Los días siguientes Kyungsoo vio poco a Yifan. Durante las mañanas, el castaño se la pasaba en las oficinas de la ciudad, yendo de aquí para allá poniéndose al día con los negocios, al mediodía tenía reuniones y por las tardes salía y no regresaba hasta la noche.
Un día, que tenía invitados para la cena, envió a buscar la carpeta de dibujos de Kyungsoo, para mostrarles los dibujos a sus invitados. Los señores se fueron a una reunión pública en Sinsa, pero como el clima era malo, Yifan no los acompañó. Poco después mandó a buscar a Tao, Kyungsoo le arregló un poco la ropa apresuradamente y él bajo como estaba: con su habitual conjunto negro. Mientras bajaban las escaleras, Tao iba creído que era su regalo que llegaba tarde. Y así fue, sobre la mesa había una enorme caja de cartón azul.
-¡Mi caja!- dijo en chino, corriendo hacia la mesa.
-Sí, tu caja al fin. Tómala y vete al rincón, diviértete.- dijo en chino con su voz profunda y casi sarcástica, sentado cerca de la ventana.- Y oye, no me interrumpas con las impresiones que recibas, registra la caja en silencio. ¡Quédate quieto niño, ya sabes!
Tao no oía, estaba sentado en el sofá, demasiado ocupado en sacar la cinta adhesiva de la caja. Después de quitarla toda y abrir la caja, exclamó con alegría:
-¡Wow! ¡Qué lindo es esto!
-¿Estás ahí Kyungsoo?- preguntó Yifan, volviéndose hacia la puerta en donde estaba parado Kyungsoo con timidez.- Acércate y siéntate.- dijo, señalando una silla junto a él.- ¿Sabes? No soy muy simpático con los niños, no encuentro lógica en su forma de pensar. Para mí sería insoportable pasar todo un día solo con un muñeco. No saques tu silla, Kyungsoo, déjala donde yo la puse. ¡Minseok!- Minseok apareció en la puerta de la sala.- Buenas tardes, Min. Le he prohibido a Tao que me hable de sus regalos y debe estar a punto de estallar. Hazme el favor de hacerle compañía para que te hable a ti.
Tao, no bien entró Minseok, se le abalanzó, lo sentó en el sofá y comenzó a mostrarle uno por uno sus nuevos juguetes, acompañado con comentarios en coreano mezclado con chino.
-Ya he terminado todo mi trabajo en la oficina, así que ya no tengo nada que hacer.- dijo Yifan.- Kyungsoo, acerca más tu silla, no puedo verte sin cambiar mi posición, cosa que no quiero hacer.
Kyungsoo hubiera preferido quedarse a un lado, pero Yifan tenía cierta forma de dar órdenes que obligaban a uno a obedecer de inmediato.
Las lámparas del comedor se encendieron, pero no las luces, y en conjunto con las últimas luces del atardecer de verano, daban a la gran sala un alegre toque.
Yifan, sentado en su silla mirando el patio y las últimas mariposas de la tarde, tenía un aspecto menos atemorizante. La luz del sol se reflejaba en sus negros ojos, dándole una extraña melancolía.
Quedó un par de minutos mirando los rayos del sol esconderse, y durante ese tiempo Kyungsoo lo miraba atentamente.
-¿Me examinabas, Kyungsoo? ¿Te parezco guapo?
A Kyungsoo aquello lo tomó por sorpresa, por lo que tomado de improviso contestó:
-No, sunbae.
-¡En serio! Eres particular. Tienes el aire de una monjita, tranquilo, grave, compuesto y sencillo, con los ojos en el suelo, pero eres en realidad un lobo disfrazado de oveja. Cuando te preguntan algo, saltas como una bomba, que si no hiere, sorprende. ¿Cómo hago para entenderte?
-Disculpe sunbae, debí haberle advertido que no soy bueno en contestar preguntas de improviso. Además, en materia de belleza, sé muy poco. Hay diferentes gustos. Hay bellezas vulgares, que valen muy poco…
-¡Bellezas vulgares! Wow, ¡sí que eres sincero! Sigue, sigue sin miedo. ¿Qué defectos me ves? Dilo sin pena. Yo creo que tengo todo lo que tiene cualquier hombre.
-Sunbae, perdone lo que dije, lo dije sin pensar, yo…
-Es verdad, lo has dicho sin pensar. Y por eso tenemos que discutirlo. Veamos, critícame. ¿No te gusta mi frente?- Yifan apartó su castaño flequillo y dejó ver su blanca y amplia frente sin imperfecciones.
-¿Es usted un filántropo?- Minseok rió al notar la inocencia con la que Kyungsoo formulaba la pregunta. Yifan se puso una mano en el corazón y cerró los ojos, como herido.
-¡Otro golpe! No, no soy filántropo, pero tengo conciencia.- Yifan se puso de pie y apoyó un hombro contra el marco del ventanal abierto, quedando de frente a Kyungsoo.- Estoy dispuesto a ser comunicativo esta noche, y es por eso que te hice venir. Casi me había olvidado de ti, quiero ganarme tu confianza, saber más de ti. Habla.- Kyungsoo sonrió con timidez.- Anda, habla.- insistió Yifan.
-¿Sobre qué, sunbae?
-Sobre lo que quieras. El tema de la charla te lo dejo a ti. Tienes libre elección.
“Si quiere reírse de mí o divertirse con mi charla, se ha equivocado de persona”- pensó Kyungsoo, desviando la mirada y removiéndose en su asiento con incomodidad.
-¿Eres mudo?- Kyungsoo permaneció en silencio.- ¡Testarudo! E incómodo. Ah, ya sé. No te ha gustado la forma en la que te lo he pedido. Ten la bondad de hablarme un poco para distraerme.
-Me gustaría distraerle, pero no sé de qué hablarle porque no sé de qué le gusta hablar. Pregúnteme que contestaré.
-Creo que aquí, dueño como soy de todo, tengo derecho a ser un poco rudo, extravagante algunas veces, ¿lo crees así?
-Como quiera, sunbae.
-Eso no es una respuesta. Dime con sinceridad lo qué piensas.
-No creo que tenga el derecho de hacer lo que usted quiera, aunque sea mayor que yo, aunque sea mi empleador, aunque haya visto más mundo. Actualmente, usted y yo, estamos en un nivel superior. Dejaré que usted me trate como quiera, cuando compruebe que en verdad es mucho más superior a mí porque ha hecho buen uso de su tiempo y experiencia.
-Esa es una buena respuesta. Pero sigo siendo el jefe aquí. ¿Quieres aceptar recibir mis órdenes, ahora y después, sin sentirte herido por el tono del mando?- Kyungsoo rió.
-Pienso que, pocos jefes se preocupan de que sus empleados se ofendan porque se les dé órdenes, cuando se les paga para ello.
-Eso es cierto. Entonces, ¿me permites ser un poco malcriado?
-No, sunbae. En tanto usted me sea soportable, lo oiré con gusto. Debo decirle, entonces, que no soporto las personas malcriadas.
-¿Pero puedo ser informal contigo?
-Sé la diferencia entre informalidad y falta de respeto. Si usted fuera irrespetuoso, ni por el mejor salario del mundo me dejaría maltratar.
-¡Mentira! La mayor parte de la gente se sometería a cualquier cosa por un buen salario. Pero te agradezco la respuesta. De tres profesores, los tres hubieran contestado mal a esa pregunta. A pesar de que tienes muchos defectos, las pocas cualidades que tienes hacen buen contrapeso.
“Lo mismo que usted”.- pensó Kyungsoo, mirando fijo a Yifan, ya comenzando a cansarse un poco.
-Sí, sí, tienes razón.- dijo Yifan.- También tengo muchos defectos, lo sé. Pero envidio tu conciencia pura y tu sinceridad.
-¿Cómo era usted a los 20 años?
-Era como tú. Aunque no ha pasado mucho, ¿sabes?- Kyungsoo desvió la mirada al sentir de nuevo aquellos negros orbes escrutarlo sin vergüenza.
-Ya son las nueve, mejor voy a acostar a Tao.
-Me tienes miedo, lo sé.
-Usted es enigmático, sunbae. Pero no le tengo miedo.
-Tienes miedo. Y tu orgullo teme una derrota.
-En ese sentido, me siento intimidado, no quiero que usted me tome por un… tonto.
-No te tomo como un tonto. ¿Es que no ríes nunca, Kyungsoo? No contestes, te he visto reír rara vez. La disciplina de Ahn ChangHo te domina todavía, te hace ser alguien que no eres. ¿Pero te digo qué? No descansaré hasta que reveles tu verdadero ser, hasta que conmigo te sientas completamente cómodo.
-Ya son las nueve, sunbae.
-No importa, espera. Tao aún no quiere ir a dormir. Mientras hablábamos ha sacado un traje nuevo y fue a buscar a Yixing para probárselo, la coquetería bulle por sus venas. Ya vendrá y veremos si he adivinado.
Al poco rato se oyeron los pasitos de Tao sobre la madera de la antesala, y entró transformado, como Yifan había previsto. Traía un saco de piel marrón claro, una camisa celeste, un jardinero de jean azul claro y botas.
-¿Me queda bien este saco?- preguntó en chino, dando un salto hacia delante.- ¿Y la camisa? ¿Y las botas? ¡Me parece que voy a bailar de alegría!- comenzó a dar vueltas alrededor de Yifan, para luego caer frente a él de rodillas.
-Caballero, agradezco su bondad.- y levantándose añadió:- Así decía mamá, ¿no es verdad, señor?
-Sí, y luego me sacaba el dinero y las tarjetas del bolsillo.- Yifan miró a Kyungsoo.- Algún día te contaré toda la historia. Buenas noches.