Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Miradas prohibidas por cyma30828

[Reviews - 8]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Gracias por los comentarios :) me alegro que lo esteis leyendo y os este gustando. 

-Espero que te hayas tropezado y por arte de magia tu camiseta haya salido volando- las palabras me salieron como si nada, no tuve tiempo ni siquiera de pensar en qué decir. Obviamente los dos se sorprendieron al oírme, los dos sabían que la vida de mi hermana me importaba muy poco, pero decir aquello hacía parecer lo contrario.

-Eh... a-algo así...- no hubo segundo en que mis ojos se apartasen del pelirrojo, y cuando me di cuenta de la gran intimidación que le estaba aciendo, él ya tenía puesta la camiseta y se había bajado de la cama.

-Creo que hoy no te quedas a cenar ¿verdad?- sonreí con inocencia, notando a mi amigo estremecerse, supongo del miedo, ni idea, tampoco me importaba, el caso es que se fuera de mi casa.

-¿Por qué? No eres mi madre, él se queda- aquello me cogió desprevenida, hacía días que no me había dirigido la palabra, y ahí estaba ahora, sentada en la cama, desafiándome con su mirada marina.

-Él se va. No se qué te has creído, pero no puedes hacer lo que te plazca- dije con dureza, y cuando Dany estuvo cerca de mí, lo saqué de un empujón.-Porqué hayas vuelto no significa que tengas la misma libertad que antes, y mucho menos voy a esconder lo que haces

-Seguimos compartiendo sangre, y quien manda es mamá, lo sabes mejor que nadie- decidí ingorarla y cerrar la puerta con fuerza. Acto seguido me di la vuelta, topándome con la mirada sorprendida del pelirrojo.

-¿Cuándo me iba a decir que tienes un lío con mi hermana?- pregunté, sin cambiar mi expresión seria. ¿Por qué me estaba comportando de aquel modo?

-Uno de estos días. Chris, odias a tu hermana y decirte que somos novios no sería muy buena...- al instante le cogí de la camiseta, atrayendole hacia mí con tal rapidez que por poco y se cae.

-¿Sois novios? Querido, puede que la odie, pero eres mi mejor amigo ¡y eso incluye contarme que eres la pareja de Judith!- Dany asintió con rapidez y repetidas veces, un poco cómico no iba a mentir, pero eso no me haría sonreír en esos instantes.

Finalmente solté al pelirrojo, a quien acompañé a la puerta de mi casa. Cuando salió, pude oír a la castaña bajar las escaleras con rapidez, y no tardó mucho en estar frente a mí, dedicándome una de sus miradas llena de odio. La verdad, no me importaba que me mirase de esa manera, yo ya había hecho lo que quería, Dany se había ido. Sin embargo, por lo que veía, yo no me libraría tan fácilmente, tendría que tener una discusión con Judith para acabar del todo con el tema.

-¿Desde cuando te importa lo que yo haga?- desde nunca, pero no podía responder algo así, lo que acababa de hacer no tendría nada que ver si llegaba a decirlo.

-Desde que llegaste a esta casa como una invitada- solté con tono irritado, haciendo que Judith abriera la boca, sorprendida seguramente de haber dicho algo así. Cerró la boca y asintió, mirando fijamente mis ojos.

-Entonces haré lo que me de la gana en el instituto, porque ahí te da igual mi vida- pude divisar una sonrisa, cosa que no me tranquilizó en absoluto, más bien provocó que me pusiera más alerta de lo que ya estaba por hoy. Empezaba a sospechar que haría algo para molestarme, y acerté.

Los días siguientes la castaña se dedicaba a estar todo el día con mi mejor amigo, y como él se pasaba el día conmigo, tenía que ver a mi hermana y a Dany dándose carantoñas, cosa que detestaba. Sin embargo, no me quejé, sabía de sobras que Judith intentaba sacarme de mis casillas, y disfrutaría verme molesta. Por ese motivo hacía lo posible para fingir indiferencia.

En esos momentos me encontraba sentada en uno de los bancos con el pelirrojo, quien por cierto, desde aquel día, mantenía cierta distancia conmigo. Mi hipótesis fue que no me conocía del todo, por esa reacción que tuve en mi casa, y obviamente no quería verme de esa manera contra él, sabía de sobras que con una sola patada o puñetazo, podía dejarle en el suelo como un trapo viejo. Por mi parte, yo no sabía cómo arreglar la situación, es decir, no tenía ni idea de si volvería a suceder, asegurarle que había sido un momento de cables cruzados era una tontería.

Mientras seguía pensando todo eso y alguna que otra cosa más, la hora de descanso finalizó. De nuevo tenía mi optativa de fotografía, así que fui al aula, viendo a Mia con su grupo de amigas. Cuando la rubia me vio, se acercó a mí, y obviamente recibí uno de sus típicos besos, de esos que te haría sentir incómoda si estuvieras al lado, presenciándolo. Pues bien, iba a separarme de ella, cuando entonces noté como mi novia fruncía el ceño, dirigiendo sus ojos en cierto punto, para después atraerme de nuevo a ella, repitiendo aquel beso, cosa que me sorprendió. Por pura curiosidad, miré de reojo a nuestro lado, y logré ver a Judith, quien no parecía muy contenta de vernos de ese modo. Fue curioso como Mia había hecho que mi hermana tuviera esa expresión. Cuando nos separamos no pude evitar sonreír, la cara de Judith me había divertido, no solo eso, me había dado una idea. Dejaría que disfrutase hoy, pero los siguientes días provocaría de nuevo lo de ahora.

 

Después de clases, tuve que volver con mi hermana en un mismo lugar: el coche de mi madre. Ella no nos había oído ayer, así que no tenía ni idea de que la tensión de antes era aún mayor. En esos momentos, nuestra progenitora nos estaba llevando a la ciudad, concretamente donde ella trabajaba. Al llegar, todas salimos, sin embargo, ninguna de las dos pudimos acompañarla, ni siquiera nos dejó preguntar.

-Dar una vuelta, lo que queráis, pero no os separeis- fue inevitable dirigir mi mirada a la de mi hermana, lo hice sin pensar, pero cuando me di cuenta, Judith ya había empezado andar, alejándose de mí. Por inercia volví a mirar a mi madre, pero esta ya había entrado al edificio de trabajo.

De nuevo mis ojos fueron a parar a la castaña, quien ya estaba cruzando la calle. Suspiré, la persona que más odio y es mi hermana, menudo fastidio. Fui tras ella y me quedé a su lado, aunque un poco distanciada de Judith. Hacía lo posible para evitar mirarla, y mientras íbamos caminando, noté como poco a poco el sol se escondía con timidez, dejando paso a unas nubes un tanto oscuras. Me acaricé la nuca, sintiéndome de lo más incómoda, hasta que la vi entrar en un supermercado. Dudé en si seguirla o esperarla ahí, sin embargo me decidí cuando noté el frío recorrerme la piel.

Dentro me dedicaba a mirar todo lo que había en cada pasillo, preguntándome a veces si el dinero que llevaba me llegaría para algo de picar, pero por lo que vería no era así, o al menos lo que podía pagar no era de mi gusto. Finalmente me rendí. Por otra parte, mi hermana se había cogido algo, pero cuando se disponía a pagar vio que le faltaba dinero. Sin pensarlo mucho acabé por sacar lo poco que tenía, y gracias a eso pudo llevarse la comida. Sonreí divertida cuando noté que no le hizo mucha gracia que yo le ayudase, pero acabó por agradecérmelo a regañadientes.

Salimos, para después seguir caminando sin un rumbo fijo y aún en silencio, cuando entonces empezó a llover. En aquel momento, sentí sus ojos encima de mí mientras formulaba una pregunta.

-¿Hay paraguas en el coche?- preguntó con interés, sin movernos de la acera, dejando que la lluvia nos fuera mojando. Pensé unos segundos, cuando recordé que sí lo había, pero me di cuenta de que yo lo había dejado en casa, además, tampoco teníamos las llaves.

-Pues no, lo llevé a casa y ahí está, encima no le he pedido las llaves a mamá, tampoco nos serviría de mucho- escuché un suspiro de fastidio por su parte, y de la nada, la lluvia se intensificó. Obviamente buscamos donde refugiarnos, hasta que vimos el portal de un edificio. Nos pusimos de acuerdo y fuimos directas hacia él.

Tardamos unos minutos, pero había sido el tiempo suficiente como para que nos hubiéramos empapado.

-De verdad... ¿Nunca se te ha ocurrido que podría pasar esto?- rodé los ojos irritada, y como en todo aquel rato, respondí sin mirarla.

-Llevaba ahí días, no soy una adivina. Además, qué más te da, es agua, no te vas a fundir

-Es por tu culpa que estemos así- soltó, cosa que provocó una sonrisa irónica.

-Oh lo siento, es que he hecho la danza de la lluvia para que tu precioso pelo quede hecho un asco- puse el tono más estúpido que pude para molestarla, y funcionó.

-Cierra la boca, estás más guapa si te callas, como en todo este rato

-Al menos estoy guapa de alguna forma

-Eres una cría, deja de contestar

-Has empezado tú, deja de hablar- habíamos comenzado a responder lo más rápido que podíamos, sin ni siquiera oír lo que una contestaba. Habíamos empezado a decir cosas sin sentido, y hablábamos cada vez más alto, hasta que finalmente Judith dijo algo que nos hizo crear silencio.

-¡Yo no te abandoné, lo hice por tu bien!- aquello hizo que me quedase sin palabras ¿Cómo habíamos llegado a esto, y por mi bien? Eso no me cabía en la cabeza, ella quiso irse, me lo dijo, hasta dijo que no quería volver a verme, era una tontería lo que acababa de soltar, pero tampoco quería decir nada a eso, sabía que no estaba preparada como para oír lo que verdaderamente o supuestamente ocurrió.

Como había dicho, el silencio entre nosotras surgió, mientras oíamos la lluvia caer con fuerza. Podíamos ver a la gente correr con cuidado de no resbalar. La mayoría iban sin paraguas.

Los minutos fueron pasando poco a poco, nos manteníamos en silencio, como si fuera un concurso de a ver quien aguantaba más tiempo callada, y sinceramente, deseaba que alguna de las dos perdiera. Prefería estar discutiendo de cosas sin sentido que esto. Finalmente me decanté con romper el silencio, y dirigí mis ojos hacia su rostro, quedándome de nuevo en un trance algo conocido para mí.

Podía ver su castaña cabellera empapada, aquel flequillo que tenía sobre su frente, hacía que pequeñas gotas resbalasen por su perfecto rostro, con total delicadeza, haciendo aún más perfecta su belleza, cosa que creí imposible, pero estaba sucediendo. Su mirada marina, parecía entretenida en algo que yo ingoraba, sin embargo yo ya me había hundido por completo, sintiéndome cada vez más perdida en ese mar, incluso noté como había dejado de respirar por unos segundos que parecieron horas. Pude divisar sus diminutas pecas, mientras mis ojos llegaban a su nariz levemente respingada, hasta que finalmente me topé con sus labios rosados. Jamás me había fijado tanto en alguien como en ella, no había repasado tan detalladamente su rostro, hasta ahora me había dado cuenta de una pequeña marca en...

-¿Chris?- cuando oí su voz pronunciar me nombre, automáticamente me sentí de nuevo en la realidad. Ahora veía a mi hermana, quien tenía una expresión... ¿avergonzada? No, claro que no, eso ya eran imaginaciones mías.

-Eh... perdón, pensaba que tenías algo en la cara...- carraspeé un par de veces mientras volvía mi mirada al frente, sintiendo mi corazón palpitar con rapidez, cuando entonces por el rabillo del ojo la vi rodearse a sí misma con sus brazos. Tenía frío, no hacía falta ser un lince como para saberlo.

Ahora que me daba cuenta, estábamos al borde del lugar, y aquí habría más frío. Habíamos sido tan orgullosas, que preferimos desafiarnos de aquella manera tan absurda a refugiarnos como era debido. Pues bien, debía dejar a un lado eso y actuar por una vez como una hermana mayor, además, mamá me mataría si llegaba a dejar que Judith pillase una pulmonía, y ya tenía bastante con la castaña. Sin decirle nada, cogí su mano y me acerqué a una de las esquinas del portal junto a ella, quien por cierto, no dejaba de quejarse. Me senté y acto seguido la atraje hacia mí con fuerza, sentándola entre mis piernas mientras la rodeaba con mis brazos. Cuando acabé de acomodarme, ella se había quedado muda, cosa que agradecí con toda mi alma, no tenía ganas de seguir otra discusión. Sentí como en esos precisos instantes se acurrucaba más a mí, para después acabar con un suspiro.

Empezaba arrepentirme de mi acción. La lluvia seguía intensa, el frío se mantenía y Judith seguía con su almohada llamada Chris. Por mi parte, yo me sentía nerviosa. Jamás había hecho de hermana mayor, no me había hecho falta porque ella se había ido, y ahora debía tener ese papel. Solo deseaba que la castaña no notase la tensión y el nerviosismo que me había invadido por completo.

-Gracias...- aquello me sorprendió, el silencio se había roto de nuevo por ella y justamente con esa palabra. Me mordí el labio, sintiendo la tentación de molestarla un poco, y finalmente lo hice.

-¿Qué has dicho?- pregunté, intentando que no notase el tono divertido en mi voz. Los pocos segundos que pasaron solo pude oír la lluvia, pero ella lo repitió.

-Gracias, Chris..- supuse que se lo había pensado, yo también lo hubiera hecho, y conociéndome, seguramente me hubiera negado hacerlo.

-¿Cómo? No te oigo aún- esta vez fue más difícil contener mi tono, provocando que Judith me cogiera del cuello de mi chaqueta, atrayendome con brusquedad hacia ella, y no iba a mentir, me asustó un poco. Segundos después movió su rostro, hasta que sus ojos se fijaron sobre los míos, algo que me estremeció por completo.

-Gracias.. ¿mejor así?- tragué saliva con gran nerviosismo, sintiéndome hipnotizada tanto por su voz como por su belleza, y antes de poder impedirlo, ya me estaba dedicando a observar sus labios. No pude ni calcular cuánto tiempo estuvimos así, y tampoco me atreví a volver a verla, pero empezaba a preguntarme el porqué aún no me había soltado.-Te odio, no sabes cuanto

Debería haberme molestado, o haberme sentido mal, incluso haberla soltado y separarme de ella, pero no fue así, simplemente sonreí mientras mi atención volvía a sus ojos, los cuales noté más cerca que antes. ¿Acababa de acerarse más a mí, por qué?

-¡Al fin os encuentro!- la magia se esfumó por completo y antes de poder ver de quien se trataba, mi hermana se levantó con rapidez, algo que me pareció extraño, sin embargo, lo dejé pasar. Aún me sentía en las nubes, y no estaba como para pensar claro las cosas.

-Chris es idiota, no se le ha ocurrido mejor sitio que este para refugiarnos- finalmente decidí mirar a la dueña de la segunda voz, al final pensaría que era una rarita y muda. Cuando la miré me topé con mi madre, quien me miraba con una expresión que no logré deducir.

-Venga vamonos, os he comprado un paraguas

 

En los días siguientes tuve que obligarme a olvidar lo ocurrido, no tenía a un mejor amigo como para contarle aquello, bueno, lo tenía, pero era el novio de mi hermana, y lo que pensaba trataba de ella, así que era mejor callarse, por ese motivo me encontraba en la biblioteca de la ciudad, intentando buscar cualquier cosa que me sirviera de distracción. Me paseaba por los pasillos, disfrutando del silencio tan tranquilizador, cuando entonces vi a un chico muy centrado en su lectura. Estaba de pie, y no se movía de su sitio, sin embargo, cuando notó mi presencia dejó el libro en la estantería con cierta torpeza y se fue en dirección contraria a la mía, alejándose a pasos rápidos. Como aquel comportamiento no me pareció del todo normal, me centré en buscar lo que había dejado. Me dispuse a cogerlo, cuando entonces oí unos susurros que provenían de uno de los pasillos. Como todos somos curiosos, y yo no era ninguna excepción, decidí acercarme y escuchar, aunque fuera solo un poco, no haría ningún daño.

-Sé lo que estás intentando hacer, y no es nada normal, no me hace ninguna gracia, no hay justificación alguna- cuando estuve a unos cuatro pasos pude oír mejor la voz, pero no me era nada familiar, solo deduje que era la de un chico, pero para mi sorpresa, conocía perfectamente la segunda voz, era mi hermana.

-No he hecho nada, simplemente pasó, no me estoy saltando ninguna norma- parecía que temiera algo, podía notar la desesperación en su tono, deseando que aquel tipo la creyera.

-Esto no tiene que ocurrir, evita que suceda, sabes los castigos que pueden imponer

Después de un corto silencio, pude oír los pasos de una persona acercarse. Reaccioné con rapidez y me escondí. Segundos después pude oír otros pasos, y cuando me asomé vi a Judith pasando de largo. ¿De qué estarían hablando? Por lo poco que pude escuchar, algo malo había hecho mi hermana.. ¿Pero el qué?


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).