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Almas en Silencio por Amii

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Notas del capitulo:

Holiiii mis queridos y amados lectores! *-*!

Ya comenzaba a extrañarlos, y yo se que ustedes igual... aunque no lo admitan >_<!!!

Espero les guste el nuevo capítulo *-*! Esta hecho con mucho, mucho, muchoooooooo amor :D!

“Está bien querer a alguien que no te corresponde, mientras sea una persona a la que valga la pena querer, mientras se lo merezca…”

 

Sintió su cuerpo estremecerse cuando vio la mirada de Misha. No parecía sorprendido por lo que le acababa de preguntar. De hecho, parecía haber estado esperando aquella pregunta. Misha soltó un suspiró y lo observó detenidamente. Sus labios estaban apretados y no había ni una pizca de sentimientos en su rostro. Al final, apartó la mirada y posó su vista en algo al otro lado de la ventana. Aún así, continuó en silencio. Noah se apoyó en el volante y se encorvó un poco más para estar a la altura de la mirada de Misha.

— ¿Eso era lo que te estaba molestando? — cerró los ojos un momento y se giró hacia él de nuevo —Aguantaste bastante tiempo. — susurró.

Noah sintió un apretón en su pecho. El auto se hizo demasiado pequeño en ese momento y le falto el aire. Separó un poco sus labios y dejó entrar el aire.

— ¿Sabías lo que me pasaba? — preguntó casi en un susurró.

Misha volvió a suspirar —Fui consciente de que no te conteste. — repuso —Y sabía que tarde o temprano me lo ibas a recriminar. —

—No sé que entender de todo esto. — bajó la mirada.

—Noah… — le levantó la cabeza con una de sus manos —Yo no soy de esas personas. — le confesó —Nunca he sido así, no soy de esos sujetos que andan por la vida expresando sus sentimientos. — dijo casi en un susurro.

—Pero… — lo miró confundido —Ya me lo habías dicho antes… — le recordó. Su mente voló a ese día en que se había desaparecido sin avisarle a nadie. Cuando se encontraron, Misha le dijo que no importaba si Dafne ya no lo quería, porque él lo amaba.

Misha hizo una mueca de dolor al recordar lo que había dicho —Lo sé, y por lo mismo, ¿por qué necesitabas que volviera a decirlo? —

Noah se encogió de hombros —Necesitaba oírlo. —

—Ese día no podía demostrarte de forma inmediata lo que sentía por ti, y tú necesitabas oír que alguien en el mundo pensaba en ti, que te quería y que jamás te iba a abandonar. — le explicó —Así que dije lo que sentía y lo que tú querías escuchar. —

—Pero… —

—Ahora ya no necesito decírtelo. — lo tomó y lo acercó a él —Porque ahora puedo demostrártelo. — lo besó.

Noah lo empujó y lo obligó a volver al respaldo del asiento y lo miró — ¿Entonces si me amas? — le sonrió con ternura.

— ¿Si digo que si me vas a dejar continuar con eso? — enarcó una ceja. Noah asintió —Sí, te amo. — lo volvió acorralar y a besar —No vuelvas a preguntármelo, porque la próxima vez te voy a patear ese lindo trasero que tienes. — le advirtió pegado a sus labios.

Noah lo tomó por las mejillas y continuó besándolo. Demandó la entrada de su lengua y jugueteó con la suya por un rato, mientras Misha metía las manos debajo de su chaqueta y camisa para recorrer su columna, haciendo que Noah se apegara más a él por el roce.

— ¿De verdad lo vamos hacer aquí? — preguntó divertido cuando Misha comenzó a desabrocharle la chaqueta.

Misha se encogió de hombros y siguió en su faena —Tú te subiste encima mío, ahora atente a las consecuencias. — desabotonó la camisa y besó desde la clavícula hasta el centro de su pecho, lamiéndolo de vez en cuando.

—Alguien puede vernos. — le recordó.

—Son como las cuatro de la mañana, ¿Quién iba andar por aquí? — le dio una mirada —No vas a huir de mí. — le advirtió y continuó besándolo.

—No quiero huir de ti. — soltó un suspiro cuando Misha comenzó a mordisquear sus pezones —Todo lo contrario. —logró decir entre gemidos.

Noah empezó a tironear de la ropa de Misha para que le ayudara a sacársela. A pesar de que la camioneta era grande, el lugar seguía siendo muy estrecho para lo que Noah estaba acostumbrado en la cama, así que le costó trabajo despojarlo de algunas prendas. Misha se quitó su chaqueta y la tiró a los asientos traseros junto con toda la ropa que ya le había sacado a Noah. Éste le dio un tirón al sweater gris que tenías puesto para que Misha levantara los brazos y pudiera salir. Menos ropa significa más espacio, y eso era justo lo que necesitaba.

Aprisionó su cabeza entre el asiento y sus labios. Misha solo podía toquetear a Noah con sus manos mientras éste lo besaba apasionadamente, como si la vida se le fuera en ellos. Lo deseaba, ahora que todos sus temores infundados se había ido, solo quedaba amarlo. Le mordió el labio con fuerza y lo hizo estremecerse.

—Me voy a cobrar esa. — le advirtió tocando la hebilla del cinturón que tenía Noah.

—Lo esperare con ansias. — respondió antes de volver a morderlo.

Se separó de él para tomar una bocanada de aire y para que Misha pudiera desabrochar su pantalón. Ambos estaban teniendo problemas ahí, y su pantalón ajustado no hacía más que implorar para que Misha se los quitara de una buena vez.

Éste vio su mirada anhelante y se detuvo en el acto — ¿Te das cuenta que cada vez que nos vemos terminamos haciendo el amor? — le preguntó con una sonrisa de lado.

— ¿Eso es malo? — preguntó deseoso de que continuara. Misha se encogió de hombros y se quedó quieto — ¿De verdad me vas a dejar así? — alzó una ceja un tanto indignado.

Misha solo le sonrió —Creo que tienes razón, alguien podría vernos… — masculló mirando por la ventana que comenzaba a empañarse —Deberíamos subir. —

— ¿Me estás fastidiando, verdad? —

—No. — le quitó el seguro a las puertas y la abrió —Vamos arriba. — le sonrió condescendiente.

Noah se paso a su asiento y lo quedó mirando, esperando que le dijera que era una broma o algo parecido, pero Misha tomó sus cosas del asiento trasero y se bajó de la camioneta. Noah lo imitó y se puso la camisa. Se bajó de la camioneta y le dio un portazo al auto. Hubo una risilla casi inaudible del otro lado. Sabía que lo estaba disfrutando. Se cubrió su erección con su chaqueta por si se topaban con alguien de camino al departamento.

Adentro, Noah dio unos pasos a tientas por el departamento. Estaba todo oscuro y Misha no hizo ningún ademán de encender la luz. Tiró su chaqueta lejos de él y busco un camino para poder llegar a las escaleras.

— ¿A dónde vas? — preguntó divertido Misha en la oscuridad.

— ¿A dónde crees tú? — pudo escuchar un gruñido de Noah que se alejaba.

No le costó trabajo encontrarlo en la oscuridad. Él no conocía el lugar tan bien como él y estaba junto al sillón utilizándolo como guía para avanzar. Misha lo acorraló contra el sillón y lo tomó de las caderas.

— ¿Tienes un problema allá abajo? — besó su cuello juguetonamente.

Noah intentó apartarlo enojado, pero su caricia no hizo más que satisfacer un poco aquel dolor que lo dominaba en la entrepierna.

—Eres un maldito cabrón cuando te lo propones. — se sentó en el respaldo del sillón y rodeó a Misha con sus piernas.

Misha soltó una risa —Te lo merecías por preguntarme idioteces. — se apegó a Noah —Y por hacerme decirte que te amo. — agregó.

Noah lo tomó de la camisa y lo besó, volviendo a mordisquear sus labios como lo había hecho en el auto. Se echó hacia atrás y Misha no tuvo fuerzas suficientes para atraparlo así que se cayeron en el sillón. Noah no paraba de reír porque nunca espero que Misha lo dejara caer, pero en la oscuridad, no pudo ver el rostro de Misha por lo que había pasado.

Quedó abajo y Misha se apegó a su cuerpo sin dejar de besarlo y toquetearlo. Tuvo que recorrer el mismo camino una vez más, desabotonando y quitándole la chaqueta. Aunque ahora no había nada que ver y apreciar, todo se limitaba al tacto entre ambos. Noah hizo lo mismo y le quitó todo lo que sentía que estaba de más en Misha. Pudo sentir su cuerpo fibroso una vez más y se estremeció al sentirlo pegado al suyo.

Le arrancó los pantalones incluso antes de que Misha pensara si quiera en llegar a ese punto. Le ayudó con los suyos y pronto no había más que la oscuridad entre sus dos cuerpos desnudos. Noah volvió a rodearlo con las piernas. Estaba sediento de placer, y Misha aún se negaba a darle lo único que él deseaba. Sabía que su mini venganza aún continuaba, y que tarde o temprano le terminaría dando lo que quería, pero por lo pronto, Misha simplemente lo besaba y bajaba cada vez más, lamiéndolo y chupándolo a destajo.

—Misha… — susurró con voz ronca.

— ¿Tan pronto? — su tono de voz era tan seductor que solo le hacía ver todo mucho más excitante. Volvió a su rostro y lamió descaradamente toda su mejilla izquierda antes de besarlo e introducir su lengua buscando la suya.

Noah gimió —No me hagas esto. — rogó.

Se separó jadeante de Noah, y aunque la luz era prácticamente absoluta, Noah pudo notar que Misha lo contemplaba directamente a sus ojos, y que tenía una sonrisa irónica en sus labios. Estaba disfrutando su agonía. Llevó una de sus manos desde la cintura de Noah hasta su cuello, lo acarició en la mejilla.

—Abre la boca. — su voz áspera le hizo obedecer de inmediato.

Separó un poco sus labios y Misha introdujo dos de sus dedos. Noah los lamió hasta que Misha volvió a sacarlo y los besó cuando estuvieron en sus labios una última vez.

—Misha… — volvió a gemir de solo imaginar lo que se venía.

—Prometo que valdrá la pena. — lo besó con pasión. Cuando lo soltó le ayudó a que se diera vuelta. Noah le obedeció y a tientas buscó confort en el sillón —Así será más cómodo. — le susurró en el oído antes de morderle el lóbulo de su oreja.

Misha ya no estaba arriba de él, estaba recostado a un costado para no dejar caer su cuerpo muerto sobre él. Ambos podían sentir el frío en el lugar, y lo helado que estaba el sillón de cuero, pero con el calor que irradiaban podían olvidarse de esos detalles con facilidad. Misha recorrió la espalda de Noah con sus dedos húmedos, siguiendo exactamente el camino de su columna, haciendo vibrar en cada movimiento y cada vez que bajaba, podía sentir como el cuerpo de Noah se iba impacientando. Eso lo excitaba. Quería poseerlo, lo deseaba tanto.

Introdujo sus dedos y Noah se dobló de inmediato. Se apegó a Misha y jadeó con su piel erizada. Enredó sus piernas con las de Misha mientras él buscaba el punto exacto de placer. Los dedos de los pies de Noah se doblaban tanto como su cuerpo se movía en el sillón.

Noah apretó con fuerza sus manos contra el sillón y su cuerpo se tensó.

—Relájate. — le susurró Misha al oído.

Noah intentó contestarle, pero seguía jadeando y gimiendo mientras Misha continuaba profanando su cuerpo. Se removió cuando Misha encontró lo que buscaba y simplemente se dejó caer en el sillón. Soltó un gemido y el placer y la excitación lo recorrieron por todo su cuerpo, corriéndose al final de todo.

Misha le dio una última estocada y quitó sus dedos — ¿Te gusto? — tanteó por sobre sus cabezas y prendió una pequeña lamparita que estaba sobre una mesa junto al sillón.

Noah se dio vuelta y le sonrió satisfecho, pero aún seguía sin palabras y completamente agitado. El sudor estaba por todo su cuerpo, y lo único que pudo hacer para contestarle a Misha fue enredarse en su cuerpo y comenzar a besarlo. Misha no tardó en volver a estar arriba de Misha. El sillón era demasiado estrecho para que estuvieran acostados juntos y correspondió a cada beso y cada caricia de Noah.

— ¿Lo habíamos hecho antes? — pudo hablar al fin cuando su respiración se normalizó un poco.

—No. — siguió besándolo —Eras demasiado puritano antes para querer probar estas cosas. — lo lamió.

Noah rió —No he cambiado mucho. — le recordó.

—Lo sé. — le sonrió de regreso —Por eso es que no te pregunté si querías. — puso un brazo suyo sobre la cabeza de Noah y lo miró. Aún había deseo en su mirada. Volvió a besarlo y con la misma mano con la que le había regalado tanto placer a Noah, separó sus piernas dejándolas a un costado de las suyas. Noah lo envolvió en un abrazo y rozó su piel mientras sentía a Misha cerca de él, justo donde sus dedos habían estado hace poco.

Dio un poco de rodeo para causarle más placer y mayor ansiedad a Noah que ya no aguantaba la cercanía de sus cuerpos. Éste sostuvo su rostro entre sus manos y lo besó. Sintió cuando Misha entró en él y comenzaron las embestidas. Sin embargo, no dejó de morderlo, solo se separaba por momentos de sus labios para poder gemir y retorcerse de placer.

— ¡Dios! ¡Misha! — gritó.

Misha le sonrió socarronamente y lo besó — ¿Ahora soy tu Dios? — lo besó hasta el mentón para bajar hasta su cuello y morderlo, besarlo y chuparlo, dejándole algunas marcas que sabía que Noah odiaría por la mañana.

Noah solo apoyó la cabeza en el sillón y cerró los ojos con fuerza. Sus manos buscaron las de Misha, que jugueteaban en su torso. Entrelazaron sus dedos y Misha llevó sus manos sobre la cabeza de Noah. Sus miradas se encontraron y Misha le sonrió de una manera que Noah nunca antes lo había visto y simplemente se sintió reconfortado ahí en sus brazos.

—Misha… — susurró.

—Lo sé. — lo besó y explotaron juntos. Esta vez tampoco había habido protección, así que Noah pudo sentir como Misha lo llenaba por completo. La respiración de Noah era errática y sintió como Misha salía de su interior para recostarse a su lado — ¿Estás bien? — sintió el pecho de Noah.

—Sí. — le sonrió y se acomodó en su pecho —Creo que arruinamos tu sillón. — sintió el corazón desbocado de Misha.

Misha solo soltó una risa y lo abrazo —Si es por esto, podemos arruinar todo el condenado lugar. — lo besó en la cabeza.

— ¿Podemos quedarnos aquí? — bostezó —No creo que me queden fuerzas para subir la escaleras. — los ojos empezaron a pesarle.

—Descansa. — tomó la frazada que cubría el respaldo del sillón y se tapó junto a Noah. No supo cuando tiempo más estuvo despierto mirándolo con el reflejo de la luz sobre su cara mientras su cara comenzaba a relajarse después de haber experimentado el mejor orgasmo de su corta vida. Sus ojos le pesaron cuando ya comenzaba a asomarse el sol por las ventanas del departamento.

 

Un frío la recorrió por completo y la hizo abrir los ojos asustada. No recordaba haberse quedado dormida. Miró a su alrededor y no reconoció el lugar. Estaba en una cama grande y la luz se colaba por la ventana que estaba justo adelante. Su respiración se agitó asustada. Se destapó y se dio cuenta que aún tenía su vestido de la noche anterior. Buscó sus zapatos a los pies de la cama, pero no están por ningún lado. Caminó a tientas recorriendo la habitación, pero nada le pudo decir donde estaba exactamente.

Abrió la puerta con cuidado y se asomó asustada. Había mucha más luz en el pasillo y entrecerró los ojos para acostumbrar su vista. Un pequeño dolor comenzó a instalarse en su cabeza y resopló al recordar porque era, y se prometió que no volvería a tomar nunca más así, aunque sabía que luego lo olvidaría. Caminó por el pasillo, abrazándose para darse un poco de calor. No estaba segura, pero no sentía un real temor de estar en un lugar desconocido.

—Buenos días. — la voz de un hombre la sobresaltó por un costado cuando llegaba al final del pasillo, donde estaba la entrada del lugar.

Se volteó a mirar, pero ya había reconocido aquella voz tan feliz —Damián. — le sonrió de lado cuando lo vio.

— ¿Te desperté? — se rascó la cabeza avergonzado.

Callie negó —El frío lo hizo. — le explicó.

Damián la miró y se perdió por otro pasillo. Volvió con uno de sus cazadoras de la policía, igual al que él traía puesto —Ponte esto. — se lo tiró sin acercarse mucho a ella — ¿Dormiste bien? —

Ella asintió y miró el lugar — ¿Vives aquí? —

Él también miró el lugar —No es tan lujoso como el de Misha, pero sí. — bromeó y Callie hizo una mueca por escuchar su nombre tan temprano.

—Es lindo. — reconoció y apartó la mirada. Intentó recordar lo que había ocurrido la noche anterior y el porqué estaba ella ahí, pero no lograba hacerlo y eso comenzaba a matarla porque solo hacía que le doliera más la cabeza.

No podía haber pasado nada entre ellos dos, pensó de inmediato un poco afligida. Tenía su vestido intacto, y por el orden en la cama, solo ella había dormido ahí. Se llevó una mano a la boca y se mordisqueó una uña, nerviosa.

Damián la observó en silencio, esperando que Callie le dijera algo, o le preguntara directamente, pero sabía que estaba intentando recordarlo por su propia cuenta para no avergonzarse y avergonzarlo a él.

— ¿Todo bien? — la sacó de sus pensamientos al fin. Callie se giró hacía él y lo miró afligida —No paso nada. — intentó calmarla para que no se pusiera a llorar ahí mismo —Te traje aquí porque habías bebido mucho y no creí que fueras capaz de llegar sola hasta tu cama sin despertar a tu abuela. —

Sus palabras no hicieron más que avergonzarla y se sonrojo. De pronto recordó las doce de la noche y aquel beso que le había dado. Su cara entera se puso roja y se dio vuelta para no ver a Damián.

— ¡Oh Dios, Oh Dios! — susurró y se sentó en el sofá que había en el living — ¿Qué hice? — se tapo la cara avergonzada y comenzó a llorar.

Damián bajó la cabeza y cerró los ojos. Hacía mucho tiempo que no compartía de forma tan cercana con una mujer y ya recordaba porque, siempre lloraban y nunca decían nada. Caminó con lentitud, esperando que se recuperara sola, pero continuó llorando hasta que él se puso en cuclillas frente a ella.

—Callie. — susurró y tocó una de sus manos para que dejara de cubrirse.

—Lo siento, Damián. Lo siento mucho. — quitó sus manos y se sorbió la nariz.

Él asintió —Necesito saber de qué te estás disculpando para poder perdonarte. — dijo con sinceridad. Callie incluso llegó a odiarse más cuando él le sonrió y le mostró su perfecta dentadura y dientes blancos.

—Bebí mucho anoche. — admitió y Damián asintió con ella —No tenías que cargar conmigo. —

—Le prometí a Noah que iba a cuidarte. — ladeó un poco la cabeza —No fue ningún problema para mí. —

Le tembló la mandíbula a Callie —Pero hasta te besé. — se tapó la boca horrorizada.

Damián hizo una mueca — ¿Y beso tan mal como para que llores por eso? — arqueó una ceja.

Callie se rió por su cara y negó —No, claro que no. — tocó su mejilla y sintió la barba que comenzaba a salir —Eres una delicia, y ahora me odio incluso más, porque eres simplemente perfecto. — se mordió el labio.

— ¿Pero…? —

—No estuvo bien. — volvió a sorberse la nariz.

—Por… — hizo un ademán con la cabeza para que le contara que era lo que sucedía.

Callie tragó saliva —Por Noah. — su nombre salió casi en un hilo de voz.

Damián le sonrió de lado y le limpió una lágrima que iba rodando por su mejilla —Te gusta Noah. — lo dijo con mucha naturalidad. No lucía sorprendido ni enojado, y mucho menos dolido.

— ¡Dios! Soy un monstruo. — volvió a llorar.

—Vamos, Callie. — resopló y le dio una palmadita para que dejara de llorar —No eres la primera ni la última persona que le gusta un amigo. — intentó restarle importancia.

—Pero… — tomó una bocanada de aire —Te besé porque él no me había mirado ni una sola vez durante la noche. — meneó la cabeza arrepentida —Y siempre quise besarte. — puso los ojos en blanco —Y cuando tuve la oportunidad lo hago por los motivos incorrectos. — miró al techo completamente fuera de si.

—Tranquila. — se levantó del suelo, se sentó junto a ella y la abrazó —No estoy enfadado. Y gracias por siempre haber querido besarme. — bromeó.

—Al menos ódiame un poco. — sollozó en su hombro —Me sentiría mejor si me corrieras de tu departamento. —

Damián soltó una risa —Eso no va solucionar nada. — le animó y palmeó su espalda.

—Mi vida no tiene solución. — soltó un suspiro y la imagen de un Noah feliz junto a Misha apreció en su cabeza.

—No digas esas cosas. —

Se llevó su mano a la boca de nuevo y mordisqueó su uña —Nunca me había pasado antes. Nunca me había costado tanto trabajo ver a Noah feliz junto a Misha. — susurró —Noah me acompañó a comprarme mi vestido para la fiesta y lo sentí tan apegado a mí… — intentó explicarle —Creí que anoche iba a ser igual… Incluso cambie mi vestido porque sabía que éste le iba a gustar más que el que habíamos comprado juntos. —

—No te lo tomes personal. — le dijo contra sus cabellos y le dio un beso en la cabeza —A Noah le gustan los hombres. — intentó excusarlo —No es como si te ignorara a propósito, jamás le vas a llamar la atención de esa manera. No lo hace con la intención de lastimarte. —

—Gracias. — dijo dolida —Todo es culpa de este par. — se tocó sus pechos con su mano libre —Y por no tener nada entre las piernas. — se mordió con más fuerza la uña. Se quedó en silencio unos segundos y se despegó de Damián — ¿Tú crees que le habría gustado si le hubiesen gustado las mujeres? —

Éste se encogió de hombros —No sacas nada con lastimarte pensando en ¿“qué habría pasado sí…”? — le cortó antes de que comenzara a ilusionarse con otras posibilidades —Algún día vas a superar a Noah. —

—Llevó superándolo desde que tengo catorce. — frunció el ceño.

Damián la miró comprensivo —Cuatro años sí que es una eternidad. — levantó una ceja —Cuando aparezca alguien que valga más la pena que él, podrás dejarlo ir. —

—No creo que alguien valga más la pena que él. — sentenció.

—Aprenderás a vivir con un amor no correspondido. — insistió —Y podrás seguir con tu vida, incluso si siempre sigas amando a Noah. — se levantó del sillón y le regaló una sonrisa perfecta.

— ¿Te ha pasado? — se levantó y lo siguió por el lugar. Damián solo le sonrió con cortesía — ¿Cómo alguien pudo no corresponderte? ¡Qué zorra! — exclamó y se acomodó en una de las sillas que habían en el desayunador de la cocina.

Damián le sirvió un vaso de jugo y se tomó lo que quedaba directo de la caja —Tú me besaste y luego reconociste que solo lo hiciste por despecho. — le recordó y se encogió de hombros.

Callie se sonrojó y tomó el vaso entre sus manos —Lo siento. — murmuró. Damián se sentó frente a ella y cruzó sus brazos sobre la mesa —Eres muy lindo, Damián. Ojalá me hubiera podido enamorar de ti. —

Él la observó un momento con sus labios apretados —No digas eso, no lo hubieras pasado bien conmigo tampoco. —

— ¿Por qué? — abrió los ojos asustada —No me digas que tú… — se calló y lo miró — ¿Tú también eres gay? — hizo una mueca de dolor —Dime por favor que no estás enamorado de Misha. —

Fue el silencio más largo de su vida, y Damián solo pudo reír cuando ya no pudo contenerse en una mirada seria —Claro que no. — casi lloró de lo gracioso que había sido aquel momento.

Callie bebió un poco de jugo para pensar si quería seguir en esa pequeña conversación —Pero sí tenías a alguien a quien amabas… — pronunció más como una afirmación más que como una pregunta.

Damián solo hizo una mueca y no perdió su mirada feliz —Fue hace mucho tiempo. — admitió —No vale la pena recordar cosas del pasado. —

—El pasado es el que hace que seamos quienes somos hoy en día. — susurró antes de beber un poco más de jugo. Damián solo la contempló — ¿Era un chico o una chica? — preguntó con temor.

Damián vaciló un momento —Un chico. — respondió con la mirada perdida sobre el hombro de Callie —Se llamaba Natan… —

—Qué hermoso nombre. — dijo casi en un suspiro. La emoción por algo tan delicado que Damián le estaba contando la embargó completamente — ¿Él está…? — no pudo decir la palabra. No quería abrumar a Damián diciendo aquella palabra. Morir era demasiado definitivo.

—Está vivo. — le sonrió —Pero ya no es parte de mi vida. — le explicó y se levantó de la silla. Callie lo siguió con la mirada. Sabía que él ya no quería seguir hablando de ese tema — ¿Quieres algo de comer? —

Ella meneó la cabeza. No solía comer mucho cuando tenía resaca. Todo termina en el excusado, así que no perdía el tiempo intentando llenar su estomago —Damián… —

La miró con la puerta del refrigerado abierta — ¿Misha sabe que te gustan los hombres? —

Él arqueó una ceja confundido por la pregunta — ¿Por qué? —

Callie se encogió de hombros —Se va burlar de mí por haberte besado, y por haber tenido la ilusa esperanza de que yo te gustara. — pudo ver la sonrisa socarrona en la cara de Misha, y lejos de enfadarla, se entristeció, porque eso significaba que tampoco había logrado engañar a Noah.

—Me gustan las mujeres también. — le sonrió con empatía —Y tú me gustas Callie. — se rascó la cabeza —Y Misha lo sabe. — le guiñó un ojo y siguió buscando en el refrigerador.

Ella sonrió —Creo que se me abrió el apetito. — se removió en la silla con más optimismo.

 

Un cosquilleo lo hizo retorcerse en el sillón. Quería seguir durmiendo, pero era una sensación agradable que lo estaba trayendo a la realidad. Se removió y abrió sus ojos al fin, al sentir la nariz helada de Misha en su pecho mientras hacia un camino de besos hasta su cuello. Sonrió apenas vio sus ojos azules toparse con los suyos.

—Buenos días. — susurró somnoliento —No te sentí levantarte. — se restregó un ojo y se sentó en el sillón.

—Hola. — lo besó y le mostró una bandeja que había en la mesita de centro —Come algo. —

Noah vio la comida que había allí —Y así dices que no eres romántico. — se burló y cogió una manzana.

—No te acostumbres. — frunció el ceño —Solo lo hago para que después me dejes maltratarte sin que te quejes demasiado. — se levantó del sillón y sacó su teléfono.

— ¿Tú ya comiste? — hizo un ademán hacia la comida.

Misha asintió —No quise despertarte tan temprano. — se alejó con la mirada pegada en el celular —Por cierto. — se giró hacia Noah — ¿Tienes planes para hoy? —

Noah meditó un segundo y meneó la cabeza —Nada, ¿Por qué? ¿Tienes algún plan? — preguntó interesado y se paró del sillón, cubriendo su desnudez con la frazada.

—Todos los años almuerzo con Eugene el primero de enero. — hizo una mueca —Me llamo esta mañana para recordármelo y le dije que estabas aquí. — le explicó.

— ¿Quiere que vaya? — le dio un mordisco a la manzana.

—Se puso como loca, así que es probable que no me deje entrar si no te llevo. — resopló —Pero no tienes que venir si no quieres o no puedes. — le advirtió al ver la cara preocupada de Noah.

Éste agitó la cabeza —Claro que quiero… — intentó sonreír —Déjame llamar a Dafne a ver si tengo suerte. —

—Si quieres puedo hablar yo con ella, de seguro así te da permiso. — se burló.

Noah se rió —Si le hablas con tu voz sexy y provocativa probablemente quiera que la invites a ella a almorzar. — le siguió el juego —Y no pienso arriesgarme. —

— ¿Le dirás que estarás conmigo? — preguntó con curiosidad.

—No quiero mentirle más. — dijo exasperado —Pero tampoco me mata de la emoción decírselo. — se mordió el labio. Los tenía adoloridos e hinchados después de lo de anoche. Sintió el dolor y se rozó la boca con las yemas de los dedos.

—Solo dile si pregunta. — se encogió de hombros —Si se enoja, tenemos tiempo de huir antes de que llame a la policía. — dijo con gracia.

Noah hizo una mueca —Lo dices como si no fuera capaz de hacerlo. — se acercó a Misha y apoyó su mejilla en su pecho antes de soltar un suspiro.

Misha lo rodeó con uno de sus brazos y le dio un beso en la cabeza —No lo va hacer. — le prometió —Solo llámala y deja de torturarte. — le susurró y lo soltó —Lo peor que puede decir es que no, y aún así te llevaré conmigo o Eugene se va a cabrear conmigo. — le sonrió de lado. Noah le dio un beso antes que se terminara de alejar —Me iré a duchar. — apuntó las escaleras —Si quieres te espero allá arriba. — su sonrisa coqueta hizo que Noah se sonrojara y apartara la mirada.

Siguió comiendo su manzana para que Misha no se diera cuenta de su reacción —Deja descansar a mi trasero, por favor. — dijo cuando pudo hablar.

—Debe acostumbrarse rápido a esta vida. — respondió con ironía mientras subía las escaleras.

Noah alcanzó a fruncirle el ceño mientras subía —Claro, porque no es de tu trasero del que estamos hablando. — alzó la voz, pero solo escuchó la risa de Misha arriba.

Tomó su teléfono y se dio unas cuantas vueltas por el departamento mientras se animaba a marcar. Aprovechó de revisar sus mensajes, pero nadie le había escrito. Para su mala suerte, no había nada que se interpusiera en esa llamada. Marcó y esperó que contestara, sintiendo en cada pitido que debía colgar.

—Hola, ¿cómo estuvo la fiesta? — la voz distendida de su madre le hizo comprender de inmediato que tenía compañía.

—Genial. — contestó jocosamente — ¿Cómo lo pasaron ustedes? ¿Cómo está Teo? —

—Bien, nos quedamos acá en la casa de Clara porque se nos hizo muy tarde y Teo se durmió. — le explicó con voz delicada — ¿A qué hora llegas a la casa? —

—Hmmmm. — hizo un sonido mientras pensaba —Te llamaba por eso… — murmuró —Me invitaron almorzar y te llamaba para preguntarte si hay algún problema con eso. —

Se hizo un pequeño silencio antes de que contestara — ¿Dónde Callie? —

Sabía que podía seguir mintiéndole, pero entre más grande fueran las mentiras, más posibilidad había de que Dafne terminara por enterarse.

—No, con Misha. — dijo y cerró los ojos con fuerza, como si tuviera a su mamá delante de él y no quisiera ver su cara de enojo.

Había aprendido con el tiempo que los silencios de Dafne eran mucho más terrible que sus gritos y explosiones cuando algo le molestaba, porque al menos así se desahogaba, pero en cambio, cuando se quedaba callada significaba que en cualquier momento iba a explotar y no había forma de prever cuando fuera a suceder, por lo que su silenció era agónico.

—Está bien. — murmuró —Por la noche hablamos. Diviértete. — colgó el teléfono.

Subió a la pieza y esperó a Misha sentado en la cama. Ya eran más de la una del día y si se metía a la ducha con él, no iban a llegar a una hora muy prudente a almorzar con Eugene. Misha no se demoró mucho en aparecer. Venía distraído, secándose la cabeza con la toalla y con el resto del cuerpo desnudo. Noah le sonrió e intentó apartar la vista, pero no pudo.

—Cúbrete. — lo retó. Se levantó para ir al bañarse, pero Misha no lo dejo pasar.

—No tengo nada que no hayas visto antes. — dijo. Lo tomó por la frazada que lo cubría y la tiró al suelo —Y tú tampoco. — se relamió los labios, pero Noah se apresuró en llegar al baño antes de que Misha le corriera mano.

Se metió al agua y dejo que el calor lo recorriera. Su cuerpo se relajó de inmediato y el agua terminó por llevarse todos los indicios que podía acusarlo de lo que había pasado en la noche. Cuando cerraba los ojos para que el agua corriera por su cara, solo podía ver imágenes de Misha sobre él. Había disfrutado como nunca el orgasmo de aquella noche y estaba deseoso de volver a repetirlo.

Misha estaba terminando de abrocharse sus zapatos cuando Noah apareció cubierto con una toalla.

—No sé donde quedó mi ropa. — miró a su alrededor buscándola, pero sabía que de estar en alguna parte tenía que ser abajo.

Misha le apuntó uno de los armarios —Ahí hay ropa que es tuya. — terminó con sus zapatos y se levantó de la cama —Había olvidado decirlo, además que la mayoría de la ropa es muy formal y no te gusta mucho. — se acercó a él y le dio un beso.

Noah le sonrió. Solo había olvidado decirle —Estaré bien con mi ropa. — hizo un ademán de ir a buscarla, pero Misha no lo dejo.

—No dejaré que te vuelvas a poner ese pantalón. — le advirtió y lo acorraló —No a menos que estés aquí en el departamento. — su voz sonó en extremo posesiva —Te veías demasiado apetecible. — intentó buscar la palabra más adecuada para decirlo. Rozó su nariz por la mejilla de Noah y volvió a besarlo.

—No puedes prohibirme que ponerme. — le dio un empujón para que se alejara, pero Misha lo tomó de las muñecas y bajó sus brazos. Noah lo miró desafiante de igual forma.

Misha lo soltó y le abrió la puerta del closet que le había apuntado —Aquí también hay ropa que te va a gustar. — dijo ignorando sus palabras —Elige algo y abrígate porque hace frío. — le dio la espalda y salió de la pieza.

Noah le echó un vistazo a la ropa y se dio cuenta que Misha no le mentía. Había ropa que supo con solo mirarla que él la había elegido en algún momento. Sonrió y odio un poco a Misha mientras elegía que ponerse. Bajó unos minutos después y Misha lo esperaba con su sonrisa de superioridad al ver que Noah le había hecho caso. Le abrió la puerta y aguardó.

—Eugene nos espera. — le advirtió. Se había puesto su abrigo largo, y aunque hoy no tenía que trabajar, había vuelto a su vestimenta más formal con traje y corbata incluida.

Noah lo notó cuando paso a su lado, pero no le dijo nada al respecto. Solo frunció el ceño cuando vio su sonrisa de superioridad —Me voy a vengar por esto. — le susurró cuando paso a su lado y le indicó la ropa. Misha solo asintió aceptando su advertencia y cerró la puerta.

No tardaron mucho en llegar al café de Eugene. Habían tomado el otro auto de Misha, el que Noah ni siquiera era capaz de recordar la marca. Le gustaba la camioneta, pero Misha ni siquiera le explicó porque no podían ir en ella, simplemente lo subió a ese auto que parecía una cajita de fósforos y cuando intentó saber el motivo de porque no podían usar la camioneta, Misha simplemente respondió con un “porque no”. Tuvieron que entrar por un costado porque el local estaba cerrado. Eugene vivía justo arriba de su café.

— ¿Vive sola? — preguntó nervioso mientras subían las escaleras. Misha asintió y le indicó el camino cuando llegaron a un pasillo en el segundo piso. Golpeó una sola vez la puerta y no tardó en aparecer Eugene.

—Pasen, pasen. — corrió adentro del departamento apenas sonriéndoles —Esto está a punto. — les gritó. Noah entró primero y siguió la voz de Eugene, encontrándola en la cocina —Pasa, voy enseguida a saludarlos. — le apuntó para que siguiera caminando. Ella continuó enfocada en la cocina. Misha pasó por la puerta de la cocina y también se detuvo —Hola, cariño. — le sonrió —Ve con Noah. — le hizo un gesto para que avanzara.

Noah estaba curioseando el pequeño departamento. El living y comedor eran prácticamente uno por lo pequeño que era, pero eso no impidió que la decoración fuera excesiva. Probablemente no había un solo rincón de la casa que no tuviera algún adorno, por muy pequeño que fuera. Al fondo, había una ventana de pared a pared y daba vista hacia la calle donde habían estacionado el auto. Se acercó y rozó con una de sus manos los visillos mirando hacia la calle.

—Ya habías estado aquí. — le dijo Misha desde la entrada.

Noah continuó mirando por la ventana. Sentía que esa vista ya la conocía. Se sintió completamente embelesado cuando miró esa habitación llena de pequeños adornos y aquella vista en particular. Se dio la vuelta emocionado y miró a Misha —Hace unos días hice un dibujo para presentar en la Universidad. — le contó —Dibujé este lugar… — susurró bajito porque la emoción lo estaba consumiendo.

—Tarde o temprano volverán tus recuerdos. —

—Eso espero. — admitió.

Eugene apareció soltando un gran suspiro —Discúlpenme, pero si no estaba atenta a la cocina nos íbamos a quedar sin almuerzo. — se excuso dándole un abrazo a Misha, que fue a quien tuvo más a mano —No saben lo feliz que estoy de que hayan venido los dos. — le dio un beso antes de soltarlo —Ven aquí. — caminó la mitad del trayecto y Noah hizo el resto para llegar a su lado —Cada vez que te veo encuentro que estás más lindo. — lo tomó de ambas mejillas y no pudo evitar apretarlas un poco — ¿Cómo estás? — le dio un beso y lo abrazó.

—Bien, gracias. — le dio unas palmaditas cuando lo apretujó contra ella — ¿Y usted? —

—Feliz. — lo soltó y volvió a sonreírle —Y puedes tutearme. — lo animó —No soy la mamá de Misha después de todo. No tienes que impresionarme. — lo miró de reojo a Misha y pudo ver sus ojos en blanco — ¿Y por qué se tardaron tanto en llegar? — lo invitó a sentarse con un seña con la mano — ¿Tuvieron una noche movida? — levantó una ceja y miró inquisitivamente a Noah, quien no supo que decir y solo se mordió su labio.

Misha se atragantó con su propia saliva —Eugene. — siseó, haciéndola removerse en el sillón.

Ella soltó una risotada sonora y le dio otro apretón a le mejilla de Noah —No tienes que contestarme, tranquilo. — sonrió y se volteó a Misha  para que no se fuera a enojar por sus preguntas —Vamos, ven a sentarte. — meneó la cabeza animadamente y volvió a mirar a Noah — ¿Te gusta la Fasolada? — preguntó.

Noah se frotó las manos y asintió —Me encanta, y con este frío me gusta aún más. — pensó en el plato de sopa.

— ¿Y la Musaca? — aguardó con una mirada anhelante.

—También, Dafne siempre lo preparaba cuando era pequeño. — le contó. Y Eugene sonrió al estar segura que había acertado con su menú.

—Misha no me dijo con tiempo que ibas a estar con él, así que simplemente preparé algo que sabía que le gustaría a él. — dijo y ambos lo miraron sentado frente a ellos.

Misha los miró con seriedad —Gracias por recordar que yo también estoy aquí. — dijo con desdén.

Eugene se rió —Siempre tan celoso. — lo molestó para que se enojara más —Pero es tu culpa por tener un novio tan lindo y querible. — abrazó a Noah —Y él si me deja apretujarlo y pellizcarlo. —

—Solo porque no se atreve a decirte lo contrario. — levantó una ceja desafiante.

—No es cierto. — se defendió Noah con la voz ahogada.

Eugene volvió apretar a Noah —No importa. — se encogió de hombros —Lo aprovecharé hasta que se atreva a decirme lo contrario. —

El almuerzo fue tranquilo. Eugene dejó de molestar a Misha durante la comida y se interesó más en saber más del que consideraba su hijo, pero aunque ella intentó con todas sus fuerzas, Misha se limitó a hablar de su trabajo como si estuviera hablando de cualquier otra banalidad. Noah no sabía si era por él, o si siempre se limitaba a decirle tan poco a ella también. Así que pronto ella perdió el interés y comenzó con sus preguntas a Noah.

Noah sintió algo parecido a una experiencia religiosa con la Musaca de Eugene. Hacía mucho que no lo comía, pero la de ella no tenía ni la más mínima comparación a la de su mamá. La Musaca era una especie de lasaña que utilizaba berenjenas en lugar de la pasta que separa en capas el platillo, y no creía que Dafne la hiciera de esa manera. Así que comió en silencio y disfrutó cada bocado mientras Misha y Eugene seguían con sus encontrones. Él continuaba siendo muy rebelde, y ella intentaba de alguna manera un poco sicodélica, que él le asegurara que no estaba haciendo nada estúpido con su vida.

— ¿Vivió Misha aquí alguna vez? — preguntó Noah cuando notó que el ambiente se había puesto un poco tenso entre ellos dos.

Eugene siguió siendo igual de encantadora, pero la mirada furtiva de Misha le indicaba que estaba enojado por algo que él no había notado por estar distraído comiendo.

—No, nunca quiso quedarse aquí. — le confesó Eugene jugueteando con su comida —Yo sabía que él no tenía un hogar fijo, pero aún así, siempre fue demasiado orgulloso para que yo le ofreciera más que al resto. — le sonrió con ironía a Misha.

Noah le sonrió con cariño a Misha —Tal vez ya me lo contaron antes, pero ¿cómo se conocieron? — los miró con curiosidad.

Misha resopló y bajó la mirada a su comida. Eugene pareció animarse más con la pregunta y le tocó el brazo para que le pusiera atención —Yo te cuento. — dijo entusiasmada. Noah asintió a la espera —Por aquel entonces, en mi café estábamos probando algo novedoso para poder ayudar a la gente que vive en la calle y que a veces ni siquiera tiene para comprarse un café en los días más helados. — comentó, Noah la observaba atento a sus palabras sin despegar la vista de ella —Estábamos probando esto de los cafés pendientes. — le explicó —La gente viene al café y compra lo que quiere consumir, pero además, pagas cafés pendientes. —

— ¿Misha vino por un café pendiente? — preguntó sorprendido.

Eugene asintió —En ese entonces Misha vivía en las calles, nada parecido a como lo ves ahora, y… —

Misha carraspeó y la hizo callar —Seguí viniendo a su café hasta que ya pude pagarlos por mi cuenta. — murmuró con el ceño fruncido.

— ¿Por qué te enojas? Podrías habérmelo contado tú y así no sería un secreto de estado. — le recriminó Noah sin alzar la voz. Estaba sosegado, pero Misha de igual forma se sorprendió por sus palabras. Volvió a mirar a Eugene — ¿Y que lo hizo diferente de los demás? — siguió interesado por su historia.

—Venía más seguido que los demás y se quedaba más tiempo que los otros. — le explicó —Y un día se metió en problemas, se lo llevaron detenido y fue a mí a quien acudió para que lo sacara de la cárcel y no lo mandaran a un hogar. Sabía que podía confiar en mí y yo intenté no fallarle. —

—Eras un chico malo. — se burló Noah.

Eugene rió con Noah —Aún lo es. — admitió con pesar —Se busco un buen empleo con eso del arte, pero sé que no ha dejado esa mala vida de las calles aún. —

Noah se sorprendió con las palabras de Eugene, ni siquiera fue capaz de contestar a lo que había dicho. Lo único que pudo adivinar en ese momento fue la irá de Misha por lo que ella había contado. En cuanto se dio cuenta de que estaba hablando cosas que él no sabía, comprendió que él se iba a enojar. Lo miró de reojo y lo vio golpear la mesa al levantarse hecho una furia. Noah quiso levantarse para seguirlo, pero Eugene le apretó el brazo y negó con la cabeza, levantándose ella y siguiéndolo por el pasillo hasta la cocina. Noah vio toda esa escena como si fuera en cámara lenta, como si su cerebro estuviera tratando de procesarla, pero éste no estuviera funcionando bien por culpa de una sobre carga en su trabajo. Podía sentir un pitido en sus oídos y escuchaba todo lejano. Miró la mesa servida y los platos a medio comer y volvió a posar su vista en el pasillo hasta que sus oídos comenzaron a funcionar otra vez y pareció que todo volvía a la velocidad adecuada otra vez.

Misha apreció primero, estaba más sosegado — ¿Estás bien? — se detuvo antes de llegar a la mesa. Vio a Noah que estaba con la mirada un poco perdida y completamente blanco —Noah. — lo llamó, pero no le contestó.

— ¿Le pasa algo malo? — preguntó Eugene tras él, un poco más asustada.

—No lo sé. — rodeó la mesa y se puso en cuclillas frente a él —Noah. — lo volvió a llamar y tocó su mano.

El contacto le hizo reaccionar y lo miró —Estoy bien. — pero continuó pálido un rato más —No peleen por favor. — susurró un poco agotado.

—Lo siento. — se disculpó Misha.

Noah aceptó su disculpa con una sonrisa —Me duele un poco la cabeza. — admitió tocándose la cabeza con su mano.

—Si quieres puedes ir a recostarte en mi cama. — ofreció preocupada.

Misha no esperó que Noah le contestara y lo tomó entre sus brazos. Parecía un cuerpo inerte y si fuerza. Su brazo cayó flácido y su cabeza se apoyó sobre su hombro sin ninguna otra posibilidad. No era capaz de cargar con su cuerpo en ese momento. Misha empujó la puerta con su pie y llegó hasta la pieza de Eugene. Lo recostó en la cama y lo tapó con un edredón que había a los pies de ésta.

—No te vayas. — rogó antes de que Misha pensara si quiera en salir de ahí.

Le acarició la mejilla y le acomodó unos mechones de cabello para poder mirarlo mejor —Te iba a contar todo lo que ella dijo… — su voz salió con torpeza y con cierta desesperación.

Noah meneó la cabeza —No importa. — tomó la mano de Misha y la acomodó bajo su mejilla para descansar un poco. Cerró los ojos y suspiró —No necesitas contármelo todo. — susurró —Pero no te metas en problemas. — mantuvo los ojos cerrados.

Misha se agachó y le dio un beso en la sien —Gracias… — 

Notas finales:

Que tal? Mejoro un poco?? :P!

Sanbie!!!!! Espero tu opinión! :D

Nos vemosssssssss!


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