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Almas en Silencio por Amii

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Notas del capitulo:

Hola!! Al fin he podido volver a actualizar. Espero que lo disfruetn!

“Solo viven aquellos que luchan…” V.H.

 

La lluvia azotó las calles de Atenas mientras Noah volvía a casa, pero aquello no lo detuvo en su caminar a casa. Nunca lo había hecho y ahora menos que nunca. Disfrutaba de la lluvia, del agua correr, como si así sus problemas se diluyeran con el agua que recorría su rostro.

Había estado tratando de recordar con ahínco a su padre, pero la realidad era que el rostro de su papá se empezaba a borrar de su cabeza, cada día parecía ser más un desconocido que alguien a quien amó realmente. Ya habían sido demasiados años sin poder volver a verlo, así que le era casi imposible evocar algún recuerdo. Sus facciones se volvían como las de cualquier persona, ya no recordaba a veces aquella arruga que se forma en su frente cuando reía o la felicidad que transmitía con sus ojos. No podía recordar el aroma que tenía su padre cuando lo abrazaba y lo acunaba los días en que no podía dormir. Incluso su voz comenzaba a mezclarse con la de otras personas en su memoria. Aquel recuerdo que aún conservaba ya no era su papá completamente, simplemente era lo que lograba recordar de él. Se estaba quedando en el pasado, con aquel Noah que él fue alguna vez y ya no lo es más.

Solo había algo en su mente, pero no estaba seguro si era un buen recuerdo, era una simple frase que recordaba que él le había dicho su primer día de jardín, al cumplir los cuatro años decidieron enviarlo a un jardín para que comenzará a relacionarse con niños pequeños porque era muy tímido, pero el primer día no había resultado como habrían esperado. Noah llegó llorando y todo rasmillado a casa. Unos niños más grandes se habían metido con él y Noah ya no quería volver nunca más, así que su papá conversó con él y ahí fue cuando le dijo que solo vivían aquellos que luchaban. Al día siguiente Noah le dio un golpe al niño que le había pegado y nunca más volvieron a molestarlo. Ahora que lo pensaba, probablemente esa no era la lección que Leandro quiso enseñarle, pero nunca se lo hizo saber.

Esperaba nunca olvidarlo del todo. Siempre iba amarlo, pero le aterraba la idea de que algún día, cuando ya fuera mayor, ya no lo recordaría de nada.

Cuando llegó a casa, encontró a Teo en las escaleras de le entrada tiritando por el frío y le sonrió en cuanto lo divisó en la esquina de la manzana.

— ¿Qué haces aquí afuera? — se quitó el gorro cuando estuvo bajo el pórtico —Hace frío. — lo levantó a la fuerza antes que le contestara. Parecía tullido y le costó un poco de esfuerzo que se mantuviera en pie solo. Tiritaba de frío y sus dientes le castañeaban.

—Mamá… — fue lo único que dijo antes que Noah se apresurara a entrar a la casa. Teo lo siguió de cerca.

—Dafne. — la llamó desde la entrada quitándose la chaqueta. La tiró a un lado y la buscó en los primeros cuartos de la casa — ¿Mamá? — miró de reojo a Teo que continuaba en la entrada. Éste le apunto el pasillo donde estaban los dormitorios.

Se dirigió en esa dirección, no sin advertir la mirada asustada de su hermano, abrió la puerta de la pieza de su mamá y su corazón empezó a latir otra vez, estaba bien, o relativamente bien.

— ¡Noah! — levantó la vista con el sonido de la puerta, y sollozó en cuanto lo vio. Estaba en el suelo junto a la cama con su teléfono entre sus manos. Estiró sus brazos queriéndolo alcanzar así que Noah se apuró en llegar a su lado —Que bueno que llegas. — lo abrazó cuando se sentó a su lado.

— ¿Qué ocurre? — le dio un apretón para calmarla —Teo estaba afuera esperándome. — dijo con cierto tono de reproche.

Ella comenzó a llorar de nuevo y escondió su rostro tras el hombro de su hijo —Tu tío falleció. — dijo casi en un hilo de voz.

Una sensación helada recorrió su espalda, pero intentó mantener la compostura, debía ser fuerte por ella. La abrazó con fuerza, ella lo tomó por el cuello y comenzó a llorar desconsoladamente. Su tío Gabriel era el único familiar vivo que les quedaba y ahora sin él, solo eran los tres de nuevo, siempre eran ellos tres.

—Tranquila. — acariciaba el cabello de Dafne, pero no paraba de llorar.

—Siempre me pidió que lo fuera a ver y yo siempre le dije que no podía y ahora ya nunca más lo volveré a ver, Noah. — susurró al oído de éste —Quiero ir a despedirme de él. — dijo inquieta separándose de Noah y levantándose del suelo con movimientos erráticos. Él se quedó viéndola moverse por la habitación.

—Si te vas ahora quizás llegues a su funeral. — dijo sin mucho tacto. Dafne lo miró contrariada al escuchar la palabra funeral, como si hasta el momento no se hubiera enterado que estaba muerto, y volvió a llorar. Noah solo hizo una muea de disculpa y se mantuvo en el suelo.

Dafne se obligó a parar de llorar y se sorbió la nariz antes de volver hablar —Pero tres pasajes de ida y vuelta a Luxemburgo se sale mucho de nuestro presupuesto. — se desplomó sobre su cama apesadumbrada. Él sabía porque se lo estaba diciendo y aunque sabía que ella se sentía mal por tener que decirlo, a él le parecía lo mejor.

Noah asomó la cabeza por sobre el colchón y encontró la mirada de su madre buscando la suya, como si con sus ojos intentará algún tipo de súplica sobre algo que ambos comprendían, pero que ninguno se atrevía a decir en voz alta —No necesitas llevarme. — se aventuró para ser de alguna utilidad a su madre. La mirada de ella se iluminó un poco y supo que había dicho lo correcto.

Se sentó en la cama — ¿Estás seguro? — tomó la mano que Noah había puesto sobre la cama.

—Creo que es lo mejor… — apartó la vista, no deseaba que ella viera el dolor que había en su mirada —Casi no lo conocí… — mintió, después de todo, ¿Quién podría haberlo conocido mejor que él? —No me molesta quedarme. — le sonrió de lado. Le alegraba poder quedarse, pensó, pero no se lo dijo a ella.

Se quedó con ella en su habitación hasta que el cansancio por la noticia y el llanto la durmieron en su propia cama. Noah le acomodó unos mechones de su cabello antes de taparla con alguna frazada y observó por un momento su rostro acongojado. Le dolía un poco que sufriera de esa forma por alguien que le había hecho lo que le hizo. Aunque ella no lo sabía, o al menos él esperaba que no lo supiera.

Cerró la puerta tras de sí al salir y se quedó ahí mismo, con la espalda apoyada en la puerta. Sentía su pecho agitado, le faltaba un poco el aire, como si estuviera llegando al espacio. Se deslizó por la puerta hasta sentarse en el suelo. Sus ojos se humedecieron sin que él lo notara, pero en vez de llorar, rio, sonrió como hacía mucho tiempo no podía hacerlo.

—Murió. — arrulló entre un sonoro concierto de risitas y llanto. Aún no daba crédito a lo que había dicho Dafne —Ya no volverás hacerle daño a nadie. — abrazó sus piernas apegadas a su pecho —Nunca más. — escondió su rostro y simplemente lloró, dejando escapar tanta rabia, pena e impotencia junta que por primera vez en muchos años sintió su alma muy ligera, como si no hubiera gravedad que la detuviera para revolotear por todo su interior. Sintió paz, al fin sentía lo que había buscado por tantos años y que nadie había podido ayudarle a encontrar.

La calidez de una mano sobre su cabeza lo regresó de sus pensamientos, y solo pudo imaginar el rostro de su padre esperándolo para decirle que todo iba a estar bien, pero cuando levantó la vista, se encontró con los ojos castaños de Teo.

— ¿Estás bien? — lucía muy preocupado. Todos lloraban y nadie le explicaba que sucedía para poder llorar con ellos.

Noah lo tomó por la cintura y lo abrazó, escondió su cabeza en el estómago de su hermano. Volvía a parecer feliz, lo que envolvió en una agónica confusión a Teo.

Cuando al fin Noah se sosegó, alzó la vista sin soltar a su hermano. Éste aguardaba pacientemente acariciando el cabello rubio de su hermano. Su mirada tranquila le trasmitió tanta inocencia que lo hizo sonreír. Había logrado salvar a Teo de aquel hombre.

—El hermano de mamá murió. — le susurró para que Dafne no pudiera oírlo —Ella está muy triste. — soltó a su hermano y volvió apoyarse contra la pared. Teo lo imitó y se sentó frente a él sin dejar de verlo.

— ¿Y tú estás feliz o triste por eso? — preguntó lleno de curiosidad. Aún era muy pequeño para entender lo que significaba realmente morir, además que él nunca llegó a conocer a su tío Gabriel.

Noah sostuvo la mirada, pero no le contestó. No podía decirle que lo hacía feliz, porque no era prudente, además tampoco era aquel sentimiento el que tenía en su interior. Él sentía paz, tranquilidad, y sobre todo alivio, pero no felicidad.

—No lo conocí muy bien. — evadió la pregunta —Pero no estoy feliz. Uno nunca debe sentirse feliz con la muerte de nadie. — le enseñó.

— ¿Ni siquiera cuando era una mala persona? — preguntó inquieto, lleno de curiosidad.

— ¿Por qué crees que era malo? — alzó una ceja un poco asustado. Repaso en su mente rápidamente todas las visitas que tuvo que hacerle a su tío y estaba casi seguro que lo había salvado de ese destino tortuoso.

—Mamá te enviaba a visitarlo para que te alejaras de los abuelos que eran malos contigo y te hacían ponerte triste, pero cuando volvías de ver al tío Gabriel, tu mirada seguía siendo triste, incluso mucho más que antes de irte. —

La calma lo invadió nuevamente. Si había logrado salvarlo —Sin importar que, no debes alegrarte de su muerte, Teo. — le insistió —Dafne te llevará al funeral y debes portarte bien. — rogó —Ella necesita de un hombre que la sostenga, y ese serás tú. —

—Prometo portarme bien. — asintió. Se levantó del suelo y le estiró su mano a Noah — ¿Podemos cenar? Tengo hambre. —

—Vamos a cenar. — le sonrió y se levantó tras él. Sabía que no podría protegerlo de todo en la vida, pero cada sufrimiento que fuera capaz de evitarle sería un triunfo en contra de toda aquella maldad que se encontraba en los rincones más oscuros del mundo.

Lo dejó comiendo frente al televisor mientras revisaba si había noticias de Callie, pero no se había comunicado con él, ni con ninguno de sus amigos. Aquella semana parecía que se la hubiera tragado la tierra, y ni siquiera cuando se enoja ha logrado desconectarse tanto tiempo de su vida social.

La realidad era que la extrañaba más de lo que jamás podría admitir, pero pese a sus intentos, ella había logrado evadirlo. Y se sentía culpable por haberla dejado sola en el bar la semana pasada para que recibiera terribles noticias en la más absoluta de las soledades. Y aunque en realidad no fuera responsable del daño que sus padres le causaban, se sentía mal por no poder evitarle aquel dolor. Ella solo merecía felicidad. Ya había sido rechazada por demasiadas personas, ahora debía venir el amor, pero aún no llegaban esos días para ninguno de los dos.

Dafne apareció por el pasillo a eso de las once de la noche. Sus ojos estaban hinchados y su nariz colorada de tanto sorberse la nariz. Arrastraba los pies y sus hombros estaban caídos. Parecía estar más cerca del lado de los muertos que de los vivos.

— ¿Todo bien? — fue lo único que logró salir de su boca, o al menos eso pareció oír Noah que estaba en uno de los sillones frente a la televisión.

—Ya cenamos, no te preocupes. Ve a dormir. — asintió. Dafne ni siquiera pudo sonreír, se dio media vuelta y volvió directo a su cama.

Por como lucía no parecía una gran idea dejarla ir sola con Teo, pero no podían ir los tres y Teo no podía quedarse solo en casa; además, tenía una larga lista de motivos por el cual no deseaba ir hasta allá para despedir a ese hombre que de ángel solo tenía su nombre.

—Vamos Teo. — se levantó del sillón y apagó el televisor —Mañana será un largo día. — lo ayudó a llegar a su cama, ya estaba más del lado de Morfeo, así que lo acostó y lo arropó como siempre hacía Dafne.

Antes de dormir guardó algo de ropa para Teo y para su madre y lo dejó a la vista de ésta para cuando despertara.

En la mañana los despidió desde el pórtico. Su madre lucía un vestido negro que estaba casi seguro era el mismo del funeral de su padre, de aquel funeral a un cajón vacío y un despido a la nada, porque a su papá se lo había tragado el mar y éste se negó a devolverlo. Tenía además unos lentes negros para cubrir su triste y deplorable rostro y el pelo lo traía recogido porque no había tenido tiempo ni ánimos para hacerse algo diferente.

Teo en cambio llevaba su ropa habitual. Unos jeans y una chaqueta de cuero para las pocas gotas que caían esa mañana. Aunque Noah había tenido la precaución de guardar un traje negro que su hermano había heredado de él por si era necesario.

—Prometo volver pronto. — besó la mejilla de Noah antes de subirse al taxi que los llevaría al aeropuerto —Cuídate. — sus palabras estaban cargadas con más preocupación de lo normal.

Al cerrar la puerta tras él, miró la foto de su papá y le sonrió con nostalgia —Creo que solo somos tú y yo. —

Se pasó la mañana dormitando sobre el sillón hasta que sintió el timbre. Por un momento pensó que podía ser Callie que había decidido regresar de su claustro, pero cuando abrió se desilusionó al ver que solo era el cartero. Éste le entregó una pila de cartas, donde la mayoría eran cuentas atrasadas de Dafne. Cerró la puerta y avanzó por la casa revisando la correspondencia, soltando al suelo cada una de las que iba revisando.

La sorpresa se produjo cuando encontró una para él con remitente de la Universidad de Artes de Atenas. Soltó las pocas cartas que le quedaban en las manos y la abrió con impaciencia y curiosidad. No recordaba haber postulado a ninguna Universidad, aunque no podía culparse por no acordarse porque en realidad no podía recordar del todo lo que había hecho el año anterior. Desdobló el papel y leyó con atención lo que decía.

“Estimado Noah Rallis, nos complace comunicarle que ha sido aceptado en la Facultad de Artes de la Universidad de Atenas…”

Todo lo que decía más abajo eran simples blas bla bla… Había sido aceptado en una Universidad. Se quedó pasmado un rato intentando comprender aquel momento tan extraño e irracional.

Quiso llamar a Dafne para preguntarle si era una de esas cosas que no recordaba, pero estaba en el avión, y la otra persona que podía responderle tan inquietante duda era Callie, pero no podía contar con ella en esos momentos.

Miró la hora en el televisor y supo que había una pequeña posibilidad de poder saciar su inquietud. Corrió a ducharse y en menos de 20 minutos iba de camino a la consulta de Emily.

Cuando llegó, la secretaria se sorprendió de verlo ahí. Y Emily, quien compartía un café con ésta, lucía igual de contrariada con su presencia ahí — ¿Todo bien, Noah? — preguntó Emily dejando su café en el mostrador.

— ¿Callie aún no llega? — la buscó esperanzado, pero la mirada de ambas se lo dijo todo, ella no iba a ir ese día.

La secretaría miró a Emily para saber si debía decirle algo, pero ésta respondió en su lugar —Cancelaron su hora esta mañana. —

La angustia lo embargo — ¿Llamó ella si quiera? —

Emily negó —Llamó su abuela. —

Se desplomó sobre uno de los sofás de la sala de espera y respiró profundamente. Había corrido para poder llegar a tiempo y había sido todo en vano. Ahora solo necesitaba de un momento para recomponerse.

Emily se sentó junto a él y aguardó paciente que éste pudiera hablar de nuevo — ¿Pasa algo malo con Calliope? —

Noah se quedó con la mirada fija en la ventana y con el ceño fruncido. Había dejado pasar demasiado tiempo con su amiga ausente. Por lo que a él respectaba, ella podía estar muerta y el jamás se iba a enterar de lo sucedido. Estaba siendo un terrible amigo para ella.

— ¿Noah? — llamó Emily, pero solo el contacto que hizo esta al tocar su hombro lo hizo reaccionar.

—Todo está bien. — se levantó del sofá —Nos vemos el viernes. — y salió antes que pudieran detenerlo. Sabía que tendría que hablar del asunto la próxima sesión, pero tendría una semana entera para inventarle algún cuento. No había tiempo para explicarle nada. No quería hablar de su carta o del hecho que Callie no se comunicara con él durante una semana. No quería hablar con Emily de eso.

En casa de nuevo fue directo hacia su habitación y empezó a registrarla por todas partes. Si había postulado a la Universidad de Artes era porque al menos le gustaba, pero no había nada en ese lugar que le diera el más mínimo indicio que eso fuera cierto. Era verdad que le gustaba dibujar, pero no pasaba más allá de tener un bloc de dibujos. ¿Cómo iba a ser posible que no recordara algo tan trascendental en su vida? Dafne le había jurado y re contra jurado que no había nada importante en su vida que hubiese olvidado, que solo eran pequeños recuerdos, simples momentos vividos con personas que sí recordaba, así que, ¿Por qué habría de mentirle?

Su teléfono empezó a sonar mientras hurgueteaba entre la pila de cosas que tenía bajo su cama. Contestó sin ver la pantalla, puso el alta voz y lo lanzó sobre la cama para poder seguir buscando

— ¿Aló? — dijo mientras empujaba una pila de papeles.

— ¿Noah? — la voz de un chico estaba del otro lado de la línea.

Noah salió debajo de la cama y asomó su cabeza por sobre el colchón para mirar su teléfono — ¿Paul? — preguntó suspicaz.

El tipo al otro lado del teléfono soltó un jadeo — ¡Viejo! Al fin alguien que me conteste su teléfono. — dijo aliviado.

— ¿Ya volviste? — sonrió al aparato como si su amigo pudiera verlo.

—Puedo notar la emoción en tu voz al escucharme después de un año. — dijo en un gruñido.

Noah soltó una carcajada —Lo siento. — continuó riendo —No noté que había pasado tanto tiempo. —

Paul se calló un momento —Cierto, tú accidente. — recordó con un poco más de seriedad —Pero la diversión ha vuelto a Atenas. — desvió el tema al no oír una respuesta de Noah.

—Me alegra oírte, y me alegra mucho más el escucharte alegre. — tomó el teléfono, pero continuó con el alta voz.

—Colega, cambiaste de teléfono y no lograba conseguir tu número. — se quejó —Callie nunca me contesto su maldito teléfono. Horas y horas llamándola y nada. — gruñó.

Noah soltó una risita —Mal camino ese. — confesó —No te sientas especial, no le contesta a nadie. —

—Creí que no quería hablar conmigo, tú sabes… el hombre de sus sueños. — dijo con un tono coqueto.

—Sigue soñando, Romeo. — bromeó Noah.

Paul se calló un segundo — ¿Ella está bien, cierto? — su voz se transformó por completo.

—Sería bueno verte para explicártelo. — dijo con más seriedad Noah —Ven a mi casa esta noche. —

—Colega, no juego para el mismo equipo que tú, creí que lo tenías claro. — volvió a bromear.

—Idiota, ni que fueras tan lindo. — rieron los dos. Noah vio de pronto la carta de la Universidad tirada en el suelo y pensó que él podía ser la solución.

Un ruido se sintió del otro lado de la línea y Paul soltó un resoplido —Colega, te veo esta noche, debo colgar. —

La voz de la hermana de Paul gritándole se escuchó hasta allá —Dale saludos a tu hermana. — rio antes de colgar. Paul solo gruñó.

Para la noche, la lluvia caía sobre la ciudad, pero Noah sabía que eso no iba a desanimar a Paul para que fuera a su casa. El verano pasado, él y su familia se fueron a vivir a Italia. Allí vivían los abuelos y tíos de Paul, así que decidieron irse una temporada para reponerse de la pérdida del hermano mayor de Paul, Tomás, quien había muerto en un accidente de auto el invierno pasado. Desde entonces solo queda Paul y Penélope, la hermana que ahora ocupa el título de hermana mayor.

A eso de las 9 de la noche sonó el timbre, era Paul con sus incansables ganas de disfrutar la vida. Traía un pack de cervezas con él y las levantó en cuando Noah le abrió la puerta —Mira lo que tu gran amigo Paul te trajo de obsequio. — y las meneó frente a la cara de Noah.

Éste sonrió y las cogió —Tienes suerte de que Dafne no este. — le hizo un gesto para que entrara.

—De haberlo sabido hubiese traído más. — hizo una mueca, y cuando iba a entrar a la casa sonó la bocina de un auto. Paul se dio vuelta y le hizo un gesto al yaris sport negro que estaba detenido en la calle —Ya vete. — gritó —Es una molestia desde que murió Tomás. — entró a la casa y se quitó la chaqueta.

— ¿Era tu hermana? — Noah lo observó desde la puerta.

—Sí, me trata como un niño pequeño, como si fuera a morir por salir a la calle. — resopló y se paseó por la casa de su amigo —Hace tiempo que no venía, extrañaba este lugar. —

Noah le ofreció una de las cervezas y el resto las llevó hasta el refrigerador. Paul pasaba mucho tiempo en casa de Noah cuando éste recién había llegado a Atenas. Ahí habían planeado las mejores maldades de su juventud.

—Creo que Italia te cambio. — comentó Noah mientras lo observaba detenidamente. Paul estaba más bronceado de lo que solía ser, además de pesar como 10 kilos menos de la última vez que lo había visto. Estaba incluso más delgado que él.

—No fue Italia, colega, fue la muerte de mi hermano. — chocó su cerveza con la de Noah y se tiró sobre el sofá —De haber sabido que estabas solo hubiéramos invitado a algunas personas. — se quejó.

—Nadie habría venido con esta lluvia. — miró por la ventana. El cielo se estaba cayendo, probablemente comenzaría a nevar durante la madrugada.

Paul le dio aquella mirada que solía poner cuando tenía un plan entre manos, pero Noah solo sonrió —Déjame intentarlo al menos. —

Se encogió de hombros y le dio un sorbo más a su cerveza —Como quieras. — aceptó. Estaba decidido que no le diría a Paul el motivo por el cual su madre no estaba, o ese derrumbaría el espíritu fiestero de su amigo —Pero no pierdas tu tiempo con Callie. —

Éste tomó su teléfono y comenzó a teclear a toda prisa aun tirado en el sofá de Noah —Cuéntame que sucede con Callie mientras armo todo esto. — pidió sin mirarlo.

Para cuando Noah termino de hablar, Paul lo miraba fijamente con sus ojos centelleando fuego. Le daban asco los padres de Callie. Siempre había sabido que eran malos tipos por haberla dejado, pero nunca creyó que la maldad no tuviera límites.

—He intentado todo para verla, pero nada. Incluso hoy la fui a ver a la nueva psiquiatra que ve, pero había cancelado la hora. — dijo con su segunda cerveza en la mano ya.

Paul se enderezó — ¿Y George? — arqueó una ceja. Era el único junto con Noah que le decían así al vejete.

Los ojos de Noah se entristecieron —Murió hace unas semanas. —

— ¿Qué le pasa a todo el mundo últimamente que decidió morirse? — tiró la botella vacía de tu tercera cerveza con impotencia —Y tú también casi te matas, colega. —

—La única condición para vivir es tener que morir. — se levantó para tomar otra cerveza más del refrigerador. En la puerta de éste estaba colgada la carta de la Universidad de Arte —Oye, Paul. — se devolvió con la carta en sus manos.

— ¿Qué pasa? — despegó la vista de su celular —Tengo los primeros confirmados. — meneó su teléfono orgulloso de su logro.

Noah le entregó la carta — ¿Quién viene? —

Paul le dio un vistazo a la hoja —Andrés y los otros chicos de tu ex equipo de básquetbol. — levantó las cejas para burlarse — ¿Y te acuerdas de esa chica Casey? — le preguntó, pero Noah negó confundido —Bueno, no importa, ella también y con unas cuantas amigas… — pensó un momento —Ojalá venga esa chica Julliette. — miró al techo implorando.

—De seguro viene, es la novia de Andrés. — se burló Noah.

Paul lo miro decepcionado —Ese tipo sí que tiene suerte. — negó buscando resignación. Volvió a mirar la carta que Noah le había pasado y se quedó viéndola un momento —Colega… — susurró —Quedaste en la Universidad. — tiró el papel lejos y le dio un abrazo —Felicidades. — dio unas risotadas tontas.

—El problema es que no me acuerdo haber postulado, ni siquiera me acuerdo que me guste tanto el arte. — su cara denotaba preocupación por la situación.

—Callie me había dicho que recordabas todo… — murmuró —Bueno… la última vez que hablamos me dijiste algo de unos cuadros que estabas pintando, además que me hablaste de un tipo… — dijo como si se esforzara por recordar —Pero no volvimos hablar, así que nunca me contaste que paso con él… —

— ¿Un tipo? — su corazón se disparó en cuanto Paul lo dijo, pero no encontraba una explicación racional a eso — ¿Qué te dije de él? —

Paul se encogió de hombros —No mucho, que habías conocido a un tipo, pero ni me preguntes su nombre porque probablemente ni me lo dijiste. —

El timbre sonó antes que Noah pudiera seguir indagando, aunque ya no podría olvidar las palabras de su amigo. Los primeros chicos habían llegado, y para las 11 de la noche la casa tenía más alcohol que personas. Fue el último recuerdo de Noah.

 

Los incipientes rayos de luz se escurrieron por una cortina mal cerrada y le dieron de lleno en el rostro a Noah. Éste despertó y un tamborileo en algún lugar de la casa lo hizo sentarse en la cama. Estaba un poco desorientado, pero reconoció el cobertor blanco de plumas de Dafne. Recorrió el lugar y vio a Paul escondido bajo el cobertor con su cabeza a los pies de la cama. Levantó las sabanas a su lado y se encontró con los pies de éste. No recordaba cómo había llegado ahí, y tampoco como lo había hecho Paul. Todo le daba vueltas, así que tampoco tenía muchos deseos de averiguarlo.

El sonido se hizo más audible, parecía acercarse hacia él. Bajo los pies de la cama e intentó ponerse de pie, pero tuvo dificultades para reconocer cual era el piso. ¿Aún estaba ebrio? Estaba un poco confundido. Se apoyó en la muralla y caminando junto a esta logró salir de la habitación. Todas las puertas de la casa estaban abiertas. En su cuarto y en el de su hermano había gente dormida que probablemente no conocía o que tal vez conoció hace demasiado tiempo.

Cuando iba a salir por el pasillo de la casa vio cruzar a alguien por el living, pero no pudo reconocer el uniforme hasta que ya estuvo frente a los dos policías que recorrían la casa. Uno de ellos tamborileaba sus dedos sobre la pared que daba al cuarto de su mamá, así que era el ruido que lo había despertado. El otro policía revisaba el lugar y el que hacia ruido lo observaba de manera extraña. Noah no podía sostenerle la mirada porque la puerta de la calle estaba abierta y la luz del sol le daba en toda la espalda al policía.

—Una gran fiesta. — dijo el que hurgueteaba.

Noah solo tragó saliva. No podía recordar nada, y si algo malo había pasado anoche estaría en grandes problemas, porque Dafne no estaba en casa — ¿Ocurre algo oficiales? — fue lo único que pudo decir con la mayor inocencia que pudo alcanzar.

—Anoche hubo muchas quejas hacia esta dirección. — le informó el mismo oficial —Solo nos cerciorábamos que todo hubiese acabado tranquilamente. —

—Así fue. — les dijo esperando que fuera suficiente para que se fueran.

El otro policía se movió de la entrada y se quitó los lentes de sol que traía, volvió a mirar a Noah, quien ahora sí pudo devolverle la mirada y lo reconoció al instante.

— ¡Damián! — exclamó sorprendido. Era el amigo de Misha que estaba la otra noche en el bar, aquel sujeto que no dejaba de sonreír.

Éste asintió y sonrió. No parecía sorprendido de verlo —Noah. — pronunció con gentileza — ¿Aprovechando la soledad en el hogar? — abrió los brazos para referirse a la fiesta que tuvo lugar la noche anterior.

Noah asintió —Creo que se nos fue un poco de las manos. —

—Y vaya que sí. — el tono del otro policía no era igual de amable que el de Damián.

—Teddy. — dijo Damián arrastrando las letras —Espérame afuera, ¿Vale? — pidió cortésmente. Posó sus manos en el cinturón y aguardo a que éste saliera.

El oficial que al parecer se llamaba Teddy salió dando un pequeño gruñido. Miró de soslayo a Noah y pateó unos cuantos vasos plásticos que se cruzaron en su camino. Pobres desdichados, pensó Noah con sarcasmo.

Damián se volvió a Noah, y se cruzó de brazos con la mirada un poco más tensa.

— ¿Estoy en problemas? — se restregó los ojos con pereza. La luz le molestaba más de la cuenta. No podía creer que después de haber nevado afuera pudiera haber tanto sol al otro día.

Damián se encogió de hombros —Dímelo tú. — dijo con tono más desafiante. Aunque aún mantenía una mirada cálida, y aunque intentaba fruncir el ceño, sus labios aún estaban curvados como queriendo sonreír.

Intentaba recordar lo sucedido durante la noche, pero estaba vacío, solo un espacio negro en su mente, uno más de tantos pensó Noah —Bebí más de la cuenta… no me acuerdo. — confesó. Lucía arrepentido sin siquiera saber que ocurría.

Carraspeó —Anoche estuvimos aquí, y la única razón por la que no despertaste en la comisaria fue porque no te encontramos. — despegó la vista y recorrió el lugar una vez.

—Fue solo una fiesta. — trato de bajarle el perfil a la situación.

Damián negó con la cabeza —Tus vecinos llamaron… — le informó como preparándose para contar una gran historia —Por lo general no vamos al primer llamado de fiestas y esas cosas. — movió un poco de basura con el pie, pero como más delicadeza que la que tuvo Teddy al salir —A la séptima llamada vinimos. —

Noah entrecerró los ojos. Su mamá se iba a enterar de esto. Siete llamadas, siete vecinos muy molestos — ¿Y por eso me habrían llevado detenido? —

—No, claro que no. — volvió a mirarlo —Encontramos droga aquí en tu casa. — sus ojos parecían decepcionados —Terminamos la fiesta y uno de tus vecinos nos dijo que estabas solo en casa, te buscamos, pero al parecer alguien te escondió muy bien. — miró por sobre el hombro de Noah. Paul venía restregándose uno de sus ojos.

—No había drogas. — negó rotundamente Noah —Es imposible. —

—Chico, te sorprendería las cosas que traen las personas a las fiestas. — dijo con cierta lastima —No vuelvas hacer una fiesta sin supervisión, o vas a terminar tras las rejas y ni tu mamá… o tu papá podrán sacarte de ahí. — aseguró agregando la última parte un poco a la fuerza.

Paul que se había colgado justo al final de la conversación no entendía mucho lo sucedido — ¿Pasó algo? — preguntó a Noah. El policía y éste lo miraron, pero ninguno de los dos creyó que no supiera lo que sucedía.

—Luego te cuento. — negó Noah — ¿Ahora tendré que ir con ustedes o algo así? — preguntó con gesto compungido.

—No, por ahora solo quedará en una advertencia. — suspiró —Pero no lo vuelvas hacer. — volvió a mirarlo son seriedad, pero sus labios aun sonreían.

Para cuando los oficiales se fueron Noah ya estaba completamente recuperado de su resaca. El puro susto le había quitado todos los males. Paul se había ido después de ayudar a Noah con la basura, pero la resaca lo estaba matando así que huyó como un vil cobarde dejándolo con la mitad de la casa patas para arriba y con medio vecindario odiándolo por completo.

Pasaba de las dos de la tarde para cuando la casa estaba más o menos como la había dejado Dafne antes de irse. Se habían roto muchas cosas que su madre percibiría al cruzar el umbral de la puerta, así que realmente no había como esconderle lo que había sucedido. Estaría tan decepcionada de él, sobre todo porque ella estaba a miles de kilómetros en un funeral mientras él se divertía.

Siguió recogiendo papeles hasta que encontró uno arrugado junto a refrigerador. Era su carta de la Universidad y en cuanto la vio, vinieron las palabras de Paul. Era la única información con la que contaba de momento, pero le causaba gran extrañeza que le hubiese hablado de un sujeto… porque no se acordaba de haber salido con alguien, no después de lo de Ike.

Se apoyó contra una de las encimeras, ¿Había salido con alguien después de Ike? ¿Cómo era posible? ¿Por qué no lo recordaba? ¿Por qué nadie se lo habrá dicho? ¿Habrá sido irrelevante en su vida?

El timbre sonó y lo despabiló. Terminó de echar unos últimos papeles y fue hasta la puerta. Creyó que podía ser Paul que había olvidado algo, pero para su gran sorpresa, del otro lado estaba una no muy contenta Callie mirándolo con los brazos en su cadera.

Ésta se levantó los lentes de sol y lo miró muy enojada. Lo apartó y entró en la casa. Noah la siguió con la mirada mientras inspeccionaba el lugar. Estaba tan perplejo con su aparición y con su mirada de ira que no fue capaz de hablar o de moverse siquiera para abrazarla, porque de verdad la había extrañado mucho.

— ¿Una fiesta Noah, en serio? — levantó una de sus cejas — ¿Con Paul? — rezongó.

Noah se quedó callado un momento. Parecía pensar en algo, como si estuviera sopesando posibilidades, y al final volvió a entornar su mirada en Callie — ¿Tuve un novio el año pasado? — soltó sin más, no podía esperar a explicarle a Callie lo de la fiesta sin tener una explicación sobre eso. La intriga comenzaba apoderarse de él de una manera peligrosa y tenía que hacer algo antes de que esta lo consumiera.

Notas finales:

Hasta pronto!


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