1. Viento de oriente.
Los amigos de su amiga se presentaron como Yuu Asakawa, Megumi Nakajima y…
-¿Por qué tiene que decirme su nombre artístico?
-Bueno, tampoco veo que tu nombre realmente sea Lee Joon, bueno, tal vez solo te crea la parte de Lee. Hay muchos “Lee´s” en el mundo.
-Y los invitaste a mi casa por que…
-Disculpa a Gackt, no es tan mala persona, además…
-Me llamo así, realmente.
-Algo que se arregla con unos trámites en la prefectura de origen, ¿no?
-Valla, Gackt, parece que por fin encontraste competencia para ser tan molesto.
-¡Yuu!
-Ustedes se aman, admítanlo.
-¡Megu!
Dahee reía para sus adentros. Ya había pasado un tiempo desde que veía una nueva expresión en el rostro de Joon, a parte de la seriedad y la melancolía que últimamente demostraba más a menudo. Resultaba bastante refrescante a su ánimo verlo por lo menos molesto.
-Bueno ya, parecen niños pequeños ustedes dos; y Megu, abstente de estar contando esos chistes.
-¡Gracias! –Dijo Yuu aliviada.
-Sabes que son una realidad, no una broma. –La chica se había ganado una mirada de odio, sin embargo, las risas entre ambas féminas inundaron el recinto.
Pasado el tiempo de risas, todos se dispusieron al comedor a celebrar la cena que se había estando preparando.
-Entonces, ¿ellos son?
-Si, del proyecto Vocaloid. A que son una monada de personas.
Pese a la primera impresión estorbosa y molesta que pudieron darle, cada uno de los integrantes de aquella banda virtual se mostraban demasiado agradables y unidos.
Joon pensaba en si algún día podría volver a ser así de unido con su grupo.
Desde el accidente todo el mundo en MBLAQ se había ido por su lado, no en el sentido que la banda se había separado, sino más bien porque ya nadie hablaba con nadie. El ambiente entre todos se sentía demasiado tenso, el silencio reinaba en el dormitorio que antes compartían todos, las miradas se habían vuelto frías, los comentarios irónicos, inclusive con el personal todo se volvió diferente.
Dahee notó de nuevo aquella expresión vacía en su rostro. Para eso había llamado a sus amigos desde tan lejos.
-Joon, ¿sabes por qué en Japón los bailes en las canciones no están tan de moda? –El cantante se quedó mirando expectante a su amiga. –Porque ellos no tienen necesidad de expresar lo que sienten con su cuerpo, sino con lo que crean. –A su alrededor, Gakupo, Luka y Gumi sonrieron amablemente al abatido. -¿Dejarías que te ayuden?
Un pequeño brillo en los ojos del muchacho le dio a entender que si.
Dos días pasaron, Gackt y Joon caminaban sobre la pendiente de una montaña. El primero con un violín y el segundo con una guitarra.
-Si que sales del cliché del roquero clásico. –Gackt se volvió algo extrañado hacia su acompañante y guía, aunque el liderara la marcha.
-¿Por qué lo dices? –Joon señaló su violín. –Ah… bueno, no entiendo por qué.
El joven rió, es como dijo Yuu, “Gakupo” podía llegar a ser bastante despistado para algunas cosas.
-He escuchado algunas de tus canciones antes, me gusta tu forma tan melancólica de componer todo. –El mayor sonrió. -¿De verdad eres un vampiro? –Las palabras sobraron en el momento que vio a su compañero sonreírle filosamente con sus colmillos.
Una hora más de suave trayecto bastó para que llegaran a la cima de la montaña. Desde ahí un extenso y bello valle se vislumbraba bajo sus pies. Gackt se sentó sobre una roca a la sombra de un árbol para tomar algo de agua.
-Su geografía es bastante interesante.
-Gracias… supongo.
-Parece que lo que dicen en internet de ustedes no es del todo cierto. –Sonrió de medio lado.
-¿Y de usted si, señor vampiro? –Gackt rió.
-Este monte… ¿no es suyo verdad? –El mayor se quedó sin respuesta un largo rato. –Me lo suponía. –Sacó el violín de su estuche y se puso a afinarlo. –Comencemos, el ambiente que destilas es perfecto…
El viento en su espalda le animaron a crear un nuevo arte, un arte que por fin podría dedicar a su persona amada sin miedo a esconderlo tras vanas palabras.
La muerte de Mir fue la excusa perfecta para expresar su amor de la forma correcta en sus notas musicales.