Quién quiere ser el héroe cuando puede ser el villano de la película. Por supuesto, los villanos nunca tienen sus finales felices; el odio es su principal sentimiento y el rencor el camino de su vida, un camino enfermizo sumido en los más oscuros lares del corazón cegado por la desesperación y la soledad. Una sonrisa macabra y una mirada autosuficiente, los rasgos clásicos de pura maldad remarcados con anhelo y nostalgia.
El héroe es brillante. El villano se sume en las sombras. Al héroe se le recuerda, se le quiere, se le aprecia, se le cuida, se le abraza, se le besa. Al villano se le olvida, se le odia, se le desprecia, se abandona y se le margina. Es el ciclo de la vida, dos caminos contrarios en sentimientos, igualdad, y sin embargo tan parecidos en ambiciones. A veces parecen olvidar que incluso ellos tienen sentimientos y un sueño.
¿Alguien alguna vez quiso conocer el pasado del villano? El héroe es más importante, por supuesto.
- No voy a hacer eso, Gamora. – La ingenua figura de la chica añil, una figura que con el transcurso de los años se transformaría en otra más hostil y distante. – Y oye, ¡quítame esta venda de los ojos! O si no…
- ¿Te quejarás a Thanos? Vamos, Nébula. – Sonreía una mujer verdosa, con total tranquilidad y diversión. Llevaba de la mano a su futura némesis, la guiaba hasta una puerta que permanecía cerrada. – Ten cuidado, que te vas a tropezar…
- ¿Qué? – Preguntó caminando a ciegas, como su próximo futuro. Un camino distinto en el cual, su luz ya dejaría de brillar, la luz de aquella persona, el roce de la piel de Gamora, su mano. - ¡Auch! – Se quejó tras darse torpemente en su frente con una superficie sólida.
Su hermanastra solo se rio al ver la escena, pero nunca le soltó la mano. La oscura puerta se abrió emitiendo un chirrido metálico, Nébula solo se mantenía a la espera de lo que tuviese que pasar mientras en su rostro se dibujaba una mueca de desagrado por la burla de la chica verdosa, sin embargo, no pudo evitar esbozar luego una sonrisa.
- Ya está, ¿fue para tanto? – Dijo Gamora. Sin embargo, no le había retirado la venda de los ojos.
- Pero aún no… - Iba a replicar la chica añil antes de ser interrumpida con un roce suave en sus labios.
La noche era efímera como el tiempo que pronto borraría esos recuerdos de su juventud. El inevitable sonrojo que empezaba a verse en su rostro cambiaría en un futuro por una expresión de desesperación por sobrevivir a la batalla que le esperaba. Aquella mujer que ahora la besaba, pronto sería quién intentaría matarla.
- Feliz cumpleaños, Nébula… - Murmuró Gamora retirándole la venda de los ojos y regalándole otro beso.
Ninguna sabría lo que el futuro le depararía, ni que sus caminos se separarían también. Ni que sus manos entrelazadas sería el último gesto de amor, que ese gesto sería la única guía de la mujer añil, la única luz que la podría haber salvado de las tinieblas que hambrientas empezaban a rodearla.
- ¡Nébula! – Tendió su mano con el sudor recorriéndole la espalda y la visión de su hermana al estar a punto de caer al vacío, a la tierra de Xandar con una expresión descolocada. - ¡Dame la mano! ¡Ayúdame a luchar contra Thanos!
- No… - Murmuró atónita. Los recuerdos de ese pasado lleno de afecto habían vuelto a su mente. Su corazón empezó a latir con más fuerza antes de soltarse y caer. Era doloroso, pero ni el amor que sentía o sintió era suficiente, nadie la perdonaría, ella había elegido su camino con Ronan, y Gamora… había elegido el suyo con esos Guardianes de la Galaxia. Aquella vez le había soltado la mano, y ahora, no volvería a sostenerla.
Incluso un villano, como ella era, podía tener sus sentimientos y podía sentir la calidez. Y sin embargo, nunca iba a tener un final feliz.