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One More Night por SummerSoldier

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Notas del capitulo:

No me considero escritora. Pero me gusta bastante DMMD y ésa canción sonó justamente en el momento exacto y ... bueno. Nació esto.

—   Esta va a ser la última vez. — Murmuró Koujaku, levantándose abruptamente de la cama donde hace tan solo unos segundos, estaba compartiendo el éxtasis junto a su amigo de la infancia.

 

—   Claro, ¿Entonces, cuándo regresas? — Preguntó Aoba, arropándose con las sábanas blancas, sin prestar mucha atención realmente, estaba tan acostumbrado a ésas líneas que ya ni siquiera le daba importancia.

 

—   ¡Demonios, dije que sería mi última vez contigo! — Y en cuanto los pantalones estuvieron asegurados sobre sus caderas, Koujaku salió de aquella habitación de hotel con todas sus pertenencias. Estaba realmente molesto, había alzado la voz más de lo necesario y ni siquiera estaba arrepentido. Cuando él decía las cosas, iba en serio, y Aoba estaba burlándose de él, eso seguro.

 

 

 

Ahora mismo, podría destrozar cualquier cosa que se encontrara en su camino, pero no lo hizo. Al contrario, se detuvo, aún con aquel semblante molesto marcado en su rostro. Y se dio un tiempo para reflexionar, para reflexionar enserio.

 

 

 

¿Desde cuándo había empezado todo aquel jugueteo sucio entre Aoba y él? ¿Meses acaso? Él recientemente había vuelto a la Isla, así que realmente no era demasiado tiempo. No esperaba que las cosas estuvieran siendo de éste modo. Había dejado todo por tener un poco de paz, por olvidar el pasado, y al contrario de todo pronóstico, una cabellera azulada había estado tentándolo, perturbando constantemente sus pensamientos.

 

Hasta que le hizo caer.

 

Conocía a Aoba desde la infancia, pero estos sentimientos habían estado albergándose en él desde hace poco.

 

—Espera un segundo ahí, ¿Sentimientos acaso? ¿Enserio pensé eso? –Gruñó, odiándose a sí mismo, al mundo entero y a ésas caderas las cuales no podía dejar de mirar.  Recargó su espalda contra la pared, cerró los ojos y los acontecimientos pasados volvieron a él.

 

Y sí, recordó, cuando no podía dejar de mirar lo bonitas que eran sus clientas, lo bien proporcionadas que estaban, llegando hasta cobrar sexo por un buen corte de cabello. Y ésa, era su vida perfecta. Un trabajo de ensueño y chicas bonitas todo el tiempo, dispuestas a todo por pasar una sola noche con el “Peluquero más guapo del pueblo”. Título que se había ganado con todo esfuerzo, y aunque realmente aquellas boberías no importaban en absoluto, disfrutaba bastante de ser el centro de atención.

 

El día en que todo se arruinó, fue cuando volvió a tener contacto con Aoba, al haberlo encontrado casualmente en uno de sus recorridos por la ciudad, tan solo para recordar buenos tiempos. Y aunque no se lo esperaba, él y Aoba hicieron conexión de inmediato, como si todos ésos años no hubieran pasado, y haciendo posible que ése lazo de confianza pudiera existir nuevamente entre ambos.

 

Y como todo aquello fue creciendo gradualmente, también lo hicieron las muchas noches que se quedaron a conversar hasta realmente tarde, o hasta que alguno de los dos durmiera. Después, vinieron las salidas. Más tarde, las miradas incómodas, los sonrojos y de repente, todo sucedió, la atracción fue evidente, y fueron a parar al mueble más cómodo para poder desfogar ahí mismo sus deseos.

 

Y después de eso vinieron las desgracias.

 

No podía pensar en alguien más que no fuera Aoba. Su vida sexual ahora era bastante escasa, y es que, casualmente, el único que podía excitarle era el cabeza hueca de su amigo.

 

—Esto no puede estar pasándome. — Se mordió los labios, y dejó que su cuerpo se deslizase por el áspero papel tapiz que cubría la pared, hasta sentarse en el suelo. Se sujetó el cabello, maldijo unas cuantas veces, y cuando finalmente el enojo hubo pasado, se levantó mucho más sereno que en el momento en que había dejado la habitación.

 

Era de noche.

¿Tanto tiempo había estado pensando tonterías?

 

Pero pensándolo bien… No iba a regresar tan tarde a casa. Sí, sabía defenderse, pero no iba a arriesgarse a encontrarse a uno de sus enemigos por ahí.

 

Y como un autómata, volvió a la habitación, pues realmente ni siquiera se había ido muy lejos, había permanecido en el pasillo después de todo. Miró a quién descansaba sobre la cama, y mientras se acercaba al blando colchón, se deshizo de las escasas prendas que llevaba, y una vez completamente desnudo, se recostó y apegó su cuerpo al chico más delgado. Posó los labios sobre uno de sus hombros desnudos, y besó aquel sitio, hasta que sus labios quedaron marcados.

 

—   Hablo enserio. Será la última noche. —Susurró contra el sensual cuello, que parecía extenderse tan solo para que el pudiese dejar sus caricias ahí.

 

—   Claro que sí, Koujaku. —Y el dueño de la cabellera azul, sonrió, dejándose llevar nuevamente.

 

 

 

 

There you go again, Making me love you.


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