Haneul había cogido su cartera y abrigo, salió de casa después de darle a su esposo un beso en la mejilla.
— ¡Luhan!
Ella se giró, extrañada, y vio a Sehun algo contrariado en la puerta de la casa.
—Luhan… Él no… No se encuentra en el set… Así que no te lo encontraras... Solo eso. —Excusó Sehun para cubrir la estupidez que acababa de cometer.
Haneul lo miró escrutando los ojos. Pero asintió y fingió una agradable sonrisa.
—Te llamare luego… —Dijo agitando la mano.
Al llegar al set Haneul se dejó caer en uno de los cojines. Pidió una botella de agua sin gas y se masajeó por un momento las sienes antes de empezar a maquillarse.
—No te vez bien, querida.
— ¡Luhan! ¿Puedes creerlo? ¡Me llamó Luhan!
Elsie soltó un bufido.
—Luhan se ha ido Haneul, y probablemente no vuelva jamás. Te lo puedo asegurar yo, que hable con él cuando le ponía una capa de polvo encima la última vez.
— ¿A dónde se ha ido?
—A China, dijo que su madre lo mandaba a llamar y que al parecer empezara a trabajar allí. Y estando bajo el control de su madre, dudo que se mueva por un largo tiempo. Y mira, ¡ya han pasado tres meses!
Haneul soltó un suspiro y tomo de la botella que le dejaron en la mesa.
—Es bueno que seas tan amiga de todos, Elsie. Sirves de mucho, en serio.
Elsie sonrió para sí misma y empezó a arreglar el cabello de la modelo, pensando que esta tenía unas ondas hermosas.
● ● ●
— ¡Qué lindo día hace! ¡Es hora de levantarse! —La mujer se dirigió a las cortinas y las abrió de par en par, dejando que toda la luz que ingresaba chocase molestosamente contra el rostro de su hijo.
—Hoy tenemos una agenda llena, pero nos quedara tiempo para descansar por la tarde.
Luhan se dio vuelta en la cama, encogiéndose y cubriéndose toda la cabeza con las mantas. Habían pasado ya tres meses, agendas de agendas, solo 6 horas de sueño (Luhan acostumbraba dormir diez), escuela y solo pocas horas para estar a solas.
¡Es domingo!, pensó Luhan con pesadez.
—Oh, vamos Han.
Su madre estaba a punto de mover a su hijo, pero se vio detenida por la mano de Minseok. Este le sonrió, indicándole con un asentimiento que él se encargaría de su hijo. La mujer asintió y salió del cuarto con la cabeza gacha.
Minseok, sin embargo, no se molestó en siquiera tocar a su amo. Este se removió cuando escuchó la puerta cerrarse.
—Agh. Es tan molesta… ¿Qué se supone que “nos” llevara a hacer hoy?
Minseok se dispuso a leer la agenda del presente y una vez que finalizó Luhan soltó un suspiro y salió de la cama. Se dirigió al baño y al salir encontró su cama tendida y el conjunto que usaría para salir. Se terminó de cambiar y bajó a desayunar.
Su madre esperaba ansiosa, sentada a la mesa, esperando a que su hijo se sentase también para que desayunaran juntos.
—Tu padre ya salió al trabajo, pero te desea suerte como siempre.
—Es bueno, me hubiera gustado desearle lo mismo…
Y cuando su madre iba a empezar a hablar sobre los mensajes de texto y lo útiles que eran las llamadas por teléfono, Luhan agregó un “personalmente” con tono frío.
Minseok dejó a Jongdae dormir un poco más, ya lo vería por la tarde. Bajo a la sala e introdujo dos pudines de fresa en la mochila de Luhan y fue a sacar el auto del garaje. La Sra. Lu salía tras su hijo, repitiéndole lo que harían en todo el día. Y al final, agregó algo que Minseok no le había leído a Luhan:
—Y al final del día, ya que tendremos tiempo, iremos a ver a Lola. Tienes que cambiar tu look, ella sabrá escoger uno muy bueno para ti. —Decía, obviamente emocionada.
— ¿Un cambio de look? —Repitió Luhan con disgusto. —Pero yo no quiero que le hagan nada a mi cabello.
—No te preocupes, ella siempre te lo ha dejado magnifico.
Antes de que Luhan volviera a pronunciar otro “pero”, su madre le puso el dedo índice en los labios, y lo hizo subir al auto.
● ● ●
Sehun se había quedado en casa, como era todos los lunes. Sin embargo, esa mañana se le haría particular quizá por el resto del año, o hasta que Haneul lo olvide. Confundirla con Luhan no era algo que se debiera pasar por alto jamás. Tomando en cuenta que a Haneul nunca le llegó a agradar el menor.
Cuando su esposa le dio el beso en la mejilla, automáticamente, por una milésima de segundo, se transportó al instante en que se encontraba en el aeropuerto, despidiéndose de Luhan. Y cuando reaccionó se encontró con el obvio disgusto reflejado en el rostro de ella.
Sin embargo, le preocupaba todo esto. ¿Por qué Luhan? ¿Por qué si había decidido que aquello no le afectara como debiera afectarle? ¿Por qué pensar en aquello ahora, después de tres meses? Tres meses en los cuales había continuado su vida como si el menor no existiese. Cosa que había funcionado solo hasta cierto punto.
Eran las dos de la tarde, Haneul acababa de llegar y Sehun se encontraba viendo la televisión, aunque inmerso en sus pensamientos aun. Haneul aguardaba de pie frente a la cama, quieta, con la blusa desabotonada y a medio quitar, esperando a que Sehun ingresara en cualquier momento y la abrazara por detrás, dándole suaves besos en el hombro y pidiendo disculpas por el error que cometió en la mañana. Pero Sehun no aparecía.
Cuando estaba dispuesta a cambiarse, enfadada con todo, y sobre todo con su esposo y aquel chiquillo, la puerta se abrió y cerro, dando paso a Sehun. Este levanto la mirada, acercándosele y posando las manos en su cintura.
Si Haneul tuvo esperanzas de que Sehun la acariciase de una forma más íntima, estas se esfumaron al sentir un simple beso en la mejilla.
—Iré a ver a Yixing. ¿Podrás almorzar sola hoy? Es importante que hable con él. —Dijo tomando las llaves del auto que se hallaban sobre la mesita de noche.
Haneul lo vio con enojo y empezó a cambiarse. Sin embargo a Sehun no pareció hacerle efecto como otras veces. Le dio un piquito en los labios y salió de la habitación.
— ¡Yah! ¡Sehun! —Gritó al cabo de unos segundos, pero su esposo ya habrá salido de casa.
Entonces se empezó a rebanarse los sesos pensando en lo que estaría ocurriendo. Sehun siempre había sido cariñoso con ella. ¿Por qué ya no? Aquel nombre paso fugazmente por su mente, y ella lo retuvo. ¿Era Luhan? ¿Qué había hecho Luhan? Si, era Luhan.
Y nunca estuvo más segura en su vida. Quizá, los problemas no acabarían allí, no mientras Luhan continuase existiendo.