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Drove Me Wild por RedArrow

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Notas del capitulo:

Ha pasado muuuuuuucho tiempo pero aún sigo viva y eso signifca que esta historia también lo está, ojalá les guste el nuevo capítulo que les traigo, y no se desanimen, claro que harbrá más. 

Gracias por leer. 

Todo sucedió tan rápido… En un momento sentía la humedad de la lengua de Rebeca sobre mis labios y al siguiente un líquido caliente corría por la comisura de los mismos.

 

-          ¡¿Eres imbécil?! ¡¿Qué te pasa idiota?! –escuche a Rebeca gritar.

-          ¡Tú no te metas en esto! –le respondió Daniella.-

 

Yo estaba aún en el piso un poco impactada por lo que recién había sucedido, Rebeca se dirigió a Daniella con furia, quiso golpearla pero lo impedí.

 

-          ¡No! ¡Rebeca no lo hagas! Yo me merezco esto y más… -dije poniéndome de pie y Daniella se acercó a mí aún con ira en sus ojos.-

-          ¡Dijiste que no le harías daño! ¿Por qué jugar así con alguien que te ama? –comenzó a llorar.

 

Rebeca observaba todo sin entender, y yo simplemente sabía que me merecía los golpes que Daniella añoraba propinarme en ese momento, sin embargo no podía entender su llanto y realmente no tenía idea de qué decir en ese momento.

-          Termina tu relación con ella… Pronto… No se merece que la engañes de esta forma… y cuando lo hagas, aléjate de ella por favor… Esta es la única advertencia.

 

Después de eso me dio un leve empujón, se dirigió a su moto y arrancó, supongo que en camino a la universidad.

Rebeca se acercó a mí con notable preocupación en su rostro.

-          Debiste dejarme defenderte –dijo con molestia.-

-          No… Realmente me merecía ese golpe –le respondí- Lo que sucedió hace un momento no debió pasar…

-          ¿Te refieres al beso? –preguntó.-

-          Sí, a eso…

-          ¿No lo deseabas tanto como yo? Porque eso fue lo que tu cuerpo me dijo… -Rebeca me miraba fijamente y me hablaba con ternura.-

-          Si lo deseaba… Y he ahí mi error, te dije que tengo novia… -Respondí sintiéndome culpable.-

-          Sí, y por lo que escuché no la tendrás por mucho tiempo. –soltó con un ligero tono de indignación.-

-          Así es, tengo que dejarla, no es justo lo que hago…

 

 

Rebeca suspiró sin entender realmente lo que sucedía, luego levantó mi rostro, me miró a los ojos con ternura y me ofreció entrar a su departamento para limpiar mis heridas y calmarme un poco, a lo cual accedí sin pensarlo demasiado.

El lugar era realmente cool, era totalmente Rebeca, su estilo estaba en cada rincón del lugar, aunque aún había algunas cajas que hacían ver que no hacía mucho había llegado a instalarse en el sitio.

Entramos y me senté en un cómodo sillón de piel que se encontraba en la sala, ella se perdió unos minutos sin decir nada y luego reapareció en la sala con un botiquín médico en sus manos.

Roció un líquido en un algodón  y lo dirigió a mi boca.

-          Te va a arder un poco –me dijo esperando aprobación.-

-          Claro  -accedí y ella comenzó a pasar el algodón sobre la herida.-

 

Después de unos minutos de silencio en los cuales sólo miré a Rebeca llevando a cabo su labor, ella volvió a hablarme.-

-          ¿Ella era tu buena amiga? –preguntó sentándose a mi lado.-

-          ¿Daniella? Sí… Lo es…

-          Con esas amigas …  -dijo al aire.-

-          Lo sé –reí por lo bajo- en realidad es una gran chica… Una buena persona… y entiendo que le haya molestado vernos así ya que mi novia es también su amiga… Pero no esperaba una reacción tan violenta de su parte.

-          Quizá es que Daniella no ve a tu novia como una simple amiga… ¿Lo habías pensado?

-          ¿Qué dices? –pregunté sin entender.-

-          Oh vamos Isabel –dijo en tono burlón- eres una chica inteligente lo sé, piensa un poco ¿quieres?...

 

Ignoré el tono que usó, pero hice caso a su sugerencia y fui recordando todo lo ocurrido entre Daniella y Adriana desde que la inglesa había llegado a la ciudad… sus momentos como amigas,  la forma en que Dani la protegía, era gracioso porque me recordaba a mucho a mí…

“Me recordaba mucho a mi” … Ese pensamiento me hizo entenderlo todo, y con ello una imagen se vino a mi mente, la vez que encontré a Daniella  y a Adri besándose.

 

-          Pe-pero… ¿cómo no me di cuenta antes? –dije realmente sorprendida más para mí que para Rebeca.-

-          No sé… Muchas cosas en la mente quizá…

 

 

Rebeca se acercó y acarició mi mejilla, había sinceridad en su tacto, en la forma en que me miraba, no buscaba nada, ni siquiera un beso, estaba simplemente acompañándome…

-          ¿Qué harás ahora Isa? –me preguntó.-

 

Me quedé en silencio un momento, mi cerebro  todavía estaba procesando los recientes hechos, la vergüenza de ser encontrada de esa forma con Rebeca, la ira en los ojos de Daniella, su dolor, su amor por Adriana, la chica que en algún momento yo amé también… y, también Andrea llegó a mi mente como solía hacer de vez en cuando. De todo eso sólo podía sacar una conclusión, era injusto tener a Adri atada a mí por mucho que ella me amara, sin yo corresponderle. Daniella merecía una oportunidad.

 

-          Terminaré mi relación con Adri… -dije finalmente.-

-          ¿Estás segura? –preguntó tiernamente, como con miedo de crearse una falsa esperanza conmigo.-

-          Es lo mejor para ella…

-          ¿Y para ti?

-          A mí no me afectará… Me dolerá un poco hacerla sufrir, pero sé que con el tiempo descubrirá que tiene a su lado a una chica increíble que sé que la hará feliz. –respondí con sinceridad, esbozando una mueca que parecía ser una sonrisa.-

-          ¿Hablas de tu amiga? No es la chica más dulce que he conocido… -dijo sonriendo, en tono de broma.-

-          Bueno, no la conociste en su mejor momento… Sinceramente nunca la había visto tan enojada.

-          Así reaccionas cuando amas a alguien… Yo haría lo mismo por ti.

 

Rebeca clavó sus ojos aceitunados en el azul de los míos… caí en su hechizo, poco a poco fui sintiendo cómo se acercaba a mí, la suavidad de sus mejillas que rozaban las mías en tenues movimientos inundados de ternura...

Me transporté a mi adolescencia, cuando la conocí, cuando por primera vez fui feliz por amor... Me perdí en el sabor de sus labios cuando los puso sobre los míos. Degustando de la humedad de su boca no me di cuenta del instante en que nos dejamos caer en la cama hasta que sentí sus frías manos acariciando mi vientre, y en ese momento aunque las sensaciones estaban llenando de ansias mi cuerpo, tuve que parar.

Sobre mí encontré su mirada desconcertada, me quedé en silencio no había necesidad de explicarle lo que me sucedía…

-          Tienes razón, perdón. –dijo levantándose.-

-          Está bien, si has llegado tan lejos es porque yo lo he permitido… Creo que será mejor que me vaya ya.

-          Claro… -dijo con un ligero tono de tristeza, pero con comprensión.-

-          Tengo que arreglar muchos asuntos ¿sabes?

-          Lo sé…

 

Me levanté de la cama y ella lo hizo también, nos miramos en silencio y Rebeca me dio un cálido y transparente abrazo.

Después de eso me acompañó a la puerta, subí a mi auto y me marché, en aquel momento hubiera deseado tener mi motocicleta, para correr a toda velocidad por las calles y que el viento además de despeinar mi cabello despejara mi mente, sin embargo no era así, por lo que traté de hacer algo similar con el coche, el cual por supuesto también corría y bastante.

Llegué hasta un lugar apartado del bullicio del centro, aún era temprano y se podía disfrutar de un clima fresco. El lugar era bastante alto y desde el sitio podía ver toda la bahía, el viento movía levemente mis cabellos y no había nada que deseara más que un cigarrillo, el cual saqué de uno de mis bolsillos y encendí a la brevedad.

A cada calada trataba de ordenar mi mente y mis sentimientos ¿en qué momento había dejado de amar a Adri? ¿Por qué nunca me di cuenta de los sentimientos de Daniella hacia ella? ¿Por qué estaba dejando a Rebeca llegar a tanto conmigo? ¿Por qué Andrea me había dejado?...

Y uno tras otro, tras otro, los “por qué” seguían apareciendo y de respuestas ni hablar… ninguna se dignó a aparecer al menos no en ese momento.

Mi celular comenzó a sonar, miré la hora en la parte superior de la pantalla, ya era un poco tarde para ir a la universidad, luego leí el nombre que aparecía en el centro mientras el aparato no dejaba de vibrar. Atendí.

-          Aló. –dije sin ánimos.-

-          Mi amor… Es tarde ¿dónde estás? –escuché a Adri preocupada al otro lado de la línea.-

-          No iré a clases hoy Adri… No me siento bien…

-          ¿Estás enferma? Si quieres puedo ir a buscarte y cuidarte…

-          Gracias, pero no es necesario, sólo quiero descansar y estar sola ¿sabes?

-          Isa ¿pasa algo malo?

-          Hablaremos mañana Adri… Ahora no quiero…

-          Está bien, hablamos luego.

 

Adri cortó la llamada, la noté molesta en sus últimas palabras, pero daba lo mismo, realmente no me sentía bien, y mucho menos para hablar con ella, asumiría las consecuencias de mis actos por supuesto, pero en otro momento, cuando pudiera verla en persona.

Pasé toda la mañana en aquel lugar, perdiendo la noción del tiempo, me metí  al coche y me quedé dormida en el interior.

Desperté tras unas horas, encendí el coche y sin haberlo pensado mucho me dirigí a un lugar al cual hace meses no iba…

 

La puerta de madera y cristal estaba cerrada, a pesar de saber que no vería a la dueña de esos ojos miel que veía cada noche en mis sueños la piel se me había erizado y un frío glaciar recorría mi cuerpo en forma de gotas de sudor… Llamé a la puerta sin saber por qué… No hubo respuesta.

Di media vuelta para volver a mi coche y unos pasos después escuché que la puerta que había tras mi espalda se abría.

-          ¿Isabel?...

-          Ho-hola señora Acosta… -saludé nerviosa.-

-          Hace tanto tiempo que no te veía por aquí… -dijo nostálgica.-

-          Sí, lo sé –respondí con un deje de tristeza aunque sonriendo tímidamente.-

-          ¿A qué debo tu visita?

-          Sinceramente no lo sé señora…

-          Oh vamos Isabel… Puedes seguir llamándome Estefanía…

-          Claro…

-          Por favor pasa…

 

Entré a la casa, todo seguía exactamente igual que antes… Sentí una sensación que me presionaba el pecho, que me hacía faltar el aire.

Charlé un rato con la madre de Andrea, sobre mi escuela, sobre su trabajo, intenté preguntarle sobre Andy, pero fue un tema que no quiso tocar no sé si porque ella no lo deseaba o si la propia Andy le había pedido que no lo hiciera, sin embargo, Estefanía me dejó ir a la habitación de su hija, a encontrar mi paz… A encontrar algo que me haría entender muchas cosas.

Su habitación, estaba impregnada de ella, su aroma inundaba todo el lugar, su esencia flotaba en el aire, su personalidad estaba en cada rincón, en los colores, en las texturas. La suavidad de la sábanas dónde le hice el amor una y otra vez me torturaban, me hacían notar cuanto la extrañaba y cuánto me dolió su repentina partida, sin explicaciones, sin nada…

Me reprochaba a mí misma el no haber aprovechado los últimos momentos que pude tener a su lado.

Recorriendo con mis dedos la repisa donde encontraba algunos de sus libros de medicina, mis yemas se encontraron con un papel que sobresalía entre los libros, la curiosidad pudo más conmigo y encontré en ese papel una de las respuestas que tanto necesitaba.

Me senté en la cama a leer lo que el papel contenía, tras las primeras líneas me di cuenta de que era una carta escrita por Andrea…

En la carta Andy narraba toda nuestra historia, los ojos se me inundaron de lágrimas al recordar momentos de cuando apenas nos conocimos, me daba rabia recordar lo tonta que había sido, el cómo jugué con muchas chicas en mi adolescencia todo por el dolor de haber perdido en aquel entonces a Rebeca…

 

Conforme avancé en el texto y descubrí el porqué de la partida de Andy un inmenso dolor me abordó y las lágrimas finalmente rodaron por mis mejillas humedeciendo el papel que descansaba en mis manos…

Cuando logré tranquilizarme busqué a Estefanía, tenía que hablar con ella, tenía que mostrarle lo que su hija había escrito y saber que yo también amaba a Andy, tanto como ella a mí.

 

-          Vaya que el amor nos hace malas juagadas Isabel… -dijo Estefanía con voz tranquila, sosteniendo la carta de su hija.-

-          Fueron malentendidos los que nos hicieron separarnos, yo amo a su hija, es ella con quien quiero estar el resto de mi vida, por favor, déjeme hablar con ella… Se lo ruego. –supliqué.-

 

Vi a Estefanía dudar, pero a la vez sabía que ella confiaba en mí y tras unos minutos y algunas mordidas en su labio inferior por la dificultad de la decisión que estaba tomando, llamó a su hija.

 

-          Escucha –me dijo- Andrea me pidió que no te diera nada de información sobre donde se encuentra ni nada… La verdad no me parece correcto pero respeto su decisión y mantendré esa promesa – y asentí con la cabeza y ella continuó- sin embargo, voy a llamarla y le pediré que hable contigo… Aprovecha esta oportunidad Isabel.

 

Lo haría, definitivamente aprovecharía esa oportunidad para hacerle saber a Andrea lo mucho que la extrañaba además de decirle lo arrepentida que estaba por no haberme despedido de ella como era debido, por terminar las cosas de aquella forma tan egoísta y estúpida.

 

-          Hola mi vida –comenzó a decir Estefanía de forma dulce- ¿Cómo estás? … Yo también estoy muy bien y aunque tengo mucho trabajo en el hospital siempre tengo tiempo para extrañarte mi niña… Si, entiendo, entiendo… Es difícil cuando estudiamos pero siempre valdrá la pena hija…

 

Entendía a la perfección que Estefanía quisiera hablar con su hija pero yo estaba muriéndome por las ansias de escuchar la voz de Andrea, me temblaban las piernas, me sudaban las manos y el corazón amenazaba con salírseme del pecho, supongo que Estefanía lo notó porque justo cuando estaba llegando al punto más alto de mi desesperación comenzó a dar pie para entregarme el teléfono.

 

 

 

-          Bueno hija… Sé que hay muchas cosas que contarnos pero ya habrá más oportunidades… Ahora hay alguien aquí que necesita hablar contigo y espero que no te molestes conmigo por eso… Te amo mi niña.

 

Inmediatamente Estefaní me dio el aparato y yo con nerviosismo y rapidez lo acerqué a mi oreja.

 

-          ¿Mamá? ¡¿Mamá?! –escuchaba la voz de Andrea al otro lado de la línea.-

-          No soy tu mamá… -Escuchar la voz de Andy me emocionó, me llenó de felicidad y de nervios.-

-          ¿I-Is-Isabel? –escuché la voz entrecortada de Andy.-

-          Si Andy… Soy yo…

-          ¿Po-por qué?

-          Necesitaba escucharte, y más que eso tengo mucho que decirte…

-          ¿Sí? Pues comienza…

-          Leí tu carta… Y sé que me amas y yo te amo a ti…

-          ¿Y Adriana?

-          ¿Qué pasa con ella?

-          Es tu novia…

-          ¿Cómo lo -?... Ella no es... – mentira, aún lo era – No por mucho tiempo, no después de saber que tú me amas…

-          Isabel por favor no me busques más, no quiero hablar contigo… déjame en paz –su voz comenzó a quebrarse, quería llorar.-

-          ¿De qué hablas Andrea? ¡Por favor! ¡Yo te amo!

-          ¡No digas esas cosas a la ligera Isabel! Tienes que aprender a conocer tus sentimientos ¡Ya madura!

-          ¿Por qué me dices esto Andy? ¿No confías en mi amor?

-          Solo sé que cuando no sabías lo que Adriana sentía por ti estabas feliz conmigo, luego dudaste de lo nuestro y por ello decidí alejarme para que fueras feliz con ella y ahora que sabes lo que siento por ti me buscas y la dejas… ¿A qué juegas Isabel?

-          No estoy jugando… Por favor créeme… -comencé a llorar.-

-          Escúchame… Dejemos esto pasar… Esta llamada nunca sucedió… No quiero saber de ti Isabel… No por ahora, no mientras esté acá… Quiero dedicarme por completo a mis estudios y tú por favor… Conócete, deja de jugar con los sentimientos de la gente.

-          Andy…

-          Respeta mi decisión Isa… Sé que puedes hacerlo.

-          Lo haré. Respetaré tu decisión, pero entiende algo… Te amo y te lo demostraré cuando vuelva a tener una oportunidad.

-          Hasta entonces… Adiós Isabel.

 

 

 

Ella colgó y yo me derrumbé, caí de rodillas y con mis puños golpeé el suelo con furia y dolor… Pasarían años para volver a tener una oportunidad con ella y todo era mi culpa, Andy tenía razón, todo lo que me dijo era real y yo tenía que asumir las consecuencias de mis actos, incluso si eso significaba perder a Andrea para siempre.

Estefanía se agachó y me cubrió con un cálido abrazo, me recordó a mi madre, me consoló y me ayudó a recobrar la compostura, me expresó su tristeza y tras unos minutos más, decidí marcharme e ir poniendo en orden mi vida, haría todo para, cuando llegara el momento, ser una mejor persona para Andy.

 


Continuará...


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