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Atrapado en mis pecados... por William Michaelis

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Notas del capitulo:

#AkumaSpears

Somos dos ussers
 en cuentas de

William y Sebastian

 

La mirada azulina se fundía en completo horror y pavor, no solo Sebastian lo había encontrado con Alois, si no, que ellos dos estaban en su habitación teniendo relaciones cuando la puerta de la habitación se abrió ante la mirada carmín llena de odio, rencor…

Sebastian no reacciono de manera correcta, Corrió escaleras abajo y salió de la mansión al jardín trasero… ¡Mataría a Trancy de una u otra forma!, había pensado incoherentemente, pero ¿porque hacer eso cuando que dos Michaelis mas podrían darle caza y el tener sus manos limpias?, tomo su teléfono de su bolsillo y llamo a ambos hermanos, les informo que se buscara al maldito de Trancy, les explicaría luego, había dicho Sebastian.

Un rayo de la tormenta apago todas las luces y sus carmesís orbes resaltaron en la oscuridad junto con sus gafas, si bien no estaba racionando correctamente entro en la mansión subió nuevamente las escaleras y llamo en un macabro y siniestro tono a Ciel, solo se distinguía una especie de herramienta de jardinería entre sus manos sin saber muy bien que era.

 

-Oh~ Ciel, ven vamos a jugar, quiero hablar con Trancy y contigo- una sonrisa macabra escapo de sus labios mostrando una sonrisa sárcastica.

 

-Ciel, no te puedo dejar solo con este enfermo

 

-Alois, solo vete, él está segado, para el todo tiene que ser perfecto, su padre los educo así…- Los nervios se hacían visibles en el conde, ambos sabían que Sebastian teniendo entrenamiento militar no tardaría nada en romper la puerta, como hecho, eso paso; una sonrisa cubría su rostro y lo que portaba en sus manos: Una hermosa corta-setos en su hombro que bajo al instante, aterrorizando a ambos

 

-Hola, joven Trancy- Un destello de locura se vio cuando su mirada cambio a un tono más sangriento junto con el ruido del motor de la sierra y este agacho la mirada-Solo le perdonare la vida a uno… mejor corra Trancy...

 

Por lo mientras cerca unas cuantas cuadras antes de la mansión

 

-Maldito Sebastian… se atreve a mandarme a buscar a un niñato- Claude estaba como siempre solo, hasta que un niñato corriendo hacia el lo interrumpio, tirándolo en el intento, a lo que lo agarro de la manga del saco que portaba-Niño, ¿Quién eres?

 

-Por favor solo protéjame del maniaco que me busca

 

-¿Qué, cual maniaco? Chiquillo ve a casa con tus padres, te han de estar buscando a altas horas de la...- Claude paro en seco al ver el dorado anillo en su mano y en su cuello un dije en el lado izquierdo plata y derecho oro con una “C” y una “A” en el medio de la figurilla en forma de corazón, -¡Responde esto, ¿tú eres Alois Trancy?!

 

-S-si señor- Claude movido por una cierta “compasión” por el menor al ver su mirada de pavor al oír el rugido de una motosierra  detrás suya lo abrazo y escondió en su gabardina, miro por el reflejo de sus lentes y un demente se acercaba con una poda-setos- destruyendo todo a su paso, sabía perfectamente quien era y él porque.

Con un poco de vergüenza y timidez, abrazo aún más fuerte a Alois contra sí, quizás lo movió la densidad del momento, la adrenalina o el peligro, pero no Faustus sintió una especie de calor jamás brindado y por instinto puro tomo los labios del chiquillo con los propios quitando toda sensación de miedo en el menor, llenándolo de un agradable sentimiento a ambos, estaba decidido el protegería al chiquillo así tuviera que matar a Sebastian, cosa que remplazo por ser su hermano, cargo a Alois en forma brusca del pequeño trajecillo que cubría su cuerpo del frio y volteo hacia Sebastian

 

-Ah, siempre termino haciendo todo yo… ¿verdad, Sebastian?- Se acomodó sus gafas sin más opción tenía que decir eso y se dio la vuelta -Cuando yo hago algo, lo hago, me planeare un buen castigo para este mocoso.- Alois miro con miedo al mayor, tal vez era mejor morir ahí con el bastardo de Sebastian Michaelis, el otro pelinegro se alejó con la motosierra encendida y se fue corriendo hacia la mansión, dudaba de que Ciel hubiese escapado, que lastima ahora cumpliría su promesa “Solo uno vivirá… otro morirá”. Mientras tanto Claude soltó a Alois y camino de vuelta a su “casa” -Eres libre chiquillo, mantente cabizbajo o Sebastian no dudara en echarte medio ejército Británico en tu techo.

 

-Pero… Sr. Faustus, no tengo a donde ir

 

-Y a me importa muy poco tengas o no, hubieras pensado dos veces antes de meterte con un Michaelis_ Claude rogaba internamente porque el chiquillo se quedara con el pero no le haría fácil el juego, el vendría hasta con el arrastrándose amargamente.

 

-Por favor, Sr. Michaelis

 

-He dicho que no, ¿que acaso no has visto películas, mocoso?_ Alois frunció el ceño, en ese hombre había algo raro que en verdad lo atraía pero el orgullo de Trancy no cedería así tan fácil -Te he hecho una pregunta…

 

-No, señor

 

-Pues deberías leer libros, entonces- Alois entendió la indirecta -Eso me da una respuesta concreta- El mayor siguió caminado y se detuvo a medio camino y contemplo al menor con la cabeza al suelo -¡Ha qué esperas, no tengo toda la noche para esperar por un mocoso como tú!- Alois miro al mayor con alegría iluminada en su rostro, corrió hacia Claude y se abrazó de él. Claude se tensó al contacto pero después se relajó y acaricio los rubios mechones.

Unas cuantas cuadras después el rubio estaba cansado por lo que Claude lo cargo en su espalda cual niño pequeño, pero eso  ya es otra historia regresemos a la mansión Michaelis

 

-Uno, dos, tres, Ciel Phantomhive, mi lindo, lindo, esposo sal de donde estés.- La respiración del menor era del todo agitada, estaba encerrado en un armario -Ciel, fui entrenado militarmente, mis sentidos son poderosos, más que los de un miserable mortal.- El pelinegro sonrió ampliamente  mostrando sus perfectos dientes.-Juguemos a las escondidas… Ciel. Uno, dos, tres, cuatro, cinco…- Mientras Sebastian contaba aumentaba el sonido de sus pasos, aumentaba hasta parar secamente

-Nos divertiremos mucho, mi Ciel…- Ciel se atemorizo y escucho el crujir de la madera y un puño cubierto en una gruesa capa de cuero atravesó el agujero echo por esta, tomo fuertemente al niño por los azulinos cabellos y lo saco fieramente del armario

 

-Detente, Sebastian ¿no dijiste que me amabas?- Ciel le imploraba pero sin dejar decaer su orgullo

 

-Oh, cierto, lástima que la gente puede cambiar Ciel, te daré diez segundos antes de que yo me convierta en Jason de viernes trece, corre pequeño traidor ¡La cuenta comienza desde ahora, Phantomhive, aprenderás que a un Michaelis jamás se le engaña!- Una patada a Ciel y la poda setos comenzó a trabajar de nuevo y gracias a su alcance rozo el hombro del menor teniendo un gimoteo de dolor por su parte, Sebastian sonrió victorioso al ver la sangre del menor brotar ¿tal vez debería ser un poco más suave?. No mataría a Ciel eso estaba seguro pero… ¿limpiar? Y ¿sangre?, por favor eso sería rebajarse mucho a un nivel como Jack el destripador y no él era un respetado noble de la familia real, pero volviendo al tema… -Ven Ciel, vamos a bailar “Le Danse Macabre”, no mejor… baila tu propio “Réquiem de mort”. Te encontré~. Hagamos algo con… ¡Desde cuando lo estas Phantomhive!

 

-Es-estar ¿Qué?, Sebastian- El moreno le dio una bofetada y con su otra mano alcanzo y estrujo fuertemente las caderas del menor

 

-¡Lo sabes perfectamente! y yo te aclaro no soy el padre…

 

-Sebastian...

 

-No te preocupes, querido, voy a hacernos un favor- El moreno encendió nuevamente el poda setos y lo alzo a una altura adecuada para terminar con aquel que Ciel cargaba, con un poco de suerte Ciel cerro fuerte los ojos y el rugido de la motosierra paro -¡Maldita sea!, ah pero mira en que habitación vinimos a parar_ Efectivamente la racha de suerte se acabó, ambos terminaron en el cuarto de “antigüedades” pero su sección de espadas era impresionante junto con mosquetes, pistolas y armas antiguas. Sebastian eligió la espada que en un principio había rechazado, echa en la mejor forja de Londres azulada y con una hoja hermosamente elaborada, Ciel tomo lo primero a su alcance una espada samurái cerca de ella -Oh mi linda Levitan, no me falles ahora querida.- Efectivamente la espada fue eficaz el mango y puño golpearon el rostro de Ciel, y llego rendido al suelo

 

-Sebastian… este es mi hijo y el de Alois…

 

-Alimaña… ¡Entonces con más razón debo hacer esto!- La bota termino su vientre ejerciendo presión y dolor -Mira querido, esto comprueba que eres mío hasta el final de tus días- Sebastian tomo la espada de Ciel y con ella atravesaría el ojo derecho de Ciel pero no, no desea matarlo solo lo quería marcar de por vida, el moreno tomo ambas espadas y ensarto ambas en el vientre del menor, lo dejo ahí tirado toda la noche antes le dedico un bello “buenas noches” y en vez de un beso, mordió sus labios sacando el líquido fierros por el cual había participado a la guerra.

 

Una semana después en la villa del Sr. Spears

 

-Ah, ¿honestamente?, quien podría ser a estas horas- William se dirigió a con su ama de llaves que tenía a un impaciente Grell consigo- Sutcliff…- el moreno apretó el puente de su nariz… el pelirrojo le ocasionaría una migraña nuevamente

 

-William, necesito confesarte algo, por favor no te enojes- El pelirrojo se veía demacrado, su cabello seguía tan corto y masculino como ambos deseaban ello

 

-Sutcliff, ¿no pudiste esperar hasta mañana?

 

-Lo siento William, te necesito a ti en este momento, tu hermano interno a mi hermanito en el hospital- William se sorprendió ¿Sebastian utilizar fuerza bruta contra un ser querido? Debió haber un motivo por cual hacerlo, William hizo pasar a Grell y subieron a su habitación

 

-Sutcliff. Dime que le hizo Sebastian a Phantomhive- Grell le dijo y William solo enarco una ceja y los puños se cerraron hasta hacer blancos los nudillos. Ya hablaría con Sebastian luego

 

-Will~, necesito decirte algo más…- hablaba temeroso el pelirrojo “hombre”

 

-Dilo, Sutcliff, quiero dormir- Una nueva discusión empezó con el por que Grell le dio muchas vueltas al asunto y en el calor de la pelea a Grell se le salio decir su talon de Aquiles

 

-Todos los Michaelis son iguales, William

 

-¿Sutcliff...? o me dices en este instante que hiciste o juro…- El general se impacto con el grito

 

-¡TU hermano me engendro un hijo, William! ¿contento?- Spears miro con el seño fruncido a Grell, este pelirrojo le sacaría canas o le daría un infarto algún dia de estos

 

-Solo duérmete, Grell- Originalmente le hubiera dado una bofetada y mandado a otro lado al pelirrojo pero esta vez su enojo aumento no hacia Grell, si no su hermano ¿Cómo se atrevia esa alimaña a tocar a “su” Grell? “Maldito Sebastian me las pagaras…” William durmió placidamente pensando en como seria el negro corazón de su hermano y el extirparlo de si y verlo dejar de latir en su mano… en definitiva le agradecia y no, gracias a el Grell y el tendrían un chiquillo algo que no pensaba quitarle a Grell ni por un segundo. Armaria lo que fuese contra Sebastian, pero no lo mataria era el cabecilla de la familia mas aparte su hermano, “Los trillizos de Michaelis” los tres con sangre azul formados por un estricto padre y Comandante Del Real Ejercito Britanico, ilustrados perpetuamente a respetar a la vida y ser sádicos y muchas otras atrivusiones de su padre a ellos, sádicos, fríos, inexpresivos, Perfectos… en toda la palabra

Unos días pasaron y las cosas volvieron a ser normales salvo por Sebastian y Ciel, Ciel lo entendía en cierta forma él hubiera hecho lo mismo en su situación, Sebastian está arrepentido pero sin denotarlo sus dos hermanos se habían hecho a un lado de él, el trio de revoltosos hermanos no era visto ya por muchos, solo sobresalía “el mayor” de ellos, Claude desde esa noche no tuvo más noticias de él, William le había negado palabra por un tiempo creyendo saber el porqué. Sebastian estaba decidido, por más mal que se viera buscaría a Ciel aunque fuese en vano…


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