesperadamente, recordar todo lo que su cabeza se negaba a devolverle. Podía sentir como su cuerpo iba despertando con el contacto de Misha, mas su cabeza estaba vacía. Sin embargo, su cabeza comenzaba a llenarse de nuevos recuerdos, de nuevos placeres y aunque jamás volviera a recordar su primera vez con Misha, podría continuar disfrutándolo desde ahora. No necesitaba recordarlo si lo tenía justo arriba de él, acariciándolo y besándolo como nunca antes lo habían hecho.

Lo volvió a envolver con sus piernas por la cintura y lo obligó a recostarse en la cama. Él solo le sonrió y lo hizo sin quejas —No eres el único que merece disfrutar. — le susurró en la oreja antes de chupar su lóbulo haciéndolo soltar unos gemidos. Misha seguía recorriéndolo con sus manos mientras el besaba su cuello hasta llegar a su torso. Su cuerpo estaba mucho más trabajado que el suyo. Tenía sus músculos perfectos por todas partes y sus pectorales le hacían querer acurrucarse en ellos y no levantarse nunca más en su vida — ¿Te he dicho lo mucho que me encantas? — le susurró levantando la vista hasta la suya.

—Todo el tiempo. — admitió avergonzado.

Misha se impacientó y lo atrajo de nuevo contra él para besarlo. Sus lenguas se toparon otra vez hasta que lo volvió a dejarlo contra la cama. Noah se tensó de inmediato cuando supo que era lo que venía. Misha lo volvió a besar para calmarlo. Este último beso no estaba simplemente cargado de deseo. Sus lenguas apenas se movieron y Noah apoyó la cabeza en la cama en cuanto se separaron. Sentía el calor que emanaba del cuerpo de Misha por todas partes. Su piel desnuda pegada a la de él. Noah simplemente se entregó a las caricias de éste.

Se estremeció cuando sintió que Misha abría sus piernas, pero éste lo miró con dulzura para que estuviera tranquilo. Noah respiró profundamente, pero no alcanzó a soltar el aire cuando sintió a Misha en su interior. Se volvió a encorvar y los dedos de sus pies se volvieron a doblar de dolor. Sintió una punzada en todo su trasero y forcejeo de forma instintiva contra el pecho de Misha para que se quitara. Probablemente había pasado demasiado tiempo y no había duda que su cuerpo no recordaba eso con placer.

Misha le quitó las manos de su pecho y las puso en la cama sobre su cabeza entrelazando las suyas con las de él —Tranquilo. — dijo jadeante.

Noah no pudo decir nada. El dolor era demasiado grande y solo intentaba no moverse para no hacerlo más profundo. Misha estaba quieto sobre él, esperando que Noah se relajara para poder continuar. Buscó los labios de éste y lo beso con cariño para que dejara de pensar en aquel dolor y se enfilara solo en el placer. Cuando sintió que Noah comenzaba a relajar su cuerpo y le dejaba entrar por completo, le dio la primera arremetida. Noah se soltó del agarre de sus manos para abrazarlo por la espalda. Le enterró sus dedos cuando sintió la presión en su trasero.

El dolor pronto comenzó a volverse placer. Misha comenzó a hacerlo más rápido y su cuerpo se acostumbró al ritmo. Sus respiraciones agitadas se encontraban con frecuencia cuando Misha se acercaba para besarlo y quitarle todo el aire de sus jadeos.

Noah no supo exactamente cuánto tiempo estuvieron así, pero quería que eso no acabara nunca más. Sentía que estaba a punto de explotar y sabía que Misha estaba igual que él. Sus embestidas se volvieron más irregulares, pero los gemidos continuaban igual. Noah no creía en la vida después de la muerte, pero esperaba que si existía el paraíso fuera algo similar a lo que estaba experimentando.

— ¿Estás listo? — la voz ronca de Misha le hizo reaccionar por última vez. Él solo asintió y dejo que todo terminara.

No tenía idea si alguna vez iba a poder recordar a Misha y tampoco sabía lo que iba a pasar mañana o pasado, pero por primera vez en su vida sintió que estaba en el lugar adecuado, que estaba justamente donde quería estar, y ya no se sintió perdido. Al fin comenzaba a sentir que su vida tenía sentido y no le importó temer porque ese sentido tuviera nombre y apellido. Ya llegaría la mañana para preocuparse por todas las consecuencias, pero ahora simplemente quería disfrutar de sus decisiones.

No supo mucho más después de eso. Simplemente recuerda su cuerpo agitado sobre el torso de Misha y todo se volvió borroso. No pudo soportar más y simplemente se durmió en sus brazos.

Notas finales:

 

bye bye!


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