Cuando vio la puerta que se abría, hubiera escapado por el tragaluz, pero ahí tenía a YiFan. Llevaba un pantalón azul y una chaqueta deportiva del mismo color. No usaba corbata, llevaba la camisa azul celeste y por ella asomaba un pañuelo de lunarcitos blancos con fondo azul oscuro.
— Princesa, ya es hora.
— Déjame trabajar, YiFan. Por el amor de Dios, ¡déjame en paz!
— Aquella noche no decías eso…
Luhan lo miró con rabia.
— Si vuelves a recordarme esa noche, soy capaz de lanzarte la computadora.
— No puedes, Luhan, no es tuya, y va a costarte muy cara. Además, no estoy burlándome de ti. Siempre piensas que vengo a reírme y no es así. Yo te admiro y me parece imposible que tengas una novia como esa catedrática intelectual que vas a buscar todas las tardes. Tú mismo me has dicho que llevas tres años cortejando con la tal Chorong… eres un listillo, puede ser, pero ¿cómo es que ni siquiera la has tocado?
— Escucha, YiFan. Estoy harto de ti, tuve un fallo, ¡Dios mío, qué fallo tan grande!, pero a fin de cuentas lo he olvidado…
— No has olvidado nada, lo tienes en la mente como un clavo. Hoy no irás por tu novia… ¿Aceptas tomarte una copa conmigo?
— Claro que no. Nunca más aceptaré nada que venga de ti. Además ¿cómo sabes que no iré?
— Me interesas —alzó los hombros—. Escucha, ¿cómo es que una mujer como Chorong, bella atractiva, femenina, con una clase que aturde, —YiFan se lamió lascivamente los labios pero al ver que Luhan lo vio lleno de furia, se detuvo— no tenga relaciones contigo? Eres miope ¿o qué?, el hecho de que no la hayas tocado en tres años me desconcierta. ¿Qué eres? ¿Impotente? —le guiñó al contrario— Lo dudo… ¿Tímido?
— Al menos la respeto…
— Vaya respeto. Yo me rio de esos respetos… Un hombre que, después de cortejar tres años a una muchacha como ella, tenga a su chica blanca… ¿Es que acaso no sabes lo que una pareja enamorada?
Luhan se levantó con rapidez y se puso su chaqueta.
— Está lloviendo y no irás por Chorong. Tengo el auto en el garaje. Puedes bajar por la escalera interior y te llevo a casa.
— Antes prefiero tener pulmonía.
— Escucha, Luhan… —Y YiFan iba hablándole casi en su garganta. — Aquella noche no decías eso… estabas feliz. Cuando se te pasó la rabieta, estabas feliz. Si crees que no conozco las reacciones del placer, te equivocas. El sólo hecho de limitar mi libertad soportando a alguien que se pase de lindo e inquieto, me corta el deseo de tener una pareja formal. Tú tienes una especie de hermano menor tan inquieto como el que tengo yo ¿cierto? ¿No te desespera? ¿No te angustia pensar que tu pareja se comporte así todo el tiempo? Pues mira, no podría…
— ¿Me dejas en paz, YiFan? No me cuentes tu vida, voy a pedir un taxi.
— Claro que no. Vas a subir a mi auto. Te llevo a casa.
Luhan se plantó.
— Te he dicho que, aunque agarre una pulmonía, no iré en tu auto, y no hoy, ¡nunca más! Nunca más aceptaré tu invitación.
— ¿Sabes qué estoy pensando, Princesa? Que te gusto demasiado, que me tienes miedo y que te aferras a tu Chongita para huir de lo que verdaderamente te atrae.
Luhan salió. Abrió el paraguas y cruzó la calle. Wu YiFan lo contempló con la mirada fruncida. Sintió unos pasos y volvió la cara. Era su compañero.
— Pienso que te gusta demasiado, YiFan. Ten cuidado, todas tus teorías se pueden ir al traste…
— ¿Qué dices? No, hombre, no.
— Es el que te queda, a las demás ya las has doblegado. Ten cuidado, Luhan no es como “las demás”. Es un hombre muy inteligente, economista y lleva muy bien el despacho. Te haré una proposición, YiFan. Vamos abrir en Barcelona una sucursal. Es necesario que vayas a echarla andar.
— ¿A Barcelona, yo?
— Sí, te conviene, eres accionista como yo. Necesito quedarme aquí en Corea, pero tu deber es ir a Barcelona.
— Yo soy necesario aquí —dijo YiFan ceñudo—. Soy un buen abogado y tengo el 20 por ciento de la sociedad.
— Vamos a hacer una ampliación de capital. Tendrás que poner una buena cantidad, como yo… Te doy un consejo.
— Me has dado muchos, Junmyeon.
— No juegues con Luhan. Te lo digo aunque no quieras. Es un chico muy respetable. Por otra parte, es un ejecutivo que nos conviene y, además, tiene novia.
— No me cuentes su vida, Junmyeon. Sube al auto, te llevo adonde me digas. Yo me voy a casa.
— ¿No nos acompañarás hoy?
— No me place.
— Baek saldrá con nosotros.
— ¡Menos!
— ¿Por qué dices eso? —Suho lo miró extrañado.
— Me cuesta tratar con nuevas personas.
— Si así fuera no te habrías acostado con casi toda la oficina.
— ¿Quieres entrar en mi lista, Suho? —dijo YiFan enarcando una ceja.
— ¿Qué? ¡No! Soy fiel a Lay, lo sabes.
— Oh… si no estuviera Lay…
— No desvíes el tema, Kris. ¿Por qué no quieres venir si está Baek?
— Nada.
— Nunca “nada” es realmente nada.
— Déjalo pasar. No me agrada el chico.
— Kris… Pasó algo con Baek.
— ¿Preguntas o afirmas?
— Afirmo.
— ¡¿Estás loco?!
— Te coges a medio mundo YiFan, no me extrañaría.
— A Lay no lo he tocado, por ejemplo…
— Ni te atrevas —señaló Suho amenazante.
— Tranquilo, no me interesa —dejó de señalarlo—. Por ahora.
— Idiota —su puño crujió en la mandíbula de YiFan. Éste comenzó a reír.
— Vale, me lo merecía. No me agrada Baek y estoy ahorita con lo de Luhan. No tengo ánimos de acompañarlos.
— Ni yo de verte, por lo menos hasta que se me baje la estupidez que dijiste.
— Fue broma.
— La vida no es una broma. Deberías sentar cabeza.
— Vete a casa solo.
— Nos vemos luego.
Los amigos se despidieron como si nada hubiera pasado. Y es que ambos sabían que la atención de YiFan se centraría en Luhan por mucho tiempo... aunque se enterarían personas que no se alegrarán mucho por esto.