Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Almas en Silencio por Amii

[Reviews - 118]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Holaa!! Feliz Navidad atrasada!!!! Juro que iba a subir este capítulo ayer, pero no se pudo u.ú! Pero aquí esta mi regalo de navidad para todos mis amados lectores! Espero hayan disfrutado todos de una linda navidad!

Espero les guste el capítulo :3

“Lo más triste de una despedida es saber que quien se va, nunca se va del todo. Queda mucho polvo y mucha ceniza por limpiar.”

 

Callie tamborileo sus dedos sobre la mesa y volvió a echar un vistazo al lugar, pero Noah aun no regresaba con sus cafés.

— ¿Quién es? — preguntó Elián al ver a su hermano y a Lucas mirando a la chica del rincón.

Lucas se encogió de hombros —Cuando llegó preguntó por Noah y después de fulminarlo con la mirada él fue por unos cafés y no ha regresado aún. — contestó sin mirarlo.

Elián la estudió con curiosidad —No parece estar de buen humor. — admitió.

Y como si supiera que hablaban de ella, se giró hacia ellos y los fulminó con la mirada. Los tres se movieron con torpeza y volvieron a trabajar.

—Que mujer. — dijo Elián siguiendo a su hermano.

Enea lo miró de reojo —No te metas ahí. No es un camino que quieras recorrer. — le advirtió.

Su hermano le hizo una mueca —Podrías seguir tu propio consejo. —

— ¿De qué hablas? — arqueó una ceja.

—De nada. — meneó la cabeza cuando vio a Noah volver. Lo siguió con la mirada hasta que se sentó frente a su amiga otra vez. Lucía sereno, pero se notaba que se iba a llevar una buena bronca.

—Disculpa la demora. — su sonrisa no podría haber sido más brillante aunque hubiese querido.

Callie se cruzó de brazos sobre la mesa y acercó su cuerpo a ésta —Faltaste a clase, creí que Dafne te había matado o algo así. — su mirada rabiosa no cedía.

Noah la imitó, corrió su taza y apoyó sus brazos —Ni siquiera se enteró que no estuve aquí el fin de semana. — le contó relajado —Gracias a ti. — sonrió otra vez e hizo un pequeño gesto con su cabeza.

—No volveré hacerlo, Noah. — retrocedió un poco y se apoyó en el respaldo de la silla —Tu mamá fue a mi casa a buscarte y mi abuela tuvo que decirle que habíamos salido. Ella mintió por ti. — alzó la voz iracunda — ¿Te das cuenta a lo que llegue? Y todo por Misha, para que pudieras largarte con él para hacer quien sabe qué cosa… — hizo una mueca de repugnancia.

La sonrisa desapareció del rostro de Noah. Le había dolido la reacción de Callie —Él no tiene la culpa. — intentó defenderlo, pero por la cara de Callie sabía que perdía su tiempo —Si fuera por él le diríamos la verdad a Dafne. Pero soy yo el que se niega, porque prefiero ahorrarme ese problema con ella. — estiró su mano en un último intento por llegar a su amiga.

—Él te está cambiando.  — lo acusó con dolor — ¿Y cómo es posible que no se diera cuenta? ¡Estás bronceado! — lo apuntó como si fuera una maldita locura —Y además, aun tienes el labio partido y un ojo un poco morado. — agregó sin bajar la voz. La gente comenzaba a mirarlos.

—Callie, cálmate. — le susurró Noah.

—Y hoy no fuiste a clases. — volvió a insistir —Tú nunca te pierdes las clases. — negó indignada —Apuesto a que Misha te llevó a desayunar a París en su jet privado o algo así y por eso no tuviste tiempo para ir a clases o llamarme si quiera. — arremetió con ironía.

— ¿Se les ofrece algo más? — Enea se paró frente a su mesa con una sonrisa cordial. Ambos levantaron la mirada para verlo, pero solo Noah parecía aliviado por su presencia y se lo hizo notar con una sonrisa.

Callie aprovechó la interrupción para beber de su café e intentar calmar un poco sus nervios, pero para Noah ya estaba todo dicho.

—Estamos bien, gracias. — dijo Noah al ver que Callie no se dignaba a decir algo. Le parecía extraña la manera de actuar de ésta. Siempre había sido impulsiva y bastante explosiva, pero jamás había sido grosera y jamás le había hablado de esa manera a él ni a nadie. Era una loca, igual que él, pero era una loca simpática y querida.

Enea asintió y se fue volteándose un par de veces para asegurarse que no siguieran discutiendo.

Noah resopló al fin —Agradezco mucho tu ayuda este fin de semana Callie, y lamento profundamente todos los problemas que pude haberte causado. Que tu abuela tuviera que mentir estaba lejos de mis planes y lo siento mucho. — se levantó de su silla y apoyó sus manos en la mesa —Y solo para aclarártelo… — la miró con serenidad —Dafne no sospecho nada de lo sucedido porque cuando llegué anoche estaba acostada viendo televisión y no se molesto en encender la luz cuando la fui a saludar, así que no vio mi piel bronceada ni mi cara amoratada mientras me gritaba por haberme desaparecido. — dijo un poco dolido. Después de todo tampoco había sido una lucha fácil con su madre. Si bien no lo descubrió, aún así desparecer era suficiente para un castigo.

Callie solo lo miraba mientras sorbeteaba su café. Intentaba mantener su dignidad.

—Y hoy no fui a clases porque Teo amaneció enfermo. Tenía un poco de fiebre y vómito, así que me quedé en casa con él para que Dafne no perdiera sus clases. — vio el arrepentimiento asomar en la mirada de Calle. Quiso detenerse, pero aun debía aclararle algo más —Y sobre Misha. — se encogió un poco de hombros y la miró con pena —No creo que él me este cambiando. Pero si lo hace, solo me está haciendo feliz y me agrada y no pienso detenerlo. — dio un pequeño golpecito a la mesa y levantó la vista para encontrarse con la mirada de Eugene tras el mostrador —Debo volver a trabajar, pero si se te ofrece algo más pídeselo a Enea o a alguno de los chicos. — hizo un ademán hacia ellos —Gracias por preocuparte por mi Callie y de verdad lamento haberte puesto en apuros. — sonrió de lado.

Se apartó de su amiga sin voltearse de nuevo, y ella tampoco intentó detenerlo.

Noah escuchó unos pasos que lo siguieron hasta la parte trasera del local. Se sentó en una de las bancas frente a los casilleros y dejó caer su cabeza agotado por la discusión. No era posible que hace unas cuantas horas estaba en el paraíso y ahora de nuevo estaba ahí, atrapado otra vez.

— ¿Estás bien? — se asomó Enea por un costado de los casilleros.

Noah levantó la cabeza y le sonrió, pero había amargura en sus ojos —Mejor que nunca, ¿por qué preguntas? — hizo una mueca.

—Estuvo intenso allá afuera. — apuntó sobre su hombro.

—Lo siento. No suele comportarse así. — volvió a bajar la mirada.

—Oye, está bien. A veces los amigos pelean. — se sentó a su lado —Y hasta los hermanos. Si te contara todos los espectáculos que nos hemos mandado aquí te sorprendería que Eugene no nos haya despedido aún. — soltó una carcajada al recordarlo.

Noah sonrió —Gracias. —

Enea le guiñó un ojo —Cuando se te ofrezca. — se golpeó con suavidad una pierna y volvió a pararse —Ya verás que todo terminará bien. Tu amiga volverá cuando se calme y se disculpara por haberte gritado y por haber actuado como una lunática. —

—No la conoces. — admitió Noah.

—Se ve que te quiere, o de otra forma no se podría explicar su actitud. Solo estaba asustada y preocupada. Y oye, cualquiera lo estaría después de lo que te paso. —apuntó su propio rostro.

— ¿Lo que pasó? — repitió consternado.

Enea se encogió de hombros —Eugene nos contó. —

—Oh… — soltó.

—Estábamos preocupados. — dijo nervioso —Te saltaste un turno y después desapareciste. Si n volvías tendría que ir solo a Italia y ya no tendría a quien decirle que la Universidad accedió a pagar tu viaje. — sonrió como si nada.

Noah parpadeó un par de veces antes de comprenderlo y lograr balbucear.

— ¿Estás seguro? — se levantó de un salto.

—Por supuesto. Así que tú y yo nos vamos a Italia en un par de semanas. —

—No lo creo. — su mirada se iluminó otra vez — ¡Voy a Italia! — gritó y saltó sobre Enea, abrazándolo por el cuello.

Enea lo estrechó —Nos vamos. — le dijo al oído.

—Sí. Esto no puede ser mejor. Gracias, gracias, muchas gracias. — chilló sin soltarlo aún.

Ninguno de los dos sintió unos pasos acercándose hasta los camarines —Que linda escena, ¿interrumpo algo? — Elián los observaba apoyado en el marco de la puerta con los brazos cruzados y mala cara.

Noah se apartó confundido y nervioso. Sus mejillas se enrojecieron, pero no dijo nada. Enea lo soltó y se dio vuelta a ver a su hermano.

—Ahórrate el sermón. — resopló Enea.

Elián sonrió cuando Noah pasó junto a él para volver al trabajo.

—No te enojes, hermanito. Solo te evitaba la paliza de tu vida. — se burló. Enea solo puso los ojos en blanco y siguió a Noah. Sabía que su silencio sería suficiente para que lo dejara en paz un rato.

Callie ya se había ido cuando Noah regresó. Todo parecía estar en calma otra vez. Intentó concentrarse solo en lo bueno y pensó en su viaje a Italia. Sonrió al recordarlo. Su teléfono vibro en su bolsillo, pero antes de sacarlo a hurtadillas, miró de reojo a Eugene que atendía a una pareja en una de las mesas que había en la terraza interior del local. Era un mensaje de Misha y su corzón se aceleró con solo leer su nombre en la pantalla. El mensaje decía “Ven a verme…” junto con una dirección, un piso y un número de oficina.

Él nunca le había querido decir donde estaba su trabajo, si es que era esa la dirección. Podía ser otro lugar, pero por las especificaciones, Noah presentía que si era su trabajo. ¿Qué lo habría hecho cambiar de opinión? ¿Tan bien iban las cosas entre ambos? De todas formas no iba a cuestionar su invitación, y menos cuando solo le quedaba una hora para salir.

 

Volvió a revisar una vez más el teléfono y después el edificio que tenía en frente. Era uno cualquiera que parecía tener oficinas en todos los pisos. “Quien iba a pensar quien trabajaba aquí y lo que hacían para ganarse la vida” pensó Noah. Empujó la puerta de cristal y sintió el aire fresco recorrerlo por toda su piel. El hall era grande, más grande que el living y comedor de su casa y las paredes blancas lo marearon. Había una de esas máquinas detectoras de metal que le bloqueaba el paso hasta el mostrador, los ascensores y los pasillos que estaban al final del lugar. Junto a la máquina había un sujeto corpulento y calvo. Tenía un traje negro que se arrugaba al estar sentado en una silla alta. Ojeaba una revista, pero ya había notado la presencia de Noah. Se sintió inmediatamente cohibido cuando bajo la revista y le prestó toda su atención.

—Hola. — intentó romper el hielo. Le sonrió, pero el tipo no se inmutó.

— ¿Qué se te ofrece? — arqueó una ceja dubitativo.

Noah pensó por un momento que podría haberse equivocado de edificio —Emmm… — balbuceó —Busco a Misha… Misha Andreou… — la mirada del tipo se relajo un poco cuando escuchó ese nombre.

Sacó una radio de su cinturón — ¿Sabe que vienes? — preguntó antes de usar el aparato.

Noah asintió —Sí… — tartamudeó.

— ¿Cuál es tu nombre? —

—Noah Rallis. —

Hizo funcionar la radio —Noah Rallis está aquí. — fue todo lo que dijo y la voz de otro hombre le contestó que lo dejara pasar. Se le hizo extrañamente familiar, pero no se detuvo a pensarlo —En el mostrador te darán una tarjeta de visita para usar el ascensor y te dirán donde encontrarlo. — le indicó que pasara por la máquina.

Noah se quitó la mochila y la puso sobre una pequeña cinta junto con todo lo que traía en los bolsillos. Sus cosas se movieron en la cita hasta pasar por los rayos x.

— ¿De qué conoces a Misha? — preguntó de pronto interesado. Le dio un vistazo más largo a su ropa y a su cara. No era el tipo de gente que debía venir a visitarlo, es la única conclusión que pudo sacar Noah por la pregunta.

Noah lo miró de soslayo y pasó por la máquina —Somos amigos. — admitió, pero no se atrevió a agregar nada más porque la máquina hizo un ruido ensordecedor. Sin embargo, el sujeto no hizo ningún ademán de querer registrarlo.

—Tu cadena. — dijo tocándose su propio cuello. Por eso había sonado —Pasa. — volvió a sentarse en su silla y no volvió a mirarlo.

Tomó sus cosas y tampoco volvió a girarse. Llegó junto a la recepcionista y ésta le dijo exactamente lo que el otro tipo le había dicho. Tomó su teléfono y también hizo una llamada, pero ella habló con otra mujer, Noah pudo escuchar su voz chillona hasta la distancia. Rieron las dos y luego aguardó un momento. Estaba casi seguro de que la estaban comunicando con Misha. Cuando colgó le dio el pase de visita y le enseñó cómo usarlo y le indicó el piso.

Tomó el ascensor. Éste tenía una de esas musiquitas que intentaban relajarte y sonrió de imaginar lo mucho que Misha debía odiarla cada día. Podía verlo ahí junto a él con el ceño fruncido. Cuando llegó vio otro mostrador. Era increíble por todas las personas que había que pasar antes de poder llegar a Misha. Comenzaba a entender porque nunca le decía que lo visitara. La mujer le sonrió en cuanto lo vio.

—Hola, busco a Misha. — se apoyó en el mesón.

—Pasa. Acaba de llegar así que no debe estar muy ocupado. — le indicó una dirección —La última puerta a la derecha. Está su nombre escrito. — y volvió a sus papeles.

Se sintió observado mientras avanzaba, pero cuando miró hacia atrás la recepcionista apartó la vista enseguida. Encontró el nombre de Misha y dio un golpe antes de abrir.

—Pase. — la voz de Misha adentro le dio fuerzas para terminar de abrir la puerta. No levantó la cabeza para ver quién era.

Noah se mordió el labio y dio unos pasos. Cerró la puerta y lo contempló absorto en sus cosas. Se veía tan concentrado, como si fuera alguien diferente. Misha no se demoró en levantar la vista para ver quién era ya que no le decía nada. Sin embargo, su mirada no reflejó ni por asomo lo que Noah esperaba.

— ¿Qué haces aquí? — preguntó con la boca abierta. El tiempo pareció detenerse para Misha.

Noah lo miró confundido —Tú me enviaste un mensaje para que viniera. — frunció el ceño. Buscó su teléfono, aunque ya sabía por la cara de Misha que había un error.

— ¿Un mensaje? ¿Cuándo? Acabo de llegar y se quedó… — cayó solo en la cuenta de algo, pero no lo compartió con Noah. Revisó rápido su celular. Noah se mantuvo quieto, no sabía si irse o quedarse.

— ¿Me voy? — puedo preguntar con un dejo de desilusión.

Misha volvió a mirarlo —No, no. — se paró de su silla —Claro que no. Siéntate. — le ordenó. Estaba igual de sorprendido que Noah. Ninguno sabía bien que decir.

—Lo siento, debí llamarte. — suspiró Noah. Misha se apoyó en la mesa, frente a Noah.

—No pasa nada. Se supone que te envié un mensaje, ¿por qué habrías de llamarme? — quiso calmarlo —Salí un rato y dejé mi teléfono aquí. A alguien debió parecerle divertido hacer esta broma. — hizo una mueca.

Noah se rió — ¿Y justo a mí? —

Misha se encogió de hombros —Eres mi primer contacto en el registro de llamadas y no es tan difícil saber cuál es nuestra relación si lees nuestros mensajes. — Noah se sonrojó al pensarlo, pero Misha seguía un poco serio.

— ¿Qué pasa? — preguntó Noah.

—Mi teléfono tiene código. — le enseñó la pantalla —No sé realmente como te enviaron el mensaje. Déjame verlo. — le pidió su teléfono con la mano libre, pero no había mucho que pudiera hacer o decir, el mensaje está ahí y era de su celular. Tendría que averiguar qué demonios había sucedido.

— ¿Es algo malo? — estaba un poco asustado con la reacción de Misha —Me pareció algo raro que quisieras que viniera, pero después del fin de semana creí que las cosas estaban cambiando. — se excuso.

Misha volvió a pararse de la mesa y suspiró —No, lo resolveré. — rodeó el escritorio.

—Podría ser solo una broma… o un intento de Dylan para llevarte lejos. Yo llegué hace poco y podrías haberte topado con él sin estar yo aquí. — contestó tras tomar asiento en su escritorio. De pronto, cruzó sus piernas y fijo su mirada en Noah —Pero ya estoy aquí. — dijo para calmarse más a sí mismo que a Noah —Pero no vuelvas a venir si no hablas conmigo. —

—Imaginé esto de una forma totalmente diferente. — rió nervioso, a pesar de que Misha permanecía impasible. —Deberíamos relajarnos y olvidarnos de este mal entendido. — dijo, esperando la respuesta del chico.

—Puede ser...— contestó un poco pensativo, comenzando a ceder un poco. — Solamente quiero evitar meterte en problemas. — de la nada recordó mirar el reloj y alzó con delicadeza la manga de su camisa con un pequeño movimiento de brazos, notando que se le estaba haciendo tarde para su junta con Ike.

— ¿Ni siquiera te alegró un poco verme? — murmulló burlón a Misha, causando una pequeña y muy disimulada sonrisa. Fue entonces cuando notó que Misha comenzaba a ponerse de pie, por lo que decidió interrumpirlo sin mucho preámbulo — ¿No me digas que te vas?— le reprochó de no muy buena gana.

En ese mismo instante fue cuando ambos sintieron que sonaba la puerta, lo que provocó que Misha volviera a tomar asiento y le pidiese a la persona que entrara. Intentó parecer natural, esperando con todas sus fuerzas que creyeran que Noah era tan sólo una persona más en esa oficina; muy a pesar de que su apariencia lo delataba mucho. Y fue justo en ese momento que entró, por lo que Misha lo miró con seriedad y se propuso acercarse a él. Le estiró la mano para recibir la carpeta que le venía a entregar, esperando hacer la visita lo más corta posible, con el fin de que la presencia de Noah pasara lo más desapercibida posible —Misha, no olvides que tenemos que subir para la reunión en un par de minutos... con Fedro. — dijo aquella voz haciendo una mueca de dolor al pronunciar el nombre de su hermano, provocando una respuesta parca de Misha, pero un gran sentimiento de extrañeza en Noah, el cual por alguna razón decidió no girarse.

— Voy enseguida. —  espetó con poca paciencia, haciéndole notar el malestar que le provocaba su presencia en el lugar.

— ¡Oh! ahí está el archivo que estaba buscando. — dijo al ver el papel, para terminar por acercarse al escritorio para tomarlo. Entonces levantó la mirada y lo vio. No podía creer lo que estaba viendo. Y lo mismo le ocurrió a Noah, estremeciéndose completamente, con la respiración cortada, muy similar a un ataque de pánico. De alguna forma él estaba ahí. Tan igual y distinto ha como lo recordaba. Era imposible, pero al mismo tiempo sus ojos lo miraban fijamente haciéndole entender que estaba sintiendo lo mismo. No podía creer que se tratara de Ike, su Ike. De alguna manera ahora lucia tan diferente, con el pelo perfectamente peinado y de traje, pero a pesar de ello era él. No podía ser otra persona.

— Te—Te...espero arriba... — dijo con un evidente apuro Ike, el cual salió tan rápido como entró de la habitación. Por su parte, Noah intentaba recordar inútilmente como volver a respirar mientras su rostro se iba tornando más pálido, sin entender esta estúpida broma del destino, intentando analizar ese segundo eterno que acababa de vivir. Intentando explicarle a su corazón que era cierto lo que había visto y que no estaba loco. Qué de alguna forma, que aún no se podía explicar, se trataba de él, del dueño de ese collar que ahora sujetaba con tanta desesperación.

Misha siguió a Ike hasta la puerta y después sus ojos se desviaron hacia Noah con incertidumbre. Había sido casi desapercibido, pero Ike había actuado extraño, ¿desde cuándo tartamudeaba? Noah se había puesto pálido — ¿Estás bien? — no supo conectar de ninguna forma lo que está ocurriendo.

Noah se levantó de su silla —Nada. — bajó la mirada —Tienes que irte… yo también debería irme. — necesitaba procesar lo que acababa de ocurrir antes de contárselo a Misha, antes de que el pudiera decirle más cosas de Ike. En ese momento solo podía repetirse una y otra vez el hecho de que estuviera vivo y que había escapado apenas lo había visto. Sintió que había sido un poco desalmada su actitud.

—Noah… — Misha lo atajó antes de que pudiera irse. Lo obligó a mirarlo levantando su mentón hasta que sus ojos se encontraron — ¿Qué acaba de ocurrir? — su voz sonaba tan tranquila, tan pacífica. Era tan impropio de Misha comportarse así, pero podía ver la preocupación en sus ojos, una genuina preocupación por él.

Pero aún así no se atrevió a decírselo —Debo irme. — acortó la distancia y lo besó antes de escabullirse por la puerta. Hizo todo el camino de regreso hasta la calle como si todo el camino fuera un infierno. Todo parecía moverse a su alrededor y no supo corresponder ninguna sonrisa ni palabras amables que le habían dado las recepcionistas.

Sentía que su pecho le quemaba y el aire no lograba llegar a sus pulmones, pero esta vez no se detuvo. Siguió caminando por la calle, estrellándose con algunos hombros molestos que no se apartaron lo suficiente ante su paso. Todo se veía borroso, y solo comprendió a que se debía cuando sintió la calidez de una lágrima rodar por sus mejillas. Se detuvo en un semáforo y se limpió la cara con enojo. No quería llorar, no quería hacerlo. Volvió apretar en dije en su mano y la cara de Ike vino a su mente, pero aquel Ike que él recordaba, con su cabello despeinado y su sonrisa cálida. Hace ya tanto tiempo que no pensaba en él, y los recuerdos llegaron como si hubieran estado aguardando volver.

 

— ¡Oh Vamos! Hay que celebrar esto — animaron los compañeros de Noah después de tal avasalladora victoria que habían conseguido.

—Otro día tal vez. — dijo sin muchos ánimos.

—No estés así, de seguro te dan alguna otra beca. — dijo el más pequeño del equipo.

—Tranquilo muchachos, denle un respiro. — salió a la defensiva Andrés, el capitán del equipo de Basquetbol,  quien había conseguido la beca que tanto anhelaba Noah —No está así por la beca. — rodeó al rubio con su brazo por el cuello de éste.

— ¿Qué tienes entonces? — se aventuró a preguntar otro compañero.

—Solo quedé más cansado que de costumbre. — dijo Noah. Se dejó caer sobre la banca del camarín y se cubrió la cara con su toalla de manos.

Una seguidilla de murmullos se escucharon cuando cubrió su rostro —No se permiten chicas en este lugar. — se atrevió a decir Andrés para hacer notar la presencia de la pelirroja en el lugar. Noah quitó la toalla y la miró con una sonrisa de lado.

— ¿No vino? — preguntó ignorando al capitán del equipo y al resto de los hombres que se cambiaban en el lugar.

—No. — se limitó a responder Noah moviendo su cabeza.

—Debió atrasarse su vuelo. — intentó animarlo. Se acercó al rubio y se agachó frente a él —Te apuesto que más tarde te llamara o algo para pedirte disculpas. — insistió.

Noah apoyo sus codos en sus muslos y agacho la cabeza cansado —Supongo que así será. — murmuró.

—No te desanimes, tú no eres así. — levantó la cabeza de su amigo por el mentón —Ahora debes celebrar. Ganaron. — le recordó con una sonrisa —Aunque lamento que no ganaras la beca.— miró de reojo a Andrés por habérsela arrebatado.

—Está bien, él la necesita más que yo. — dijo mirando también a su capitán —Felicitaciones. — le dijo con una sonrisa sincera en sus labios. El muchacho solo asintió y continuó en lo suyo.

—Vamos Noah, únete a nosotros. — Insistieron los muchachos al estar listos para celebrar —Te hará bien distraerte. — dijo Andrés comprendiendo el malestar del rubio —Estaremos en el Blue Castle por si nos alcanzas. — agregó antes de dejarlo solo con Callie.

—Debes ir. — advirtió altanera.

—No. — respondió categóricamente —Mamá habrá de estar esperándome con Teo en casa. — se excusó.

—Hable con ella y le parece totalmente comprensible que salgas a divertirte con tus amigos. — se cruzó de brazos dejándolo sin mucho lugar para huir.

—Eres un monstruo. — suspiró derrotado —No sé cómo te soporto. — le tiró la toalla en la cara —Me daré una ducha y nos vamos. — se levantó de la banca y Callie se sentó en ella para esperarlo.

Caminaron por la calle en silencio camino hasta el club donde estaba el resto del equipo. Aun faltaban un par de horas para que oscureciera, pero el cielo ya estaba teñido de un hermoso color naranja. Noah lo notó y no pudo evitar dejarse seducir por su bello color. Le encantaba ver las puestas de sol con su hermano y siempre era agradable para él aquella hora del día. Callie lo notó demasiado pensativo para lo que solía ser su amigo y eso la mantenía preocupada, no sabía cómo animarlo, sabía que las malas palabras no eran una solución a largo plazo.

—Regresara lloriqueando para que lo perdones por no haber llegado. — rompió el silencio en un intento desesperado por hacerlo sonreír.

—Tengo un mal presentimiento. — confesó con tristeza.

—Él está bien, tranquilo. Mi magia negra no tiene resultados con la gente aun. — golpeó al rubio con el codo en las costillas.

Él sonrió agradecido por sus palabras —Espero regrese pronto. — dijo un poco más animado.

—Lo hará. Y créeme que lo primero que hará cuando pise Atenas será llamarte. — dijo asqueada por lo empalagosos que podían llegar a ser.

—Tienes razón. — asintió Noah. Sacó su teléfono del pantalón y lo checó una vez más antes de llegar al lugar.

—Ahora diviértete. — Lo empujó para que se apresurara en entrar —Date prisa que muero de hambre. — lo jaló con fuerza mientras abría la puerta.

Unos silbidos les dieron la bienvenida así que no tardaron en dar con los chicos que los esperaban alegres. Aunque cuando vieron a Callie acompañando a Noah se desilusionaron ya que su club de toby acababa de ser destruido. Aun así, nadie se atrevió a decir nada, parecía que todos le temían un poco a la pelirroja y quien no, si con su sola mirada parecía matar.

—Te esperábamos para ordenar. — sonrió Andrés.

—Gracias, aunque solo estaré un rato… — intentó advertir.

—Olvídate de todo Rallis, es momento de disfrutar. — intervino uno de sus compañeros, lo tomó del hombro y lo obligó a sentarse.

—Es tu momento de gloria. — lo animó su capitán.

Sonrió para complacerlos, pero aun así estaba nervioso, algo le preocupaba y no podía dejar de pensar en ello. Cuando vio que se acercaban para tomarles su orden, sintió que todo su mundo se paralizara, como si el sujeto hubiese venido caminando en cámara lenta, como si todo el mundo fuera más lento, menos él. Miró a su alrededor, sus oídos piteaban y sus manos comenzaron a sudar. No sabía que ocurría, hasta que todo comenzó a marchar con normalidad otra vez. Suspiró aliviado y su teléfono comenzó a sonar, llamando la atención de todos.

—Ahí está tu llamada. — le animo Callie de pronto, sacándolo de sus pensamientos —Atiende. — lo meneo un poco al ver que no reaccionaba.

Noah sacudió un poco su cabeza para aclararse y tomo su teléfono con sus manos que tiritaban.

—Es un número desconocido. — dijo desilusionado al no ver el nombre de Ike en la pantalla.

—Tal vez es llama de otra parte. — aclaró con calma mientras él contestaba.

— ¿Diga? — susurró asustado.

— ¿Hola, hablo con el novio de Ike, Ike Souris? — consultó una voz masculina por el otro lado de la línea. Era una voz grave, que asustaría a cualquiera.

—Sí, ¿Quién habla? — tragó saliva aun temeroso, ni siquiera sabía su nombre.

— ¡Ey! Hola, mi nombre es Dylan. — su voz se suavizó un poco, aunque aún hablaba bastante golpeado —Soy amigo de Ike. —

El solo pronunciar su nombre hizo que todo desapareciera frente a Noah. Se levantó de su silla y salió del lugar sin dar mayores explicaciones. Caminó temeroso hasta estar lo suficientemente lejos de toda la bulla del local antes de volver hablar.

— ¿Dónde está Ike? ¿Él está bien? ¿Está contigo? — bombardeó de preguntas al sujeto.

—Por eso te llamaba, a él le hubiese gustado que te avisara. — murmuró contrariado Dylan.

Noah había dejado de respirar para ese entonces, solo deseaba oír el motivo de la llamada. Aunque la verdad era que mucho antes de aquella llamada, él ya sabía que algo no iba bien.

—Ike se vio involucrado en un choque. — continuó.

La imagen de Ike teniendo un accidente en su auto apareció en la cabeza de Noah, la cual se repitió una y otra vez en cuestión de segundos. No sabía que decir, no sabía qué hacer. Apenas tenía las fuerzas para mantener el teléfono junto a su oído.

— ¿Él está bien? — Balbuceó — ¿Está en el hospital? —

—Escucha… — dijo Dylan en casi un murmullo —Su auto se incendió antes que pudiera escapar. —

Ya no fue capaz de decir palabra alguna. Su expresión estaba perdida en algún lugar del horizonte.

—Lo siento mucho. — agregó apenado.

Alejó el teléfono de su oreja y lo cortó en un acto reflejo. Odiaba que la gente le dijera que lo sentía, detestaba que la gente se disculpara sin sentirlo de verdad, y mucho menos que sintieran algo que no podían reparar.

— ¿Noah? ¿Todo bien? — Callie aguardaba a una distancia prudente. No había podido oír mucho de la conversación, pero el color pálido del rostro de su amigo le decía que algo no iba bien — ¿Era Ike? —

Él meneó su cabeza y la agacho, no quería que viera su rostro —No era él. — Contestó en un hilo de voz —Era un amigo de él. — agregó con bastante dificultad.

— ¿Está todo bien? — se acercó lentamente para no espantarlo. Noah levantó su cabeza para ver a su amiga, estaba llorando. Las lágrimas salían sin contemplación — ¡Oh! — lo atrapó con fuerza entre sus brazos. Ya no era necesario decir nada más para poder comprender su mirada. Ike estaba muerto —Tranquilo, pequeño. —

—Quiero irme de aquí. — fue lo último que dijo. Callie obedeció.

—Iré por nuestras cosas, espérame aquí. —

 

No supo cómo logró llegar a la casa. El camino del centro hasta ahí era largo, por eso es que ya comenzaba a oscurecer incluso. Sin embargo, ni siquiera podía sentir el dolor en sus pies cansados. Las luces estaban encendidas en su casa, y aunque dudo un momento, no había ningún otro lugar donde quisiera ir. Entró a la casa y tiró todo junto a la puerta, tenía las energías suficientes como para desplomarse sobre su cama y no despertar nunca más, pero Dafne apareció antes que pudiera perderse en el pasillo.

— ¿Dónde estabas? — puso sus manos en su caderas, tenía puesto un delantal de cocina, pero pese a su postura, su voz sonó cargada de preocupación más que de enojo.

Noah alzó la mirada y negó —Hice horas extras. — mintió.

La cara de Dafne se deshizo en cuanto lo vio — ¿Qué ocurrió? — dio un paso un poco insegura. Noah tenía los ojos rojos y su cara estaba destruida por lo que acababa de suceder.

—Solo estoy cansado. — se aclaró la garganta para sonar más convincente y se dio la vuelta.

—Noah… — lo alcanzó y quiso obligarlo a girarse.

Pero éste se soltó con brusquedad y la miro exacerbado —Déjame en paz por una maldita vez en tu vida. — gritó y corrió hasta su pieza. ¿Cómo podía explicarle que Ike no estaba muerto? ¿Cómo podía decírselo si nunca supo que había muerto? ¿Cómo le explicaba que Misha no era el primero y que él había sido la causa de su intento de suicidio?

Se recostó en la cama, con la cabeza hacia el techo. Intentó recordar las palabras de George, pero pensar en él solo le recordaba que él también lo había dejado. ¿Qué le habría dicho si hubiese estado para contarle lo que acababa de sucederle? Probablemente habría buscado el lado bueno de la situación, él siempre hacia eso. Inspiró y exhaló profundamente. Así comenzaban sus sesiones siempre que él llegaba alterado por algo. Necesitaba pensar con tranquilidad y la única forma de hacerlo era calmándose, evitando que las emociones se apoderaran de sus pensamientos. Eso decía George. Aunque esto simplemente lo superaba, y no podía hacerlo solo.

Dio unas pequeñas patadas de impotencia. Tomó su celular y tecleó un mensaje. Sabía que ella lo odiaba en estos momentos, pero era la única que podía comprenderlo, la única que sabía lo mucho que había sufrido. “Ike está vivo. Me lo encontré hoy…” le envió y dejó caer el teléfono a un lado, rogando que le contestara.

 

Cuando las primeras estrellas comenzaron aparecer, Callie sintió que ya era momento de regresar a Noah a su hogar, debía hacer frente a la cruda realidad que lo estaba embargando; además, estaba consciente que Dafne tenía que saber lo antes posible lo que le estaba sucediendo a su hijo. La colorina estaba esperanzada en que ella supiera qué hacer con este nuevo Noah con el que tendrían que lidiar desde hoy.

Mientras le daba unas cuantas palmaditas en la espalda para que se mantuviera sereno, recordó cuando la madre de éste le contó como era de pequeño Noah, de lo diferente que era ahora y por sobre todo, del temor que sentía cada día en que regresara esa sombra negra que casi acaba con su hijo. Callie suspiró y miró a su amigo que escondía su rostro en sus manos mientras apoyaba sus codos en sus muslos.

Creo que deberías ir a casa. le susurró esperanzada de que ahora si le contestara, pero solo se volvió a dar con un muro de silencio Noah, por favor. Insistió comenzando asustarse Todo estará bien, lo prometo. Todo debió ser un mal entendido, ya lo veras. Lo acercó a ella y lo abrazó Vamos a casa e investiguemos, esto no puede ser posible. habló sin resignación. Para ella tampoco era algo fácil de creer, prefería pensar que todo había sido una horrible confusión, es que Ike no podía estar muerto, parecía algo casi imposible, si hasta hace unos días estaba con ellos y ahora simplemente se había ido para siempre. Incluso para ella era difícil de creer.

— ¿Y que si es cierto? Inquirió aun con su cabeza oculta — ¿Qué haré si realmente se fue para no volver? ¿Qué haré si me dejo para siempre? su voz se quebró llena de dolor Me dejo solo, Callie. Me dejo solo. Repitió con frustración Le pedí que no lo hiciera y me dejo de todas formas. susurró destrozado.

—No digas eso. Reprendió la colorina llena de desilusión al no poder ayudar a su mejor amigo Jamás estarás solo Noah Rallis, siempre me tendrás a mí y a tu familia, óyeme bien, porque jamás estarás solo, nunca más en tu vida vuelvas a decir que lo estas. alzó la voz, pero al mismo tiempo acarició los cabellos de Noah Y de ser cierta la noticia… — guardó silencio sin poder terminar la frase De ser cierto, no fue porque él hubiese querido irse, fue un accidente. Dijo con el mayor tacto que ella poseía, el cual no era mucho Él te amaba y eso tienes que recordarlo hoy y siempre. Dijo en el oído a Noah, el cual parecía no estarla escuchando.

—No quiero ir a casa. dijo Noah alzando su rostro. Pareció no haber oído nada de lo que ella había dicho. Se levantó de la banca en la que estaba y miró a Callie De verdad quiero estar solo un rato antes de tener que decírselo a mi madre. pidió para que ésta lo dejara solo por un rato.

—Lo siento, pero no te voy a dejar en el estado en que estas. Se levantó dispuesta a seguirlo Nadie te comprendería mejor que tu madre en estos momentos. suavizó su mirada para persuadirlo de irse solo por ahí.

Noah sonrió de lado y la miró melancólico — ¿Lo dices porque ella también perdió a alguien que amaba? Se apresuró a tomar su bolso con el equipo de basquetbol Yo tuve la culpa de que ella sea miserable ahora. Suspiró recordando aquel fatídico día Creo que debí haber sido yo quien muriera aquella tarde. habló más para sí que para Callie, ya que esta no logro comprender lo que estaba hablando.

—Creo que no me entendiste. Quiso tomarlo del brazo, pero éste la esquivo con facilidad Noah, no te voy a dejar. le advirtió amenazadoramente Vuelve aquí. gritó cuando lo vio correr fuera del parque — ¡Noah! tomó su mochila y lo siguió, sin embargo, pronto ya lo había perdido de vista. No tenía más remedio. Suspiró. Sacó su teléfono de su pantalón y marcó a la casa del rubio. Necesitaba refuerzos.

 

Pero no contestó. Los minutos comenzaron a pasar como si fueran horas, y los recuerdos pasaban una y otra vez como si fueran un disco rayado. Pero al menos su respiración era constante otra vez y había dejado de llorar para su felicidad. Aunque sentía como su cabeza comenzaba a dolerle y agradecía no haber encendido las luces cuando entró.

El timbre sonó y sintió una leve esperanza. “Por eso no contesto, ella vino directamente a su casa…” pensó y se obligó a sentarse en la cama. Su cabeza le dio vueltas, pero aguardó antes de levantarse. Cuando estaba por llegar a la puerta, Dafne abrió aun preocupada por Noah.

—Te buscan. — susurró.

Noah asintió y pasó a su lado. Callie sabría qué hacer, ella siempre tenía una mejor solución que él. Más no era Callie quien lo esperaba en la puerta. Noah se detuvo antes de llegar, en cuanto vio a Ike en la puerta sintió un pequeño deja vu. Sus piernas le flaquearon y buscó respaldo inútilmente a su alrededor porque ni Teo ni Dafne estaban ahí. Quiso darse la vuelta y volver a su cuarto, dormir hasta que al despertar se diera cuenta que todo era un sueño.

—Noah… — lo llamó cuando lo vio voltearse —Déjame explicártelo. — rogó con aquella voz tan suave, la cual quiso escuchar tantas veces después que se había ido y lo único que tenía era un maldito buzón de voz y los recuerdos para sentirlo un poco más cerca de él. Se giró y volvió a mirarlo solo para comprobar que no era un sueño. Ike no se movió, lo aguardó en la puerta temiendo que Noah se exaltara si intentaba entrar, nunca había entrado después de todo.

Quiso decir algo, pero lo único que fue capaz de hacer fue morderse el labio. Su mirada era triste, pero buscaban desesperadamente iluminarse. Había dos caminos y cualquiera que eligiera iba a tener consecuencias. Podía cerrarle la puerta en la cara y olvidar que eso había sucedido, aunque en el fondo sabía que jamás iba a olvidar algo así. Y el segundo camino era escucharlo y encontrar una explicación suficiente para apaciguar todo el dolor que ha sentido por su culpa. Después de todo estaba de vuelta, estaba parado en su porche. ¿Cuántas veces no había fantaseado con que Ike volvía y le decía que todo era un malentendido? 

 

Aligero el paso cuando notó que ya no lo seguía. Respiró profundamente y miró al cielo en busca de alguna respuesta, alguna señal, algo que le dijera que todo aquello no era más que una broma de mal gusto. Aun así, parecía ser la mismísima realidad. Ike estaba muerto. Una punzada en su estomago lo estremeció. Estaba muerto, Ike estaba muerto. Se repetía en su mente una y otra vez hasta que su cabeza lograra procesarlo, pero simplemente no podía, se negaba a creer que eso estuviera pasándole, no otra vez.

—Ike… — susurró. Cerró sus ojos con prepotencia y empuño sus manos llenas de coraje. — ¿Por qué? preguntó ya sin fuerzas. Sintió su teléfono sonar en el bolso. Se apresuró a cogerlo con la esperanza de que fuera aquel sujeto para decirle que todo había sido un mal entendido, pero estaba equivocado. Era su madre Mamá. contestó ya sin fuerzas.

— ¿Dónde estás? Preguntó asustada Callie me llamó y me dijo que algo malo te había pasado. Me asuste muchísimo. Dijo más tranquila al oír a su hijo — ¿Qué paso? Ella no me quiso dar más detalles. ¿Estás bien?

Colgó el teléfono. No estaba preparado para un bombardeo de preguntas, pero apenas corto éste volvió a sonar y no importaba lo que hiciera, volvía a sonar una y otra vez. Se acercó a una parada de autobús y tiró el celular en un basurero que estaba junto al lugar. Realmente deseaba soledad.

 

Se sujetó al marco de la puerta y Ike le dio el espacio suficiente para que saliera de la casa.

—Noah… — susurró asomándose una pequeña sonrisa en sus labios al decirlo —Extrañaba poder decir tu nombre en voz alta. — suspiró pasándose una mano por el cabello. Estaba nervioso, nunca antes lo había visto nervioso.

—Tu voz… — Noah intentó mirarlo, pero en cuanto sus ojos se encontraba apartaba la mirada.

— ¿Extrañabas mi voz? — seguía sonriendo, Noah podía saberlo sin mirarlo y asintió. Hubo un pequeño silencio antes de que pudiera volver hablar —Noah, perdóname… — se atragantó con sus preguntas —Yo no quería que esto sucediera así. — le aclaró acercándose un poco.

Noah levantó la mirada y había algo distinto en sus ojos, se habían vuelto a iluminar otra vez. Solo él podía elegir entre dos caminos y probablemente ya había elegido uno sin siquiera darse cuenta.

—Fue mucho tiempo… — masculló.

Ike se acercó un poco más —Lo sé… y lo siento… yo... —

—Te fuiste… estabas muerto, o eso me dijeron… — le falto el aire para decirlo.

—Lo sé, lo sé. — rozó los dedos de Noah con su mano —Pero puedo explicártelo. —

Sus ojos se volvieron apagar —No sabes cómo fue… —

—Shhh… — meneó la cabeza. No quería que se mortificara con recuerdos —Te extrañé. — intentó hacerlo sonreír —No sabes cuánto te extrañé. — se acercó un poco más y junto sus frente —Noah… —

Algo en su interior le decía que se alejara, pero su cuerpo no respondía a nada que le pudiera decir su cerebro en esos momentos. Necesitaba sentirlo, solo un momento, solo un segundo más antes de que se alejara otra vez, antes de que le explicara y tuviera que decidir si odiarlo o perdonarlo por lo que había ocurrido. Necesitaba detener el tiempo un solo momento, pero siempre era pedir demasiado, y la vida continuaba y no siempre de la forma más agradable.

El sonido de un portazo lo hizo reaccionar antes que a Ike y se apartó asustado. Ike se dio vuelta y ambos vieron a Misha junto a su camioneta viéndolos con una mirada indescifrable. 

Notas finales:

Nos vemos pronto! Espero sus comentarios :D!


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).