Alguien que hace muñecas… porque preguntarle esas cosas alguien así, era confuso pero igual averiguar seria ¿bueno?, ni idea pero el retrato de aquella mujer era igual al de mi madre, sin embargo la posibilidad de eso era poca, mamá nunca había sido actriz, ni músico, ni cantante, tampoco pintora.
—es extraño— termine mi comida y mire al techo, mi familia no tenía mucho dinero podría decirse que humilde nada más, yo trabajaba para poder mantenerme, logre una beca para el conservatorio, pero aquel retrato una mujer con joyas y todo eso, deje los platos ahí y me fui a la cama.
—Hanna no llego y me daba cosa preguntarle a él— me revolví un poco en la cama, odiaba esas cosas, sentirme tan impaciente, ¿que debía hacer?, por ahora descansar es lo único, me tomare el tiempo de preguntarle a alguien al rato podría ser que entre los trabajadores conozcan el sello o al fabricante ese.
Solo dormiré un rato nada más, me abrace a la almohada
***
Había quedado perfecta risos hermosos su cabello cayendo como cascada dorada, sus labios ahora adornados por un rosa pálido, el rojo era muy vulgar para ella, sus ojos azules eran más hermosos ahora—costo mucho pero logre el color—sus mejillas blancas perfectamente esculpidas, todo era bueno.
—Aún más porque ya no puedes decir nada—sonreí complacido con mi trabajo, aquel vestido color purpura realzaba todos sus atributos, era casi increíble que aquella mujer orgullosa y grosera ahora se viera tan hermosa
—Silenciosa y grácil, siempre sonriente— me encantaba mirarlas ya terminadas tan perfectas— tan…—
—tan eternas ¿no?— sonreí o ese sujeto — ¿a qué debo tu visita señor conejo?— le mire era raro verle, después de todo ya no teníamos nada en común.
—o sabes bien porque estoy aquí—
***
Me removí un poco sinceramente había descansado bien y estaba con tiempo contado para ir a trabajar pero había valido la pena, me arregle un poco, me cepille el cabello y acomode mi ropa, tome mi bolso y la carta, no sé porque pero me ha dado la necesidad de traerla conmigo, raro muy raro, pero era mejor hacerle caso a mi instinto.
Salí y cerré la puerta con llave, algo dentro de mí se estrujo como avisándome de que algo terrible va a pasar, pero…
Sacudí mi cabeza para retirar ese extraño pensamiento— solo estoy aliterado porque alguien entro—si solo eso, que una persona entre es peligroso no sabía si volverían a hacerlo y más si estaba yo ahí, tal vez podría pedirle a mi jefe que me dejara pasar unos días ahí, o podía cambiar la cerradura aunque no sabía si podía pagar por ello.
—por ahora no tengo mucho que hacer en cuanto a eso— me dije, simplemente invitar a alguien conmigo me haría sentir menos aterrado, pero no sabía a quién pedir aquel favor, no tenía mucho tiempo para socializar, ni jugar con otros, las únicas personas que conocía eran del conservatorio y todos ellos de cunas un poco altas, no aceptarían venir conmigo, ni dejarme quedar con ellos.
Llegue como siempre a mi trabajo y comencé con mis labores, cargar cajas y otros materiales para que fueran llevadas a las muelles y de ahí exportados a otros lados del mundo, mis brazos comenzaban a cansarse, me dolían un poco, esta vez las cargas contenían algo pesado no sé qué es, usualmente no lo dicen, logre llevar la mitad pero estaba a punto de vomitar por el esfuerzo.
Me senté un rato sin que me vieran los demás respire hondo y me prepare para continuar con mi labor, no faltaba mucho y todos los demás estaban trabajando duro a pesar de sentir también el cansancio.
El frio del ambiente no ayudaba mucho, mis dedos comenzaban a adormecérseme era molesto porque complicaba mi trabajo, suspire resignado no podía hacer más, algunos compañeros me llamaron el trabajo había sido suspendido por el propietario y por ahora solo enviarían lo que estaba ya listo para irse, deje mi última caja, me fui con ellos, se me ofreció un poco de chocolate caliente que por supuesto acepte, algo caliente era bueno en ese momento.
—saben he escuchado un rumor muy extraño— uno de nuestros compañeros comenzó a relatar algo que había sucedido claro supuestamente, todos prestamos atención estas charlas siempre son entretenidas.
—uno de los lord, ya saben esos tipos tienen gustos raros, está exhibiendo una muñeca de tamaño real de su esposa quien desapareció hace un mes, porque según el ella ya debe estar muerta— todos nos quedamos algo extrañados, que tenía eso de raro pregunto alguien.
—Bueno dicen que es tan detallada, que realmente parece el cadáver de su esposa, la cosa no es que solo sea el, sino que varios de ellos están haciendo esto, lo curioso es que ninguna de las personas a las que se les hace una muñeca está viva o siquiera se vuelve a ver, ha comenzado a decirse que realmente matan a las personas y luego las transforman— bebió su chocolate y le mire eso sonaba muy tétrico, todos quedamos en silencio pensando aquello lentamente.
—Bueno pero es solo un rumor verdad— alguien había roto aquel silencio incomodo que se había apoderado de ese lugar— pues si hombre, no sé si sea cierto pero ya vez los ricos son raros y hacen cosas que pueden tomarse a mal—
—Además no hay alguien que hiciera tal idiotez — todos rieron, sin embargo la espina de la duda yacía dentro de todos—bueno es verdad sería una locura —
—Bueno dejemos los rumores extraños—aquel hombre grande y robusto con años de trabajar aquí se llamaba Rice, me miro con tranquilidad— ¿y dime muchacho que tal esta yéndote en ese lugar?— sé que es una manera de quitar la tensión por el relato antes contado ya que la noche prevalecía y esas cosas perturban la mente
—Supongo que bien por lo menos los problemas han disminuido— sonreí feliz tenía una buena tutora que no me lastimaba las manos, si aún estoy molesto por eso —aunque saben hay algo curioso que sucedió y bueno…—dude un momento en decirlo pero ellos esperaban— anteayer sucedió que al regresar a mi casa encontré una carta sobre mi mesa, es raro porque siempre cierro con llave pero esta vez no fue así… me preocupa que algún loco entre— todos me miraron sorprendidos y algunos enfadados, comprendían mi temor.
—hombre pero te robaron algo—
Negué con la cabeza— eso es lo más raro no faltaba nada, saque el sobre quería ver si alguno de ustedes reconocía el Sello— pase el sobre y cada uno lo miro algunos habían sido pequeños mozos en su juventud de casas adineradas, tal vez podrían ubicarlo pero al parecer había fallado.
—Este sello sé que lo he visto— Adam un joven muchacho un poco más grande que yo, se quedó pensado—hum… tengo entendido que esta familia ya no vive—me miro con algo de calma pero también con otra cosa
—hace años vivían donde ahora está el conservatorio a dónde vas, pero toda la familia fue azotada por una enfermedad que los aniquilo, tal vez alguien les robo al anillo y te está jugando una broma porque vas a ese lugar—suspire bueno eso me daba algo de paz y al mismo tiempo no, maldito quien sea me logro alterar— bueno creo que caí— todos rieron afablemente, contagiándome en el proceso.
Nos quedamos un rato más oyendo diversas historias de cada uno de los presentes, todos con conflictos otros con amores no correspondidos, era agradable estar entre estas personas humildes no me sentía que desentonaba, un chocolate más una cerveza por ahí, hasta que nos separamos.
Rice me dijo algo— ve a casa con cuidado y traba la puerta, no sea que tu bromista quiera jugártela por la noche— ya imaginaba eso, asentí contento, nos separamos en una bifurcación, me tocaba irme solo a casa tan noche el miedo me embargaba si lo sé pero aún me considero un pequeño niño, la oscuridad no me gusta me causa algo de pánico, por varias razones— los calabozos son oscuros— era algo de lo que no quería acordarme.
Cuando me quede huérfano me enviaron obviamente a un orfanatorio sin embargo si te portabas mal o hacías algo que no le gustaba a la encargada te metía en un lugar oscuro donde no podía oír ruido alguno, sin querer había tirado jugo y termine en el lugar, no supe cuantos días estuve ahí, pero el hambre y el frio me habían hecho mella, Scontlad Yard llego y nos sacó de ahí, sin embargo mi miedo ya existía.
Las luces de las lámparas entre cada esquina eran mi único alivio con aquello, el pasar de una que otra persona también, los perros ladrando eran una melodía a mi oídos pese a que la gente les irritara, todo esto me indicaba que estaba conectado al mundo exterior, apresure el paso, no quiero que se me haga más tarde por un momento me arrepentí de haberme quedado para escuchar las historias.
Pero bueno ya nada ganaba con eso, di una vuelta más, ahí estaba mi casa sin embargo, me detuve, una figura larga y hermosamente vestida estaba para enfrente, sinceramente eso me dio mucho miedo no parecía moverse, ni hacer nada, retrocedí algunos pasos mire a mi alrededor un policía.
—Señor— me dirigí a él tembloroso el me miro con algo de sorpresa, jamás no habíamos hablado pero solía verlo.
— ¿Qué pasa?— me pregunto en un tono amable, sorpresivamente
—hay alguien parado en mi puerta, vivo solo y sinceramente no me a buena impresión—aquel hombre levanto la vista y se dio cuenta de lo que hablaba, tomo mi mano y me acompaño era bueno tener a alguien, temblé un poco más, aquella persona no se movió pese a que éramos visibles.
—Señora espera a alguien— pregunto con un tono duro pero aun cortes no hubo respuesta ambos nos miramos algo extrañados por esto
—Quédate aquí— hice caso bueno no tenía valor para moverme las ladys me aterraban como dije mala experiencia hace un tiempo
—Señora— el policía la teco el hombro, pero nada—oiga— ahora si sabía que algo estaba muy raro y mal, la movió y se puso enfrente, su cara se puso pálida completamente, que rayos vio, regreso corriendo conmigo me tomo de la mano y se fue a un lugar donde habían más policías, yo estaba confundido pero agradecido de no ser olvidado
Aquellos agentes de Londres lo miraron y preocupados le preguntaron qué pasaba— un cadáver—me sorprendí completamente al igual que los otros
—No puede ser…— me negaba a creer aquello.