Había sido un día de lo peor. Por segunda vez le habían dicho que no pasó el examen de admisión a la Universidad y ya estaba harto de esa situación. Sus tutores decían entenderlo y que lo apoyaban pero lo que verdaderamente quería era valerse por sí mismo y superarse. Simplemente el jodido examen se lo impedía.
Salió a dar una de sus típicas caminatas para perderse en las calles y para colmo de males olvidó el paraguas en la casa estando en una de las épocas lluviosas de Seúl, así que debía regresar pronto a casa.
— ¿En serio? —Dijo mientras veía el cielo al acordarse del objeto olvidado— aaaaish ¡¿cómo pude olvidarlo?! —sacudió sus cabellos platinados tratando de liberarse de la frustración— Si empieza a llover, juro que… ¡hijo de…!
Brincó hacia atrás antes de que un automóvil a toda velocidad lo mojara por completo, aunque sus zapatos no corrieron con tan buena suerte. Sin embargo, el chico que venía frente a él estaba tan abstraído en lo suyo que no tuvo tiempo de reaccionar y acabó empapado por el mismo carro.
— ¡Estúpido! ¡Idiota! ¡”#$%$#! —El chico comenzó a hablar en otro idioma, lo cual terminó por rematar la escena y parecerle demasiado gracioso— ¡Y tú! ¿De qué carajos te ríes? —el aludido se acercó más a él hasta quedarle enfrente.
— No sé —se alzó de hombros—, me causó gracia… —recibió una mirada felina del afectado— ¡Vamos! Usted estaría igual si me hubiera ocurrido a mí —le dedicó una sonrisa sincera, cuando usualmente él no le sonreía de esa forma a nadie, y menos en aquel día.
— ¡NO! —el chico le ofreció su mano para ayudarle a levantarse del suelo o más bien para salir del charco al cual se había metido.
— No le creo —observó que traía unos converse puestos—. Usted, al menos tiene cómo sustituirlos —señaló sus tenis mientras lo jalaba para levantarlo—, los míos eran los únicos zapatos de vestir que tenía —el chico se pudo levantar al fin y abrió los ojos sorprendido por lo que acababa de escuchar.
— ¡¿Me estás tomando el pelo?!
— No, la mano —ambas miradas se dirigieron a sus manos que aún se sujetaban y se sentían confortables así. Ninguno de los dos quería soltar al otro primero pero por vergüenza lo hicieron.
— Perdón, je. —Bajó la mirada un poco sonrojado pero volvió a levantarla para continuar hablando— Pero me sorprende que sólo tengas ese par de zapatos de vestir.
— ¿Por qué le extraña? ¿Acaso tiene más?
— Algo así…
— Oh, ya entendí…. Es adinerado…
— No. Pero me doy mis gustos… y por esos mismos gustos no soy adinerado.
— Es de China ¿verdad?
— ¿Cómo supiste? —aunque él mismo sabía la respuesta ya que a leguas se notaba que no dominaba bien el idioma.
— Acaba de usar el chino para maldecir al conductor.
— ¿Podrías dejar de hablarme de esa forma? Me haces sentir viejo.
— Pero es que se ve que es mayor que yo.
— No sé si tomarme eso como un cumplido.
— Yo le hablo con respeto a mis hyungs.
— ¿Cuántos años tienes?
— 20 —el contrario rodó los ojos—, ja ja ja ¿es mi hyung cierto?
— Sólo por un año. Y deja de hablarme así.
— Me llamo Sehun ¿y tú?
Se sentía raro de tutear a alguien mayor que él pero le había insistido tanto… al menos esa era su excusa. En realidad no sabía por qué le hizo caso. Quizás fue para pagar la burla que le había hecho minutos atrás. Quizás no.
— Tao.
Por instinto levantó la mano para estrecharla. Al darse cuenta, se ruborizó. Parecía que su deseo de sujetar su mano había salido por si sólo en ese gesto. Sin embargo, no retiró su mano. El menor la tomó de nuevo pero la retiró enseguida. Hablarle informal ya era demasiado acercamiento para él. Observó que su mayor comenzaba a sufrir el frío por estar empapado y le puso su abrigo encima.
—Te acompaño a tu casa.
— Me serás de ayuda… andaba perdido. Gracias. Por todo.
— No, a ti. Me has hecho olvidar cosas —comenzaron a andar después de que Tao le dijera la dirección aprendida de memoria y Sehun se riera de que iba en sentido contrario. Caminaron un rato en silencio.
— Me intriga…. ¿Qué has olvidado a causa de mi incidente?
— ¿Quieres que lo recuerde?
— Si olvidas, estás huyendo en realidad.
— ¿¨Huías tú de tu casa? —Sehun sólo seguía la lógica de sus palabras por divertirse un rato. Ya encontraba cómodo hablar así con Tao.
— Olvidé el camino más no la dirección. Y si pudiera huir no lo haría. Estoy muy feliz donde estoy pero…
— Pero…
— Mis tutores me han matriculado en una universidad y yo no quiero ir.
— ¿Vives con tutores? ¿Y tus padres?
— En China —dijo como si fuera muy obvio, dándole una segunda mirada de esos felinos ojos.
— ¿Y qué haces aquí? ¿A qué viniste? —el mayor lanzó un suspiro.
— Estábamos hablando de ti…
— Tú tampoco quieres hablar de tu vida ¿cierto?
— Es que es algo ridículo… hasta yo lo reconozco.
— ¿Qué tal si tú me cuentas y yo te cuento de vuelta?
— Le mentí a mis padres. Dije que quería venir a Korea a estudiar, así como mi amigo. Ellos encantados me dejaron, pero yo no venía precisamente a estudiar.
— ¿Estás aquí por seguir a tu amigo?
— Si… —un vacío extraño crecía en el interior de Sehun. ¿Desilusión?
— ¿Qué paso después? No veo aun dónde está la tragedia en esto.
— No fui correspondido y ahora estoy sufriendo porque mis tutores quieren que estudie. Que ese fue el “motivo” por el que estoy aquí. Bah. Nunca debí salir de mi país.
— Te le declaraste a… espera… ¿eres gay?
— ¿Algún problema con eso? —dijo preparándose a una discusión que ya había enfrentado varias veces con las personas homofóbicas que se encontraba.
— Sí… que… yo también…
— ¡Oh! —Exclamó un poco alegre pero aún estaba confundido— ¿y cuál es el problema que los dos seamos gays?
— No te lo voy a explicar —dijo cortante y, antes de que Tao protestara, comenzó su historia—. A diferencia tuya, yo sí quiero estudiar. Llevo dos años aplicando examen a la universidad y no lo paso. Quiero independizarme. También tengo tutores y una especie de… ¿hermano? No sé. Gracias a él sé que soy gay.
— Ah, tuvieron algo… —dijo Tao un poco celoso.
— No. No estaría mal… pero no, no fue por eso.
— Te quieres independizar y ¿ya sabes cómo mantenerte solo? —dijo para evitar el tema.
— Yo no me ando comprando lujos. ¿Crees que no he notado la cantidad de diseñadores que traes encima?
— ¡Oh sí! ¡Lo has notado! —Tao se mostraba orgulloso de que reconocieran lo que traía puesto— Es mi vicio.
— ¿Cómo le haces para pagártelo?
— Mis tutores —Sehun abrió los ojos como platos.
— ¡No trabajas y tampoco quieres estudiar! —ambos se detuvieron.
— Bueno, yo…
— ¿Acaso crees que todo te llegará del cielo?
— No pero…
— Eres un mimado.
— ¡Oye ya! ¡Para! —Se quita el abrigo y se lo avienta molesto— ¡no eres nadie para andarme regañando! ¡Estoy harto de la misma cantaleta y viene un perfecto desconocido con lo mismo! ¡Jódete! —Tao continúa su andar y oye pasos tras él— ¡deja de seguirme! No me perderé, a partir de aquí sé el camino.
— ¿Quién dijo que te seguía? Mi casa está a dos cuadras de la tuya, imbécil —el mayor se gira y le hace frente.
— ¿Cuál es tu problema conmigo? ¿Eh?
— Te molesta la realidad y que te la echen en cara. Tienes razón, tu problema es algo ridículo.
— estoy harto ¿tú no? Eso es lo que cuenta sin importar de qué. Tenemos ganas de cambiar nuestras vidas y la vida misma no nos lo permite. ¿Me equivoco?
— No… ¡pero estás así porque quieres! Vives frustrado por haber sido rechazado por tu “a-mi-gui-to” y no quieres afrontar las consecuencias.
— ¡Va de nuevo! ¿Sabes? Estúpidamente pensé que me entenderías pero ahora veo que no eres más que un mocoso con aires de madurez que no le quedan
— ¡¿Cómo me llamaste?!
— Mocoso con aires de mad…
— ¡¿Madurez?! ¡¡Tú hablando de madurez!! ¿21 años y no tienes otra meta más que ser un mantenido? ¡Vaya madurez!
— ¿Mantenido yo?
— No le hablo a nadie más ¿o sí?
— Tú trabajarás mucho entonces —dijo Tao en un tono de ironía muy ácido.
— No, pero deseo hacerlo como profesionista.
— Deseo, deseo, ¡los deseos no se cumplen! Sehun, ¡¡¡madura!!! —escuchar su nombre en sus labios le hizo dar un brinco a su corazón de una forma extraña.
— ¡Sí se cumplen!
— ja ja a ver, dame un ejemplo porque yo no creo qu…
El menor tomó la muñeca del contrario y lo jaló hacia él. Con la otra mano lo tomó de la nuca y acercó sus rostros para darle así un beso. El mayor se sorprendió pero aun así se dejó llevar por esos labios de forma casi inexperta. No era la primera vez que besaba pero sí era la primera vez que ambos deseaban hacerlo. Por su parte, Sehun tenía un poco de más experiencia, a pesar de tener menos edad que Tao. Su lengua se abrió paso y comenzaba a saborearlo cuando Tao se retiró abochornado.
— Sehun…
— Tao… —le respondió en acto reflejo.
— No te conozco… no sé por qué yo…
— ¿Te preocupa más lo que tú me dejaste hacer que lo que yo hice en sí?
— Sí… no…
— ¿Eh?
— Me preocupa más otra cosa.
— ¿Qué?
— Me preocupa todo lo que te permitiría hacer…
— ¡Sehun! —el chico volteó a regañadientes hacia el lugar de donde provenía la voz de Minseok.
— ¿Qué? —le gritó enfadado por la interrupción aunque pareciera que lo hacía para ser escuchado a la distancia que se encontraban.
— ¿Quién es? —susurró un Tao celoso.
— Uno de mis tutores —Minseok se acercó al par de chicos que conversaba entre dientes—, celoso.
— ¿Yo? ¡Claro que no! —cruzó de brazos haciendo un mohín de disgusto pero después se preocupó— ¿nos habrá visto?
— Me importa muy poco… ¡hyung! —cambió el volumen de su voz ya que su tutor estaba cerca.
— Tardaste en volver y no contestas el teléfono —explicó, casi en modo de disculpa, la razón por la cual lo buscaba, ya que notó la atmósfera que estaba rompiendo con su interrupción— ¿tu humor ya está mejor?
— ESTABA, antes de que me lo recordara…
— Perdón.
— No tienes la culpa. Hyung, él es Tao, un… amigo… —realmente no sabía lo que eran, pero por lo pronto decidió presentarlo así.
— Tao… —Minseok sabía perfectamente quién era.
— Él es Minseok.
— Mucho gusto.
— ¿Iban a la casa? Traigo el coche. Los llevo.
— No, gracias. Yo iba a la mía. Sehun me acompañaba. Y ya está en la siguiente cuadra. No tiene caso. Además, estoy empapado. No, gracias —estaba tan nervioso que todo lo dijo con una rapidez casi ininteligible. De no estar acostumbrados al extraño coreano de Luhan, no le hubieran entendido pero no fue así afortunadamente. Sehun no quería despedirse, quería acompañarlo hasta su casa. Pero tuvo que hacerlo.
— Entonces… Nos vemos luego, Tao — asintió incapaz de decir otra cosa. Los chicos coreanos se metieron al automóvil para dirigirse a su casa. Ambos estaban sin dirigirse una palabra pero pareciera que se estaban contando todo.
— Lo verás de nuevo, Sehunnie.
Y es que Minseok había notado el brillo de sus miradas cuando se nombraban.
Había notado el cambio en el lenguaje de Sehun cuando le hablaba a Tao.
Notó que justo ahora no le estaba peleando que no le llamara “Sehunnie”.
Y los había visto besarse.