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Almas en Silencio por Amii

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Notas del capitulo:

Estimados lectores de Almas en Silencio,

 

En esta oportunidad lamento informarles que no habrá capi por esta semana (ni las siguientes 3)...al menos no subidos directamente por Amii jejeje. En esta ocasión yo solo soy una pobre mortal, amiga de su escritora favorita, que quiere hacer su buena acción de vida y que, por lo mismo, estaré actualizando semanalmente (solo si a Jebus le apetece) para que ustedes puedan disfrutar de su lectura.

Para quien se pregunte por lo que le pasó a Amii, no se preocupe, ella está bien, disfrutando de unas lindas vacaciones con 3 grados bajo cero por ahí en el fin del mundo. Llegará sana y salva, os lo aseguro (porque ella es inmortal...en serio).

Finalmente, y para dejar de aburrirles, me remitiré directamente a lo que ella tiene dicho para ustedes:

1. Ella les manda saludos desde su iglú.

2. Pide perdón por la demora, pero como muy bien dicen, más vale tarde que nunca.

3. Dice que disfruten el cap.

 

Y mi favorita:

4. Dice que ¡Al que no deje review les llegará unos cuantos latigazos desde el fin del mundo, de su trineo y todo!.

 

Bien, para dejar de estorbar, ¡acá el capi para ustedes!. ¡Disfrútenlo!.

“Si revelas tus secretos al viento no le eches la culpa al viento por revelárselos a los árboles…”

 

Un aguacero despertó esa mañana a los ciudadanos de Atenas. Noah había regresado a clases hacía una semana ya, y era su primer día en su trabajo con Eugene. Miraba por la ventana de su sala, sin poder creer la mala jugada que le estaba haciendo el clima ese día.

Callie se paró tras él. La reconoció por su perfume antes de que esta hablase y se giró para sonreírle.

— ¿Un mal día para comenzar a trabajar? — hizo una mueca y dejó su bolso sobre su pupitre. No estaba contenta con el trabajo de Noah, porque la estaba abandonando completamente. Siempre había trabajado juntos y ahora ni siquiera la había considerado para aceptar un trabajo en el cual no había espacio para ella. Así que esa lluvia no era mala suerte, o un mal día, era simplemente el karma.

Noah le devolvió la expresión —Puedo notar por tu cara que te preocupa mucho que tenga que ir a trabajar con esta lluvia. — se burló.

—Creo que cada cual obtiene lo que merece en la vida. — se sentó en su lugar y entrelazó sus manos sobre la mesa.

Aun faltaba un poco para el inicio de las clases, y seguían llegando compañeros completamente empapados. Noah se distrajo mirándolos un momento. Iba a terminar resfriado en el primer día.

—Seguiré trabajando contigo en la banquetera los fines de semana. — intentó calmarla —Si es que nos llaman. —

—Más te vale. — le advirtió con el mismo tono herido. Aunque Noah sabía que simplemente estaba fingiendo. Necesitaba una razón para estar cabreada con él y simplemente la había encontrado. Pero esa mañana no estaba de ánimos para ahondar en sus dramas existenciales — ¿Tú mamá ya lo sabe? —

Noah la miró —Si, y extrañamente estuvo de acuerdo. Incluso pude ver una sonrisa en sus labios cuando le conté. — contó pensativo —Incluso le conté que era con Eugene, y fue gracias a Misha que lo encontré, pero estuvo de acuerdo. —

—Qué extraño, pero supongo que eso es bueno, ¿no? — le animo con una sonrisa.

—Hasta me dio un beso en la frente. — se miraron extrañados y luego soltaron una carcajada al imaginar la acción. Aunque estaba enojada, no podía dejar de preocuparse por él.

Su profesor de inglés llegó pasada la hora de inicio, para darle tiempo a todos se llegar y poder secarse un poco. Pero desde ahí comenzó la larga mañana para Noah.

Durante la mañana Callie prefirió la compañía de sus amigas sobre la de Noah. Una actitud bastante infantil para el gusto de Noah; sobre todo, considerando que Noah no tenía ya muchas amistades en ese lugar. Tenía conocidos, sí, pero los amigos que alguna vez tuvo ya no lo eran más. Antes era parte del equipo de basquetbol, y pasaba mucho tiempo practicando así que había sido inevitable hacer amistad con todos sus compañeros; además, Noah era una persona amistosa así que no había sido difícil. Sin embargo, cuando decidió dejar el equipo, ya no tenía mucho en común con lo demás, y dejaron de frecuentarse. Cuando ya no sintieron más pena por lo que le sucedía a Noah, simplemente olvidaron que existía y se limitaban a saludarlo y sonreírle cuando lo veía pasar.

También había un grupo de alumnos, lo menos en realidad, que lo miraban con mucha extrañeza. Noah sabía a qué se debía esa mirada, pero prefería pretender que solo eran imaginaciones suyas. Incluso para esas fechas aun existía gente que miraba de una forma diferente a los gays. Podía sentir el odio en su nuca cuando se volteaban a mirarlo, pero no le importaban mayormente. Por lo general Callie le ayudaba a distraerse y era ella misma la que los ahuyentaba con miradas de odio, pero hoy estaba solo, y por alguna razón se sentía vulnerable.

El resto del día fue igual. Callie se acercaba para él para cosas puntuales. Era su forma de decirle que no estaba enfadada, porque de estarlo ni siquiera le habría dirigido la palabra. Simplemente era su forma de decirle que estaba desilusionada y molesta, lo cual para ella no era lo mismo que estar enojada. Jamás podría entenderla del todo. Ella era todo un teorema.

Cuando terminaron las clases, Noah no la esperó como de costumbre. Simplemente tomó sus cosas y salió de la sala. Él estaba más cerca de la puerta, mientras ella se sentaba hasta el otro lado junto a los ventanales. Caminó con paso tranquilo mientras todos murmuraban y caminaban a la salida. Aun tenía tiempo para comer algo y luego irse a trabajar. Aunque con la lluvia iba a ser difícil encontrar un lugar para comer. Todo iba a estar repleto ya que las terrazas no iban a estar funcionando en los locales. Sintió unos pasos avanzar a toda prisa atrás de él mientras pensaba que iba a comer. Sintió un tirón en su brazo con el que llevaba la mano en el bolsillo.

— ¿No te despides? — preguntó Callie deteniéndolo.

Noah la miró incrédulo.

Ella apuntó a las chicas que la esperaban más atrás —Iré con ellas a casa. El papá de Stella nos llevará en auto a nuestras casas. — se puso en puntillas y le dio un beso en la mejilla —Suerte en tu primer día. — le sonrió como de costumbre —Me cuentas como te fue. —

—Mañana. — le prometió.

—Cierto, no tienes celular. — recordó de mala gana —Dile a Misha que se dé prisa y te compre uno nuevo. — le dio un apretón en el brazo y volvió sobre sus pasos. Le hizo un gesto más con la mano y se perdió con sus amigas.

Jamás iba a cambiar, pensó Noah mientras continuaba con su camino. Se puso la capucha de su chaqueta y se acomodó su mochila. En la salida se generaba un poco de atochamiento por culpa de los que no se largaban nunca a sus casas y por aquellos que venían a esperar a algunos alumnos; pero Noah notó que había un poco más de bulla de la normal, y todas las miradas estaban acaparadas en la misma dirección. La curiosidad pudo más que las ganas de comer o de no empaparse, así que se escabulló entre la gente hasta que llegó a la calle.

Todo el asunto era por un auto. Noah se sintió un poco decepcionado por el motivo. Era un BMW deportivo y un sujeto bajo un paraguas estaba parado frente a él mirando inquietamente a los alumnos que salían. Su mirada se detuvo en Noah un momento y alejó un poco el paraguas de su vista. Estaba intentando reconocerlo.

Noah miró inquieto hacia atrás.

— ¿Noah? — lo llamó cuando creyó que éste se iba. El sujeto se acercó y la gente se dispersó.

Éste asintió y lo miró confundido. No tenía puta idea de quién era. Jamás lo había visto, o al menos no que él recordara, lo que podría ser muy probable.

— ¿Hola? — lo saludó inseguro con una sonrisa de lado.

—Hola. — le sonrió de vuelta. El sujeto le sacaba varias cabezas, así que Noah tuvo que levantar la mirada para mirarlo cuando se acercó y lo cubrió con su paraguas. Era muy corpulento y su piel se veía bastante bronceada para ser pleno invierno —Soy Dylan, trabajo con Misha. — le extendió su mano libre.

Por alguna razón, nombrar a Misha le hizo bajar la guardia, pero aún así, esa sonrisa no le había gustado para nada.

— ¿Nos conocíamos? — preguntó con cierta timidez.

Dylan se encogió de hombros —Nos habíamos visto un par de veces, pero tranquilo, se lo de tu accidente. — lo calmó.

Noah miró a su alrededor — ¿Y qué haces aquí? —

—Te buscaba a ti. — miró al colegio —Pero me costó encontrarte con esa chaqueta y el gorro. — volvió a sonreír.

— ¿Paso algo? ¿Le paso algo a Misha? — su corazón se desbocó. La única razón por la que él pudiera estar buscándolo era porque algo malo le había pasado, y todas las posibilidades más horribles cruzaron su mente en cuestión de segundos.

Dylan negó —No exactamente, pero podría ser… — murmuró y bajó la mirada —Justamente por eso quería hablar contigo. Sé que tú podrás ayudarlo mejor que yo. —

La mirada de Noah se descompuso.

— ¿Podríamos hablar en otro lugar? — apuntó el auto —En alguno un poco más seco tal vez. — dijo asqueado del agua.

No dudo en subirse al auto de un completo desconocido. Quería, necesitaba saber que le ocurría a Misha, y si era posible conocerlo un poco más de paso. Dylan le abrió la puerta y se subió deprisa al auto. Se sintió un poco incomodo al subirse, además de atrapado por lo bajo y pequeño que era el auto. Él prefería los autos más grandes, como la camioneta de Misha, pero al menos era rápido y luego llegaron hasta su destino.

Se detuvo afuera de una fuente de soda. Noah miró por la ventana mojada.

—Tengo que trabajar en un rato más. — le advirtió indeciso de bajarse.

—No será mucho el tiempo que te quitare. — le prometió y se apeó.

Noah lo imitó y corrió a resguardarse bajo el techo del local. Parecía que se fuera a caer el cielo con la fuerza de la lluvia. No se demoraron estar sentado en una de las mesas, rodeados de muchas otras personas, lo cual lo hizo sentir más cómodo.

— ¿Hace cuanto que conoces a Misha? — se cruzó de brazos sobre la mesa. No quería demostrarle al compañero de Misha que sentía algún temor por estar sentado frente a un extraño.

Él pareció meditar la pregunta, sin quitarle de encima la mirada —Misha lleva ya un par de años trabajando conmigo. Yo ya estaba ahí cuando él llegó, pero creo que ya van a ser cuatro años. — respondió pensativo.

—Él nunca te mencionó. — admitió jugando con una servilleta —Bueno, él no habla mucho de su trabajo tampoco. —

Dylan asintió —Él es bastante reservado. — concluyó.

Noah suspiró. No era el único que pensaba así de Misha — ¿Y qué es lo que le sucede? ¿Por qué necesitas hablar conmigo? — intentó no desviarse del tema.

—Esperemos que nos traigan la comida. — le rogó —Lo menos que puedo hacer por el novio de mi compañero es invitarlo a almorzar cuando le estoy robando su tiempo. —

Lo miró agradecido y miró por sobre su gran hombro para estar atento a la comida. Llegó pronto y antes de que Dylan pudiera echarse el primer trozo a la boca, la mirada inquisitiva de Noah lo detuvo y lo hizo suspirar bajando su tenedor.

 — ¿Qué pasa con Misha? — insistió.

Dylan carraspeó y empuñó su mano libre sobre la mesa —Es difícil tener que decírtelo a ti, Noah; pero Misha no me ha dejado otra opción. — confesó angustiado —Él está metido en problemas muy grandes. —

— ¿Qué tipo de problemas? — levantó una ceja — ¿Qué problemas podría tener con el trabajo que tiene? — soltó una pequeña carcajada —Trabajar con arte es a prueba de problemas. —

—Supongo que no te ha comentado mucho de lo que hace. — se mordió el labio complicado, como si no quisiera seguir hablando del tema —Tal vez no sea correcto que te lo diga después de todo. —

Noah se alarmó y se enderezó en su silla —No, si Misha tiene algún problema dímelo. — le rogó angustiado.

—Es verdad que Misha trabaja buscando y vendiendo cuadros y todo tipo de obras de arte, pero… — levantó la vista e hizo un chequeo completo antes de volver a dirigirse a Noah — ¿Te ha dicho para quien hace todo eso? ¿Para quién trabaja? —

Lo medito un segundo, pero no, nunca lo había dicho y él tampoco se lo había preguntado. No creyó que fuera relevante algo como eso —No lo dijo… — se sintió atrapado con esa pregunta.

Dylan se enderezó y se acercó un poco a Noah, haciéndole un gesto con la mano para que se acercara —Trabaja para Fedro Waldorff. — esperó la reacción de Noah, pero nunca llegó.

Sabía que había escuchado antes ese nombre… pero no sabía dónde. Desvió la mirada a la mesa y buscó en sus recuerdos.

— ¿No sabes quién es? — volvió al respaldo un poco decepcionado — ¿A caso no ves noticias? — su voz sonaba dura y su ceño estaba un poco fruncido. Noah también se enderezó y lo miró asustado —Lo siento. — dijo con tan solo ver su cara.

Y antes que Dylan se lo tuviera que decir lo recordó. Justo la noche en que se encontró con Misha por segunda vez robaron la galería de arte en la que se habían visto, y en las noticias habían dicho que el atraco se le estaba adjudicando a Fedro Waldorff, un conocido mafioso en la ciudad.

— ¿Tú también trabajas para él? — no supo que más decir.

—Solo soy el chofer. — le explicó —Pero Misha está metido hasta el cuello con él. —

Misha trabajaba para un mafioso, eso era lo único que podía pensar y su mente lo repetía una y otra vez por miedo a que se le fuera a olvidar.

— ¿Roba cosas para él? — su decepción se notó en su cara cuando lo preguntó.

Dylan asintió —Pero eso es lo que menos debe preocuparte ahora. — reconoció —Fedro lo está llevando a negocios mucho más peligrosos, y la verdad es que temo por la vida de Misha. —

— ¿Por qué? ¿Qué clases de negocios? — levantó una ceja.

—Misha es un tipo inteligente y eso le gusta a Fedro, pero no creo que tenga la talla de un asesino y es justamente en lo que lo quieren convertir. — levantó las cejas —Sin mencionarte todo el asunto de tráfico de drogas, de personas, de armas… de todo lo que tú puedas imaginar. —

Noah solo pudo tragar para procesar la información — ¿Y él aceptó hacer todo eso? —

—Lo está pensando… — admitió.

Su cara se desencajo. Se levantó de la mesa y tomó su chaqueta —Lo siento, debo irme. — y salió corriendo por entremedio de la gente. Dylan intentó alcanzarlo, pero le costó más trabajo pasar entre las mesas y cuando llegó a la calle, Noah se había perdido.

 

Llegó todo sudado y empapado al café de Eugene. Abrió la puerta con violencia y solo cuando estuvo adentro y sintió el calor del lugar, se detuvo a descansar. Tuvo que poner sus manos en sus rodillas y respirar profundo mientras su corazón se calmaba y sus pulmones recibían el oxigeno que necesitaban. Uno de los camareros lo reconoció y se acercó.

—No creí nunca ver a alguien tan emocionado de venir a su primer día de trabajo. — lo molestó.

Noah levantó la vista y le sonrió de lado. Era el mismo sujeto que Misha le había dicho que no tenía porque recordar su nombre. Le estiró la mano y se la estrechó.

— ¿Tú eres…? — preguntó apenado.

El chico asintió al recordarlo —Cierto… — se limpió la mano y se la estrechó —Me llamo Enea. —

—Un gusto. — se volvió a incorporar y pudo mirar mejor el lugar. No había mucha gente y los pocos que habían estaban concentrados en conversaciones o en algún libro o diario.

—Ven, te presentaré a los otros antes de que este lugar se llene. — lo guió por un pasillo de mesas hasta el mostrador donde solía estar Eugene, pero estaba vació. Caminó un poco más allá hasta una puerta que abría a ambos lados, donde estaba la cocina.

Había una pequeña mesa donde comenzaba la cocina y ahí estaban sentados dos sujetos vestidos igual a Enea. El primero que los vio se levantó en el acto.

—Noah. — le sonrió —Soy Lucas. — le tendió la mano. No necesito recordarle que no se acordaba de él para su gran alivio.

—Y este sujeto es Elián. — Enea le tocó el hombro para que se diera vuelta. Era exactamente igual a Enea. Noah los tuvo que mirar a los dos por unos segundos —Somos gemelos. — dijo antes que Noah lo preguntara.

— ¿Qué tal Noah? — le tendió la mano —Cuando Eugene nos dijo que ibas a trabajar aquí creímos que era una broma. — movió la silla para no darles la espalda.

— ¿Por qué? — los miró a todos inquisitivamente.

Lucas se encogió de hombros —No creímos que a Misha le fuera a causar mucha gracia. —

Noah sonrió. Era celoso, pero no sabía que tanto como para que todos se dieran cuenta.

—Pero Eugene esta aquí, y él confía en ella. — les explicó.

—Pero no confía en nosotros. — la voz juguetona de Elián los hizo reír a los tres.

La puerta de la cocina volvió a abrirse.

— ¿Qué hacen todos aquí? — la voz de Eugene los hizo moverse a todos —Hay gente al otro lado. — les dejo la puerta para que se fueran a trabajar. Su tono era distinto al que Noah estaba acostumbrado y su seriedad lo asustó un poco —Hola, cariño. — se suavizó en cuanto los tres se perdieron al otro lado —No me di cuenta que habías llegado. — miró la hora en su reloj —Aun te quedan unos minutos. —

Noah le dio un beso en la mejilla.

—Atrás hay unos vestidores. — le apuntó un pasillo —Allá deje tu uniforme para que te cambies. — le sonrió.

—Gracias Eugene. — le sonrió, pero de inmediato se le vino a la mente lo que le había dicho Dylan. Ella era la única que podía saberlo junto con Damián, pero sin su teléfono ella iba siendo su única opción para indagar — ¿Puedo hacerte una pregunta? — se mordió el labio.

Ella asintió y aguardó expectante.

—Por casualidad… ¿tú sabes para quien trabaja Misha? — su esperanza era mínima. Porque entendía que tampoco se lo iba a decir fácilmente.

Eugene ladeó un poco la cabeza y suspiró —Él no habla esas cosas conmigo. — admitió apenada —Debo saber lo mismo o menos que tú. — le acarició la mejilla — ¿Por qué? —

No podía decírselo, no podía preocuparla de Misha había decidido no hacerlo.

—Solo curiosidad. — mintió.

Ella hizo el ademán de volver al otro lado, pero se giró antes de empujar la puerta —Ya que me lo recuerdas, Misha llamó hace un rato y me dijo que iba a venir por ti. — le sonrió —Dijo que llovía mucho para que te fueras solo a casa. —

Noah asintió. Claro que vendría por él. Al menos tendría la oportunidad de preguntarle que estaba sucediendo.

—Gracias a ti comenzará a venir más seguido a verme. —

—Me alegro poder ayudar. — dijo.

—Ve a cambiarte ahora y te espero en el mesón para explicarte algunas cosas básicas, el resto te lo dirán los muchachos o lo aprenderás con la práctica. — lo animo antes de volver a su lugar.

 

Fue una tarde larga, muy larga. Cuando la afluencia comenzó a bajar, Noah sintió que su vida comenzaba otra vez. Nunca imagino que aquel lugar se llenara de esa manera, y pese a que los otros tres eran rapidísimos, no daban abasto para tanta gente. Además, a Noah le basto solo una tarde de trabajo para comprender la risa burlona de Misha cuando le contó que iba a trabajar ahí. Eugene simplemente se transformaba cuando trabajaba y gritaba y retaba a todo su personal para que atendieran a todos los clientes. Ella notaba cualquier error, y la lentitud la hacía ponerse de peor humor. Noah lo aprendió de la peor forma.

Enea le dio un apretón de hombros cuando vio todo su sector desocupado o completamente atendido. Solo tenía que esperar a que llegara alguien más o que los que estaban se quisieran ir, pero en realidad solo quería sentarse y no levantarse más. Eugene ya había bajado la guardia y se entretenía junto a la caja registradora con una sopa de letras.

—Ve a descansar un rato atrás si quieres. — le ofreció Luca —Yo me encargo de tus mesas. —

Noah resopló y puso sus manos en su cintura —No, yo puedo. — le agradeció con una sonrisa. Había trabajado en una banquetera por mucho tiempo y el único error que había cometido ahí había sido tirarle la bandeja encima a Misha, así que en realidad podía con eso.

Misha llegó pasadas las ocho y media. Había poca gente y solo Enea estaba atendiendo clientes junto a Noah cuando llego. Lucas y Elián habían vuelto donde parecía acostumbraban a estar, en la cocina. Se dirigió hacia Eugene para no interrumpir a Noah, pero por su mirada, éste pudo ver que no estaba de buen humor, y que si hubiera podido elegir otro lugar para estar, ese sería su cama.

Terminó de entregar la orden y se apuró en llegar al mesón.

—Hola. — llegó a toda prisa y chocó con el cuerpo cansado de Misha antes de besarlo — ¿Cómo estás? —

Misha le respondió con la mirada y levantó una bolsa que traía en sus manos —Lo que te prometí. —

Noah cogió la bolsa y hurgueteó. Había una cajita pequeña adentro —No tenías que comprarme este. — digo impresionado cuando vio el iPhone —Me bastaba uno que pudiera hacer y recibir llamabas. —

— ¿Y correr el riesgo de que un vejestorio así se te eche a perder? Este tiene garantía de por vida. — lo apuntó —Además, es igual al mío. — lo sacó de su bolsillo —Y podemos sincronizarnos. —

— ¿Cómo esos pack unidos de las parejas? — le sonrió emocionado.

—No, puedo sincronizarlo con todos los que sean de esta marca. — hizo una mueca.

Noah le hizo una mueca —Eres experto arruinando momentos románticos. —

Misha sonrió como si le hubiera hecho un cumplido — ¿A qué hora sales? — lo miró a él y después a Eugene.

—A las nueve. — dijo ella.

— ¿No puede irse antes? — se apoyó en el mesón y la miró agotado.

—No. — dijo ella divertida. Era la primera vez que tenía el poder sobre él desde hacía ya mucho tiempo y le encantaba.

Misha frunció el ceño —Son solo unos minutos. — se quejó.

—Alcanzas a beberte un café conmigo mientras Noah termina de atender sus mesas. — lo miró de reojo. Noah había vuelto a trabajar.

No creía que el trabajo de Noah fuera a convertirse en una tortura para él. Creía que llegando iba a ver a Noah agotado, pidiendo piedad para que le dieran un respiro, pero se veía tranquilo y contento con sus compañeros. Lo que hizo que Enea se terminara de ganar su odio incomprensible.

Para las nueve Misha ya se había bebido un par de expresos para no quedarse dormido sobre la mesa. Eugene le hablaba de un par de cosas que no era capaz de comprender. Estaba demasiado cansado, irritado y estresado como para prestarle atención. Su cuerpo lentamente se comenzaba apagar y no iba a usar la poca energía que le queda en trivialidades de su café.

Noah apareció listo para irse. Se había cambiado y traía su mochila consigo.

— ¿Necesitas ayuda para cerrar? — preguntó Misha antes de levantarse.

—No, hoy se queda Luca a ayudarme. — le animó para que se fueran —Nos vemos mañana. — le dio un beso en la mejilla a cada uno y volvió a sus cosas sin mirarlos partir.

—Te ves fatal hoy día. — dijo Noah. Se subió al Aston Martin y miró con curiosidad a Misha.

—No fue un buen día. — admitió partiendo el auto.

Noah contempló el auto. Misha no tenía ganas de conversar y no estaba seguro de contarle lo que había pasado. Quería saber la verdad, pero en el estado que estaba Misha, solo iba a ganarse que éste le gritara y lo hiciera caminar el resto del camino bajo la lluvia.

— ¿Tienes que ir a trabajar en este auto? —

—Algo así. — contestó —Este auto era de mi papá. Lo encontré en el estacionamiento del departamento. Lo mande arreglar y sí, lo uso para trabajar. —

—La camioneta es más cómoda. — rezongó.

Misha asintió —Pero este es más elegante. —

— ¿Tú jefe tiene mucho dinero? ¿Tienes que impresionarlo? — preguntó, y no puedo evitar que sonaran llenas de curiosidad.

Él lo miró cuando se detuvo en un semáforo — ¿Desde cuándo tanta curiosidad? —

Noah miró hacia la ventana —Solo curiosidad. — mintió.

Lo que si tenía el auto era que volaba. Noah no supo cuando ya estaban cerca de casa.

— ¿Puedes caminar desde aquí? — miró hacia la calle para asegurarse que no anduviera gente.

—Sí. — se quitó el cinturón y se acercó a Misha —Gracias por traerme, y gracias por el teléfono. — le dio un beso —En cuanto lo cargue te llamaré. — le prometió.

—Tal vez este dormido. — suspiró cansado.

Noah tocó la manija para bajarse —Te dejaré un mensaje entonces. — le sonrió. Misha le quitó el seguro a las puertas, pero Noah no se bajó. No iba a poder dormirse si no se lo preguntaba. Si no era ahora, las dudas solamente iban a ir creciendo más —Misha… — soltó la manija. Él lo miró expectante — ¿Trabajas para Fedro Waldorff? —

La sorpresa fue evidente en Misha. El cansancio desapareció en un momento. Sus ojos cansados se abrieron y pareció hasta impactado por la pregunta — ¿Qué dijiste? — su tono era rudo. Noah le repitió la pregunta inseguro — ¿De dónde sacaste eso? ¿Quién te lo dijo? —

— ¿Trabajas para un mafioso asesino? — su pregunta estaba llena de recriminación.

Pero Misha no le contestó, al menos no de forma directa — ¿Quién te lo dijo? — sabía que Damián no lo iba a traicionar, y las otras opciones eran iguales de poco probables.

—Un compañero del trabajo. — susurró afligido —Vino hoy a verme y me dijo que estaba preocupado por ti. Que te estabas metiendo en problemas. — su voz se quebró.

— ¿Cómo era? ¿Te dijo su nombre? — se quitó el cinturón y se acercó a Noah. Lo tomó de las mejillas y lo inspeccionó.

Noah se asustó con la reacción de Misha. Supo de inmediato que algo no estaba bien —Dylan… dijo que se llamaba Dylan… — una lágrima se escapó por su mejilla. Estaba asustado y Misha lo estaba apretando muy fuerte.

— ¿Te hizo algo? — preguntó casi fuera de si.

—No. — meneó la cabeza tanto como le fue posible — ¿Por qué? —

Misha resopló aliviado y juntó sus frentes —Prométeme que nunca más en tu vida te vas acercar a ese sujeto. — su voz se sosegó un poco.

—Nunca más… — repitió —Pero… ¿Qué sucede? —

Le dio un beso y lo soltó —Él no es mi amigo, así que no vuelvas a acercarte a él. Es peligroso. — le advirtió.

— ¿Pero lo que dijo era verdad? —

—Noah, mañana hablamos, ¿sí? — sacó su teléfono de su bolsillo —Te prometo que mañana te lo explico todo, pero ahora ve a casa y descansa. —

—Pero… — pronunció preocupado.

Misha lo vio asustado y muy preocupado. Puso el auto en marcha otra vez y avanzó hasta la casa de Noah —Todo va a estar bien. Mañana hablamos. — alzó la voz.

— ¿Me lo prometes? —

—Te lo prometo. —

 

 

 

Notas finales:

Eso es todo. Sé que seguramente a mucho de ustedes les gustaría una actualización más larga, pero ya saben: ella es inmortal, yo soy mortal...nada bueno puede salir de eso (no tentaré a mi suerte, en serio).

Nuevamente les recuerdo que estaré subiendo semanalmente los caps, para que no desesperen y se porten bien con sus reviews para Amii (sino solo recuerden lo que les pasará).

Finalmente, les mando muchísimos cariños a todos, así como lo hace Amii desde su iglú, ¡y esperamos tengan un lindo inicio de semana!

¡Au Revoir!


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