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Trouble Town. por MitcheKiller117

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Notas del capitulo:

Por cada comentario dejado, Baek se vuelve más ghei.

Aclaraciones:

— Diálogos.

"Pensamientos".

Puntos a remarcar.

"Mensajes de texto".

 

¡Espero que les guste mi regalito!

Capítulo IX: “Felicidad”.

“Quiero protegerte por siempre.

Así no tendrás que sufrir nunca…

Estoy eternamente enamorado de ti”. — Angel.

 .

 

 

 

Tarde del Viernes 24 de Enero.

Casa de los adinerados Kim.

 

.

Era la primera vez en el transcurso de toda su vida que JongDae se sentía tan incómodo.

Se había disculpado con la mayor parte de sus invitados y, de alguna forma, intentó escabullirse a la cocina, lejos de cualquier cosa frustrante y sobre todo, lejos de Minseok.

Sin embargo, minutos más tarde el mayor, que no tenía ni idea de las indirectas que él estaba mandándole para poder estar solo, entró en la cocina aferrando una caja a su pecho. Y JongDae de alguna forma terminó sintiéndose irremediablemente mal. Porque esa era la dichosa caja de almuerzo que su Hyung esperaba compartir con él durante la mañana y que él había terminado arruinando.

Se preguntó, en silencio, si estaría vacía. Las dudas carcomían su cabeza. Estaba harto pero no podía dejar de ceder. Se preguntaba si LuHan había consumido los alimentos que Minseok había preparado para ambos con tanto empeño la noche anterior, se preguntaba si XiuMin había estado agradecido de su ausencia, se preguntaba… se preguntaba.

Pretendiendo estar muy ocupado sacando un bote de helado del refrigerador, JongDae le dio la espalda al de mejillas regordetas. Lo que menos quería era terminar cometiendo un impulso idiota y acabar espetando una de sus tantas preguntas.

Minseok lo miró fijamente, recargándose su espalda sobre una de las estanterías de la cocina. Le entristecía que de un momento a otro, Chen cambiara tanto. A decir verdad, al principio solía confundirlo pero a esas alturas solo lograba marearlo. Es decir, primero lo ignoraba, luego lo recibía calurosamente. Primero le acariciaba, luego volvía a ignorarlo. Pese a ser inocente, Minseok no pensaba ser estúpido e incluso si veía las acciones del castaño como simples reflejos de un buen amigo, comenzaba exasperarle su actitud cambiante. Quería saberlo todo. Si JongDae verdaderamente estaba molesto con él o no, si había hecho algo mal, si el menor ya no quería que fuesen amigos…

Una punzada dolorosa atravesó su pecho.

—JongDae…

El muchacho en cuestión, continuó dándole la espalda mientras buscaba una taza en la alacena. —¿Mmnh?

Minseok jugó con sus manos, volviéndolas un nudo por los nervios. — ¿H-He hecho algo malo?

El menor terminó girando sobre sus talones. XiuMin, al encontrarse con su mirada, bajó la suya inmediatamente, sintiéndose demasiado intimidado como para sostenerla. Porque como nunca lo hacía, el menor estaba frunciéndole el ceño.

—Estoy molesto, sí. — Declaró el de rasgos dinosauricos, encogiéndose de hombros y volviéndose para buscar una cuchara, respondiendo una pregunta nunca hecha.

Minseok le dedicó una mirada profunda a la costura posterior de su suéter. — ¿P-puedo preguntar por qué?

Chen alzó una ceja sin que hubiese forma de que el mayor se enterase. — Ya lo estás haciendo.

Las manos del mayor sudaban. — ¿Q-Qué su-sucede?

Un suspiro se escapó de los labios del dueño de la casa y pasó una mano por su cabello, dejando la labor de abrir el bote de helado por un lado. Le exasperaba tener que dar respuesta a esas preguntas pero él simplemente no podía continuar dándole largas a su Hyung. Le parecía una actitud demasiado grosera para alguien tan tierno… tan precioso…

Negó con la cabeza, deshaciéndose del hilo de aquellos pensamientos que siempre terminaban apuntando a lo mismo.

—¿Por qué vives con tus tíos?

El mayor parpadeó varias veces al escucharlo, JongDae se volvió para mirarle la cara.

Minseok hubiese podido esperar esa pregunta mediante incluso un mensaje de texto el pasado sábado. La hubiese esperado venir el domingo, cuando JongDae volvió a cenar a su casa. La hubiese visto venir el lunes cuando se encontraron en la escuela, o el martes, cuando el menor lo llevó a cenar a un puesto callejero en la ciudad. Incluso el miércoles, mientras caminaban a la salida del colegio o incluso la madrugada del jueves, hablando por teléfono. Sin embargo, no estaba preparado para escucharla en ese momento.

¿Realmente era ese el problema? ¿Acaso al verlo JongDae lo había olvidado durante prácticamente una semana y el reproche había venido repentinamente mientras le acariciaba? Minseok estaba seguro de que no era así.

—¿E-Es solo por eso?

El menor se cruzó de brazos. — ¿Te parece poca cosa?

A XiuMin no le gustaba para nada ver enojado a su amigo. Lo adoraba demasiado y estaba en extremo acostumbrado a verlo sonreírle, a que fuese él el de las bromas y  el preocupado y no por el contrario.

De forma que se apresuró a negar frenéticamente con la cabeza. — ¡No es eso!  — Pese a haber exclamado, su voz pareció un susurro.

JongDae se recargó en la encimera mientras lo miraba fijamente, dándole a entender que esperaba una respuesta. Esta vez, fue el mayor quien suspiró, dejando la caja de almuerzo sobre la barra central de la cocina y acercándose lentamente, jugando con sus manos al no saber qué más hacer con ellas.

—P-Papá y mamá se divorciaron hace cinco años. — Expuso, comenzando con su relato. JongDae se sintió mal de hacerlo hablar de algo que debía dolerle demasiado y de pronto, se encontró culpándose a sí mismo por no haberle tenido paciencia. — Papá inició un proyecto en Japón y se marchó. Mamá se quedó conmigo. —Minseok continuó, haciendo una larga pausa para tragar duro. —Mamá había conocido a alguien y decía que no soportaba a papá, esa fue la razón de todo. Papá decía que lo sentía, pero no podía soportar verme porque era demasiado parecido a mamá. Él todavía la quería…

JongDae asintió, suavizando su mirada. Minseok se colocó junto a él, recargándose también en la encimera, viendo al lado opuesto al que el menor podía observar.

—La persona a la que mamá conoció… él… — Su voz se quebró.

JongDae cerró los ojos y aferró sus manos a sus brazos propios.

—Él solo estaba en corea por negocios. Él… Era chino. Así que mamá y yo nos mudamos con él en ese mismo mes. — El mayor ladeo la cabeza en un intento mudo por contener las lágrimas. — Yo no sabía chino, fue difícil para mí. Eran demasiadas cosas y no podía soportarlo pero mamá era feliz… No había visto a mamá feliz en tanto tiempo…

Chen contuvo las ganas de fundirse en el pecho del otro y abrazarlo como si no hubiese un mañana. Minseok apretó los puños, recargados ya sobre el mueble de la cocina.

—Pero y-yo… Ya no podía soportarlo… — Los recuerdos agobiaron la mente del mayor y terminó cediendo ante las lágrimas de forma involuntaria. — Su-Sucedieron más cosas y yo… Yo no pude… No pude callar.

Detente.

El menor mandó todo al diablo al escucharlo sollozar y se volvió inmediatamente, tomándolo por el brazo y jalándolo con rapidez, atrayéndolo hasta su cuerpo y aferrándolo a sí mismo con sus brazos. Minseok juró que nunca se había sentido tan protegido en toda su vida. Los brazos de JongDae eran fuertes y cálidos, tan cálidos que todo el aterrador frío en que su cuerpo se consumía mientras recordaba desapareció.

Apoyó su barbilla en el hueco entre el cuello y el hombro de Chen. Minseok sorbió con la nariz y volvió a sollozar inconscientemente. Las dóciles manos del menor eran suaves, una sujetándolo por la cintura y otra subiendo para acariciarle el cabello.

—Está bien… Mi seokie, está bien… — El suyo era un susurro consolador bajo el que el mayor se estremeció. — Todo ha pasado ya…

Seokie.

Suyo…

Cuando Minseok lo escuchó, por primera vez en toda su vida, supo que recordar no había sido tan malo como había estado creyendo. Y aferró sus manos a la espalda del menor que, era ligeramente más alto que él, tan ligeramente que nadie podía notarlo. Excepto él, él mientras se refugiaba en el calor de sus brazos.

—Mamá no creyó… Ella dijo que yo no quería que fuese feliz. — El mayor decidió continuar, hipando y con la voz entre cortada. JongDae respiraba en su cuello, tranquilizándolo. —P-Pero yo tenía mucho asco… Mamá e-estaba ciega, JongDae él… él era un hombre malo…

El cerebro del menor comenzó a trabajar más rápido de lo que era debido. Al escuchar esa última frase, un montón de circuitos parecieron encenderse dentro de su cabeza y al sentir al mayor estallar en temblores entre sus brazos, no pudo hacer otra cosa que apegarlo a sí mismo con más fuerza, envolviéndolo de forma asfixiante. Como si pudiese volver al pasado y esa fuera su forma de protegerlo.

Su estómago se encogió de tan solo pensar en alguien haciéndole daño a una persona tan preciosa, tan inocente, tan indefensa. Y JongDae lo tomó por la barbilla, y lo miró profundamente antes de comenzar a repartir castos besos por la superficie de su cara. Deslizándose sobre su frente, moviéndose sobre su nariz y acariciando con sus labios la blanda textura de sus regordetes mejillas.

Minseok era perfecto y JongDae simplemente no podía creer que hubiese sufrido tanto.

Lo silenció con un quedo silbido y se encontró con su mirada mientras se dedicaba a acariciarle el pelo. Los ojos lagrimosos de su acompañante terminaron de romperle el corazón en mil pedazos y JongDae sintió ganas de limpiarlo todo con sus labios, de borrar el rastro de cualquier mano ajena que hubiese pasado sobre él con mala intención. Sintió ganas de protegerlo más de lo que solía, simplemente quería hacer tantas cosas…

El mayor continuó mirándolo como si no hubiese otra persona en el mundo. Deseando que el otro no se alejara, deseando que desapareciera todas las lágrimas de sus ojos y las extinguiese en algún punto muerto donde él no pudiese encontrarlas.

Más que nunca, Minseok quería olvidar.

—Nunca permitiré que nadie te haga daño, Seokie. — Murmuró Chen, acercándose para besar sus parpados, resbalando por el mismo lugar donde se extinguían sus lágrimas y borrando con su boca el rastro de ellas.

Y Minseok asiente lentamente, dejándose hacer. Porque no hay nada más perfecto para él, que JongDae cuidándolo.

 

 

 

Xx

 

Cafetería.

 

LuHan no puede acabar de entender cómo es posible que una persona cambie tanto de actitud en un día.

La noche anterior, SeHun lo había fastidiado suplicando acompañarlo a casa cuando, en un descuido –sí claro-, LuHan se quedó en la cafetería hasta la hora de cerrar. Por supuesto que él, como el mayor, no había cedido y terminó caminando por las calles de la ciudad a solas satisfecho.

Sin embargo, ese día, después de que el resto se marchara por donde habían venido y habían quedado el uno frente al otro aparentemente a solas, SeHun había comenzado a ignorarlo.

El mayor llevaba aproximadamente tres horas sentado en la misma mesa de siempre de la cafetería y SeHun, en lugar de estar sentado frente a él, fastidiándolo con sus preguntas sobre la tarea que él tan decididamente se disponía a elaborar, estaba tras la barra sin hacer nada, porque como muchos días, la cafetería estaba prácticamente desierta.

Después de su corta interacción, el menor se había dedicado a ignorarlo. Y LuHan simplemente no podía entender su cambio de actitud. ¿Se había cansado tan pronto? Qué chiquillo tan debilucho. ¿No que era insistente? Bastardo mentiroso. ¿Sus rechazos habían hecho efecto tan pronto?, ¿Acaso no les enseñaban a los niños hoy en día que si te invitaban a salir primero debías darte a desear? Por supuesto que eso no significaba en absoluto que LuHan estuviese planeando aceptar en un futuro, sin embargo, bien podían ser amigos, ¿no? Es decir, no todo se reduce a relaciones y sexo. Ser amigos también es una relación, ¿SeHun no sería capaz de tolerar eso? Probablemente no, aunque en el fondo, LuHan no engañaba a nadie. Le frustraba tanto la actitud del menor precisamente porque él estaba perfectamente dispuesto a aceptar sus invitaciones unas semanas más tarde, si el cortejo persistía. Y le abrumaba sobre todo, que sus planes tuviesen que haberse ido a la mierda, todo porque el chiquillo guapo no era tan persistente como esperaba. Pero, ¿acaso no era lo suficiente LuHan como para mantener el interés? No era aburrido, o al menos él no lo creía, había hecho graciosos sus desplantes y rechazos y SeHun en lugar de ofenderse siempre sonreía, eso era lo que más lo aturdía. En su idioma, sonreír es aprobación, es persistencia, no abandono.

Como demasiadas veces ese día, el rubio bajó el menú lo suficiente como para poder observar al único empleado en función esa tarde.

SeHun tecleaba algo en su celular.

LuHan volvió a subir el menú como si de una cortina se tratase.

Y es que el menú se había convertido en ni más ni menos que su escudo protector. SeHun se lo había dejado y él llevaba prácticamente una hora decidiéndose por qué ordenar, aunque en realidad no miraba precisamente, solo esperaba que el muchacho volviera para entablar una conversación sobre los postres, decidir que aún no estaba listo y luego él tuviese una excusa para regresar además de la cuenta.

LuHan nunca se había sentido tan patético en toda su vida.

¡Era ridículo! ¡Él! ¡Uno de los mejores estudiantes de la Universidad! ¡El mejor en Música y Composición! ¡Uno de los más atractivos! ¡El que ganó en señorita cara bonita sin siquiera postularse y luego fue descalificado por ser hombre! (LuHan todavía no acababa de sentirse ofendido), ¡LuHan, el llamado sexy por la mitad de la Universidad, el aclamado por el pueblo! ¡LuHan el futuro Idol sucumbiendo ante los encantos de un mocoso de instituto que no sabe lo que quiere! ¡Por dios!

Enojado, chasquea la lengua y vuelve a bajar el menú para mirar al mocoso de cabello colorido y, sorprendentemente, no lo encuentra tras la barra, como lo había dejado.

—¿Ya puedo tomar su orden?

LuHan dio un brinquito sobre su silla y giró su mirada al frente. SeHun parece divertirse tras esa fachada de me importa un bledo, pues su mueca de indiferencia se curva ligeramente hacía arriba. El chino se arregla la ropa, pretendiendo que ahí no ha pasado nada y vuelve a sentarse correctamente sobre la silla.

—No sé si pastel de chocolate o malteada de durazno.

SeHun puso los ojos en blanco. —Disculpe, señor, son cosas totalmente opuestas. — Repuso.

LuHan se encogió de hombros e hizo ademán de restarle importancia. — Me gustan ambos.

SeHun carraspeó. — Hace diez minutos no te decidías entre pastel de queso y limonada.

—¡Touché! — El rubio lo señaló con su dedo índice y una sonrisa acusadora. — ¡Has vuelto a tutearme!

El de cabello colorido no pudo contener una sonora carcajada y LuHan escuchó el coro de los ángeles brotar de su garganta. Ese chico, era todo un caso.

—¿Va a ordenar o no?

El ceño del mayor volvió a fruncirse. — No te entiendo.

—Yo no lo entiendo a usted. — SeHun volvió a carraspear, guardando la libreta en su delantal rosado. — Cuando esté preparado para ordenar, llámeme.

¡Al carajo todo!

LuHan, demasiado exasperado como para continuar haciendo el ridículo, se puso de pie y sacó su cartera rápidamente, sintiendo un pinchazo en su corazón. Normalmente cuando eso sucedía, SeHun lo detenía y alegaba que el invitaba, LuHan, pese a quejarse, terminaba accediendo. En un momento como ese, sin embargo, el menor simplemente lo observó fijamente.

Los billetes cayeron sobre la mesa. — Quédate con el cambio. — La voz del rubio sonó siniestra.

Se colgó la mochila en la espalda, tomó la enorme cantidad de hojas rellenas de notas sobre la mesa entre sus manos y se dirigió a la salida a grandes zancadas.

—Qué tenga un buen día, señor.

LuHan azoto la puerta al salir, dejando la campanilla vibrar durante bastante tiempo y SeHun lo vio partir por las heladas calles de la pequeña ciudad, fundiendo su blanca piel con la nieve.

Y suspiró.

Ahí iban todos sus avances, yéndose al carajo.

Y todo porque resultó ser un amigo más de Minseok Hyung.

 

 

 

 

Xx

Noche del Viernes, 24 de enero.

Casa de los adinerados Kim.

 

A decir verdad, se encontraban en una situación bastante compleja.

KyungSoo no pudo soportarlo más pasadas las ocho y se levantó, apartando el brazo de ChanYeol de sus hombros y estirando las piernas rápidamente antes de agacharse y juntar todos sus materiales para meterlos de una sola vez a su mochila.

Tao le dedicó una mirada distinguida, era demasiado su amigo como para no reparar en ello. KyungSoo siempre era ordenado hasta la médula y lo que hacía no era nada más que una obvia señal de su nerviosismo.

—¿Ya te vas, Kyung-ee? — SuHo canturreó, con el control de la televisión entre sus manos.

El menor asintió despacio e hizo una reverencia a modo de despedida. — Voy tarde y no quiero meterme en problemas con mi madre, nos veremos después.

La mayor parte de los presentes atinaron a asentir.

BaekHyun estaba feliz de que por fin ese estorbo se fuera, Kai, que estaba junto a él y lo había conocido mientras conversaban un rato, también se puso de pie.

—Hyung, te acompañaré a casa.

Un escalofrío recorrió la espina dorsal de KyungSoo al escucharlo hablar. Cuando planeó huir de su insistente mirada, que no había cedido en toda la tarde, jamás imaginó que JongIn realmente fuese a seguirlo y sin embargo, ahí estaba, ofreciéndose. No, más bien pegándosele como un chicle.

—No es necesario. — Soo se echó hacía atrás involuntariamente. — A-Además Minseok Hyung todavía está ocupado en la cocina y… es tu deber esperarlo.

Una sonrisa surcó los gruesos labios del menor de todos los presentes. — Yah, Hyung. No voy a morderte si no quieres… — El hilo de su voz fue casi un ronroneo para los oídos de un asustado KyungSoo. — Mi adorado Hyung será acompañado por Lay, ¿no es así Lay Hyung?

El aludido levantó la mirada del libro que había estado leyendo toda la tarde.

, leyendo. Cualquiera se preguntaría, ¿quién lee mientras está de visita? Pues obvio, pero Yixing se había aburrido casi de inmediato. YiFan no estaba tomándole absoluta importancia, SuHo pretendía que su existencia era nula, Kai estaba demasiado lejos como para conversar y no conocía al resto, por lo que ponerse a leer fue lo que le pareció lo más adecuado.

Sintiéndose confundido, atinó a asentir. — Claro, lo haré.

Aunque siendo francos, no entendía donde había quedado él “acompáñame a casa, Hyung” que Kai había repetido numerosas veces desde temprano.

Kyung, que había estado rogándole a todos los santísimos que aquel universitario negara, cayó en una profunda depresión al escuchar sus palabras.

ChanYeol frunció el ceño. Le hubiese gustado intervenir, -y por primera vez, a KyungSoo también- sin embargo, la curiosidad estaba matándolo y BaekHyun no había parado de mirarlo de una forma tentadora en toda la tarde, por supuesto que sí tenía una oportunidad de hacer algo, no iba a desaprovecharla.

Así que cuando KyungSoo lo miró con súplica, el gigante solo atinó a fruncir más el ceño y dirigirse al moreno con desdén. — Yah, llévalo directo a casa. Si me entero que le has hecho algo, te daré una paliza. — Escupió, señalándolo acusadoramente con un dedo.

Kai le dedicó una sonrisa felina e hizo ademán de restarle importancia mientras le arrebataba la mochila del hombro a Soo y la colgaba en el suyo. —Oh, prometo no hacer nada que él no quiera.

Tao se levantó con una brillante sonrisa para escoltarlos a la salida y los demás se despidieron con gestos de mano.

SuHo bostezó, bajando el volumen de la televisión y revolviéndose incomodo en su puesto pues, por supuesto, era un sillón para dos y ahí estaban sentados tres. Todo por culpa de aquel chico estúpido y confundido que tenía a un lado.

Cuando Tao volvió, JoonMyun lo señaló con el control remoto. — Yah, ¿Kyung-ee está saliendo con ese negro? — Espetó, demasiado adormilado como para fruncir el ceño.

Su hermano, en cambio, lo fulminó con la mirada. — No es negro omma, es el chico máaaas guapo del instituto. — Alargó con voz soñadora.

Voz soñadora que instantáneamente logró fruncir el ceño de Kris.

¿A Tao ese mocoso le parecía guapo? Yah, vaya gustos. Para Kris, guapos los que eran como él.

—No me cambies de tema. — Alegó el mayor, negándose a ceder como lo hacía siempre.

Tao se encogió de hombros y volvió para sentarse nuevamente en el respaldo del sillón pequeño.  — Algo así, omma… No seas chismoso.

El rubio teñido frunció el ceño y volvió a bostezar, dejando que sus ojos enrojecieran en el proceso. — No soy chismoso, Kyung-ee es importante. No puede andar con cualquiera.

ChanYeol asintió rápidamente, por primera vez en mucho tiempo estando de acuerdo con el amo y señor de la casa. —¡Tiene razón, Tao! ¡Kai es un imbécil!

Tao le lanzó un libro cualquiera a la cabeza, Chanyeol intentó esquivarlo pero terminó siendo golpeado de cualquier forma.

—Si Do Hyung no cree que sea un imbécil, yo le creo. Dejen de meterse en la vida de los demás, ¡viejas chismosas! — Exclamó, terminando en un puchero de lo más tierno que no pasó desapercibido a los ojos de un joven de uno noventa y tantos.

—¡Yah! — La queja de SuHo se fundió con otro bostezo y terminó siendo una divertida exclamación de la que incluso Kris terminó riéndose.

—Dejen de hablar de ese niño, a nadie le importa.—BaekHyun habló, recostándose de estómago sobre el suelo, levantando los pies y meciéndolos de forma coqueta, llamando la atención de cierto gigante.

—Yah, la reina de la atención está celosa. — JoonMyun sonrió, dejándose llevar por el sueño y cayendo hacia la izquierda.

Lay se estremeció.

—¡Rey, bastardo! ¡Rey! — Baek le lanzó una calceta, que terminó yendo en la dirección equivocada y acabó sobre la nariz de Kris.

—Ew. — El rubio la lanzó hacía ChanYeol, evidentemente asqueado.

El gigante la atrapó entre sus manos mientras BaekHyun protestaba. — ¡Yah! ¡No es como si oliese mal!

YiFan se pescó la nariz con desagrado. Tao río cubriéndose el rostro y llamando su atención, se miraron nuevamente.

BaekHyun alzó una ceja. Había cosas demasiado interesantes que ver, como a Kris, definitivamente cautivado por el medio hermano chino y peculiarmente feo de SuHo. O al mismísimo JoonMyun, cayendo en los brazos de Morfeo, o más bien en los de Lay, que estaba paralizado con la cabeza del rubio teñido en su regazo.

Sin embargo y pese a todo, Baek tenía asuntos más deliciosos que atender. De forma que se puso de pie rápidamente y tomó sus cosas.

—Yah, está claro que Chen no planea ayudarme con la tarea hoy. — Escupió con el ceño fruncido, aunque no estaba para nada molesto en realidad. — Me iré ya~

Tao alzó ambas manos al cielo en señal de gratitud. —¡Gracias, nuestro señor!

Baek sonrió con cinismo. —No seas ingrato, Tao, incluso he traído pastel hoy.

Tao le dedicó una bonita sonrisa. — Y es lo menos que puedes hacer cuando hemos estado alimentándote cada día desde hace semanas. —Pronunció en un silbido.

BaekHyun lo ignoró olímpicamente y se deslizó sobre sus pies hasta quedar frente a ChanYeol. — Yah, gigante, trae acá.

Cuando el aludido levantó la mirada, estaba listo y dispuesto a cederle la calceta al rubio. Sin embargo, se encontró con un sorprendente gesto que le hizo abrir ligeramente los labios. Baek le guiñó un ojo y lo llamó con uno de sus dedos. Era una imagen condenadamente sexy, una a la que simplemente no podía resistirse.

Así que, babeando cual idiota, se puso de pie junto a él y carraspeó. — S-Será mejor que me vaya a mi casa también.

Tao alzó una ceja.

Sus amigos no paraban de actuar extraño. No entendía por qué si ChanYeol deseaba irse con aquel chico que tanto le obsesionaba, simplemente no lo aceptaba y lo hacía. Los rodeos francamente lo ponían de malas pero de todas formas se encogió de hombros.

—Está bien. Terminamos con el trabajo el domingo. — Propuso, dedicándole una sonrisa al gigante, el cual correspondió con nerviosismo. — Conocen la salida, estoy muy cansado como para mostrárselas.

Baek, que era un descarado, colgó su mochila del cuello del gigante, poniéndose de puntitas para lograrlo y asintió con una sonrisa traviesa. Su respiración dio de lleno con el cuello de ChanYeol en el proceso, haciéndolo estremecer.

—No te preocupes, panda. Conozco el camino.

ChanYeol se volvió un manojo de nervios mientras lo seguía, con la calceta del mayor todavía entre sus manos.

 

 

 

 

Xx

Noche del Viernes, 24 de enero.

Calles de la ciudad.

 

KyungSoo creyó que estaba recibiendo demasiadas atenciones cuando, al salir de la casa de los adinerados Kim, JongIn sacó una bufanda de su mochila y la colocó alrededor de su cuello con un aire protector.

Se habían mirado durante un prolongado momento y finalmente, había sido él quien había apartado la mirada, demasiado avergonzado por sus recuerdos. Cayendo en la cuenta de que, probablemente, jamás podría volver a mirar a la cara al moreno con normalidad.

JongIn había suspirado y su cálido aliento se había mezclado con la brisa del ambiente, formando figuras en el aire.

Una de las cosas que a Soo más le fascinaban del frio, era eso precisamente y no pudo evitar que un brillo creciera en sus ojos al soplar y darse cuenta de que él también era capaz de hacerlo.

Kai lo miró con detenimiento y una sonrisa ladina, la misma sonrisa que solía frustrarlo pero que definitivamente no podía arruinar un momento como ese.

En algunas ocasiones, Kyung pensaba que todavía era muy  joven. Se consideraba a sí mismo como un niño pequeño, incapaz de ser feliz por cosas pequeñas y deleitarse con los mínimos detalles naturales que la vida es capaz de otorgarle.

Se echaron a andar, entonces. Bajo el frio y el oscuro firmamento que, lejos de mostrar las deslumbrantes estrellas, estaba cubierto por las grisáceas nubes responsables del clima y de la nieve saturando las calles.

Pese a que Soo sabía perfectamente que no vivían en la misma dirección, decidió continuar con su camino, pensando que probablemente el moreno desistiría de acompañarlo en cuanto se hubiese dado cuenta del rumbo. Sin embargo, diez cuadras más tarde, JongIn todavía permanecía a su lado, con las manos dentro del abrigo para calentarse y el cuello peligrosamente descubierto.

El mayor se detuvo sobre la acera de una calle vacía y se dispuso a quitarse la bufanda de encima, siendo siempre vigilado por la profunda e inevitable mirada de Kai.

—¿Qué haces?

Soo le sonrió tímidamente. —Toma, vas a enfermarte.

El moreno ladeo la cabeza, en señal de confusión. Pese a las muchas personas con las que JongIn llegó a salir en una sola cita, no dos, porque era incapaz de repetir con una misma, nunca nadie se había preocupado por su bienestar.

Una de las principales razones por las que el moreno nunca se interesaba en salir con nadie, además de que su pasión por el baile lo cegaba y absorbía su tiempo, era que todas las personas dentro de ese lugar le parecían irremediablemente egoístas y simples.

KyungSoo, por su parte, no lo era.

KyungSoo era la persona más sorprendente y deslumbrante con la que sus ojos se habían cruzado en ese pueblucho de quinta. Y eso no paraba de sorprenderlo a él, a él que creyó que no podría encontrar nada bueno además de su familia y su adorado Hyung en baile dentro de ese terrible lugar.

El rostro de Soo estaba brillante esa noche, pese a que la calle estaba desierta, las luces de la mayoría de las casas apagadas y la luna no podía atravesar las gruesas nubes. Y sus pestañas se movían al compás de sus grandes ojos cerrándose y abriéndose repetidas veces, mientras sus labios insistían en que tomase la prenda, regordetes y deliciosos como los recordaba, tentativos, esperando ser tomados nuevamente.

JongIn estiró la diestra y el mayor sonrió creyendo que al fin tomaría la bufanda, sin embargo, lo único que el moreno atinó a tomar, fue su mano, jalándolo consigo y acortando la distancia entre sus cuerpos.

Su zurda acarició su mejilla, subiendo sigilosamente hasta alcanzar el cabello cubriendo sus orejas. Soo no pudo evitar sonrojarse y estremecerse bajo su agarre, aquello que llevaba prácticamente una semana evitando estaba volviendo a suceder, y pese a haber pensado un montón de formas para lograr escapar, su cerebro volvía a estar en blanco.

—Hyung, eres precioso.

La voz de JongIn fue una dulce melodía para los oídos de KyungSoo. Y solo eso fue necesario para que todas sus barreras cayeran, cediendo ante la persona que no debían hacerlo.

Y sorprendiéndolos a ambos, fue KyungSoo, quien aun estando sobre la banqueta tuvo que ponerse de puntitas para juntar sus labios con los del otro en un suave beso.

Las manos de JongIn se fundieron con su cintura mientras ladeaba la cabeza, KyungSoo estalló en temblores porque nuevamente volvía a sentir ese miedo de estar entre las nubes y caer repentinamente, pero el agarre de Kai lo mantuvo seguro, convenciéndolo de abrir la boca y permitirle entrar en su interior.

Su aliento cálido soplando en su cavidad, mezclándose con el suyo y abriéndole paso a una inusual danza de sus músculos bucales los hizo estremecer. Las puntas de los dedos del mayor dolían al sostener todo su peso sobre ellas y lentamente, Kyung fue bajando, separando su boca de la ajena así como había rápidamente llegado a ella.

Sus miradas volvieron a encontrarse. Atadas como un ancla a un barco.

—Hyung, me gustas mucho.

Kai no supo a ciencia cierta de donde había venido eso, simplemente lo dejó fluir junto al suspiró que acto seguido se escapó de sus labios. Las rosadas mejillas de KyungSoo se volvieron rojas y apartó sigilosamente la mirada.

—Mucho. — Agregó el moreno, tomando al mayor por el mentón y obligándolo a mirarlo.

Una sonrisa tímida se dibujó en los labios de Soo.

—Cállate. — Protestó, demasiado avergonzado como para mantenerse mirándolo demasiado tiempo, desviando sus iris a cualquier otra parte de su rostro que no fuesen sus ojos.

JongIn estampó sus labios contra los suyos, separándose rápidamente, escuchando un clic.

KyungSoo envolvió la bufanda en el cuello de su dueño. Y volvió a pararse rápidamente de puntitas, depositando un beso fugaz en los carnosos labios del moreno, antes de librarse de su agarre y echarse rápidamente a correr.

—¡Hyung! — JongIn se preparó para echarse a correr tras él.

Soo se detuvo media cuadra después, volviéndose para mirarlo y agitó su brazo en señal de despedida. Logrando que una melodiosa risa se escapara de los labios del moreno, que correspondió el gesto.

—¡Nos vemos el Lunes, Hyung!

Soo se echó a correr nuevamente luego de escucharlo. Su corazón latía rápidamente sin escapatoria, y pese a que no estaba acostumbrado a correr, bien sabía que esa no era la razón.

Sus mejillas calientes y entumidas por el frío y tanto sonreír eran un recuerdo permanente de lo feliz que se sentía.

Y de alguna manera, bajo aquel manto estelar repleto de nubes grises y oscuridad, KyungSoo se permitió sentirse bien en ese momento.

 

 

 

 

Xx

Noche del Viernes, 24 de enero.

Calle de la plaza.

 

El gigante no sabía a ciencia cierta por qué se había dejado mangonear por el rubio y estaba cargando todas sus cosas mientras lo acompañaba a casa.

BaekHyun no se lo había pedido y a decir verdad, parecía completamente indiferente con su presencia, incluso cuando en casa de Tao había parecido muy interesado en que lo siguiese.

Una oleada de sensaciones surcó el cuerpo de ChanYeol cuando pasaron por la plaza y divisó la fuente no muy lejana. Recordó cuando ambos se habían conocido ahí mismo, y la disputa que no había dejado de repetirse en su cabeza después de semanas. Recordó también su segundo encuentro y como los labios de Baek se veían realmente delicioso a una escasa distancia, recordó cómo pudo haberlos probado, recordó como lo abandonó ahí también, dejándolos a ambos con las ganas y terminó por recordar como esa noche, los labios de ambos habían estado a punto de rozarse.

Él no podía saberlo pero todos esos recuerdos también surcaron la mente de BaekHyun, que ya luchaba por lucir indiferente y al recordar tuvo que esforzarse todavía más.

El gigante lo siguió un paso atrás durante tres cuadras más al fondo y otras dos a la derecha. Baek meneó sus llaves fuera de su pantalón una vez se detuvo sobre la banqueta, frente a un departamento visiblemente sobre puesto y aparentemente más bonito que el resto de las casas en la calle.

Una vez hubo abierto la puerta, ChanYeol supo que el chico en cuestión no había mentido al decir que le sobraba dinero.

El interior de la casa, sin embargo, no emanaba calidez como el resto. Era frio y todas las luces apagadas le dijeron al gigante que no había nadie esperando por BaekHyun.

Entonces su estómago se encogió, sintiéndose repentinamente entristecido por el muchacho que lo hacía sentir cosas extrañas.

Baek, a su lado, lo notó y alcanzó a esbozar una sonrisa falsa cuando el menor lo miró.

—¿Quieres quedarte?

A ChanYeol le hubiese gustado muchísimo responder que sí, sin embargo, su zarandeó la cabeza en negación. — Mamá se preocupará.

BaekHyun, que no sabía absolutamente nada sobre madres preocupadas, asintió y miró el frio pasillo que conducía a la sala de entrar de su casa. Cuando meneó las llaves sin hacer ningún movimiento, el orejón recordó las millones de películas románticas que había visto en compañía de Yura y como siempre que una cita terminaba, la chica movía las llaves en el umbral de su casa, esperando por una única cosa.

Un beso.

ChanYeol se tensó inmediatamente, sobre todo cuando BaekHyun continuó meneando las llaves con una de sus manos y le quitaba la mochila de encima con otra.

Siendo malo para esas cosas y demasiado bruto como para ser verdad, ChanYeol estalló. — ¿Pretendes que te bese? Porque necesitas ser claro conmigo.

El rubio se echó a reír después de parpadear en respuesta. — Dios, Yeol. Eres tan idiota que acabas de arruinar el momento.

El aludido frunció los labios y se pasó una mano por el cabello, frustrado. — ¿Lo arruiné?

La forma nerviosa en que se movía el labio le causó ternura a BaekHyun. Sí, el amargado BaekHyun, el borracho BaekHyun, el BaekHyun que fuma y al que todo le parece demasiado simple. El mismo BaekHyun que terminó sonrojándose ante el encanto de un gigantón casi quince centímetros más alto al que había jurado odiar semanas atrás, el gigantón al que simplemente planeaba follarse.

Así que simplemente atinó a sonreír y sacar un bolígrafo de su mochila. ChanYeol al principio lo miró perplejo, sin saber muy bien cómo actuar, principalmente cuando el mayor lo tomó por la mano y le subió la manga del abrigo.

El gigante estuvo a punto de protestar cuando sintió la punta del lapicero sobre su piel pero lo dejó ser. Cuando finalizó, BaekHyun levantó la mirada y se mordió el labio inferior.

Hizo un gesto con la mano y su voz sonó como un ronroneo. — Llámame. — Dijo y después le guiñó un ojo.

ChanYeol se quedó plantado en el umbral un buen rato, incluso cuando la puerta se cerró en sus narices.

Un sonrojo subió por su cara, logrando colorarle hasta las orejas. Luego observó su brazo y leyó en voz alta el número ahí escrito, una sonrisa boba se apoderó de sus labios.

Baek también le había dibujado un corazón.

 

 

 

 

Xx

Noche del Viernes, 24 de enero.

Casa de los adinerados Kim.

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Minseok se había encargado de explicarle a JongDae lo mucho que había estado preocupado en el transcurso de la mañana por su ausencia. El menor, por su parte, había terminado disculpándose por algo que se suponía había hecho intencionalmente.

Cuando el mayor abrió la caja de almuerzo y el castaño la vio repleta de comida, su corazón comenzó a bombear sangre con más fluidez de lo normal y las facciones de su rostro se suavizaron, enternecidas.

Ambos se encargaron de calentar la comida en el microondas luego de ponerla sobre platos y finalmente habían acabado degustándola pasadas las nueve. JongDae estaba muy contento de poder probar las delicias que su Hyung preparaba y es que, a decir verdad, Minseok cocinaba de maravilla.

Entre bocado y bocado, la noche había ido haciéndose más larga. Chen permaneció siempre cerca del mayor, tocándolo siempre de alguna manera, rozar su piel se había convertido ya en una especie de adicción para él.

No le agradaba la idea de que su Hyung usase shorts cortos y mucho menos en la escuela, siendo que hay tantas personas pervertidas yendo de un lugar a otro, sin embargo, le encantaba poder verlo así. A pesar del frio, Minseok decía que la parte superior de sus piernas era capaz de resistir, mientras que se cubría hasta las rodillas con unas cálidas medias largas.

El roce de los dedos ásperos del menor acariciando sus piernas de vez en cuando, no pasó en absoluto desapercibido para Minseok, quien de algún modo siempre solía repeler toda clase de contacto pero que, cuando se trataba de JongDae simplemente terminaba rindiéndose.

Por eso, cuando el menor se alejó nuevamente, como habiéndose acordado de algo y dijo

—Mejor háblame sobre LuHan.

Minseok negó con la cabeza y golpeó al de sonrisa gatuna con sus palillos pese a sus reproches. Para Minseok, ese estaba siendo un día demasiado especial y definitivamente no estaba en sus planes gastándolo hablando del rubio, sobre todo cuando no tenía nada al respecto qué decir.

Poco a poco y sin darse cuenta, el mayor había ido desistiendo y sus pensamientos cada vez eran menos con respecto a aquel chico que tantos problemas tenía con el piano, mientras los que tenía respecto a Chen aumentaban.

—¿Por qué no?

XiuMin infló los cachetes, logrando que Chen abriera la boca y su respiración se volviese profunda. ¡Ese chico con cara de bollo iba a darle un infarto de dulzura si no se detenía!

—No tengo nada que decir sobre LuHan.

Chen negó. — ¿Has estado con él hoy, no? Escuché que incluso han ido juntos a una cafetería… — El menor intentó con todas sus fuerzas no sonar celoso. — Además, ¿por qué no lo has traído?

Minseok se avergonzó y dejó que un leve sonrojo surcara su rostro. Recordó entonces que si LuHan no había aparecido por ahí con él, se debía únicamente a él y a que algo en su corazón de había dicho que esa no era una buena idea.

—¿P-Para qué? — Minseok zarandeó la cabeza, deshaciéndose de los pensamientos que creía inútiles. — He venido para verte a ti, no como un pretexto para estar con LuHan.

He venido para verte a ti… La frase se repitió innumerables veces en la mente de JongDae, que se permitió ensanchar su sonrisa gatuna, increíblemente feliz. ¿Por qué podía permitírselo, no? ¿Ser feliz? ¿Por qué no? Si por una sola vez, Minseok lo había puesto sobre LuHan.

Cuando Tao entró a la cocina sigilosamente y asegurándose primero de preguntar si podía pasar, anunció que su Gege, Kris, estaba a punto de marcharse y que debía acompañar a casa a Lay, que por su parte había prometido llevarse consigo a Minseok.

El mayor le sonrió enternecido por respuesta, ganándose una exclamación de lo más linda por parte del chino, que capturó sus mejillas entre sus manos y las llenó de apretones hasta que el celoso de su hermano lo apartó de un manotazo.

A JongDae no le gustaba la idea de que Minseok se fuese, así como tampoco le gustaba el hecho de que tuviese que ser acompañado por alguien que no fuese él. Sin embargo, terminó por rendirse, sabía que SuHo simplemente no le permitiría quedarse y tampoco lo dejaría salir fuera. Seguramente, si se lo pidiera, el mayor de los hermanos pondría una excusa barata como “Alguien podría querer matarte” y despediría a Minseok a su suerte.

El mayor se levantó se su asiento y volvió a hacer sus manos un nudo, nervioso. — U-Umh… Lo mejor será que me vaya. — Comentó, moviendo lentamente las piernas, como quien no quiere la cosa. — Gracias por recibirnos a todos, Chen.

El aludido asintió simplemente, sin saber qué era lo que ponía tan nervioso a su acompañante. Y es que XiuMin de pronto se había puesto a pensar en sus despedidas cada noche por WhatsApp y en el montón de caras con insinuaciones de besos que el menor le enviaba, y que, incluso él había comenzado a utilizar de alguna manera.

Chen lo tomó por los hombros para dirigirlo a la sala y justo cuando estaban por traspasar el umbral de la puerta de la cocina, Minseok se giró entre sus brazos y lo abrazó con fuerza.

El corazón del menor latió con fuerza al darse cuenta de lo que estaba sucediendo. El de la iniciativa todo el tiempo era él, y no XiuMin, por lo cual no dejaba de sorprenderse.

—¿S-Seokie? — Fue su turno de tartamudear.

El aludido ocultó su rostro en el pecho del otro, demasiado avergonzado por lo que estaba a punto de hacer como para atreverse a levantar la mirada.

Y entonces, rápidamente y como si estuviese en llamas, el de cabello rosa lo apartó un poco y levantó la cabeza, plantándole un cálido beso en la mejilla que los dejó a ambos sin aliento.

¿Q-Qué había sucedido?

Chen parpadeó repetidamente sin creérselo. Minseok permaneció inmóvil, retorciendo sus manos en su regazo y justo cuando pretendió huir, las manos del menor volvieron a sujetarlo por los hombros para mantenerlo inmóvil.

Y sus suaves y delgados labios volvieron a estar sobre la piel de su rostro. XiuMin podía sentir su respiración contra su oreja mientras sus labios se deslizaban sobre su mejilla.

—Buenas noches.

La susurrante voz del mayor lo sacó de sus pensamientos y se obligó a sí mismo a mirarlo. Sus preciosos ojos lo miraban de una forma sinigual, una que no se había detenido a mirar. JongDae se sujetó con fuerza del suéter sobre sus hombros, conteniéndose de cometer una tontería, siempre estando a punto de hacerlo.

Definitivamente los besos de JongDae, incluso si eran en zonas comunes y efímeros, eran una de las cosas favoritas de Minseok.

 

 

 

 

Xx

Sala de estar, Casa de los Adinerados Kim.

 

Kris llevaba casi diez minutos de pie, hablaba con Tao sobre cualquier cosa, eso hasta que el menor tuvo que marcharse a anunciar su partida a su hermano y su futuro novio, según él.

Lay, por su parte, continuaba inmóvil.

SuHo verdaderamente había caído dormido cual ángel sobre su regazo. Y es que si Lay se detenía a mirarlo cuidadosamente, mientras dormía, el rubio postizo bien podía confundirse con un ángel caído del cielo.

Después de un tiempo indefinido, Yixing solo pudo observarse a sí mismo acariciándole el cabello a modo de arrullo y moviendo la pierna constante y lentamente para no entumirse, siempre temeroso de despertarlo.

Las facciones del adinerado JoonMyun, bien podían ser las de un glorioso dios griego. Y es que, a ojos de Lay, era simplemente guapísimo, incluso con las cejas de un color distinto al de su cabello.

SuHo siempre se vestía correctamente, de forma elegante y que fuese evidentemente cara. Sin embargo, Yixing había llegado a creer que esa no era más que una simple fachada. Y lo había descubierto simplemente viéndolo dormir.

Cuando escuchó que sería la hora de partir, se movió sigilosamente para anotar algo en la esquina de su valioso libro con un bolígrafo que estaba a su alcance y, no le importó trozar la única hoja para depositar en el bolsillo del abrigo del rubio un pedazo de papel.

Lay estaba irremediablemente curioso por saber qué sucedería una vez que el mayor despertara y lo viera, esperaba que pasara algo bueno, al menos. Sin darse cuenta, pronto estuvo suspirando mientras le veía y acariciando el perfil de su rostro con sus suaves dedos.

—Debes estar loco. — YiFan murmuró, parándose frente a él con las cejas arriba.

Lay le dedicó una sonrisa. — ¿Loco por qué?

Kris frunció el ceño. — Más bien debes estar bromeando.

—¿Bromeando por qué? — Repuso el unicornio.

YiFan señaló al muchacho en su regazo como si fuese evidente y continuó ante su expresión confundida. — Este no solo parece ser imbécil, lo es.

Yixing asintió y Kris continuó, exasperado. —Es mejor que ni lo pienses, Lay.

Pese a sentir su corazón estremecerse bajo la advertencia, el unicornio le dedicó una de sus más bonitas sonrisas a su gege… No, corrección, a su Hyung.

—Yah, YiFan Hyung, no estés celoso.

Como lo esperaba, sus palabras lograron que una sonrisa se esbozara en el rostro del mayor, que se inclinó para despeinar su cabello.

—Y-Ya vienen. — Tao carraspeó desde el pasillo por donde estaba la cocina.

No podía negar que su corazón estaba aturdido de saber que su gege estaba celoso de ese universitario bailarín que además parecía estar siempre confundido. Y al verlo despeinar su cabello, casi pudo escuchar la grieta abriéndose paso en su pecho. Sin embargo, la sonrisa de Kris fue la que remató todo.

—Gracias, Tao.

El menor asintió y sintió los ojos aguársele, por lo que meneó la cabeza y puso su mejor sonrisa falsa antes de disculparse.

—B-Buenas noches, me retiraré a mi habitación. Están en su casa.

Kris mentiría si dijera que escucharlo decir eso no lo asustó.

—¿Sucede algo?

Tao negó y con otro gesto, se marchó a su habitación. Kris quiso seguirlo como todo un acosador pero fue precisamente ese pensamiento lo que lo detuvo, eso y tanto Minseok como Chen saliendo de la cocina.

—Es hora de irnos. — Canturreó Lay, ausente de lo sucedido, moviéndose cuidadosamente para zafarse y no despertar al amo y señor de la casa, depositando un suave beso en su frente una vez lo hubo logrado.

Chen lo miró horrorizado.

¿Había un chico besado a su hermano? ¿Había un chico tratado con ternura al grosero y malhumorado JoonMyun? Dios que el mundo estaba loco ese día. De todas formas los acompañó a los tres a la salida, asegurándose de amenazar bien a Kris por si Minseok no llegaba a salvo.

Esa noche, cuando caminó por el pasillo de las habitaciones en el segundo piso, JongDae escuchó sollozar a Tao. Se mantuvo pegado a su puerta, tocando constantemente y preguntándole qué le sucedía sin obtener otra respuesta que no fuese “vete”. Y terminó sentado en el pasillo, mirando el tiempo transcurrir en su celular y quedándose completamente dormido después de leer un mensaje nuevo recién llegado.

“Llegué a casa. Buenas noches, Chen :*”

Cuando JoonMyun subió a su habitación, sintiéndose extrañamente cálido a pesar de haber estado durmiendo en el sillón, vio a JongDae sentado en el pasillo.

Había una sonrisa en su rostro.

 

Notas finales:

Y bien, este es el capítulo sorpresa que les tenía preparado.

Este es un regalo de mí para todos ustedes mis adorados leectores. Muchísimas gracias por haber llegado hasta aquí, por cada comentario que se tomaron la molestia de dejar y me hizo el día, por cada favorito. Gracias a ustedes, hemos llegado a las +5,000 visitas ♥

Si se portan bien, habrá muchos más así de chidos(?. Espero que les guste. Como siempre les agradezco por sus Reviews,  y espero seguir leyéndolos a todos y cada uno. No tienen idea de lo especial que son ustedes para mí :')

¡Los quiero!

Les dejo mi Instagram: @MitcheeTommo

Al rato que la aplicación deje de andar de pinshe ghei subiré un dibujito equis que hice de la escena baekyeol y una imagen KrisTao :) Y pues ya saben, si me siguen los sigo.

Que tengan un hermoso fin de semana.

Nos leemos el próximo martes. XOXO.


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