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My rose Inmortal por lady kuro

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La mala suerte que nos sonrie...


Ambos mayordomos hicieron su trabajo con eficiencia, sus amas solo platicaban de como les habia ido mientras degustaban el exquisito postre que les habian dado, todo estaba tranquilo hasta que...


-hermana yo quiero pedirte un favor- dijo la chica castaña dejando la taza de te en la mesa, la pelirroja se sorprendio un poco


-adelante- dijo cruzando las piernas mientras en su rostro habia un rastro de preocupacion


-yo quiero ser el perro guardian de la reina- dijo sin rodeos haciendo que su hermana se sorprendiera en lo absuluto


Su familia era la familia Phantomhive, su linaje venia desde  el siglo XVIII, la familia phantomhive era conocida por ser el perro guardian de la reina, trabajo que aun siendo el siglo XXI siguen haciendo. Rebecca tomo ese papel y se negaba a darlselo a su hermana menor


-me niego- dijo firmemente mientras volvia a tomar su taza para darle un sorbo


-¿por que?- pregunto con seriedad la chica


-Lisbeth es complicado- dijo llevando sus dedos al tabique de la nariz


-¿Que es complicado? yo te puedo ayudar con el labor, puedo hacerlo... ya no soy una niña- su voz parecia cargada de pesadez cosa que sorprendio


-¿para que quieres ser el perro guardian de la reina?- pregunto mirandola fijamente


-¿para que tu nesecitas ese puesto?- le devolvio la pregunta, a estas alturas el ambiente se habia tornado insoportable


-bien si tanto quieres saber... gracias a ese puesto puedo recavar mas informacion y asi vengarme de esos malditos bastardos que asesinaron a mis padres y me llevaron a esa secta- grito un poco harta de la situacion


-esa es tu razon...- una sonrisa burlona cruzo sus labios sorprendiendo a su hermana mayor- vengar la muerte de alguien que esta muerto


-te equivocas...- dijo levantandose bruscamente de la silla donde estaba sentada- lo hago solo por mi, es solo para recuperar un poco de orgullo- le dijo señalandose con efusividad- mi orgullo, que se fue a la basura cuando...- no pudo terminar su oracion


-hermana- mascullo la castaña levantandose- yo tambien quiero recuperar eso... han sido unos horribles 4 años... yo solo quiero hacerles pasar el mismo infierno que yo pase... dejame ser tu aliada...


-¿aliada?- dijo incredula, se pregunto en que momento la conversacion habia llegado hacia ese punto


-juntas llegaremos a nuestros objetivos, seremos el peon de la otra... ¿que dices?- una sonrisa siniestra se formo en el rostro de aquella inocente chica


-pero...- su hermana la abrazo, tenian una diferencia notable de estatura, aun asi  la chica castaña se puso de puntillas para que sus labios quedaran a solo unos centimetros de los de su hermana


-te aseguro que te traere la victoria, claro si tu me aseguras lo mismo...- el aliento de aquella chica era dulce muy dulce, un aliento venenoso como embriagante


-te lo aseguro- dijo firmemente la pelirroja, su hermana sonrio con dulzura para abrazarla- pero para eso te mudaras en la mansion


-¿a tu mansion?- dijo sorpendida


-te vigilare- sonrio de manera triunfal


-esta bien...- la castaña sonrio resignada sin embargo no le desegradaba la idea de vivir con su hermana....


Pero a dos personas si les desagradabla la idea...


-sebastian prepara todo para la mudanza- ordeno con su radiante sonrisa, el mayorodmo de cabellos negros quedo algo sorprendido, de reojo vio a aquel que fue su antiguo amo


-como ordene my lady- dijo resignado a la situacion


-bien querida hermana dentro de una semana te espero en mi mansion- dijo la pelirroja


-cuenta con eso Rebecca- sonrio Lisbeth mientras se acercaba para abrazarla de nuevo


El mayordomo de cabellos azules solo se quedo estatico, no podia negar que la idea de ver a sebastian todos los dias le causaba una chispiante emocion de incomodidad, pero a la vez tambien era una sensacion de alegria...


***


El cielo azul se cernia sobre la mansion, a las afueras de ella el mayordomo de cabellos azules estaba junto a su ama y las tres sirvientas para recibir a la hermana de la joven dama. A lo lejos se vio un lujoso automovil negro, la pelirroja sonrio emocionada ya no estaria sola ahora estaria con su hermana, pero el mayordomo de ojos azules estaba algo inquieto y ligeramente preocupado...


El elegante automovil se estaciono enfrente de ellos, un gallardo mayordomo de ojos rojizos bajo de el y con paso elegante se dispuso a ayudar a su ama a bajar, las sirvientas al verlo no pudieron evitar soltar un suspiro menos una, sus ojos violeta se clavaron en aquella persona que conocia muy bien y que no le agradaba en lo mas minimo...


Despues de las formales presentaciones todos entraron, los nuevos inquilinos se tomaron el tiempo para desempacar sin embargo...


-asi que sebastian no tiene habitacion- dijo tristemente la castaña


-la mansion fue construida con solo 4 recamaras para la servidumbre... lo siento- decia algo apenada la pelirroja, no habia tenido en cuenta ese detalle


-no fue tu culpa- sonrio con dulzura- sebastian puede dormir con ciel- dijo con una brillante expresion


-¿Que?- dijieron los dos incredulos por lo que acababan de escuchar


-es buena idea Lisbeth- aprobo la pelirroja- no habra problema ¿verdad?- clavo su firme mirada en su mayordomo que aunque quisiera no podia renegar ante esa orden explicita


-no sera problema ama - mascullo a regañadientes mientras hacia una leve reverencia


-¿para ti tampoco sera un problema?- pregunto la pelirroja al mayordomo de ojos escarlatas cuando este ya iba a apelar la fuerte mirada de su ama lo detuvo


-no señorita- dijo a regañadientes


-dejaremos que se acomoden, cuando acaben vayan al estudio- ordeno Rebecca mientras se daba media vuelta para ir a donde habia dicho seguida de Lisbeth


Cuando ambas damas se fueron un silencio abrumador lleno el ambiente


-ven por aqui esta mi alcoba- dijo el azulino rompiendo de nuevo ese silencio que no soportaba en lo mas minimo


-si- dijo friamente no tenia intencion de entablar una conversacion. El mayordomo de cabellos azules lo guio a travez de un largo pasillo, llegaron a una puerta de caoba que el azulino abrio dejando ver la pequeña pero acojedora habitacion, lo primero que vio el pelinegro fue la amplia cama que bastaba para que 2 personas durmieran comodamente, lo siguiente que vio fue un gran librero repleto de libros y novelas, al fondo habia una puerta que supuso que era el baño y un amplio ropero- muy a tu estilo- sonrio descaradamente, el azulino solo se encogio de hombros 


-le dejo para que se instale señor michaelis, cuando haya acabado venga a la cocina- ordeno como todo un buen mayordomo, despues salio de su alcoba para ir casi corriendo a la cocina para preparar la cena...


El de cabellos negros se quedo un minuto sin hacer nada y luego en un tronar de dedos todo estaba desempacado, se acomodo su frac de mayordomo y su cabello, una vez presentable salio rumbo a la cocina. Le costo un poco llegar pero ahi estaba, en frente de la intimidante cocina, entro sin temor alguno y lo primero que vio fue unas largas cabelleras negras, las sirvientas que habia conocido hace poco y tan pronto como las vio supo que eran demonesas pero no eran cualquiera eran princesas infernales


-deja de mirarlas y ponte a trabajar- riño el de cabellos azules al ver que el pelinegro se habia quedado casi embobado con las pelinegras


-no sabia que tus lindas sirvientas eran princesas infernales- las pelinegras no se inmutaron en lo mas minimo ante esa revelacion


-yo no sabia que te gustaba mas hablar que trabajar, empieza de una vez la cena se servira en media hora- regaño mientras se quitaba el saco para ponerse un delantal, lucia simplemente adorable para la vista de una pelinegra, este detalle lo noto inmediatamente el pelinegro mientras la chica se sonrojaba...


La cena fue servida justo a tiempo y las hermanas la disfrutaban mientras charlaban amenamente. El reloj marco las 10 en punto asi que fue la hora para que todos los de la mansion se fueran a dormir, los dos mayordomos fueron a arropar a su respectiva ama, despues de eso ambos caminaron hacia la habitacion que compartirian...


Ambos entraron y en silencio se cambiaron, acomodaron sus fracs en alguna parte de la habitacion, el azulino apago las luces mientras se metia a la cama, habia consevado un habito humano, el habito de caer en una ensoñacion... pero esa noche dudo que pudiera cerrar los ojos...


Ambos acostados en la misma cama, dandose la espalda el uno con el otro, la situacion era algo incomoda para ambos sin embargo no quisieron hacerlo notar. Las horas pasaban siendo marcadas por aquel leve sonido que el reloj dejaba salir, el azulino tenia los ojos aun abiertos mientras se acurrucaba mas con las sabanas, sin que se diera cuenta sus ojos se cerraron cayendo profundamente dormido soñando con unos grandes brazos que se ceñian alrededor de su cintura dandole un calor reconfortante y con una voz profunda que le susurraba buenas noches...


Pero no sabia si era realidad o solo un sueño mas...


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