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La oscuridad de tus ojos... por Riniita

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Notas del capitulo:

El Satoru que sale en el fic es Satoru Okabe, de Gackt.

¡Espero que os guste! ♥  

   El pequeño había llegado a su principal objetivo, es decir, a su clase sin dejar caer ninguna de esas lágrimas, que casi salen en aquel encuentro con el chico de la bandita. Se sienta al lado de la ventana como siempre y espera pacientemente al profesor que en menos de cinco minutos aparece en clase con su típico maletín.

 -Bueno días, chicos. -Espera a que sus alumnos le saludasen como siempre hacían y les sonríe dejando el maletín en la mesa.- Bueno, hoy os tengo que presentar a un alumno nuevo que viene de Kanagawa, acaba de venir por eso no os lo había presentado antes. Ya puedes pasar.

   El nuevo alumno entra en la clase con la mirada seria ante la atenta mirada de todos los que en la clase estaban. Había repetido un curso así que no le hacía mucha ilusión mudarse en un sitio donde no conocía a nadie y más teniendo que estar con chicos de 16 años cuando él tenía 17, solo era la diferencia de un año, pero era incómodo. Se detiene frente a la pizarra y mira a los alumnos con una mirada de superioridad hasta que choca con los ojos miel que tanto le habían gustado, los cuales le miraban con sorpresa ya que no se había esperado que fuera a su clase. Era perfecto, así se podía disculpar.

   El pequeño no se lo podía creer, aquel chico estaba en su misma clase, ¿qué significaba eso? Que ese chico sería uno más que le pegaría. Pero en el momento que se juntan sus miradas rápidamente baja la suya hacia los libros.

 -Me llamo Akira Suzuki.

-Muy bien, puede sentarse al lado de Matsumoto, ese de allí. -Dice el profesor señalando al asiento vacío que estaba al lado de aquel chico de mirada angelical. Akira sólo sonríe con superioridad y se sienta al lado de “Matsumoto” como le había dicho su profesor. El pequeño no le había dirigido ninguna mirada desde que sus ojos habían chocado en su presentación.

   El profesor había empezado a nombrar a los alumnos de esa clase y gracias a eso había sabido que él se llamaba “Takanori Matsumoto”, bonito nombre era ese, la verdad. Pero todo cambió al nombrar a “Luchia Hatake”, todos sin excepción se voltearon a ver a Takanori incluso el profesor arrepentido por su fallo. Algunos le miraban con pena, otros con diversión y, por último, con repugnancia.

   Takanori al escuchar el nombre de Luchia levanta la mirada con sorpresa, ¿le estaban tomando el pelo? El profesor sabía muy bien que Luchia había fallecido hacía ya una semana. Todos los ojos estaban puestos en aquel pequeño cuerpecito que había empezado a temblar. El profesor le miraba con una expresión de pena, debería haber tachado el nombre de aquella chica antes en vez de cometer un error como aquel. Takanori no quería que nadie le mirase así, ¿por qué Luchia le había dejado solo con todo eso? Se levanta de la silla y sale corriendo fuera de la clase. A Akira le había dado tiempo de ver un par de lágrimas deslizarse por sus mejillas.

 -¡Takanori, espere! -Dijo el profesor arrepentido, había sido un enorme error, lo sentía mucho.

-Espere profesor, voy yo. -Dijo otro chico levantándose de su sitio y saliendo de clase. Akira no sabia muy bien lo que había pasado pero ese chico que había ido tras Takanori no le daba buenas vibraciones. Pone el oído para averiguar más y acaba enterándose de que Luchia era la mejor amiga de Takanori y que había fallecido recientemente en un accidente de tráfico.

   Mientras tanto el pequeño iba corriendo al cuarto de baño, allí tenía donde ocultarse, dónde desaparecer, dónde olvidarse de su existencia. Iba a meterse dentro del baño cuando siente una mano agarrarle la muñeca y empujarle contra la pared, acorralando a ese pequeño cuerpo contra ella. Takanori tarda en entender lo que pasa unos segundos hasta que ve a Satoru con una sonrisa de medio lado, le había dolido el golpe contra la espalda y cabeza pero estaba asustado por la persona que tenía frente sus ojos, no mantenían una buena relación y eso se podía volver contra sí mismo. En un rápido movimiento Satoru le coge de las muñecas y se las pasa por encima de su cabecita.

 -¿Qu-qué haces? ¡Su-suéltame! -No sabía muy bien de dónde había sacado el valor para decir esas palabras pero las había dicho y en ese preciso momento pudo ver cómo Satoru endurecía su mirada, incluso daba miedo.- Suéltame… por favor… -Las lágrimas ya se hacían presentes en sus mejillas y es que al pequeño no le costaba llorar en absoluto.

-Mm, eres tan patético llorando de esta manera… ¿Tanto te ha molestado lo de tu novia? -dice Satoru con una voz de reproche, incluso se podría decir que con odio. Al tener las muñecas sujetas le empuja de nuevo tirándolo contra el suelo.- ¿qué pasa? Llama a Luchita para que te salve, ah… Perdón, olvidaba que está muerta -se echa a reír en un tono cruel.

 Takanori cae al suelo sin comprender a qué estaba viniendo todo aquello, cierto es que Satoru y él nunca habían tenido una relación estrecha… Pero estaba siendo demasiado cruel con él, sólo escuchar el nombre de “Luchia” le dolía y mucho, más de lo que nadie pudiese entender… De hecho odiaba que le dijera que eran novios porque no lo eran, ¿es que un chico y una chica no pueden ser amigos sin tener una relación más allá de la amistad? Mira a Satoru alzando el mentón, mirándole con profundo odio, que se reflejaba en esos ojos miel a la perfección. Cosa extraña en el pequeño dado que él rara vez conseguía odiar a alguien.

 -No la vuelvas a nombrar… ¡No tienes derecho! -dice convirtiendo esa cara de profundo odio en una carita dolorida por la pérdida de un ser querido.

-¿A quién? ¿A Luchita? Vaya… Le tenías cariño a esa puta, espero que la disfrutaras -se notaba el duro sarcasmo que mostraba Satoru, además cada palabra que él pronunciaba se clavaba en el pecho del menor, exprimiendo su vacío corazón.

-¡He dicho que te calles, no la nombres, basura como tú nunca podrá saber lo que ella significaba para mí! -tras decir esas palabras, que no se entendían a causa del llanto que había empezado a tomar protagonismo en esa pelea, se levanta velozmente y se lanza contra Satoru para golpearle.  Éste al recibir el cuerpecito del menor contra el suyo en un desesperado intento de derribarle, el cual no funciona porque él estaba mucho más fuerte, sólo consigue que el mayor retroceda un par de pasos por dicho impacto y éste coloca su mano derecha sobre la cabeza del menor, cogiéndole del pelo y estirando hacia atrás ocasionándole daño. Takanori grita de dolor llevando sus manos a la que le sujetaba del pelo pues él era muy sensible a cualquier contacto y más si era de dolor. Satoru esboza una gran sonrisa en la cual se podía ver diversión y lanza al pequeño contra los urinarios consiguiendo que se golpease en la cabeza y se hiciese una pequeña brecha en su ceja de la que empieza a emanar algo de sangre. El pequeño se lleva la mano a la parte izquierda de su rostro, cuando la aparta ve la sangre y se queda paralizado. Él nunca se metía en problemas, más bien todos querían hacerle daño y no sabía por qué… Nunca se metía con nadie.

 -¿Te ha comido la lengua el gato? -pregunta con diversión Satoru mientras se acercaba al pequeño y le cogía del cuello de la camisa, levantándole del suelo con sólo una mano, dejando al descubierto parte de su tripita. El menor sólo le mira con miedo, estaba asustado y con razón… Además se había golpeado la cabeza y estaba mareado.- ¿Por qué me miras así, CHI-QUI-TÍN? -ríe de una manera tan escalofriante que se pueda imaginar de un chico de 16 años y el pequeño abre mucho los ojos.

-Infeliz… -le escupe a la cara, jamás permitiría que insultaran a su difunta hermana, porque sí, era su hermana. Pero no aquello solo había empeorado su situación y Satoru golpea la boca de su estómago con todas sus fuerzas, provocándole una pérdida temporal de la posibilidad de respirar. Se lleva las manos al estómago y se cae al suelo cuando Satoru le suelta, sin poder respirar por el anterior golpe. No pasan más de dos segundos tras su caída cuando empieza a notar patadas provenientes de Satoru a su cuerpo, haciéndole bastante daño en cada golpe, su piel era muy delicada… Takanori era como un especie de ángel, era frágil, delicado, alguien a quien hay que cuidar y proteger de todo.

-Lu-luchia… -susurra abatido, rendido por los golpes que estaba recibiendo y que difícilmente podía esquivar hasta que escucha cómo su agresor es empujado contra la pared, porque se escucha un quejido proveniente de éste y habían desaparecido las patadas.

-¿¡Qué mierda haces, tío!? -El pequeño entreabre los ojos y puede ver cómo delante de él se encontraba Akira. Éste se había posicionado entre Satoru y Takanori para así impedir que continuase aquella agresión.

El pequeño por su parte había logrado volver a respirar así que tose poniendo carita de dolor, tapándose la cara con ambas manos de tal modo que no se viesen sus lágrimas, ¿sabéis lo que se siente al querer desaparecer de un lugar? Pues eso es lo que el pequeño sentía en ese momento. Cambiaría todo su dolor psíquico por mil palizas, no quería que ella se marchara, no podía asimilar que ella ya no estaba… Era imposible superarlo, solo no podría y acabaría cayendo en la más profunda depresión. Si pudiera iría hasta el mismísimo cielo para que se la devolvieran, para quitar esa culpa de encima y que no le consumiera por completo. Porque sí, se sentía culpable de la muerte de su hermana.

Akira por su parte había llegado al cuarto de baño donde Satoru estaba golpeando al pequeño guiado por sus grititos. En clase cuando había visto el profesor que tardaban le había mandado a presentarse como voluntario para ir. Nada más llegar allí había visto cómo Satoru le golpeaba y, claro está, se había lanzado a parar aquella pelea.

 -Akira… Eres nuevo, ¿qué haces metiéndote en líos ya? -dice Satoru mirándole a los ojos, se podía ver diversión reflejado en ellos pero también rencor por haberle quitado el juguete que provocaba su diversión, es decir, Takanori.

-Escoria como tú debería temerme… -ríe con diversión y se estira frente a Satoru.- si te vas, ganas vivir y no ser protagonista de la paliza de tu vida, además no diré nada al profesor… Pero de lo contrario te voy a golpear tan fuerte que ni la puta de tu madre te va a reconocer y después iré al profesor y le contaré que has golpeado a Takanori… Lástima que por eso expulsen, ¿no? ¿entendiste?

-Maldito hijo de puta… -susurra Satoru en un tono más grave de lo que realmente era su voz. Se sacude el polvo de su ropa y va hacia la puerta para salir, tras esto se apoya en el marco de la puerta y ladea su cabeza para dirigir una última mirada a esos dos.- Que sepas que esto no se ha acabado… Takanori Matsumoto -dirige la mirada al pequeño que estaba llorando y se había estremecido al escuchar su amenaza, aunque no podía mirarle pues tenía las manos tapando su cara. Tras esto sale de allí y vuelve a clase.

    Akira se acerca al pequeño y se pone de rodillas frente a él. Se le veía tan delicado… Ese cuerpecito sufriendo leves espasmos causados por el llanto, las manos que le tapaban la cara para que él no le viera llorar. Daba la impresión de que si lo tocabas se rompería en pequeños pedacitos delante de sus ojos. Sonríe enternecido por ese pequeño, se había alegrado de llegar a tiempo. Acerca su mano al hombro del menor y en el momento que le toca el pequeño se hace atrás negando con la cabeza.

 -Tranquilo, Takanori… Soy Akira, no te voy a hacer nada -daba la impresión de que le estaba hablando a un niño pequeño porque su tono de voz se había vuelto tierno y suave para no asustarle y lograr así que el pequeño confiara en él.

-Por favor… No me hagas daño… -se quita las manos de la cara dejando así ver los mofletes mojaditos debido a las lágrimas, un hilo de sangre descendía desde su ceja hasta uno de sus mofletes. Pero sobretodo lo que en sus ojos color miel se podía observar, ese miedo, ese dolor estremecedor. Se notaba que lo estaba pasando mal y eso apenaba a Akira.

-No te voy a hacer daño, Takanori, sólo quiero llevarte conmigo a la enfermería, no es una herida grave y allí te van a curar, ¿vale? -al ver el asentimiento de cabeza del menor se levanta y le ofrece la mano para ayudarle a levantarse del suelo, regalándole una dulce sonrisa para que confiara en él. Ríe con suavidad al ver la cara de desconfianza del menor, ese pequeño era tierno a los ojos del joven Akira.- Venga, que mi mano no muerde, Taka.

-L-lo siento… -dice avergonzado, tomando un suave color rojizo sus mofletitos. El mareo que tenía anteriormente se había esfumado ligeramente. Su desconfianza le hacía actuar tontamente y Akira sólo le estaba ayudando, no había motivo para desconfiar. Le había parecido extraña la confianza que se había tomado Akira con él al decirle “Taka”, pero no le desagradaba. Alza la mano y la une con la de Akira. El pequeño era cálido, era interesante a los ojos del mayor, algo que había que investigar y además se había sonrojado. Le ayuda a levantarse y le sonríe.

-No lo sientas, es normal que desconfíes de mí, no me conoces, ¿no? -suelta el agarre de su mano, cabe destacar que le había gustado tener esa mano entre la suya.- Bien, ¿puedes caminar tú solo?

-Sí…  no soy tan débil como tú te crees, tsk… -da un paso con el pie izquierdo y un dolor le recorre toda esa parte, cierra el ojo derecho emitiendo un quejidito perdiendo la fuerza y cayendo, cosa que no llega a ocurrir al chocar contra el pecho del mayor y a los segundos rodeado por sus brazos escuchando su risa. Eso hace que abra los ojos como platos, aumentando su sonrojo.

-Sí, ya veo que no eres tan débil como pensaba… Lo eres más -ríe burlándose de aquel chico que al escucharle infla sus mofletes cabreado.- Venga no te enfades, yo te llevo,  ¿prefieres que te lleve al estilo princesita de cuento o te subes a mis espaldas? –Recibe una mirada asesina de parte del pequeño y le suelta agachándose de espaldas al pequeño.- Sube -en cuestión de segundos nota el pequeño cuerpo de Takanori subir a su espalda, le coge para que no se cayera y se levanta comenzando el camino hacia la enfermería.

-Siento las molestias, Akira-san… -dice el pequeño mientras se abraza a su cuello suspirando.

-No son molestias.

-Pero… Pero ahora vas a tener problemas con ese chico por mi culpa.

-No digas tonterías Taka, de todas formas acabaríamos peleando… La gente así me pone nervioso -se encoge de hombros quitándole importancia al asunto- y por cierto, no me llames así, tú puedes llamarme Reita.

-¿Reita? Vaya nombre… -Ríe suave apoyando su mentón en el hombro del mayor para mirarle. Le había dado curiosidad aquello de “tú puedes llamarme Reita”, más tarde le preguntaría.

-Enano, no te metas conmigo.

-No soy un enano… -Le mira mal, desde bien pequeño había odiado que le llamaran enano.- Tú puedes llamarme Ruki.

-Y dice que mi nombre es raro, a mí me gusta más enano…  -Niega con la cabeza con una amplia sonrisa, ladea un poco su cabeza para mirar al pequeño.- Oye, Ruki, siento haberte gritado antes… Lo siento.

    Se sorprende al recibir las disculpas por parte del mayor, nadie, le había pedido disculpas nunca por gritarle y Reita lo había hecho. Ese chico era extraño y todavía tenía que preguntarle sobre la razón por la que estaba aquí.

-Ne, Reita, ¿por qué has venido a este instituto? ¿Qué te pasó en el otro? 

Notas finales:

Bueno, este capítulo me ha quedado un pelín más extenso que el anterior.

Igual me ha gustado cómo ha quedado y en el próximo sabréis la razón por la que Reita se ha mudado :3 

¡Gracias por leerme! Actualizaré la semana que viene ♥ 


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