El escritor recostó a su amante de nuevo en la cama, comenzando a besar sus labios, eran los besos más románticos que el abogado había recibido. No era un beso forzado ni muy demandante, casi era una suplica silenciosa. Un ligero toque de labios. Luego le apartó los mechones de cabellos que caían por encima de sus ojos. Se entretuvo un buen rato mirando esos ojos castaños oscuros, su corazón comenzó a palpitar. Esos ojos de mirada fría a veces, de mirada tierna en otras. Esos ojos ahora lo contemplaban con adoración, su corazón se partió en millones de fragmentos diminutos.
Sabía que esa sería la última vez para ambos. Aunque eso de momento no lo sabía el abogado.
Aprovechó la desnudez de su amante y comenzó a besar su cuello, repartiendo pequeñas lamidas en toda esa zona pero sin llegar a dejar marcas.
Mientras, Takano acariciaba con ternura el sedoso cabello de Akihiko. Se sentía en el paraíso. Incluso no le hubiese extrañado que estuviera muerto y hubiera llegado al cielo.
Akihiko se estaba comportando de manera y forma tierna con él. No estaban teniendo sexo salvaje, no estaban teniendo relaciones pasionales. Solo estaban compartiendo el mismo tiempo y el mismo momento. Nada importaba. Ni nadie.
- ¿Que ocurre? - preguntó Takano levantando el mentón a su amante – Te ves extraño hoy
- ¿Acaso te molesta? Solo quiero compartir este momento contigo – le dijo el escritor volviendo a besar sus labios – Disfruta del momento, eso es lo importante
Takano no respondió, disfrutó del momento tal cual le había indicado el escritor. Mientras, Akihiko besaba sus mejillas, sus parpados, sus pestañas, quería llevarse el recuerdo del tacto de la piel de su amante consigo. Quería recordar cada milímetro de la piel del abogado, de ese cuerpo que había llegado a amar. Quizás esto era lo más cerca del amor que había llegado con alguien. Hizo un esfuerzo por mantenerse firme y no comenzar a derramar lagrimas.
El escritor llevo sus dedos hasta los pequeños y morenos pezones de su amigo, los torturo con ternura y delicadeza. Con pequeñas y leves caricias que hacían suspirar a Takano. El abogado se aferraba en la espalda de su persona amada. Akihiko llevo sus labios hasta los pezones del contrario y comenzó una danza entre su lengua y los pequeños y endurecidos pezones. Los movía de arriba a bajo, luego los chupaba como si fuesen un rico y delicioso caramelo.
El abogado no sabía si gemir, suspirar, jadear o suplicar por más caricias. Era la primera vez que sentía esa mezcla de sentimientos y emociones.
Sin darse cuenta, clavo fuertemente la punta de sus uñas en los hombros de su amante. Pero Akihiko no quería conformarse solo con eso. Quería llevarse el mejor recuerdo de todos. Mordisqueo un poco la sensibilizada zona pectoral del abogado. Luego volvió a pasar su lengua por dicha zona.
Takano quería más diversión, no entendía por qué Akihiko se había vuelto un romántico empedernido. Jamás habían tenido sexo de ese modo. Eso no significaba que no le gustase, por el contrario, le encantaba ver y sentir a un Akihiko tan atento.
- Dime que ocurre...Se que piensan en algo, algo escondes y quiero saber que es – insistió el abogado sintiendo como el escritor le acariciaba juguetonamente el ombligo – Dime por qué te comportas raro
- No me estoy comportando raro, es solo...¡Quiero variar un poco! - dijo acariciando con la yema de su pulgar el ombligo de Takano – Es divertido y gratificante hacerlo así de vez en cuando
Takano comprendió que insistir solo estropearía la atmósfera y ambiente romántico que se había creado entre ellos. Ambos estaban excitados, desnudos y con ganas de llegar hasta el final.
Akihiko fue bajando paulatinamente hasta la cadera de su abogado, repartiendo tiernos besos y pequeñas lamidas, acariciando con sus dedos la cintura de su amante.
- Te ves muy lindo – dijo Akihiko llegando hasta la entrepierna de su compañero de juegos
El escritor tomo entre sus labios el pene semi-erecto de Takano, primero fueron pequeñas succiones y luego comenzó a aumentar su velocidad gradualmente. Mientras el abogado enredaba sus dedos en el cabello de Akihiko. Era tanto el placer que sintió con esa felación que termino por venirse en la boca de su amante.
- L..lo...lo siento – se disculpo sin aliento y totalmente avergonzado pues temía a verse comportado como un colegial
Por el contrario, Akihiko se relamió los labios con la punta de la lengua, luego se acercó a su amante que se encontraba exhausto y lo besó, dándole a probar el sabor de su propia semilla. Pero el escritor aún no quería terminar, quería sentir a su amante en su interior. Esperó unos minutos a que Takano recobrara las fuerzas, pero sin dejar de mimar y acariciar suavemente el torso de su abogado.
Después de unos minutos de descanso necesario para Takano, Akihiko volvió a atacar el cuerpo de su amante. Repitiendo de nuevo todo el ritual. Jugando con los pezones y tentando con sus manos el falo del “frío” abogado. Cuando lo sintió lo suficiente duro, se sentó en las caderas del abogado y se auto-penetro.
- Es la primera vez, que te cabalgo de esta forma, ¿cierto? - preguntó Akihiko besando la frente de Takano – Siempre estoy debajo de tu cuerpo, pero hoy es distinto, hoy te tengo yo debajo aunque sigues siendo tu el dominante
Dicho esto, comenzó a subir y bajar sus caderas, marcando un ritmo hipnótico y lento. Sentía la dureza de ese pene en su interior. Poco a poco sus caderas comenzaban a marcar un ritmo más contundente y rápido.
- ¿Por...q-qu-e te es..fuer..as tanto ...hoy? - preguntó Takano debajo del escritor
Su pregunta no fue respondida con palabras. Pues no las habías. No había palabras para expresar los sentimientos que sentía Akihiko en aquel momento. Solo entrelazo los dedos de su mano con los dedos de su amante, juntó sus manos a ambos lados de sus cuerpos.
Después de transcurridos unos minutos, ambos alcanzaron el climax. Akihiko en el vientre de Takano y éste en el interior del escritor.
Desahogada esa necesidad de placer, Akihiko sacó el miembro de Takano en su interior, pero se recostó encima del cuerpo de su amante. En el hueco de su cuello, derramo las últimas lagrimas que vería su amigo.
- Debemos hablar – le dijo Akihiko a su abogado cuando al fin logro calmarse – Es importante para ambos
- ¿Que ocurre? Bien...Sabía que esta sesión de sexo tenía en el fondo un significado – le respondió Takano
Ambos tomaron un agradable baño juntos, se frotaron mutuamente la espalda, también se lavaron el cabello mutuamente.
- He decidido irme a vivir con Eri a Inglaterra, quiero centrar mi vida ahora en el ámbito personal y no profesional, ella también merece una oportunidad, sé lo mucho que te has preocupado por mi, lo mucho que me aprecias, del mismo modo que ese sentimiento es correspondido – hizo una pequeña pausa para tomar aire y valor – Pero quiero mantenerte al margen de esto, ahora quiero vivir mi vida sin depender de ti, como viviré de manera anónima en Inglaterra tampoco necesitaré un abogado, al fin y al cabo, estuviste junto a mi por qué debías llevar mis asuntos legales con la prensa y mis nominas, pero ahora no hará falta, tomaré un descanso temporal y dejare de escribir
- ¡¿Qué?! ¿Quieres desecharme? Por eso todo ese rollo romántico...¿No? - Takano volvió a adoptar esa actitud fría que tanto lo caracterizaba – Eso no me molesta, lo tenía asumido, ella es tu prometida y futura esposa, lo que me molesta es que dejes de escribir por culpa de un maldito premio y que huyas a nada más ni nada menos que Reino Unido, ¡Por Dios! Es absurdo, todos te hemos apoyado todo este tiempo y tu quieres abandonar a tus seguidores...
Akihiko no respondió, sabia que su decisión se debía a un acto de cobardía. Pero quería y necesitaba reflexionar mucho antes de poder regresar a Japón.
- Solo será temporal, no es mi intención permanecer para siempre en UK, lo digo en serio, tranquilo, volveré y también regresaré a buscarte – El escritor beso los labios de su abogado a modo de promesa – Pero ambos debemos aceptar que en este estado de ánimos, yo no puedo escribir, mis lectores merecen algo mejor
El abogado no respondió, Eri había ganado la partida, siempre lo supo, lo aceptaba desde el principio. Solo eran amantes, personas que amaban tener sexo con el otro. Pero jamás hubo un sentimiento como el “amor” entre ellos. Jamás existió una relación de pareja. Pero, al saberse desechado se sintió dolido. La distancia entre ellos sería enorme. Le hubiera gustado poderse trasladar con su amante. Claro que era impensable e inimaginable vivir bajo el mismo techo los tres: Aikawa, Akihiko y el. Por eso debía aceptar que el escritor se fuera temporalmente lejos de la protección de sus brazos.
Pero Akihiko no permitió que se fuese de esa forma, besó por última vez sus labios a modo de confirmación de la promesa. Después le prometió enviarle un preciado regalo desde Inglaterra.