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My worst disease. por JisungExoUkiss

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Notas del fanfic:

Dedicado a mi amiga:

Ammy(Amanda)

Ella me dio la idea y yo creé el escrito.

Espero que te guste, lo hice con KaiSoo feels. JUL heheheh.

Tienes que leerlo Ammy. Eh!

Y pues, gracias por la idea.

 

Notas del capitulo:

 

Mi amiga me dijo que la gente puede odiarme....

Pero la culpa es de Wendy, a la que amo tanto y es mi amor.

También es de mi amiga por tantas ideas para nuevos fics.

Tambien es de la escuela por tantas tareas...

ETC:::

Att. Justin.

 

Intro. Nuevo comienzo….

|Hay algo llamado amor.

Es un sentimiento lindo y especial.

Te hace sentir agradable…

Querido.|

-Disartria.-

Árboles, hay una pequeña brisa de viento y sus copas se menean suavemente, sutil.

La tierra cruje suave, todo está en armonía. Perfecto.

Hay una pequeña pradera, árboles y pasto,  flores de colores y un olor a naranja.

Entre los árboles del centro se divisa una casa, es grande y de tejas color blanco. Con ventanales grandes y una puerta de madera, unas pequeñas escaleras para subir y un timbre con el sonido parecido al cantar de un ave.

El interior es espacioso pero sobre todo cálido y reconfortante.

Al subir las escaleras interiores se llega a una puerta color azul cielo; tiene unas pinceladas juntas forman una pintura; un cielo con nubes blancas y algunas avecillas.

Dentro de aquella pequeña alcoba se encuentra un joven: cabellos marrón, ojos con un toque de alegría y un corazón lleno de bondad.

Tierno.

Su mente está llena de cientos  de pensamientos y millones de preguntas por formular.

La puerta se abre suavemente, es una mujer adulta de tal vez unos cuarenta años. El joven le dirige una y la mujer le sonríe.

—Hola, JongIn. —Saluda la mujer. Sus tacones demasiado altos y su ropa de traje bien planchado la hacen parecer una mujer de negocios, frívola y sin sentimientos. Pero eso es sólo la fachada, en realidad esa mujer es demasiado amable y llena de alegría. Es muy dulce cálida.

El joven sonríe tenue y dirige su vista a la ventana.

—Listo para un nuevo comienzo.

Dice la mujer efusivamente. Parece demasiado feliz y alegre, con gesto esperanzado y mirada brillante.

—A-aún no… no es-toy lis…to.

Murmura JongIn, su voz es demasiado baja y con un ligero atisbo de tristeza y desilusión.

Todo será igual.

La mujer siente tristeza, su expresión pierde un poco de alegría pero aun así sonríe.

—Nada malo va a pasarte. Será emocionante, JongIn.

Le anima ella.

El joven sonríe pero por dentro no piensa igual.

Él sabe que nada va a cambiar. Todo será igual que siempre. La gente lo molestará por tener disartria y él no podrá hacer nada. Nada.

—E-está bien, ma-má.

Sus palabras son dulces, parecen confiadas y sirven para disuadir a su madre ya que la mujer se va y lo deja solo en la habitación.

JongIn se pasea por la alcoba, a pesar de estar en su pieza parece perdido y juguetón.

Ha olvidado su pesadilla.

Los minutos pasan, con ellos los segundos y junto a estos las horas, todo es un ciclo repetitivo que termina por cansarnos y hacernos entender lo pequeño que es el mundo en comparación al tiempo que crece cada día más.

El joven va perdiendo la energía prontamente.

Su cuerpo se agota después de tanto pasearse, jugar, correr, trotar y sobre todo sonreír.

La noche empieza a asomarse y el pequeño va adquiriendo sueño. Sus ojos parpadean queriéndose cerrar, decide recostarse en la cama y segundos después cae en un sueño profundo.

Nuevo comienzo…

Los rayos de un nuevo día empiezan a aparecer, golpean las paredes exteriores de la casa, iluminan las copas de los árboles y dan calor a la mañana.

Dentro de la casa, en medio del bosque, un joven está  inquieto. Ansioso.

Se encuentra levantado desde muy temprano. Su mente es un pequeño caos de ideas y temores.

Está vestido con ropa para el colegio, un pantalón gris de vestir con una camisa bien colocada y un saco negro. Sumado a esto está usando una corbata.

Está arreglado pero no tiene los ánimos ni la ganas de asistir a su primer día de universidad. Porque sí, JongIn tiene dieciocho años de edad y está a punto de convertirse en un universitario.

Además, está el hecho de que tiene disartria y eso le quita aún más los ánimos.

Su madre hace aparición por la puerta. Como siempre, trae puesto un traje bien planchado con olor a perfume de mujer de mujer adulta, uno que a JongIn casi no le gusta por oler demasiado a alcohol y a adulto.

La mujer le sonríe y extiende una mano que JongIn se ve obligado a tomar, bajan por las escaleras y llegan al comedor principal. Su madre le sirve el desayuno y él lo come en silencio.

Su madre le sonríe en varias ocasiones pero eso no le quita el ansia y el miedo de asistir a la escuela.

—Todo saldrá bien, JongIn. —Dice la mujer a JongIn. Pero él no piensa eso, realmente, él sabe que todo será igual. Le gustaría tener una mínima esperanza pero con el pasar del tiempo se ha ido dado cuenta de que nada cambia por más que lo deseé. Nada cambia yeso termina por lastimarlo.

Sonríe y asiente levemente, a pesar de no estar de acuerdo.

Salen de la casa y se suben a un vehículo color rojo.

Ese era el color favorito de su padre antes de morir y ahora es el de su madre.

Su madre maneja con cautela y tararea suavemente, la voz de su madre lo tranquiliza por unos instantes. Instantes en los que cree que todo estará bien, que nada malo pasará y podrá hacer amigos.

Error.

Se da cuenta de que ha llegado a la universidad cuando la voz de su madre interrumpe sus pensamientos.

—JongIn. —Llama— Hemos llegado, baja.

La sonrisa de su madre debería tranquilizarlo pero ahora sólo sirve para atormentarlo aún más. No quiere decepcionarla, no quiere que su madre se dé cuenta de que nada podrá cambiar nunca.

Finge una sonrisa y baja del vehículo, se despide de su madre mientras que ella le da ánimos  y comienza a andar hacia la entrada de la universidad.

Algunos alumnos lo miran, murmuran cosas y sonríen o simplemente ruedan los ojos. Todos parecen agradables pero JongIn no se deja engañar, él sabe que una vez que descubran que tiene disartria comenzarán a ser malos y odiosos. Abusivos.

Sigue caminando y se detiene en lo que parece ser la dirección escolar. La secretaría lo recibe de buena manera y parece darle una mirada compasiva, una mirada llena de lastima pues debe saber la condición del joven castaño.

Arregla el papeleo y dá buena suerte a JongIn.

El joven le sonríe y ella vuelve a reiterarle su apoyo en cualquier problema o situación. El joven le agradece, a pesar de saber que tal vez ella sólo se lo está diciendo debido a su condición, y no sabe sí eso es bueno o malo.

Vuelve a anda y revisa su horario del día.

“Primera clase: Geometría analítica.

Salón: 25.

Edificio: K

Clase: 1 D”

La geometría no es algo que se le dé muy bien. Pero está feliz de no tener Lectura y Comunicación.

Por ahora no hablará tanto y su enfermedad no será tan notoria.

Al menos en su pensamiento.

Dentro del salón, ya están casi todos sus compañeros. Las miradas de estos se posan sobre JongIn en cuanto pone un pie dentro del salón, se siente tímido e intimido por los demás,

Ignora esos penetrantes ojos sobre él y se sienta en cualquier asiento vacío del salón. Hasta adelante cerca del escritorio, por seguridad y tranquilidad de su madre.

Los minutos pasan y el salón ya está atestado de alumnos, algunos conversan y otros sólo miran a la nada. JongIn se concentra en un libro entre sus manos: Misericordia de Jack Wolf.

Un gran libro que atrapa y te envuelve con cada palabra escrita, cada nuevo acontecimiento lo estremece y hace que se interesa aún más por la continuación de la lectura.

La daga, larga y afilada, ella le arrebató,

T en el oscuro corazón del caballero la hundió.

-Jack Wolf.

Misericordia.

JongIn es un joven normal, si lo encontrarás por la calle pensarías que es como cualquiera. Un joven de dieciocho años de edad que asiste a la universidad, y en efecto lo es, el problema es que tiene disartria: una enfermedad muscular de la cavidad bucal que se produce debido a un accidente o a un problema de nacimiento. Está enfermedad provoca en los pacientes que la tienen, problemas al hablar tales como mala pronunciación, lenguaje enredado y tono de voz demasiado bajo, cómo si hablasen en susurros o murmullos. Y eso provoca que la gente se ría de JongIn, que abusen de él y sea siempre el que nadie quiere para exponer o trabajar en quipos y aún menos para ser amigos.

Un profesor con traje pulcramente planchado ingresa en el salón, interrumpiendo el ajetreo de los alumnos y la lectura de JongIn.

—Buen día, estudiantes. —Saluda el hombre, se ve tranquilo y relajado. Eso tranquiliza un poco a JongIn.

Los alumnos responden el saludo, menos JongIn, y el profesor les sonríe desde el escritorio.

El hombre acomoda sus pertenencias sobre el escritorio y procede a tomar asiento para después sacar un libro del interior de su maletín.

—La clase del día comenzará. Debo aclarar que la materia no es ni complicada ni fácil. Es sólo una materia, de vosotros depende como se torna y que se aprende.

Los alumnos asienten.

La clase transcurre, entonces, de forma normal y tranquila ya que al ser universitarios no parece importarles jugar o hacer bromas de mal gusto durante la clase.

Y JongIn ya no se siente tan ansioso o temeroso, nadie se ha metido con él y nadie ha intentado hablarle o algo así. Y eso es bueno.

Por el momento.

Pero lo cierto es que… es sólo el comienzo.

El destino es impredecible”.

Mucha gente se harta de escucharlo pero es la verdad.

El destino es impredecible…

…mucho, de hecho.

Notas finales:

>u


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