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Panda Hero por Bellyster Christien

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Notas del capitulo:

Hola! Aquí traigo el cap 2 de esta historía. No pasa demasiado pero realmente me gusto poder ver algo más de Sam en este momento... 

 

Me disculpo por las faltas de ortografía, si las hay, supongo que habran, no tengo mucho tiempo para corregir esas cosas y a veces word no te señala algunos errores y pues eso... xD

Capitulo 2: Futuro Prometedor.

Panda le acompañó hasta que le subieron a la ambulancia, y luego le observó mientras las puertas se cerraban. No hizo ningún intento por acompañarlo. Kei no había esperado que hiciera algo como eso, no tenía sentido que un extraño apareciera de pronto preocupándose por su salud. Panda había hecho lo que cualquier persona decente haría; ayudar a un chico herido, pero sin involucrarse. De hecho Panda se había mantenido pisando sobre seguro en todo momento, presente, pero al margen.

Kei tenía, de hecho, una contusión. Tuvieron que hacerle un scanner y tenerle en observación durante dos días, pero al final se recuperó sin problemas. Aprovechando que estaba interno el médico le hizo un chequeo completo, trato sus heridas, moretones, y detectó tres fisuras en sus huesos donde Kei creía tener solo un moretón particularmente malo.

Tendido en su camilla observando el techo y con el brazo entumecido por culpa del suero que goteaba lentamente, Kei comenzó a reflexionar acerca de Panda, y descubrió que sabía mucho sobre él. 

Pero había aún más que no sabía. Dentro de la escuela había rumores que incluso Kei había escuchado; decían que la familia de Panda esta mezclada con algún tipo de mafia, algo turbio y peligroso, que traficaba drogas, pornografía, tal vez venta de órganos. Ellos inventaban dramáticas historias sobre cómo Panda acababa con sus enemigos golpeando sus cabezas con el bate de baseball hasta que sus huesos se molían y quedaba un trozo de carne sin forma entre un charco de sangre. Ellos le temían.

Ahora Kei había aceptado un poco de ese dinero que tal vez estaba manchado más que en un sentido metafórico.

Su sentido de la curiosidad era casi nulo, y Kei desecho rápidamente todas esas ideas, sin embargo, algo no parecía estar bien.

Al segundo día de su estancia en el hospital apareció el maestro Ruthers acompañado del presidente de clase, Sam. El pequeño Sammy cargaba un ramo de flores, y parecía cansado. Dedicó a Kei una sonrisa cuando entró en el cuarto... Lo peor es que parecía sincera. Sam miró al maestro con sus ojos de cachorro y le rogó que les dejara a solas unos minutos, para hablar cosas de chicos. El hombre asintió de buena gana.

Sam acomodaba las flores en una maceta vacía junto a la cama de Kei, parecía muy interesado en la tarea y movía las flores para que se vieran más agradables.

Ese simple ramo probablemente era más costoso que los insumos de todo un mes para el. Reconoció claveles y orquídeas, las demás eran completamente ajenas. Kei se sintió profundamente ofendido por ellas mirándole felices desde su maceta, y ofendido por la presencia de Sam, por su pacífica y apenas perfilada sonrisa mientras acomodaba las flores, por el modo en que su cabello rubio parecía brillar y sus manos gráciles acariciaban las hojas, como si fueran incapaces de dañarlas.

Se sintió ofendido porque las flores para el significaban una sola cosa: Muerte, tumbas, cementerios. Las flores eran el último regalo, el regalo de la desesperanza. Kei no quería flores, no quería flores de Sam, blancas y puras, porque le sabía a mentiras agrias. El chico frente a él las acomodaba como si eso fuera a hacerle merecedor de su perdón. Kei lo odiaba porque le hacía sentir una extraña debilidad y preguntarse si no estaría “sobredimensionando” las cosas, y Sam ni siquiera se dignaba a sentir culpa.

-¿No te gustan? -Preguntó con voz agradable, y volteó a mirarle. Se sentó en la silla justo a la camilla de hospital. -Las elegí personalmente. -Informó. -Cuando el profesor nos contó de tu situación decidimos hacerte un obsequio. De parte de todos nuestros compañeros esperamos que te recuperes pronto.

Kei no permitió que su expresión se alterara ni un ápice. Si su mano no estuviera con la vía del suero incrustada en la piel bombeando quien sabe que, hubiera estirado el brazo hasta el florero para empujarlo y dejarle quebrarse sobre el piso.

-Te entiendo muy bien. -Respondió. -Les regalan flores a los niños heridos y todo el mundo los alaba por lo increíbles que son. Nadie se imaginaría que fue tu culpa.

El entrecejo de Sam se frunció un momento, solo un momento.

-No seas malagradecido. -Advirtió en tono cortante. Luego volvió a suavizar la voz. -Escucha, se que para ti debe parecer eso, pero no es así, no es mi culpa. Tampoco de Rick o el resto de los chicos. Ellos son víctimas de la situación.

 Kei apretó el puño sin apenas darse cuenta de ello, sus dedos hundiéndose en la tela. Una brisa entró por la ventana y agito las flores. En un gesto ligeramente compulsivo, Sam las reacomodo inmediatamente.

-¿Entonces de quien es la culpa? -Preguntó.

-Tuya. -Respondió Sam. -Esta escuela no es tu lugar... Intentamos decirtelo con buenas maneras, pero la gente como tú simplemente no escucha. 

Su voz remarcó las palabras “como tú”.

-La gente como yo...

-Ya sabes, la gente pobre como tú. No intento ser grosero, pero ustedes siempre están pidiendo todo gratis, son pobres y creen que todo el mundo debe apiadarse de ustedes por ello y darles las cosas servidas, son los parásitos del sistema. Escoria... -Sam tomó una profunda respiración para calmarse. -Aun así, nosotros te damos la comida que te mantiene relleno, la cama en la que duermes, tu educación... Te damos todo Kei, lo mínimo que podrías hacer como retribución es estar a nuestros servicios. Tratarnos bien, arrodillarte a nuestros pies y agradecer, tu sabes, solo tienes que someterte. No habrá más abusos si lo haces, te doy mi palabra. -Sam asintió con la cabeza y le sonrió, extendió su mano y acarició con ella el cabello de Kei. él lo permitió, sin moverse, observandole fijamente, una extraña sensación bullía en su interior a fuego lento. -Hablaré con Rick y me aseguraré de que te deje tranquilo. Nos sobrepasamos la última vez, es cierto, me disculpo por ello. Todo cambiara, te lo aseguro. Todo mejorara, solo tienes que...

-Someterme. -Completo Kei. Una risita escapó entre sus labios, pero no contenía ni una pizca de humor. -¿Como puedes usar tan tranquilamente una palabra como esa? ¿No te avergüenza decirlo?

Sam le miró con ojos inocentes.

-¿Te parece que me siento avergonzado? -Negó con la cabeza. -No es así, para nada. Hace tiempo tengo planes para ti, y los cumplire, con tu consentimiento o sin él, Kei, porque yo tengo todo el poder que tu no tienes. Y te dire algo: Si quieres vivir en este mundo debes someterte a los poderosos, lamer sus botas y agradecer que gasten su tiempo en ti.

-No... -Musito Kei. No pretendía que su voz fuera tan débil, pero algo en la seguridad, en la forma de hablar de Sam removía todo su interior. Le hacía sentir inseguro e indefenso, y sobre todo, muy molesto.

-¿Qué crees que pasará en el futuro, Kei? ¿Cuales son tus ideas felices? Ir a la universidad y ser libre, conseguir un trabajo agradable donde harás lo que amas y podrás permitirte unas increíbles vacaciones en compañía de tu familia... -Sam rompió a reír. -Seguramente piensas una estupides como esa. No no no, eso no va a pasar. Rompere ahora mismo tu burbuja: Entraras a la universidad y tal vez ya no te traten tan rudamente como nosotros, pero para graduarte tendrás que estudiar 50 horas al día, porque necesitas las becas, porque no puedes pagar el precio, así que estarás con la nariz pegada a los libros, y sufrirás, porque no es fácil, y te sentirás impotente y frustrado, solo y desesperado por escapar durante otros... 4?, 5?, seis años?... Y esa libertad que tanto esperaste... No llegará. Porque estarás de esclavo en un trabajo, obligado a hacer basura para otros, para otros con poder, y tendrás que lamerles el culo si no quieres quedarte en la calle, y a penas podrás ir a la playa porque nunca tendrás un suelto grandioso, te sentaras junto al mar una tarde deseando ser libre de llegar más lejos, tener una aventura... Y una mierda, porque tendrás que regresar a tu trabajo, cada día, el resto de tu vida... Así será. -Sam respiró profundamente con una sonrisa satisfecha. -Mi familia esta en el negocio, se de lo que hablo, pero no tiene que ser así. Mientras más aspires a la cima, a ser igual que nosotros, más duro tendrás que luchar, y menos gratificante será todo... Pero te estoy dando la salida fácil, Kei. Convierte en mi mascota y todo será más fácil para ti.

Kei parpadeó rápidamente un par de veces. Las palabras de Sam sonaban ciertas, sonaban demasiado ciertas y dolían. Había algo de una verdad detrás de ellas que no podía evitar vislumbrar. Dolía, más que los golpes, que ser ahogado en una taza sucia de inodoro; Sam estaba introduciendo sus dedos exactamente en el punto más herido y frágil de su alma, y la estaba haciendo sangrar.

-Soy una persona. -Dijo Kei. -No una mascota.

-Seras mi mascota. -Corrigió Sam. Acariciando su cabello. -Solo aguarda Kei... Piensa sobre lo que te dije, y recuerda; Yo puedo salvarte.

A veces un pacto con el diablo parece tentador. Si los demonios existían, seguramente lucían como Sam. Seguramente hablaban con sus voces dulces y te sonreían mientras echaban por tierra tus sueños más preciados.

-¿Cómo planeas pagar el hospital? -Preguntó Sam echando un vistazo alrededor. -Será costoso.

Otro punto crítico. Kei no quería decirlo, por alguna razón él no quería hablar acerca de Panda, no quería decir ni una palabra sobre él. Al menos no a Sam con sus delirios de grandeza.

-Es mi problema.

Sam frunció el ceño.

-¿Lo haraá Panda? -Preguntó observandole atentamente. Su reacción pareció delatarle pues Sam chasqueó la lengua, fastidiado. -Que adorable, panda hero al rescate. -Negó con la cabeza. -Ese tipo es peligroso, aceptar su dinero es firmar una sentencia de muerte, ¿Sabes que esta enredado con la mafia?

-Tal vez son solo rumores.

Sam ensancho su sonrisa irónicamente y golpeó su mejilla suavemente un par de veces.

-Panda trafica droga en la escuela, no solo porros, también metanfetaminas, heroína, coca, éxtasis, cualquier cosa que quieras probar, el la consigue. No te metas con esa basura humana. Yo pagare la cuenta, como prueba de mis intenciones. Estare esperando tu respuesta.

Sam se marchó al final, dejándole solo con mil ideas confusas alrededor.

Y Kei por fin fue consciente de sus pensamientos... Pudo vislumbrar más allá del tiempo. Entre sus manos temblorosas casi pudo asir el tacto del futuro, demasiado real. Pudo ver aquel futuro sin ningún tapujo, desnudo y lo que vio le dejó sin aliento.

Porque el futuro llegaría. Eventualmente. Lo tenía cogido por los cuernos y sabía que llegaría. El sería un profesional. Los constantes abusos terminarián. Conseguiría una beca universitaria y tendría que esforzarse, trabajar muy duro por conservarla. Y la conservaría. Luego se titularía brillantemente. Haría un par de viajes, pero nunca demasiado tiempo, porque siempre tendría que volver a su trabajo. A su trabajo de 8 am a 8 pm, donde tendría que dejarse el pellejo si alguna ver quería ser reconocido. Era el futuro brillante que había perseguido toda su vida y de pronto supo, supo a ciencia cierta que no era eso lo que deseaba, ah, pero ahí estaba, inevitable. El mismo se había condicionado en ese camino y no tenía más opción que seguirlo. Pero eso no era, maldita sea, no era lo que quería. 

Sam tenía razón. Su existencia estaba condenada.

Nunca había sido lo que él quería. Antes no lo supo y creyó que llegando lo bastante alto sería libre, pero solo había seguido atando más y más cadenas a sus pies, una tras otra. 

Nunca tendría tiempo de disfrutar su vida. Llegaría a viejo, cansado, cuando se volviera completamente inútil, solo, en una silla bajo el sol, en un buen asilo, frente a un prado bien cuidado, y apretaría los puños preguntandose porque había sido tan estúpido para hacerse eso, tirar su vida a la basura de esa forma, soñando soñando, buscando, buscando; un futuro mejor.

Había estado jodido desde que decidió hacer las cosas según las reglas de otros.

Cuando su única motivación se desplomó ante sus ojos, cuando el futuro dejó de ser una promesa y fue realmente consciente de lo que significaba, sólo un inmenso vacio se coló en su lugar. 

Ahora ya no tenía nada. 

No quedaba nada. 

No tenía a su familia. No tenía amigos, no tenía una casa propia, nadie en quien recargarse, nadie que le abrazara y susurrará palabras consoladoras. Solo el añejo recuerdo de su padre dormido solo con los calzoncillos puestos y una botella de cerveza que antes había estado en su mano, derramada sobre el piso. Kei tenía 12 años. Su madre había muerto hace dos meses arrollada bajo un camión que transportaba la mudanza de alguna familia y desde entonces su casa estaba más muerta que viva, el mismo estaba más muerto que vivo, y las marcas de los golpes de su padre en su cuerpo estaban amoratadas y le hacían lucir enfermo y patético. Con una mochila llena de ropa, un libro de fotografías, y todo el dinero que su padre ahorraba para un nuevo coche en una caja en el armario, Kei se había marchado hacía ninguna parte. Convencido de que encontraría una forma de construir una vida feliz y plena, de convertirse en una persona exitosa.

Ahora sabía la verdad. Le habían mentido. Al final de la carrera nadie gana. Al final de la “larga marcha” solo aguardaba un hombre insensible con un fusil para rematar la faena. Y la desesperanza, y la culpa.

Kei estaba completamente perdido.

Notas finales:

El proximo Cap sera subido en los proximos días, espero, al menos antes del lunes, creo. XD 

nos vemos!


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