Kyungsoo abrió los ojos lentamente. Tenía la sensación de haber tenido una horrible pesadilla y su corazón aún latía desbocado. Cuando pudo enfocar con claridad, notó que estaba en su cama. A sus pies, Yuri lo miraba preocupada, y a su lado estaba el doctor Lee Minho, un hombre alto de pelo oscuro y piel trigueña.
-Vaya, si ya ha abierto los ojos. ¿Cómo te sientes, pequeño?- preguntó Minho, pasando con suavidad la mano por los cabellos de Kyungsoo.- ¿Sabes quién soy yo?
-El doctor Lee.- susurró Kyungsoo, con voz ronca de quién acaba de despertarse de un largo sueño.- ¿Cuánto he dormido? ¿Qué hora es?
-Has dormido casi un día entero, es media noche. Pronto estarás mejor.- le sonrió Minho.- Déjelo descansar un poco más, ha sido un pico de estrés.- Minho se dirigió a Yuri, que asintió y dio las gracias, llevando al doctor hasta la puerta.
-¿Kyunggie, podrá usted dormir tranquilo?- Yuri regresó presurosa junto a la cama.
-Intentaré.- susurró Kyungsoo, pasándose las manos por los ojos.
-¿Quiere que le traiga algo de comer?
-No gracias, Yuri. No tengo hambre.
-Ay, niño, usted está tan delgado por falta de comida. Si no desea nada, entonces iré a dormir, pero puede llamarme si necesita algo.
-Yuri, ¿hay algo mal en mí?
-Ha tenido un pico de estrés en el cuarto rojo, supongo yo que de gritar. Pero el doctor dijo que pronto estará bien.
A la mañana siguiente Kyungsoo se despertó casi al medio día. Se sentía enfermo, no tanto físicamente, pero espiritualmente. Su tía y sus primos habían salido de compras a Seúl, pero aunque eso debería alegrar a Kyungsoo, este seguía sin sentirse con ánimos para nada.
Un par de horas después, Yuri dejaba entrar al doctor Lee.
-Hola.- saludó, entrando en la habitación en la que se encontraba Kyungsoo con un libro sobre el regazo.- ¡Levantado tan pronto! ¿Cómo te sientes?
-Se ha estado sintiendo bien.- contestó Yuri.
-Eso lo veremos. Ven aquí Kyungsoo, ¿puedo llamarte así?- Kyungsoo asintió y se acercó donde Minho estaba sentado en el sillón, el mismo sillón que utilizaba Jongdae.- Me han dicho que has estado llorando, Kyungsoo, ¿te duele algo?
-A mí me parece que son puras mañas.- respondió Yuri.
-¡Claro que no! Si ya es todo un hombrecito para llorar por esas cosas, ¿verdad Kyungsoo?
-Nunca lloro por esas cosas, llorar aquí por eso no me sirve más que para ganarme golpes.
-¡No diga eso, jovencito!- exclamó Yuri, alarmada. Minho ignoró a la chica y miró a Kyungsoo con sus redondos y amables ojos.
-¿Qué fue lo que te enfermó ayer?- preguntó, mirando a Kyungsoo fijamente.
-Se cayó.- mintió Yuri, presa del nerviosismo. Si una mala idea se hacía de su patrona, la señora Kim, le quitarían la custodia de Kyungsoo, y muy probablemente todo el dinero.
-¡Caerse! Le edad que tiene el niño, ¿y no sabe caminar bien? ¿Cuántos años tienes, pequeño?- Minho se volvió para mirar a Kyungsoo, que dándose cuenta del nerviosismo de Yuri, decidió responder con sinceridad a todas las preguntas que el doctor le hiciese.
-Jongdae, mi primo, me arrojó contra esa puerta y me golpeé la cabeza. Pero no creo que eso haya sido lo que me enfermó.- respondió Kyungsoo, casi sonriendo al observar como Yuri se estrujaba las manos en su informal pantalón de jean.
-Eso no es cierto, debe estar confundido.- respondió Yuri, atropellándosele las palabras en la boca.
-Señorita Kwon, ¿podría prepararme un café?- preguntó Minho, dejando claras las ganas que sentía de deshacerse de la chica. Le muchacha salió de la habitación presurosa por volver rápido.- Si no fue la caída, ¿qué fue entonces?- preguntó Minho a Kyungsoo.
-Me encerraron en el cuarto rojo del segundo piso, sin luz ni calefacción. Además, mi tío murió allá arriba, y me da mucho miedo. Mi vida es un asco. ¡Mi vida entera es un asco!
-¿Un asco? ¿Por qué?
-No tengo ni padre, ni madre, ni hermanos.
-Pero tienes una tía, y primo.
-¡Los principales causantes de mi desgracia!
-¿No crees que esta casa es hermosa? ¿No te gusta vivir en ella?
-Usted lo ha dicho. Esta es una casa, no es mi hogar. Incluso las criadas dicen que aquí soy menos que un perro. Si pudiera irme, no me importaría ser incluso vagabundo.- susurró Kyungsoo, desviando la mirada.
-Kyungsoo, ¿vas a la escuela?
-Mi tía… no me deja.- susurró Kyungsoo.- Pero Yuri a veces me enseña, me trae todos estos libros, porque mi primo no me deja tomar los suyos de la biblioteca, a pesar de que no los lee.
-¿No vas a la escuela? ¿Sabes leer? ¿Escribir? ¿Multiplicar? ¿Dividir?- Kyungsoo asintió.
-Todo lo aprendí de los libros. Aunque mi fuerte no son las matemáticas.
-¿Y coreano? ¿Sabes de coreano?- Kyungsoo asintió.
-He leído mucho, creo que sé bastante.
-Dime, Kyungsoo, ¿te gustará ir a un internado? Un internado para niños inteligentes como tu.- Kyungsoo abrió sus enormes ojos como platos.
-¡Claro que me gustaría!
-Bueno, ya veremos.- Minho le sonrió, poniéndose de pie y revolviendo los cabellos del menor.- Ya se siente el auto de tu tía, iré a hablar con ella.- El hombre salió de la habitación.
Minutos más tarde aparecía Yuri, completamente alarmada y temblorosa.
-¡Do Kyungsoo! ¡Es usted un chico muy malo!- exclamó la chica. Inmediatamente después aparecía Yoona, la criada de la señora.
-¡Yuri! Deja al mocoso estar. La señora ha dicho que se alegra de deshacerse de él.
-Pobre señorito Do, es digno de lástima.- Yuri se mordió el labio inferior, sin saber muy bien qué hacer.
-Es verdad, si fuera lindo como el amo Sehun, cualquiera se compadecería de él. ¿Pero de qué sirve este renacuajo? Tan delgado e inútil.
-No es para tanto.- susurró Yuri.- Aunque es cierto que si hubiera tenido la blanca piel del señorito Sehun, su situación hubiera sido mejor.
-¡Es verdad, y no lo niegues! Reconozco que el amo Sehun es mi debilidad. Con esos labios rosas y esa tersa piel.- Kyungsoo suspiró y se miró las manos. ¿Era tan feo como lo describían?