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Almas en Silencio por Amii

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Notas del capitulo:

LO LOGREEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEE!!!!!!!!!!! YAY!!!!!!!!!!!!

Cumplí con publicar antes del fin de semana eh eh eh?? Aunque me costo todo un infierno poder lograrlo T___T!

Espero que les guste y emmmmm.... tomen la cajita de pañuelos antes de leer!

Disfrutenlo :D!

“Solo saben llegar al corazón para herirlo…”

 

Podía percibir su mirada sobre él. Sus mejillas las sentía templadas producto de la calefacción y de la atenta mirada de Emily sobre él. Sus brazos en especial parecían ser el centro de su atención, e incluso bajo la vasta cantidad de ropa que lo cubría, podía sentir sus cicatrices palpitar por la atención recibida. Después que ella le pidiera que hablaran sobre las cicatrices que tenía en sus brazos no había vuelto a decir una sola palabra. Noah no sabía si era porque estaba a la espera de que terminara de hablar o era simplemente porque estaba demasiado impactada para hacerlo. Lo único que tenía claro era que nada de lo que él dijo esa tarde en su consulta estaba escrito en las hojas que George había escrito sobre él.

No se sentía orgulloso de lo que había hecho, pero él menos que nadie podía culpar al Noah de aquella época, era tan solo un pequeño niños demasiado asustado para hablar. Incluso aún podía recordar el dolor, la desesperación, pero sobre todo la soledad que lo había empujado a esa temible decisión. Aquellos años fueron difíciles para Noah, pero al final no le quedo más remedio que hablar del motivo de esas heridas en su cuerpo.

Noah tuvo que hablar al fin de su tío Gabriel y de todas las cosas que le hizo. Le tuvo que contar a Emily como se las arreglo para tocarlo y ultrajarlo cada vez que se lo llevaba de vacaciones a su casa. Su madre siempre creyó que separarlo de sus abuelos y de ella misma le ayudaría a sentir mejor. El poder ir hasta un lugar donde no hubiese malos recuerdos que lo atormentaran podía haberlo ayudado a superar la pena y la culpa que siempre lo embargo; pero ella nunca se dio cuenta que desde el primer día que estuvo en manos de su tío, su vida se volvió un infierno.

Ese infierno, en particular, comenzó cuando Noah tenía apenas diez años. Un día llegó su tío a visitarlo. Era la primera vez desde que había muerto su padre y en cuanto posó los ojos en su sobrino mayor supo lo que deseaba. No le costó mucho trabajo convencer a su hermana de llevarse a Noah con él. Ella necesitaba ese descanso de su hijo, aunque jamás iba a reconocerlo. Gabriel vivía en Ámsterdam y tenía una esposa y un hijo un poco menor que Noah. Nada le podría haber hecho presagiar lo que iba a ocurrir hasta que simplemente paso. Una tarde calurosa en la ciudad, su esposa y su hijo dejaron la casa, lo que dio rienda suelta a las fantasías más oscuras y retorcidas que Gabriel pudiera tener en su cabeza.

Nunca nadie se dio cuenta de lo que ocurría. Nadie le prestaba demasiada atención a Noah como para saber que algo había cambiado en él. Y éste tampoco nunca se atrevió a abrir la boca. Tenía miedo de decírselo a su mamá. Ella adoraba a su hermano y sabía que cualquier cosa que él pudiera decir en su contra haría que ella lo odiara más de lo que ya lo hacía. Dafne apenas comenzaba a hablar con él, a tratarlo como un hijo y él sabía que desacreditar a Gabriel solo lo haría volver a lo más oscuro del abismo en el que vivía atrapado. Noah siguió mintiéndose, creyendo que mientras Dafne y Teo fueran felices, él también lo sería.  

Sus visitas donde su tío eran cada vez más prolongadas y él continuaba guardando silencio con la sola intención de que Teo no tuviera que vivir esa experiencia. Un verano antes de dejar esas marcas en su cuerpo, su tío había propuesto llevarse a Noah por un tiempo y después llevarse a Teo para que también pudiera disfrutar de otra ciudad, por lo que Noah tuvo que convencer a su mamá de que Teo no se llevaría tan bien con su primo como él lo hacía, así que Dafne decidió enviarlo a él por el tiempo de ambos.

Sin embargo, cuando iba a cumplir catorce años supo que ya no podría soportarlo más. Ese año descubrieron un problema que venía acarreando Teo desde que había nacido. Desde su primera hora de vida le dijeron a Dafne que Teo iba a ser un niño especial producto de problemas en el parto. No supieron decirle a qué tipo de problemas se iba a enfrentar, y que solo el tiempo podría responder a esa pregunta. Pero hasta entonces Teo se había desarrollado como un niño normal. Era más solitario que el resto y tenía maneras diferentes de comunicarse y expresarse, pero nada concreto como para catalogarlo con algún trastorno. No obstante, ese año Teo tuvo dificultades para poder aprender en el colegio, y después de muchos estudios y doloras pruebas a las que lo sometieron, descubrieron que Teo estaba estancado en la edad de ocho años y que con mucha dificultad iba a poder pasar de eso. En otras palabras, Teo iba a tener una edad mental de ocho años para el resto de su vida.

Esa noticia conmocionó a Noah. Todo lo que le ocurría a su hermano era por culpa del difícil parto que había tenido Dafne producto de la muerte de su esposo. No había manera que él no se culpara por lo que le estaba pasando a su hermano, y si él era capaz de llegar a esa conclusión, sin duda que Dafne también. Noah dejó de lado su vida por completo. Si su hermano no iba a ser capaz de aprender más, él tampoco quería hacerlo. Si su hermano no podría comunicarse de forma normal con los demás, él tampoco iba hacerlo. Así que lentamente fue apartándose de todos y comenzó a bajar su rendimiento. En la escuela fue en el único lugar en el que se dieron cuenta que Noah estaba viviendo una época difícil de su vida y pese a la insistencia de los profesores por alertar a Dafne, ella siempre los tranquilizó diciéndoles que Noah era así y que solo era una etapa pasajera. Ella no tenía tiempo de ocuparse de otro hijo problemático. 

Cuando llegó el verano de sus catorce años su tío viajo a visitarlos. Ese año Noah no iba con él por culpa de sus malas notas. Dafne había decidido castigarlo, privándolo de aquel paraíso que ella creía que Noah tenía tan lejos de casa. Y aunque Noah creyó que se salvaría de aquel infierno, este infierno había venido hasta la puerta de su casa. Y ni siquiera por estar Dafne bajo el mismo techo su tío dejo de hacer lo que hacía. Él siguió yendo a hurtadillas hasta la habitación de su sobrino algunas noches y por más que lloró y sufrió, por más que buscó la ayuda en los ojos de su madre, ella parecía no darse cuenta, o simplemente no le importaba lo que le ocurría a él.

Cuando Gabriel volvió a su casa, Noah tomó la determinación de acabar con todo. Aún podía recordar cada pensamiento y sentimiento que tuvo en su cabeza aquella tarde. Su madre era muy cuidadosa con todo lo que pudiera lastimar a Teo, así que encontrar algo con que lastimarse no era tan fácil. Pero aun podía recordar que días antes había visto a su tío usar unas tijeras en el baño y cuando la desesperación lo embargo, fue ahí mismo donde encontró la liberación a todo su dolor.

No supo cuanto tiempo se tardo Dafne en encontrarlo. Solo recuerda pequeños fragmentos de recuerdos después que la sangre empezó a brotar de sus brazos. Los cortes eran horizontales a sus brazos, lo que le hizo perder el conocimientos mucho más rápido. Recuerda sentir la calidez de la sangre bañándole los brazos y las piernas. Y lejos de sentir que la vida se le estaba esfumando, sentía vida por fin. Después de eso recuerda los gritos de su mamá y muchas luces blancas. Nunca supo si eran las del hospital o era porque realmente estuvo muy cerca de la muerte.

Luego de ese día, Dafne había vuelto a ser esa mujer cariñosa que era antes del accidente de su papá. Tomó la determinación de regresar a Atenas, y aunque nunca lo dijo en voz alta, nunca más lo dejo ir a visitar a su tío Gabriel. Ella cambió con él, volvió a ser una madre como siempre debió ser; pero la vida de Noah no cambió hasta que unos meses después conoció a George. Fue con él con quien recuperó la felicidad en su vida y lo convirtió en un chico optimista y con deseos de vivir cada segundo que tenía.

Emily había dejado de puntear en su cuaderno casi desde el momento en que Noah comenzó a contarle todo lo sucedido. No lograba entender como era que una sola persona tuviera que cargar con tanto. Y aunque se alegro que al fin estuviera hablando con ella sobre el tema, también era consciente que eso podría desencadenar grandes consecuencias por hacerle recordar todo aquello que con tanto ahínco había olvidado.

Un silencio sepulcral invadió la consulta cuando Noah termino de hablar de su tío Gabriel. Le recordó al final que él era el tío que había muerto hace no mucho, así que ya no había mucho que se pudiera hacer al respecto.

—Esto es muy grave, ¿lo sabes, verdad? — tomó aire para decirlo.

Noah la miró de reojo y asintió —Pero está muerto. Y la verdad es que no es algo que me guste recordar cada día. —

Ella apuntó unas cuantas cosas en el cuaderno. Hablaron un rato más sobre el tema y de cómo lo había hecho George para abordar el mismo tema años atrás, cuando todo era tan reciente para Noah. Éste le contó toco lo que había hecho por él y como se fue transformando lentamente en un amigo más que en un psiquiatra. No fue hasta entonces que se dio cuenta de lo mucho que lo extrañaba y que en realidad había pretendido que nada de eso había sido real para poder enterrar su pena y el dolor de su partida. No quería pensar en George, no deseaba pensar que él también lo había abandonado después de haberle prometido que no lo haría.

 

Una pequeña sonrisa traviesa se dibujo en los labios de Misha cuando vio la expresión molesta de Circe. Ella se arrellanó sobre el costado de su moto y apartó su mirada de Misha después de unos segundos.

— ¿Viniste a reírte en mi cara? — dijo venenosamente.

Misha volvió a sonreír y paso su peso de una pierna a otra —No podía perder la oportunidad de hacerlo. — contestó con simpleza — ¿Qué buscabas? —

—Tú sabes lo que buscaba. — volvió a mirarlo —Tal vez puedes tenerle secretos a todo el mundo, pero yo siempre te estoy observando, Misha. — le advirtió.

Él resopló y se pasó una mano por el cabello — ¿Buscabas esto? — se rebuscó en el bolsillo del pantalón hasta que sacó una llave. Circe entornó la vista hasta la mano de Misha y volvió apartarla — ¿De verdad creíste que iba a dejar algo así en el departamento? —

Se encogió de hombros —No te caracterizas por ser muy inteligente. — le retó —Es cosa de ver con quien me encontré en tu casa para saber que las buenas decisiones no son lo tuyo. —

— ¿Qué demonios les pasa a todos con él?  — su sonrisa se deshizo.

Circe sonrió — ¿No soy la primera en decírtelo? — preguntó incrédula —Tal vez sea hora que escuches a los demás. — agregó —Ni siquiera tú confías del todo en él. — se encogió de hombros —Tal vez deberías escucharte un poco más. —

—Noah no es asunto tuyo ni de nadie más. — le recalcó.

Se separó de su moto y lo encaró de cerca —Ni siquiera te has atrevido a llevarlo a tu verdadera casa. —

Misha dio un paso atrás y volvió a sonreírle — ¿Y se supone que me dices todo esto para que lo lleve y tú puedas seguirme hasta allá? — alzó una ceja —No soy tan imbécil. —

Ella suspiró —Tenía que intentarlo de alguna forma. — confesó perdiendo el interés en la conversación —Se que ahí tienes lo que busco y no voy a descansar hasta encontrar la forma de entrar a tu casa Misha. — le advirtió sin el más mínimo tapujo —Tal vez todos crean que eres una buena persona metido en malas circunstancias por culpa del destino; pero yo sé realmente lo que eres y sé que estás aquí por el simple gusto de vivir esta vida. —

—No vuelvas a ir a mi casa. — la miró subirse a su moto. Su ropa de cuero se ciñó más aún a su cuerpo —Si me encuentro ahí la próxima vez no tendré ningún tapujo en meterte una baja en la cabeza y decir que fue en defensa propia. —

Ella le sonrió antes de ponerse el casco —Ese es justo el tipo de comentario que esperaba de alguien como tú. — continuó mirándolo a través del casco —Te seguiré observando. — le advirtió —Se que en algún momento cometerás un error y serás mío. — le guiñó un ojo e hizo andar la moto.

Misha se volvió a guardar la llave en el bolsillo mientras la veía correr su moto por la calle. Últimamente había recibido demasiadas amenazas y lo que menos esperaba era una de parte de Circe. Nunca se habían llevado espectacularmente bien, pero al menos habían logrado trabajar en más de alguna ocasión juntos. Creía que podía confiar en ella, pero hasta ahora comprendió que no. Solo basto que alguien le ofreciera un trabajo bien pagado para que se fuera en su contra.

 

La cita con Emily había sido el mismo 24 de diciembre. Tuvo que ser en la mañana porque solo se trabajaba hasta el medio día, así que Noah había tenido que hacer un esfuerzo sobrehumano por despertarse temprano y poder llegar. El día anterior se la había pasado ordenando y arreglando la casa con los adornos navideños que Dafne había olvidado poner. A Teo le habían dado el alta ese día y querían que llegara a una casa lista para pasar una hermosa navidad.

Noah volvió a casa pasado el medio día y pudo escuchar incluso desde la calle la euforia de Teo por la navidad. Pese a las advertencias de los doctores para que se mantuviera tranquilo y continuara reposando unos días más, había sido imposible con alguien tan hiperactivo como él. Apartó un muérdago que había colgado en la entrada de la casa y abrió la puerta. Adentro era como si las últimas semanas jamás hubieran existido. Todo era bullicio y felicidad.

Teo corría de un lado para otro y Dafne estaba en la cocina preparando quien sabe que para la navidad. Había música navideña y Noah podía sentir hasta un aroma diferente en el ambiente. Intentó sonreír y unirse a la dicha que había en la casa, pero su conversación con Emily esa mañana lo había dejado con un sabor demasiado amargo. Había tenido que recordar demasiadas cosas que había intentado olvidar.

Cuando su hermano lo vio, corrió hacia sus brazos y lo tomó por el cuello —Hoy es navidad. — dijo emocionado.

Noah lo rodeó con uno de sus brazos —Hoy es Nochebuena, mañana es navidad. — le explicó —Mañana abrimos los regalos. — le recordó.

Teo hizo un mohín y lo soltó — ¿Mañana? — había desilusión en su carita.

—Conoces las reglas. — le recordó —Hoy cenaremos algo delicioso y mañana podrás ver los regalos. — le acarició su rostro para animarlo.

No dijo nada más, se fue con los hombros caídos hasta su cuarto. Sabía que pronto volvería con algún juguete habiendo olvidado su pequeña conversación. Noah fue hasta la cocina y se apoyó en el marco de la puerta para mirar a su mamá que estaba concentrada en algo.

— ¿Cómo te fue? — preguntó sin levantar la vista. Su voz era sosegada.

—Bien. — contestó —Cree que pronto podrá darme de alta. —

Dafne levantó la vista al escucharlo — ¿Tan pronto? —

—He cooperado con ella. — se encogió de hombros —No cree que este loco y no piensa que sea un chico suicida. — intentaba comunicarse con ella como lo hacía antes, pero cuando se encontraba con sus ojos sentía algo que antes no, mas se negaba a creer que estuviera sintiendo algún tipo de rencor hacia su mamá.

—Esperemos que su decisión no se apresurada. — volvió a bajar la mirada hasta lo que preparaba.

—Ella sabe lo que hace. — contestó con apatía y salió de la cocina.

Por un momento, mientras regresaba a la casa, pensó que tal vez podría hablar con Dafne sobre Misha y preguntarle si él podía venir a la casa. Sabía que si insistía un poco con él podría convencerlo de pasar Nochebuena con ellos, pero se dio cuenta que era evidentemente imposible llegar a tocar ese tema con su mamá.

Fue a la pieza de Teo. Él estaba jugando en una pequeña alfombra que había en la mitad del cuarto. Levantó la vista en cuanto sintió la puerta.

— ¿Quieres jugar? — le mostró uno de los autos que tenía en el suelo.

Noah sonrió y terminó por entrar al cuarto. Se sentó frente a su hermano y lo observó un rato mientras captaba que era lo que estaba jugando realmente. Movió algunos autos cuando Teo se lo indicó. Era un poco obsesivo cuando se concentraba en algo y no quería que Teo lo pasara mal ese día, así que se limitó hacer lo que él le decía que hiciera.

— ¿Cómo fue la navidad el año pasado? — le preguntó mientras Teo paseaba un auto sobre su rodilla.

Teo lo miró de reojo — ¿No te acuerdas? —

—Aun tengo problemas para recordar algunas cosas. — le sonrió de lado —Cuéntame… — le pidió.

Sabía que hace un año las cosas debieron haber sido muy diferentes a este, y necesitaba huir por un momento de su realidad. Necesitaba tiempo para volver a poner todos esos recuerdos en el pasado, además que no deseaba lidiar con la nueva Dafne que tenía como mamá, quería recordar a la otra, a la que apareció cuando ellos se fueron a vivir a Atenas. Y además, quería recordar al Misha que él conoció la primera vez, no a este que simplemente le evadía todas sus preguntas.

Teo se aclaró la garganta —Misha estuvo aquí. —

Recordó las palabras de Misha de hace unos días cuando le había dicho que no habían celebrado la Navidad y sintió un apretón en su pecho — ¿Paso la navidad con nosotros? —

—Cenó con nosotros. Comimos pavo y hasta había postre. — sus ojos se iluminaron de la emoción —Mamá me dejo beber ponche y nos reímos mucho hasta que mamá dijo que tenía que irme a dormir. Luego Misha se fue. — le explicó —Nos dejo regalos a todos. — sonrió al recordar —Y mamá le tenía un regalo a él. —

Noah frunció el ceño incrédulo — ¿Dafne le dio un regalo a Misha? —

Teo asintió —Un sweater. — confirmó —Al otro día saliste con él. Mamá no me dejo ir contigo. — hizo un pequeño puchero — ¿Este año también vendrá? — preguntó notablemente ilusionado.

—No, me temo que no. — dijo con amargura.

Teo hablaba más de lo que Noah podía procesar. Su cabeza se terminó de volver un lío cuando le dijo que Misha había estado en su casa, todo lo demás habían sido palabras vagas para la mente de Noah. Tomó su celular de su bolsillo e intentó llamar a Misha, pero su teléfono le tiró a buzón de voz desde el primer momento. ¿Por qué le había mentido? Le hubiera bastado con que le dijera que no deseaba celebrar la Navidad, pero no era necesario que le mintiera. ¿Es que a caso no entendía lo importante que era para él poder recordar todo lo que le fuese posible?

 

La noche cayó más rápido de lo que Noah había imaginado. La casa se tornó incluso más festiva de lo que estaba en la mañana. Dafne había preparado una hermosa cena y todo estaba perfectamente colocado en la mesa. Teo estaba realmente emocionado y hambriento. No paraba de dar vueltas por todas partes esperando que Dafne le permitiera sentarse a cenar.

Noah se había puesto a ver televisión después de que Teo se había aburrido de jugar y de contarle lo que habían hecho la navidad anterior. En todos los canales estaban pasando alguna película religiosa o alguna película con relación a la navidad. Todo parecía molestarle esa noche. No sabía que le pasaba realmente, porque a pesar de que no se consideraba una persona creyente, nunca le había molestado celebrar esas fechas por Teo; pero ese año le molestaba de forma especial. No lograba sentir la magia de la navidad y por supuesto, no lograba olvidar que en un par de días era el aniversario de la muerte de su papá.

Teo había agotado todas sus energías incluso antes de irse a cenar, así que no duró despierto mucho más. Noah aprovechó de irse a su cuarto en cuanto Teo se había dormido. Toda esa noche existía para él, y sin él no valía la pena seguir fingiendo que la Navidad era maravillosa y que todo era posible con un poco de optimismo. Misha volvió a su cabeza con su antipatía por esas fechas y mientras miraba el techo de su cuarto sintió un poco sus palabras. Tal vez estaba mal celebrar esas fechas, porque en realidad no había nada que celebrar, pero después de un rato se dio cuenta que no era la Navidad en si lo que odiaba, ni que su mamá no hablara con él, o que pronto iba a ser el aniversario de la muerte de su papá. Nada de eso era nuevo para Noah, todo lo había vivido durante muchos años y había aprendido a vivir con eso. Lo que realmente le inquietaba era que extrañaba a Misha. Realmente hubiera querido que él hubiera estado con él esa noche y sobre todo, deseaba que él no le hubiera mentido sobre la Navidad anterior.

Se quedó dormido con la ropa puesta y solo tenía una brazada encima cuando despertó por culpa de su teléfono. Lo rebuscó en la cama y entre sus ropas, pero no estaba ahí. Aun estaba medio dormido y su cuarto estaba a oscuras, así que tanteaba con sus manos en su búsqueda, hasta que lo descubrió en el suelo cuando su vista se acostumbró a la oscuridad.

— ¿Aló? — contestó un poco dormido. Se limpió la baba que tenía pegada al labio por haber dormido con la boca abierta.

— ¿Te desperté? — ni siquiera se había dado cuenta quien lo llamaba y cuando escuchó la voz sosegada de Misha, su corazón se volvió loco en su pecho.

Noah soltó una risita nerviosa —Si, tal vez. — dijo con torpeza — ¿Cómo estás? —

—Mejor que tú al parecer. — bromeó —Tengo una sorpresa para ti. —

Se sentó en la cama — ¿Qué es? — preguntó con curiosidad mientras se encajaba sus zapatillas.

— ¿Puedes salir al jardín? —

Noah no lo pensó ni dos segundos y salió de su cuarto. Todo estaba en silencio, ni siquiera Teo había despertado aún, y cuando paso por el living comprobó la hora en un reloj, eran pasada las ocho de la mañana.

— ¿Te das cuenta de la hora que es? — abrió la puerta y una luz blanca le iluminó el rostro haciéndole apartar la mirada. Todo era blanco y cuando sus ojos se acostumbraron a la luz, pudo descubrir con gran placer que había nevado.

—Tenía que secuestrarte antes que tu mamá despertara. — le explicó por teléfono, pero su voz se escuchó como un eco.

Noah lo divisó en la calle con el teléfono pegado a la oreja. Miró a su alrededor y no había ni una sola alma dando vueltas por ahí. El frío lo recorrió de inmediato porque su ropa era demasiado ligera para esa fría mañana. Guardó su teléfono en el bolsillo y llegó hasta Misha.

—Hola. — le sonrió con las mejillas ligeramente rojas.

—Te estás helando. — le rozó la mejilla con una de sus manos. Estaba caliente y el contacto fue sumamente agradable.

—Creí que no celebrabas la Navidad. — dijo Noah con una sonrisa traviesa en los labios.

Misha lo miró con unos ojos que Noah no supo descifrar. Tal vez aun estaba luchando con algo en su interior, pero tenía una sonrisa en sus labios que le hizo perder cualquier temor que pudiera haberle dejado aquella mirada.

—No lo hago. — admitió —Pero eso no significa que no pueda pasar el día contigo. —

Quiso decirle lo que Teo le había contado la noche anterior; pero al verlo ahí, tan decidido a estar con él, olvido cualquier cosa que pudiera arruinar esa hermosa mañana de Navidad. En cambio lo tomó por la chaqueta y lo acercó a él para besarlo. Sus labios cálidos le trasmitieron vida a todas las partes entumidas de su cuerpo. Se separó un poco agitado de él, pero le sonreía como un idiota.

Él también sonreía juguetonamente — ¿Ve a ponerte una chaqueta y nos vamos? — le apuntó a la camioneta que estaba atrás suyo.

Noah arqueó una ceja —Cada vez que te veo tienes un auto nuevo. — se abrazó por el frío.

Misha solo soltó una risa —Vamos, ve abrigarte. Hoy te lo explicaré todo. —

La mirada de Noah se iluminó — ¿De qué hablas? —

—Es una sorpresa. — negó con la cabeza.

Notas finales:

El nuevo capítulo esta escrito desde antes que este, así que solo dejenme lindos reviews para que me anime a subirlo antes de tiempo jajajaj!!!

Gracias por los reviews lindos que me llegan! No dejen de escribirme por favor y para aquellos a los que aun no les contesto, lo haré hoy mismo en cuanto llegué del trabajo .-. (voy atrasada ya jajajaja) pero que sepan que no me olvido de sus lindos mensajes! Muack

 

Bye!!!


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