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Almas en Silencio por Amii

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Notas del capitulo:

Espero les guste :)

"A veces deseaba no haber nacido en absoluto..."

 

Cuando Noah tenía cuatro años, Dafne había tenido que tomar la drástica decisión de irse a vivir a la isla de Santorini con los abuelos paternos de él, y no habían regresado hasta que había cumplido los 14 años, por lo que Atenas era un lio todavía para él. No conocía mucho de la ciudad.

Caminaba perdido con un papel arrugado en sus manos. Buscaba la consulta de su nuevo psiquiatra, pero comenzaba a dar vueltas y aun no daba con la dirección del papel. Aunque la verdad es que tampoco deseaba encontrarla. Aun no superaba el hecho que George estuviera muerto y ya tenía que reemplazarlo.

Recordaba la última conversación que había tenido con Norma hace unos días, cuando lo esperaba afuera del instituto. Miraba un poco paranoica en todas direcciones, se asustaba de todos aquellos que pasaban muy cerca de ella y solo se calmó en cuanto lo vio salir.

—Al doctor Harrison lo asesinaron, Noah. — Fueron las primeras palabras que le dijo —Ten mucho cuidado. — fueron las últimas.

Desde siempre creyó que la mujer estaba loca, así que no le dio mayor importancia a sus palabras, pero aun así estaban al asecho en su cabeza. Las pericias habían arrojado que George se había suicidado, pero la verdad es que no tenía mucho sentido. El hombre era un vejete feliz, y dedicó toda su vida a ayudar personas que sentían la imperiosa necesidad de suicidarse. Amaba la vida más que nada en el mundo así que no le cuadraba en realidad, pero ¿Quién querría matar a George? No hacía nada más con su vida que trabajar, ¿a quien podría haber hecho enojar?

El edificio donde estaba la nueva consulta era mucho más moderno que en el que trabaja George donde ni siquiera había ascensor por los pocos pisos que tenía. Todo ahí olía a nuevo. La consulta era más amplia e iluminada que la de George. En el mostrador había un recipiente con dulces, y del otro lado del mesón había una mujer mucho más joven que Norma. Tenía uno se esos aparatitos metido en su oreja y no paraba de parlotear mientras se miraba las uñas.

El lugar no estaba mal, pero incluso antes de conocerlo Noah ya lo odiaba. Él quería volver a su vieja consulta, deseaba ver a Norma tras el mostrador y sentir ese olor a cuero de los sillones que llevaban años en el mismo sitio. No quería nada nuevo, solo quería a George, ¿acaso era mucho pedir? Lo odió por un momento por haber muerto.

—Hola, ¿Eres de los pacientes del doctor Harrison? — se dirigió a Noah en cuanto notó su presencia en el lugar. No había nadie más ahí de cualquier forma.

—Sí, Noah Rallis. — se acercó al mostrador y le entregó un papel que le había dado Norma con las indicaciones para que lo recibieran ahí.

—Toma asiento, Emily te atenderá en cualquier momento. — le sonrió y desapareció tras una puerta con gran agilidad.

Eso era lo que más le molestaba de todo, que su nuevo psiquiatra fuera una mujer. Se sentó en uno de los sillones y volvió a colgarse los audífonos, le subió el volumen a la música y se perdió en ella. Solo pasaron unos minutos antes que la mujer del mostrador volviera a salir y le hiciera señas para que entrara. Noah se limitó a bajar un poco el volumen, pero no se quitó los audífonos al entrar.

La habitación era más amplia que la de George, o al menos tenía menos cosas que en la de él. Aquí no había estantes llenos de libros, en cambio había cuadros por doquier y plantas dándole un toque selvático al lugar. Emily lo esperaba con una sonrisa tras un escritorio. Noah se paseó por el lugar, necesitaba recorrerlo y conocer cada detalle del lugar antes de poder sentirse cómodo. Ignoró a Emily desde el principio, ni siquiera le dirigió la mirada, pero ella no dijo ni una sola palabra. Quería ser comprensible por la pérdida que había tenido, y él lo sabía y le sacaría provecho.

—Noah. — lo llamó cuando lo vio con la mirada perdida.

Le dirigió la mirada al fin y se sentó en uno de los sofás —Hola. — se quitó los audífonos.

— ¿Cómo estás? — Él solo asintió a su pregunta —Lamento mucho lo que ocurrió con el doctor Harrison, su muerte nos impactó mucho. — se levantó de su lugar tras su escritorio y se acercó a Noah quien la miraba con desconfianza.

— ¿Lo conocía? — apartó la mirada al preguntar.

—Claro, desde que comencé a estudiar. — se sentó frente al chico esperando volver hacer contacto visual, pero eso no volvió a ocurrir.

—Nunca la menciono. —

—Bueno, él no era de hablar mucho de su vida privada. —

Noah afirmó —Es cierto. — mintió para no entrar en polémicas, pero la verdad es que George le contaba sobre su vida a él, probablemente sabía más que nadie del vejete y nunca había hablado de una mujer llamada Emily.

— ¿Desde cuándo te atendía el doctor? — se cruzó de piernas y apoyo su espalda en el respaldo de su sofá.

— ¿No sale eso en la ficha que le envió Norma? — dijo sin mucho interés en entrar en detalles de cualquier cosa que tuviera relación con George.

—Tenía la esperanza que nos pudiéramos comunicar con estas preguntas. — Confesó —Pero sé que fue a los 14 años. —

— ¿Aparece en la ficha que fui un caso terriblemente complicado? — continuaba sin mirar a Emily.

—No fue un buen comienzo según relata tu historial. —

Noah dejó escapar el aire con dramatismo —Me quedaba una sola sesión con George, ¿Por qué debo empezar todo de nuevo con usted? —

—Me temo que tendrás que volver a visitarme un par de veces más antes de poder decidir si puedo darte el alta como paciente. — Apuntó unas cosas en el informe de George —Lamento que pensarás que esta sería la única sesión. —

Podía recordar la discusión que había tenido con su mamá la tarde anterior.

“—No sé por qué tengo que volver a empezar con un nuevo psiquiatra. Tendré que volver a contarle todo a un desconocido. — Decía enfurruñado mientras ponía la mesa para cenar —Tal vez pudiste obligarme cuando era un niño, pero no esta vez. —

—Solo necesito estar segura que estás bien. — replicó con calma Dafne desde la cocina. —Debo asegurarme que no volverás a lastimarte. —

— ¿No te basta con mi palabra? ¿No te es suficiente que yo te lo prometa? —“

 

— ¿Noah? — lo llamó Emily regresándolo a su realidad. Él asintió para que supiera que estaba atento —Hay cosas que entiendo que no quieres hablar. Puedo ver que tu vida no ha sido fácil. —

—Usted no tiene idea. — soltó un pequeña risita irónica. En esos papeles no estaba ni la mitad de su vida.

—No tenemos que hablar de tu padre o sobre tus abuelos. Creo que en estos papeles esta todo lo que necesito saber, pero hay otras cosas de las que si me gustaría conversar, y veo que el doctor Harrison no profundizó contigo. —

Se tocó las muñecas como un acto reflejo — ¿Quiere saber por qué lo hice? —

—Él nunca pareció presionarte para que se lo contarás. —

—Usted tampoco debería. — recomendó. Su respiración comenzó agitarse.

—Algo debió pasarte para que tomaras esa decisión, ¿Nunca nadie se lo cuestionó? — observaba detenidamente las reacciones de Noah.

Guardó silencio un momento. Parecía meditar una respuesta, pero de pronto se levantó del sillón —Es todo por hoy. — bajó la mirada, sus ojos comenzaban a ponerse rojos. No quería hacerlo, no quería recordar, pero todo está llegando demasiado rápido a su cabeza, no podría detenerlo.

—Pero… ¿estás bien? — intentó tomarlo del brazo, pero se escabulló antes de que lo consiguiera.

—Volveré la otra semana. — alcanzó a decir antes de azotar la puerta.

Cuando llegó a la calle y pudo sentir el viento correr por su cara logro volver a respirar. Tomó una gran bocana de aire y se abrochó la chaqueta. Comenzaban a caer las primeras gotas de lluvia de aquel fin de semana. Se subió el cuello, se puso los audífonos y comenzó a caminar. Aun no estaba del todo tranquilo.

Podía sentir aun ese hedor que por tanto tiempo lo había logrado reprimir. Volvía a sentir su cuerpo sucio y traspirado, podía sentir el contacto con aquella piel. Se tuvo que detener. Apoyó sus manos contra la pared de la calle e intentó con poco éxito componer su respiración. Todos los recuerdos que habían logrado capturar sus sentidos estaban volviendo. El olfato, el tacto. Todo volvía. Unas lágrimas se escaparon sin permiso, no podía creer que tenía que vivirlo otra vez.

Se agazapó junto a la pared. No podía parar de llorar.

— ¿Estás bien? — la voz de una mujer lo hizo reaccionar. Quiso acercarse a él para ayudarlo, pero en cuanto lo tocó, Noah reaccionó con violencia y la apartó con fuerza.

—Lo siento. — dijo asustado en cuanto tomó conciencia de lo que hacía —No me toque. — seguía llorando. Aun estaba arrinconado en la pared.

Algunas personas se detuvieron a mirar lo que ocurría, pero no le importaba que lo miraran. Ya no le importaba nada. Escondió su cabeza entre sus brazos. Las imágenes ya habían llegado. Lo veía en todas partes, lo veía entre las personas, lo veía en su cabeza, podía verlo vestido, mirándolo de manera extraña. Lo veía desnudo, relamiéndose los labios al ver lo que tenía frente a él. Podía ver su rostro de satisfacción cuando lo tenía solo para él, como lo tocaba, como lo poseía, como lo torturaba, pero sobre todo podía recordar sus palabras cada vez que acababa “Fuiste un buen chico”.

Después de todo, ¿cómo se puede huir de lo que está dentro de ti?

No se puede. Nada se olvida. Solo se aprende a vivir con eso, pero un día, cuando menos te lo esperas, vuelve para recordarte que no puedes ser feliz, que no lo mereces y que jamás volverán a ser como antes las cosas.

George nunca le obligó a decirle lo que le había ocurrido, pero lo sabía perfectamente. Nunca dejó registro de lo ocurrido porque eso implicaría que algún día el mundo se enteraría y no estaba seguro si quería que alguien se enterara de lo que Noah había vivido.

Notas finales:

Hasta la otra semana :)


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