Perfidia
Mala suerte, era un pésima excusa, simplemente estaba evadiendo mi pregunta, ahora solo en esta habitación mirando a la nada, porque la tenue luz de la vela apenas alumbra la habitación, tengo miedo de ser tragado por la oscuridad.
Me acerque a la puerta quiero encontrar una manera de salir, correr y no voltear a ver a nadie hasta llegar a Londres, pero la puerta la única salida de la habitación está cerrada por fuera lo puedo escuchar cuando aquella persona se fue.
Aunque busque por dentro es imposible, puse mi frente sobre ella, mientras intentaba buscar una alternativa las voces susurrantes de dos personas se colaron.
— ¿Por qué lo trajiste aquí?, no ves que solo será un problema—
—no lo será además cuando lo veas te sorprenderás, es igual a él, bueno cuando era joven—
Hubo un momento de silencio en que solo mi respiración se escuchaba
—tienes una seria obsesión con esa familia sabes—
—puede que sí, vamos te mostrare—
Las pisadas comenzaron a acercarse, cada vez más fuerte, el sonido se detuvo, lo sabía estaban aquí, el movimiento de algo pesado se escuchó y la puerta cedió un poco, di un paso hacia atrás para no caer, frente a mi había dos siluetas, ambas bastante altas, era difícil detallarlas.
—Era cierto— la voz del otro era de sorpresa, se acercó a mí y tomo el rostro entre sus manos, examinándome, me enfade y me solté rápidamente, mi expresión debió decir lo que sentía.
—vamos no te molestes—
Gruñí enfadado— entonces no me toques, no soy un animal de espectáculo— sentí mi sangre hervir porque aquello parecía de esa forma, la risa de esa persona me hizo rabiar aún más.
—Vaya que eres gracioso, eres un cautivo, pero aun así…—se dio la vuelta y miro a mi captor.
—Me debes una déjame hablar con él a solas— mi captor parecía enfadado o molesto, se retiró dejando solo entrecerrada la puerta, quise moverme un poco pero no sería lo suficiente rápido, tenia que hacer que se alejaran de la puerta un poco.
—Alois ¿cierto?— le vi acomodarse sus lentes, sus ojos eran de un color verde muy claro, no tenía ganas de oír lo que diría pero no me quedaba de otra.
No se movió de su lugar solo me miraba
—hay algo importante que debo decirte, debes salir de aquí mientras puedas, más tarde este sujeto saldrá abriré la puerta y te ayudare como pueda, sé que sonara raro pero no quiero que te pase algo—
su voz sonaba genuinamente preocupada, como si quisiera evitarme algún mal, pero yo no lo conocía
—Me ayudaras— le mire confundido quería las respuestas de esto
—digamos que si tu madre no le hubiera gustado que esto pasara— abrí con sorpresa los ojos, conocía a mi madre pero antes de poder preguntarlo, me susurro.
—este tipo tiene una manía con los de tu familia no creas nada, aunque te diga cosas buenas, solo quiere engatusarte— creerle era peligroso, pero por ahora mi único aliado por decirlo así, de esta manera solo asentí, un poco inseguro.
—Bien recuerda, debes estar atento— una manía con mi familia quería decir que intento algo así con alguno de mis padres o mejor dicho con mi madre en específico ya que parecen conocerla.
***
Las cosas no eran muy distintas de esa a esta entonces, la reina sigue encomendando aquellas misiones llenas de peligros en las que solo yo me arriesgo, a veces pienso que mi mayordomo tiene razón, solo soy un perro con correa que salta cuando ella lo indica.
Tome mi violín y comencé la practica como todos los días mi familia había dado bastante dinero a este lugar por lo que mi entrada fue mucho más sencilla, el violín era algo que se me daba bien y Sebastián era un buen instructor aunque debo admitirlo me molesta recibir órdenes de él aunque sé que es necesario.
Por qué estoy aquí tan calmo y pareciendo perder el tiempo, así era la orden dada por la reina, hay personas siendo asesinadas muchas de ellas tienen relación con el conservatorio, no había un patrón exacto, la única cosa es por supuesto este lugar, lo difícil en si era saber quién era el culpable, cuando llegamos nos dimos cuenta de algo muy poco común había varios demonios como Sebastián, así que le ordene entrar un poco antes que yo, para presentar la pantomima mucho mejor.
Todo había sido perfecto en cuanto a nuestra intromisión aquí aun cuando simulábamos las lecciones aunque no del todo era falsas, en este periodo descartamos a la señorita Anfeloz como sospechosa, pero aun sospechamos de dos personas, aunque de momento los asesinatos se habían parado, desde cuando, según me informo Sebastián desde la aparición de Alois Trancy.
Podría considerarlo coincidencia en el momento lo hice pero ahora que mi sirviente me ha informado de su desaparición comienzo a pensar que esto es de un caso extraño— vaya fetiche tienen algunas de esas criaturas—
La puerta se abrió y aquella cara sonriente me dio a entender una cosa — joven amo, esto está por solucionarse— sonreí un poco complacido era momento de intervenir.
***
Estaba completamente impaciente, me senté y levante varias veces, mi carácter no me permite permanecer tanto tiempo quieto, quería que el tiempo pasara tan rápido como los latidos de mi corazón , pero no, el tiempo transcurriría a su ritmo ni más lento ni más rápido, mordí varias veces mi labio, comenzaba a escocerme de tanto hacerlo.
—Quiero salir— toque mis cabellos rubios y con un sentimiento de desesperación los jale, así se sentían los prisioneros en las cárceles, que frustrante.
La idea de la libertad me atormentaba, tal vez tener una esperanza solo provocaba mi propia inquietud, es mala en ocasiones ahora lo sé, mientras daba vueltas como un animal desesperado la puerta fue abierta de golpe asustándome un poco, aquel hombre quien había prometido ayudarme a salir estaba ahí.
—tenemos poco tiempo vamos—mi mano fue cogida y comenzamos a caminar por aquel lugar, parecía un laberinto interminable de pasillos y pasillos, tan iguales que la posibilidad de quedar perdido era palpable completamente, ¿Qué era este lugar?, en cierta forma no deseaba saberlo.
Dimos varias vueltas en aquel recinto hasta que llegamos en un taller, donde las ventanas daban al exterior y el dulce sonido de los grillos era suave, estimulante, aquel lugar estaba repleto de muñecas tamaño regular y otras del tamaño de una persona adulta, cada uno hechas perfectamente tanto que lo único que las diferenciaba de una persona era que no se movían.
—El fabricante de muñecas— me sorprendí, pero esa era la única conclusión a la que podía llegar— si así es— me dijo aquel hombre de cabello grisáceo y afable sonrisa.
—Aunque tu madre me lo puso— parecía recordar algo agradable sin duda— bueno Alois, la cosa es así, te daré un caballo y de ahí te iras como puedas no te salgas del sendero encontraras una casa, pasa la noche en aquel sitio el no podrá encontrarte— me saco, la noche estaba nublada la luna apenas alumbraba algo pero aquello me dio una sensación de paz.
—En la casa ve a la habitación con puerta azul, sino las cosas no serán bonitas—asentí y le di las gracias sinceramente, no hay que agradecer eso fue lo que me dijo —date prisa y escuches lo que escuches no salgas de la habitación que te dije —
No cuestione otra cosa y mejor era hacer caso, no sabía cabalgar muy bien pero algo se podía hacer, comencé el camino me sujete con fuerza para no caer, tardaría unos minutos, no voltee más para atrás.
***
Le di aquellas indicaciones a ese chico, ¿Por qué ayudarlo?, hay dos razones, su madre era una niña buena que admiraba mi trabajo, tan grácil como un ciervo de un porte hermoso, era como un ángel, le debo algo y ahora se lo pago, la otra aquel sujeto enloquecerá completamente cuando no lo encuentre.
—se enfadara mucho, pero no puede matar a un dios de la muerte—bueno es mejor seguir trabajando, es hora de seguir mi arte, que tal un muñeco desde cero parecido a aquel pequeño niño que comienza la carrera contra un destino que estaba grabado en la maldición de su propia sangre.
—es buena idea, así estará la familia completa—
***
Seguí mi camino haciendo caso, el viento frio daba contra mi cara y mi inexperiencia en estas cosas me costó mucho tiempo, pero al fin logre divisar el lugar donde debía llegar, baje torpemente del caballo, me atore y fui a dar al suelo, sentía dolor pero lo soporte, metí a aquella criatura en establo, le amarre y puse un poco de agua.
Mire el edificio algo rustico y tétrico pero era mejor que quedarme en aquella habitación oscura, camine hacia ella, al poner el pie en el primer escalón, el crujido me causo más nervios— que no salte nada de adentro—
Me dije a mi mismo, era complicado pero los miedos se acentúan cuando estas en un lugar solo y desconocido, seguí con aquella una vez adentro intente ubicar la cocina quería algo de comer pero debía darme prisa, di un par devueltas algo desubicado pero di con la habitación correcta revise había alfo de pan y jamón, lo cogí y busque unas cerillas para poder tener luz, habían pocas en la caja.
Ahora busque la habitación que se me indico, había varias puertas de diferentes colores con letras en ellas, era un poco raro, si lo meditabas.
Camine entre dos pasillos y encontré la puerta indicada entre con cuidado algo desconfiado pues no me garantizaba nada las palabras de aquel hombre, cerré tras de mi con seguro aunque ahora eso no me daba tanta confianza por lo que sucedió en mi residencia.
—Quiero estar tranquilo—