Si tu no estás por Riko Rojas

2. Donde pegues el ojo, pega tu sueño.
El sencillo por fin se terminó de grabar, los boletos ya estaban en su abrigo; todo un fin de semana para ellos dos solos era lo que realmente necesitaba tras una dura temporada de trabajo.
Todo estaba listo. Ropa, maletas, transporte, hospedaje, estadía; bueno, no todos los días se celebraban tres años de noviazgo, y que recientemente permitieran los matrimonios entre parejas del mismo sexo solo había sido un bonus extra.
Joon estaba contento, por fin se sentía con las fuerzas necesarias para dar ese gran paso al lado de su pareja actual: Miru, aquel idiota despreocupado, pero era el idiota despreocupado que más amaba.
Impaciente, ya solo faltaba que bajara para poder marcharse.
Le recibió con un dulce beso en los labios. A su alrededor no habían más domicilios, el sector era medianamente privado, así que no había problema con expresar su cariño de esa manera tan abiertamente.
Se sonrieron, las palabras sobraban en ese momento. Solo importaban ellos dos.
Entraron al auto, Miru iba a conducir, era su turno y, a parte, era también su auto. Joon rodó los ojos, eso le encantaba de él. De cierta manera le gustaba pensar que él era su niñero.
El trayecto comenzó tranquilo, un poco de música que no fuera la de ellos no mataba a nadie, excepto al productor y gerente de la disquera. Tarareaban la música de T-ara, algo de Glam y Exo. Obviamente Joon mantenía el tono, pero Miru no dejaba de intentarlo.

-¡Concéntrate! –La voz de Yuu lo devolvió a la realidad. -¡Postura recta, y asegúrate de mantener el arco derecho!
Desde que bajaron de la montaña, Gackt le había estado ayudando a transcribir las nuevas melodías que brotaban de su cabeza. Las ideas eran buenas, las historias que podría contar llegarían a los corazones de todos, pero las letras…
-¡No hay paz en tu mente, por eso no puedes transcribir nada!
-¿Y cómo se supone que el tiro con arco me va a dar paz a mi mente?
Sentado a la sombra de un árbol, el “vampiro” tocaba el shamisen para ambientar el momento, Megumi descansaba al lado de él, con la cabeza recargada en su hombro, y Dahee solo los miraba satisfecha por lo que hizo.
-Tienes que despejar tu mente para dar al centro de la diana. –Y haciendo una demostración magnífica de puntería, Yuu demostró su punto.
-Te pasaste medio centímetro a la derecha. –Gackt tragó duro al sentir la punta a pocos centímetros de su cabeza. –Retiro lo dicho… excelente puntería…
-Pero qué dices, si fallé.
A veces Joon se arrepentía de haberles pedido ayuda.
Pero Yuu tenía un punto: su mente se hallaba tan saturada que difícilmente podía conciliar el sueño por más cansado que se encontrase.
Respiró hondo, trató de alejar toda clase de pensamientos que quisieran ingresar a su memoria. La mirada la centró en el blanco. Las manos firmes y la cuerda tensada en la medida justa. Apenas y la melodía del shamisen lograba penetrar en sus sentidos.
Cuando pudo deslindar los dedos del proyectil, Yuu sabía que iba a fallar.
El silbido del viento cortado por la punta de la flecha pasó al lado de la diana, impactando en una de las llantas traseras del auto de Dahee.
-Aún no logras concentrarte. –Joon suspiró. Yuu sabía que había pasado por la cabeza del muchacho en ese momento. –Mira, se que es difícil para ti y…
-¡No lo sabes! ¡Tú no sabes lo que es perder a alguien a quien amas! ¡Tu qué puedes saber, si solo eres una mujer fría! –Le gritó.
Gackt estaba a punto de darle un puñetazo, pero la propia Luka lo detuvo de hacerlo. En ningún momento su postura cambió, lo miraba duramente a los ojos y de brazos cruzados. El semblante no pudo sostenerlo; Joon bajó el rostro y desvió la mirada.
-Lo… lo siento…
Plaff
-¡Yuu!
Una bofetada al blanco rostro del muchacho bastó para que sus oídos zumbaran. A donde tenía la mirada perdida vislumbró una silueta conocida. Su corazón dio un vuelco, pues aquel lo miraba con arrepentimiento y tristeza…
-El está muerto, hazte a la idea de eso. Por más que quieras no podrás cambiarlo.
-¡Yuu, basta!
-Hasta que no lo aceptes no podrás tener paz en tu mente. –La mujer no hacía caso a las palabras que le indicaban que parase. Dahee y Megumi miraban preocupadas el rostro contraído de Joon. –Mírate, ¿de verdad crees que a Miru le gustaría encontrarte de esta forma? Deja de comportarte como un niño. –Finiquitó dando media vuelta e ingresando a la casa siendo seguida por el japonés.
-Creo que te pasaste un poco.
-Me hubiera gustado que fuera de otra forma, pero no me dejó elección. –La mujer se recargó en el pecho de su acompañante.

-Joon…
-¿Si, Miru?
-Crees que algún día, nosotros…
-¿Ajá?
-¿Crees que estemos juntos siempre?
-Hablas como una colegiala enamorada, pequeño tonto.
-Deja…
-Obvio que si. Yo siempre he cumplido mis sueños y a ti te veo como el más grande de todos.

Fue difícil, pero al final de la tarde una segunda flecha compartía espacio en el centro de la diana.
Por un momento a Joon le pareció ver al fantasma de Miru sonreírle en la entrada de su casa, como recibiéndolo, pero eso era imposible. Miru estaba muerto.