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Almas en Silencio por Amii

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Notas del capitulo:

Hola Holaaa!!!! 

Gracias por la cantidad de visitas que he recibido en la historia! Cada vez que subo un capítulo se dispara el contador y eso me hace muy feliz! :)!

También gracias por los 90 reviews que ya me han dejado! Tal vez no sean muchos por la cantidad de capítulos, pero significa mucho para mí, y los conservare todos para siempre, así que muchas gracias y ojalá podamos llegar a los 100 :P!

Disfruten el capítulos ;)

“Llega un momento en que tus demonios piden un infierno más grande”

 

Sonrió como un tonto cuando reconoció su voz. Las ilusiones comenzaban a diluirse, y comenzaba a odiar ese maldito mensaje en su contestadora, así que se alegraba eternamente de poder escuchar palabras diferentes. El solo escuchar su respiración al otro lado de la línea le hacía erizarse por completo.

— ¡Al fin! — chilló emocionado.

Aunque no escuchó la típica risita cuando hacía o decía algo llevado por la emoción.

— ¿Cómo estás? — su voz sonaba cansada, muy apagada.

Noah se dio cuenta de inmediato que no era la llamada que él esperaba —Quisiera poder decir que feliz por poder escucharte, saber de ti… ¿y tú? — preguntó cómo un poco de temor. Su rostro se desencajó a medida que pasaban los segundos y Misha se tardaba en contestarle.

Hubo un silencio. Podía escuchar su respiración al otro lado, junto con ruido de fondo —Perdóname. — susurró en un suspiro —Debí haberte llamado cuando dejaste la nota el otro día… — se escuchaba como si hubiera recibido la peor noticia del mundo.

— ¿Estás bien? — el corazón de Noah se detuvo un segundo.

—Deberíamos hablar… — lo evadió otra vez, Noah se dio cuenta.

Se detuvo en seco y miró donde estaba, había caminado sin fijarse hacia donde se dirigía. Aun estaba a un par de cuadras de la Universidad —Estamos hablando… — le tembló la voz.

Misha tragó saliva —Vernos, y conversar. — se explicó — ¿Estás en el café? —

—Los martes son mi día libre. — le recordó, el lo sabía, siempre lo recordaba, pero simplemente dejo de hacerlo. No quiso darle mucha importancia, pero sintió que algo que rompía en su interior por algo tan insignificante como eso.

Escuchó un gruñido —Mierda. — se regañó Misha — ¿Entonces estás en tu casa? —

Noah levantó la mirada al cielo —No, estoy cerca de la Universidad de Artes, tuve que venir… — le contó. Aguardó con la esperanza de que le preguntara que tenía que hacer ahí, pero no lo hizo. Otro trozo más se rompió.

— ¿Nos podemos ver entonces? — preguntó.

—Sí, supongo… — balbuceó. Ahora se sentía peor que antes. Por un segundo prefirió que el teléfono no hubiera sonado, al menos antes podía recordar su voz dulce y no esta tan descompuesta. Estaba seguro que iba a terminar con él, por eso lo había llamado, estaba casi seguro. Por eso tenía esa voz, porque se sentía culpable por lo que iba hacer, porque en realidad no tenía una excusa, simplemente se debió aburrir de él, debió habérsele acabado el amor. Sintió el deseo de decirle que no podía, que tendría que esperar a mañana o quizás un par de días, aguardar hasta que recapacitara, ¿pero de que serviría? Simplemente sería tenerlo atado a él sin amor — ¿Dónde estás? —

—En el trabajo. — contestó distraído — ¿Dónde estás tú? Iré a recogerte. — se ofreció.

Noah abrió la boca para contestar, pero no sabía exactamente donde estaba. Buscó el nombre de las calles, pero escuchó un ruido al otro lado antes de poder contestar. Alguien estaba discutiendo con Misha.

—Dame un segundo. — le pidió.

Más tiempo para buscar, pensó Noah —Esta bien. — aún así no se separó del celular. Se dio vuelta buscando, pero no habían referencias en esa esquina.

De pronto se sintió un poco solo en la calle. No habían muchas personas caminando por ese lugar, y las pocas que logró divisar iban por la vereda de en frente. Un escalofrío lo recorrió y se sintió extraño. Escuchó el chirrido de unas llantas frenando en seco a sus espaldas, justo en la esquina, se dio vuelta y vio una camioneta negra detenerse. Parecía de película cuando vio a dos sujetos bajarse, y a uno de ellos ya lo conocía, era Dylan.

—Misha… — susurró, pero aún no regresaba al teléfono. Podía escucharlo discutir con alguien por algo perdido.

Dio unos pasos hacia atrás. Su instinto le decía que corriera, que se fuera lo más lejos posible, pero el tipo que estaba con Dylan tenía un aspecto atlético y probablemente lo iba alcanzar en un par de zancadas. Aún así quiso correr, pero su cuerpo no respondía. Tenía miedo, un miedo que no había sentido en mucho tiempo.

—Misha… — intentó de nuevo ahogando un grito, pero seguía sin atender.

Entonces vio como Dylan le hacía un gesto con la cabeza al otro sujeto en su dirección. Vio la sonrisa depravada en el tipo y no tardó en plantar una carrera hacia él. Noah tardó en reaccionar, seguía pensando que correr no iba a servir de nada, pero aún así comenzó a correr.

—Misha… — gritó más fuerte —Dios… — balbuceó asustado y agitado mientras corría por la calle. Buscaba desesperadamente a alguien a quien pedirle ayuda, pero no había nadie. Ni siquiera pasaban autos por la calle, porque estaba completamente seguro que prefería tirarte delante de uno de estos antes de dejar que lo atraparan. Misha le había dicho que no se volviera acercar a Dylan, y para él las advertencias de Misha son importantes. Sabía que podía lastimarlo, sabía que iba a hacerlo en cuanto lo atrapara. No logró llegar a la siguiente esquina cuando el sujeto lo agarro con violencia del brazo y lo jaló hacia él. Noah llegó a levantarse del suelo antes de chocar contra el cuerpo del hombre — ¡Suéltame! — chilló y dio unas pataletas, pero su actitud solo hizo reír a su captor — ¡Oye, suéltame! — le exigió dándole unos manotazos, pero eso solo sirvió para que viera el teléfono en su mano y se lo quitó en el acto.

—Dame eso. — se lo guardó en el bolsillo después de colgar la llamada —No era necesario que corrieras. — refunfuñó cansado. Le dio un empujón para que caminara sin soltarlo del brazo. Cuando llegaron al auto, le empujó por la puerta trasera. Dylan estaba adentro aguardando por él. En cuanto cayó en la cuenta, se dio vuelta, pero la puerta ya estaba cerrada.

—Hola Noah. — la voz de Dylan le erizó la piel.

Pero Noah no lo miró, sino que observó al sujeto que lo atrapó al subir en el asiento del copiloto. Aun estaba agitado y mucho más malhumorado.

—Estaba hablando por teléfono. — se lo sacó del bolsillo y se lo lanzó a Dylan.

— ¿Con quién? — preguntó iracundo.

—No lo sé, no soy su maldita niñera. — se volteó y le dio un toque en el hombro al tipo que estaba al volante —Vámonos. —

Dylan volvió a dirigirse a Noah y le sonrió —Supuse que esta vez no te ibas a subir por tu propia voluntad al auto, así que tuve que tomar medidas para asegurarme de que lo hicieras. — se encogió de hombros ante la mirada asustada de Noah —Pero vamos… — se acercó un poco —Empecemos con el pie derecho y dime con quién hablabas… — le tocó la pierna e intentó acariciarlo, pero Noah lo apartó con brusquedad. Dylan frunció el ceño —De ti depende que sea un encuentro amistoso. — le advirtió y apartó la mirada a la pantalla y curioseó en el teléfono, pero pedía un código para desbloquearlo. Se lo acercó a Noah, pero apartó la mirada hacia la ventana. Aunque incluso sin mirarlo supo que no estaba contento.

— ¿Vamos al club, cierto? — preguntó el que manejaba después de un rato al pararse en un semáforo.

—Sí. — contestó con brusquedad Dylan.

 

Algo en su interior acababa de morir en ese momento. La llamada se había cortado, pero aún no era capaz de alejar el teléfono de su oreja. Lo mantenía apretado con fuerza, con una irá que lo empezaba a consumir a toda prisa, demasiado rápido como para detenerla, como para hacer algo al respecto. Apenas pudo soltar el aire que estaba en sus pulmones y todo comenzó a darle vuelta. La peor de sus pesadillas comenzaba hacerse realidad y no podía hacer nada al respecto. Se suponía que tenía todo un plan para llevar acabo si esto llegaba a ocurrir algún día, pero no era capaz de mover un solo músculo para efectuarlo.

La vida continuó su transcurso, no se detuvo para que él pudiera corregir sus errores, pero aún así, de alguna forma todo comenzó avanzar en cámara lenta para él. Cada respiración, cada latido de su corazón e incluso el parpadeo de sus ojos se ralentizo; pero como todo, tenía que volver a la normalidad. La voz de Noah lo trajo de vuelta a la realidad, podía escuchar una y otra vez su voz en su cabeza, gritando desesperadamente: «¡Suéltame!» se repetía una y otra y otra vez. Y él no estaba ahí para ayudarlo. Deseaba morir. Era un verdadero imbécil. Estaba demasiado ocupado buscando excusas para odiarlo, escondiendo sus sentimientos en lo más profundo de su corazón, pero siempre supo que era inútil, porque jamás iba a poder sacárselo de la cabeza.

Cuando pudo reaccionar miró la pantalla de su teléfono otra vez y se tuvo que morder la mano para no volver a llamar. Sabía que solo iba a ser peor si llamaba, sobre todo si era con Dylan con quien estaba. Resopló y dio unos pasos por su oficina. Se maldijo y lanzó su teléfono contra la pared, intentando poder encontrar un respiro a tanta rabia y desesperación que sentía. ¿Qué iba hacer? ¿Cómo se suponía que iba a vivir si le llegaba a pasar algo malo a Noah por su culpa?

Una mujer menuda entró a la oficina sin llamar después de escuchar el impacto de algo contra la pared. Misha la fulminó con la mirada en cuanto la vio.

— ¡Lárgate! — gritó furibundo.

Obedeció y volvió a juntar la puerta tras ella. Aunque el miedo que vio en su mirada le hizo reaccionar y volvió a respirar, necesitaba calmarse. Estaba reaccionando justamente como Dylan esperaba que lo hiciera, pero no, no podía permitírselo. Tenía que ser mejor que él para poder ganarle otra vez.

La puerta se volvió abrir y a pesar de sus pensamientos, volvió a girarse enojado hacia ella.

— ¿Qué demoni…? — se calló a mitad de la pregunta al ver a Ike en la puerta.

Su cara reflejaba confusión  y hasta un poco de preocupación, pero nada de molestia por cómo estaba actuando — ¿Todo bien? — apoyó la mano en el picaporte y aguardo con aires tranquilos.

Misha apretó los dientes y se contuvo de gritarle un par de cosas, simplemente asintió como pudo y se giró en busca de su teléfono —Tengo que irme… — le explicó.

— ¿Puedo ayudarte en algo? — insistió.

—Si pudieras matar a Dylan por mí… — se le escapó antes de ser consciente de lo que decía.

Ike tomó una postura más seria — ¿Qué hizo ahora? — resopló. Apenas estaba llegando y ya había tenido que presenciar bastantes ataques entre ellos dos.

Pero Misha no le contestó. No podía decírselo. No lo conocía de nada y no confiaba en él. Era un maldito asesino, ¿cómo se suponía que le iba hablar de Noah a alguien como él? Negó con la cabeza y tomó su chaqueta de su silla.

— ¿No estarás pensando en ir tras él, verdad? — lo atajó en la puerta. Misha evitó su mirada revisando que su teléfono aún funcionara en algo. Necesitaba llamar a Damián para pedirle ayuda —Misha… — le obligó a contestar.

—Si supiera donde está ya estaría muerto. — le aseguró con la sangre hirviendo.

Ike se cruzó de brazos — ¿Crees que es fácil acabar con alguien como él? — arqueó una ceja —No por nada es quien le cuida el trasero a mi hermano. — le recordó.

— ¿Y qué si me muero? ¿A quién le importa? A mí no. — se encogió de hombros e intentó pasar.

—Al menos asegúrate de llevártelo contigo cuando te mueras. — respondió con la misma displicencia —Pero así no lo vas a lograr. — le aseguró refiriéndose a su estado emocional actual.

Misha se rindió ante la desesperación y suspiró —Necesito encontrarlo… — murmuró.

— ¿Qué te hizo esta vez? — preguntó con condescendencia al ver que cooperaba, pero Misha se quedó con sus labios pegados. No estaba dispuesto a hablarle de alguien que le importaba, no estaba dispuesto a mencionarle sus debilidades y mucho menos a correr el riesgo que se enterara de Noah — ¿No me lo dirás? Perfecto. — resopló indignado y sacó su teléfono de su bolsillo. Buscó un número, marcó y puso el altavoz.

— ¿Qué quieres? — la voz de Fedro le erizó la piel.

— ¿Así saludas a tu hermano favorito? — preguntó con fingido dolor.

Incluso sin poder verlo, Misha estaba seguro que Fedro había puesto los ojos en blanco. Hasta ese nivel se había dedicado a conocerlo —Como si tuviera más hermanos. — contestó con sequedad — ¿Qué quieres? — volvió a preguntar.

—Necesito ubicar a tu empleado del mes. — dijo con sarcasmo.

Fedro no contestó de inmediato —No está aquí, ¿por qué? — sospechaba, se notaba en su voz.

—Tengo unas dudas con unos papeles y creí que él podría ayudarme. — mintió.

—Para eso tienes a Misha. — le recordó.

Ike resopló —Lo sé, pero no tiene tanta experiencia. —

Se sintió el sonido de la silla de Fedro al otro lado de la línea y la expectación los consumía a ambos — ¿Qué hizo? Y no me mientas esta vez. — bufó e hizo sonar unos hielos en un vaso.

—Solo intento evitar una masacre. — admitió. Sabía que tenía que darle algo a su hermano para que éste lo ayudara un poco — ¿Podrías llamarlo o algo? —

Fedro soltó una risita —Lo que haga en sus horas libres no es asunto mío. —

No los iba ayudar. Misha le dio la espalda y se llevó una mano a su frente. ¿En qué momento se le ocurrió siquiera que ese imbécil los iba ayudar? Era una maldita lacra que solo pensaba en si mismo. Como lo odiaba, ahora su resentimiento había crecido aún más.

—Eres de mucha ayuda, Fedro. — la molestia se notó en la voz de Ike, y no esperó que su hermano le contestara —Lo siento… Si tienes su número tal vez pueda llamarlo yo. — le ofreció.

Misha lo miró como si le estuviera haciendo una broma —Por supuesto que tengo su número, nos mensajeamos todos los días y somos los mejores amigos del mundo. — hizo una mueca y apartó a Ike de la salida —Gracias por nada. — marcó el número de Damián mientras salía.

 

Su cuerpo le temblaba. No sabía si era por el frío o por el miedo constante que lo comenzó a consumir desde que lo habían bajado del auto y lo habían metido en ese club de strippers hacía al menos media hora. Se había grado en la cabeza el camino hasta ese lugar. Al fondo del local, a mano derecha, la tercera puerta por el pasillo con luces azules. Así recordaba el lugar por si se llegaba a dar la oportunidad de largarse de ahí, pero al parecer no iba a tener mucha suerte.

Ni siquiera se habían molestado en amarrarlo o algo. Estaba solo en la habitación, aunque sabía que el sujeto que lo había pescado en la calle estaba fuera vigilando la puerta, lo había visto cuando Dylan había salido para atender una llamada. Así que buscaba con la mirada alguna forma de salir, pero no habían ventanas y tampoco había algún conducto de aire, siempre escapaban por ahí en las películas, pero se lamentaba que esta no fuera una de ellas y que pudiera cambiar de canal porque no le había gustado.

Resopló y se removió en el sillón negro de cuerpo que estaba a un costado. Era una de las pocas cosas que tenía el cuarto. No había nada colgado en las paredes, y además de aquel sillón, solo había un escritorio de madera al otro lado y dos sillas, una a cada lado. Se notaba que solo era una habitación de paso. Nadie en su sano juicio pasaría más de diez minutos ene se lugar sin matarse de aburrimiento.

La música llegaba en bajas dosis hasta esa parte del local. Le asustaba darse cuenta que estaba tan aislado que sin importar cuánto llegase a gritar, nadie lo iba a escuchar además del tipo que estaba afuera custodiándolo. Sintió un escalofrío cuando sintió unos pasos que regresaban hasta él. Podía reconocer las pisadas de Dylan. Jamás iba a volver a olvidarlas.

—Perdona la intromisión. — dijo con una sonrisa juguetona, cerrando la puerta tras él y echándole el seguro.

Estaba en problemas. Se arrinconó en el sillón mientras veía a Dylan avanzar hacia él. Se desató la corbata de su traje y la lanzó a un lado del sillón ante la atenta mirada de Noah. Deseaba cerrar los ojos, pero sabía que eso no lo ayudaría a que desapareciera. Su corazón se desbocó y horribles recuerdos de su niñez se agolparon en su cabeza como si hubieran estado aguardando ese momento para volver a él. No podía creer que le fuera a volver a pasar. Se prometió que nunca más iba a suceder, ¿cómo era posible que no pudiera evitarlo?

Dylan se sentó en el sillón lo más cerca que pudo de Noah, podía ver el miedo en sus ojos y eso lo deleitaba, lo excitaba. Solo podía imaginarse quitándole toda esa ropa que le sobraba y tumbándolo en el sillón con la sola idea de poder hacer enojar a Misha. Aunque sabía que la experiencia iba a traer mucho más placer que el simple hecho de destruir a Misha.

—No voy a lastimarte. — sonrió con malicia solo para intimidarlo un poco más. Lo observó como seguía alejándose unos pocos centímetros de él —El sillón no es lo suficientemente largo para que no pueda ponerte las manos encima si es que lo quisiera. — masculló con tono grave.

Noah no era capaz de articular ni una sola palabra. Sabía que nada de lo que dijera iba a ayudar para que Dylan lo dejara irse, y los recuerdos lo tenían muy alejado de la realidad de todas formas.

—No va a pasarte nada que no quieras. — se relamió los labios —Conversa conmigo y podrás irte cuando acabe. —

— ¿Qué quieres saber…? — su voz denostaba el miedo que lo consumía.

Dylan sonrió complacido al poder oírlo —Hablemos de Misha. —

Pero era una causa perdida. No iba a hablar de él con Dylan.

 

Ya había llamado a todo el mundo. Nadie sabía nada de él. Nadie lo había visto, nadie había escuchado nada. Había empezado a llover. El maldito clima que siempre buscaba la forma de vovler las cosas más complicadas. El tiempo había mejorado y justo hoy se le ocurría largarse a llover.

Se pasó las manos por el cabello mojado y se tiró algunos mechones con la fuerza necesaria como para dejar escapar un poco de sus frustraciones. Dio un grito ahogado y se volvió a ver a Damián que seguía en la patrulla esperando alguna noticia por la radio

Ya habían pasado tres horas desde que había hablado con Noah. Tres malditas horas que Dylan llevaba con él. ¿Qué le habrá hecho? ¿Qué le estará haciendo aún? No podía con esas imágenes mentales, simplemente iban acabar con él. Pero sabía que sin importar lo que le hubiera hecho Noah seguía vivo. Dylan no iba arriesgarse a matar a Noah, ¿verdad? Si hubiera estado decidido a matarlo, lo haría frente a él, por el simple placer de poder verle la cara cuando lo hiciera, así que contaba con que Dylan era lo suficiente morboso para mantenerlo con vida hasta que él estuviera lo suficientemente cerca como para evitarlo.

La puerta del auto lo trajo de vuelta de sus cavilaciones. Damián lo miró con desilusión, no había habido suerte.

—Aparecerá. — le prometió. Era la misma maldita palabra que todos le habían dicho cuando él los había llamado para pedir ayuda. Y ninguno quería entender que el problema no era si aparecía o no, sino el estado en que lo iba hacer. Misha solo le gruñó de vuelta —Tienes que estar tranquilo para cuando eso suceda. — le advirtió tratando de que no se perdiera en su cabeza —Llama a Emma y dile que esté preparada por si Noah necesita un médico. — buscó su mirada y vio como los ojos de Misha perdían brillo al tener que pensar en el estado grave en el que podría estar —Y Misha… — lo tomó de la chaqueta —Si aparece, no hagas tal de dejarlo solo con tal de ir por Dylan, porque es justo lo que ese sujeto va estar esperando. Tienes que quedarte con Noah, él te va necesitar más de lo que tú necesitas ir y acabar con ese tipo. — le rogó tratando de razonar con su amigo.

Tenía que ser más inteligente que Dylan. Esto era solo una provocación. Noah iba aparecer. Se comenzó a repetir una y otra vez, cayendo en el juego al cual todos intentaron empujarlo. Iba a estar bien y pronto acabaría esa pesadilla. Sacó su teléfono y llamó a Emma tal y como le había dicho Damián.

 

No sabía realmente como volver a casa. Estaba completamente perdido en la oscuridad de la ciudad. La lluvia lo empapaba, pero aún así podía sentir la calidez de la sangre brotando por varias partes de su cara. Habían sido más golpes de los que hubiera podido soportar en otro momento, pero ahora su instinto de supervivencia lo mantenía de pie y caminando sin rumbo fijo. Estaba a la merced de lo que sus pies consideraran adecuado.

Solo sabía que no podía llegar así a su casa. A Dafne le iba a dar algo en cuanto lo viera así, además sin siquiera preguntárselo iba a culpar a Misha de lo que le había sucedido y no quería tener que llegar a esa discusión con ella otra vez. Sin embargo, tampoco quería ir con Misha, no después de todo esto. Él se pondría como loco, si es que aun le importaba lo que le sucediera. Sabía que no era momento para pensar en esas cosas, pero la sensación y la idea de que Misha lo había llamado esa tarde para terminar con él era algo que simplemente no podía quitarse de la cabeza. Y aunque suene patético, eso fue lo único que logró distraerlo las últimas horas.

Se detuvo en una esquina. Necesitaba ubicarse de alguna forma para no terminar en un barrio peor que del que había salido, pero se sintió aliviado cuando reconoció un pequeño parque que había en la esquina de la calle donde vivía Callie. Parecía que su instinto funcionaba mejor que su sentido común en esos momentos. Se tambaleó hasta llegar a la escalinata de su casa. Consideró sentarse en ella, pero no estaba seguro si iba a poder levantarse otra vez, así que simplemente se apoyó en la pared junto a la puerta después de golpear.

Callie no tardó en abrir. Tenía su pijama puesto, así que pudo adivinar que era bastante tarde. Aun así, pudo notar como el alma le volvía al cuerpo a su amiga cuando lo reconoció en la oscuridad.

— ¿Dónde demonios has estado? — se asomó a la calle para mirarlo e increparlo, pero se horrorizó cuando le vio la cara —Noah… — susurró y él intentó sonreír para que no estuviera tan preocupada.

Lo ayudó a entrar y quedó empapada de inmediato. Por su cara, Noah pudo adivinar que sabía que estaba desaparecido. Se imaginó a su mamá llamando para saber de él, para poder ubicarlo, pero no tuvo fuerzas para preguntar.

—A mi pieza. — le apuntó para que se dirigiera sus pasos —Si mi abuela te ve así se muere. — lo ayudó a sentarse en la cama y cerró los ojos con pesar al ver la cara de dolor de Noah.

—Gracias. — suspiró cansado.

Callie se agachó frente a él. No sabía por dónde empezar y temía tocarlo y producirle más dolor. Le apartó con delicadeza su cabello rubio enmarañado y mojado de su frente — ¿Qué te paso? ¿Quién te hizo esto? — las lágrimas se agolparon en sus ojos. Recorría la cara de Noah con sus manos sin llegar a tocarlo. Estaba todo herido, no había una parte de su rostro que no tuviera alguna magulladura —Misha me llamó para preguntarme si estabas aquí y por su voz supe que no era una simple pelea entre ustedes. — ahogó un grito —Pero no me imagine que te encontraría así. —

Así que había sido él después de todo. ¿Habrá alcanzado a escuchar algunos de sus gritos después de que el tipo le arrebató el teléfono? ¿Sabrá que fue Dylan?

Noah intentó hablar, pero solo consiguió toser un poco de sangre. Callie se puso histérica y lo limpió con lo primero que pilló a la mano.

—Voy a traer algo para limpiarte. — se levantó nerviosa — ¿O sería mejor llevarte al hospital? — se detuvo en la puerta dubitativa.

—De ninguna manera. — balbuceó meneando la cabeza. Callie salió por el botiquín sin discutir. Ir al hospital significaba que Dafne se enterara de lo que le acababa de suceder, y aunque no podría ocultarse por siempre, era mejor aguardar y que lo viera en mejor estado.

No tardó nada en volver. Tenía el botiquín en una mano y su celular en la otra —Voy avisarle a Misha que estás aquí — se sentó a su lado.

Noah puso su mano sobre el teléfono y volvió a negar —No, no lo hagas, por favor. —

—Se está muriendo por encontrarte. — le recordó.

La culpa lo consumió, pero tuvo tantos días para aparecer…

—Él va a terminar conmigo. — susurró y bajó la mirada.

— ¿Cómo dices? — preguntó incrédula.

—Solo está preocupado porque estaba hablando con él cuando aparecieron estos sujetos. — le contó apenas en un hilo de voz. Callie tuvo que acercarse para escucharlo —pero la verdad es que no hablábamos hace días y hoy llamó justamente para terminar todo esto. — suspiró.

Callie jugueteó con el cierre del botiquín — ¿Estás seguro? — sus ojos brillaron con dudas. Misha podía ser muchas cosas, pero ella jamás dudaría de lo mucho que le importa Noah —Él sonaba realmente desecho al teléfono. — se estremeció al recordar su voz —Al menos déjame avisarle. Tiene que estar buscándote como loco con Damián y si no le digo que apareciste es capaz de matar a alguien. — lo presionó. Sabía que bromeaba con sus últimas palabras, pero él sabía que lo haría si fuera necesario —Si no quieres verlo no lo dejaré entrar a la casa, porque de seguro se va a plantar aquí en cuanto le avise. —

Noah dudó — ¿Desde cuándo te preocupas por él? — preguntó casi sin expresión.

Callie suspiró —La última vez que lo oí así de mal fue cuando tuvieron el accidente, y esa vez lo vi en vivo y ni siquiera a él le deseo aquel dolor que vi en sus ojos cuando creyó que iba a perderte. —

—Está bien. — se estremeció con sus palabras. Aguardó paciente mientras lo llamaba, pero no prestó atención a lo que se dijeron. No podía controlar el dolor y además poner atención.

—Viene para acá. — puso los ojos en blanco y tiró el teléfono en la cama —Ahora vamos a tu cara. — llegó el momento que ambos habían estado tratando de evitar. Se acercó un poco más para examinarlo y recordó la ropa mojada —Deberías quitarte esto. — le tomó la chaqueta y se sintió estúpida por no habérsela quitado antes. Ahora iba a resfriarse y era su culpa. Le ayudó a quitársela y se disculpaba cada vez que Noah se quejaba o cerraba con fuerza los ojos.

Le dolía todo el cuerpo y cada movimiento, cada contracción de sus músculos, le hacía desear morir.

—No hay ropa de hombre en esta casa. — hizo una mueca cuando comprobó que toda la ropa estaba igual, pero suspiró al fin —Quítatela, te traeré una toalla para que te cubras mientras seco tu ropa. — salió disparada otra vez.

Estaba tratando con todas sus fuerzas de mantener la calma y de no quebrarse al verlo de esa manera. Debía ayudarlo, cuando lo único que quería hacer era irse a un rincón y llorar por verlo en ese estado tan deplorable. Volvió con una toalla azul y se quedó boquiabierta cuando lo vio. Estaba de pie junto a la cama. Le estaba dando los últimos tirones a sus jeans para que salieran de sus pies. Solo le quedaba puesto un bóxer negro muy ajustado a su cuerpo por la humedad. Podría haber sido memorable para ella si no tuviera todo el torso magullado y herido.

—De verdad creo que deberías ir a un hospital. — lo cubrió con la toalla por la cintura mientras él se limpiaba la sangre de la cara con su camiseta.

—Paso. — contestó escuetamente y volvió a sentarse. La pieza empezó a darle vueltas.

—Podrías tener algo en la cabeza, se nota que te dieron duro… o quizás… — dijo nerviosa, pero se calló cuando vio que a Noah le era indiferente su opinión —Tosiste sangre. — le recordó molesta.

—Tengo heridas en la boca. — le explicó —Estaré bien. — dijo mareado —Solo necesito recostarme. — susurró y su cuerpo empezó a ladearse hasta tumbarse en la cama.

—Noah… — susurró Callie. Se puso en cuclillas y le examinó la cara otra vez. Al parecer se ensañaron con su cara tan perfecta. Tomó un poco de algodón y lo humedeció con alcohol. Comenzó a limpiarlo con cuidado, rozando las partes menos delicadas primero. Noah no tenía fuerzas para quejarse a esas alturas y solo se estremecía y fruncía el ceño cuando tocaba heridas más profundas.

Cuando logró limpiar toda la sangre pegada y la tierra que tenía en la cara, pudo observar como había quedado su rostro realmente. Tenía toda la cara morada para empezar, pero una de las mejillas estaba más hinchada que la otra y tenía un corte bastante profundo en el pómulo. Sus labios carnosos también estaban hinchados y tenía algunos cortes bastante feos, sobre todo en una comisura del labio. Su nariz en cambio estaba intacta, ¿cómo era posible que no se la rompieran? Y tenía un ojo lastimado con unos cortes profundos a la altura de la ceja y en el parpado. Parecía que le pegaron con algo contundente ahí, un puño con anillos o una manopla de acero tal vez. Probablemente no podría abrir ese ojo por la mañana.

Se distrajo en su rostro, tan en paz pese al dolor. Recorrió su mejilla lastimada y apartó su dedo al ver que le dolía, pero siguió el camino por su cuello. Tenía marcas ahí también, pero no parecían golpes. Se estremeció al pensar que más pudieron haberle hecho. Pero al menos sabía que no se iba a quedar así, Misha no lo iba a permitir, o eso esperaba.

Un fuerte golpe en la puerta la sacó de sus cavilaciones. Se apartó de Noah al instante y su corazón casi se detuvo. Si Misha la hubiera visto así de cerca habría tenido problemas. Noah abrió los ojos con el segundo golpe a la puerta y se volvió a sentar con dificultad. Estaba nervioso, iba a volver a ver a Misha después de días, y tenía que ser justo así.

Siguió con la mirada a Callie y la escuchó en la puerta. Se tardaron un poco en volver y los nervios lo consumían, pero se negaba rotundamente a desmoronarse. El primero que apareció fue Misha. Tenía la respiración agitada y estaba igual de mojado que él cuando había llegado. Ninguno dijo nada, pero los ojos de Noah se humedecieron, rompiendo cualquier barrera que se hubiera autoimpuesto para ver a Misha. Todo se fue a la mierda en el momento en que lo volvió a ver, con sus ojos azules completamente asustados, aterrorizados de lo que pudo haberle pasado.  En ese momento solo quería sentir los brazos de Misha a su alrededor y que le dijera que todo iba a estar bien, que ya estaba seguro junto a él otra vez.

Le tembló el labio a Noah, pero se obligó a no llorar. No estaba así por la paliza que le acababan de dar, y sabía que algo debía estar mal en su cabeza por no preocuparse de eso; pero la verdad es que estaba así porque lo extrañaba mucho, y ni siquiera lo sabía hasta que lo vio ahí frente a él.

Misha acortó la distancia y se agachó frente a él — ¿Estás bien? — pero era obvio que no lo estaba. Simplemente no sabía que otra cosa decir —Fue Dylan, ¿verdad? — su voz se tensó, pero Noah no le contestó. Alzó un poco la vista y vio a Damián que aguardaba apoyado en el marco de la puerta. No estaba diciendo nada, pero por su mirada, sabía que debía quedarse callado.

No lo tocaba, no se atrevía a ponerle un dedo encima por miedo a que se terminara de quebrar. Sus ojos llorosos eran los que coronaban la sentencia de muerte de Dylan —Dime algo… — le susurró. Intentaba con todas sus fuerzas mantener alejada la rabia y la ira que lo empujaba a salir de ahí e ir tras ese bastardo para matarlo en ese preciso momento. Debía quedarse ahí, Noah lo necesitaba demasiado como para dejarlo e ir tras Dylan. Eso podía esperar un poco más.

Noah volvió a mirar sobre el hombro de Misha y éste se dio vuelta para ver.

—Estaremos afuera. — accedió Damián saliendo tras Callie. Era lo bueno de Damián, a veces no había necesidad de hablarle para que comprendiera las cosas.

Sus miradas volvieron a encontrarse. Noah se mordió un padrastro de su dedo. Temía que Misha volviera a irse después que le dijera lo que deseaba oír.

—Noah… — le atajó una lágrima que se escapó por su mejilla —Perdóname, todo esto es mi culpa. Siempre es mi culpa. — sus ojos estaban tristes.

Noah quería decirle que todo estaba bien, pero después de eso qué, ¿volvería a irse?

Se aclaró la garganta y atrapó la mano de Misha — ¿Ibas a dejarme? —

— ¿Qué dijiste? — preguntó desconcertado, pero algo en su interior sabía a lo que se refería, aunque no creyó que eso fuera lo más relevante de tratar en esos momentos.

—Por eso me llamaste. — bajó la mirada —Querías verme para cortar conmigo. — afirmó más de lo que preguntó. Misha se quedó en silencio —Solo dime la verdad. — le dio un apretón en la mano para infundirle valor, para que supiera que estaba bien, fuera cual fuera la respuesta.

—Si… — dijo en un hilo de voz —Pero cuando me di cuenta que algo te había pasado me puse como loco. — le contó y levantó la cabeza de Noah con su mano libre para que lo mirara. Parecía que Misha luchaba con algo en su interior, con recuerdos, con algo que le causaba mucho dolor —Imaginar un mundo en el que no vería estos ojos otra vez casi acaba conmigo. Fui un imbécil por pensarlo si quiera. —

— ¿Por qué? — era lo único que deseaba saber. Él no había hecho nada, no se merecía algo así.

—Solo intentaba protegerte. — mintió a medias —Pero al parecer mi vida te seguirá afectando este cerca de ti o no. —

Noah apartó la mirada —Me ibas a dejar… — susurró herido — ¿Me ibas a dar la posibilidad si quiera de elegir, de opinar sobre lo que ibas hacer? ¿O simplemente te ibas a presentar ahí y me ibas a decir que ya no me querías? —

—Simplemente te iba a dejar. — dijo escuetamente.

La sinceridad iba acabar con él ese día. No sabía que más decir. Quería decirle que se fuera, que si iba a terminar con él que se terminara de ir de una vez, pero eso no es lo que quería en un comienzo y tampoco era lo que quería ahora. Pero estaba demasiado dolido como para decir algo más.

—Deberíamos ir al hospital. — volvió hablar Misha —Necesitas puntos en algunas heridas. —

Noah negó —No quiero. — farfulló.

Misha lo recorrió con la mirada y estudió cada golpe que tenía en su cuerpo, buscando la forma en que se había hecho cada magulladura. Sabía que no todos eran golpes, pero temía preguntar que tan lejos había llegado Dylan.

— ¿Qué es lo que quieres? — se acercó un poco más a Noah y lo rozó con la yema de sus dedos.

No sabía lo que quería.

— ¿Quieres quedarte? — recorrió el torso y se le erizó la piel cuando se encontró con la primera marca que le había hecho Dylan. Noah no lo miraba directamente, pero estaba atento al camino que recorría la mano de Misha. Negó a la pregunta — ¿Quieres ir con Dafne? — llegó hasta su cuello y Noah volvió a negar — ¿Quieres ir a casa conmigo? —

Noah volvió a mirarlo y se contuvo de sonreír — ¿Puedo? —

—No te habría dejado ir a ninguna otra parte. Solo pregunté para que sintieras que tenías la libertad de elegir. — se irguió y se sentó al lado de Noah. Pasó una mano por su espalda y lo atrajo hacia él. Apoyó su mentón en la cabeza de Noah. Aun tenía que preguntar.

—No me violo. — le aclaró como si le hubiera leído el pensamiento —Solo lo que ves fue lo que me hizo. — suspiró pesadamente contra la ropa mojada de Misha. A pesar de la lluvia, aún conservaba su aroma que tanto le gustaba. Y su respiración y sus latidos ya tranquilos le hacían sentir como en casa.

—Gracias. — susurró contra su pelo por haberle evitado la pregunta — ¿Estás seguro que no quieres ir al hospital? Emma podría darte algo para el dolor. Mañana será fatal. —

— ¿Peor que ahora? — preguntó con temor, aferrándose a su ropa.

—Sí, pero lo solucionaremos. — le prometió.

Notas finales:

Nos vemos en el próximo capítulos :D!

No olviden sus comentarios!

Bye!


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