Por más que frotara sus ojos seguía viendo lo mismo. El pánico se estaba apoderando casi por completo de él. Jongin seguía sentado en el piso llevando sus ojos a un lado y al otro de aquél pasillo. El de su casa era de un color caoba, en cambio el que estaba viendo era una mezcla de verde con azul. Si estuviera en una situación menos escalofriante bien podría decir que el color era muy bonito, pero ese no era el caso.
Lentamente se fue levantando de su lugar. Tuvo que agarrarse de la pared porque sus piernas temblaban y no podía caminar bien. La casa estaba completamente vacía, sin embargo, todas las cosas que él tenía estaban ahí, pero con los colores invertidos. Se metió a la sala y pudo ver que ahí se encontraban los marcos para cuadros, pero sin ninguna foto. Jongin podía sentir claramente cómo sus manos comenzaban a temblar y él no las podía controlar.
Caminó unos pasos más y llegó a una de las ventanas, la cual estaba cubierta por una gruesa capa de pintura negra. Siguió su recorrido y ni siquiera pudo encontrar el teléfono. La situación de verdad era alarmante. Jongin tenía miedo de salir de la casa, aunque ésta misma no era del todo segura. Se asomó una vez más al pasillo y corroboró nuevamente que ya no había ningún espejo. Aparentemente no tenía opción, así que se fue a la entrada, posicionó su mano en el pomo de la puerta y la abrió.
Al momento de abrir la puerta, una luz no tan brillante apareció. Sin embargo, sólo le ofreció la vista de unas calles. Era su misma dirección, ¿pero qué había de distinto? TODO. Completamente todo estaba distinto. Suena como ironía, pero Jongin no podía creer las incoherencias que estaba presenciando. La gente pasaba caminando y a nadie le importaba la presencia de Jongin.
Jongin volteó a ver a su derecha y las casas tenían una apariencia un poco triste, mientras que a su izquierda pasaba lo mismo. Cerró la puerta tras de él y bajó los escalones. Cruzó la calle con un poco de miedo y volteó a ver la casa por la que salió. Definitivamente algo loco estaba pasando. Su casa “original” era la que menos relucía en el lugar donde vivía, en cambio ahora era el centro de atención. Las paredes parecían estar construidas por oro.
Algunos truenos sonaron y comenzó a caer lluvia. Genial, el día tenía que empeorar. Un momento, ¿el día? ¿No se supone que él había llegado a su casa de noche? Jongin encontraba más y más contrariedades en lo que estaba pasando que sentía que se volvería loco en cualquier momento. De dispuso a caminar sin rumbo alguno a pasos lentos. Volteaba a ver a las personas que pasaban al lado de él y ninguna le dirigía la mirada.
Llegó a un parque y se sentó en una de las bancas. ¿Qué estaba pasando? ¿Exactamente qué estaba pasando? Habían demasiados elementos que eran absolutamente desconcertantes. Jongin comenzó a pensar en qué podría estar pasando… ¿Una broma? No, Sehun no se prestaba a cosas como esas… ¿Un sueño? Posiblemente, a lo mejor estaba soñando un sueño. Sí, esa era la opción más acertada. Definitivamente estaba soñando.
Sin embargo, ¿por qué la lluvia frente a él se veía tan real? ¿Por qué las pequeñas gotas que caían cerca de sus zapatos se sentían tan reales? ¿Por qué Jongin presentaba irritabilidad por el cambio repentino de clima? ¿Por qué las personas que pasaban con paraguas frente a él se veían tan reales? ¿Por qué Jongin no podía responder una sola pregunta de las anteriores? Jongin también quería saber.
La lluvia incrementaba y comenzaba a mojar más allá de los muslos a Jongin. Éste decidió irse de ahí, dando pasos largos hasta llegar a una cafetería. Esa cafetería tenía mesas por fuera, pero para Jongin iba a ser más seguro estar dentro de ella. Y dicho y hecho, avanzó unos pasos a la entrada e ingresó. Al entrar, la mayoría de miradas se dirigieron a él por aproximadamente 10 segundos para después retirarlas lentamente.
Jongin avanzó de la misma forma a una mesa y tomó asiento. Unos que otros lo miraban de reojo. ¿Por qué? ¿Primero lo ignoraban y después le prestaban la mayor atención? Definitivamente no cuadraba nada… Jongin se la pasó mirando a la ventana hasta que la lluvia se detuviera. Sin embargo, y más para su suerte, ese momento nunca llegó. El cielo comenzaba a oscurecerse y Jongin seguía sin comprender lo que sucedía. Miró al reloj.
7:30pm
¿Tan rápido había pasado el tiempo? Incluso tocó su saco y estaba seco, pero afuera no terminaba de llover. Si fuera por él, se quedaría en aquella cafetería hasta que esa pesadilla terminara, pero sus pensamientos fueron interrumpidos cuando sintió que alguien le tocó el hombro. Jongin alzó su mirada y pudo ver a un chico frente a él. Se veía nervioso, pero Jongin no sabía la razón exacta.
— Discúlpeme, pero… cerraremos en algunos minutos.
— Está bien. En unos momentos me iré.
— ¿Tiene un paraguas?
— No.
— ¿Quiere que le preste alguno?
— Creo que la lluvia se detendrá. Gracias de todos modos.
Jongin se levantó de su lugar y le tocó levemente el hombro a aquél chico. Salió de la cafetería y empezó a caminar. Exactamente no sabía a dónde iba. Cualquier lugar era bueno o malo. Sin embargo, y a pesar de que estaba en un lugar “conocido”, no podía diferenciar del todo en dónde se encontraba. Al avanzar un poco más quiso ver la hora en su reloj, pero se había detenido a las 12:00. Recordó la hora en la que salió de la cafetería e hizo un aproximado en su cabeza. Posiblemente ya eran las 8:00.
Jongin siguió caminando hasta llegar a una fuente no muy iluminada. La poca luz que emanaba era amarillenta. Jongin se acercó a la fuente y dentro había pequeñas monedas. Por fin algo que era igual a donde él vivía. Sacó una moneda de su bolsillo y lo mantuvo en su mano en lo que pensaba en su deseo. Sin embargo, justo antes de aventarla escuchó ruidos que se hacían más y más fuertes. Jongin se volteó rápidamente y pudo ver varias personas corriendo hacia su dirección. Muchas de ellas parecían huir.
— ¡CORRE! ¡NOS VAN A ALCANZAR! –gritó alguien.
Jongin no pudo reaccionar a tiempo y fue empujado hasta caer al piso por todas las personas que pasaron. Sin embargo, Jongin no pudo ver de qué estaban huyendo. Se levantó un poco y tocó su nuca. Un fuerte dolor lo abrumaba y después pudo darse cuenta que estaba sangrando de la cabeza. Se empezó a sentir mareado y su vista se distorsionaba. Al parecer se golpeó muy duro.
— ¡Oye! –alguien se acercó a él–. ¿Estás bien? ¡Resiste!
Jongin ya no supo más porque perdió el conocimiento total de todo. Su lado inconsiente quería que de ese modo terminara aquél suceso extraño que le estaba ocurriendo, pero no fue así, ya que, cuando despertó, se encontraba en un cuarto blanco. Si no se equivocaba, era un hospital. Trató de levantarse pero no pudo por el dolor en la cabeza. Pronto un médico entró a la habitación y se acercó.
— Kim Jongin, ¿es ese su nombre?
— Sí… ¿Cómo lo sabe?
— Al doblar su ropa cayó su billetera y pudimos ver su información.
— ¿Eso no está mal?
— Considerando que quien lo trajo aquí no sabía nada de usted, me imagino que es bueno en estos casos.
— ¿Me trajo? ¿Quién?
— Un chico. Sin embargo, no tuve tiempo de preguntarle su nombre.
— Me gustaría saberlo para agradecerle… ¿Qué me pasó?
— Se golpeó la cabeza. La cabeza es muy delicada y sangra con tan sólo una herida pequeña. Sin embargo, tuvo suerte, si se hubiera golpeado un poco más abajo hubiera muerto.
— Cuánto aliento… Oiga, ¿puedo preguntarle algo?
— Seguro.
— ¿Dónde… estoy?
— ¿Se refiere a la localidad?
— Sí.
— Estamos en Corea.
— Sí, ese es el país…
— No, así se llama este lugar.
— ¿Entonces el país...?
— Seúl.
— ¿Qué?
— Me imagino que el golpe alteró un poco su cabeza. Le sugiero que guarde reposo, pero si cree pertinente el irse hoy mismo, no lo detendré.
— ¿Es verdad lo que me acaba de decir?
— ¿Qué?
— Sobre este lugar.
— Sí. ¿Por qué habría de mentirle?
— Es que no entiendo…
— Descanse. Después podrá pensar más tranquilamente.
El médico salió de la habitación y dejó más confundido a Jongin. ¿Ahí era Corea? ¿Acaso todo era una maldita broma? ¡LOS MALDITOS NOMBRES ESTABAN AL CONTRARIO! ¿Cómo podía ser eso posible? Nada tenía pies ni cabeza, y como estaba mostrando indicios de ser lo contrario, probablemente hasta tendría los pies en la cabeza y caminaría con la nariz…
Jongin se la pasó buscando respuestas a sus incógnitas por lo que restó de la tarde. Sin embargo, fue esfuerzo en vano. Entre más pensaba en eso más le dolía la cabeza, por lo que salió lo más rápido que pudo del lugar. Le dieron pastillas, pero no le cobraron nada. También le dijeron que se quedara con la venda puesta. Después de eso se alejó lo más que pudo del lugar.
Al parecer, al dar la vuelta ya no sabía en dónde estaba. Los señalamientos de las calles estaban escritos en el mismo idioma, pero Jongin no estaba para nada familiarizado con ellos. Los autos no abundaban, sino las bicicletas. La gente miraba hacia enfrente, y no al piso. Todo era absolutamente contrario. ¿Por qué? ¿Qué había hecho Jongin para estar sufriendo de esas alucinaciones casi reales? ¿O acaso sería que toda su vida había sido una mentira?
No. Sencillamente no podía ser así.
Jongin decidió moverse de su lugar, preguntando a algunas personas dónde podía encontrar la casa de donde salió. Sin embargo, nadie entendía a qué casa se refería. Otras veces dijo la calle en la que su verdadera casa se encontraba, pero todos salían con la misma respuesta: “eso está muy lejos”. Aparentemente, todo estaba al revés. Los colores, las residencias, el aspecto de algunas cosas y las reacciones de la gente. La pregunta era, ¿por qué?
Poco a poco el día se oscurecía y Jongin, una vez más, no tenía a donde ir. Extrañamente regresó al lugar donde estaba la fuente. Fue ahí donde vio a alguien caminar en la esquina contraria a la de él, pero claramente tenía el semblante de su mejor amigo, Sehun, por lo que Jongin no dudó en correr para alcanzarlo. Sin embargo, en el proceso chocó con alguien. Gracias a eso, el “aparente” Sehun se fue.
— Lo siento –Jongin se disculpó y ayudó al chico a levantarse.
— Gracias… Fue mi ¡AHHHH! –se alejó.
— ¿Qué te ocurre?
— ¡No me hagas daño! ¡Por favor! Haré lo que sea, pero por favor no me lastimes…
— ¿De qué hablas?
— Por favor, Kai…
¿Kai? Nunca en su vida lo habían llamado así y de repente aparecía ese chico huyendo por denominarlo así. Jongin quería acercarse a él y decirle que no le iba a hacer daño, que estuviera tranquilo; pero cada vez que estiraba la mano o daba un paso el otro retrocedía. ¿Quién era ese tal Kai que aterrorizaba tanto a ese chico? No… La pregunta era, ¿por qué lo confundió a él con el tal “Kai”?