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Panda Hero por Bellyster Christien

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Notas del capitulo:

Uff! Capitulo 4 ya, quien lo diría. 

Este cap puede parecerles algo, uhm, disonante, pero es momento de que esta histría siga su rumbo y los niños avancen. Tal vez le soreprenda cuan rapido estan sucediendo las cosas, es valido, pero aun no nos metemos de lleno en el asunto principal de la trama. xD

De todos modos, espero que disfruten de este capitulo. Sus criticas y comentarios son bienvenidos. :)

Capitulo 4: Bon Voyage.

Esta vez Panda llevo a Kei para que le atendieran en el hospital privado de su familia. El chico se mantuvo perfectamente calmado durante la atención y las pruebas, incluso mientras narraba a grandes rasgos al doctor lo sucedido, su rostro no se alteró en ningún momento.

Su brazo estaría enyesado un par de meses, una fractura leve, nada preocupante. El doctor había visto cosas mucho peores y ni siquiera parpadeó por el caso. Kei estaba tranquilo, incluso había reído un par de veces. Había pedido a Panda que le llevara las cosas de su cuarto; una humilde mochila llena a un lado de su cama. La mayor parte del día Kei se dedicaba a jugar en el ordenador, y a escribir.      Estuvo a punto de engañarlo.

El quiebre vino una semana después.

Estaban en el departamento de Panda. Era la segunda vez que Kei lo visitaba. Cerraron la puerta tras ellos y Kei se sentó sobre el cómodo sofá frente al televisor, en medio de la sala. En cuanto lo hiso, sus manos se juntaron, las uñas de la izquierda enterrándose profundamente en la derecha, tan fuerte como podía, sus hombros comenzaron a temblar.

-Hoy lo vi. –Dijo simplemente. Panda supo a quien se refería. Rick. Él era quien lo había atacado, con ayuda de tres sujetos que nunca había visto antes. Lo habían amordazado y arrastrado a una habitación en algún motel. No solo habían abusado de él, le habían tratado con una horrenda crueldad. Marcas de quemaduras de cigarrillos, rasguños, golpes, e incluso marcas de mordidas salvajes en  su cuerpo. Eso iba mucho más allá del sexo algo frenético; con sus actos, Rick había pretendido herirlo, tan profundamente como pudiera.

Kei alzó la voz repentinamente.

 -¡Fui tan estúpido! –La ira manaba de él a borbotones. Panda se encontró maravillado, nunca hubiera adivinado que pudiera parecer tan feroz. – ¡Siempre callado, en el fondo, nunca pensé preocuparme de él! Siempre estaba pensando en Sam.  –Se levantó de golpe y dio una patada a la mesa de centro, arrojándola hacía atrás y volcándola, dos tasas que habían estado sobre ella se quebraron en el piso. Su mano había comenzado a sangrar, donde sus uñas se enterraban. –Muy bien Rick, bien jugado. Me engañaste como a un bebé. –Su respiración era jadeante y por un momento Panda pensó que había enloquecido. Pero entonces Kei sonrió y alzó la vista para mirarlo. –Lo siento Panda, tu mesa…

-No pasa nada. –Respondió Panda encogiéndose de hombros y avanzando un paso hacia él.

-Gracias. –Kei rio suavemente y a continuación dijo. –Tengo un plan. –Cuando aquellas palabras abandonaron su boca casi en un susurró, un escalofrío recorrió la espalda de Panda.  –Rick es un chico bastante petulante, ¿Sabes? Tiene un estupendo coche,  es plateado. Todos los días camina hasta el estacionamiento por la misma ruta, tarda aproximadamente 4 minutos y 26 segundos. Sube a su coche y conduce demasiado rápido por la cuesta que baja desde la escuela. Le gusta que derrape en las esquinas.

Panda tomó nota de lo que Kei decía. Hablaba con voz monocorde y neutra, sin miedo, sin dudas, potente y certera. Nunca había visto una actitud así en alguien tan joven, pero la había visto en algunas personas de su rubro de trabajo... Y en sí mismo.  

-Cuando sube al coche saca una botella de cerveza que tiene en un collen en la parte de atrás del coche, la abre, la deja a su lado, bebé, y comienza su camino. A veces lo acompañan algunos otros chicos, pero eso suele ser solo los viernes…  Si puedo poner algo fuerte en su cerveza, una droga que le haga dormirse al volante, debería ser algo que actué aproximadamente en un minuto, mientras va a toda velocidad conduciendo en la cuesta. Siempre se termina su cerveza antes de salir a la carretera principal, debería ser fácil… -Miró a Panda y le sonrió. –Sera fácil si me ayudas. 

Panda inhalo el aire que había estado conteniendo en un suspiro… Realmente, ¿Realmente estaba pidiéndole que simplemente fuera y le ayudara a matar a alguien? A su compañero de clase, así sin más.

-Se ve que estas muy enojado señorito, pero no tienes idea de lo que estás diciendo. Quitar una vida no es como ir de compras. ¿Además simplemente vienes y me lo dices? ¿Así es como evitaras estar tras las rejas? ¿Contando tus planes mientras vas de compras al cajero del supermercado?

-Te lo estoy contando a ti, Panda. –Kei no parecía alterado por su repentino enojo.

-¡No lo entiendes! –Exclamó Panda, alzó ambas manos para sacudir su propio cabello, desordenándolo.  –Tú, siempre has sido un tipo completamente normal, no tienes idea de lo que se siente quitar una vida, no tienes idea de lo que significa, solo estas…

-Mi vida. –Dijo Kei. –Me quitaron mi vida. Hace muchos años, me la arrancaron y ya no tengo nada. No me importa quién sale herido, ¡Me canse de ser yo la maldita carne de cañón! Quiero devolver el golpe, pero yo no soy una rata cobarde como Rick, no voy a esconderme, ni amordazarlo, ni pagarle a alguien para que lo sostenga y satisfacer mi ego riéndome a su costa. Yo no estoy jugando, a diferencia suya, solo quiero verlo muerto.

Panda negó con la cabeza, algo dentro de él amenazando con desbordarse. Era extraño, sumamente extraño.

-No quiero que mates a alguien Kei, ni a Rick, ni a Sam, ni a nadie… No lo entiendes, no es fácil, te lastimara más que todo lo que han hecho antes.

Kei sonrió irónicamente.

-No creí que fueras tan pro-vida. Creí que me entenderías. Porque no vas y le chupas las bolas a Rick, ya que estamos.

-Kei. –Panda chasqueó la lengua.  Una gota de sangre resbalo por el dorso de la mano de Kei, donde aún tenía enterradas las uñas. Panda se acercó a él y sostuvo su mano. –Te estas lastimando, deja eso.

Kei negó con la cabeza frenéticamente.

-No puedo, lo necesito.

-¿Qué cosa?

-Dolor, me mantiene bajo control, lo necesito. 

-Kei. –Dijo Panda como si estuviera cansado de escucharlo.

El chico le miró exasperado.

-¡Que…?! 

Entonces Panda le beso. Sello las palabras de su boca colocando bruscamente la suya propia contra ella. Sostuvo con una de sus manos la parte de atrás de su cabeza para dirigirlo. Kei por un momento solo se mantuvo ahí, completamente sorprendido, sin saber muy bien que hacer. Panda le atravesaba con sus ojos oscuros, no dejo de mirarle en ningún momento. Kei se aferró a  él y se dejó llevar completamente por la sensación.  De alguna forma, parecía perfectamente natural que algo como esto sucediera, y una vez que la sorpresa inicial se hiso a un lado pudo responderle a Panda con la misma cantidad de entusiasmo. Sus bocas se enredaron en una batalla mientras recorrían con la lengua la boca del otro. Panda le hiso retroceder, teniendo cuidado con su brazo herido y le arrojó de espaldas sobre el sofá para sentarse a horcajadas sobre él.  Panda frotó su cadera contra la entrepierna de Kei y el chico dejo escapar un fuerte gemido,  sonriendo, observándole fijamente.

Conexión. Esa era la emoción sin nombre que Panda había sentido desde que vio al chico por primera vez. Conexión. La absoluta certeza de que cualquier cosa que dijera, cualquier cosa que hiciera, Kei la comprendería. Alguien capaz de entender su forma de ver el mundo, alguien dispuesto a herirse a sí mismo, a hacer lo que fuera necesario por sobrevivir, por seguir su verdadero yo. Alguien que no necesitaba eufemismos ni razones, dispuesto a asumir la oscuridad de su corazón con los brazos abiertos. Kei también lo sentía. No importaba si le confesaba a Panda que planeaba matar a alguien. Había un lazo entre ambos, un poderoso y probablemente peligroso lazo. Eran el tipo de personas que nunca deben encontrarse.

Panda se inclinó hasta rozar sus labios.

-Te ayudare a matar a Rick. –Le dijo.

La sonrisa de Kei se amplió aún más y alzó sus caderas para sentir algo más de su contacto.

-¿Has visto el club de la lucha? –Preguntó.

Panda asintió con la cabeza.

-Alguna vez.

Kei susurró contra sus labios, donde sus alientos se entremezclaban.

-No me importa tocar fondo, ya decidí que no importa lo que pase, no volveré a ser dominado, no volveré a estar prisionero. Seamos libres Panda. –Kei asomó su lengua y dio una suave lamida a los labios de su compañero. –Fui yo quien permitió que Rick hiciera lo que hizo, fui cobarde y tonto, pero aprendí mi lección.

Panda volvió a besarle.

-Tal vez debería volver a ver esa película. –Dicho eso. Se levantó con una sonrisa. –Es suficiente

-Pandaaaaa, ¿Cómo que es suficiente? –Kei parecía molesto y Panda rio.

-Abusaron de ti hace una semana. Aun estas herido, en… Ya sabes.

-Oh. Bueno, sí, pero… - Kei se sentó con cuidado de no aplastar su brazo herido. Y señalo su entrepierna. -¿Notaste que tengo un yeso en mi mano derecha? No puedo hacerlo solo.

Panda pareció sorprendido un momento y luego comenzó a reír. No, no había pensado en eso. Tal vez estaba siendo un poco cruel.

-No sería un trato justo. –Comento riendo. -¿Qué harías tu por mí?

-Aun puedo usar mi boca.

-¿No eras un estudioso chico tímido?

-Eso dicen.

Panda le miró suspicaz.

-¿Lo has hecho antes?

Kei hiso una mueca desagradable. –Lamentablemente.  Hace una semana.

-Lo sien… 

Kei interrumpió:

-Cierra la boca. –Bajó del sofá y se arrodilló frente a Panda. Se estaba dejando llevar, actuando completamente por impulso. Ni siquiera sabía porque, pero sabía lo que quería hacer. Y si era Panda sabía que estaría bien.  Había olvidado cuando fue la última vez que se había divertido tanto con alguien. Tal vez nunca.

Panda desabotonó su pantalón y lo abrió para él, dejando su miembro al descubierto. Los malos recuerdos regresaron un momento a su mente, pero alzó la vista y observó a Panda. Esta vez él quería hacerlo.  

Kei se inclinó hacia adelante sintiendo el curioso y fuerte olor que se desprendía. No era desagradable, de algún modo era lo que esperaba, e hiso que una oleada de calor se disparara en su bajo vientre, haciendo su erección más dolorosa. Luego lamió suavemente la punta; un sabor extraño, no del todo salado, ni del todo dulce. Una textura viscosa que se deslizaba en su lengua. Los ojos de Panda se oscurecieron y su boca dejo escapar un suave suspiro. Alzó una mano y la enredó en el cabello de Kei.  

Se miraron a los ojos por un momento, con diversión. Panda le observaba fijamente. Hasta hace un mes, Kei hubiera creído que era imposible que esa persona quisiera pasar tiempo con él, y ahora se preguntaba cómo había sido tan tonto para no buscarlo antes.

Abrió la boca y descendió suavemente sobre su miembro, acariciándolo con la lengua, y teniendo cuidado de lo lastimarle con los dientes. Descendió tanto como pudo, pero no alcanzó la base. Sintió su cabeza golpear contra su garganta y comenzó a subir y bajar, acariciándole con su lengua.  Panda le guiaba, marcando el ritmo con sus manos, no demasiado brusco, pero más rápido cada vez. Kei sintió como se iba endureciendo poco a poco. Los gemidos de Panda se traducían en pequeñas sacudidas de la sangre acumulada que luchaba por liberarse.

Panda tiró su cabello par indicarle que se apartara.

-Levántate… -Le indicó con una voz inusualmente ronca, sus jadeos llenaban la habitación. Panda sostuvo su mano para ayudarle a ponerse de pie. Luego le tomó desde el cinturón y le atrajo para ubicarlo entre sus rodillas. Deliberadamente lento, desabrochó su pantalón y lo deslizó con sus piernas. Por un momento, Kei se sintió ligeramente incomodo, pero al mismo tiempo estaba maravillado, él podía ser un poco torpe, pero Panda parecía perfectamente a gusto.  

Panda le quitó los pantalones y luego hiso lo mismo con su ropa interior, rozándola débilmente en el proceso y arrancándole a kei una brusca inhalación y una momentánea perdida de equilibrio. Panda rio suavemente cuando se apoyó en él.

-Lo siento. –Dijo Kei. –Soy nuevo en esto.

-No por mucho tiempo. –Panda lo atrajó hacía si y le beso, haciéndole sentarse a horcajadas sobre él. Sus miembros quedaron uno junto a otro, apretados contra sus viernes.

-Hmmm… -Kei gimió y ocultó su rostro en el cuello de panda, respirando agitadamente.

Panda tomó los miembros de ambos con una sola mano y los masturbo al mismo tiempo, frotándolos juntos. Kei busco su boca como un pez fuera del agua y volvió a besarle, sintiendo realmente que se asfixiaba a cada momento. No importa cuando jadeara, no parecía entrar bastante aire a sus pulmones. Deslizó su mano izquierda por debajo de la playera de Panda y encontró los pequeños botones de sus tetillas, comenzó a juguetear con ellos sintiéndose como un niño travieso, algo asustado, pero a Panda no parecía molestarle y se permitió algo más de libertad.

A pesar de la mamada que le acababa de dar, Panda aguantó más que Kei. Cuando ambos se vinieron manchando sus vientres sonrieron como un par de niños bobos y Kei se recostó sobre su pecho.  

-Gracias Panda. –Susurró.

Y Panda le abrazó, preguntándose por milésima vez hasta donde serían capaces de llegar juntos.

 

Un mes más tarde.

                Rick no estaba teniendo un buen tiempo. Más bien todo lo contrario. Después de lo ocurrido con Kei, había estado un poco asustado de que el chico acudiera con la policía o algo así. Sin embargo, el resultado fue probablemente igual de malo. Panda había decidido tomarlo como una especie de protegido, y no permitía que nadie le dijera una sola palabra descortés, mucho menos que le golpearan.

                El Panda les había quitado de entre las manos su juguete favorito y eso bastaba para ponerle de malas pulgas. Pero la gota que había rebalsado el vaso era Sam. A diferencia de él, Sam no podía aceptar que el otro muchacho le había ganado. Su humor últimamente era demasiado insoportable. Como si no tuviera ya que lidiar con suficientes problemas.

                Iba camino hacía su coche cuando se encontró con las últimas dos personas que deseaba ver. Kei y Panda caminaban en dirección a él. Kei le lanzó una mirada feroz sin dejar de sonreír.

                Después de lo que había hecho, Rick había esperado verlo convertido en alguien sumiso y frágil. Destrozado. Pero había sido todo lo contrario. El chico había regresado con una actitud más altanera que nunca y una gran sonrisa en la cara… Repugnante.

                Parecía que los dos muchachos caminaban directo hacía él, pero no hacían ningún intento de evitar una colisión. Su orgullo le impedía ser él quien transara y al final acabaron deteniéndose frente a frente.

                Asombroso. Estupendo. Lo que faltaba para coronar un día de mierda.

                -¿Qué? –Ladró. – ¿Quieren pelear?

                No sabía si Panda sabía o no lo sucedido, y le ponía muy nervioso estar cerca de él desde que eran tan unidos.

 Entonces Kei hiso algo totalmente inesperado: Le rodeó los hombros con el brazo izquierdo (Llevaba en derecho en un cabestrillo) y a continuación le beso en la mejilla.

- Bon Voyage. –Murmuró.

Rick le empujó con fuerza y Kei estuvo a punto de caer. Sin embargo lejos de parecer afectado comenzó a reírse como si algo fuera inmensamente gracioso.  Panda paso a su lado golpeándole el hombro mientras lo hacía y lanzándole una mirada de desprecio mientras caminaba para reunirse con Kei.

Ambos se marcharon sin volver a mirar atrás.

De acuerdo. Rick estaba enojado. Más que enojado.

Abrió la portezuela de su coche y se acomodó en el asiento del conductor.

“Bon Voyage”

Las palabras de Kei resonaron en su cabeza y reprimió un escalofrío. Era un chico extraño y no le agradaba del todo, preferiría que sus caminos nunca se hubieran cruzado. Todo sería diferente si hubiera sido así.

Respiró profundo y hecho a andar el coche, estaba tan perdido en sus pensamientos que por poco olvido las botellas frías de cerveza que le aguardaban en el asiento trasero. Quedaban tres cuartas partes de una, y otras dos completas. Pronto tendría que pasar a comprar más.

Se la tomó de un trago, escondió la botella y arrancó el coche. Le costó un poco más que de costumbre pasar su tarjeta al salir del estacionamiento, se sentía torpe, definitivamente no era su día.

 

-El medicamento actuara en su sistema muy rápidamente, pero probablemente tardara en notarlo. Se lo atribuirá al cansancio o algo por el estilo. No se dará cuenta mientras sucede, pero la velocidad de sus reacciones bajara gradualmente, y dentro de un minuto, cuando quiera moverse, descubrirá que no puede hacerlo. –Explicaba Panda con voz monocorde mientras caminaban por el campus.  –No podrá moverse pero estará consiente hasta el último momento.

-¿Hay drogas como esa? –Kei pareció sorprendido.

-Te sorprenderá saber que cada año se sintetizan más de 300 nuevas drogas. Muchas de ellas son tan nocivas que las personas con las que las prueban mueren instantáneamente o en cuestión de semanas.  Cada año se reconocen entre 50 o 100 y se agregan oficialmente al listado de drogas prohibidas, pero mientras tanto, no hay que preocuparse de que te pillen con algo, porque hasta entonces es legal.

Kei asintió con la cabeza, pensativo.

 

Rick consiguió poner la cuarta marcha tras tres intentos y suspiro, estaba sudando. Su cabeza comenzaba a doler ligeramente. Se tomaría un antibiótico en cuanto llegara a casa.  Sujetó el volante firmemente con ambas manos y suspiró mientras comenzaba el descenso por la cuesta.  No había más vehículos transitando cerca y subió un poco la velocidad como solía hacerlo. La ventanilla estaba abierta y el aire fresco golpeaba su rostro haciéndole sentir libre, pero también dificultándose un poco respirar. Separó la mano del volante para subir un poco el vidrio… O lo intento más bien, su mano no respondía, por más que tirara, parecía estar pegada al volante.

“Qué demonios” Intentó exclamar, pero su boca se abrió patéticamente y dejo salir un ruido apenas inteligible como palabras. Eran los comatosos gorgojeos de un enfermo con un derrame cerebral. Estaba llegando a una curva y si no doblaba correctamente se saldría del camino y caería. Era una caída de al menos 50 metros, tenía que detenerse, su cuerpo tenía que obedecerle. Puso toda su voluntad en apretar su pie izquierdo sobre el freno. Era un intentó muy pobre, pero funciono, el coche perdía velocidad. Se estaba deteniendo. No había porque alterarse, el auto se detendría…

Pero iba demasiado rápido. No había tiempo suficiente. El carro chocó contra la barrera de seguridad y la atravesó precipitándose al vacío. Fue como si el mundo se detuviera durante un instante, en su carro volador, donde él se encontraba flotando inmovilizado.

“Bon Voyage” Las palabras acudieron a su mente y Rick las entendió. Kei y Panda, ambos, le habían hecho esto, le habían puesto una trampa descaradamente y se habían dado el gusto de reírse en su propia cara.

El piso se acercaba vertiginosamente. Rick no se había puesto el cinturón de seguridad y su cuerpo inmóvil estaba separado varios centímetros del asiento.  

Sus últimos pensamientos, antes de que sus huesos quedaran triturados dentro de la carrocería del coche, fueron dirigidos a Sam.

“Lo siento, amigo. Por favor ten cuidado”

 

Panda miró a Kei fijamente, por un momento que pareció muy largo.

-¿Qué pasa? –Pregunto Kei, algo incómodo.

-¿Porque no dejas los dormitorios de la escuela?- Sugirió. - En mi casa hay espacio más que suficiente. Puedes quedarte conmigo.

Kei se detuvo mirándole con los ojos muy abiertos, y luego se arrojó sobre él para darle un enorme abrazo.

-Por supuesto que si Panda. 

Notas finales:

Muchas gracias por leer! 


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