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~ Ámame ~ por Mirnest2

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Notas del capitulo:

BACKSTREET BOYS, SON MI PLACER CULPABLE! y quiero que todo el mundo lo sepa :D <3 por razones obvias, cambié el género (de ella a él) de la canción que elegí, aquí se las dejo: https://www.youtube.com/watch?v=qEys9o2NMZc

Lo otro, es mi primera vez :$ escribiendo sobre esta temática, tuve que investigar por aquí y por allá para traer el shot un poco más a la realidad pero nunca pensé que lo terminaría en un día, estaba verdaderamente muy inspirada :v Ahora pongámosnos serios:

>> ADVERTENCIA: queda a criterio de cada uno, leer o no este capítulo. Es, debido a su temática, muy explícito en el vocabulario sexual/obseno por lo que podría herir la sensibilidad de gente que se cree tímida e inocente pero que de todos modos termina en AY xd No me someteré a críticas por las vulgaridades o expresiones/palabras/términos que en otros shots fueron tratados con más sutilezas y aquí no lo son, queda a su juicio. <<

 

Eso es todo... lean mis sumis@s ;) el JongKey y Mistress Mirnest se los agradecerá ^^

-CAPÍTULO III: Helpless when she smiles-

 

Sí, no era muy atractivo; su padre se había encargado de hacérselo saber repetidas veces durante su infancia y más en su adolescencia cuando sus rasgos fueron todo, menos masculinos. Sí, era alto, pero tampoco tanto comparado con el 1.93 que medía Ki Kwang, su hermano menor; varios años menor. El chico apenas tenía 18 años y ya le sobrepasaba más de 10 centímetros de altura, lo odiaba, aunque en el fondo no era cierto.

Sí, tampoco era un extrovertido como Taemin, su mejor amigo, quien se hacía de amistades a dónde iba y todo el mundo parecía caer a sus pies cuando sonreía o decía algo gracioso; Taemin era el agradable, él era el raro. Y no era raro porque fuese gay, al igual que Taemin, sino que era raro porque a cada fiesta que su amigo lo invitaba, sentía demasiado la presión social de agradarle a la gente que al final, todos le esquivaban y él terminaba solo sentado en un sofá o bien, se iba temprano a casa; sin amigos nuevos y sin conquista de una noche.

Sí, no era lindo, ¡Incluso él lo admitía! ¿Quién podría fijarse en su piel pálida, sus ojos fríos, sus pómulos femeninos y esa cicatriz en su ceja? Y de su cuerpo, ¡ni hablar! No era del prototipo musculoso como Ki Kwang, ni masculino como Hyeong Seop su última conquista, ni seductor como Taemin. No tenía nada de lo que Taemin tenía y, ¿Por qué pensaba en eso exactamente? Porque a unos cuantos metros de donde él estaba, podía ver a Taemin conversar animadamente con un chico, el tercero de la noche y que parecía ser quien terminaría yéndose con el castaño a su departamento.

¿Y él? él tan solo estaba ahí, sentado en uno de los taburetes de la barra bebiendo la cuarta piña colada sin alcohol de la noche; ¡Maldición, si hasta sus tragos eran poco atractivos! A esas alturas terminarían saliéndole piñas por el culo y esa sensación no era la que quería sentir precisamente en esa parte de su cuerpo.

Kibum suspiró pesadamente por milésima vez, jugando con la bombilla de su trago, distrayéndose con el ir y venir del barman que atendía siempre con una sonrisa y que cuando le veía llegar, ya le tenía preparado su trago. Después de todo, ir tres veces a la semana le había enseñado al hombre qué era lo que a Kibum le gustaba beber.

Jueves piña colada con hielo frapé.

Viernes piña colada con un trozo de la fruta en el borde del vaso.

Y Sábado piña colada con el hielo y el trozo de fruta incluido.

 

Charlie era agradable, con un nombre poco coreano pero agradable. Después de todo el tiempo que llevaba concurriendo al “Coyote”, Kibum sabía que ‘Charlie’ no era el verdadero nombre del chico. A decir verdad, todos quienes trabajaban ahí parecían tener un alias especial; Charlie era el barman, Lisa, Kitty, Molly y Sally las camareras. Toby, Elias y Frank los guardias de seguridad del interior, Mark el gorila que ejercía de guardia de seguridad del exterior (y sí, era un gorila con todas sus letras a los ojos de Kibum, tanto que su sola presencia era necesaria afuera del local), Ben el administrador del local y ‘Jefe’ era el dueño.

Nunca había visto al tipo y rara vez oía hablar de él, y siempre cuando alguien lo iba a ver a su oficina en el segundo piso del local, esa persona era llevada por Ben y uno de los guardias. ‘Jefe’ era la única persona en el “Coyote” que no usaba un nombre para ocultar su nombre real.

Del año y medio que llevaba frecuentando el local, Kibum nunca vio al hombre, nunca. Al principio ni supo de su existencia hasta que Charlie sin querer mencionó al tipo en un comentario poco amistoso y nervioso, trató de enmendar su error.

 

-          ¡Puta mal nacido, lo odio!

 

Kibum se sobresaltó al oír el grito de Charlie por sobre el ruido de la música. Lo miró con asombro y cuando el otro chico le devolvió la mirada, supo que quizás no había sido tan discreto como creía.

 

-          L-lo, lo siento…

 

Dejó que Kibum sacara sus propias conclusiones y entonces siguió con su trabajo, solo que el resto de la noche, todo parecía ir de mal en peor. Charlie estaba de mal humor, eso era evidente; los clientes se quejaban de tragos mal preparados, o que les daba tragos que no habían pedido y en fin, ese tipo de cosas que terminaron por cabrearlo incluso más.

Las horas pasaron y Kibum no dejó de mirarlo en todo el rato; algo había pasado, eso era muy obvio. Charlie era agradable, simpático y un chico sencillo, de los meses que le conocía, nunca lo había visto tan molesto, excepto cuando el hielo se acababa. Pero ahora era distinto.

Ben se había acercado a la barra y le había susurrado algo al oído para entonces llevárselo escaleras arriba, en donde Toby esperó para evitar que alguien sin autorización subiera. A los minutos vio a Charlie bajar y tirar mierda mientras caminaba.

 

-          Uh, ¿Charlie?

 

Su voz sale casi en un susurro que es capturado al instante por el chico que secaba unos cuantos vasos limpios.

 

-          Te ves, te ves molesto, ¿Pasó algo?

 

Y la mirada que Charlie le dio, fue la respuesta que esperaba.

 

-          No es nada Key, no te preocupes…

-          ¿Sabes? Llevo, uhm, ocho meses viniendo a este lugar, tres veces por semana y nunca te vi tan enojado como lo estas ahora, pensé que romperías las escaleras con tus pasos…

 

-          Quise hacerlo, pero después recordé que valen más que mi departamento y me arrepentí – bromeó haciendo reír a su fiel cliente – Solo tuve un mal rato, no fue nada…

 

-          ¿Con tu jefe?

 

Kibum sintió un dejo de incomodidad cuando Charlie le miró con los ojos demasiado abiertos, y muy nervioso.

 

-          Vi que Ben te llevó con él – se arriesgó a decir – Él está allá arriba, ¿cierto? – añadió apuntando hacia las escaleras – Los jefes siempre están arriba…

 

-          S-sí, él está allá arriba… - afirmó, sus ojos apartándose hacia los vasos, dejando de lado el paño de tela – Y no me despidió ni nada de eso, es tan solo… tan solo

 

-          ¿Sí?

 

-          ¡Arg, el tipo es una molestia en el culo! – exclamó golpeando la barra con su puño - ¡¿Puedes creer que no quiso cambiar mi horario laboral?! ¡Maldición, yo solo quería hacer un cambio de día, tampoco iba con la intensión de trabajar menos ni nada de eso!

 

¿Eh?

 

-          N-no, no entiendo…

 

-          Verás – suspiró – Retomaré mis estudios y los jueves tendré clases y bueno, yo le pedí si podía cambiar el jueves por el domingo, ¡pero el imbécil no quiso! – dijo exasperándose otra vez – ahora no sé cómo lo haré…

 

-          Él debería entender, son tus estudios después de todo…

 

-          ¡Díselo al maldito ese! ¡Odio sus putas reglas, sus putas ideas, si tan solo quiere que…!

 

Y se calló. Lo que fuera que Charlie iba a decir, de pronto quedó atorado en su garganta y no habló más. Nervioso le dijo un ‘Olvídalo’ y siguió con su trabajo el resto de la noche. Charlie no comentó nada más y Kibum tampoco le preguntaría.

 

De esa escena había pasado diez meses y en ese tiempo, Kibum nunca oyó a Charlie hablar mal de ‘Jefe’ otra vez. Al principio quiso preguntarle un par de cosas del tipo, pero siempre obtenía respuestas cortas y que lo dejaban con más dudas: ‘No sé’, ‘Ni idea’, ‘Quién sabe…’, ‘Solo me importa mi depósito a fin de mes’ y así un sinnúmero de otras más.

Y de preguntarle al resto de los empleados, ¡ni hablar!, todos le ignoraban y se hacían los sordos. “Jefe” era una especie de fantasma; nadie lo veía, pero todos sabían que estaba ahí, controlándolo todo. Incluso Minho que llevaba más tiempo que él yendo al local, se rehuía a hablar del tipo.

Charlie al final se había resignado a seguir trabajando los días jueves, teniendo que posponer nuevamente su reingreso a la Universidad porque su horario académico no calzaba con el laboral y él, realmente necesitaba el dinero que ganaba en el “Coyote”. Era buen dinero.

Kibum alzó la mirada hacia las vidrieras reflectantes del segundo piso; eran de esas ventanas en dónde no era posible ver al interior y solo conseguías tu reflejo a cambio, cuando desde adentro, podían verte perfectamente bien. Y algo raro pasó.

Fue como si el juego de luces del local al fin hicieran algo por él y al chocar contra el vidrio pudo ver la silueta de una persona del otro lado de la ventana; sabía perfectamente quién era. Tenía las manos en los bolsillos de su pantalón, camisa desabotonada cerca del cuello y una postura recta.

Sus ojos viajaron a esa otra persona, quien al verse capturado, retrocedió unos pasos y desapareció, escondiéndose en el interior de su oficina, en un ángulo que a Kibum no le permitía verlo: esa había sido la primera vez que había visto al ‘Jefe’ y tenía toda la certeza de que era él.

 

Él mantiene los secretos en su mirada.

Él envuelve la verdad dentro de sus mentiras.

Justo cuando no puedo soportar lo que me ha hecho, él viene hacia mí

Y me lleva de vuelta al Paraíso.

 

Se apartó justo cuando la puerta de su oficina se abría. Miró de reojo por sobre su hombro y se dirigió hacia su escritorio, sentándose del otro lado de él. Desde su sitio vio entrar a Ben con unos cuantos papeles que dejó sobre la mesa de madera.

 

-          Son los últimos despachos, necesitan tu firma – dijo dándole un poco de espacio mientras iba hacia el ventanal.

 

-          ¿Cómo está todo abajo?

 

-          Como siempre; muchos clientes, mucho consumo, muchas parejas que se van juntas

 

-          Sabes de lo que hablo… - refunfuñó mirando la espalda de su amigo.

 

-          Igual que todos los fines de semana: solo, aburrido, acomplejado y deprimido…

 

-          Ya veo…

 

-          ¿Ya ves?

 

En ese momento se voltea, su voz sonando dura y con un atisbo a querer enfrentarse a su amigo, jefe y dueño del local.

 

-          ¿Realmente te has dado el tiempo de verlo? – preguntó de nuevo - ¿Lo has hecho? Lo dudo – rio caminando hacia el escritorio para quitarle los papeles y disponerse a salir – Me voy…

 

-          Ben…

 

Y nada, solo fue ignorado.

 

-          Ben… -  repitió - ¡Minho!

 

Y entonces se detuvo. De pie y con las manos en el escritorio le miraba, detenido frente a la puerta mientras se volteaba lentamente sobre sus talones. Sabía que su amigo algo le diría, se le notaba en la cara. Cuando Minho, o más bien, Ben como era conocido por todos, sentía que algo no era lo correcto, su lengua se quedaba corta. Él era la única persona a la que le permitía gritarle de igual a igual.

El único.

 

-          Anda, dímelo de una vez – gruñó dejando caer los hombros con un pesado suspiro.

 

-          Decirte, ¿qué?

 

-          Toda la mierda que tienes atorada en tu garganta. Te conozco Minho – le miró – y sé que quieres echarme esa mierda encima, así que hazlo de una vez…

 

-          Y ¿para qué? – ironizó - ¿Qué saco con decirte cosas que ya sabes? Todo el mundo las conoce, todos aquí hablan de tu ‘tesoro intocable’ pero, ¿sabes algo? Mientras tú estás acá arriba, en tu trono, pareciendo invencible, allá abajo los buitres van y vienen sobre él, pero él, cada día se minimiza más y más…

 

-          ¿De qué hablas?

 

-          ¿En serio me preguntas? – bufó - ¡¿Qué no has oído nada de lo que te estoy diciendo?! ¡El chico piensa que hay algo malo con él Jonghyun! ¡Piensa que es la peor cosa del mundo! ¡Nadie se le acerca, nadie le compra un trago, nadie le habla, nadie baila con él y nadie se va a su casa al terminar la noche! ¡NADIE!

 

-          No hay nada malo con él…

 

-          ¡Por supuesto que no! ¡Maldición, incluso yo me excito de solo ver cómo mueve la bombilla de su trago mientras bufa porque nadie se interesa en él! – exclamó arrojando los papeles en el escritorio y caminando de un lado a otro por la oficina – Cuando él entra, TODOS se giran a mirarlo, cuando baila, ¡Dios, juro que sale fuego del piso! Y cuando mira ansioso porque alguien lo invite o le hable, si vieras como sus ojos brillan, podrías notar los fuegos artificiales que salen de él, hyung…

 

Minho apoya sus manos en el mesón y deja caer su cabeza entre sus brazos cansados.

 

-          Ese chico, ese chico está sufriendo y no lo merece, si tú…

 

-          Sabes que no puedo – le interrumpió – no puedo Minho

 

-          Puedes, lo que pasa es que eres un bastardo cruel y egoísta; si no vas a reclamarlo, entonces ¡déjalo en paz de una vez! – exclamó - ¡Déjalo tranquilo! Deja que los demás se le acerquen, termina con esta orden de impedir que los demás se interesen en él, deja que le hablen, que le inviten a bailar o a un trago, deja que alguien se vaya con él al terminar la noche…

 

-          ¡JAMÁS! ¡NUNCA! ¡Él es mío, MÍO!

 

-          En verdad… no lo es

 

No, no lo era.

 

Él es tan difícil de mantener, pero no puedo dejarlo ir

 

Desde la primera vez que Jonghyun le había visto entrar en su local, algo cambió en él. Pudo haber sido su rostro perdido y confundido, quizás el brillo de sus ojos, como el de un venado en el bosque. Tal vez fue el movimiento acompasado de sus pasos al andar o sus manos cubriendo sus oídos por el sonido estridente de la música del lugar. Quizás fue el sonrojo de sus mejillas cuando notó que varios hombres le miraban y decían cosas poco decentes al pasar.

Quizás fue esa media sonrisa cuando sus ojos se encontraron y todo lo demás desapareció a su alrededor. Sí, eso había sido.

Esa noche estaba cansado del papeleo y como pocas veces lo hacía, decidió bajar a la barra por un trago. Clientes frecuentes le saludaron cuando lo vieron y su whisky ya estaba esperando por él cuando se sentó en un taburete de espaldas a la entrada. Pero cuando escuchó el respiro contenido de Charlie y le vio su cara desorbitada, se volteó y sus ojos dieron justo con la causa del revoloteo en su local.

Era lo más hermoso que pudo haber visto en su vida, probablemente lo más bello y dulce. Su inocencia se notaba a kilómetros y su timidez era tentativa como para ir hacia él y hacerle caer en el pecado.

Un nudo se alojó en su garganta y Jonghyun juró que su corazón dejó de latir y el oxígeno de entrar en su organismo cuando aquel joven fue hasta la barra acompañado por un amigo y se sentó a unos taburetes de distancia. Un tequila para su acompañante y una piña colada para él, y entonces al verlo beber, sintió cómo su ropa interior se mojaba y su cuerpo se estremecía.

 

-          ¡Mierda! – se quejó al golpear y dar vuelta el vaso mientras se paraba y trataba de esconder con sus manos la mancha de semen de su pantalón – Lo siento… - se disculpó cuando aquel joven le vio curioso – Tengan buena noche…

 

No se preocupó de voltearse mientras se iba, escaleras arriba, tampoco de averiguar quién era o cómo se llamaba. Esa noche, Jonghyun llegó a su oficina, se bajó los pantalones y terminó de masturbarse para que el dolor de ver a semejante chico terminara con su placer. Un gemido compungido y alcanzó otro orgasmo al cerrar sus ojos y ver en su mente ese inocente rostro, esa boca rodeando la bombilla como si fuera su pene y esa lengua pasar por sus labios quitando de ellos los restos de su trago.

Jonghyun no era un hombre que se masturbaba, de hecho esa etapa en su desarrollo había quedado muy atrás en su adolescencia. Cuando se hizo hombre y el sexo comenzó a volverse monótono y aburrido, algo nuevo había llegado a él.

La primera vez que entró en el “Coyote” quiso irse de inmediato; hombres bailaban pegados a otros, cuerpos sudorosos, erecciones poco disimuladas, besos ardientes y toda un aura a sexo en el aire que impregnó sus fosas nasales. El lugar era popularmente conocido entre el círculo de personas que lo frecuentaban; para los que iban por primera vez, era uno de los tanto sino el mejor bar gay de la zona. Pero para quienes eran más habituales, era el mejor lugar para hacerse conocido y dar a conocer sus propiedades en el ambiente.

Esa noche se fue con tres chicos a casa y lo que hizo con ellos estuvo muy al límite de la locura, de lo prohibido, de aquello que debía estar escrito en un libro y olvidado en la zona oscura de la más vieja biblioteca. Sus manos se hicieron inútiles al tocar cada cuerpo bajo él, sus dedos fueron pocos cuando dilató cada culo bajo su pelvis, su sexo creció como nunca con cada erección y esa fue la primera vez que se corrió tantas veces dentro de cada hombre, sintiendo cómo se excitaba una y otra vez sin poder controlarse.

Esa noche sin duda algo cambió en él. Los chicos que dormían abrazado a él le permitieron hacer todo lo que él quiso hacerles; les golpeó, los ató de manos y tobillos, los azotó con su cinturón, les obligó a que le hicieran sexo oral y se tragaran sus fluidos y se los folló, literalmente, sin importarle en proveerles placer. Solo se interesó por sí mismo, solo por él y ese poder que ganó cuando los jóvenes le rogaron porque les permitiera satisfacerse con al menos un orgasmo, y cuando les dijo que sí, ellos temblaron bajo su cuerpo y gritaron de placer agradeciéndoselos a pesar de que sabía, no lo estaban pasando realmente bien, ¿O sí?

Esa noche, hace tantos años atrás, supo por qué el sexo convencional le había aburrido, por qué ver películas pornográficas no le interesaba, por qué le daban asco los hombres que se le ofrecían en bandeja sin siquiera poner un poco de desafío, por qué ya no quería tan solo una mamada o una follada simple. Él siempre había querido más; quería los ojos asustados, el sudor nervioso, los cuerpos temblorosos, los gemidos de dolor, los ruegos por placer, los gritos contenidos cuando poseyera un cuerpo. Quería la intensidad, el desafío, el poder, el orden y la disciplina. Y lo había obtenido.

Se hizo su fortuna con años de trabajo en una empresa privada y compró el “Coyote” a su antiguo dueño, transformándolo por completo y desde ese entonces, en adelante, se hizo del nombre. Él era el coyote solitario del desierto, él tenía las ganas de comer su presa cruda y a desgarros con sus dientes. Quería sentir la sangre y contener la huida de su víctima, quería todo, todo de quienes llamaban su atención. Pero nunca, nunca antes quiso algo con tantas ganas como quiso a ese chico que entró en su local hace un año y medio atrás.

Nunca antes deseó con tanto ímpetu ser el taburete bajo ese delicioso trasero, nunca antes deseó ser la tela de su pantalón y poder sentir el calor de ese sexo que le llamaba como agua en el desierto. Nunca antes deseó ser la bombilla de su trago o el borde del vaso para probar ese par de labios carnosos y esa lengua traviesa. Incluso deseó ser Charlie tan solo para tenerlo más cerca y no tener que mirarlo a lo lejos porque no se atrevía a estar cerca de él de nuevo; no si la primera vez se había corrido en sus pantalones como un niño sin siquiera haberse tocado.

Minho tenía razón. Su orden de prohibir que otro hombre se acercase al chico cada vez que él iba a su local ya no era suficiente; era demasiado tentador, delicioso a la vista, un encanto, un orgasmo seguro y todos lo sabían. Todo el mundo sabía que el ‘tesoro intocable’ le pertenecía al ‘Jefe’, todos lo sabían, excepto Kibum.

Su tesoro.

 

Soy una casa de cartas en un huracán,

Un paseo en la imprudente lluvia.

Él me corta y el dolor es todo lo que quiero sentir.

Baila lejos como un niño,

Él me vuelve loco, me vuelve salvaje.

Pero estoy indefenso cuando él sonríe, ¡Oh, cuando sonríe!

Él sonríe

 

Asustado vio a aquel hombre pararse a tientas e irse rápido sin preocuparse de las personas que golpeaba al pasar, tan solo notó que se perdió en la oscuridad y no volvió más a la barra.

 

-          Uhm, oye… - llamó tímido al barman que fue hasta él con una amistosa sonrisa – el caballero que estaba aquí, el que dio vuelta su trago, ¿quién es?

 

-          ¿Quién?

 

-          La persona que estaba sentada ahí, la que se fue…

 

-          Ah, él… - titubeó – Él es el d…

 

-          No es nadie

 

La voz detrás de él les hace voltearse a ambos amigos y mirar de quién provenía. Frente a él un hombre alto e imponente les miraba y sonreía con amabilidad. Kibum lo encontró atractivo, pero Taemin pensó que era algo más; el apretón que sintió en su brazo por parte del castaño le hizo darse cuenta de eso. Al menos uno de ellos había encontrado un interés en aquel sitio.

 

-          Soy Ben, administrador del local, lamento si se vieron importunados… - dijo estrechando sus manos, deteniéndose un poco más cuando saludó a Taemin – No quisiera que nuestros, encantadores nuevos clientes, se vayan por la falta de tacto del resto de la clientela…

 

Maldito Taemin…

 

-          N-no, no, para nada – respondió el menor – El lugar es muy, muy, muy atractivo, ¿cierto hyung?

 

-          No está mal…

 

-          ¡Hyung!

 

-          ¡¿Qué?!

 

-          Oye Charlie – interrumpió Ben – Dales un trago a los chicos, la casa invita, hazlos sentir cómodos, ¿sí?

 

-          Sí señor…

 

-          Joven… - continuo haciendo un gesto hacia Kibum – Hermoso… - añadió dejando un beso en la mejilla de Taemin – Nos vemos luego, con su permiso…

 

Kibum se complació al ver a Taemin suspirar cuando vieron que el hombre se iba a hacer su trabajo. No pudo evitar reírse de la cara de su amigo y del obvio interés que tenía en aquel desconocido. No tuvo que decir algo para notar las intenciones que tenía para esa noche; probablemente pediría otro trago y se pondría en una posición estratégica para beberlo enviando miradas descaradas al hombre, tal vez se pondría a bailar en medio de la pista haciendo sus pasos más sucios y provocadores o simplemente, buscaría a otro tipo para sacarle celos y esperar a que lo rescatase. Fuera como fuese, Taemin no se iría a casa solo.

Él, probablemente sí. A decir verdad, ni siquiera estaba seguro qué hacía ahí. A parte del escalofrío que sintió cuando el hombre de la barra le vio, no le había pasado nada más intenso en mucho tiempo, no desde que había terminado su relación con Hyeong Seop.

¡Ah, ahora recordaba por qué había ido a ese lugar esa noche! Además de ir para que Taemin dejase de molestarlo con su insistencia, Kibum pensó que no sería un mal sitio para buscar algo de una noche, una de esas entretenciones para apaciguar placeres. Él realmente no quería nada más, todavía no estaba listo para buscar algo serio.

‘Buscar algo serio’ sonaba demasiado formal en su mente; formal como fue su padre con él y del cual huyó para poder empezar su vida, formal como sus abuelos maternos que le seguía diciendo lo que un ‘joven cristiano y de familia decente’ debía hacer. Formal como lo era su jefe en la revista en donde trabajaba como periodista de modas y formal como lo fue su ex novio en el sexo. Después de tanto tiempo, lo ‘formal’ pasó a significar ‘aburrido’ para él.

Los últimos meses que llevaba viviendo con Taemin en un departamento compartido, había aprendido que su pequeño amigo tenía justamente eso que él andaba buscando: intensidad, intensidad y más intensidad. En cada cosa que Taemin hacía, Kibum notaba un dejo de intensidad que lo sorprendía. El chico era simplemente excepcional en todo y por eso no le cabía duda que lograría obtener toda cosa que se propusiese. A diferencia de él, Taemin no tenía temores de las consecuencias de las cosas que hacía, él simplemente las disfrutaba y a cambio ganaba nuevas experiencias para su vida.

Él, en cambio, culpaba a la aprehensión de su padre por hacerlo tan tímido e inseguro. Desde que había muerto su madre desde que era apenas un bebé, él y su padre se fueron a vivir con sus abuelos maternos que lo cuidaban mientras su padre trabajaba. La pareja de ancianos lo querían y consentían, pero al mismo tiempo le metían sus ideas de ‘lo correcto’ y ‘decente’ que al principio consideró como válidas, pero después de que trataron de ponerlo de novio con la nieta de una pareja de amigos supo que no eran del todo acertadas.

Sobre todo cuando la chica apenas tenía ocho años y él, quince. Definitivamente no era correcto para nada.

Y ya luego fue su padre. Su padre que supo que algo no andaba bien con él cuando cumplió los dieciocho y todavía no llevaba ninguna novia a casa. Su padre que empezó a prohibirle las amistades masculinas y que le imponía le presentase una nueva amistad femenina cada mes. Su padre que le inscribió en el equipo de fútbol en la universidad sin su consentimiento, su padre que le vio tener sexo con un compañero del equipo cuando lo fue a visitar a su dormitorio un fin de semana sin avisarle que iría.

Y su padre que no le habló más cuando era él, su hijo, el que recibía con tantas ganas lo que le metían por el culo.

De aquello ya habían pasado tres años. De su padre algo sabía por boca de sus abuelos; el hombre seguía resentido con él pero aun así no fallaba en mandarle dinero cada mes a pesar de que él ya era independiente y no lo necesitaba. “Es para aliviar su culpa Kibumie” le dijo su abuela, que cada vez que lo llamaba, trataba de concertarle una cita a ciegas con una nueva chica. La mujer todavía no se resignaba a tener un nieto, el único nieto, y que éste fuese homosexual, pero al menos lo seguía queriendo, ella se lo seguía diciendo y demostrando.

De su compañero del equipo de futbol no supo nada. Se acostaron a los largo de los cuatro años de carrera universitaria; de repente ellos, a veces con otros participantes más, pero ambos sabían que lo que tenían, pronto llegaría a su fecha de caducidad; no eran el ‘tipo ideal del otro’, era así de simple.

Había sido en las oficinas de la revista en la que trabajaba, en la que había conocido a Hyeong Seop, el que sería su primer novio formal. Él era periodista que había sido contratado en el departamento de modas y Hyeong Seop modelo. Ambos con gustos e intereses afines, que en más de una ocasión los hizo coincidir en eventos de moda; uno modelando, otro obteniendo los pormenores de los diseñadores, celebridad y luego haciendo una muy acertada crítica del desfile y la colección mostrada.

Seis meses, solo seis meses duraron como novios y Kibum podría contar con los dedos de ambas manos y pies las veces que él y Hyeong Seop tuvieron sexo. Con las manos las veces que recibió sexo oral por parte de su novio, con una mano las veces que tuvo más de un orgasmo en una noche y sin ningún mísero dedo las veces que lo follaron de otra forma que no fuera al estilo ‘misionero’.

Él no era el ‘activo’ y no le importaba intentarlo tampoco, le gustaba el pene, era sencillo; le gustaba largo, grueso y en su culo preferentemente. Pero, ¡Maldición, gay o no, él también quería variar un poco en la cama! con Hyeong Seop todo era besos, toques por aquí y por allá, una felación de su parte, dedos en su culo, unas cuantas penetraciones y listo. Si Kibum resumía el tiempo que pasaba ‘gimiendo’ en el dormitorio, eso sería algo así como quince minutos, otros quince fingiendo y otros quince esperando a que su novio se corriera dentro del condón.

¿Y él? ya habían pasado meses desde la última vez que Kibum había tenido un orgasmo sintiendo verdadero placer al hacerlo, ¿Acaso era mucho pedir que alguien se preocupara por su salud sexual? ¿Era demasiado exigente que le dieran una mamada o le follaran la boca? ¿No iba a poder nunca tener o estar con un hombre que tan solo le diera un beso, le quitase la ropa y le partiera el culo con una exquisita erección?

Cuando en su cumpleaños n°8 al apagar las velas deseó recibir un set de pinturas acrílicas y un bastidor de regalo para la Navidad y a cambio recibió un set de figuritas militares, supo entonces que cualquier deseo que pidiese no se cumpliría. Si no había recibido sus pinturas, ¿Qué chances tenía de encontrar a un hombre que dejase de verlo como un pasivo y lo tratase simplemente como alguien que merecía placer, como alguien que se entregaría por completo si a él le daban lo mismo a cambio?

Estaba cagado, su vida se limitaría a masturbarse una vez al mes y a ver lentamente cómo su pene se arrugaba y caían en pedazos mientras su culo se chupaba hacia el interior de su cuerpo; ¡Hermosa descripción gráfica Kim Kibum!

 

Quizás lucharía si pudiera,

Duele tanto pero se siente tan bien.

Él se abre como una rosa para mí,

Cuando está cerca de mí.

Cualquier cosa que me pida, lo haría.

 

Con ambas manos recogió agua del grito y se la arrojó en la cara, restregando los ojos y limpiando la imagen mental que no quería salir de su cabeza; esos ojos, ese rostro, esa sonrisa. Le había visto recién y ya estaba volviéndose loco, ¿Cuándo había sido la última vez que se sentía así? ¿Así de obsesionado con algo o alguien? Y ¿Cuándo? ¡Por Dios, ¿cuándo fue la última vez que tuvo un orgasmo y manchó sus pantalones sin siquiera haberse tocado?! ¡Todo era demasiado descabellado!

Jonghyun apoyó las manos en el lavabo del baño al interior de su oficina y a torso desnudo suspiró todos sus pesares. En el suelo estaba el resto de su ropa mientras él solo trataba de controlarse, buscar en la nada la calma que desapareció cuando ese desconocido le miró y le sonrió.

 

-          Se puede saber, ¿qué mierda haces desnudo en la oficina?

 

Alzó la vista y por el reflejo del espejo vio a Minho junto al marco de la puerta, mirándole con una burlona sonrisa.

 

-          Estoy en el baño…

 

-          Y el baño está en tu oficina…

 

-          Sigo estando en el baño – gruñó lavándose una vez más la cara – Además soy el jefe, puedo hacer lo que se me da la puta gana sin darle explicaciones a los demás

 

-          ¡Wou, wou, wou! Oye, espera un poco – intervino alzando las manos en un signo de rendición – Sé que eres mi jefe, pero creo que cuando me contrataste, dejaste en claro que en tu oficina sería Minho, no Ben, si quieres tratarme como a Ben, entonces me voy a hacer mi trabajo…

 

-          ¡Oye, está bien! L-lo, lo siento

 

Minho sonrió victorioso cuando se devolvió los pasos que había dado hacia la puerta, entrando en el baño para apoyarse en el lavabo mientras su amigo se sentaba en la tapa cerrada del W.C.

 

-          ¿Me responderás qué haces desnudo en el baño?

 

-          No preguntes…

 

-          No preguntaré – afirmó alzando los hombros, agachándose a recoger la ropa en el suelo cuando notó lo que parecía estar mal con su amigo – Es… Jonghyun, esto es, ¿semen?

 

-          Dijiste que no preguntarías

 

-          No me especificaste qué cosa no debía preguntar hyung… y, ¿entonces?

 

-          Me corrí

 

-          ¿Te corriste?

 

-          ¡Me corrí, tuve un orgasmo maldición! ¡¿Estás feliz ahora?!

 

El moreno se sobresaltó cuando vio a su platinado amigo ponerse de pie y salir hecho una furia. Fue tras él y vio cómo limpiaba el escritorio con su mano arrojando todo al suelo, sin importarle el romper una que otra figura decorativa que tenía ahí.

 

-          ¡Hey, Jonghyun, Oye! – exclamó tomándolo por los hombros para enfrentarlo - ¡Cálmate, no te alteres y dime, ¿qué pasó?! ¡¿Qué te ocurre?! ¡¿Por qué te molesta tanto haber manchado un pantalón cuando a todos nos pasó una vez?!

 

-          ¡Pero no a los 32 años Minho!

 

-          ¡La edad da igual!

 

-          ¡No, no lo es!

 

Cuando Jonghyun le mira con los ojos cristalizados en lágrimas cargadas de vergüenza, supo que definitivamente algo no estaba bien, algo le había pasado y ese mismo motivo era la causa de su alteración repentina.

 

-          Hyung… - susurró llevándolo hacia el sofá, en donde lo cubrió con la chaqueta que estaba usando y le hizo que se sentara – Dime qué pasó…

 

Ideas vagas y complejas viajaron por su cabeza, y Minho se había dado cuenta de eso cuando los ojos de su amigo se perdieron en un punto lejos en el infinito. De repente, bajó la mirada y la enfocó en el pequeño tatuaje que tenía en la muñeca derecha, centímetros más debajo de su pulgar, y del cual no supo que existía hasta esa noche.

Lo había olvidado por completo, haciendo caso omiso que estaba grabado para siempre en su piel. Las marcas quedaban, los recuerdos trataban de ser olvidados y las costumbres se retomaban cuando llegaba el momento preciso.

 

-          Lo encontré – dijo en un hilo de voz, mirándolo ya sin contener sus lágrimas – Lo encontré Minho…

 

-          A quién, ¿a quién encontraste hyung?

 

-          A mi tesoro, lo encontré…

 

-          ¡Oh, mierda!

 

Minho se pone de pie y barre su cabello con ambas manos, desesperadamente, ¿Había oído bien? ¿Lo había hecho?

 

-          ¿Estás seguro?

 

-          Muy seguro por cómo me corrí en mis pantalones cuando me sonrió…

 

-          ¡Oh, mierda!

 

-          Ya dijiste ‘mierda’ una vez

 

-          Es que, ¡no puedo creerlo! ¡fue tan, tan, ¿tan intenso como dicen?! – le preguntó interesado - ¿Fue realmente así?

 

-          Fue… ¡Dios, increíble!

 

El suspiro que sale de su boca se contrapone con el tirón de su sexo que parecía volver a la vida con tan solo pensar nuevamente en esos ojos que lo miraban con afable interés. Dejó caer su cabeza en el respaldo del sofá, respirando agitadamente y apretando la chaqueta que Minho le había ofrecido en sus puños, tan fuerte, que sabía tendría sus nudillos blancos.

Cuando entró en ese mundo que rodeaba al “Coyote” y la gente que lo frecuentaba, cometió como todo novato muchos errores; el primero había sido irse a la cama con otras tres personas. Aprendió que para él, solo debería existir una persona y que para esa persona, él debería ser el único.

Con los meses fue haciéndose de un círculo de amigos que le enseñaron todo lo que ahora sabía, entre ellos Minho, quien llevaba un tiempo más que él siendo cliente del local y que luego pasó a ser su mano derecho cuando se hizo dueño del lugar.

Con los años y la experiencia ganada con éstos, dejó a su Mistress, la misma que le enseñó todo lo que ahora sabía y se hizo de su propia reputación. Por extraño que fuese, toda su práctica fue con mujeres, en el pasado había quedado su olvidado primer y último cuarteto, y a punta de golpes de una fusta, aprendió que no necesitaba de varios hombres o mujeres sino una sola persona que iba a ser la indicada para complacer todas sus necesidades.

En los quince años que llevaba en el ambiente, siempre tuvo a alguien que lo necesitaba a él pero al mismo tiempo, la búsqueda de su ‘tesoro’ comenzó a hacerse imperiosa cuando ya no encontraba la satisfacción en la dominación de alguien más. Quería volver a sentirse poderoso, quería volver a sentir esa hambre e intensidad de poseer un cuerpo y al mismo tiempo entregarse por completo a quien debería ser la persona que se amoldara a él.

Esa búsqueda tuvo un inicio pero el final aconteció esa noche en donde vio a aquel extraño sentado en la barra de su local. Sabía que era primera vez que el chico iba, sabía que si había ido a aquel sitio era porque estaba buscando algo pero sin saber exactamente qué y sabía, ¡Mierda sí que sabía! Que su integridad corría peligro.

El “Coyote” era el lugar, EL lugar en donde solo lo mejor entraba; Mark tenía órdenes explícitas de permitir el ingreso a las personas que cumpliesen con ciertos requisitos: solo entraban sumisos acompañados por otros y que no tuviesen dom. Si éstos iban por primera vez, entonces uno de los guardias del interior les vigilaba sin que lo notasen. Si los sumisos entraban en compañía de otros con más experiencia, entonces se les llevaba a un privado en donde se les permitía tener un espacio más íntimo de conocimiento e intercambio de experiencias. Un sumiso nunca, jamás, entraba al “Coyote” solo.

Ahora, si quien entraba era un dom, entonces tenía por obligación hacerlo con su sumiso. Un dominante con la “D” tatuada, jamás entraría al local sin su sumiso; el engaño y la infidelidad no tenían lugar en el “Coyote”. Pero si entraba un dom sin el tatuaje, entonces primero se reunía con ‘Jefe’ en una cita privada y éste, era quien le daba las pautas de qué sumisos estaban disponibles, quiénes eran, cómo se llamaban y qué tipo de Señor estaban buscando. ‘Jefe’ los conocía a todos.

Habían sido esas simples reglas las que había convertido al “Coyote” en el mejor sitio nocturno en el ambiente, las personas que lo frecuentaban eran en su mayoría hombres de negocios, gente de poder adquisitivo, universitarios prometedores o bien chicos que tenían el potencial de entrar en ese mundo que solo los que podían, lograban permanecer en él.

La noche en que Jonghyun vio entrar a Kibum y a Taemin por primera vez, supo de inmediato que el castaño más bajito ya algo sabía de las prácticas del local. Si bien no habían ido antes, se le notaba en su cara ansiosa que debía ya de tener alguna que otra experiencia. En cambio el rubio, gritaba ‘presa novata’ con todas sus letras. Y las bestias que le miraron hambrientas, al igual que él, estaban deseosas de devorarlo por completo.

Pero cuando tuvo un orgasmo con la hermosa sonrisa del rubio, Jonghyun se dio cuenta que era él su tesoro.

Tesoro era exactamente eso; el gran premio. Cuando un dom encontraba a su sumiso, o viceversa, entonces éstos se compartirían solo entre ellos mismos y cada cosa, práctica y experiencia que compartiesen, sería la más grandiosa de todas. El Tesoro era algo así como el Edén de su mundo y al mismo tiempo la fruta prohibida, porque solo el tesoro iba a ser el motivo por el cual el dom perdería la cabeza y el sumiso se entregase con todo y sin restricciones.

Kibum era el tesoro de ‘Jefe’ y él se había encargado de hacérselos saber a todos. Del año y medio que el chico llevaba frecuentando el local, las personas que se le acercaban con alguna intensión eran primerizos, los que no sabían su regla de prohibición para con el chico. Solo bastaba que Ben o alguno de los guardias del interior les dijeran, en privado, que aquel chico era el tesoro de ‘Jefe’, inmediatamente se alejaban con palabras amistosas: ‘Ten una buena noche’, ‘Que lo pases bien’, ‘Nos vemos luego…’ y se iban.

 

-          ¿Qué vas a hacer con el chico?

 

La voz de Minho se oye cansada y lo sacan en el momento preciso en que parecía hundirse en recuerdos del pasado; juró haberse visto esa noche en su oficina, sentado en el sofá y contando lo hermoso que había sido haber encontrado a Kibum. De eso ya había pasado más de un año.

 

-          Hyung… - dijo más suave - ¿No notas lo miserable que es? Llega cada jueves y ya ni siquiera pierde tiempo en llamar la atención de alguien más, ¿Acaso crees que seguirá con esta rutina por otro año más? Todos tienen su límite y créeme, él ya está llegando al suyo… - añadió – Taemin cada vez se hace de más amigos mientras él es rechazado por todo el mundo, ¿No piensas que eso es raro? ¿No crees que Kibum no se cuestiona eso?…

 

-          ¿Le has dicho algo?

 

-          ¡Por supuesto que no! – exclamó – pero te digo, ganas de hacerlo me sobran. Yo no entiendo, cómo después de todo este tiempo, sigues escondiéndote, ¿Acaso te es muy difícil ir y reclamarlo como tuyo?

 

-          Ya es mío…

 

-          Sabes a lo que me refiero…

 

-          Y tú sabes que para mí no es tan sencillo…

 

-          ¡Por favor Jonghyun, esas son boberías y lo sabes! ¡Todos en el “Coyote” saben que Kibum te pertenece, ¿por qué simplemente no lo concretas?! ¡¿Qué es lo que te retiene?!

 

-          Él no lo entendería…

 

-          Si no lo entendiese, ¿Tú crees que habría seguido viniendo todos estos meses sabiendo que sería rechazado e ignorado una y otra vez? ¡¿Lo crees tan masoquista?! – le dijo ya sin contenerse - ¡Sabes que si sigue viniendo es porque anda buscando algo que solo aquí lo encontrará y ese eres tú!

 

-          ¡Él ni siquiera sabe que existo!

 

-          ¡Pero podría hacerlo si tan solo movieras tu culo fuera de esta oficina y bajaras e invitaras un trago! ¡Maldición Jonghyun, me cabreas, eres el dom más jodidamente cobarde que he conocido!

 

Cierto.

 

-          Lo soy – admitió en un hilo de voz, capturando la atención de su amigo – Soy el más cobarde, eso es algo que ambos sabemos bien…

 

-          Hyung…

 

-          Necesito terminar el papeleo, puede retirarte

 

-          Hyung, por favor, sabes que no quise decirlo de ese modo

 

-          Lo sé – sonrió sin ganas – Vuelve a tu trabajo…

 

Minho miró el rostro inexpresivo de su amigo y se dio por vencido. Si todos los años que le conocía le habían enseñado cosas, una de esas era dejar de insistir con algún tema cuando Jonghyun podía esa cara; cuando lo hacía, entonces todo se volvía demasiado emocional y lo emocional sacaba de la oscuridad ese rasgo que su amigo trataba con tanto esmero de esconder.

Mientras Minho era un voyeur, Jonghyun era todo lo contrario; el participaba, era un dom. Pero era de ese tipo que asustó a su Mistress en su período de instrucción. El mismo tipo de dom que hizo que los sumisos huyeran de él y que incluso los más osados y extremos le temieran. El mismo tipo de dom que al final le obligaron a tatuarse la “D” en su mano sin siquiera tener un sumiso como propiedad.

Las ansias de poder, el deseo de controlar hasta los placeres de otra persona, lo habían convertido en un ser insaciable y violento. Los golpes ya no eran placenteros, tampoco el uso de juguetes ni el sexo. Cuando en una de sus tantas dominaciones uno de sus sumisos acabó en el hospital, entonces se dio cuenta de que había tocado fondo; había llegado a las mazmorras.

Cuando un dom caía en las mazmorras, entonces era automáticamente excluido de la sociedad que practicaba el BDSM; las reglas eran simples y fáciles de acatar: ser algo sensato, seguro y consensuado, y Jonghyun no lo había cumplido; su poder se había excedido y Danny, su sumiso, terminó con una costilla rota y hematomas por todo el cuerpo. Si no hubiera sido por su antigua Mistress, que casualmente era médico internista en el hospital, no habría sido capaz de explicar las lesiones del chico y probablemente hoy en día, estaría cumpliendo una condena en la cárcel.

Fue ella quien le obligó a tatuarse la “D” en su mano, por su propia seguridad pero por sobre todo por la seguridad de los sumisos que andaban por ahí sin un Señor que los reclamase. Cuando finalmente comprendió lo que su ex Mistress pretendía con aquella orden, entonces él fue capaz de calmar su bestia interior y enfocarse solamente en encontrar a su tesoro, no importaba cuánto se demorase, no importaba si moría de viejo en el intento. Jonghyun se prometió a sí mismo, que no tocaría a ningún otro sumiso que no fuese su tesoro, el verdadero, el indicado, el predestinado.

Si no tenía a su tesoro, entonces ser dom, dejaría de ser el otro lado de su vida y simplemente se dedicaría a ser el ‘Jefe’ del “Coyote”.

 

Fuera de control, pero no puedo dejarlo ir

 

Minho cerró la puerta de la oficina y bajó por la escalera de caracol, sorprendiéndose cuando en medio de ésta y en sentido opuesto, vio a Mark falto de aliento.

 

-          Ben, el chico… - respiró entre cortadamente – E-el, el chico…

 

-          ¡Hey, hombre, cálmate!

 

-          ¡El chico!

 

-          ¿Qué chico?

 

-          El t-tesoro, el tesoro se fue…

 

-          ¡¿Qué?!

 

-          ¡Se fue, maldición, se fue!

 

-          ¿Y Taemin?

 

-          Él sigue acá, el tesoro del ‘Jefe’ se fue solo, ¡demonios, no me di cuenta cuándo salió, traté de alcanzarlo pero ya se había subido a un taxi! – exclamó con su voz superando los decibeles de la música electrónica del lugar – me va a matar, ¡’Jefe’ me va a matar!

 

Minho empujó al guardia escaleras abajo, mientras iba al encuentro de Toby que era quien vigilaba el sector más cercano a las escaleras que iban a la oficina de Jonghyun.

 

-          Hey, Tobías…

 

-          Ben…

 

-          Mark dijo que vio que el tesoro se fue, ¿sabes a dónde?

 

-          ¡¿El tesoro se fue?! ¡Maldición, ¿en qué momento pasó eso?!

 

-          No tengo idea, pero no va al caso, necesito saber si alguien le habló o se le acercó…

 

-          N-no, no, nadie… - dijo nervioso – Hasta hace poco estuvo todo el rato en la barra, Taemin en las mesas de allá – añadió apuntando al lugar – y luego, vi que se paró y fue al baño, ¡Demonios! Fue en ese momento en el que se pudo haber ido…

 

-          ¿Qué quieres decir?

 

-          Cuando se fue al baño, un tipo se me acercó y me habló, no pude entenderle lo que me decía, me retuvo un momento, estaba algo ebrio, lo aparté y ya luego…

 

-          ¿Piensas que ese tipo pudo haber ayudado a que Kibum se fuera? ¿Crees que es posible que él se lo hubiese llevado? – preguntó Minho.

 

-          No creo… - intervino Mark – lo vi subirse a un taxi solo cuando traté de correr tras él…

 

-          A lo mejor se hablaron en el baño y quedaron en juntarse en otro sitio…

 

-          ¡¿Tienes alguna idea de a dónde pudo haber ido?!

 

-          A las “Mazmorras”…

 

La voz falta de aliento de Frank, otro de los guardias, los pone en alerta. El hombre se veía como si hubiera corrido una maratón, pero una maratón de golpes; el moretón en su boca y el labio partido eran la evidencia de aquello.

 

-          ¡Frank, ¿Qué te pasó?!

 

-          Ese hijo de puta… - dijo escupiendo al piso – Me golpeó, ¡me golpeó Ben!

 

-          ¡¿Quién?!

 

-          Estaba haciendo mi ronda cerca del baño y vi entrar al tesoro, me quedé junto a la puerta para que nadie entrase y cuando el tipo quiso hacerlo y se lo impedí, me golpeó… - masculló molesto – Me noqueó, el hijo de puta tiene un buen gancho…

 

-          ¡¿Qué pasó después?!

 

-          Supongo que se llevó a Kibum, cuando entré al baño estaba vacío, di una ronda por el lugar pero nadie lo había visto, hasta que uno de los dom frecuentes me dijo que un tipo se había interesado en él…

 

-          ¡Todos los dom saben que Kibum es del ‘Jefe’! – exclamó Minho.

 

-          Sí, pero al muy bastardo le dio lo mismo, Joon me dijo que oyó que ese imbécil había estado toda la noche hablando mierdas del local y comparándolo con las “Mazmorras”, así que si fue él quien invitó al tesoro a que se juntaran en otro sitio, es ese el lugar al que se lo llevó Ben…

 

-          ¡Oh mierda! ¡¿A las “Mazmorras”?! – gimió Toby - ¿Tienes idea qué tipo de lugar ese ese?

 

-          ¡Claro que lo sé! – se defendió Frank – Trabajé ahí, ¡por supuesto que sé qué tipo de animales frecuentan ese sitio! Si el tesoro está allá, entonces…

 

-          Entonces el ‘Jefe’ se volverá loco…

 

Las escuetas palabras salen de la boca de Minho es un débil susurro. El solo hecho de imaginar el cómo iba a reaccionar Jonghyun cuando le dijese que Kibum se había ido a las “Mazmorras” con otro hombre, era más que seguro que desataría una guerra y que movería cielo, mar y tierra por ir a él y ponerlo a salvo en un sitio seguro.

 

-          Ben, ¿Qué tenemos que hacer? Si ‘Jefe’ se entera, nos culpará a nosotros… - preguntó Mark algo nervioso – No quiero perder mi empleo…

 

-          Ni yo – añadió Frank.

 

-          Tampoco yo, mi esposa me matará… - concluyó Toby.

 

-          Nadie perderá su empleo, yo le diré a ‘Jefe’ lo que pasó, ustedes vuelvan a su trabajo, Tobías…

 

-          ¿Sí, señor?

 

-          Te quedarás a cargo del “Coyote” mientras estamos fuera rescatando al tesoro, eres el responsable ahora…

 

-          Sí señor

 

-          Bien, vuelvan a sus deberes, los veo al rato… - con esto último, Minho subió nuevamente las escaleras hacia el segundo piso y ya frente a la puerta de la oficina, golpeo con fuerza recibiendo el permiso para entrar – Jonghyun…

 

-          ¿Qué pasa ahora? ¿Qué quieres?

 

-          Es sobre Kibum…

 

Al nombrar al chico, la mirada del moreno se desentiende de los papeles que parecía leer y van hacia él mientras se incorpora inconscientemente de su asiento, como si estuviera intuyendo que algo estaba pasando.

 

-          ¡¿Qué pasó?! ¡¿Qué le pasó a Kibum?!

 

-          Se fue…

 

-          ¡¿QUÉ?!

 

-          Se fue, se fue hyung…

 

-          ¡Maldición, ¿ACASO NO PUEDES SEGUIR UNA MALDITA ORDEN?! ¡¿NO ERES CAPAZ DE PONERLE UN OJO ENCIMA, ES MUY DIFÍCIL DE HACER ESO?! – gritó perdiendo el control, al mismo tiempo que tomaba su chaqueta, billetera y llaves de su vehículo y salía de la oficina seguido por su amigo - ¡NO SÉ PARA QUÉ MIERDA TE ESTOY PAGANDO!

 

-          Hyung…

 

-          ¡¿QUIÉN FUE EL QUE LO DEJÓ IR?! ¡FUE MARK, ¿NO ES CIERTO?!

 

-          No, no fue él, fue un mal entendido…

 

-          ¡MAL ENTENDIDO MIS BOLAS! – gritó volteándose mientras golpeaba su pecho con un dedo acusador - ¡TE DIJE QUE LO VIGILARAS, LES DI ÓRDENES DE QUE NADIE SE LE PODÍA ACERCAR Y QUE LO CUIDARAN ¿Y AHORA ME DICES QUE SE FUE?!

 

-          A decir verdad, no fue culpa de nadie…

 

-          ¡¿QUE NO FUE CULPA DE NADIE?!

 

-          De nadie más, excepto tuya – continuó mirándole con desaprobación – Te dije que esto iba a pasar tarde o temprano, no sé cómo ahora tienes el descaro de culparme a mí o a los chicos de algo que era solo tú responsabilidad, ¿Sabes algo? Espero que Kibum se haya ido para siempre y no vuelva más, porque no merece a un tipo cobarde como tú…

 

Minho pasó junto a su amigo golpeando su hombro al caminar, importándole poco y nada que fuese su jefe; en ese momento, ya estaba colapsado con el tema de Kibum y el poco interés que Jonghyun tenía en reclamar a quien ambos sabían, era el indicado para su vida. Ya estaba harto.

 

-          ¡Hey, vuelve acá! ¡Minho!

 

-          ¡¿Qué?! ¡¿Qué quieres?!

 

-          Dime dónde se fue, ¡Dímelo!

 

-          A las “Mazmorras” – dijo deleitándose brevemente con el dolor que había en los ojos de su amigo – Kibum al parecer conoció a alguien, Frank se dio cuenta que lo estaban siguiendo, trató de ponerlo a salvo y lo golpearon, cuando notó que Kibum se había ido, Joon le dijo que un tipo se había interesado en él y que además era un cliente de las “Mazmorras”

 

-          ¡Oh, Dios… no!

 

-          Si quieres buscar a tu tesoro, entonces es allá a dónde tienes que ir capitán – comentó irónico – Espero que cuando llegues a él, todavía tenga todas las monedas de oro en su cofre y no se haya decidido a dárselas a un pirata más valiente…

 

Soy una casa de cartas en un huracán,

Un paseo en la imprudente lluvia.

Él me corta y el dolor es todo lo que quiero sentir.

Baila lejos como un niño,

Él me vuelve loco, me vuelve salvaje.

Pero estoy indefenso cuando él sonríe, ¡Oh, cuando sonríe!

Cuando él sonríe

 

Un eco de dolor punzó en su cabeza despertándolo. Su cuerpo se sentía cansado y adolorido, mientras sus parpados trataban de abrirse con dificultad. Cuando pudo hacerlo, notó la oscuridad que lo rodeaba y definitivamente no era una oscuridad a la que estaba habituado. De hecho, lo último que recordaba era que estaba en un sitio lejos de lucir apacible y tranquilo como ese en el que se encontraba ahora.

Kibum se incorporó, sintiendo la suavidad de las sábanas bajo sus manos, notando recién el tamaño de la cama en la que estaba; era enorme. La luz de la noche que entraba por la ventana apenas le permitía ver el resto del lugar, pero se notaba amplio y muy lujoso. Tan amplio y lujoso como era posible, amplio y lujoso como no lo era su habitación.

¿En dónde estaba?

 

-          ¡Ah! – se quejó cuando trató de moverse y una puntada de dolor le perforó el cráneo. Llevó la mano a su cabeza y notó que en un costado de ésta tenía un parche – Pero, ¿qué…?

 

-          Deberías volver a dormir…

 

¡Mierda! Aquella voz ronca, sonó en las paredes del cuarto, sobresaltándolo cuando trató de ver de dónde provenía sin poder ver a su dueño.

 

-          ¿Quién, quién eres? ¡¿Quién eres?!

 

-          Tranquilo, no te voy a hacer daño…

 

-          ¡¿Daño?! ¡Tú fuiste el que me golpeó! – se quejó retrocediendo en la cama hasta que su espalda golpeó el cabezal de ésta- ¡Te dije que no quería que me tocaras! ¡Pensé que podíamos ser amigos, pero tú, tú trataste de abusar de mí!

 

-          ¿Fue así cómo pasaron las cosas?

 

-          ¡¿QUÉ?!

 

-          ¿Qué te hizo? – preguntó duramente - ¿Te hizo daño?

 

-          ¿Quién eres?

 

-          ¡Responde lo que te digo!

 

-          N-no, no, ¡no, no lo hizo! Trató… - sollozó asustado abrazando su cuerpo – Pero me defendí y cuando le pegué, creo que me golpeó con algo en la cabeza, después, no sé qué más pasó…

 

-          ¿Por qué te fuiste con él?

 

-          N-no me fui con él…

 

-          Da igual, ¿Por qué lo hiciste?

 

-          ¡¿Por qué lo hice?! – porque necesitaba tener algo - ¡Y eso a ti ¿qué te importa?!

 

-          ¡Responde, maldición!

 

-          P-por, porque, porque…

 

¿Por qué? Hasta que aquel extraño, esa voz en la oscuridad de la habitación no se lo preguntó, Kibum realmente no se lo planteó de una forma sería a cómo aquel hombre le estaba exigiendo saber.

Al principio había sido porque ya estaba cansado de entrar en el “Coyote” y salir sin compañía alguna, lo peor de todo era que él seguía yendo cada jueves, cada viernes y cada sábado sin falta. ¿Para qué lo hacía si ya sabía cuál sería el resultado? Él pasaría toda la noche bebiendo tragos de nena en la barra mientras Taemin bailaba, reía y conversaba con gente nueva que conocía. Y después, cuando aquel hombre le siguió hasta el baño y le invitó a otro lugar, fue con él porque quizás, luego de tantos rechazos, todavía había una oportunidad para él.

Cuando llegó a las “Mazmorras”, el lugar lo dejó asombrado. Era casi igual de elegante que el “Coyote” solo que la gente que estaba ahí, era la distinta. Ahí se notaba demasiado quienes eran los sumisos y sus Señores; habían chicos y chicas con diminutas prendas de cuero, correas y cadenas al cuello. Algunos caminaban detrás de sus Amos o Mistresses como mascotas, otros en tanto se sentaban en el suelo a los pies de sus domines, en fin. Todo era más, explícito, por decirlo de alguna manera.

Otra gran diferencia, es que no habían restricciones de admisión al local, a él podía acceder cualquiera; hombre o mujer, solteros o comprometidos, sumisos o domines, solos o acompañados. Y la decoración. La decoración le hacía honor a su nombre; tapices negros de cuero, luces oscuras, cortinas de terciopelo rojo, bailarines dentro de jaulas sobre estrados en altura, otros disfrazados de bestias, cazadores que jugueteaban con quienes les miraban.

Mientras “Coyote” era un lugar de clase, “Mazmorras” era el libertinaje en toda su expresión.

Libertinaje, eso, eso era exactamente lo que Kibum estaba buscando cuando aceptó la invitación de ese desconocido. Libertinaje era lo que le había hecho subirse al taxi e ir al otro lado de la ciudad a conocer un sitio en el que estaba poniendo todas sus expectativas. Libertinaje era la sensación que esperaba vivir cuando pudiera al fin, sentirse aceptado e importante, atractivo, seductor y deseable para alguien más.

 

-          Y-yo, yo no tengo por qué responderte…

 

Haciendo un esfuerzo sobre humano e ignorando el mareo y el dolor de cabeza que lo aturdieron, Kibum logró sentarse al borde de la cama y ponerse de pie. Al menos estaba vestido y su parte posterior del cuerpo no le dolía; no había sido abusado, eso era algo bueno.

A tientas caminó hacia una silla junto a la muralla y se colocó sus zapatos, tomó sus pertenencias y caminó hacia la puerta.

 

-          Lamento si te causé problemas y gracias por haberme ayudado o, haber hecho lo que fuera que hiciste, te debo una… - dijo sin mucho interés cuando giró el pomo y trató de salir de la habitación, siendo detenido por un estridente golpe que cayó junto a su cara y que hizo que la puerta se cerrase de nuevo.

 

Un golpe de la puerta, una mano empuñada junto a su cara, un cuerpo detrás del suyo y un tibio aliento en la parte desnuda de su cuello.

 

-          O-oye, ¿qué…? – titubeó nervioso – Déjame ir, por favor…

 

-          Te mantuve a salvo, todo este tiempo y tú, simplemente, ¿te vas con otro hombre?

 

-          ¿Eh? Oye

 

-          Cuando te vi entrar en mi local la primera vez… - susurró esa voz, disparando mil golpes eléctricos por toda su columna vertebral.

 

-          ¿E-en, en tu local…?

 

En su local, la primera vez, en su local, su local, su local… ¿Quién era esta persona? De pronto una idea cruzó su mente. Sin pensarlo dos veces se dio vuelta y le enfrentó, notando que su corazón se detenía por una fracción de segundos y su aliento quedaba dentro de sus pulmones.

Él, este hombre frente a él. Lo conocía, sabía que lo había visto antes.

 

-          Tú… y-yo, yo te he visto antes

 

-          ¿Lo hiciste?

 

-          S-sí, tú, tú eres el ‘Jefe’ ¿cierto?

 

Una sonrisa socarrona y ronca rompió el silencio. Kibum vio la curvatura de una sonrisa y unos pocos dientes blancos detrás de esa boca y le fue imposible no sonreírle a cambio; al fin, ¡al fin estaba frente a frente con el tipo detrás de la ventana!

 

-          Oh, bebé, no hagas eso…

 

El cambio en su tono de voz, la mano en su mejilla y la frente junto a la suya le tomaron por sorpresa, ¿Había dicho algo malo? Eso daba lo mismo, el tipo le estaba tocando, alguien le estaba tocando, alguien le decía palabras cursis en un tono sexy ¡Aleluya Kim Kibum!

 

-          Ha-hacer, hacer ¿qué…?

 

-          Sonreír de esa forma – dijo mezclando sus alientos – Me pone duro, ¿ves?

 

Sobre su vientre sintió el roce de una importante erección que le hizo cerrar los ojos y morder su labio, ¿Cuánto tiempo había pasado desde que alguien lo provocaba de esa manera? ¿Quién había sido el último que se pusiera de esa forma por su causa? Y sin contar a Hyeong Seop claro está. Nadie. Él, el ‘Jefe’ era el primer hombre después de mucho tiempo que veía en él, a alguien que podía provocar cosas, generar sensaciones físicas y ser utilizado como una herramienta para el propio deleite.

 

-          Di-dijiste, dijiste que me habías visto – su voz débil y sometida a los roces ajenos - ¿Cu-cuándo…?

 

-          Hace más de un año, te sentaste junto a mí en la barra y me miraste…

 

-          ¡¿Eras tú?!

 

-          Era yo…

 

-          ¡¿Por qué no te vi de nuevo?! ¡No tienes idea de todas las veces que quise preguntar por ti y nunca supe nada!

 

-          Primero, porque me corrí en los pantalones cuando me sonreíste – admitió en una risa floja – segundo, porque mi personal tenía órdenes de no darte información sobre mí y tercero, porque no estabas preparado…

 

-          ¿Pre-preparado? Preparado ¿para qué?

 

-          Para mí…

 

-          ¿Para ti?

 

-          Sí, para mí…

 

Claro, ahora comprendía. Si Kibum no podía ser atractivo para un simple mortal, ¿Qué chances tenía de ser deseado por un tipo como el ‘Jefe’? quizás un 0,1% si es que no menos. El hombre era imponente, musculoso e intenso. Su mirada en la oscuridad brillaba en ojos grises, su cabello rubio platinado peinado perfectamente, rapado cerca de su cuello. Sus facciones, su boca, incluso su maldito traje de diseñador, todo gritaba ‘perfecto’ y Kibum no tenía ni una sola oportunidad con él.

Con cuidado posó sus manos sobre el torso ajeno y lo apartó, empujándolo para mantener una distancia segura con él. Si no iba a pasar entre ellos, entonces, ¿qué caso tenía seguir ahí? Avergonzado le miró y sonrió tratando de no llorar de la vergüenza.

 

-          E-entiendo, lo entiendo –murmuró – Disculpa por hacerte preguntas tontas pero no te preocupes, no te volveré a molestar…

 

-          Hey, bebé

 

-          Pasé mucho tiempo yendo a tu local esperando conocer a alguien como tú, ¿sabes? Pero creo que ya no es lo mío – rio – De todos modos, recomendaré el “Coyote”, la piña colada es muy buena…

 

-          No, Kibum, escucha

 

-          ¿Me puedo ir? – le ignoró volteándose – Quiero irme

 

-          Cariño, no sigas

 

-          Deja que me vaya, por favor, no me humilles más

 

-          ¿Humillarte? ¡¿Por qué dices que te humillado?!

 

-          Porque entiendo que un hombre de poder como tú quiera tener a jóvenes tontos y feos como yo rendidos a sus pies, el otro tipo dijo eso y ya ves, me golpeó cuando me negué a hacer algo más con él…- añadió volteándose - ¿Tú también me golpearás? Si quieres hacerlo al menos no lo hagas en la cara, por favor…

 

-          ¡Nooooo, bebé, no, no cariño, no!

 

Las manos de Jonghyun viajan rápido a sostenerlo por las mejillas y sus ganas de tocarlo se reducen a ese gesto y a su frente contra la del rubio que temblaba bajo su cuerpo. ¿Qué te he hecho? Fue lo primero que pensó cuando notó lo disminuido que se sentía bajo sus manos. Ahora las palabras de Minho tenían mucho sentido; le había destruido. Jonghyun había pisoteado la personalidad y el orgullo de Kibum desde que le prohibió a todo el mundo que se acercase a él aun cuando él mismo no se atrevía a reclamarlo por el temor a que lo juzgase por sus gustos personales.

Kibum, su hermoso tesoro, no era nada más que un puñado de inseguridades y temores por su causa y ahora, debía ser él quien le devolviese el poder que había ejercido en su cuerpo y en su ser esa vez hace casi dos años cuando en una sola sonrisa le dio el más inesperado y delicioso orgasmo que pudo vivir.

 

-          ¿No me vas a golpear?

 

-          No cariño, no al menos que quieras que lo haga… - dijo tentando a su suerte, si no era ahora, entonces no sería nunca.

 

El chico se alejó de su agarre y le miró confundido, lleno de preguntas y miedos por hacerlas y recibir quizás una respuesta que no le fuese grata de oír.

 

-          Kibum, yo lo siento mucho…

 

-          Es segunda vez que dices mi nombre, ¿Cómo lo sabes?

 

-          Yo sé todo sobre los clientes de mi local, es parte de mi trabajo…

 

-          ¿Qué más haces por tus clientes?

 

-          Les busco sus potenciales intereses, les doy contactos o bien, los saco de mi local si rompen alguna de mis normas…

 

-          ¡Vaya! Quizás debí pedirte ayuda en un principio – rio nervioso pasando a su lado – a lo mejor así al menos, habría sabido cómo conquistar a algún chico…

 

-          ¡No! ¡NO!

 

Kibum se disminuye cuando oye al ‘Jefe’ gritar de esa forma, tomando la silla que estaba junto a la cama y lanzándola lejos hacia la pared opuesta, quebrándola.

 

-          Yo te mantuve a salvo todo este tiempo, ¡YO LO HICE! Y nadie, ¡NADIE! Va a poner un solo dedo sobre ti, ¿me escuchas? – le gritó sin estar consciente de lo que le decía - ¡Yo te guardé, para mí, SOLO PARA MÍ!

 

-          T-tú, ¿Tú me guardaste? ¡¿Qué quieres decir con eso de que me mantuviste a salvo?! ¡Dime!

 

-          Yo les ordené a mis empleados que apartaran de ti a todos quienes intentasen acercarse con otras intenciones…

 

Se siente bien, ¡Vaya que se siente bien poder quitarse de los hombros el peso de dicha confesión! Solo que, el rostro inaudito de Kibum, le decía que estaba bastante lejos de darle las gracias por eso.

 

-          Si yo no podía tenerte, entonces nadie te tendría… - puntualizó mirándolo con temor – Pero yo, yo, yo tenía miedo de asustarte así que simplemente, dejé que pensaras que no eras  lo suficientemente atractivo para los demás. Yo te destruí, ¿entiendes? ¡yo lo hice!

 

-          Y-yo, yo no sé qué decir…

 

-          No tienes que decir nada – dijo volteándose, sus manos barriendo las hebras rubias de su cabello para luego posarse sobre sus caderas, sobre el límite de su cinturón de cuero negro – Debes pensar que soy un maldito psicópata controlador y lo soy, así que es mejor que te vayas, y tampoco vuelvas más al “Coyote”

 

-          ¿Por qué me echas?

 

Sus pasos acercándose.

 

-          ¿Por qué me guardas para ti y luego, me desechas, mi ‘Jefe’?

 

¡Oh mierda! Un par de manos que se enredaron por su cintura le hicieron dar un saltito nervioso. Cuando fue consciente, notó que eran las de Kibum que lo abrazaban, sintiendo además la cara del chico dando caricias en la curvatura de su trasero, ¿Estaba arrodillado tras él? con sutileza se volteó y se ahogó en su propio aliento cuando la cara del chico estaba frente a frente con su contenida erección y ¡Demonios sí, estaba arrodillado y se veían jodidamente sexy de ese modo!

 

-          ¡Oh bebé, te ves tan hermoso allá abajo!

 

-          ¿Te gusta?

 

-          Sí, me encanta – afirmó enredando sus dedos en el rubio cabello ajeno, deleitándose con ver a Kibum tentar su boca contra su pelvis mientras lo miraba – No sabes lo que haces bebé…

 

-          Sí, lo sé

 

-          No cariño, yo soy peligroso para ti, todo este tiempo me conformé con mirarte porque no era capaz de reclamarte sin lastimarte…

 

-          No me harás daño, mi ‘Jefe’ por favor, sé que te pertenezco, así como espero tú seas mío, no me deseches – insistió – No supe por qué seguía yendo al “Coyote” si sabía que al final de la noche me iría solo a casa pero yo, yo simplemente tenía la necesidad y ahora sé por qué…

 

-          Dime el motivo…

 

-          Por ti, mi ‘Jefe’ por ti… saber que estabas allá arriba, controlándolo todo, quizás, tal vez, mirándome…

 

-          Lo hacía bebé, cada noche, todo el tiempo… - admitió – Supieras todas las veces que me corrí pensando en ti…

 

-          ¿Pensabas en mí mientras te masturbabas? – su mano rozando el bulto ajeno.

 

-          ¡Sí, sí! – gimió cerrando los ojos y dejando caer su cabeza hacia atrás cuando Kibum pasó la lengua sobre su pantalón.

 

-          ¿Me imaginaste haciéndote esto, mi ‘Jefe’?

 

-          ¡Sí bebé, mierda, sí que lo hice!

 

-          Dime, ¿qué más imaginaste?

 

-          Tantas cosas bebé, tantas, que tendría que encerrarte en mi cuarto de por vida para hacértelas todas…

 

-          Hazlo…

 

 Jonghyun soltó el agarre sobre el pelo de Kibum y le miró hacia abajo. El chico estaba sentado sobre sus talones con ambas manos en sus muslos. Sus ojos brillaban en un tierno suplicio y mordía su labio inferior con ansiedad.

¿Qué pasaría si aceptaba? ¿Qué iba a ser de él si reclamaba a Kibum como suyo? ¿Acaso terminaría también como su último sumiso, en el hospital por su falta de control? No, no podía hacerle esto a él, no después de haberlo mantenido a salvo de él mismo, no podía ahora simplemente pasar aquello por alto y lastimarlo con su bestialidad.

 

-          Kibum, cariño, debes saber que la última vez… - suspiró – Mi último sumiso terminó en un hospital con lesiones graves por mi causa…

 

¡Listo lo había dicho! Y sí, Kibum tenía la cara que esperaba tendría cuando le dijese al fin aquello. Ahora lo vería como un monstruo y él no podría hacer nada para evitar eso. Jonghyun retrocedió un par de pasos y respiró varias veces para controlar su libido de ver al chico arrodillado frente a él; Kibum sin duda era el más preciado tesoro, un sumiso con cada una de sus letras.

Tanto tiempo conteniendo las ganas de reclamarlo y ahora, cuando fue hasta las “Mazmorras” a sacarlo de ahí y le encontró en el suelo del baño, lleno de sangre e inconsciente; ahora que le había llevado a su departamento, le había prestado ayuda médica y lo había cuidado durante toda la noche; ahora que al fin pudo tocarlo y tenerlo cerca, era cuando debía hacerse responsable de sus errores del pasado y dejarlo ir. Él sería un dom sin sumiso e iba a jurar dejar que Kibum encontrase a alguien que sí pudiese reclamarlo como él no iba a poder hacerlo nunca.

 

-          ¿Estuviste, cuidándome de ti todo este tiempo?

 

-          Sí, lo hice…

 

-          ¿Es por eso que desde la única vez que te vi, nunca más bajaste a la barra?

 

-          Sí

 

-          ¿Y ahora que estoy aquí, frente a ti, me rechazas? ¿No soy suficiente bueno para ti, mi ‘Jefe’?

 

-          Bebé, eres, perfecto para mí, siempre lo supe…

 

-          Entonces reclámame…

 

-          Kibum…

 

-          Por favor, hazlo, mi ‘Jefe’, por favor – rogó arrastrándose hacia él para abrazarlo por las piernas y sollozar contra éstas – No he tenido un amo desde que supe que el sentido de mi vida llegaría cuando me sometiera a alguien, no quiero seguir solo sin alguien que cuide de mí, por favor, hazme tuyo, seré bueno, lo juro, haré lo que tú quieras, mi ‘Jefe’…

 

Cuando él me mira, cuando él me mira me pongo tan débil

 

¡Qué demonios! Ya tenía suficiente. Su pene estaba duro a más no poder de tan solo verle abrazado a sus piernas mientras le rogaba por sus atenciones, por su cariño, por su dominación. Jonghyun siempre supo que Kibum era un sumiso y a su vez, Kibum, sin siquiera saber que ‘Jefe’ era el mismo hombre que estaba sentado a metros de él en la misma barra, sabía que él sería su nuevo amo. Y lo quería, como nada en el mundo quería ser sometido por ese hombre.

 

-          Por favor…

 

-          Si das un paso, no te dejaré ir bebé – le advirtió, acariciando dulcemente las hebras de su cabello – Si cedes ante mí, te tomaré entero, te consumiré y seré dueño incluso de tus pensamientos…

 

-          Sí, mi ‘Jefe’, sí, por favor…

 

-          Soy un amo posesivo Kibum, no comparto, no hago nada que tú no estés de acuerdo con hacer; no te tomaré si no quieres, no te zurraré si no deseas que lo haga, tú pondrás los límites que desees y los respetaré pero si me traicionas – añadió tomándolo sorpresivamente por el mentón, en un fuerte agarre que le asustó – Si me engañas de cualquier forma, me desharé de ti y te hundiré tanto, que no querrás volver a ver la luz del sol y tendrás que vivir con tu traición a cuestas por el resto de tu vida Kibum…

 

-          No mí ‘Jefe’, no te traicionaré…

 

-          Barreré el piso contigo si me rompes el corazón, ¿entiendes?

 

-          Lo hago, y no, juro que no romperé tu corazón mí ‘Jefe’…

 

-          ¿Lo prometes?

 

-          Con mi vida, sí, te lo prometo…

 

¡Maldición! Pensó Jonghyun cuando vio en los ojos gatunos de Kibum el poder de sus palabras llenas de pura sinceridad. La honestidad del chico, hizo que su sexo doliera dentro de su ropa interior; necesitaba tenerlo, ¡era imperativo que lo hiciese! Había puesto sus cartas sobre la mesa y Kibum había hecho su jugada, ahora era tiempo de ir por la apuesta y ganar el premio mayor.

 

-          ¿Tienes alguna duda? ¿Deseas preguntar algo?

 

-          Tu nombre – susurró mirándolo con temor - ¿Cuál es tu verdadero nombre mí ‘Jefe’?

 

Y otra punzada de placer, ¿Es que cada cosa que saliera de la boca del rubio le iba a provocar un dejo de placer? Jonghyun estaba seguro que si Kibum decía algo más en ese tono de voz que tenía, iba a correrse por segunda vez en sus pantalones.

 

-          Kim Jonghyun, ese es mi nombre…

 

-          Tú, ¿Eres de esos amos que buscan más de un sumiso a la vez? – dijo muy bajito – Yo, sé que no tengo derecho, pero no estoy seguro que pueda soportar verte follar con alguien más mí ‘Jefe’, eres demasiado atractivo y poderoso, pero yo soy celoso y, si buscas el culo de alguien más o planeas hacerlo, entonces déjame ir, no quiero que rompas mi corazón…

 

-          No bebé, yo ahora soy un amo fiel y monógamo…

 

-          ¿Ahora…?

 

-          Cuando estaba siendo instruido, busqué mi identidad y probé de todo; engañé a mi sumiso con otros y estuve con más de uno al mismo tiempo… - confesó notando la tristeza en los ojos del meno – Pero de eso ya ha pasado demasiado tiempo…

 

-          Por el mismo motivo, ¿no piensas que esos deseos pueden volver a ti de nuevo?

 

-          No, no lo hago – dijo ahuecando la mejilla ajena en su mano, disfrutando cuando Kibum se acarició contra su ésta – Desde mucho antes de conocerte me prometí que cuando encontrase a mi tesoro, le sería fiel por el resto de mi vida…

 

-          Yo te seré fiel mí ‘Jefe’, lo seré…

 

-          Lo sé bebé, lo sé, ahora… ponte de pie – le ordenó.

 

Sin titubear, Kibum lo hizo. Sus ojos se encontraron con los de Jonghyun y le sonrió; ya no había nada más que decir, las normas estaba establecidas, los compromisos hechos y ahora solo faltaba consumar todo.

 

-          Cierra los ojos – dijo esperando a que el chico lo hiciera – ahora dime, ¿cuál será tu palabra de seguridad?

 

-          ¿Eh?

 

-          No iremos rápido, no hoy, no te asustes bebé, pero sabes que necesito que tengas tu palabra de seguridad, no nos conocemos íntimamente y tengo que saber cuándo debo detenerme, no quiero lastimarte…

 

-          Uhm, y-yo, yo no sé qué es una palabra de seguridad mí ‘Jefe’

 

Sumiso primerizo, pero ¡qué suerte tenía!

 

-          Por ejemplo, si tu palabra es ‘verde’, sabré que debo seguir con lo que te hago – le explicó mientras caminaba en círculos alrededor de él – si es ‘amarillo’ sé que tendré que tener cuidado y si es ‘rojo’ entonces me detendré por completo, ¿entiendes?

 

-          S-sí, entiendo…

 

-          Entonces, ¿Cuál es tu palabra de seguridad bebé?

 

-          Piña colada…

 

-          ¿Cómo?

 

-          Piña colada – repitió conteniendo una risa traviesa – esa es…

 

-          Bien, como quieras, ahora, ¿prometes que la dirás cuando sientas que sea el momento de hacerlo?

 

-          Lo prometo

 

-          Bien…

 

-          Ahora ¿qué?

 

-          No, no, no bebé, tú no pides nada, yo te doy, ¿entiendes?

 

-          S-sí, entiendo…

 

-          Ahora abre los ojos, quítate la ropa y déjala doblada sobre la cama

 

Prenda por prenda, Kibum se deshizo de su ropa y prenda por prenda, Jonghyun perdió un poco de raciocinio. Cuando lo tuvo desnudo frente a él, volvió a confirmar que el chico era incluso más perfecto de lo que se imaginó.

 

-          ¡Vaya bebé, eres, perfecto! – gimió sin poder evitar acomodar la cremallera de su pantalón; ya comenzaba a dolerle, ¿por cuánto tiempo más iba a tener que aguantar esa dolorosa erección? - ¡Incluso estás rasurado! Bellísimo, muy hermoso…

 

-          ¿Lo soy?

 

-          Lo eres, cada centímetro de tu cuerpo – continuó hablándole lenta y seductoramente, viendo los efectos de sus palabras en el menor – No puedo esperar a tenerte bebé…

 

-          Yo tampoco mí ‘Jefe’

 

-          Pon  tus manos detrás de tu cuello...

 

-           ¿Eh?

 

-          Tus manos-detrás-de-tu-cuello y no las muevas - le ordenó paseando a su alrededor, mirándolo de pies a cabeza - Abre las piernas...

 

Kibum lo hizo y al instante suspiró y se sobresaltó cuando sintió una mano deslizarse por su espalda desnuda hasta la curvatura de su trasero, introduciendo ahí una caricia tímida pero demasiado insinuadora.

 

-          Desde que vi este culo, supe que sería mío… - susurró en su cuello, calentando la piel de esa zona - ¿Es mío, cierto?

 

-          S-sí, sí…

 

-          Sí, ¡¿Qué?!

 

-          Sí, jefe, mi ‘Jefe’, mi culo es tuyo, solo tuyo…

 

-          Yo no soy tu jefe bebé… - dijo en un gemido cuando su dedo traspasó el límite corporal del rubio, introduciéndose en él – Yo ahora soy tu Señor, ¿me oyes? Tu Señor…

 

Jonghyun movió su dedo un poco más dentro del cuerpo del rubio, deleitándose por lo receptivo y cálido que se sentía hasta su nudillo. Apenas oyó a Kibum que le respondía mientras él retiraba su mano de la parte trasera del otro cuerpo y se lamía el dedo, introduciéndolo en su boca.

 

-          ¡Oh bebé, sabes delicioso! Tu culo incluso quiere que me lo coma – gimió totalmente excitado - ¿Quieres que me coma tu culo?

 

-          S-sí, sí Señor, sí…

 

-          Claro que quieres, mira tú hermoso pene…

 

El agarre de Jonghyun fue cálido y suave, y el movimiento de su mano contra su sexo envío millones de excitantes descargas de placer, que le hicieron flaquear las rodillas y soltar un respiro.

 

-          Está goteando por mí, mira como tú pene ruega porque me beba tus jugos, apuesto a que saben exquisito, ¿sabes delicioso bebé?

 

-          N-no, no lo sé Señor, no lo sé, nunca me he probado a mí mismo…

 

-          Oh, eso entonces tendrá que cambiar

 

Kibum sabía que había dos posibilidades para que Jonghyun lo probase; la primera era que lo tocara y con sus dedos le diera a probar de su propio pre semen y la segunda…

 

-          ¡Oh mi Dios, SEÑOOOOR!

 

Sí, Jonghyun había optado por la segunda opción. Kibum ni siquiera alcanzó a darle forma a esa chance, cuando la lengua de su amo se arrastró por toda la extensión de su erecta masculinidad, absorbiendo sus fluidos en su boca para luego besarlo rudamente, introduciendo con su lengua y saliva, los rastros de pre semen que le daba a probar.

Era exorbitante, fuera de toda lógica. El beso, la lengua de su amo, su pre semen mezclándose en ambas bocas. Era excepcional.

 

-          Eres muy bueno bebé – susurró contra los labios ajenos – tu pene es delicioso…

 

-          Gracias mi Señor…

 

-          Pero tú culo, tu culo me ha tenido alucinando un año completo

 

-          ¿Lo ha hecho?

 

-          No seas engreído Kibum – le reclamó evidentemente molesto - ¡No me gusta que aparentes!

 

-          Lo si-siento, lo siento Señor…

 

-          Yo soy un amo posesivo y cariñoso Kibum, pero no aguantaré que seas un engreído de mierda, ¡¿Entiendes?!

 

-          E-entiendo, señor, entiendo…

 

-          ¡Maldición bebé, me excita que me enojes! ¡Ve a la cama, manos en el cabezal, rodillas al colchón y no mires atrás!

 

-          S-sí, sí señor…

 

Jonghyun vio aturdido cómo Kibum contoneaba su cuerpo hacia la cama y gateaba hasta ésta, ubicándose del modo en que le había indicado. Desde su posición, tuvo vista privilegiada del trasero del rubio, de sus muslos desnudos y sus piernas abiertas, de sus hermosos testículos rasurados y tensos por la excitación de su sexo. La espalda del menor subía y bajada al compás de su respiración y su cabello brillaba a la luz de la luna.

Se tomó su tiempo en desnudarse mientras contemplaba su hermoso paisaje sobre la cama. Con cada minuto que pasaba, Jonghyun podía jurar que Kibum se excitaba más con su espera. Cuando estuvo listo, caminó hacia un costado de la cama y se arrodilló tras el menor, notando cómo se tensaba al sentir su cercanía.

 

-          Te voy a castigar bebé – dijo en un romántico susurro al mismo tiempo que deslizaba su mano por la piel de la espalda de Kibum hasta su trasero en caricias suaves y delicadas que hacían gemir al menor y palpitar su pene - ¿Entiendes por qué?

 

-          Porque fui engreído, Señor…

 

-          Sí bebé, no te creas más de lo que eres, no me gusta – y otra caricia más junto con un beso que depositó en el hombro ajeno y que obtuvo como respuesta un fuerte jadeo – Tu inocencia y sencillez me cautivaron la primera vez que te vi, no pierdas nunca eso…

 

-          No Señor, no lo haré…

 

-          Te voy a zurrar, diez veces y quiero que cuentes después de cada golpe…

 

-          S-sí, sí señor… - titubeó nervioso.

 

-          ¿Tienes miedo bebé?

 

-          N-no, estoy, estoy ansioso Señor…

 

-          Sabes que no te haré daño, ¿cierto? – murmuró contra su oído, mojando el lóbulo con su lengua – Tienes tu palabra de seguridad, pero desearía que no la usaras esta vez, debes aprender a conocerme y tienes que soportar mis castigos, ¿comprendes?

 

-          Sí, lo hago señor…

 

-          Bien… eres tan perfecto bebé, tan perfecto – dijo apartándose, momento que aprovechó de llevar su mano contra la nalga derecha de Kibum, quien al sentirlo se sobresaltó por haber sido tomado de improviso – no te oí contar bebé…

 

-          ¡Uno Señor!

 

Otro golpe.

 

-          ¡Dos Señor! – gritó cerrando los puños contra el cabezal de madera de la cama; le estaba pegando más fuerte de lo que esperaba - ¡Tres Señor!

 

Una sutil caricia pasó por su nalga golpeada y no entendió cómo, pero Kibum supo que su sexo se puso aún más tenso del placer; era extraño, doloroso, pero excitante al mismo tiempo. Tanto, que no pudo evitar gemir.

 

-          Tu cerebro no puede diferenciar bien el dolor del placer, bebé… - golpeó.

 

-          ¡Cuatro Señor!

 

-          El lugar donde se almacena el dolor físico, es el mismo en donde el cerebro reconoce el placer…

 

-          ¡Cinco Señor! – golpe - ¡Oh, Dios, SEIS SEÑOR!

 

-          Por eso te excita que mi mano te golpee… - añadió agachándose para lamer la piel roja y sensible por los golpes de su mano - ¡Maldición bebé, mi mano está marcada en tu culo en un hermoso tono rosa, deberías verlo! Es bellísimo…

 

-          ¡SIETE SEÑOR! ¡Cielos Señor, siete, siete!

 

¿Era posible llorar del placer? Kibum no lo supo hasta ese momento, aunque no estaba seguro si lloraba por el placer de las caricias de Jonghyun después de cada golpe o por el roce de su pene contra la entrada de su cuerpo, o bien lo hacía porque realmente le estaba infringiendo un dolor que en fondo no quería que acabase.

Sea el motivo que fuese, esas lágrimas se sentían geniales; Jonghyun era un amo poderoso y ahora que se estaba sometiendo a sus normas, podía comprender mínimamente los temores que el hombre había tenido para reclamarlo; cada golpe le decía de un autocontrol que bordeaba en desaparecer, pero al mismo tiempo, le hablaba de lo sutil y delicado que era con cada caricia, beso y lamida que le daba.

 

-          Mira este lindo agujero que tienes bebé…

 

-          ¡OCHO SEÑOR!

 

-          Me lo comeré, ¿quieres que te folle con mi lengua Kibum?

 

-          ¡N-NU-NUEVE SEÑOR, NUEVE!

 

-          Tomaré eso como un sí…

 

Su espalda se arqueó en un contradictorio movimiento cuando sintió que el límite de su cuerpo era invadido por la lengua de su amo, que lo rodeaba y acariciaba, humedeciéndolo por completo. El agarre al borde del cabezal de la cama se hizo más intenso, sus gemidos llenaban la habitación y sus caderas no pudieron evitar moverse al encuentro de la boca de Jonghyun, quien se lo devoraba con tantas ganas, bebiéndose todo de él, entrando una y otra vez.

 

-          ¡Oh, Señor, Señor…!

 

-          Eres tan valiente bebé – le dijo limpiándose los labios después de probarlo, aventurando sus dedos a ese punto, jugueteando con ellos ahí – Has soportado esto muy bien… - y un par de dedos invadiéndolo – Si pudieras ver cómo tu cuerpo se come mi mano, te sientes tan cálido bebé, ya deseo meter mi pene en este culo exquisito que tienes, ¿Quieres eso?

 

-          ¡Sí, SÍ SEÑOR, sí, por favor!

 

-          ¿Quieres mi pene golpeando este culo tuyo?

 

-          ¡Sí, Sí Señor!

 

-          Entonces lo tendrás bebé…

 

Y con eso llegó el último golpe, el más fuerte, tanto, que Kibum incluso sintió las uñas de Jonghyun rozar su carne, lastimándolo al mismo tiempo.

 

-          ¡DIEEEEEZ, DIEZ SEÑOR, DIEZ! – gritó sin poder prever lo que vendría después. Su cuerpo no alcanzó a descansar de la intensidad de su castigo, cuando un punzante ardor le quemó su interior.

 

Asustado giró su cabeza para ver por sobre su hombro cómo Jonghyun mordía su labio y dirigía su sexo a su interior; sin mayores preparativos, sin lubricantes ni nada, simplemente así; piel con piel. El agarre en su cadera se hizo intenso y posesivo cuando avanzaba centímetro a centímetro dentro de Kibum.

 

-          ¡Dios, Señor, no, n-no me lubricaste!

 

-          Esto es parte de tu castigo bebé – respondió apenas, conteniendo las ganas que tenía de ingresar de un solo golpe – Tu primera vez será así, sin nada de por medio, solo nuestros cuerpos, solo tú culo, mi pene y mi semen llenándote, nada más…

 

-          ¡Du-duele, Señor, me duele!

 

-          Aguanta bebé, sé que puedes…

 

-          ¡Oh, mierda, Señor, es…! – gimió otra vez, cuando Jonghyun hizo un movimiento circular y aprovecho esa distracción para entrar otro poco más - ¡Más, entra más, por favor…!

 

-          Buen chico…

 

Jonghyun tuvo que morderse el labio y ahogar un gemido cuando ingresaba en él. Durante ese tiempo tuvo varias ideas de cómo sería tener a Kibum rodeándolo, aceptándolo. Pero nunca pensó que sería tan exuberante. Todo lo que pudo imaginar alguna vez, quedó corto. Kibum, Kibum era sin duda excepcional. Jonghyun estaba seguro que ni siquiera Kibum tenía una idea de qué tipo de sumiso era, pero ya tenía algún atisbo; era un sumiso generoso, dócil, generoso y cariñoso, pero así como era tantas cosas que él encontraba excitante, tenía la certeza que le traería más de un problema. Lo que Kibum tenía de sutil, lo tenía de cabrón, eso era evidente.

 

-          ¡Oh, bebé! – gruñó desde lo más profundo de su garganta – Tu cuerpo, tu cuerpo calza perfecto en mí, deberías ver cómo me rodeas, es hermoso…

 

Kibum lo sabía, podía sentirlo. Jonghyun era impresionante a la vista y en tamaño. Notar cómo su cuerpo se amoldaba al sexo del hombre y le provocaba exquisitas cosquillas, fue lo que necesitaba para confirmar que él era el amo que supo respondería a sus necesidades y a quien le daría toda su fidelidad. Jonghyun era el amo que controlaría sus deseos de libertinaje y que le enseñaría a obtener el máximo placer en su vida. Él era lo que anhelaba verdaderamente y ahora estaba seguro que estar así, con el hombre anclado en lo más hondo de su cuerpo, era lo que le faltaba a su vida.

Insistente se movió buscando su placer, estremeciéndose cuando un golpe eléctrico subió por su vientre al resto de su cuerpo. Las manos de Jonghyun se apretaron en los huesos de sus caderas tan fuerte, que estaba seguro dejaría marcas y el gruñido animal que oyó de la garganta del hombre, le excitó a más no poder; necesitaba que lo tomara como suyo, anhelaba sentirlo.

 

-          ¡Señor, SEÑOR, por favor, por favor…!

 

-          No me gusta que te anticipes… - dijo tomándole por el pelo para tirárselo y obligarle a arquear la espalda. De esa manera, sus mejillas quedaron rozándose unas a otras y los músculos internos de Kibum lo aceptaron incluso más adentro, aturdiéndolo – Yo marco el ritmo bebé, el pene el mío, ¿entiendes?

 

-          Por favor…

 

-          ¡¿Entiendes?! – exclamó gruñéndole en el oído para luego morder un trozo de su cuello.

 

-          Sí, se-señor, entiendo, perdóname por favor

 

Y eso, lo llevó a la locura. Ver a Kibum pedirle perdón, notar cómo lloraba o de la culpa, o del placer lo dejó maravillado. Ver cómo sus sollozos silenciosos se mezclaban con suaves gemidos activó toda su hambre interna.

Este era su tesoro, su objeto y propiedad más preciada, su otra mitad, su trozo de alma perdida. Tantos años siendo un dom sin sumiso, le habían hecho ser paciente con la vida pero ahora que tenía a su verdadero sumiso estaba seguro que estar solo había valido completamente la pena.

 

-          Perdóname Señor, por favor, perdóname, soy tan inexperto…

 

-          Oh bebé… - susurró besándole el cuello, los hombros, la espalda – Eres tan perfecto, tan perfecto

 

-          No me deseches Señor, cometí un error, no volveré a pedir más de lo que me das…

 

-          Bebé, puedes pedirme todo lo que quieras – dijo moviéndose lentamente hacia él – Todo lo que quieras te lo daré, todo lo mío ahora será tuyo…

 

-          Señor, te esperé tanto tiempo, no quiero que te avergüences de mí

 

-          No lo hago bebé, eres justo lo que esperaba

 

Y otro movimiento de su pelvis contra el cuerpo junto al suyo, haciéndolos gemir.

 

-          Eres incluso más de lo que quería… - gimió rodeándolo por la cintura, sus caderas moviéndose lento, pausado y dolorosamente excitante – siente, siente cómo nos pertenecemos, ¿Notas cómo me tienes? ¿No es hermoso sentir que encajamos tan perfectamente?

 

-          Mi Señor es sublime…

 

-          No cariño, tú eres sublime, tu cuerpo, tu piel, todo de ti…

 

Sus embestidas lentas y tímidas se mezclaban con gemidos contenidos de Kibum, las manos en los muslos de Jonghyun se apretaban en un evidente deseo de no insistir más de lo que debía.

 

-          Mi Señor es cruel…

 

-          ¿Soy cruel?

 

-          Sí Se-señor, ¡mi Señor! – jadeó cuando un movimiento más rápido y certero dio con su punto de placer, obligándole a cerrar los ojos con fuerza y gritar sin pudor.

 

-          ¿Por qué dices que soy cruel, bebé?

 

-          Porque se mueve lento dentro de mí y ambos sabemos que quieres romperme el culo con tu pene Señor…

 

¡Mierda Kibum!

 

-          Sé que mi Señor desea tomarme pero tiene miedo a hacerme daño, mi Señor tiene temores por su pasado…

 

-          Kibum

 

-          Fóllame Señor – le interrumpió volteando el rostro, jugueteando con sus narices – Sé que necesitas reclamarme como tuyo, así que por hoy, olvida las delicadezas y solo fóllame, mañana podrás ser tierno y compasivo…

 

-          No sabes lo que me pides bebé…

 

-          Quiero sentirte cómo eres realmente, no quiero que te contengas Señor, sé que deseas liberar la bestia de tu interior y yo anhelo saber a lo que me enfrento – añadió atreviéndose a acariciar la mejilla de Jonghyun, quien le miró atónito por su gesto – No te contengas más Señor, hazme lo que quieras del modo que quieras…

 

-          Bebé, ¿Cómo pude…? ¿Cómo pude demorar tanto en tomarte?

 

La nobleza de Kibum lo sobrecogió a un nivel insospechado. Su entrega, su docilidad pero su suspicacia y ternura le hicieron sentir una dolorosa contradicción, ¿Cómo iba a liberarse si esos ojos que le veían con tanto anhelo doblegaba hasta la última fibra dominante de su ser? ¿Cómo podía tomarlo sin cuidados si cada palabra de Kibum estaba tan delicadamente dicha?

 

-          No bebé… - susurró saliendo de su cuerpo ante la mirada confusa del menor – No te haré daño, lo prometí, quiero que confíes en mí no que me tengas miedo…

 

-          ¿Señor? Señor, ¿por qué? ¡¿Por qué?! Húndete de nuevo en mí – dijo recostándose de espalda, abriendo sus piernas y ofreciéndose sin pudor; con un evidente dolor en su voz - ¡Húndete de nuevo en mí, por favor!

 

-          Oh cariño…

 

Aquella postal, aquella postal era una tentación demasiado difícil de negar para Jonghyun.

 

-          Señor… - lloró ocultando su rostro con sus manos, juntando sus piernas y recostándose en posición fetal, evidentemente humillado – Señor, n-no, no me rechaces…

 

-          ¡Bebé, no bebé, Kibum!

 

Jonghyun se va contra él, abrazándolo contra su torso; una mano en su cintura y la otra en su cabello, en donde regó mil besos de perdón.

 

-          Sé que no soy como tú otro sumiso, sé que no soy muy bueno ni tan a tu nivel pero Señor, no me humilles más, no puedo soportar que me rechaces dos veces en una misma noche…

 

-          No te estoy rechazando bebé…

 

-          Señor, al menos tó-tómame, no me dejes con la sensación de no has podido si quiera obtener placer de mí – lloró compungidamente – satisface tus deseos con mi cuerpo, córrete en mí y entonces me iré y no me volverás a ver de nuevo, lo juro…

 

-          Amor, mi bebé, mi tesoro…

 

Dilo, díselo, ¡díselo Kim Jonghyun!

 

-          Perdóname por haberte convertido en esto cariño – susurró acariciándolo con exceso de ternura, notando cómo Kibum se empequeñecía en sus brazos – Te he hecho un hombre inseguro a causa de mi egoísmo, quise tenerte solo para mí sin notar la forma en que te hundía por mis propios temores – y un beso en la frente del menor – Te hice sentir como si no fueras alguien merecedor de cariño…

 

-          Me estabas cuidando

 

-          No bebé, estaba siendo cruel y bastardo contigo, pero no podía, no podía entregarte a alguien más…

 

Sus miradas se encuentras en ese momento; las pestañas de Kibum brillan por las lágrimas que quedan capturadas ahí y Jonghyun no puede evitar limpiarlas con sus besos.

 

-          Te dije que tenía mis demonios y tengo miedo de corromperte Kibum…

 

-          Señor, tienes todo lo que quiero para mí pero yo – suspiró – Yo no creo que sea suficiente para ti...

 

-          No, porque eres más de lo que pensé – le dice girándose sobre él, abriéndose un espacio entre los níveos muslos del menor – Eres hermoso, ¡Maldición bebé, no he podido sacarte de mi mente en todo este tiempo! ¡Me corrí cuando me sonreíste la primera vez que te vi y cada noche te soñaba de este modo; en mi cama, bajo mi cuerpo, gritando mi nombre!

 

Besos caen en el torso de Kibum y manos grandes y expertas lo tocan en los lugares idóneos. Su piel se eriza y su espalda se arquea al sentir la lengua húmeda de Jonghyun besar sus pezones, alternando esa degustación con suaves mordidas. Sus caderas se encuentran, sus sexos se rozan y sus gemidos son la única música en aquella habitación.

Alzó la mirada y sus ojos se reúnen con los ajenos cuando se acerca a besarlo con tanto ímpetu. El beso tiene una mezcla de deseo, con la dosis justa de romance y hambruna. Sus lenguas de tocan, sus labios son mordidos por la boca ajena y ambos gimen, respirándose mutuamente.

Jonghyun entonces busca las manos de Kibum, enlazando sus dedos sobre sus cabezas, moviéndose de tal forma, que su sexo llega solo y como un imán al cuerpo del menor. Sin dejar de mirarlo y besarlo con ternura, se hace de él con sublime experticia; solo su masculinidad contra la entrada al placer de Kibum.

 

-          ¡Señor, oh, Señor…!

 

-          ¿Sientes como mi pene reconoce que este culo es mío?

 

-          ¡Sí Señor, sí!

 

-          Bebé, tu cuerpo me absorbe por completo…

 

-          ¡Verde, verde, por favor Señor, verde! – Kibum estaba fuera de sí, fuera de él. Sentir a Jonghyun en su interior era más que excepcional - ¡Tan lleno mi Señor, estoy tan lleno de ti!

 

-          ¡Maldición bebé! ¡Ah!

 

-          Verde, fuerte y duro Señor, ¡Verde!

 

Y así fue. Jonghyun dobló sus rodillas bajo la cadera del menor y su pelvis se movió como un profesional hacia el interior de Kibum, en golpes certeros, profundos, intensos y sensuales. No era necesario ni siquiera usar sus manos para atraer al chico a él, Kibum simplemente se movía en su contra para hacer las estocadas más hondas y ardientes.

Se agachó a besarlo con desespero a medida que sus movimientos aumentaban y los músculos internos del rubio se contraían en torno a su sexo, maximizando todas las sensaciones, conduciéndolo cada vez más a ese orgasmo que se anticipaba a llegar.

 

-          ¡Oh, mi Señor! ¡Más, por favor, más!

 

-          Eres mío bebé – gruño liberando sus manos para llevarlas a los muslos del rubio para así alzar sus piernas en sus hombros, buscando un nuevo ángulo - ¡Arg, eres tan delicioso, tu culo, será mío por el resto de tu vida!

 

-          ¡Sí, sí, señor!

 

-          ¡Ah, Kibum, Kibummie, mi Kibummie!

 

-          Por favor, más duro, ¡más duro! – gritó arañando los pectorales del hombre sobre él, inclinándose a morderle los pezones y apretar sus nalgas para llevarlo más profundo - ¡Mi Señor! – gimió sin pudor, liberando su orgasmo - ¡JJONG!

 

Y eso fue todo. Oír su nombre dicho de eso forma de esa hermosa boca lo llevó a su límite. Kibum se sentía fenomenal, se veía hermoso con el sudor de su cuerpo haciendo brillar su piel, se oía sensacional con sus gritos, sus gemidos y jadeos pero fue ese Jjong, los ojos suplicantes que le miraban, la boca abierta por sus respiros y su cuerpo como ofrenda en un altar, lo que hizo que sus movimientos fueran erráticos y duros, haciéndole llegar al clímax, tensando cada músculo mientras su sexo disparaba su placer líquido dentro del cuerpo del menor.

Más penetraciones acompañaron su orgasmo y entonces pudo sentir cómo Kibum relajaba su cuerpo y al fin dejaba de exprimirlo tan a fuego como lo hacía. Jonghyun cayó saciado sobre el menor, con ambas manos apoyadas en el colchón, junto a la cara saciada del rubio.

Era ya más que perfecto, incluso más perfecto de lo perfecto que creía que era. La cara satisfecha de Kibum sus ojos cerrados, su respiración entre cortada, su cuerpo tembloroso, la sonrisa en sus labios. Todo, todo de él ya subliminal.

 

-          Hey, hola bebé… - susurró acariciando las hebras de su bello sudoroso - ¿Estás bien?

 

-          En la luna, allá estoy…

 

Jonghyun rio al oírle, deslizándose lentamente para salir de él.

 

-          ¡NO! – exclamó deteniéndolo – No te salgas, no todavía…

 

-          Eres muy estrecho bebé, me excitaré de nuevo

 

-          No importa, tan solo quédate dentro Jjong, un poco más

 

-          Jjong… - repitió acariciándolo mientras se miraban – Me gusta como lo dices

 

-          ¿No te molesta?

 

-          No, me gusta, Jjong, solo tú me has dicho de ese modo bebé…

 

-          Jjong… - susurró tocando el torso musculoso, deleitando su vista, sonriéndole.

 

-          ¿Cómo te sientes?

 

-          Satisfecho

 

-          ¿No te lastimé? Debí lubricarte, dilatarte pero no aguantaba las ganas de tomarte bebé, perdóname

 

-          No lo has hecho, tenías razón, nada fue necesario…

 

Su cuerpo se giró entonces, empujando a Jonghyun al colchón para quedar él sentado a horcajadas sobre su sexo, con ambas manos recorriendo sus pectorales, sus hombros y brazos musculosos, su abdomen marcado en hermosas curvas; comenzando a moverse lentamente, notando cómo Jonghyun crecía nuevamente en su interior.

 

-          Solo tú semen es más que suficiente para suavizarlo todo – gimió empalándose en el hombre bajo él - puedo sentir como te endureces de nuevo…

 

-          Tengo un año y medio de sexo por tener contigo bebé, ¿crees que serás capaz de lidiar con eso?

 

-          ¿Crees tú, mi Señor, que serás capaz de lidiar conmigo? – dijo seductoramente, hundiéndose cada vez más rápido.

 

-          ¡Oh Dios, ¿con quién me he metido?! – bromeó tomando a Kibum por las caderas para levantarlo y dejarlo caer violentamente por su pene, haciéndolos gemir – Y yo pensé que serías un sumiso inocente y puro…

 

-          Soy puro, tú has sido mi primer amo mi Señor, y espero que seas el último, es solo…

 

-          Es solo, ¿qué…?

 

-          Que me debes cada maldita noche que me tuviste en cuarentena por tu cobardía Señor, así que ahora, o me follas cada vez que quiera o me portaré mal, muy mal mi Señor…

 

-          Tengo la impresión que una zurra no será suficiente, ¿acaso te gusta que te castigue bebé?

 

-          Eso averígualo mi Señor, si eres tan bestial como dices, compruébalo tú mismo…

 

Dicho eso saltó de pronto, moviéndose lejos de él y poniéndose de pie en medio de la habitación, haciendo que su erección rebotase contra su vientre; pulsante, húmeda en pre semen y deseosa de aquel chico que se había salido de él sin ningún cuidado.

 

-          ¡Hey, ¿qué crees que estás haciendo?! ¡Te estaba follando!

 

-          No mi Señor, yo me follaba contigo – dijo enarcando una ceja – Ahora, ¿por qué no vienes hasta acá y me castigas de nuevo?

 

-          No seré sutil ahora bebé – respondió incorporándose de la cama – Me estás provocando y no me gusta que lo hagas sin yo poder controlarlo, ¿estás seguro que eres un sumiso bebé?

 

-          ¿Y tú estás seguro que eres mi amo, Señor?

 

-          Oh cariño, estás jugando con fuego… - gruñó avanzando hacia él, evitando que su dicha por capturarlo fuera demasiado obvia – Te puedes quemar…

 

-          Hazme arder entonces, quémame…

 

¡Oh mi Dios, mi cielo y mi infierno! Jonghyun gruñó cuando se abalanzó contra Kibum y lo tomó contra sus brazos, alzándolo del suelo entre risotadas, caminando con él mientras se besaban juguetonamente. El cuerpo del menor dio contra el muro adyacente y automáticamente abrió las piernas, enredándolas en torno a la cintura de Jonghyun, juntando sus sexos deseosos otra vez.

 

-          Me harás perder el control, ¿cierto? – jadeó llevándose consigo el labio de Kibum entre sus besos – Me volverás loco, ¿verdad bebé?

 

-          Averígualo mi Señor… - le dijo, gritando cuando sintió el sexo de Jonghyun ingresar otra vez en él – Tengo tiempo de sobra para que lo hagas…

 

-          Mi tesoro, mío…

 

-          Tuyo…

 

Soy una casa de cartas en un huracán,

Un paseo en la imprudente lluvia.

Él me corta y el dolor es todo lo que quiero sentir.

Baila lejos como un niño,

Él me vuelve loco, me vuelve salvaje.

Pero estoy indefenso cuando él sonríe, ¡Oh, cuando sonríe!

Cuando él sonríe, él sonríe

 

Abrió la puerta cuando no obtuvo respuesta a sus golpes. Del otro lado vio a su jefe tensarse nervioso cuando lo vio, acomodándose en su silla, ¿Le pasaba algo?

 

-          ¡Maldición Minho, debes tocar antes de entrar!

 

-          Lo hice, varias veces – se excusó – puedo salir y golpear de nuevo si quieres…

 

-          ¡Oh, no seas idiota y entra de una vez!

 

El moreno avanzó hacia el escritorio, viendo que algo le pasaba a su amigo; su cara estaba pálida, su respiración dificultosa y su frente bañada de una sutil cada de sudor.

 

-          Oye, hyung, ¿te sientes bien?

-          ¿Eh…?

 

-          Luces, tenso, ¿estás enfermo? – preguntó.

 

-          ¡Oh, no, no, para nada! Me siento, perfectamente, ¡ah!

 

¡Bingo! Minho carraspeó incómodo, dándose todo el tiempo del mundo en sentarse del otro lado del escritorio, cruzando una pierna sobre su muslo y sus brazos contra su torso. No, su amigo no estaba enfermo, al menos no por un virus. Lo que Jonghyun tenía era otra cosa y Minho, se daría todo el tiempo del mundo en confirmar sus sospechas.

 

-          Y, uh, hyung, ¿Cómo está Kibum?

 

-          ¡Ah! ¿Ah?

 

-          Kibum, ¿cómo está?

 

-          Bien, ¡Dios, está perfecto!

 

-          Las cosas entre ustedes, marchan bien, ¿cierto?

 

-          Sí, muy, muy bien…

 

-          Y dime, ¿le entregaste ya su regalo? – ‘Oh, allá vamos Choi Minho, has dado en el clavo’ pensó al ver cómo su amigo abrió los ojos y le regañaba en silencio – Has estado ya ¿cuánto, tres meses buscando el momento de entregárselo?

 

-          Eh, s-sí, algo así, sí…

 

Tres meses, dos semanas y cinco días; todo ese tiempo llevaba buscando el instante en poder darle a Kibum, la prueba de todas las dimensiones de su afecto. Desde su primera noche hasta ese entonces, ya llevaban ocho meses de una intensa y perfecta relación juntos. Jonghyun se había convertido en el amo de Kibum con todas sus letras, el tiempo compartido había sido de aprendizaje mutuo y ¡vaya sí que Kibum había aprendido cosas nuevas!

El chico no tenía límite alguno y juntos hacían hasta las cosas más impensadas. Kibum era el sumiso perfecto, pero sobre eso, era el hombre perfecto en la vida de Jonghyun; se amaban mutuamente, se deseaban a cada instante y solo mientras hacían el amor, las angustias mutuas y lo ajetreado de la vida desaparecían.

Ya hace unos cuantos meses que había adquirido lo que le hacía falta a Kibum para hacerlo parte de él mismo, para que todo el mundo supiera que le pertenecía y cuando Minho lo insinuó, supo que estaba cagado, literalmente.

 

-          Kibum está allá abajo, ¿cierto?

 

-          ¿Eh…?

 

-          Te la está chupando, ¿No es verdad? – preguntó viendo a Jonghyun titubear como nunca antes – Ya puedes salir Kibum, el olor a sexo me golpeó apenas entré en la oficina…

 

Por el borde del escritorio y por entre las piernas de Jonghyun, una rubia cabellera y sonrojadas mejillas se asomaron, sonriéndole mientras deslizaba la lengua por su boca, saboreándose.

 

-          Hola Minho…

 

-          Buenas Kibum, ¿todo bien?

 

-          Perfecto – respondió sentándose en las piernas de su novio, llevando una mano a la desatendida erección, masajeándola sin pudores - ¿Y tú? ¿Cómo estás? ¿Cómo es que siempre que vienes nos interrumpes? Veo que tienes un radar que detecta cuando nos follamos con Jonghyun…

 

-          Al parecer – río irónico, desviando su vista al pene de su amigo, que goteaba con el tacto del rubio a su alrededor.

 

-          ¿Te gusta lo que ves?

 

-          S-sí, sabes que sí…

 

-          Oh, cierto, nuestro amigo es un voyeur, ¿verdad amor? – gimió incorporándose antes de quitarse el pantalón y la camisa, quedando desnudo entre ambos amigos, volteándose a enfrentar a su novio - ¿Qué dices amor, quieres que Minho se corra viéndonos?

 

-          De rodillas, sobre el escritorio, tu culo en los talones, piernas abiertas… - ordenó.

 

Obedientemente lo hizo, ubicándose en su lugar y gritando cuando la masculinidad de Jonghyun embistió en su interior. Sus ojos dieron con Minho, que ya comenzaba a masturbarse en su sitio, respirando pesadamente.

 

-          ¡Oh, señor, sí! ¡dame duro, muy duro!

 

-          ¿Duro? ¿así de duro?

 

-          ¡JJONG!

 

Gritó cuando las embestidas fueron rudas y sucesivas. Kibum podía sentir el fuego en su cuerpo, sentía cómo se dilataba en torno a Jonghyun, cómo éste se movía hambriento hacia su cuerpo y, al mismo tiempo, cómo su sexo goteaba en pre semen al ver cómo Minho se tensaba y comenzaba a sudar mientras los veía hacer el amor sobre el escritorio.

 

-          A nuestro amigo le gusta cómo me rompes el culo, Señor…

 

-          ¡¿Te gusta que te folle así bebé?! ¡¿Te gusta?!

 

-          ¡Me encanta señor, eres perfecto, tu pene es perfecto! – gritó moviéndose sin control – ¿Y a ti Minho? ¿Te gusta ver como Jonghyun me perfora?

 

-          ¡Demonios, sí, sí, me gusta!

 

-          ¿Quieres que me dé más fuerte?

 

-          Sí, quiero…

 

-          ¿Quieres que se corra en mi boca y ver cómo me trago su semen mientras lamo sus bolas?

 

-          ¡Oh, Kibum! – gimió estremeciéndose, cuando el poder de las palabras del rubio lo llevaban más y más al borde de su orgasmo – Sí, quiero que se corra en tu boca y verte tragar su semen y que, que lamas sus bolas, quiero que lo hagas…

 

-          ¿Quieres que me coma el pene de Jonghyun mientras me miras, mientras lo hago correrse con mi boca, mientras me lo trago entero?

 

-          ¡Sí, sí, sí! – la mano de Minho viaja rápido cuando su placer se dispara en espasmos sobre su ropa, manchándose completamente satisfecho- ¡Hazlo, hazlo Kibum!

 

-          ¡Oh, bebé, tienes una boca muy sucia! – jadeo Jonghyun, remeciéndose en su contra, llegando a su orgasmo al mismo tiempo que Kibum eyaculaba sobre la madera del escritorio – Mira lo que provocas en Minho, mira lo que provocas en mí…

 

-          Castígame Señor, tengo una lengua que merece que la castigues…

 

-          ¿Y cómo debo hacer eso bebé?

 

-          Fóllamela – dijo girándose, semen escurriendo por sus piernas cuando se incorporó y se arrodilló otra vez, haciendo crecer el sexo de Jonghyun en su boca otra vez, complaciéndolo – Sabes tan bien Señor…

 

-          ¿Te gusta?

 

-          Sabes que sí

 

-          Entonces, tómame como sabes hacerlo cariño…

 

Minho solo rio cuando sus amigos se amaban, olvidando por completo que él estaba en el mismo sitio, satisfecho con ser un mero testigo de los placeres que se daban mutuamente. Subiendo sus pantalones y limpiándose como pudo, Minho le hizo una seña a Jonghyun y se fue en silencio, procurando no distraer a Kibum de su tarea, yéndose de la oficina.

Cuando al fin estuvieron solos, Jonghyun tiró del pelo rubio del menor, golpeando su boca con su sexo, gimiendo y gruñendo desde lo más profundo de su vientre cuando se la follaba. La boca, los labios carnosos de Kibum rodeando y estrujando su pene, se sentía sensacionales, como él lo era.

Los gemidos de placer de Kibum eran un deleite a sus oídos, saber que estaba teniendo el mismo placer que él, era sencillamente lo mejor del mundo.

 

-          ¡Oh, bebé, ya, ya…!

 

El gruñido de Jonghyun es su señal y Kibum solo tiene boca y ganas para seguir amándolo del modo en que lo hace, notando el firme agarre en su cabello y luego la liberación que tragó siempre tan gustoso.

 

-          ¡Ay, amor, mi amor! – susurró tomando al menor en su cuerpo, besándolo al fin – Me vuelves loco…

 

-          ¿Te gustó mi Señor?

 

-          Sabes que sí, siempre me gusta todo lo que viene de ti bebé – dijo sentándose en su silla, ubicando al rubio en sus caderas; piel con piel – Sin duda has aprendido tanto estos meses…

 

-          Tengo al mejor maestro de quien aprender…

 

-          A veces me pregunto si habrá algo que no puedas hacer bien

 

-          Amarte, ¿tal vez?

 

-          Oye, hermoso, no digas eso – sus mejillas sosteniéndolo por el rostro – Tu amor es lo mejor que hay en mi vida, tú eres todo lo que quiero…

 

-          Pero es que tú, me has dado tanto Jjong; me llevaste a tu casa, me compras todo lo que quiero, me mantienes, me conscientes y yo, yo, ¿qué te he dado a ti?

 

-          Tu corazón – añadió posando la mano en esa zona del cuerpo de su novio – Quiero que me des tu corazón bebé…

 

-          Lo tienes, sabes que es tuyo

 

-          Pero ahora quiero que todo el mundo lo sepa

 

Con cuidado se inclinó, sin apartar a Kibum de su regazo y abriendo una de las cajoneras de su escritorio, sacó una pequeña caja de terciopelo negro.

 

-          Yo me tatué hace mucho años sin tener a quien me complementase y haciéndole creer al mundo que mi corazón estaba tomado – le dijo besando dulcemente el rostro de Kibum – cuando estaba tan vacío y solo…

 

-          Esa “D”, es por ¿dominador, cierto?

 

-          Quise ser dueño de alguien, pero todos quienes llegaban a mis brazos terminaban lastimados y me acobardé, prohibiéndome placer durante tantos años… – añadió – Hasta que te vi entrar en mi local hace tanto tiempo atrás, solo en ese entonces, volví a tener deseos de dominar el cuerpo, el alma y el corazón de alguien que pudiese entregarse a mí así como yo estaba dispuesto a entregarme a él

 

-          Jjong

 

-          Tú eres mi tesoro Kibum, tu rostro, tus ojos, tus labios, tu cuerpo, todo de ti para mí es invaluable y yo, yo quiero tenerlo todo de ti bebé, todo

 

-          ¡Tienes todo de mí, amor! – exclamó abrazándolo por el cuello, escondiendo ahí su rostro – Tienes todo de mí, te pertenezco completamente mi Señor…

 

-          Ámame Kibum, ámame por siempre; no tengo ni una otra regla más que añadir, esta es tu última instrucción…

 

-          Te he amado desde que viste en mí el sumiso que soy, el sumiso que se sometió a ti por primera vez, el sumiso que solo tendrá tu cuerpo en mi interior, tus besos en mis labios, tus manos en mi piel…

 

-          Deja que el mundo sepa que me perteneces – continuó apartándolo con sutileza, mostrándole de dentro de la caja, una fina cadena de oro con una letra ‘J’ pendiendo de ésta – Llévame contigo, lleva mi marca…

 

-          S-sí, sí, sí…

 

-          Si la aceptas, no podrás quitártela jamás, quienes te vean con mi nombre en tu cuello, no podrán ni siquiera mirarte, serás intocable y mi poder será también tuyo, serás dueño de todas mis pertenencias y el mundo te reconocerá como mi otro igual, ¿entiendes?

 

-          Yo solo quiero tu amor por el resto de mi vida Jonghyun… - susurró besándolo – Pónmela, ponme tu marca, por favor Señor, hazme tuyo…

 

-          ¡Dios bebé, cuando me ruegas así, sabes lo que me excitas!

 

-          Lo sé, señor – dijo moviéndose sobre su pelvis, maravillándose de como el brillo de la inicial de Jonghyun, contrastaba con el tono de su piel – Es hermosa Señor, gracias…

 

-          Eres mío ahora Kim Kibum, así como yo soy tuyo

 

-          Soy tuyo Kim Jonghyun, así como tú eres mío – gimió notando que su novio crecía en tamaño a causa de sus movimientos – ahora hazme el amor…

 

-          ¿Me quieres dentro de tu cuerpo bebé?

 

-          Todo el tiempo mi Señor – gimió sonriente – Todo el tiempo mi amor…

 

 

Cuando él sonríe, cuando él sonríe, cuando él sonríe… 

 

 

Notas finales:

Siempre he creído que el JongKey es perfecto para shots donde el 90% es puro sexo, no piensan lo mismo? Pienso que es porque entre ellos hay una hermosa tensión sexual que me hace querer gritarles: ¡OH, POR DIOS, YA FÓLLENSE DE UNA VEZ! >.<

Arriba la manita de quien piense igual que yo  o/

Denle amor, el Jongkey se los agradecerá ^_^

 

~ Mirnest ~


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