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¿Otra vez tú? por mhoowoo

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Notas del capitulo:

Espero que les guste♥.

Onew dejó tres copas en la mesa y parte del líquido, de color rojizo-naranja, se derramó sobre la superficie. Me giré para coger una servilleta y advertí que, para los dueños de aquél antro, unos tristers trozos de celofán eran un lujo innecesario del que se debía prescindir.

TaeMin arrugó su nariz cuando rozó la húmeda copa con los dedos. Era raro verle en aquél ambiente, teniendo en cuenta que parecía un ser angelical e inocente recién caído del cielo; no me sorprendería que el día menos pensado brotasen unas alas de su espalda. Presumiblemente, la hazaña más peligrosa que había realizado a lo largo de su vida, fue visitar a un amigo que se había mudado a Busan. Solía relatar aquél episodio cuando iba algo chispado, con los ojos brillantes de emoción, como si aquél día hubiese escapado de una banda de narcotraficantes armados con varias AK-47.

Sin embargo, aquello había ocurrido años atrás. Con el paso del tiempo, los tres habíamos cambiado mucho y, a pesar de nuestras diferencias, seguíamos siendo grandes amigos. A decir verdad, estaba convencido de que el hecho de que fuésemos tan distintos era el verdadero secreto de nuestra durarera amistad. No se me ocurría otra teoría válida, simple.

Hacía dos noches que habíamos llegado a Haeundae-gu. Siempre había fantaseado con vivir allí en algún momento y, aunque mi trabajo en la editorial me impedía cumplir tal propósito, pasar veinte días de vacaciones bajo el sol junto a mis dos mejores amigos, superaba con crecer todas mis expectativas. Plan de amigos, mejores amigos.
Onew había propuesto realizar tal viaje, alegando que estaba muy nervioso por su inminente boda —que se celebraría en Diciembre— y que necesitaba tomarse un tiempo para sí mismo, antes de embarcarse en una nueva etapa de su vida. Yo no había puesto ninguna objeción porque al fin y al cabo, nada excepto mi trabajo me ataba a Seúl y ya había planeado pasar las vacaciones tirado en la cama, comiendo helados y siempre en Starbucks.
TaeMin había tenido que consultar con sus padres el plan de pasar las vacaciones en la playa, a pesar de que tenía 24 años y hacía siglos que se había independizado, mudándose a un lujoso departamento en la avenida más transitada de Seúl.

—Está un poco fuerte, Bum.. —TaeMin tosió, dejando el vaso sobre la mesa.
—¡No digas tonterías! —JinKi, u Onew como solíamos llamarle, dijo con una mano en alto tras beberse casi la mitad de su copa en un solo trago—. Me encanta que esté muy frío.
TaeMin arrugó nuevamente su nariz y rebuscó en su bolso hasta sacar un folleto turístico para luego depositarlo frente a nosotros.
—He pensado que mañana podríamos ir a la playa, ¿qué tal? —dijo entusiasmado, picando sobre la idílica imagen del folleto—. Al parecer la playa que está frente a nuestro departamento es una de las mejores partes de la zona, nada mejor que eso.
—¡Sí! Quiero tostarme un poco y dejar de lado este color tan pálido que tengo. —exclamé para luego soltar una ligera risa.
—¡Ni hablar! Compraremos una sombrilla durante la mañana y al mediodía partimos para allí. —nos aseguró TaeMinnie, mirándome fijamente—. ¿Sabes lo perjudicial que es el sol para nuestra piel?, ¿quieres tener un montón de manchas fea para cuando cumplas los treinta? Por favor... KiBummie.
Suspiré mientras Onew reía. Cuando su móvil empezó a sonar de repente, se disculpó explicando de que era Joon el que lo llamaba y salió del local, dejándonos a Tae y a mí a solas. JinKi había tenido la suerte de tropezar con el único prototipo masculino decente que quedaba sobre la faz de la tierra. Esperaba que proceasen pronto, extendiendo una rama perfecta de hombres por el mundo pero por el momento... lo veía medio imposible ya que ambos lo eran.
—¿En qué estás pensado? —preguntó TaeMin, apartando algunos mechones de su delicado rostro.
En los extraordinarios hijos que podrían tener JinKi y ChangSun. Descarté admitirlo en voz alta.
—Nada, solamente en si quieres otra copa, iré a buscarla.
No hacía falta de que Tae dijera lo cohibido que se sentía en aquél local tan... extraño y atestado de parejas homosexuales por todos lados.
—¿Lo harías? —abrió excesivamente sus ojos. Asentí con la cabeza.
—¡Gracias, mi amor! —me exclamó antes de lanzarme un besito al aire, seguido de una de sus características risas. Típico de él.

Arrastré la silla hacia atrás para levantarme torpemente e intenté avanzar entre el gentío. Jamás había estado en un pub similar, ni que se le pareciese de lejos. En Seúl los bares solían ser sofisticados y con un cierto punto para la capacidad de las personas, algo que no veía aquí.
Había numerosos jóvenes sin camisetas y por otro lado, las mujeres tocándose entre ellas con sus bikinis —asco— no hacía falta llegar a ese punto pero qué podía esperar de ésto. El ambiente destilaba olor a sexo, era como si todos los clientes gritasen en conjunto: "¡Fóllame!".

Respiré hondo mientras apartaba de mi camino a otra chica medio desnuda y conseguía llegar hasta la milagrosa barra. En eso consistía el local, en tener que hacer malabarismos para poder pedir una maldita copa. No, los camareros no se acercaban gentilmente a tu mesa con una libretita y te atendían amablemente; eran los clientes quiénes debían lograr —no sé cómo, todo sea dicho— que uno de los bronceados camareros te prestase atención en el intento.

Mientras estaba en la barra, con los antebrazos apoyados sobre la superficie de madera oscura, me pregunté si Onew ya había terminado su conversación telefónica con su inmejorable novio. No estaba seguro de que TaeMin pudiera sobrevivir solo en aquél lugar durante más de cinco minutos. Pobrecito.

—¿Qué te sirvo, lindo? —preguntó un camarero en mi dirección, sin dejar de preparar alrededor de diez bebidas al mismo tiempo, con los vasos colocados sobre la barra, formando un ligera línea recta.
Le miré asombrado, era fantástico aquél espectáculo. Seguramente había hecho un máster en hostelería o algo similar.
—Dame dos tequilas.
—Enseguida. —dijo, al tiempo en que cogía varios vasos del estante.

Permanecí quieto, como si fuera una estátua de hielo, ajeno a la marabunta de gente que saltaba y bailaba animada a mi espalda. ¿Desaparecerían todos si cerraba mis ojos y contaba hasta diez?
Definitivamente no, dado a que alguien me estaba tocando el trasero. Me giré bruscamente y aparté la mano de aquél muchacho bruscamente; cabello castaño o algo así, más alto que yo, tambaleó hacia un lado mío y sonrió de lado.
—¿Qué te crees que estás haciendo?
—Tocarte el cu-...
No pudo terminar de pronunciar su elaborada excus, puesto que un desconocido se abalanzó sobre él y la espalda del jóven chocó contra la barra de madera, volcando a su paso todas las bebidas recién preparadas, antes de que lograse escabullirse y huir corriendo como si acabase de ver la muerte muy cerca. Me froté la mano en mis pantalones algo nervioso.
—Oh, bueno... gracias pero no era necesario ser tan...

Me quedé mudo en mi supuesto salvador alzó la cabeza y nuestros ojos se encontraron. Literalmente, dejé de respirar. Y estaba seguro de que, a diferencia del chico que acaba de escapar, yo sí moriría de un momento a otro... porque aseguro que, cuando hace más de un año que no ves a tu ex prometido y te lo encuentras de sopetón, no-puedes-seguir-respirando. Da igual lo mucho que te esfuerces por seguir haciéndolo, especialmente si él continúa mirándote fijamente con sus encantadores ojos café y, pasado unos instantes, te sonríe de esa forma tan irresistible.

De todos modos, me hubiera parecido completamente irresistible de no ser que lo odiaba profundamente como nunca, jamás de los jamases, había odiado a nadie más.
Cuando MinHo dio un paso al frente, acercándose más, mi cuerpo reaccionó de forma autómata, dando un paso atrsá. Y después otro paso y otro, otro... hasta que mi espalda chocó contra un taburete y me obligué a frenar. Fue entonces que me pregunté por qué estaba huyendo, ¡él debía hacerlo!.
—Las dos copas de tequila ya estaban servidas y las volcó, tendrás que pagarlas nuevamente. —dijo el camarero, tendiéndome la cuenta.
—¿Tequila para ti? —MinHo alzó sus cejas y cogió aquél ticket para luego tendérselo al camarero con unos cuantos billetes—. Pago yo. Dime, ¿desde cuándo te gusta?
Puse los ojos en blanco.
—Eso confirma mi teoría de que nunca has sabido nada de mí. —farfullé, intentando controlar la rabia que parecía bullir en mi estómago. Dios, quería matarle—. Pero gracias por tu interés, de todos modos.
En realidad no había probado ese cóctel, así que teóricamente no podía saber a ciencia cierta si realmente me gustaba pero existía un 50% de posibilidad de que así fuere.

MinHo se giró para guardar su billetera en el bolsillo trasero de su pantalón y entonces aproveché el momentos para echarle un rápido vistazo. Seguía teniendo el mismo cabello negro, brillante y peinado. Vestía una camiseta azul oscuro que se ceñía a su perfecto torso —dolía admitirlo, sí— y la única diferencia que tenía con el MinHo antiguo, es que éste estaba bronceado. Sonrió cuando me encontró mirándole, me sonrojé y maldije por dentro.
—¿Qué haces aquí, Key?
—Pasar el rato, supongo.
—Vamos... en serio.
—Bien, estoy de vacaciones con Tae y Onew.
Exactamente y tal como lo recordaba, sus labios se fruncieron ligeramente en cuanto los nombré pero quiso ignorarlo de inmediato.
—Así que de vacaciones... —nos miramos en silencio—. ¿Dónde te hospedas?
Y ese era el momento exacto en el que debía decir una frase brillante pero mi mente me traicionó.
—Al final de esta misma calle, bungaló 47.
Él me mostró su famosa sonrisa irresistible, seguramente siendo consciente de que acababa de anular y pisotear todo mi orgullo. Algo tardío, volví a recomponer mi postura.
—Los chicos me esperan. —dije con rapidez y sin poder evitarlo, puse una mano en su hombro al tiempo en el que me alejaba—. Espero que todo te vaya bien... MinHo —suspiré.

Él asintió, murmurando algunas palabras que no alcancé a escuchar ya que me devolvía a mi lugar cabizbajo. Hacía un análisis mental, preguntándome por qué mis piernas no dejaban de temblar.

Cómo la vida de una persona puede trastocarse desde los cimientos en tan sólo veinte minutos.

Te odio, Choi MinHo.

Notas finales:

Gracias por leer, trataré de actualizar cada un día o a más tardar, dos.


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