—¡Dios! Realmente hace frío.
Está oscuro, es uno de esos típicos días de invierno donde una suave brisa moja todo a su paso y cubre el ambiente. Jongdae camina por las solitarias calles de Seúl, lleva un abrigo negro que le tapa hasta el cuello, su cabello está húmedo por la brisa y sus manos dentro de los bolsillos buscan calor. El reloj de su muñeca marca las dos de la mañana y él camina sin rumbo fijo. Hoy se ha aburrido demasiado rápido de la fiesta y de la chica con la que estaba, la cual se le insinuaba demasiado para su gusto, a él le gustaba esforzarse un poco para ligar.
—¿Dónde están los taxis cuando los necesitas? —se queja mientras camina.
El día del moreno no ha variado de lo típico, a excepción de que acaba de dejar a su amigo de fiestas –Chanyeol– tirado porque no aguantaba a las chicas con las que estaban. Demasiado zorras y directas, prácticamente se les estaban echando encima, y hoy él solo quería relajarse tomando unas copas con su compañero.
El silencio se rompió con su tono de llamada, la nueva canción de un grupo llamado EXO.
—¿Dónde cojones estás? —Se escuchó la grave voz de su amigo al otro lado del aparato—. Me has dejado solo y encima no me avisas.
—Lo siento —susurra.
—¿Lo siento? —La voz de Chanyeol trata de sonar tranquila a través del aparato pero, la verdad es que se muere de rabia—. ¿Eso es lo único que se te ocurre? Da igual, déjalo, mañana nos vemos.
La llamada termina y Jongdae mira su teléfono, tendría que haber avisado a su amigo, suspira.
La luna se encuentra en fase menguante por lo que la oscuridad es más notable, las farolas alumbran el camino y le dan al entorno un aire sombrío. Todavía hace frío y la brisa cada vez es más fuerte, los pasos del moreno resuenan en los charcos de agua que se forman en el suelo. De pronto a lo lejos se divisa una figura, es pequeña y a medida que camina se va detallando hasta dejar al alcance de su vista una persona. A Jongdae le entra la curiosidad y se acerca, es un chico que le resulta bastante familiar, sin embargo, no consigue identificar dónde lo ha visto antes. El chico se encuentra sentado en el suelo con la cabeza entre las piernas y las manos en los oídos, tiembla exageradamente y el que esté empapado no le ayuda. Se ve demasiado indefenso y eso hace que su corazón se oprima.
—Hey —intenta llamar la atención del chico pero, este no se inmuta—. ¿Estás bien? —Silencio otra vez.
El moreno se arrodilla y agarra al desconocido por la barbilla, quiere ver su rostro, quiere saber por qué se encuentra así a estas horas de la noche. Parece de su misma edad, tal vez más joven, no está seguro pues nunca se le ha dado bien averiguar la edad de los demás. Tiene los labios rosados y las mejillas redondas <<parece un hámster>> piensa. El pelo rosado ligeramente largo se le pega a la frente.
Inspecciona la cara del chico con detenimiento, parándose en sus miradas, dos profundos ojos cafés miran con detenimientos a Jongdae, están rodeados por sombras negras que delatan la falta de sueño. El moreno esta embelesado con los ojos del desconocido, con solo mirarlo su pecho se llena de distintos sentimientos. Mientras tanto, el pelirosa lo mira extrañado, es la única persona que le ha prestado atención desde que está ahí.
El reloj del moreno marca las 2:30, el chico sale corriendo, desaparece del campo visual de Jongdae y este se vuelve a encontrar solo en la oscuridad. Retoma su camino aún sin quitar de su mente al chico de antes, está seguro que lo ha visto en algún otro lado pero, ¿dónde lo ha visto antes? ¿Y cómo podría haber olvidado aquellos ojos?
El reloj de pared marca las tres de la madrugada, Kim Jongdae acaba de llegar a casa. Entra sin encender la luz y evitando hacer ruido, comparte piso con tres chicos más —Junmyeong, Jongin y Kyungsoo— y no los quiere despertar. Junmyeong es periodista y muchas veces no se encuentra en casa. Jongin y Kyungsoo son novios, se conocen desde la universidad y ahora los dos trabajan en la misma empresa como contables.
Va hacia su habitación y se acuesta. Mañana le va a resultar duro levantarse para ir a trabajar. Su trabajo consiste en dar clases de canto en una escuela de música y el irse de fiesta y pasar frío por la noche no es bueno para su voz. Sin embargo, a él eso le da igual, siempre ha sido una persona de las que no se queda encerrada en casa.
Escucha la puerta de la entrada volver a cerrarse y deduce que Junmyeon también acaba de llegar, aunque él seguro ha estado fuera por trabajo no como él.
Minseok corre hasta que el aire ya no llega a sus pulmones y sus piernas flaquean. <<¿Qué hacía ese chico ahí?¿Y por qué se ha acercado a mí>> piensa mientras intenta recuperar el aire perdido. Llevaba corriendo casi quince minutos y le cuesta incluso pensar del esfuerzo que ha hecho.
Nadie nunca lo había visto en el estado en que se encuentra ahora (desarreglado, tembloroso e indefenso); y ese chico lo ha examinado de arriba a abajo, parecía que de verdad se preocupara por su situación. Por una parte, es malo que lo hayan visto así pero, por otra, ahora que su mente está pensando en otra cosa. Se ha olvidado de lo asustado que estaba hace una hora cuando salió corriendo de su casa.
Vive solo, su única compañía es un bollo al horno de peluche que le regalaron hace tiempo, resulta raro tener un peluche en forma de comida pero quien se lo regalo le dijo que se parecía a él. En realidad se lo decían mucho, dicen que es como un baozi aunque haya bajado de peso y ya no tenga las mejillas tan redondas. Sin embargo, su mejor amigo -Luhan- es el único que le dice eso ahora pues la persona que le regalo el peluche ya no está a su lado. Después de dejar que su mente divague un poco se da cuenta de que lágrimas salen de sus ojos, su corazón empieza a acelerarse. <<No debería pensar en esa persona>> se reprocha mentalmente mientras llora en silencio.
Acelera su paso, las lágrimas se confunden con la lluvia que cae es su rostro pálido. En menos de veinte minutos se encuentra de nuevo en frente de su edificio. Sube a su piso y se dirige directo al baño, se ducha con agua caliente para que el frío que hiela sus huesos desaparezca, y se viste para luego acostarse en la cama.
Mañana tiene que trabajar, él y Luhan son baristas en su propio café llamado Galaxy y de verdad necesita dormir sin que nada perturbe su sueño.
Coge un pequeño frasco azul del cajón y pone dos de las pastillas blancas en su mano, las mira y sopesa si de verdad es bueno tomárselas hoy a pesar de que siempre lo haga si al otro día no tiene que trabajar.
—Me voy a arrepentir, lo sé. —Se lleva la mano a la boca y traga las pastillas, a los pocos minutos cae rendido en la cama.
No tiene dulces sueños pero tampoco los malos vienen.