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The end. por Lizama24

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Notas del capitulo: El final está a la vuelta de la esquina.
Me faltan cuatro capítulos más, uno que Jekyll aun no decide, y otro que se podría decir que es relleno. Si lo ven de esta forma sólo sobran dos.

En fin.

Gracias por las lecturas, aunque nadie deje rws (Ok, tú sí).

 

Separó sus labios de los de él para después decir que se iba, el mayor asintió diciéndole que después se veían. Se quedó en aquella sala de hospital mientras que los especialistas trabajaban haciéndole las fototerapias a la menor. No tenía conocimiento de cuánto duraban pero aún así era paciente y sabía que no durarían más que su paciencia. Mantenía su cabeza echada para atrás contemplando el techo mientras que las personas caminaban de un lado a otro siguiendo el ritmo de sus vidas como era costumbre. Le sorprendía que algunas personas se tomaran el tiempo para darle los buenos días, se le había olvidado la última vez que alguna persona hacía aquello sólo por hacerlo, sin tener en cuenta la obligación de hacerlo como cuando estaba trabajando en aquellas empresas.

 

Quizás la última vez había sido cuando un viejecito pasaba enfrente de su casa mientras él mataba el tiempo jugando con los insectos que había en el jardín delantero que tanto cuidaba su madre. Las personas de antes tal vez eran más amables y no veían al resto de las personas como sombras que se mueven de un lado a otro. Ese viejecito le hizo creer en eso.

 

Luego de esperar pacientemente se levantó para salir a desayunar, su estomago comenzaba a gritarle por comida y él no quería hacerlo enojar. Salió de ahí sin quitarse de la cabeza la propuesta que Ruki le había hecho de irse a trabajar donde él lo hacía, no era para lo que había estudiado pero sin duda era mucho mejor que eso de la prostitución y el castaño le había prometido que tendría una buena paga después de que hablara con sus superiores. No tenía mucho qué pensarse porque la verdad era que aquello le convencía mucho pero también sentía que si aceptaba terminaría debiéndole algo a ese tipo y seguro se lo cobraría haciéndole que aceptara ser su pareja definitivamente.

 

—Tu comida se enfriará si no la comes, o me la comeré yo. —le sonrió mientras tomaba asiento frente a él sin esperar ser invitado pero al moreno no le molestó aquello, lo supo al ver su sonrisa.

 

 

—Shou…—murmuró observándole mientras este le arrebataba el plato de comida y comenzaba a llevarse el tenedor con arroz a la boca—. ¿Qué estás haciendo aquí? ¡Que sorpresa! —exclamó emocionado ¿Hace cuánto que no le veía?

 

 

—Yo debería ser el que pregunte eso, ¿Qué hace aquí el señor “Mei es lo mejor y Tokio es una basura”? —Yuu rió ante su comentario muy acertado, el moreno fue quien había terminado yéndose a Tokio en lugar de él, quien de verdad lo deseaba—. Vengo de vacaciones, creo que al final nunca podré vivir y trabajar acá.

 

 

—Pues… las cosas que suceden. Pero aún sigo pensando que Mei es mucho mejor.

 

 

—Claro, lo que tú digas. Pero al parecer cuando tuviste oportunidad corriste, tus padres estuvieron emputados con todo el mundo por mucho tiempo. —parecía divertido al recordar la cólera que tuvieron los padres del mayor cuando aquello pasó—. Y veo que sigues igual de enano como siempre.

 

 

—Y yo veo que tú sigues igual de imbécil como siempre, ¿Lo sabías? ¡Por eso no viniste a Tokio como querías! —se defendió ante su insulto, conocía a alguien mucho más bajito que él y no estaba dispuesto a que le llamaran enano—. ¡Ya deja de tragarte lo que yo compro!

 

Shou terminó por acabarse el plato del mayor por lo que este tuvo que comprar más para él. Luego de eso decidieron salir un rato a caminar para contarse todo lo que habían vivido esos largos años en los que no se habían visto, comenzando con que el más alto estaba comprometido cosa que hizo reír mucho a Aoi puesto que jamás lo imaginaría casado. Por su parte Yuu no le quiso contar absolutamente nada de su vida allí, ya que no le encontraba caso contarle sus problemas como que era sexoservidor, que cuidaba de una niña enferma y que todos sus estudios se habían ido a la mierda, ah, y que en el camino se había hecho gay. Lo último seguro asquearía mucho a su amigo si este seguía siendo igual de homofóbico como le recordaba. Mejor decidió contarle más cosas sobre la ciudad que seguramente le interesaban mucho al otro.

 

— ¿Y tienes amigos aquí? ¿Novia? —le acompaño hasta su casa para curiosear en su privacidad mientras este guardaba más ropa para la semana que estaría en el hospital—. En la escuela tenía miles de novias por todos lados, y se me hace raro que estés solo.

 

 

—Estoy más solo que cuando tú entraste recién a nuestro colegio. —sonrió terminando de hacer su maleta, se reía de su propia desgracia—. Sólo tengo una amiga y… un tipo que creo que es mi amigo o algo así. —se hundió en hombros.

 

 

—Entonces creo que me debes una cerveza. —Yuu le miró dudoso alzando una ceja—. ¡Acuérdate! Apostamos que el primero que se casara le debía una cerveza al otro, y como tú no tienes ni esperanzas para eso creo que yo gano.

 

 

—Pero todavía ni te casas. —rió al recordar aquella estúpida apuesta que habían hecho cuando jóvenes—. Me sorprende que te tomes en serio cosas tan patéticas como esas, o que al menos lo recuerdes.

 

 

—Mi memoria siempre fue buena y no es patético para mí, yo quiero mi cerveza. —más que el premio lo que le emocionaba era que al fin le había ganado en algo al moreno, claro que este le había ganado en cosas mucho más infantiles o tontas pero cuando era joven todo aquello seguía siendo algo importante, algo que definía quién era mejor.

 

 

—Te daré tu cerveza cuando te vea de esmoquin y con tu esposa tomándote del brazo. —seguía sin podérselo imaginar ¿En serio él podía casarse? ¿El tipo que hacía apuestas para ver quién besaba a más niñas en un lapso de tiempo? Bueno, comenzaba a pensar que la madurez sí existía—. ¿Cómo es ella?

 

 

—Tiene unos bonitos pechos bien grandes, así como a ti te gustan, ¡Ah! ¡Pero es mía! —no, la madurez en Shou no existía y ya estaba seguro de eso.

 

 

— ¿Algo más? No creo que te vayas a casar con ella sólo por sus senos, recuerda que cuando una mujer envejece estos se…

 

 

— ¡Cállate! —gritó mientras se llevaba las manos a los oídos para evitar escucharle o al menos sólo darle a entender que no quería saberlo—. Bueno, ella es muy gentil conmigo y creo que tiene una personalidad muy divertida. ¡Entiende todas mis bromas y me sigue!

 

 

—Entiendo, una pareja de payasos. Sabía que sólo así podría funcionar contigo.

 

No podía imaginarse una mujer soportando cada una de las bromas estúpidas de aquel, entendía que ya no debía ser el mismo pelmazo que desde hace años pero con lo que llevaban de conversación se daba cuenta que no había cambiado en muchas cosas. Quizás sí existía una persona para cada individuo, entonces ¿Dónde mierda estaba la suya?

 Shou siguió contándole más cosas sobre ella dándole a entender que esa chica no estaba igual de loca que este pero que sin duda por lo enamorada que debía estar le aguantaba todas sus cosas al menor. Después de todo algo debía haber visto en él para comprometerse.

 

Se le fue el tiempo con él, no recordaba la última vez que había pasado tanto tiempo de ocio con alguien. Le sorprendía que después de tantos años pudieran seguir hablando como si se hubieran seguido viendo, seguramente era gracias al poco interés de Shou por preocuparse en qué está pensando la otra persona, si hubiera sido él seguramente no se hubiera sentido alentado a hablarle ¿Qué tal si este no se sentía cómodo? ¿Qué tal si Shou ya se había olvidado de él, o simplemente ya no le interesaba hablarle? Existían muchas dudas cuando ves a una persona que desde hace tanto no le habías visto o hablado, quizás esa persona ya no tiene nada que decirte o se siente diferente al hablar contigo.

 

Recordaba cómo una ocasión también se había encontrado con Tora, pero había sido totalmente diferente a como fue con Shou. Aoi se había detenido para gritarle y saludarle, preguntarle cómo había estado y demás cosas, pero se sintió como una molestia al ver la desesperación del otro por irse, al notar cómo este no tenía el mínimo interés de volver a hablar con él. ¿Es que acaso no eran amigos ya? Sabía perfectamente que no le había visto en varios años pero ¿Eso les hacía dejar de ser amigos? Yuu se sentía muy feliz de volver a verle, ¿Entonces por qué Tora no?

 

Quizás la vida de este había sido mucho mejor sin él o tal vez no le afectó en lo mínimo que se fuera. Tal vez era mejor hacer como si no le conociera y seguir el ritmo de su vida. Tora le hizo entender que las personas pueden mirar a otras personas como simples sombras, y puedes hablar con estas pero al final simplemente son sombras que vienen y van ¿No?

 

— ¿Has visto a Amano? —no resistió preguntar y ver qué opinaba el otro que también había sido uno de los mejores amigos de este o eso creía, porque ¿No había sido él su mejor amigo?

 

 

— ¿Tora? —dijo su apodo pues era con el nombre que más le recordaba—. Mmm no desde hace mucho—se hundió en hombros intentando recordar cuándo había sido la última vez que le había visto al más alto de ellos—, después de que tú te fuiste él también lo hizo pero un año después ¡Me dejaron solo! Y luego de eso lo veía una vez cada dos meses cuando le iba a visitar pero luego deje de hacerlo. A mi parecer cambió demasiado o tal vez sólo conmigo.

 

 

— ¿Y eso no te molestó? ¿O te entristeció?

 

 

—No realmente. Vamos, pocas veces se puede tener a los amigos que tenías de adolescente. Las personas vienen y van, unas se quedan pero otras no. Y Amano decidió no quedarse, yo no puedo hacer nada. —sonrió un poco al pensar en Tora. Este había sido uno de sus mejores amigos, con quien había compartido tantas cosas cuando joven pero entendía que no se podía tener a este tipo de personas por siempre. Sólo no era posible, era como una ley.

 

 

—Pero… bueno, tú y yo seguimos siendo amigos. —Yuu no parecía conforme con esa ley, es decir, la entendía y todo y al parecer parecía no sólo funcionar con las personas que conocías de adolescente, porque Uruha también la había seguido. Pero eso le hacía creer aún más que estaba completamente solo, quizás debía aceptarlo de una buena vez.

 

 

— ¡Lo sé! Y cuando te vi en ese lugar comiendo pensé “¡Oye, es Yuu! ¡Iré a saludarlo!” y cuando lo hice por un momento sentí nervios “¿Qué tal si él tampoco quiere hablar conmigo?” —hacía expresiones al decir lo que pensaba para darle a entender más cómo se había sentido—. Y sentí un gran terror al pensar que uno de mis otros amigos ya no quería saber nada más de mí, pero me tranquilicé mucho cuando me sonreíste y seguiste la conversación.

 

 

—Y yo que creí que no te habías preocupado ni una sola vez de eso. —él también se sentía muy tranquilo de saber que para él seguía siendo su amigo. El verle sentado frente a él, acabándose las latas de cerveza que le pertenecían mientras que seguía abriendo su boca diciendo todo lo que pensaba sin omitir detalles le convencía de que podían seguir tratándose como antes.

 

 

—Entonces, ¿Yuu, tienes amigos? —se terminó la tercer lata y fue por la cuarta que sin duda quería acabarse también. No era un alcohólico pero sí le fascinaba ingerir aquello.

 

 

—Tengo uno desde hace años. —sonrió dándole a escuchar al otro lo que quería, pero él también quería decirlo. No importaba cuánto tiempo pasara, la soledad no era algo que se le antojara.

 

 

—Yo también. —le regresó la sonrisa para luego darle un enorme trago a la cuarta lata que llevaba ese día.

 

 

***

 

 

El estar horas frente a un computador no era quizás lo más agradable de todo, el trasero le dolía por estar tanto sentado pero era menos doloroso a que te penetraran unos cinco hombres en una noche, así que no se quejaba. La gente de ahí era agradable, no toda, pero la mayoría y Ruki había hecho que le pagaran una buena cantidad de dinero para que pudiera cubrir los gastos que se estaba llevando en esos días. Su amigo que había reencontrado días atrás no se había alejado de él en todo ese tiempo y vivía en su casa pues no tenía dónde quedarse, tuvo que contarle lo de Manami y Shou pareció estar muy orgulloso de su fuerza.

 

Todo parecía estar perfecto, o al menos estar mejorando, sentía el apoyo de Shou y de Takanori y aquello le hacía sentir más seguro de que podría darle una mejor vida a la menor, y por qué no también a él. Los días pasaban y cada vez se hacía más cercano al castaño, ahora ya era algo normal que salieran juntos y le acompañara una que otra noche a ver a Manami.

Quería librarse de todo ese estrés y cansancio y lo conseguía gracias a él cuando tenía sexo con Takanori, sí, eso no había cambiado pero no lo hacía por trabajo.  Se podría decir que estaban saliendo, o algo así.

 

Apagó la computadora para levantarse e irse a comer algo en su descanso, se moría de hambre y ansiaba despejar sus ojos de la pantalla porque sino seguramente se quedaría ciego.

 

— ¿Vienes? —preguntó al castaño antes de atravesar la puerta del lugar. Takanori alzó los ojos de la pantalla y asintió levemente para luego seguir tecleando—. Me adelanto. —salió y caminó por el pasillo sin esperarle.

 

 

—Se nota que se quieren tanto. —hizo énfasis en “tanto” sonriendo burlón, escuchó muy bien el suspiro del más bajo indicándole que su comentario no le había agradado.

 

 

—Guárdate tus comentarios, Takeru. —se levantó para alcanzar al moreno cuanto antes. Era obvio que todos sus compañeros no se lo habían tomado tan fácil el que este tuviera una relación que aquel hombre, pero al final no podían decirle qué hacer o qué no.

 

Encontró al mayor ya sentado en una mesa de la cafetería mientras tomaba café seguramente para mantenerse despierto y que el cansancio no le venciera. Aoi era una persona muy trabajadora e inteligente por lo que el ponerle a trabajar en aquellas actividades no había sido nada difícil como había pensado. Después de todo, Yuu sabía lo que hacía.

 

Se sentó con él después de que este le hiciera un ademan con su cabeza para que se acercara, segundos después se acercó una chica para pedirle su orden para luego dejarles nuevamente solos mientras traía su encargo.  Podía observar en sus ojos el cansancio y pesadez mas no sabía cómo ayudarle.

 

—Oye… si quieres puedes tomarte el resto del día. —musitó no muy seguro de sus palabras. Se retiró las gafas oscuras y las puso sobre la mesa para poder observarle con más atención. Aoi le sonrió casi de inmediato para luego volver a sorber de su taza y negar con la cabeza con el mismo cansancio que aparentaban sus oscuros ojos—. No quiero que te vayas a enfermar.

 

 

—No pasará. —afirmó—. Sólo no logro acostumbrarme a esto, supongo que ya perdí la práctica de estar leyendo, escribiendo y haciendo esto y aquello por horas. Sólo dame unos días para acostumbrarme. —la idea de salir temprano era muy tentadora pero se estaría aprovechando de la ayuda de Ruki y aquello no acostumbraba a hacerlo.

 

 

—Esta noche deberías ir a dormir a tu casa. Yo puedo quedarme en el hospital a cuidar a Manami está noche. —sugirió mientras bebía de lo que recién le habían llevado. No tenía ningún problema en quedarse esa noche a dormir en un sofá, despertarse a cada rato para ver si la niña estaba bien y tener que aguantar el sonido de las enfermeras entrar a cada dos horas. Bien, no era lo más atractivo pero era aceptable si eso haría descansar al mayor.

 

 

—No es necesario, Takanori. Puedo descansar ahí. —se le hizo algo muy amable de su parte, sabía que aquello no era nada fácil pero aún así el castaño se estaba ofreciendo. Pero nuevamente no podía aceptar tanta amabilidad, él no—. Gracias, de todos modos.

 

Se rindió, nunca podía hacer un detalle lindo con él porque este simplemente no lo aceptaba. Había vuelto a interesarse en alguien pero al parecer no era igual como con Akira, quizás porque Aoi no tenía nada que ver con Akira pero el hecho de no saber qué hacer lo desquiciaba. No podía hacer nada por él y tampoco sabía cómo. ¿Qué clase de relación estaban llevando? Tal vez ninguna.

 

—Entonces dime cómo puedo hacer algo por ti. —dijo antes de levantarse de la mesa y caminar junto con él a donde era su lugar de trabajo. Le había hecho miles de propuestas y a todas se había negado como era de esperarse, si no podía dar en el blanco no estaba mal preguntar dónde estaba este.

 

 

— ¿Algo? —repitió seguido por un sonido de que estaba pensando. Rebuscó en su mente intentando pensar en algo que pudiera hacer y que él quisiera hasta que dio con algo que en verdad deseaba—. Quiero que me dejes tocarte cuando tenemos sexo. —Takanori se detuvo para mirarle enarcando una ceja—. Si no me dejas a mí ser el dominante al menos deberías dejarme tocarte, es lo justo ¿No?

 

Y al parecer la propuesta fue muy aceptada por Takanori, no es que le molestara que le tocara pero desde hace mucho que no dejaba que nadie lo hiciera, primero porque le avergonzaba de cierta forma pero si Yuu le gustaba y este estaba dejándose aún después de que ya no trabajaba de eso, bueno, no le costaba nada.

 

Después del trabajo se  fueron a la casa del más bajo, no es que no supiera dónde vivía Yuu pero este se sentía más cómodo llevándolo a su casa en lugar de ir a la de él, una simple manía. No perdieron tiempo pues ambos sabían a lo que iban, de parte de ambos aquella era una forma muy buena de quitarse el estrés de encima que siempre tenían al finalizar el día. Ambos disfrutaban el uno del otro.

 

Ruki comenzó como siempre besando sus labios, le encantaban esos labios tan gruesos y le encantaba aún más acariciarlos con los propios. Buscaba con su lengua tomar el control, algo que siempre conseguía sin dejarle alternativa al otro. Recorría con su lengua la boca del moreno mientras que este le recorría a él con sus manos.

Al fin podía tocar aquel cuerpo del cual había sido negado tantas veces, tocar su espalda era una experiencia nueva, delineaba cada hueso que podía sentir sobre su ropa y el hueco de su columna vertebral. Quizás era algo demasiado simple para alguien pero para Yuu el poder tocarlo era suficiente, tocar a ese hombre que se marginaba tanto hasta cuando tenían relaciones sexuales.

 

A cada mordida Aoi le pellizcaba, era una clase de guerra por ver quién aguantaba más. Mientras que el mayor ya se había acostumbrado a ser mordido por Ruki, este no podía acostumbrarse a ser tocado por aquellas manos, no le molestaba, ese era el problema. No importaba qué tan fuerte sujetara su piel o su cuerpo, él lo disfrutaba. Y disfrutaba aún más de escuchar los gemidos provenientes de quien tenía abajo.

Degustaba su pecho como sólo él sabía hacerlo, pero esta vez Aoi no se quedó quieto y también comenzó a lamer su cuello y morder su hombro aprovechando de la cercanía de sus cuerpos. Al igual que no tardó en sujetar sus muslos entre sus manos y tocarlo por todas partes. Podía sentir la erección del otro pegándose a su abdomen haciendo crecer también la suya, si podía tocarlo ansiaba aún más penetrarlo.

 

Gemía muy cerca de su oído debido a los estímulos que este le proporcionaba, sentía su piel estremecerse a cada una de sus caricias y mucho más en su espalda desnuda. Ambos estaban desnudos pues el moreno no aceptó sólo tocarlo por encima de la ropa, así que podía ver su blanca piel y cada una de sus marcas en pecho y abdomen. Takanori era un hombre bastante atractivo a sus ojos, podía ser más pequeño de estatura que él pero aún así el castaño había aprendido a dominarlo como nadie. Siguiéndolo a ciegas en sus juegos de lujuria.

 

Ruki le rodeó la espalda para hacerle sentarse y posicionarlo encima de sus piernas, o más bien de su miembro, arrancándole un ronco sonido que quiso atorarse en su garganta sin lograrlo. Se sujeto de su cuello rodeándole con sus brazos para hundir su cabeza en el espacio entre su cuello y hombro aspirando el olor que desprendían las hebras castañas de este. Ruki mientras tanto se movía dentro del él empujando sus caderas para dilatarlo, porque después quería que el moreno lo hiciera. Su cuerpo reaccionaba de inmediato al encontrarse nuevamente haciendo aquello, era como si su memoria hubiera aprendido aquello que se sentía al estar con Aoi regalándole todo ese placer como si fuera la primera vez.

 

No le importaba si era la primera o la quinta o decima vez, lo disfrutaba cada vez más. Había aprendido muy rápido a disfrutar de las perforaciones en su piel a causa de las uñas del otro, de sus apretones y sus labios sobre su piel así como de sus dientes y lengua.  Podía sentir que aquel acto estaba por fin completo con la participación de los dos disfrutando ambos del cuerpo ajeno. Pero quería pensar también que aquello que comenzaba a sentir lo hacía también Aoi, y si no era así, que aquello lo siguiera considerando simple sexo. Al contrario de las otras veces su cabeza no dejaba de pensar.

 

Yuu sentía cómo su cuerpo se deshacía cada vez que volvía a auto penetrarse, haciendo que el miembro de Takanori llegara hasta tocar su próstata. Empezaba a sentir un hormigueo en las plantas de sus pies por el placer o quizás el cansancio de estar cabalgando. Fuera lo que fuera no era suficiente para detenerlo. Seguía gozando de sentir todo el falo escarbar en su interior con cada movimiento que ambos ejercían, él levantándose en sus piernas y luego dejándose caer y el otro levantando sus caderas, juntos al mismo ritmo rápido. 

 

Pero Aoi seguía aferrado a su cuello gruñendo en su oído al mismo tiempo que frotaba su miembro contra el abdomen ajeno  en busca de satisfacerse aún más o atender ese dolor que sentía en esa parte para nada complaciente.

 

— ¿Sería mucho pedir que me masturbes? —sonrió divertido para luego besarle en su intento de convencerle. No quería tocarse él, quería que Ruki le tocara de esa forma que lo enloquecía.

 

 

—Esta vez estás muy exigente. —rió un poco después de que sus labios se separaran observando sus ojos tan oscuros que hasta parecían profundos como un par de hoyos. No tenía ningún problema con tocarle, con ver esas expresiones de placer en su rostro que él mismo le brindaba, podía soportarlo.

 

Curveó su espalda al sentir su pene ser estimulando por aquella mano. Takanori sabía lo que hacía, sujetándole de aquella forma mientras que su otra mano seguía en su cintura ayudándole a embestirlo. Los esfínteres del moreno le apretujaban cada vez que este volvía a encajarse en su miembro. Comenzó a sentir un cosquilleo en lo bajo de su abdomen advirtiéndole que en cualquier momento se correría. El sudor del cuerpo del moreno se mezclaba con el suyo al igual que el olor que ambos desprendían. Sus labios dejaban escapar la saliva que no podía llegar a tragar por estar emitiendo sonidos de su boca que no podía reprimir en ningún momento al igual que el moreno que parecía estar perdiendo la poca cordura que tenía pues se movía de forma frenética penetrándose mientras que aferraba sus manos en el colchón gruñendo.

 

Su rostro reflejaba el éxtasis en el que se encontraba, su cabello comenzaba a gotear por el sudor en este y mientras más tiempo pasaba sus testículos hormigueaban más y más. Ayudó casi con desesperación a la mano del otro moviéndola con más fuerza y rapidez buscando alcanzar el orgasmo de una buena vez. Estaba desesperado y ansioso, sentía que su cabeza explotaría en cualquier momento o tal vez su miembro. Pero al mismo tiempo no quería, no quería que aquello terminara nunca pues se sentía extasiado, una sensación deliciosa.

 

Permitió al otro correrse dentro de él llenándole por completo con todo aquel líquido viscoso y caliente que parecía calentarle aún más haciendo que Ruki perdiera la conciencia por varios minutos, minutos increíbles para él. Yuu también se corrió tiempo después sintiendo un enorme alivio en su pene por poder al fin liberarse. Su pulso cardiaco seguía acelerado golpeteando su pecho. Los cosquilleos desaparecían con el paso del tiempo al igual que el calor, «Adiós calor.»

 

Se levantó de las piernas de quien ahora se encontraba tirado sobre la cama con los parpados cerrados y una sonrisa en sus labios, seguramente estaba delirando o algo así.

Al sentir menos peso se levantó con dificultad hasta reincorporarse y poder verle de frente a quien tenía enfrente el cual se había abrigado con una de las cobijas que tenía dobladas a un lado, aún sudado y desprendiendo olor a semen, cosa que sin duda al principio le desagrado por estar manchando la blancura de la tela pero que después le resto importancia, ya después la lavaría. Se acercó con lentitud hasta él para luego estrecharlo entre sus brazos acto que fue casi de inmediato correspondido.

 

Sintió el frío de su cuerpo, casi estaba helado y se le antojaba muchísimo calentarlo con sus brazos. Se separó un poco para poder verle a los ojos, aquello ojos suplicaban en lo profundo un poco más de cercanía. Yuu se sentía tan avergonzado, pero por primera vez disfrutó de sentirse así porque Takanori le había abrazado porque lo sentía todavía más cerca de él.

Besó sus labios con suavidad buscando cariño en vez de placer, había estado besando aquellos labios toda la noche pero aquel pequeño e inocente beso fue aún mejor que todos los anteriores. ¿Por qué? No tenía idea, pero no necesitaba tenerla.

 

—Mírate… estás más hermoso de lo que recuerdo. —susurró aún teniéndole abrazado pero ahora acostados uno al lado del otro observándose mutuamente. Sentía la seguridad de decirle cualquier cosa por estúpida y cursi que sonara.

 

 

—Y tú… bueno, tú siempre te vez bien. —sonrió muy cerca de los labios ajenos, se sentía muy a gusto estando en ese lugar en ese momento—. Gracias, Takanori. —susurró casi inaudible mientras se hundía una vez más en él.

 

 

—Duerme. Descansa. —escuchaba su respiración como una canción de cuna, quizás estaba más dormido que despierto pero estando de esa forma era que podía disfrutar mucho más el momento. No por nada la noche era el momento en que las personas tenían esos momentos de inspiración, de liberación o de simple bienestar consigo mismo, era magnifico.

 

 

—Manami…—susurró adormilado, en ese momento era casi imposible que pudiera despertarse e irse al hospital. Eso lo sabía Takanori.

 

Cuando Yuu estuvo completamente dormido se levantó un poco para poder acomodarlo en la cama para que estuviera cómodo, cubriéndolo con la cobija y dándole un último beso en sus labios mientras observaba su rostro tan relajado. Se fue de inmediato al baño de su habitación para ducharse y quitarse lo pegajoso de su cuerpo.

 

Cuando estuvo cambiado y después de convencerse a sí mismo de dejar dormir tranquilo al moreno, salió de ahí directo al hospital. Después de todo él se había ofrecido a cuidar a la joven si este dormía tranquilo. ¿Qué tan pesado debía ser dormir diez minutos cada una hora?

 

 

***

 

 

Aún cuando mantenía los ojos en el periódico que leía, podía sentir cómo el otro le miraba, quizás por eso era que no recordaba nada de lo que estaba leyendo ¿Es que estaba enojado? No recordaba haber hecho nada malo a menos que para él fuera una grosería dejarle en la noche solo después de acostarse, pero ya lo había hecho aquella vez y no parecía que le hubiera molestado la primera vez.

 

— ¿Qué pasa? —preguntó al fin rendido de no poder ejecutar ni una acción tranquilamente.

 

 

—Deja de hacerlo, ¿Alguna vez te dije que me molesta tanta amabilidad? —una sonrisa tímida se dibujó en sus labios pues no estaba seguro de que pudiera sonreír en ese momento porque no entendía si de verdad estaba enojado o estaba siendo sarcástico—. No es broma.

 

 

—No entiendo por qué te molesta. —soltó el objeto de sus manos y cruzó sus brazos sobre su pecho—. Yo sólo quiero que puedas dormir más días con tranquilidad.

 

 

—No lo necesito. —suspiró, estaba agradecido pero no quería que aquel tipo hiciera todo eso. Simplemente no podía aceptarlo, no sabía cómo.

 

Se levantó de su asiento para luego tomar su chaqueta,  pues afuera estaba nevando.  No existía necesidad de decirle que le siguiera pues esto ya lo sabía el castaño, por lo que caminó fuera de ahí sin esperarle. Takanori por su parte se quedó unos minutos más ahí pensando más tranquilamente y él solo.

 

Aoi bajó las últimas escaleras del lugar mientras hundía lo más que podía su nariz y su boca en el cuello de la chaqueta. Sentía el frío calarle hasta los huesos, quizás debía gastar un poco de su sueldo en comprarse ropa abrigadora para esas fechas. La navidad estaba a la vuelta de la esquina y aquello para él sólo significaba una cosa: un frío infernal. Así como el año nuevo y esas cosas que se hacían desde hace mucho tiempo en Japón, cosas que llegaba a pensar que funcionaban para que las personas compitieran en quién gastaba más dinero en regalos costosos.

 

Alzó un poco la mirada, pero lo suficiente para encontrarse con el rubio mal teñido a metros de él caminando tan despreocupado como siempre con aquella ropa gruesa sobre su piel negándole el paso a lo helado del aire. Akira no tardó en verle y sonreírle como era de costumbre.

 

—Miren a quién me encuentro, sabía que no estabas muerto. —se acercó hasta él para tomar con su mano enguantada su hombro como modo de saludo.

 

 

—Hola, Reita. —por su parte él no se atrevió a sacar sus manos desnudas de sus bolsillos, estaban tan entumidas que ni siquiera podía moverlas—. Yo nunca moriré, al menos no ahora.

 

 

—Pero es que cada viernes que voy me encuentro con la frustrante sorpresa de que no estás. Así que creía que ya te habían asesinado por ahí. —parecía muy tranquilo con aquel tema, pero la verdad era que sí era frustrante ya no tener sexo con el moreno cada semana, quien era el único que podía aliviar su mal humor—. ¿Qué te parece si vamos hoy a mi casa? Mi esposa no está. —susurró muy cerca de su oído incitándolo.

 

 

—Lo he dejado, Akira. —retrocedió en vez de empujarlo, pues esto último no lo conseguiría—. Debes buscar entre los otros chicos que se venden, yo ya me salí de eso. —se sentía orgulloso de decir aquello, su sonrisa lo mostraba.

 

 

—Tsk... pues no lo hagas por trabajo. —volvió a tomar cercanía con él sin importarle las veces que este retrocedía—. ¿Me dirás que a ti no te gusta? —Aoi rodó los ojos y abrió su boca para responder pero fue interrumpido.

 

 

—No, no le gusta. Ni a mi tampoco me parece. —el castaño se acercó hasta ambos chicos que voltearon a verlo casi de inmediato al escuchar su voz observando su rostro serio pero con algo de molestia en este—. Yuu, vámonos. —le jaló del brazo. Reita soltó una carcajada.

 

 

— ¿Tienes niñera, Yuu? —habló burlón posando su mirada fijamente en la del más bajo que estaba reprimiendo sus ganas de querer agredirle o quemarle en ese preciso momento—. Pero que tierno, ¿Takanori te sacó de eso?

 

 

—Yo lo hice por mi voluntad. —se soltó del agarre del otro enfrentándose de frente al otro. No necesitaba que Ruki le defendiera, no necesitaba que le alejaran de Reita, no necesitaba que alguien le cuidara. Comenzó a avanzar dejando a ambos hombres atrás alejándose lo antes posible de ellos.

 

Takanori le vio irse y apretó la mandíbula sin saber cómo actuar, Akira no tenía planeado irse sin antes—seguramente—, burlarse en su cara. Cuando volvió su mirada a él, este le miraba sonriente, tan sínico como de costumbre.

 

—Cuanto tiempo sin verte, mi amor. —pronunció, causándole cólera al menor—. ¿Estás saliendo con Aoi? Te confiare algo porque me agradas, Takanori. —hizo un ademan con su mano para que se acercara para contarle aquel “secreto”, cosa a la cual el otro ni se le cruzó obedecer—. Aoi no tiene sentimientos, ¿Entiendes?

 

Ruki sonrió de lado desviando su mirada por unos segundos hacia el costado contrario por el cual se había marchado el moreno hace unos segundos, dando a entender lo “mucho” que le importaba.

Imitó su acción con su mano logrando que el otro enarcara una ceja por la intriga de lo que diría.

 

—Felicidades por el bebé que espera tu esposa, Suzuki. —el mal teñido boqueó, no entendía cómo Takanori se enteraba de todas esas cosas. En efecto, su esposa esperaba un bebé y suponía que había sido de la vez en que llegó ebrio—. Pero ¿Te digo algo más? —sus labios se curvearon en una sonrisa aún más amplia—, ese nene no es tuyo. —susurró para luego cubrir su boca fingiendo sorpresa de lo que él mismo decía.

 

A Suzuki se le desfiguró el rostro al escuchar aquello, debía ser otra mala broma de ese tipo.

 

—Nos vemos, futuro “padre”. —agregó las comillas con sus dedos para luego seguir su andar sonriendo por unos segundos por haberle causado aquella expresión, no se esperaba aquello. Pero su sonrisa se borró casi de inmediato cambiándola por una mueca de fastidio.


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