Eran las once de la noche.
Akihiko, Aikawa, Frances y Takano ocupaban y compartían la misma mesa, donde habían pequeñas y elegantes copas de champagne. Takano le enviaba de vez en cuando miradas pasionales a su amante, mientras Aikawa hacía la vista gorda, Frances por su parte estaba atenta a todo a su alrededor y Akihiko le devolvía las miradas cómplices a Takano. La velada estaba resultando más pacifica de lo planeado o eso pensaba Frances.
Otros invitados ocupaban otras mesas, entre los nominados se encontraban varios escritores de renombre estadounidenses, los cuales en parte intimidaban al escritor japones Usami Akihiko. La competencia era brutal. Además, era la primera vez que permitían y nominaban a un japonés o extranjero a dicho premio.
Poco a poco los premios “Pulitzer” se fueron repartiendo lentamente entre los nominados, algunos derramaban lagrimas de alegría, otros expresaban su euforia con palabras y otros sencillamente solo agradecían el recibimiento del premio con unas escasas palabras.
Cuando tocó repartir el reconocido premio en literatura, Akihiko ya estaba casi convencido de que sería suyo, pero, las cosas no siempre son así de fáciles. Dicho reconocimiento cayó en las manos de Stephanie Birdwhistle. Se sentía hundido, mareado y confundido. Miró a sus compañeros, Aikawa lloraba a lagrima tendida, Takano desvió la mirada pero se podía ver que también estaba en shock, Frances le dedicaba una cálida mirada, todos habían quedado devastados. Era como si una gran bomba hubiese caído justo en el centro de esa mesa.
“No pasa nada” “Es lógico, al fin y al cabo yo soy japones, aquí estoy de más, esto son premios y reconocimientos para estadounidenses” - Se intentó decir mentalmente el escritor - “Era lo normal” “Ya me esperaba algo así” “¿Acaso no fui yo quien le dijo a Frances que no me merecía semejante reconocimiento”
Pero todo eso no lograba calmar su miedo interno.
¿Que cara pondría cuando regresara a Japón? ¡Solo había sido nominado! Pero regresaba igual que vino, sin nada y con las manos vacías.
Se levantó de la mesa y salió del evento, seguido de Takano, mientras ambas mujeres se miraban atónitas pero sin decir nada.
- Tranquila, Takano calmará el monstruo interior que debe tener ahora tu prometido – le intentó animar con una cálida sonrisa Frances – No debes preocuparte, dejale tiempo para asumir la “derrota”, los hombres son muy tontos...
- Takano... - repitió Aikawa en voz baja - ¿Crees que también es su amante? Se ha ido detrás de Akihiko sin dudarlo, ni siquiera me a mirado, ha sido como si no existiéramos
- Naaah, es solo su abogado con ínfulas de amante, pero no hay nada entre ellos – mintió la editora a su amiga, pero lo que menos necesitaba ahora es que Aikawa fuese tras su prometido y armasen un lío monumental entre todos – Dale tiempo, Takano es abogado y sabrá como lidiar con el asunto
Aikawa aunque no muy convencida aceptó, era cierto que Takano no parecía ser el típico hombre que iba detrás de su prometido. Pues siempre tenía una fría y tranquila mirada. Esos pensamientos calmaron sus miedos internos.
Mientras, en el ascensor, Akihiko comenzó a derramar lagrimas en silencio, su “amigo” lo acompañaba y sabía muy bien que no diría nada hasta que el escritor le permitiese hablar. Estaban en un incómodo silencio que ninguno de los dos se atrevía a quebrar.
- Akihiko, ¿Que puedo decir? - preguntó Takano con la intención de secar las lagrimas de su “cliente”, pero el escritor se lo impidió
- ¡No me toques! No necesito que me consuele nadie...Tarde o temprano terminaré por asumirlo yo solo – Akihiko apartó la mano de Takano con rudeza – No me toques y no me sigas hasta mi habitación
Takano volvió a quedar en silencio, sabía que Akihiko había dicho eso con la intención de que lo siguiera, pero por orgullo propio había dicho “el reverse” de lo quería, sabía que su amigo entendería muy bien el mensaje.
Así llegaron al octavo piso, caminaron en silencio por el largo pasillo hasta la habitación del escritor, la cual fue abierta con su tarjeta magnética. Takano entró tras el escritor, sabía que no se había equivocado en seguirlo y entrar con él en la habitación, pues si el escritor hubiese querido realmente estar solo hubiese cerrado la puerta tras de sí y no se hubiese esperado o no hubiese dado tiempo a que su abogado pisara su habitación.
Cuando ambos estuvieron a solas, Takano abrazó por la espalda a su amante, lo amaba con extrema y peligrosa locura, pero intentaba acallar su corazón. Ahora lo importante era reconfortar a su “amigo”.
Akihiko comenzó a llorar nuevamente, pero se sentía feliz de que sus lagrimas no fuesen vistas por el abogado. Ya había sido humillado suficiente, no quería volver a quedar en ridículo.
- Te entiendo, no debes temer, yo estoy aquí – le recordó Takano a modo de consuelo – Ha sido un golpe muy duro, siempre has ganado y cosechado grandes éxistos y premios, es duro aceptar que otros te han quitado semejante premio
- ¡No entiendes nada! Ahora ya no puedo regresar a Japón, Takano, ¿Que pensará mi familia? Me independice para ser escritor y vivir mi vida, ahora frente a toda la prensa regreso sin nada, eso será un bombazo, es imposible, ¡No puedo volver! - decía una y otras vez el mismo argumento - ¡No me basta con ser solo nominado! Es solamente nominado es la formula del fracaso, cero más cero igual a cero o lo qué es lo mismo, ¡Nada!
- Pero fuiste el primer japones de la historia en ser nominado, eso ya es mucho, tanto o más que recibir el premio, ¿Sabes acaso cuantas personas desearían estar en tu lugar? No siempre tenemos todo lo que queremos en la vida, algunos escritores incluso siguen siendo desconocido para el gran público y tu tienes dinero, una bella prometida, reconocimiento, además has sido nominado a un “Pulitzer” con eso es suficiente para tener trabajo de por vida
Akihiko estaba demasiado destrozado como para pensar con claridad. Las palabras de animo y apoyo de su amante no lo ayudaban demasiado.
- Solo, tomame – le pidió cuando por fin se giro el escritor – Hazme tuyo y haz que olvide todo al menos por unos momentos
- No creo que sea la mejor manera de olvidar las penas, como tampoco lo es el alcohol o las drogas – le dijo Takano, pues le dolía tener que tomar a su amante en ese estado tan lamentable
- ¡Entonces me iré a buscar compañía fuera de este hotel! Quizás vaya a una discoteca y encuentre a un lindo muchacho que quiera calentar mi cama – amenazó infantilmente el escritor
Takano se giró e hizo el gesto por irse, no tenía la intención de comenzar una discusión con la persona que amaba, pero fue detenido por el escritor, quien era él el que abrazaba ahora la espalda de su abogado, ocultando su rostro en ella.
- N...no...no te...vayas – le susurro muy lenta y pasaudamente que se escucho muy cerca del oído del abogado – Por favor
Eso fue suficiente para detener al “frío” abogado, ese asustado susurro, que dejaba entrever el miedo a la soledad que sufría en aquel momento el escritor, fue suficiente para detenerlo. No podía dejarlo solo, no podía dejar que se acostase con un desconocido, no podía dejar que otra persona calmara las inseguridades de la persona a la que amaba.
Takano se volteó y vio a Akihiko directo a los ojos, esos ojos que ahora lucían más apagados y oscuros. Ya no tenían ese brillo juguetón en ellos.
El abogado acercó y recostó al escritor en la cama, poco a poco lo fue desnudando. Después se sentó en las caderas de su cliente. Poco a poco fue desnudando al escritor, repartiendo pequeños besos de mariposa en su cuello y en su pecho.
Mientras le acariciaba lentamente el cabello a Akihiko, quería relajarlo lo más posible, su fin no era el acto sexual, su fin era calmar los nervios destrozados del escritor. A medida que transcurrían los segundos y los minutos, el escritor se dejaba llevar por las tiernas caricias, por esos mimos desinteresados de su abogado, por esos besos que calmaban su corazón inquieto.
Akihiko cerro los ojos para poderse relajar, no quería nada más, no necesitaba nada más, solo se sentía seguro con su “amigo”. Takano sabía muy bien como acariciarlo en cada momento, era el perfecto amante e incluso no dudaba que también fuese la mejor pareja.
Con la yema de los dedos, Takano acariciaba las húmedas mejillas de su amante, lo reconfortaba, lo tranquilizaba y lo besaba para devolverle la seguridad que había perdido.
Después de quitar la camisa al escritor, le quitó los pantalones, levantó la vista y se dio por complacido al ver al escritor dormir de manera muy relajada. Esa había sido su finalidad después de todo. Jamás había tenido la intención de yacer con el escritor, no quería tomarlo estando en ese estado. Por encima de todo, quería respetarlo y haberse acostado con su amante solo hubiese empeorado las cosas.
Dudó unos segundos entre quedarse e irse, pero decidió quedarse, quería que su “amigo” no despertara solo, eso volvería a entristecer y seguramente volverían las inseguridades del escritor. Decidido, se desnudó quedando solamente en ropa interior y se recostó al lado de la persona que amaba, cubriendo a ambos con la gruesa cobija.
A la mañana siguiente, Akihiko despertó muy relajado y tranquilo, estaba entre los brazos de Takano, apenas recordaba nada, pues la noche anterior había estado cegado por los nervios crispados y sus miedos internos. Quizás lo había vuelto a hacer con su abogado, pero al fijarse que su cuerpo no lucía cansado ni se notaba adolorido, esa idea fue desechada. Solo habían dormido.
Ahora estaba decidido a comenzar una nueva vida en Inglaterra o el Reino Unido, esa era su meta, pero no sabía como comunicar su decisión a su abogado. Sabía que sería un golpe extremadamente duro y quizás incluso cruel. Pero quería enfocar ahora su vida en el ámbito personal. Quería dedicarle más tiempo a su prometida. Quería ser una persona nueva. Que no le diese tanta importancia a lo material, a los premios o los reconocimientos. Para eso, debía apartar a su abogado de su lado. Era cruel, pues ambos eran amigos e incluso amantes. Pero por eso mismo tenía que alejarlo. Si quería enfocarse en su vida personal y en su compromiso, Takano...Estorbaba. Esa era la realidad. Debía “desechar” su pasado y en el estaba su abogado.
El problema era como decírselo a su amigo, pues lo último que deseaba era perder para siempre su amistad.
Takano comenzaba a despertar, lo primero que vio cuando abrió sus ojos fue la espalda de su amor, estaba sentado al borde de la cama. Por un momento temió que volviera a estar desanimado o deprimido. Así que se incorporó un poco y beso la nuca de su amante.
- ¡Buenos días! - saludó el abogado besando el lado derecho del cuello del escritor – espero y deseo que hayas dormido bien
- Hoy es la primera vez que dormimos juntos, es decir, que dormimos sin tener sexo y despertamos juntos – le recordó Akihiko
- Es cierto, a sido muy relajante – le respondió el abogado apoyando tiernamente su cabeza en el hombro de su amigo
Akihiko había tomado una decisión, no había vuelta atrás. Quizás sería demasiado cruel despedirse con solo un “Adiós” después de todo lo que había hecho el abogado para el. Pero no podía seguir dando vueltas al asunto pues al final terminaría por cambiar de decisión.