Sehun empezó a sentir el pesar del día, sobándose los ojos con el dorso de la mano, mientras se incorporaba en la cómoda cama. Su mirada recorrió la gran habitación, notando las correas de cuero en las esquinas de la litera, su ropa, hecha trizas, por todo el suelo y su obvia desnudez cubierta únicamente por una sabana, dada la estación en la se encontraban.
Dios, está loco, pensó mientras se levantaba a examinar sus inservibles prendas, incluso la ropa interior, y Sehun no se resignaría a andar desnudo. Con que buscó algo de ropa en el gran armario, o, como él lo halló, otro cuarto exclusivamente para ropa; y se dirigió a tomar una ducha.
Al salir del baño, se topó con la figura de Luhan tendida en la cama.
—Oh, wau. Te vez sexy usando mi ropa.
Sehun solo rodó los ojos mientras se dirigía al balcón, continuando con la toalla en su cabeza, secando su cabello.
Y esa “excitante” acción, según Luhan, lo enloqueció, haciendo que fuese tras él y lo abrazase por la espalda.
—Linda vista. —Comentó Sehun.
— ¿Verdad que sí? —Insistió alegremente, sin obtener respuesta. — ¿Quieres desayunar aquí?
Sehun encogió los hombros en señal de un “me da igual”, a lo cual Luhan dejó ver una amplia sonrisa y se fue en busca de su fiel mayordomo, a indicarle que trajese la primera comida del día al balcón.
Al rato de tener una superficial conversación sobre el lugar en que Luhan vivía, se apareció Minseok, trayendo en una bandeja dos tazas de café expreso, un par de platillos con panqueques y miel de maple para untar.
Sehun pasó su mirada por el mayordomo, imaginándose miles de cosas sobre él. Recordaba que este conducía el auto cuando se quedó “dormido”. Una vez que se fue, se atrevió a preguntar.
—Así que, ¿ustedes dos me trajeron aquí en un intento de secuestro para que me violaras?
Luhan detuvo sus acciones y lo miró sonriente.
—Pues sí. —Respondió con simpleza. —Es la primera vez que hago algo como eso.
Sehun asintió lentamente con la cabeza, mientras iba tomando pequeños sorbos de café y perdía su vista en una de las tantas casas que veía estando en lo alto.
Luhan trató de captar su atención miles de veces, pero no lo lograba, hasta que se aburrió y llamó a Sehun un niño frío y engreído, un completo egoísta, en su mente. Aunque claro, poco de cierto tenían estas ideas. Y justo en medio de sus berrinches mentales, como si el mayor hubiera podido oír sus insultos, volteó y clavó sus ojos fijos en los de Luhan.
— ¿Dónde están mis cosas? —Fue la pregunta que lo decepciono, pues él esperaba empezar alguna conversación.
—Sehun, sobre lo de anoche—
—Obtuviste lo que querías, ¿verdad? —Interrumpió. —Me violaste y me usaste como a un juguete sexual. Ahora dime donde están mis cosas, tengo que volver a casa, Haneul estará preocupada.
El tono cortante que uso Sehun enfadó a Luhan, así que se paró de pronto y sacó su celular.
—Minseok, tú y Jongdae, cierren todas las puertas y activen el sistema de seguridad. —Ordenó y miró a su mayor a los ojos. —Oh Sehun se quedara conmigo el tiempo que yo desee.
Oyó una risita antes de escuchar el: “A sus órdenes, Joven Lu” de Minseok. Guardando el teléfono volvió a sentarse, y tomo a sorbos su café, sin despegar su vista de Sehun.
— ¿Cuánto tiempo deseas que sea tu consolador? —Preguntó Sehun rato después, con sarcasmo absoluto.
Luhan se mantuvo serio, tratando de no dejar ver lo gracioso, y al mismo tiempo algo indignante, que le pareció eso. Pero si Sehun jugaba con esa confianza, entonces él también lo haría.
Soltó una risa seca y golpeó juguetonamente el hombro del mayor.
—No juegues Sehun.
Sin embargo, este solo hizo un vaivén entre su hombro y quien lo había tocado, con su típica cara de nada. Mostrando completa inferencia, se paró y se volvió a adentrar a la habitación, seguido por un avergonzado Luhan.
—Dime donde están mis cosas. Me largo. —Espetó Sehun.
—Por favor, no te vayas. —Se apresuró a decir Luhan, aunque fue más una reacción inconsciente que ni él mismo entendió.
— ¿Bromeas? —Dijo el mayor con ironía. —Luhan, estas loco. ¿Qué adolescente en su sano juicio secuestraria a un hombre mayor para violarlo?
— ¿Uno que es fetichista…?—Acertó con timidez.
Sehun lo miró como si de un loco se tratase y negó en desaprobación. —Me largo.
—Aun así no podrás salir.
—No me importa si tengo que tirarme del balcón para escapar. Sera mejor a estar en este lugar. —Hizo una pausa, vacilante. —Joder Luhan, creí que serías una persona normal. ¿Te imaginas que pasaría si descubren tus fetiches y esto? Tu reputación se iría a la mierda y—
— ¿Te estas preocupando por mí? —Pregunto Luhan, con dejo de esperanza.
—Y yo también. —Terminó su frase anterior, mirando al menor de manera severa por haber interrumpido. —Esto no se trata solo de ti.
Sehun volvió a hacer una pausa, pero antes de que continuase sonó el timbre de su celular, aunque no sabía de donde provenía. Pero Luhan sí.
Este último se acercó a un pequeño baúl, en una de las esquinas de la gran habitación. Sacó el teléfono y desbloqueó la pantalla para tomar la llamada.
— ¿Aló?... ¡Haneul! —Exclamó con alegría fingida y se dirigió a Sehun con una mirada cómplice.
— ¿Luhan? ¿Qué haces contestando el—?
— ¿Sehun? Sehun está aquí conmigo, pero él está ocupado.
— ¿Qué? ¿Dónde?
—Sí, el volverá a casa mañana por la tarde.
Sehun abrió mucho los ojos, sorprendido por lo que acaba de escuchar.
— ¡Yah! ¡Luhan—!
—Si no te preocupes, yo le digo.
—Espe—
—Bye.
Luhan colgó el teléfono y al instante volvió a recibir otra llamada, pero fue rechazada. Le pasó el teléfono a Sehun y dijo:
—Envíale un mensaje o algo.
—Le diré que venga a recogerme.
Luhan se giró a verlo.
—Le envié un mensaje antes. Ella cree que estas en el estudio, aun fotografiándome.
— ¿A las nueve de la mañana un sábado? Haneul conoce mis horarios.
— ¿Qué se le pasaría por la mente al enterarse que dormiste aquí cuando no había nadie en casa? Qué traes puesta mi ropa y qué tienes chupetones por todo el cuerpo.
Sehun lo vio algo atónito.
—Así que… Mejor llámala, se sentirá más tranquila al escuchar tu voz. Dile que solo será hasta mañana y ¡Listo!
● ● ●
—Así que Oh Sehun, el, muy pronto, mejor fotógrafo de Corea. —Mencionó Jongdae a la vez que tomaba un poco del martini que sostenía en su copa.
El aludido mantuvo su mirada fija en la fina copa de vidrio, mientras hacía girar el líquido dentro de ella.
—Creo que hiciste una buena elección, Luhan. —Dijo Jongdae.
Sin embargo, no era precisamente felicidad lo que reflejaba el rostro del nombrado, sino, más bien, incomodidad.
— ¿Qué se siente ser víctima de Luhan?
Solo en ese momento, Sehun levanto la mirada, reparando por primera vez en la apariencia de su interlocutor. Un chico de ojos jalados, cabello marrón oscuro, cachete redondos que se alzaban, al igual que las comisuras de sus labios, al esbozar una curiosa y burlona sonrisa, que lo caracterizaba en ese momento.
— ¿Te comió la lengua el ratón? —Preguntó a Sehun. —Tranquilo, solo bromeaba… Luhan es un buen chico.
Sehun volvió la mirada a su copa, no sintió tanta importancia hacia Jongdae ni a lo que decía, e incluso ignoró la risa que este soltó al ver su reacción.
—Y bueno —suspiró poniéndose pie—, para despedirme, me presentaré.
Sehun se recostó en el sofá y volvió a ver a Jongdae, esta vez con expectación.
—Mi nombre es Kim Jongdae, hermanastro de ese precioso chico. —Dijo señalando a Minseok, quien yacía parado al lado del sofá en el que se encontraba Luhan, y podía notarse en él, cierto rubor por el beso que le envió su medio hermano. —Bueno, hasta mañana Luhan, hasta mañana cariño y hasta pronto, Oh Sehun.
Sehun tomó la mano que Jongdae le extendió, y las agitaron un par de veces antes de que este volviera a entrecerrar los ojos de manera cómica y saliera de la habitación. Solo entonces, Sehun sonrió por lo sarcásticamente gracioso que le había parecido el tipo.
● ● ●
Sehun se encontraba echado en la cama de Luhan, leyendo un libro que encontró en uno de los cajones de la mesa de noche.
El joven modelo ingresó a la habitación, cerró la puerta tras él y se acercó a Sehun, sentándose sobre el estómago de este.
— ¿Te gusta leer? —Preguntó con calma.
El mayor retiró un poco el libro, desbloqueando su vista para mirar a Luhan.
—Un poco.
Luhan sonrió y se acomodó sobre Sehun, sintiendo el duro pecho de este y lo acarició quisquillosamente, mientras el otro continuaba con la lectura. El menor estuvo feliz de que Sehun no se impusiera ante su acto, y se preguntaba, si podrían llegar a más en ese momento. Se aventuró, entonces, comenzando a dar lamidas y besitos en el cuello ajeno, y algunos mimos y apretones en el miembro.
Al principio Sehun estaba quieto cual estatua, pero luego, ante los insistentes toqueteos de Luhan, dejo caer el libro a un lado de la cama, y empezó a pasar sus, temerosas pero firmes, manos por los costados del menor. Algunas veces alzándole la camiseta y otras recorriendo su suave espalda.
Luhan se estremecía al sentir las caricias de Sehun. Lo estaba disfrutando, y mucho. Por fin estaba sintiendo las manos de aquel hombre sobre su piel. Para Luhan, esto era la gloria.
Ocultó su rostro en el cuello de Sehun y le desabrochó los pantalones. Su mano se introdujo en ellos y masajeó sobre el bóxer, obviamente sintiendo lo duro que se estaba poniendo su mayor. Se arrastró, bajando hasta quedar su rostro a la altura del miembro de este.
Sehun se incorporó de pronto y tomo de los cabellos a Luhan, jalándolo para que este lo mirase.
—Si tanto quieres sexo, entonces sexo te daré.
Y lo atrajo hacía sí, atrapando sus labios en un frenético beso, en el cual intervinieron sus lenguas y en el cual Luhan descubrió que Oh Sehun lo volvía loco. Entonces, con la respiración agitada, logró separarse un poco, o lo suficiente para que el otro lo escuchase.
— ¿Qué te parece en el jacuzzi?
Sehun salió de la cama, le dio la vuelta a esta y, justo cuando Luhan creía que el mayor se estaba negando y se iría, este lo alzó en brazos.
— ¿Y dónde está el jacuzzi?