A veces la vida pierde todo sentido. A veces todo es una mierda, tras otra mierda y simplemente nada es entendible ni su porque ni su cuando ni su como. Todo pierde sentido, todo es negro y oscuridad, nada se ve, nada se entiende ni se comprende.
A veces solo cagamos por cagar, comemos por comer, follamos por follar y hablamos por hablar. Somos maquinas autómatas inconscientes de lo que hacemos pero consientes de lo vacío que se siente hacerlo todo.
El viento chocaba mi pecho. Frio viento que me hacia estremecer mientras que mi mirada seguía fija hacia el horizonte. La noche, la oscuridad, podía sentirla, podía sentirla dentro de mi expandiéndose como cáncer.
-Ya nada tiene sentido. Murmure viendo la oscuridad de la noche en contraste de las luces que iluminaban los edificios. Había otros más altos que en el que estaba parado y otros más pequeños. Los había de todo estilo, de todos los colores y de todos los estratos. Sonreí mirando hacia abajo. Todo brillaba y las personas se veían pequeñas en contraste. Caminaban y seguían su rumbo como los autómatas que eran.
Todos somos autómatas.
Todos pretendemos sentir sin siquiera sentir, todos pretendemos ser algo que no somos ni sentir algo que no sentimos.
Y lo único cierto en nuestro diario vivir es que somos nosotros mismos quienes estamos dando pasos grandes sobre una grava de esqueletos que perdieron la vida en su camino hacia la muerte.
Mi cuerpo entero temblaba pero estaba firme como una piedra. Mi corazón latía pero no a mayor velocidad. Era como si estuviese viviendo un día más de mi vida sin sentido.
-Espérame… Sehun.
-¿Qué haces idiota?
“-¿Qué haces idiota?”
Brujería… solo se explicaba como brujería o que su cuerpo ya había caído los 5 metros de altura que tenia aquel edificio y que su cuerpo había estallado como si fuese un globo de sangre y viseras y ahora alucinase con el tacto y voz del mas amado. Pero sintió un calor fuerte en su tobillo izquierdo acompañado de un fuerte jalón que le hizo caer de espaldas hacia unos brazos firmes que sostuvieron su caída y evitaron que cayera contra el suelo.
Luhan temblaba con los ojos aun apretados. No veía absolutamente nada mas que la oscuridad que sus inundaba sus pupilas. Temblaba como un cachorro recién nacido mientras que las lagrimas empezaba a empapar sus ojos y salían por sus pestañas- ¿Qué haces idiota? ¿No sabes hablar?- Aquella voz perdió la familiaridad a la que la había asociado mientras que abría sus ojos de par en par en un solo segundo. Sus ojos palpitaban y le hacían ver figuritas de colores que danzaban por doquier.
-Ya me morí…- susurro sacando del otro chico un bramido. Pronto sintió un calor que le hacia estremecer. El otro sujeto le había dado una fuerte bofetada mientras que le seguía zarandeando con violencia mientras que sin derecho alguno le reclamaba y le gritaba. –Si sigues así… me terminaras matando tu- el chico le empujo haciéndole caer de lado, respiraba aireadamente y pronto se paro tomando la mano del otro chico y haciéndolo parar bruscamente.
-Lo siento… pero eres un imbécil- Luhan por primera vez le vio asombrándose con lo que sus ojos le mostraban. Un chico de tez morena y cabello negro desordenado. Respiraba aireadamente y tenia aliento pesado y fuerte. Su aliento apestaba a café y el apestaba a cigarrillo. Luhan sonrió de lado dejando escapar una lágrima cargada de culpa de sus ojos.
-Ya me morí… y estoy en el infierno- pensó para si mismo al ver evidenciado ante sus ojos la existencia de una criatura mas bella que la criatura mas bella que solía recordar como suya.
La culpa le invadía y los deseos de saltar de esa azotea le punzaban en el pecho.