Capitulo 3: El comienzo del ¿infierno?
Había un departamento en particular, un departamento entre millones, carecía de visitantes en aquel momento, los cálidos muebles decoraban su blanco interior, cuadros que enriquecían el vacio del concreto, un inmenso ventanal que dejaba entrar la belleza urbana, llena de todo su resplandor artificial, una cocina con muebles guardando miles de útiles para cocinar, un baño no muy amplio, pero lo suficiente para no incomodar a nadie, una ducha cubierta de vidrio, dos habitaciones, ambas con amplias camas y frescas sabanas, las cuales desprendían un aroma de vainilla, cada rincón presentaba una lámpara que llenaba de luz a la oscuridad, todo estaba tan silencioso, tan calmado, hasta que todo fue roto por el sonido del picaporte.
-Ya llegamos- pronuncio un joven rubio.
-Me duelen los pies nii-san- pronuncio un joven más bajo de cabellos azabaches.
-Déjame mostrarte tu habitación- el mayor sujeto la mano del más bajo de manera discreta y lo dirigió lentamente hacia la habitación, con cada paso disfrutaba de cada rincón de la suave piel de su hermano, de repente llegaron frente a la puerta destinada y con decepción el mayor abrió la puerta- bueno ¿qué te parece?
-¡Whoa! Que amplio y lindo- instantáneamente se abalanzó contra la amplia cama de sabanas azules- está bastante cómodo nii-san, gracias- sonrió.
-No fue nada, desempaca mientras que caliento el agua, supongo que quieres un te ¿verdad?
-Si- asintió en el instante que habló.
La puerta se escucho cerrar y el pequeño Son se mantuvo por unos segundos sobre la cama, completamente estático, observando quietamente el techo bien cuidado color blanco, su mirada estaba completamente risueña y su sonrisa se mantenía sobre su rostro, de repente se sentó al borde de la cama y dejo su mirada clavada en el suelo alfombrado, apretó fuertemente sus puños dejando sus nudillos teñidos de blanco, su mirada como el hielo afilaba su frialdad contra su maleta, se levantó y dejo su maleta sobre la cama, la observo detenidamente, observando quietamente un punto invisible, se decidió a abrirla, el cierre se abrió de golpe, casi dando la sensación de que saldría volando, hizo un hueco entre medio de su ropa y metió sus finos dedos a fondo, era cierto, él no podía distraerse con nada, incluso con su hermano, él lo tenía claro, a cada pensamiento que traía consigo un recuerdo significaba un hundimiento mayor de su mano, ya casi estaba en el fondo y recordó todo con velocidad, tan rápido que sintió un escalofrió penetrar en cada parte de su cuerpo, como cuando te echan un balde de agua fría, tocó algo helado, lo sujeto firmemente y lo retiró, si, era cierto, el no podía distraerse, él debía recordar aquello cada día de su vida, él no vino por su hermano por mas que lo quisiera y extrañara, él no vino por la universidad por más que defina tu futuro, ¿futuro?, el ya tenía escrito todo, solo debía continuar el guion de su vida prescrita, lo sacó a relucir frente a la luz, dejando al sol con nada por lo brillante que podía ser la luz reflejada en el frio metal, era cierto, el no podía distraerse, él debía cumplir con su misión, él cumpliría su misión con ayuda de esta arma.
-Goku, el agua ya esta lista- devolvió el arma en su lugar de manera inmediata, tan rápido que daba la sensación de que nunca lo sostuvo.
-Ya voy nii-san- respondió dulcemente, cerró su bolso se dirigió donde su hermano- tu departamento es bastante lindo nii-san.
-Gracias- la cocina era amplia y sus paredes estaban adornadas por tablas de madera barnizadas, el suelo compartía una pequeña parte de cerámica y un gran mar de madera oscura, había una amplia mesa delgada al final de la cerámica, eran de esas mesas parecidas a los que hay en los bares, la cocina y el refrigerador compartían lados con pequeños mesones en los que se apoyaba un microondas, arriba de estos había otros muebles en los cuales se sele guardar losa- siéntate- apuntó hacia una amplia mesa que se ubicaba en el suelo de madera.
-Te estás dando una gran vida.
-Sí, también lo harás tu cuando termines la universidad- dijo mientras que sus manos eran ocupadas con dos tasas con un liquido hirviendo- toma- le entrego una taza a su hermano- está bastante caliente así que sopla.
-Lo sé, ya no soy un niño- reclamó con un puchero.
-Mamá me contó que quieres estudiar gastronomía- dijo en el instante en que se sentaba frente a esos ojos negros.
-Sí, ya sabes, nunca podre dejar ese amor por la comida.
-Sí, pero ten cuidado, sino volverás a subir de peso- dijo con risa mientras que sobaba su pansa.
-Jajá lose nii-san.
-Realmente has crecido Goku, de verdad que no te reconocí.
-No te preocupes, somos dos, estuve unos años alejado del espejo y cuando me volví a ver, me sorprendí bastante me preguntaba si quizás habían transferido mi cerebro a este cuerpo.
-¿Vas a acostarte en seguida?
-Sí, pero primero voy a ducharme, siento mi cuerpo bañado en sudor, ¿y tú? ¿Te acostaras en seguida?
-No, creo que veré por un rato la tele, ¿Cuándo empiezan las clases en tu universidad?
-Como en dos semanas.
-Si necesitas ayuda en alguna asignatura no dudes en pedirme ayuda.
-No lose, entre nosotros dos, creo que yo sé más de una piña que tú en toda tu vida, recuerda, yo soy el amante de la gastronomía- dijo mientras que se levantaba.
-Es cierto- sonrió mientras que veía con detenimiento los pequeños y delgados labios de su hermano, esos labios tan rosados, se veían tan sedosos, el deseo era tan pecaminoso, tan incontrolable, pero se calmó- te llevó unas toallas en seguida.
-De acuerdo.
Kakaroto se levanto y lavó ambas tasas, en seguida se echó agua en la cara para refrescar su cabeza y despertar a su cordura, la cual se había dormido en el instante en que había llegado su hermano menor, respiro profundo y se trago por completo su deseo pecaminoso, se dirigió a su habitación y abrió el closet de donde retiro dos toallas color menta, se marcho de este y se dirigió a la habitación de su nuevo inquilino, inhalaba y exhalaba, una y otra vez para aguantar los nervios, inhalaba y exhalaba, repetía el procedimiento a cada paso que brindaba contra el suelo, hasta que llego a la puerta de su inquilino y la abrió, en ese instante supo que su método se fue al carajo, frente a él estaba su hermano sin ropa que tapara su fuerte espalda, cada rincón de piel de aquella musculosa espalda brillaba tersamente contra la luz, parecía porcelana y él deseaba acariciarla, trago duramente toda la saliva que tenía en su boca, dejándola por completo seca.
-Te traje las toallas- respondió mecánicamente como un robot, lo cual causó una pequeña risa del contrario.
-Gracias señor roboto- dirigió su mirada dulcemente hacia su hermano mayor, haciendo quemar los circuitos en la cabeza del rubio, se acerco hacia el alto y le arrebato las toallas suavemente, Kakaroto tenía su mirada perdida sobre los pectorales de su hermano menor, inconscientemente acercó su mano y la poso sobre la piel, la cual era tal y como pensaba, tan suave como la seda y frágil como la porcelana, subió bajo sus dedos lentamente sintiendo chispas a cada toque prohibido de esa piel- ¿Qué haces?- las palabras no llegaron a los oídos del mayor, este tenía toda su concentración en los pectorales, veía cada detalle, hasta que salió de su hipnotismo al chocar sus dedos con algo voluptuoso y áspero, la tocó levemente con sorpresa y rabia.
-¿Quién te hizo esto?- señalo hacia la tajante cicatriz que cruzaba al medio del pectoral izquierdo, el menor se quedo callado y se apartó rápidamente, afilando su mirada abrió sus labios.
-Fue durante el entrenamiento- dijo con su voz seca congelando el corazón del mayor, sus miradas no se cruzaron, los ojos negros se perdieron en los azulejos del baño, el de ojos de mar se quedo estático pensando en la nada. Y se fue a su habitación.
Continuara…