Seis meses después:
Akihiko vivía una vida tranquila con su prometida, ambos habían comprado una elegante mansión en las afueras de Londres.
El lugar y el pueblo eran muy tranquilos. Su depresión casi se había olvidado. Al principio pensó que le costaría más superar sus demonios internos, pero poco a poco los fue dejando atrás.
Incluso se había planteado muy seriamente pasar el resto de su vida y días al lado de Aikawa. Habían hablado del tema los dos y ambos poco a poco comenzaron a desarrollar una relación amorosa, había llegado al extremo de practicar sexo con su prometida a pesar de ser cien por cien homosexual.
Pero es qué había decidido no volverle a fallar a su prometida.
También desde hacía seis meses, había perdido todo contacto con su abogado. Le había prometido enviarle un precioso regalo pero no cumplió su promesa.
Frances lo había intentado contactar en diferentes ocasiones, ya fuese por la mañana o la tarde.
Pero jamás logró localizarlo o al menos poder mantener una normal conversación.
Poco a poco se fue distanciando de sus amistades.
Esa noche, su prometida y él habían mantenido relaciones sexuales.
Pero esa noche volvió a soñar un raro sueño.
El lugar era oscuro, pero supo reconocer de inmediato que se trataba de su mansión.
“¿Quien crees que eres?” - preguntó una voz infantil - “¿Por qué viniste a mi hogar?”
Akihiko no vio a nadie y eso le asustó aún más.
“¿Quien eres?” - preguntó esta vez Akihiko - “¿Acaso no he pagado ya este lugar?”
“Yo...soy...” - la misteriosa voz hizo una lenta y casi tenebrosa pausa . Ya...no...recuerdo...quien...soy
El escritor sintió un frío recorrerle todo el cuerpo.
“¿Por qué apareces en mis sueños?” “¿Por qué jamás puedo verte?” - preguntó Akihiko desesperado
“¿Por qué no te vas?” Esta es mi casa...Siempre te veo haciendo el amor con esa mujer...Siempre te veo desde hace seis meses, sé quien eres.... - le respondió la voz sin rostro
Akihiko vio como una de las grandes ventanas de la mansión se abrían de repente. Cada vez entendía menos aquel sueño.
“¿Recuerdas cuando viniste y llegaste por primera vez?” - preguntó la voz – Yo te mostraré de nuevo tu pasado...
6 meses atrás:
Akihiko y Aikawa habían llegado al Reino Unido con pocas esperanzas de quedarse en ese país. Ambos no estaban de buen humor y apenas habían hablado durante todo el viaje. Su relación estaba casi rota.
Pero después de la primera semana en el Reino Unido poco a poco comenzaron a estrechar su relación. Comenzaron a ver y visitar diferentes lugares. Hasta que Aikawa reconoció la casa de campo de sus sueños.
Era una hermosa mansión de campo del siglo diecinueve, con un gran jardín trasero. También era el lugar ideal para poder pasar una larga temporada.
Ambos estaban encantados con el lugar. Primero decidieron alquilar la mansión y de hecho aún no habían decidido comprarla.
Aikawa estaba feliz de poder comenzar a construir su nido de amor, mientras que Akihiko se alegraba de poder distraerse inspeccionando el lugar y las cercanías.
Los muebles eran muy antiguos pero estaban muy bien conservados, tenían varias capas de polvo y suciedad.
El lugar estaba decorado con muy buen gusto, con pinturas del antiguo Japón imperial.
Según les dijo la inmobiliaria, ese lugar jamás había pasado por propiedad de compra, siempre había sido alquilada pero jamás comprada.
Desde el 1888 fue el último propietario, los demás solo habían sido inquilinos y que a pesar de que la mansión era una ganga, la inmobiliaria la había comprado en una subasta, pero jamás logró venderla. Siempre sus inquilinos terminaban “huyendo”. Ni siquiera habían conseguido que los inquilinos se atreviesen a cambiar la decoración del sitio.
Aikawa pensó que eso eran suposiciones y que nada podía tener ese encantador y acogedor lugar.
Había soñado con esa casita varias veces en Japón, incluso antes de viajar a Estados Unidos a la entrega del premio Pulitzer.
Ese era el lugar de sus sueños.
“Nada puede ocurrir aquí” - le dijo muchas veces su prometida a Akihiko - “Es precioso, acogedor y encantador”
Akihiko también le atrajo la arquitectura antigua y enigmática de la mansión. Pero también era cierto que su cuerpo y sobretodo su corazón dio un vuelco al recordar que también había soñado con esa mansión.
Era la mansión que se le había aparecido en sueños la noche de los premios Pulitzer.
Aunque por otra parte, no podía hacer de tripas corazón y negarle ese deseo, capricho y antojo a su prometida.
Los dos estuvieron de acuerdo en costear el costoso alquiler a partes iguales antes de decidirse a comprarla.
Habían decidido también no cambiar la decoración para no “despertar la maldición o a los malos espíritus”.
Con lentitud se fueron adaptando al lugar, quitaron varias bolsas llenas de polvo y el lugar fue recuperando su viejo esplendor. El trabajo de limpieza fue extenuante pero satisfactorio.
La primera noche, Aikawa y Akihiko estaban tan agotados que se fueron a dormir muy temprano. Pero los días pasaban y las cosas cada vez eran más raras, aunque siempre encontraban una solución o una respuesta lógica y “normal” para dichas situaciones.
Quizás habían veces que las puertas quedaban abiertas, pero en esos casos siempre coincidían en que quizás las habían dejado abiertas alguno de los dos por accidente.
En otros casos quizás eran las ventanas abiertas, pero entonces se protegían bajo el pretexto que quizás era culpa del aullar del viento.
Hasta que a los pocos días, los raros y persistentes sueños de Akihiko fueron a peor. Eran terribles pesadillas que el escritor no lograba comprender pero las cuales se callaba frente a su prometida. No quería preocupar ni asustar a Aikawa. Ambos estaban encantados con el lugar y por esa razón no estaba dispuesto a destruir esa ilusión.
Y así pasaron sus primeros seis meses recluidos en esa mansión.
En la actualidad, sueño de Akihiko.
“¿Estas insinuando que todos esos sustos fueron cosa tuya?” - preguntó Akihiko a la misteriosa voz
“No insinúo nada, es claramente la verdad, este es mi hogar y tu ahora eres mi esclavo” - puso énfasis en la última palabra de su oración
“Es...es...¡¿Esclavo?!” - repitió Akihiko con sorpresa y desconcierto
El escritor despertó con su cuerpo sudado y sus manos temblados, para sus adentros pensó que quizás ese sueño había sido premonitorio.
Se había convertido en el esclavo...de un fantasma.