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Panda Hero por Bellyster Christien

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Notas del capitulo:

Aquí esta el nuevo capitulo. Me gusto bastante como quedo. Estoy conforme con el resultado xD 

Espero que a ustedes les guste tanto como a mi. :)

Kei se sentó con los demás en silencio. Curiosamente, hoy era invisible, entre el público, nadie podía verlo, aunque desentonara. Era un día cubierto de tristeza. Nublado y lleno delágrimas.

Todos vestían con costosos trajes negros, excepto él. Panda había intentado hacer que se pusiera uno, pero rechazó la idea inmediatamente. El negro representa luto, respeto, dolor. Él no tenía ningún derecho a llevarlo. Sam estaba sentado en primera fila, acompañado de sus padres. Su rostro estaba completamente inexpresivo mientras mirada como su mejor amigo decencia para perderse eternamente bajo la tierra.

Era un cementerio placido, las colinas verdes se extendían en todas direcciones, y a lo lejos, un cerco de árboles nos impedía ver la calle. Era como cualquier cementerio. La tierra era como cualquier tierra, y aunque tal vez el ataúd fuera ornamentado y costoso, este era igual a cualquier funeral.

Descubrió que Rick tenía dos hermanas pequeñas. Sus nombres eran Isabela y Lili. Ambas tenían un bello cabello negro que recogían en una coleta. Sus gritos se escuchaban por encima de la música de la orquesta, que tocaba una emotiva canción instrumental. Isabela era mayor, e intentaba comportarse, intentaba contener a Lili, que llamaba a Rick a gritos.

Aquello era su culpa.

Descubrió que Rick tenía una madre. Una mujer rubia, a diferencia de sus hijos, ya entrada en sus 50, pero con una hermosa figura. Ni siquiera parecía notar que sus hijas estaban desconsoladas, lloraba aferrándose a su esposo que acariciaba su cabello, y mascullando palabras que no llegaba a oír.  Las chicas de la clase estaban reunidas a un lado y no había una sola que no llorara. A algunos muchachos también se les escapaban las lágrimas, mientras intentaban mantener su actitud solemne.

Aquello también era su culpa.

Panda no había querido ir, y de hecho, antes de ofrecerle el traje, había intentado detenerlo. Pero no pudo evitarlo, el dolor de estas personas, tenía que sentirlo en su propia piel, tenía que reconocer lo que había hecho.

Cuando era niño, Kei quería ser un héroe. Quería proteger a los débiles, ser una persona justa, y luchar por los inocentes, en lo que se había convertido, en alguien sin una razón para vivir, atrapado en un ciclo irrefrenable de ira y violencia… Su antiguo yo estaría asqueado.

Miró hacia atrás, esperando, deseando de pronto que Panda apareciera detrás de él. Solo vio una señora mirando en nuestra dirección, con lastima y suspiré.

Al otro lado de la tumba, Sam levantó la vista de pronto y le miró directamente. Era extraño verlo sin su calma y alegría habituales, se sentía fuera de lugar. Su mirada era más oscura, y mucho más atemorizante. Su rostro de modelito adquiría una majestuosidad casi sublime.

Esta vez era Kei quien le observaba con calma.

Esto era lo que él había causado, era su culpa.

“Todo esto es mi culpa, ¿Puedes verlo, Sam?”

Y él lo intuía. Tal vez a causa de esta extraña obsesión que lo empujaba a perseguir a Kei, tal vez porque él le había visto luchar, y retorcerse de dolor, y llorar, y suplicar, le conocía bien.

Este no solo era el funeral de Rick. También era el de Kei. Despidiéndose de todo lo que había sido.

No. No se arrepentía de lo que había hecho.

A pesar de todo. Tal vez por eso es que se sentía tan violentamente asqueado consigo mismo. Lo había disfrutado y lo seguía disfrutando. Incluso aquí y ahora, si pudiera volver a hacerlo, lo haría una y otra y otra vez.

Cuando todos se levantaron y comenzaron a irse, se quedó dónde estaba. Al final, por su puesto, Sam llegó a su lado.  Se inclinó y acarició su mejilla. Entonces se dio cuenta que estaban solos. ¿Cómo lo habría hecho Sam? ¿Qué les habría dicho a sus padres?

-Estuviste muy inexpresivo todo el tiempo. –Dijo Sam, con una voz varios tonos más grave de lo normal, baja y amenazadora.  –Ya no te están mirando pequeña rata, puedes reírte todo lo que quieras. –Se neguó a mirarlo, aunque quería hacerlo.

-No me creo que fuera un accidente. –Prosiguió. –No me importa si no pueden probarlo.  Rick conducía bien, no se hubiera caído si alguien no lo hubiera provocado.

Suspiró. Por supuesto, él sospechaba de Kei.

¿Sabría lo que había sucedido aquella noche entre su amigo y él?

-Sam… -Dijo, y se rendio, volteó a mirarlo -¿Y de que me serviría matarlo? –Preguntó. Él no pareció sorprendido, estaba muy cerca, inclinado sobre Kei.

-De nada. No te sirve de nada maldita sea, ¿Por qué lo hiciste?

-No lo hice. –Susurró Kei, las palabras tenían un extraño sabor en su boca. Volvió a mirar la tumba. –Pero me alegro de que este muerto.

Sam apretó los dientes y lo empujó con fuerza para arrojarlo al suelo. Dejó que el golpe sacudiera sus huesos y se arrodilló frente a él.

-¿Y a ti? –Preguntó -¿De qué te sirve esto? Siempre me lo he preguntado.

Sam negó con la cabeza. Aunque no había nada que negar. Su mirada y expresión eran turbulentas, Kei  se dio cuenta que estaba terriblemente herido. Sus actos también le habían herido a él.

Sus manos se cerraron entorno a la garganta de Kei, pero no apretaron, deslizó sus pulgares por la nuez de su cuello y Kei le miró expectante.

En esta situación era cuando comenzaba a sentirme presa del pánico, a defenderse, aunque no lo pareciera Sam era bastante fuerte, pero hoy era diferente, todo era diferente. Esta vez, aunque fuera Kei quien estuviera arrodillado y con el cuello entre sus manos, tenía el control. Inclinó la cabeza hacía atrás mirándolo atentamente, para  facilitarle el acceso a su cuello.

-¿Qué es lo que quieres de mí, Sam? –Preguntó. Mientras él lo miraba desconcertado alzó la mano y toqué su mejilla de la misma forma que él solía hacerlo. Se alejó inmediatamente. Las manos abandonaron su cuello y retrocedió un paso, respirando agitadamente.

Estaba confundido, estaba furioso, triste, frustrado…

-¡Quiero que desaparezcas! ¿Por qué tuviste que venir aquí, Kei? – Caminaba hacia los lados un par de pasos y daba la vuelta, como si no pudiera quedarse quieto. –Hubiera sido mejor que nunca te cruzaras en nuestro camino, que vivieras tu vida de mierda en otra parte. –Sus palabras se clavaron en su corazón con fuerza.

Inclinó la cabeza hacía un lado, sorprendido. Nunca creyó que él, precisamente, pudiera mostrar expresiones tan intensas, que precisamente él fuera capaz de sentir esa rabia. Tal vez se parecían más de lo que creían.

-¿Qué es? –Preguntó de pronto Kei. Sam no pareció comprender la pregunta. -¿Qué es lo que les hace odiarme de esta forma?

-Eres diferente. –Respondió entonces, inmediatamente.

-¿Por qué soy diferente? –Kei se levantó. Ya no tenía sentido estar en el suelo.

Sam se acercó nuevamente.

-Lo eres. –Dijo. –No sépor qué, pero lo eres. Nunca sonríes…

-Ahora lo hago. –Replicó.

-Eso es aún peor. –Se mordió el labio interior. –A simple vista eres tan débil que parece que pudieras doblarte con el soplido de una ráfaga, pero en cuando miras a los ojos… Si existen los demonios Kei, entonces son como tú. 

Kei sacudió la cabeza. Demonio, si. Después de lo que había hecho la palabra le sentaba bien, pero él era más consciente de ello que nadie.

-Tal vez. –Respondió, sonriendo. -¿Y tú Samy? ¿Y Rick?

Tal vez no Vivian en la tierra, sino en el infierno, y en el fondo todos eran demonios. Aún en caso de que no lo fueran, el mundo se esforzaba en convertirlos.

Sam simplemente le acusaba, y eso seguramente era muy fácil para él. Porque no había tenido que pasar por nada de la mierda que había rodeado la vida de     Kei. Repentinamente volvió a sentirse furioso, ahí, justo frente a la tumba de Rick, Kei sintió rápidamente como la emoción que llevaba días adormecida, saciada, escapaba a través de las grietas.  Supo que sin importar cuantas personas matara seguiría sin apaciguar ese rencor ciego. Seguiría sin dejar que la culpa le mantuviera bajo control, porque para él ninguno de ellos merecía la vida.

-¡Cállate hijo de puta! –Grito Sam.

…Y aunque la merecieran, que lucharan por ella.

-¿Sabes que Rick me violo? No estoy hablando en sentido figurado, el realmente abusó sexualmente de mí, ¿Lo sabias? –Dio un paso hacía Sam, que estaba sorprendido y congelado con los ojos muy abiertos.

No. No lo sabía. Sus ojos escrutaron los de Kei buscando algún rastro de mentiras, pero no encontró ninguna. Aún si hubiera sido mentira no hubiera encontrado nada, Kei estaba tan habituado a esconder sus emociones como a soportar el dolor.

-El… -Sam dudó, con su garganta seca.

-¿No me crees? –Kei dejo escapar una risita. –Bueno, puedo mostrártelo. –Sugirió, e inmediatamente se quito la ligera camiseta que llevaba, dejando al descubierto su torso. Su brazo aún estaba vendado y procuró tener cuidado.  Las mascas de las mordidas y arañazos aun eran más que visibles, también los moretones, pero esos podría haberlos provocado el mismo Sam. –Siempre supe que era marica –Kei recorrió con las yemas de los dedos de la mano izquierda una cicatriz muy marcada justo por debajo de su clavícula. –Quería meterse en tus pantalones, pero ya que no hubo suerte tuvo que conformarse conmigo. Ahora está bajo 5 metros de tierra, literalmente. Permíteme que me ría.

-Asquerosa rata mentirosa… -Sam respiraba jadeante, se negaba a creerle, a pesar de todo. Tan furioso, tan ofendido, Sam se atrevía a intentar culparlo una vez más. –Si tan solo tú…

¡Ofendido!

La ira llego a su punto ciego, el cuerpo de Kei temblaba, aun si su rostro se mantenía tranquilo, no podía soportar la expresión en el rostro de Sam, su voz, sus gestos, no podía soportar  las flores apiladas sobre la tumba de Rick, las palabras compungidas de su familia, el sermón del sacerdote y las lagrimas de sus hermanas o las chicas de la clase. Esta clase de mundo hipócrita necesitaba desaparecer.

Y entonces todo se enfrío, como si nunca hubiera sucedido. Kei se encontró de pronto con que todas las emociones intensas se calmaban dentro de su pecho, como el ojo en medio de la tormenta. Y se dio cuenta de que en ese momento podía hacer cualquier cosa.

Le había pasado antes, ese vacío, esa disociación emocional. Pero entonces había sido cuando le torturaban, y dejaba que su mente vagara lejos mientras su cuerpo soportaba el dolor. Muchas veces, en esos momentos, se encontró súbitamente tranquilo.

Kei miró alrededor: Un par de personas visitaban algunas tumbas y estaban arrodilladas ante las lapidas de piedra, no había nadie conocido. Más cerca de ellos, no había nadie que pudiera escuchar lo que decían, se encontraban algo apartados, solos, ellos dos y Rick, callado en su agujero.

Sam seguía revolcándose en su propia miseria, en otro momento le hubiera parecido muy intimidante, toda esa rabia,  pero a través de la calma pudo ver que Sam era vulnerable. Más que nunca.

Cuando pierdes el control eres vulnerable.

-Rick llevo a un grupillo con él. No eran estudiantes, seguro que les pago. Me ataron mientras Rick me miraba desde un lugar un poco más lejos.

Los músculos de Sam se tensaron, uso sus manos para tomar impulso y se arrojó hacía adelante. Era un movimiento muy fácil de ver, y Kei lo esquivo con facilidad saltando a una silla y corriendo por la hilera hasta que acabaron a la misma distancia de un comienzo.

-Me arrojaron dentro de una camioneta. Solo éramos yo, tirado sobre el piso y tú querido Rick, en la parte de atrás. Rick se dedicó a pe…. –Sam intentó atacarlo otra vez y Kei se alejó una vez más.  -¡A pegarme con sus pies!  -Gritó –Quería que lamiera sus mugrosas botas.

Sam corrió hacía él y Kei dejo que se acercara, y cuando estuvo lo bastante cerca le esquivo, cogió una silla y la estrelló contra su cabeza con fuerza. Era jugar sucio. Sam tropezó, llevo la mano hacía su cabeza sin saber que le había golpeado. Kei no le dio tiempo de reponerse y pateó la boca de su estómago.

-Lego me arrastraron hacia una habitación que solo tenía una cama en el centro, y un techo de espejos, algún estúpido motel. –No quería parar de hablar, aunque no estaba seguro de si Sam le escuchaba o no. En su mente, lo único que deseaba era destruir completamente el recuerdo de Rick, trastocar ese afecto, convencer a Sam en lo más profundo de que su amigo era una basura humana, de que el mismo era una basura humana, hacerlo ahogarse en culpa, incerteza y miedo. Verlo romperse. Kei solo quería destrozarlo, de la forma que fuera. –Estaba fumando mientras que jodía, lamía mi piel, me mordía, apagaba los cigarrillos en mi espalda, y ¿Sabes qué? – Se agachó y tomó a Sam del cuello de su hermosa camisa blanca y costosa para obligarlo a mirarlo – ¡Préstame atención! ¿Sabes que pasó entonces?  -Sam no respondió, por su puesto. Parecía asustado, y Kei dijo con la voz más dulce posible –Entonces él dijo tú nombre, una, dos, mil veces… 

Los ojos de Sam se llenaron de lágrimas. ¿Habría entendido algo de lo que Kei quería decirle? ¿O era la simple manifestación de la tristeza que escapaba por fin a causa de la presión? Como fuera, Sam recordó de pronto que era más grande y más fuerte, le empujó, arrojándolo al suelo, se levantó de un salto y corrió. Corrió lejos. Hasta desaparecer entre los árboles.

Kei se sentó a solas en el césped con las piernas cruzadas. Nadie había venido. Si alguien había visto la pelea, había decidido dejar que aquellos dos muchachos arreglaran sus diferencias solos.

“Ya está. Has matado a Rick, has torturado a Sam. ¿Aun te sientes mejor que ellos? ¿Aun puedes decir que se equivocan cuando te llaman monstruo? Les has dado la razón. Les has concedido la victoria, el mundo te ha vuelto así de insensible y cruel. No, he sido yo, yo solo. Yo lo decidí.”   

“Me siento asqueado de mí mismo”.

“Me siento asqueado de mismo porque no quiero parar. Porque aún no es suficiente. Aunque intento recordar lo que se siente sentir compasión y culpa, aunque me arrastré aquí intentando encontrar en mi interior un rastro de remordimiento no puedo sentir nada. Al momento de la verdad no soy más que un simple asesino. Tal vez es esto lo que los demás ven en mí y por eso me odian.”

“Le tenía bajo mi control y eso era todo lo que podía pensar. Que lo disfrutaba, que quería verlo romperse hasta que no quedara nada. Eso era todo.”

 Regresó a casa y Panda malinterpreto su estado de animo lúgubre.

Le invitó a sentarse a su lado y dijo en voz conciliadora:

-Entiendo que te sientas culpable, Kei, sé que es doloroso… -Posó una mano sobre su rodilla y le acarició.

Kei le miró.

“Tú lo sabrás, pero yo no. Eres mucho mejor persona que yo, Panda. A veces creo que incluso me quieres, y yo solo sé que te necesito.” Se preguntó si podría confiar en él, o si Panda le daría la espalda cuando supiera lo perdido que estaba, el triste despojo restante de alma que poseía.

Pero tal vez, tal vez…

Y si no era Panda no sería nadie. Eso Kei lo sabía.

Y Kei mataría otra vez. Eso lo sabía. Con o sin Panda, con o sin razones. Todo a su alrededor siempre había estado condenado. Con o sin su intervención todo a su alrededor se desmoronaba. Y el mismo se había convertido en una persona tan destructiva, en un demonio.

-Panda. –Susurró, evitando su mirada. –No me siento culpable. Ni un poco de culpa. Los vi a todos ahí, todos destrozados, y yo… -Negó con la cabeza. –Peleé con Sam y solo deseaba herirlo, destrozarlo, romperlo… Soy una amenaza.

La mano de Panda se retiró de su rodilla.

-Estos sentimientos están tan mal, tan malditamente mal, pero no puedo hacer nada para pararlos. Estoy sediento, de venganza, de sangre. No creo que pueda parar, es un impulso demasiado fuerte. Aunque algo me dice que está mal, aunque sé que está mal, no puedo encontrar dentro de mi nada que me refrene, es un impulso poderoso y tarde o temprano será más fuerte que mi cabeza… No soy lo suficientemente fuerte para…

-¿Y qué quieres? –Preguntó Panda. Su voz sonó fría, completamente, y se clavó en su pecho como un puñal. Tal vez al fin y al cabo no le quería. Y tal vez Kei le quería más de lo creía, y por eso se sintió tan herido por su voz.

Si Panda no le comprendía nadie lo haría. Nunca.

-Mátame. –Susurró. –Antes de que pierda el control otra vez. Estos sentimientos están mal, y yo no puedo hacerlo. Deseo demasiado la vida. Si lo haces serás un héroe, tu conciencia estará limpia, habrás salvado a mucha gente.

El dolor estallo en su mejilla violentamente. Panda le había dado un puñetazo y estuvo a punto de caer del sofá. Le miró, casi por reflejo.

-Eres lo suficiente listo. –Dijo Panda. Su rostro era una impresionante mascara de determinación, y tal vez en ese momento Kei de verdad le amo.

-¿Qué?

-Yo también quisiera hacer el mundo arder, proteger a mis amigos y volcar el resto en un absoluto caos, pero no puedo hacerlo porque no soy lo bastante listo, pero tú lo eres.

-¿Panda que estas…?

-No te juzgo. –Dijo Panda. Tomando su rostro entre ambas manos. Parecía muy molesto. –No quiero que mueras. Eres importante para mí y no voy a perderte. No quiero perder nada más y quiero mi vida de vuelta. Y aunque este mal tú, y tu cabeza, pueden idear la forma de que ambos seamos libres. Me importa una mierda que seas un asesino. Te aseguro que yo también sentiré felicidad cuando vea el cadáver de mi padre con mis propios ojos, el cadáver de la hiena, y de todos los demás. Si esto es lo que eres entonces hazlo tuyo, y a la mierda el resto del mundo.

-Pero Panda…

-¡A la mierda el resto del mundo! –Gritó él. –Porque el mundo no duda en herir y matar constantemente, tal vez es la naturaleza humana, ni siquiera me importa. Creí… Todo este tiempo estuve esperando a que tú… A que tú no fueras como yo, Kei. Que pudieras salvarte, alejarte de mí, de mi mundo, y de tu propia oscuridad, pero en el fondo deseaba tanto que fueras así…

-Algunas personas solo quieren ver arder el mundo. –Citó Kei. Aunque no sabía de quien era la cita.

 

 -Es la supervivencia del más fuerte Kei. No podemos cambiar lo que somos, pero podemos elegir. ¿Quieres vivir?

-Yo… Sí. Quiero vivir.

-Entonces vive. Cueste lo que cueste. –Panda tomó su mano. –Puedes vivir,  y no estás solo.

-Pero no podemos. –Dijo Kei.

-¿Es lo que crees o es lo que crees que debes creer? Ahora se sinceró. –Kei guardo silenció y Panda se sonrió. –Tú no lo sientes, esas palabras suenan agrias y vacías viniendo de ti. No las sientes y no las crees, y sobre todo, no te importan. Es momento de crecer, de pensar por ti mismo.

Panda siempre parecía muy tranquilo, pero era todo una fachada. De pronto quiso besarlo. Kei le amaba mucho más de esta forma.

-No voy a matarte. –Dijo Panda. Como si no hubiera quedado lo suficientemente claro. Y Kei sonrió.

-Supongo que gracias.

Kei no tuvo necesidad de darle más vueltas al asunto porque Panda le beso en ese momento. Sus labios se enredaron en una vorágine de sensaciones, pero cuando se apartaron, Kei tuvo la necesidad de decir:

-Panda, no sé si estoy enamorado de ti, no creo que…

-Ni siquiera tengo idea de que es el amor. –Respondió Panda. –Pero ahora mismo, quiero estar contigo.

-También yo. –Dijo Kei. Sintiéndose mucho mejor.

Notas finales:

Bueno bueno, Ahora si. todas las cartas estan sobre la mesa. Esto corresponde a la primera parte de la historía. La proxima parte comienza un año despues. 

¿Así tan derrepente? ¿En la mejor Parte? ¿Sin lemon? 

Si. Lo siento. 

Aun no lo decido, pero tal vez incluya un intermedio con todo mi amor para ustedes, depende de la disponibilidad de tiempo. 

Tambien me disculpo por las actualizaciones irregulares. Tengo muchisimo trabajo y nunca se cuando tedre tiempo de terminar un cap apropiadamente, así que no puedo decir nada, excepto que seguire actualizando, con tanta frecuencia como me sea posible. 

Y sobre todo, gracias por leer. 


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