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La primera nevada juntos por Evangeline_Evans

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Notas del fanfic:

Este fanfic también lo he publicado en Archive of our own, bajo este mismo pseudónimo. Me he pedido permiso y, tras mucha deliberación, me he permitido publicarlo también aqui (y en no sé cuantas páginas más), así que todo es legal.

Disclaimer: Todos los personajes pertencen a la magnífica J.K Rowling, yo sólo los he tomado prestados un poquito. Prometo que no han sufrido daños físicos ni psicológicos. Aunque no puedo aseguras que no ocurra la próxima vez.

01. Donde Scorpius descubre que el amor es sordo y ciego, pero no mudo

 

"Soy masoquista."

"Soy la persona más estúpida y masoquista que ha existido en este planeta desde que el hombre dejó de llevar taparrabos y garrote."

Sólo eso explicaría mis siguientes palabras:

r13; Me gustas.

Hubo un largo silencio hasta que James explotó.

r13; ¿Te estás burlando de mi? ¿Crees de verdad que alguna vez podría salir con una persona como tú? r13; rugió con una mueca de desprecio.

Algo dentro de mí se rompió y empezó a caer.

r13; Largo de mi vista. Me das asco.

Con esas últimas palabras, mi corazón se estrelló contra el suelo y se rompió.

r13; Largo r13; me gritó furioso.

Reuniendo las últimas fuerzas que me quedaban, me di la vuelta y empecé a correr. No sabía a donde ir, sólo sabía que no quería ver a nadie. Ni siquiera a Rose y Al.

Mientras corría, una parte de mi cerebro me informaba de que había tenido suerte al elegir un lugar apartado para hacer mi declaración. Sólo los arbustos habían sido testigo de mi humillación.

Era bueno ver que podía encontrar el lado bueno de las cosas...

Al final divisé el lago y fui corriendo hacia él. Me senté debajo de un árbol y puse la cabeza entre las rodillas.

La verdad, no sé porque había esperado un final diferente. Ni siquiera en mis más descabelladas fantasías había soñado con un final feliz. Aunque tampoco había soñado con algo así.

"Me das asco."

¿Por qué? ¿Qué había de malo en mi?

No era feo. Muchas chicas hasta me habían dicho que era guapo.

Tal vez allí residía el problema: en que James no era una chica. Y yo tampoco.

Sabía que el día de hoy no iba a ser bueno en cuanto recibí la carta de mamá.

 

Querido Scorpius,

Tu padre tiene que viajar a Japón por negocios y yo voy a acompañarlo.

Espero que no te importe pasar las Navidades en el colegio.

Te traeré algo como regalo.

Con amor,

Mamá

 

Si, la carta tendría que haberme impedido hacer semejante tontería.

No sé como he acabado confesándome hoy.

Bueno, sí lo sabía.

Albus.

Todo era su culpa. Y la de Rose. No había que olvidarse de ella.

Si no fuera por esos dos embaucadores, ahora mismo estaría en la biblioteca, leyendo y pensando en lo tristes que iban a ser mis Navidades.

En lugar de eso, estaba congelándome, con el corazón roto e ideando maneras de esquivar a James Potter en lo que me quedaba de año y de vida. Al menos tendría dos semanas para pensar algo, ya que Albus se iba a casa. Ahora sólo tenía que quedarme en mi cuarto hasta mañana, cuando todos se fueran a sus hogares.

Finalmente el frío me obligó a levantarme y volver al castillo.

Mientras camino, barajo la posibilidad de quedarme en mi cuarto y morirme de hambre; hacerme el enfermo y pasar la noche en la enfermería, donde me darían algo de comer o llegar a la cena más tarde e irme en cuanto lo vea irse a él. Las dos últimas opciones me obligaban a hablar con Rose y Al, pero ahora, tras el primer momento de vergüenza, tengo ganas de desahogarme. Finalmente decido ir a comer al comedor.

La cena ya había comenzado y todo el mundo estaba sentado y comiendo. En la mesa de Gryffindor veo a Rose y Albus riendo y hablando con las cabezas juntas. Al otro lado de la mesa está James, mirando a su hermano con odio. ¿Por ser mi amigo? Nunca había mostrado verdadera animosidad hacia su hermano, sólo cierto cabreo.

Voy a la mesa de Slytherin y me siento solo. Realmente no tengo más amigos que Al y Rose, sólo algún que otro compañero con el que me junto de vez en cuando.

Me sirvo en el plato un trozo de pollo, patatas fritas, salsa y ensalada, y comienzo a comer mirando un libro muggle que me había regalado, indirectamente, el abuelo de Rose en segundo curso. Digo "indirectamente" porque el señor Weasley se lo dio a Rose y ella me lo prestó a mi. Y desde entonces sigue en mi posesión. Las hojas están arrugadas y la tapa está despegada, pero nunca he considerado arreglarlo con magia. "El Principito" ha estado presente en mis mejores y peores momentos, y creo que éste se podría calificar como el peor de todos.

Los postres llegan, y con ellos el momento en que Rose y Albus se acercaron a mí. Mi mayor temor es ponerme a llorar como un bebé en cuanto pronuncien su nombre.

r13; ¿Y? ¿Qué ha pasado?

r13; ¿Qué te ha dicho? ¿Qué le has dicho? ¿Te ha besado? ¿Lo has besado? ¿Has tomado una foto para mí? r13; cuando tomó aliento, la interrumpo negando con la cabeza. r13; ¿No has tomado una foto?

r13; ¿Quieres una foto de mi corazón roto y pisoteado?

r13; Por las calzas de Merlín, ¿qué ha hecho? r13; pregunta Al, robando la frase preferida de su tío.

Me muerdo el labio y agacho la cabeza ante su mirada preocupada.

r13; Scor, vamos a hablar fuera.

Al me agarra del brazo y me levanta del banco, mientras Rose recoge mi libro y se lo guarda en la túnica.

Salimos del comedor y vamos afuera. Aunque miro todo el rato al suelo, sé que ellos me miran preocupados mientras se comunicaban con los ojos. Siempre han sido capaces de decirse cualquier cosa sin necesitad de soltar una palabra. Al principio me sentía envidioso, pero poco a poco yo también fui capaz de entrar en su pequeño círculo. Por segunda vez en mi vida me sentía aceptado.

A pesar de que siempre estábamos en su sala común, hecho que fue difícil de aceptar para los Gryffindor, pero al que finalmente se acostumbraron, hoy no podíamos ir allí. James subiría pronto y no quería verlo. Fuimos al jardín

En cuanto llegamos, Albus me preguntó:

r13; ¿Qué dijo el estúpido y bocazas de James?

r13; Di-dijo que nunca podría estar con una persona como yo y que le daba asco r13; murmuré mientras los ojos se me llenaban de lágrimas.

r13; Pero... ¿le dijiste que estás enamorado de él desde segundo año?

r13; Le dije que me gustaba r13; al fin y al cabo, no quería que creyera que era un chiflado acosador. Y en realidad era desde primero.

r13; ¿Se lo dijiste con tus ojitos de cachorrito abandonado?

r13; S... ¡Hey! ¡Yo no pongo ojos de cachorrito!

r13; Sí que los ponesr13; se mostró de acuerdo Al.

r13; No los pongo r13; murmuro con voz queda a la vez que Rose decía.

r13; Pero... pero se supone que tú le dirías, sonrojado, que le quieres y que te miraría y se daría cuenta de que eras lindo y que siempre se había sentido raro a tu alrededor y que ahora dejaría de salir con estúpidas chicas y saldría contigo. ¡Y tendríais sexo no censurado!

Hacía unos años Rose había descubierto el yaoi gracias a una de sus compañeras de cuarto, y desde entonces veía yaoi por todos lados y, obviamente, Al y yo habíamos tenido que tragar con ello. Hasta había intentado emparejarnos. Todo cambió cuando me vio sonrojado después de una pelea con James. Cuando le confesé que sí, que me gustaba James, empezó a insultar a las chicas con las que salía (nada raro) y a hechizarlas (algo un poco más raro). Aunque este último año las cosas habían cambiado un poco. Por alguna inexplicable razón James Sirius Potter, el donjuán de Hogwarts, había dejado de salir, hasta de coquetear, con las chicas. Ellas seguían tirándose a sus pies, pero él pasaba por encima. Había numerosos rumores de que por fin el corazón de este rompecorazones había sido atrapado por una misteriosa dama. Muchos nombres eran murmurados, pero James no se había acercado lo suficiente a una chica para dejar nada en claro. Esta tendría que haber sido otra razón para olvidarme de mi estúpida confesión, pero nooo... Era gilipollas.

r13; Rose, la vida real no es como el yaoir13; dijo Al con voz cansina, pero Rose lo ignoró y siguió hablando mientras me lanzaba miradas de traición.

r13; Lo tenéis todo. Eres el mejor amigo de su hermano pequeño, siempre os peleáis, él es alto y fuerte y tú eres, bueno, tú eres lindo, como un gatito. Eres el perfecto uke.

Me había dicho muchas veces que era lindo, así que no me enfadé. A veces Rose no entendía que esto no era yaoi y lo de uke y seme sólo era una fantasía. El año pasado en mayo incluso me hizo crecer orejas y cola para demostrar que era un "neko" adorable. Tuve que hacer agujeros a muchos de mis pantalones porque en la enfermería no pudieron anular la poción. La gente se quedaba mirándome por los pasillos y Rose hizo un álbum de fotos como recuerdo. La pesadilla duró una semana y Rose sigue chantajeándome con vender las fotos si no hago lo que quiere, aunque en realidad sé que nunca haría eso... posiblemente. Tal vez. Quizás.

r13; ¿Estás seguro de que dijo que le dabas...?

r13; ¿Asco? Sí, estoy seguro.

r13; Lo siento Scor. Sé que lo quieres, aunque nunca entenderé que viste en él.

r13; El amor es ciego, sobre todo a los defectos.

r13; Pero nunca oí que fuera sordo. Te dije miles de veces que James es un imbécil, pero no me hiciste caso.

r13; Lo sé r13; a pesar de sus palabras, todavía recordaba al chico que me levantó del suelo cuando me tropecé en el tren, mientras los demás se reían. El chico que me limpió las lágrimas y que me dijo que todo iría bien.

Después de eso, Rose se sentó a mi lado y me abrazó.

r13; ¿Quieres que nos quedemos contigo?

r13; No, id a casa. Me vendrá bien estar un poco a solas. Vuestras familias os esperan.

r13; Tal vez aproveche la cena de navidad y envenene a James.

r13; ¡Albus!

r13; ¿Qué? Se lo merece.

r13; ¡Es tu hermano!

r13; Tú eres más hermano mío que él. Te lo he dicho cientos de veces, Scor, la sangre no sinónimo de amor y cariño.

r13; A pesar de que tu hermano es un imbécil, te criaste con él. Es inevitable que lo quieras aunque sea un poquito.

r13; Desgraciadamente r13; dijo con un suspiro. r13; Entendido.

r13; Gra...

r13; Mejor una poción que lo haga desear estar muerto.

r13; Sé una adecuada para ese rompecorazones.

r13; ¿Qué tal si lo dejamos impotente? r13; por la voz de Albus, me di cuenta de que hablaban muy en serio.

r13; No sabrá lo que le ha golpeado.

Al final no pude más que soltar una carcajada.

r13; A pesar de vuestra locura cien por cien comprobada, sois los mejor amigos que alguien podría desear.

Al oír mis palabras, pararon de comentar formas de torturar a James (aunque no me cabía duda de que para mañana habría una larga lista muy imaginativa) y me miraron sonriendo.

r13; Y a pesar de tu pésimo gusto, nosotros también te queremos.

r13; Habla por ti. Yo sigo furiosa r13; dijo Rose fulminándome con la mirada. Después de unos segundos maldijo y se abalanzó sobre mí. r13; Maldito seas tú y tus adorables ojitos de cachorrito.

Y estuvo unos buenos cinco minutos abrazándome, y haciéndome carantoñas, como si fuera un bebé.

r13; ¡Basta, por favor! Me duelen las mejillas.

r13; Pero que bebé más mono...

Sentía mi cara hirviendo.

Albus hacía rato que se había caído del banco, riendo a carcajadas.

r13; B-basta. Por favor. Me d-duele el estómago.

Al final los tres nos quedamos tendidos en el suelo, respirando con dificultad.

El frío poco a poco empezaba a calar en los huesos.

r13; Es hora de volver chicos.

Las palabras de Rose me sacaron de mi estado de felicidad. O más bien de olvido. James y sus palabras volvieron a mi mente, pero intenté que no se me notaran. No quería que se preocuparan más.

Me levanté lentamente y ayudé a Rose. Albus se estaba sacudiendo la hierba de la ropa. A pesar de ser casi 25 de diciembre, no había caído ni un copo de nieve en todo el invierno. Al parecer estas Navidades no serían blancas.

Volvimos al castillo charlando y riendo. Seguramente presentábamos la típica imagen de chicos jóvenes, alegres por la falta de clase y la perspectiva de futuros regalos. Pero yo sabía que tanto Al como Rose intentaban que me sintiera mejor creando ese ambiente jovial, y yo lo acepté. No quería encontrarme con ellos en el comedor al día siguiente, preocupados de que me fuera a hacer el harakiri. Debían irse a casa. El hecho de que mis Navidades fueran a ser un asco no significaba que las suyas también.

Volvimos al castillo y, tras despedirnos, ellos se dirigieron hacia su sala común y yo hacia la mía.

Conforme me distanciaba de mis amigos me iba sumiendo más y más en la melancolía. Y cuando me metí en la cama, ya en pijama, ésta sólo empeoró.

Uno de mis compañeros de cuarto estaba en la enfermería tras una desastrosa poción, y el otro se había ido a casa antes por problemas familiares. En resumen, estaba solo y podía llorar tanto como quisiera.

Pero no quería llorar. Quería ser como Albus: enfadarme por las crueles palabras de James e idear distintas maneras de vengarme, de desquitarme. Pero no podía hacerlo. Puede que sus palabras me hubieran herido, pero no por eso iba a dejar de quererle a los diez minutos. El corazón humano es estúpido.

Así que me quedé hasta tarde mirando las estrellas tintinear y caer. No es que estuviera fuera (¡Estábamos en invierno!), sino que era un hechizo. En una de mis visitas a la biblioteca encontré un libro sobre el tema. Con la ayuda de Rose y Albus logré que el dosel de mi cama fuera un espejo del paisaje de Hogwarts. Adoraba ver las estrellas por la noche, contarlas hasta dormirme; el cielo anaranjado o violáceo al despertarme; incluso me gustaba ver el cielo mientras llovía o había una tormenta. Me sentía como si volara.

Esa noche las estrellas no me adormecían ni siquiera un poco. Lo único que podía ver era la cara de James cuando me dijo que le daba asco. La escena se repetía en mi cabeza una, y otra, y otra vez, hasta que las lágrimas corrían sin cesar. De vez en cuando el recuerdo de la primera vez que vi a James Potter, la vez en la que me enamoré de él, se intercalaba en mi memoria.

Al final no sé cuando ni sé como, pero me dormí.

Y soñé.

Soñé con ojos castaños divertidos que me miraban desde arriba, que se agachaban sobre mí como si me fuera a levantar, o a besar, pero que en el último segundo se entrecerraban y una boca empezaba a moverse y a gritar insultos y "te odio". Y aparecían otras cientos de bocas que se reían y otras cientos que decían "te lo avisé".

Esa noche me desperté muchas veces empapado en sudor y jadeante, con un grito en mi garganta que nunca salía.

Las voces nunca se acallaron. 

Notas finales:

¡Eeeen FIN! En unos minutos subiré el segundo y el último.


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