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Almas en Silencio por Amii

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Notas del capitulo:

Dedicado a Rosegray

PD: Es la primera parte, pero la segunda no saldrá inmediatamente para no olvidarnos tanto de los protagonistas ;)!

“A veces piensas en que quieres desaparecer, pero todo lo que realmente quieres es que te encuentren…”

 

Un calor recorrió todo su cuerpo. Era una sensación extraña y alejada del placer. Miró a su alrededor buscando una explicación para aquel extraño sentimiento, pero no había nada. Estaba solo. Sintió una opresión en el pecho y en la garganta cuando sintió aquella soledad envolverlo. Era consciente que era un sueño, pero aún así estaba asustado porque era de aquellos sueños en los que aunque tratas de correr de tus mayores temores, estos siempre logran alcanzarte y destruirte.

Tenía la vaga sensación de conocer aquel lugar en el que se encontraba. No era Atenas, y tampoco era alguna ciudad de Italia, donde estuvo antes de conocer a Misha. Era un lugar en el que había estado mucho antes. Caminó por una de las calles de una ciudad que parecía abandonada y destruida por los años. La naturaleza había reclamado lo que siempre había sido suyo y rodeaba las calles y las casas con una vasta vegetación. Los pavimentos estaban destruidos productos de las raíces de los árboles y podía sentir en el aire una sensación de amargura y nostalgia extrema. Hacía mucho que nadie andaba por esas calles.

Camino un poco más y cuando estaba por llegar a un esquina, un niño de uno doce años se cruzó en su camino. El niño corrió por la otra calle y pasó frente justo a él. Corría a toda prisa, pero aún así pudo ver la sonrisa que había en su rostro. Su cabello y el color de sus ojos podía reconocerlos a la distancia, eran igual a los suyos. Cabello oscuro y ojos azules, tan profundos como el mismo océano. Por un momento creyó haberse visto de pequeño. En alguna parte de su ser sabía que conocía ese lugar, pero era probable que había trabajado demasiado duro estos últimos años por olvidar aquel lugar. No sabía porque estaba ahí, pero siguió al niño. Quería saber el motivo de aquella sonrisa.

Pudo verlo correr hasta una casa antes de que doblara y se le perdiera de vista. Caminó con paso tranquilo hasta que divisó una casa que estaba especialmente destruida. Le llamó la atención. Sus colores, su forma, su jardín. Todo parecía estar tratando de decirle algo, pero su mente estaba bloqueada. Cerró los ojos con frustración, tratando de encontrar las respuestas, pero un fuerte ruido le hizo abrir los ojos de golpe. Era el sonido de una sirena. Ahora todo comenzaba a tener sentido. Volvió a mirar la casa y el niño se asomó por la ventana. No era él, era alguien más, alguien que se había prometido nunca olvidar, pero al final había sepultado con todos sus recuerdos. Le sonrió de regreso y el niño desvió la mirada. Él hizo lo mismo y pudo divisar una gran muralla negra que se acercaba a toda prisa hacia él. Tardó un poco en darse cuenta que no era una muralla, sino una ola.

 

Abrió los ojos espantado cuando sintió la alarma de su teléfono. Se sentó de golpe en la cama y se limpió el sudor. Volvió a cerrar los ojos y apoyo su frente en una de sus manos mientras intentaba recuperar el aliento. No había sido un sueño, había sido un maldito recuerdo.

Tomó una bocanada de aire y se estiró antes de bajarse de la cama. Tomó su celular y revisó su agenda. Misha no iba a estar ese fin de semana así que no tenía que ir a visitarlo. Podría haber dormido un poco más antes de irse a trabajar, pero estaba agradecido de no haber cambiado la alarma. No sabía qué habría pasado si aquel sueño lo hubiera alcanzado. Tomó su ropa de deporte y metió su uniforme en un bolso. Necesitaba ejercitarse un poco para poder olvidarse de aquel horrible despertar. Revisó su refrigerador para coger algo de comer, pero no había nada, o al menos nada que estuviera en buen estado. Hizo una nota mental para ir de compras a lo que terminara su turno.

No sabía que le estaba pasando últimamente. Llegó hasta su moto con la mente perdida. Él no solía ser así. Era una persona organizada y su refrigerador nunca había estado vacio. Nunca se había descuidado tanto de sí mismo. Hacía semanas que no ejercitaba y que no comía bien. Lo único que aún hacía con regularidad era visitar a Misha, pero sabía que en cualquier momento olvidaría hacerlo también. Acomodó el boldo en la moto y salió sin ponerse el casco. Necesitaba sentir la brisa matutina, necesitaba aire, necesitaba recordar que estaba vivo.

Se estacionó junto a una de las patrullas que debían estar por salir a patrullaje y se apuró a entrar. Hacía un frío del demonio y tal vez el aire en la cara no había sido tan buena idea como él había creído. Entró por un costado de la comisaria. Era temprano, pero ya había mucho movimiento en el lugar. Al parecer había sido una noche movida. Caminó por uno de los pasillos y reconoció varias caras. Algunos lo saludaron cuando lo vieron, otros estaban demasiado cansados para levantar la mirada. Pronto iba a ser el cambio de turno y podría ir a descansar y él comenzaría con su día.

Creyó que había logrado llegar a su destino sin interrupciones, había tomado la manija de la puerta que daba al gimnasio del lugar, pero una voz lo detuvo.

— ¡Hey, Damián! — dijo Teddy, su compañero de patrullaje.

Damián mantuvo la mano en la manija y se dio vuelta — ¿Qué tal? — le sonrió como siempre, pero aquella mañana le costaba más trabajo ser él.

Teddy lo alcanzó con una sonrisa irónica — ¿Tan temprano por aquí? —

Se encogió de hombros —No tenía nada que hacer por la mañana y quise ejercitarme un poco. — intentó sonar tranquilo.

— ¿Tu novia no fue a visitarte anoche? — bromeó.

Damián hizo una pequeña mueca —No es eso lo que hago por las mañana. — le aclaró y abrió la puerta.

—Lo que tú digas. — le hizo un gesto con la mano para que se fuera —Hoy será un largo día, así que no te agotes. — le recomendó. Él asintió y se perdió tras la puerta.

Estaba haciendo un poco de pesas cuando la puerta del gimnasio volvió abrirse. Había logrado tener cuarenta minutos de paz. Aun faltaban otros cuarenta minutos para que comenzara su turno, así que ni siquiera se inmutó cuando sintió unos pasos.

—Teddy me dijo que estabas aquí. — dijo su jefe acercándose entre las maquinas. Damián levantó la vista y respiró profundamente sin decir nada. Estaba todo sudoroso y su cabello estaba empapado —Me es increíble verte tan temprano por aquí. —

Damián terminó con la cuenta y bajo la pesa que tenía en su brazo izquierdo — ¿Por qué a todo el mundo le parece tan raro que este aquí a esta hora? — dijo jadeante.

Joseph sonrió y se apoyó en una de las maquinas —Porque siempre llegas justo a tiempo y como si alguien te persiguiera. — se cruzó de brazos y apoyó uno de los pies en un fierro.

—Tengo cosas que hacer antes de venir a trabajar. — le explicó con una bocanada de aire. Tomó una toalla de mano que traía consigo y se limpió el sudor de la cara y el cuello — ¿Qué quieres? —

—Soy tu jefe. — le recordó.

Damián miró la hora en un reloj sobre la pared —Dentro de cuarenta minutos lo volverás a ser. — hizo unos movimientos con sus brazos para estirarlos y que no se resintieran con el ejercicio.

— ¿Estás bien? — preguntó con la voz un poco más suave.

—Estoy bien. — suspiró. Se levantó de la maquina y caminó con displicencia hasta una trotadora.

Joseph lo siguió con la mirada —Se nota. — se bufó. Damián suele ser una persona más alegre y siempre tiene palabras sinceras para los demás, pero aquella mañana no era él mismo, ni siquiera era capaz de sonreír con sinceridad.

—No todos los días puedo estar de buen humor. — programo la maquina y se subió cuando empezó a moverse.

—No digo que tengas que andar de buen humor. — rompió su postura y camino hasta Damián —Pero no sueles ser así y aquí acostumbramos a preocuparnos por nuestros compañeros. —

Damián le dio una mirada sin romper su postura recta al trotar. Su respiración aún era tranquila, pero el sudor ya había regresado —Dile a Teddy que no se preocupe por mí. — admitió al final —Solo pase una mala noche y trato de olvidarme de eso. — volvió a mirar hacia adelante.

Joseph le dio un toque a la máquina de Damián —Está bien. — dijo reticente —En cualquier caso, vine a decirte que hoy no saldrán con Teddy. Los necesito aquí. — su tono se volvió más serio.

— ¿Por qué? — preguntó inquieto. Esa orden nunca era una buena señal. Bajo el ritmo hasta que se detuvo por completo — ¿Qué pasó? —

—Tenemos nueva información que necesitamos revisar y ya que Teddy y tú son los mejor evaluados me gustaría que la revisaran conmigo. —

Había captado su atención por completo — ¿Qué información? — tomó la toalla y lo miró consternado.

—Ve a bañarte y luego hablamos. — le hizo un gesto para que fuera a los camarines. Damián solo asintió y se fue en esa dirección.

Antes de meterse a la ducha, tomó su teléfono y tecleó un mensaje de texto a Misha y antes de meterse al agua, el mensaje se había borrado de su celular.

Se puso su uniforme y salió de la paz y la quietud del gimnasio para encontrarse de lleno con todo el personal corriendo de un lado al otro. Habían muchos detenidos y muchas personas haciendo denuncias. Se perdió un momento entre la multitud hasta que Teddy lo alcanzó.

— ¿Mejoró ese ánimo? — le tendió un vaso de café. Damián lo aceptó y le sonrió —Supuse que no había desayunado. — le mostró una bolsa con un emparedado.

—Gracias. — lo cogió y caminaron hasta la oficina de Joseph. El teléfono de Teddy comenzó a sonar antes de que pudieran llegar.

Damián se detuvo a esperarlo mientras revisaba quien lo llamaba —Es mi esposa. — indicó —Adelántate. — dijo antes de contestarle y devolverse por donde habían venido.

Abrió sin golpear y Joseph se giró para ver quien había entrado — ¿Y Teddy? — miró por sobre el hombro de Damián.

—Ya viene. — sorbió su café —Su esposa lo llamó. — le explicó y se sentó frente al escritorio.

Joseph se apoyó en la silla y lo miró con una sonrisa —Cambiaste de actitud en cuanto te dije que había nueva información. — dijo con suspicacia.

Damián se encogió de hombros mientras buscaba su emparedado en la bolsa —Hace tiempo que no había información nueva. — le explicó —Y creo que agradeceré quedarme un día aquí en la comisaria. —

—Me alegra haber mejorado tu día. — acercó la silla al escritorio y tomó una de las carpetas, se la entregó a Damián para que la hojeara —Un oficial de Santorini envió esto esta mañana. —

Recibió la carpeta, pero pareció que la bocana que le había sacado al emparedado había quedado en su garganta — ¿Santorini? — preguntó confuso.

Joseph abrió su propia carpeta y leyó —Sí, el oficial Giorgatos. — le echó una mirada a Damián —Es viejo policía que está a cargo. — le explicó —Envió unas fotos desde el aeropuerto. —

Damián se apuró en verlas. En ellas aparecía Fedro Waldorff, el mafioso que tenía poder sobre media ciudad. Era algo así como un intocable, y tenía también a gente de la policía de su lado. Damián sabía que Joseph confía en Teddy y en él porque estaba seguro que no eran parte del plantel de Fedro y buscar a alguien en quien confiar era difícil estos días.

Habían estado siguiéndolo desde siempre. Estaba involucrado en una lista enorme de fechorías, las cuales incluían drogas, trata de personas, prostitución, robos, y asesinatos entre otras cosas. El único problema, es que cada vez que se hacía una investigación, nunca se lograba conectar con Fedro. Era algo así como un Dios y todos lo veneraban o tal vez simplemente le temían, pero nunca jamás alguien lo ha delatado y eso les hacía mucho más difícil la labor a ellos. Sin poder llegar a la cabeza, era casi imposible terminar con aquel problema porque todos los demás eran reemplazables, menos él y era quien mejor resguardado estaba.

— ¿Qué hace allá? — arqueó una ceja —Ya ni siquiera le importa que sepan lo que hace y donde está. —

—Lo están siguiendo, pero tú sabes que las persecuciones nunca llevan a ningún lugar así que es probable que nunca sepamos lo que está haciendo allá. — dijo con cierta decepción en el trabajo que se realizaba en su misma institución —Pero lo interesante y novedoso es otro dato. — agregó con una pequeña sonrisa de esperanza. Buscó entre las hojas —El oficial asegura que Fedro iba con sus hombres de siempre, pero que había una cara nueva. —

Damián volvió a revisar las imágenes —No veo ninguna cara nueva. — admitió.

—Por alguna extraña razón no pudieron fotografiarlo. — se encogió de hombros.

— ¿Por qué no? ¿Es un vampiro o un fantasma que no sale en las fotos? — preguntó con sarcasmo.

Joseph tomó una de las fotos y se la puso delante de los papeles a Damián —Quiero su cabeza. — dijo con seriedad.

Damián tomó la foto y observó al jefe de seguridad de Fedro Waldorff, Dylan Marchetti, un ex convicto — ¿Y qué te hace pensar que puedo conseguirla? Dylan es un intocable. — le recordó con apatía.

—Ya no estoy tan seguro que lo sea. — dijo ilusionado —Este nuevo sujeto debe ser la nueva adquisición de Fedro. — planteó su jefe —Y puedo hacer dos suposiciones con eso. — agregó —Planea jubilar a Dylan o esta nueva cara puede ser nuestra carta de entrada a su mundo. —

— ¿Tú crees que nos va ayudar? — preguntó con una sonrisa burlona — ¿Tú crees que Waldorff lo dejo aparecer en público sin estar seguro de tener su lealtad? — levantó una ceja —Además ni siquiera lo fotografiaron. — dejo los papeles en el escritorio —No sabes su nombre, ni tenemos su rostro. — le recordó —En definitiva, ese sujeto no existe para nosotros. — tiró abajo todas las ilusiones de su jefe.

—Pero al menos sabemos que existe. En algún momento tendrán que regresar y lo encontraremos. —

Damián meneó la cabeza —Te estás dejando llevar por tus emociones y tus ilusiones de atrapar a ese sujeto. — dijo, y sintió su teléfono vibrar en su pantalón.

—Alguien tiene que hacer algo al respecto. — bajó la cabeza —Estoy harto de ver a ese sujeto en las calles de mi ciudad haciendo lo que le plazca. — su mandíbula se tenso —Si pudimos acabar con el reinado de Stefano Venizelos, podemos acabar con Fedro Waldorff. — sentenció con convicción.

—Dame un segundo. — pidió Damián y sacó su teléfono, era Misha. Le había dejado un mensaje: “Estoy bien, ¿Qué sucede?” decía. Damián tecleó otra vez “Ten cuidado.” Y recibió un “Siempre.” —No llevo suficiente tiempo aquí como para hablar del caso de los Venizelos. — se volvió a guardar el teléfono —Pero el solo hecho de que Stefano no esté tras las rejas sino en el fondo del mar significa que no fue la policía quien acabo con esa familia de la mafia, sino que fue la misma mafia la que acabo con él. — se cruzó de brazos —Además, aún está Antonella, su hija y ella ha sabido mantener el trabajo de su padre, en menor medida, es verdad; pero no es porque no tenga el poder de hacer crecer su imperio, es simplemente porque Waldorff se lo impide. —

Joseph solo le dio una mirada de odio de regreso —Creo que has hecho tu tarea y te has mantenido informado. —

Damián se encogió de brazos —Es difícil ser policía y no estar al tanto de todo esto. Atenas está hundida bajo el control de la mafia. —

Teddy abrió la puerta rompiendo un poco con la tensión que se había generado con las palabras de Damián —Lo siento. — se disculpó y se apuró en sentarse junto a Damián.

—El asunto, caballeros. — los miró a ambos y le tendió otra carpeta a Teddy —Es que quiero que ustedes encuentren a este sujeto. —

— ¿Y cómo se supone que haremos eso? — preguntó Damián. Teddy se mantuvo al margen de la conversación para que no tuvieran que explicarle todo de nuevo, después Damián tendría que contarle todo lo que había sucedido, así que simplemente hojeó la carpeta para saber que sucedía.

—Si Fedro lo expuso en Santorini, cuando regresen a Atenas ya no lo volverá a esconder así que quiero una foto o un nombre, lo que sea, pero quiero identificar a ese sujeto y ustedes harán eso por mí. — sentenció alzando un poco la voz. No quería escuchar más peros de Damián.

—No hay problema, jefe. — dijo Teddy al ver tenso a Damián.

—Solo perderemos el tiempo. Ese sujeto debe ser su nuevo intocable, ¿Qué se supone que ganaremos con identificarlo? ¿No sería mejor enfocarnos en otra cosa? —

—Es lo más cerca que hemos estado de Fedro. Ya sabemos que buscar en otro lado es inútil porque nada está conectado con él, así que hagan su trabajo y háganlo bien. — les advirtió a ambos.

Damián se levantó y tomó su carpeta —Iremos al aeropuerto cuando el oficial Giorgatos nos avise que han tomado el avión de regreso a Atenas. — murmuró.

—Gracias. — dijo Joseph dándose vuelta hacia su computadora.

Teddy siguió de cerca a Damián — ¿Qué paso allá adentro? — se apresuró para ir a su lado —Había mucha tensión allá adentro. —

—Él cree que nosotros tres vamos a ser capaces de meter en la cárcel a Fedro. — se bufó —Y todo porque apareció un sujeto nuevo en su grupo de seguridad. —

Se pasó buena parte de la mañana explicándole a Teddy todo lo que había sucedido. Él también tenía un espíritu justiciero en su interior y creía fervientemente en que algún día el mal iba a pagar. En cambio él no pensaba así. Tal vez se mostraba una persona feliz y siempre sonriente ante el mundo, pero la verdad es que sentía que estaba podrido por dentro y aquella mañana se había dado cuenta con ese sueño. No importaba lo mucho que tratara de acallar sus recuerdos, algo estaba quebrado adentro de él y no podía arreglarlo.

—Ten un poco de fe. — le animó su compañero —Además, no perdemos nada con intentarlo. — se encogió de hombros.

Damián lo miró unos segundos y sonrió —Es verdad. — asintió —Ojalá ese imbécil no sea muy escurridizo. —

—Así me gusta. — le dio unas palmaditas en la espalda —Ese es el Damián que yo conozco, siempre sonriente y optimista. —

Tal vez si él supiera lo roto que estaba por dentro ya no volvería a hablarle más. A veces se preguntaba lo que dirían las personas si supieran quien era él realmente, si conocieran su pasado o simplemente supieran que era el mejor amigo de Misha Andreu, el nuevo sujeto en la mira de la policía.

—Tengo que hacer una llamada y luego iré a trabajar un poco, después hablamos. — se despidió Damián y se fue hasta su pequeña oficina. Sacó su teléfono en cuanto entró y marcó el número de Misha, pero le lanzó al buzón de voz cada vez que lo intento.

“Tenemos que hablar” le tecleó en un mensaje. Pero Misha parecía ignorar sus mensajes “No regreses en el mismo vuelo con Fedro, te estarán esperando, yo te esperando. Así que quédate allá un poco más.” Escribió y volvió a borrar todos los mensajes.

Lo único que no sabía la policía es que jamás iban a encontrar a Misha, porque él no lo iba a permitir.

Notas finales:

Es cortito, pero importante! No quise llenar de tanta información! Al menos ya se sabe quien es el jefe de Misha y tal parece que Damián no es tan buenito u.ú!


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