Lu Han y yo decidimos irnos a vivir juntos durante nuestro tercer aniversario. Puesto que ya tenemos trabajos y suficiente estabilidad, nuestros padres no tuvieron ninguna queja en contra nuestra. Tenemos nuestra propia casa, en la cual nos alojamos por unos 10 meses, estábamos contentos con los demás y tuvimos menos de 10 peleas durante toda nuestra relación. Todo era perfecto. Tan perfecto que cuando terminó, sentí que estaba hecho pedazos, tan finos pedazos que incluso podrían pasar a través del orificio de una aguja.
Escuché un pequeño chirrido cuando abrí la puerta muy suavemente. El silencio hizo eco en toda la habitación. Todo era simplemente... diferente. Ya no existe un Lu Han en su delantal experimentando simplemente todo en la cocina para terminar en un desastre total, ni el Lu Han quién corría por aquí y por allá en pijamas temprano por la mañana, pero lo que más echo de menos es al Lu Han quién envolvía sus brazos alrededor de mí al verme con la frente fruncida. Él estaría de puntillas inclinándose más cerca de mí mientras susurra suavemente contra mi oído, "¿Tuviste un mal día, cariño?" Entonces él besaría la amargura distancia, como si ese día nunca hubiera existido. Dejé escapar un suspiro cuando tiré la llave de mi coche en el sofá y seguido de ello dejé que mi espalda chocara contra el sofá. Golpeé el espacio algodonoso a mi lado, en cuanto las lágrimas empezaron a formarse en mis ojos recordando cada instante que pasé dentro de esta casa. Levanté la cabeza y miré hacia el techo para que dejaran de fluir las lágrimas, "Tal vez Su Ho hyung tenía razón, tal vez no debí haber regresado a este lugar", me dije a mí mismo. Cerré los ojos y vi la imagen de Lu Han empezar a formarse en mis pensamientos.
Asomó su cabeza de la cocina para verme leer una revista mientras estaba acostado en el sofá, "¿Qué quieres para cenar, Hunnie?", me preguntó impaciente, manteniendo su concentración en lo que estaba haciendo en la cocina. "Hmmmm. Comeré lo que estás preparando" Bromeé mientras hacía mi camino hacia la cocina y envolvía mis brazos alrededor de él por detrás. "Hey, ¿no ves que estoy trabajando aquí?", me picó en la frente sin siquiera mirarme. "Lu...", "¿Hm?" volvió la vista hacia mí. "Vamos a la cama ya, ¿sí?", le supliqué. "¡Pero no hemos cenado todavía!" Le di un beso en la nuca y él se estremeció. "Estoy teniendo mi cena ahora mismo…" le dije.
Abrí los ojos una vez más y decidí entrar a la habitación en el otro extremo de la casa. El dormitorio. Nuestro dormitorio. Me acosté mientras inhalaba el aroma de Lu Han, que todavía perduraba en su almohada. Ese dulce olor a vainilla al cual era adicto, y que nunca más voy a oler cada noche. Me sentía desnudo acostado en la gran cama, solitario, y entonces mis ojos finalmente se cerraron por cuenta propia. De nuevo estaba fuera del país de los sueños, el único lugar donde mis dulces sueños colisionan con mis más grandes pesadillas.
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Un rayo de luz se abrió camino hacia mi rostro, despertándome de un prolongado sueño solitario. Estaba frente a la pared y pude ver que las cortinas danzaban por la suave brisa que entraba en la habitación. Giré mi cuerpo hacia el otro lado y me estiré ligeramente solo para ser desconcertado al ver que una figura mucho más pequeña estaba acostada junto a mí. Ese pelo… Ese aroma… Me quedé inmóvil mientras tragaba muy lento el nudo que estaba nerviosamente atrapado en mi garganta. Estaba a punto de tocarle el hombro cuando de repente se movió y me miró, esos ojos rasgados abriéndose lentamente y una angelical sonrisa descansado en esos carnosos labios perfectamente esculpidos. Mis ojos se agrandaron cuando vi a la figura mirarme fijamente, inclinándose cada vez más hacia mí y apretando sus labios suavemente contra los míos. Una mezcla de chocolate y vainilla. El sabor que solo le pertenecía a él.
El habitual saludo de las mañanas.
"Buenos días, cariño", esa voz. Esos brillantes ojos mirando directamente hacia mí.
E-esto n-no puede ser…
"L-Lu Han…"