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The end. por Lizama24

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Notas del capitulo: Hola, pasaba a actualizar.

Su mirada estaba clavada en el suelo del lugar intentando procesar lo que Reita le había dicho ¿Cómo podía saberlo? Se preguntaba internamente sin buscarle una explicación lógica

 

—Responde. —ordenó una vez más al ver que la mujer no pretendía decir nada o al menos no en ese momento. Pero no tenía ni la paciencia ni el tiempo como para esperar a que decidiera confesarle que sí se había estado revolcando con otra persona a sus espaldas—. ¿Y te dignaste a decirme bastardo cuando te dije que te era infiel? Vaya, que parece que aquí, tú eres peor.

 

Chihiro no contestó, lo había negado al inicio de la conversación pero este no le había creído ¿De qué servía seguir negándolo? Alzó su mirada hasta dar con los ojos marrones del otro, entre abrió su boca para pronunciar palabra.  Y minutos después la cerró.

 

—Algo así como… ¿Traición? —completó su frase mientras se volvía a abrochar los pantalones después de aquello. No podía decir que sentía muy bien de haberse rendido ante la seducción del rubio, pero tampoco era como si estuviera lamentándose.

 

 

— ¡Eso! —le señaló al decirle la palabra indicada, que no era para nada difícil de saber pero que teniendo en cuenta que era Reita era más que aceptable—. Pero no tengo pruebas, a menos que Takanori sí las tenga.

 

 

—Pues si te lo dijo debe ser por algo. —se hundió en hombros mientras sentía los labios del otro besar su hombro derecho con sensualidad como si quisiera seguir lo que recién habían terminado—. Pero aún que te sientas “traicionado”, no veo el por qué te moleste ya que tú le fuiste infiel mucho tiempo y lo sigues haciendo justo ahora. Quizás lo hizo para desquitarse.

 

 

—Eso mismo pensé yo pero luego, tomando en cuenta los meses que llevaba, resultó que aquello pasó mucho antes de que ella supiera siquiera de tu existencia, Aoi. —posó sus labios sobre los de él. Tenía muchas intenciones de acariciar su cuerpo entero, ese cuerpo que Takanori consideraba sólo suyo—. Es igual de perra que yo.

 

 

—Pero entre los dos, ganas tú. —retrocedió un poco después de deshacer el beso, Akira se estaba aprovechando nuevamente del frío de su cuerpo y aquello le molestaba aunque había decidido no hacerlo notar. Reita le miró con una sonrisa en sus labios para volver a acercarse a él y demandar una vez más su boca.

 

 

—Te equivocas, Yuu. —el mayor alzó una ceja con una sonrisa de incredibilidad—. El más perro aquí, eres tú.

 

 

***

 

 

Shou no conocía el significado de la privacidad. Ese chico se la había pasado revisando sus pertenencias como si se tratara de una librería pública. Entendió su preocupación al principio, si una persona se encuentra por ahí un sobre donde vienen los análisis o chequeos médicos es lógico que se preocupe y la curiosidad o preocupación le obligue a abrir dicho sobre. Pero aquello no le importaba, ya que era su privacidad, su vida, sus problemas y Shou se había tomado toda la libertad de observar dicho sobre para luego preguntarle por qué se hacía esa clase de exámenes.

 

»Porque quiero« había sido su respuesta inmediata. Porque era lógico que muchas personas se revisaran para evitar tener alguna infección de transmisión sexual ¿No? Aquello se llamaba cuidarse. Más la mente introvertida del otro no le aceptó dicha respuesta y después de contestarle varias veces que no se había acostado con ninguna prostituta, terminó diciéndole la verdad en un momento de desesperación por parar sus sermones. Quien menos debía sermonearlo era Shou.

 

La cara de susto y sorpresa le hizo entender que había sido una mala idea, pero ya no tenía cómo remedarlo así que se esperó cualquier forma de agresión, queja o lo que su enorme boca tuviera que decirle.

Pero claramente no se esperó aquello.

 

—Que asco. —musitó con una mueca de desagrado, bien, era de esperarse de un homofóbico como lo era aquel chico—. No puedo… no puedo creer que tú hicieras algo como eso. ¡¿Por qué, Yuu?!

 

 

—Lo dices como si hubiera asesinado a alguien. —dirigió su diestra a su cabeza revolviendo sus propios cabellos oscuros—. ¿Te das cuenta que el que busca encuentra?

 

 

— ¡Mejor aún que di con esto! —al moreno se le hizo mucha exageración todos los malabares que hacía por aquel tema. Era claro que no era una cosa muy fácil de asimilar, pero, como ya había dicho, no había matado a nadie—. ¿Qué tal si me violabas un día de estos? —su rostro se desfiguró de tan sólo pensarlo así como Yuu sentía que no lo creía.

 

 

—Haber, Kohara. Estamos hablando de que fui una prostituta, no estamos hablando de que soy un violador o algo así ¿Vale? —en aquellos momentos no podía soportar el carácter de ese castaño. Era tan… extraño.

 

 

— ¡Pues para mí es lo mismo!

 

Continuaron discutiendo por varios minutos en los cuales Yuu intentaba hacerle entender que estaba tomándose las cosas de manera muy exagerada, intentó hacerle entender que él no había estado haciendo nada malo y que todo lo que hizo fue para ayudar a Manami. Todos sus intentos fueron en vano y cuando hubieron terminado ambos con su paciencia, Kohara se marchó de allí con todas sus cosas aún sin quitarle la mirada de asco encima cosa que le importó poco al mayor que estaba más que molesto.

 

En esos momentos se daba cuenta de que en verdad la única persona que había sido capas de entenderle por completo era Kouyou, lastima que para aquel joven nunca fue más que un tipo más, una persona más a la cual tratar. Cuando para él fue su mejor amigo y soporte durante muchos años.

 

Luego de maldecir internamente al que recién se había marchado se levantó aún con rabia en su interior para dirigirse a aquel bar, no a trabajar, a beber. Donde conocía a aquel barman que le sabía emborrachar con el mejor licor que hubiera probado en su vida.

Seguramente así podría olvidarse de una buena vez de todo, aquello era algo que le sonaba muy sexy.

 

Luego de llegar al lugar fue directo a la barra sin prestarle atención a la gran masa de personas que se movían de un lado a otro. Las mujeres se mecían de un lado al otro bailando con grupos de amigas y una que otra con sus parejas, aquel bar era más concurrido para divertirse sin novios que con estos. La música quería hacer estallar sus tímpanos pues se había desacostumbrado a esta de forma tan fuerte, pero las luces no le cegaron en ningún momento. Aquel ambiente siempre le hacía recordar cuando era una adolescente donde sólo le importaba emborracharse y tener sexo con cuanta mujer se le cruzara en el camino, bueno, en su adultez no había sido tan distinto.

 

Se aproximó hasta uno de los banquitos de la barra para de inmediato ser rodeado por varios de sus ex compañeros que venían curiosos a saber de él en todo ese tiempo, no tardó en esfumarlos argumentando que no estaba de ánimos y que si seguían molestando le iría muy mal. Todos se fueron como llegaron, nadie quería molestar al ogro que tenían enfrente.

 

—Mmm… ¿Puedo preguntar qué sucede? —se aproximó hasta él para entregarle su trago el cual no fue necesario de pedir pues lo conocía perfectamente—. No te ves nada bien, Shiroyama.

 

 

—Por algo he venido a beber, Yutaka. —hizo una pequeña mueca en su cara asemejándose a una sonrisa tomando el vaso entre sus manos y dirigiéndole la mirada al chico frente a él el cual había cambiado una vez más su tipo de peinado y el color lo había hecho más claro—. ¿Ganas tanto para gastártelo en el salón de belleza? —Kai rió.

 

 

—No como quisiera. —negó con su cabeza para luego girarse y ponerse a preparar las demás bebidas que tenía encargadas. Al cabo de unos minutos regresó de nuevo con él—. ¿En qué trabajas ahora?

 

 

—Algo así… como ayudante en una empresa. —murmuró dando otro sorbo a la atenta mirada del menor y luego soltando un suspiro. El alcohol se estaba tardando en hacerlo atarantarse como deseaba—. Gano bien, pero… no sé, no sé si las decisiones que he tomado son las correctas.

 

 

— ¿La niña está bien? —Yuu creyó que había decidido omitir el tema para despejarlo un poco de aquello haciéndole aquella pregunta, a la cual asintió casi de inmediato pero sin mostrar emoción—. Entonces son las correctas, al menos por ahora. —sonrió de nueva cuenta y volvió a alejarse para continuar con sus labores.

 

Aoi abrió un poco su boca al recibir tal respuesta para luego sonreír ligeramente, necesitaba escuchar algo como aquello para que se lo creyera.

Todo ese tiempo había elegido rumbos para que Manami estuviera bien ¿Cierto? Pues si en esos momentos ella estaba bien, quería decir que estaba haciendo lo correcto y que estaba cumpliendo lo que quería. Por supuesto que no sería fácil, jamás lo había sido.

 

Kai le invitó un trago gratis después de que regresara con él y siguieron conversando, al parecer ese tipo era tan agradable como su sonrisa se lo confesaba. Pero no terminaba de creerse la felicidad que aquel se cargaba. “¿Qué existe detrás de esa sonrisa, Yutaka?” le había preguntado y el de coleta alta había mirado al suelo como si buscara la respuesta escondida en algún lugar.

 

—No tiene caso mostrar caras pesadas todo el tiempo. Desde que tengo memoria las personas han ido de un lado a otro mostrado su dolor, y no digo que sea nada malo, pero si tenemos la dicha de mostrar algo como esto—sonrió mientras se llevaba ambos índices para señalar su sonrisa—, deberíamos aprender a utilizarla ¿Acaso no es mejor así?

 

Yuu se quedó callado y minutos después salió de ahí sin tener un argumento para contar o algo que le desagradara de dicha respuesta. Las personas eran mejor sonriendo, denotaba felicidad… ¿Cierto?

 

***

 

 

Las perforaciones que se había hecho en su labio y en el ombligo cuando era más joven comenzaban a recordarle aquello que su madre le había dicho “Algún día te arrepentirás”, no estaba muy arrepentido pero sí se sentía mal cuando le dijeron que necesitaban sangre suya para poder realizar las exanguinotransfusiones. Sangre que no tenía, y tuvo que ir a buscar a un donador para que le extrajeran la sangre y realizaran dicha acción para que después le dijeran que no era necesario, que debían meter una solución de plasma en lugar de sangre debido a la enfermedad. Bien, sus perforaciones estaban bien.

 

Aún así se sentía muy cansado al no saber qué más hacer. Desde la última vez ya no le habían dicho cómo iba mejorando el estado de la joven y sólo se aferraba por la buena apariencia que esta tenía, o algo así. Le veía tranquila así que suponía que todo estaba funcionando, así como el especialista le había dicho muchas veces que el cuerpo reaccionaba de forma correcta.

 

El día de mañana debía pagar las sesiones de esa semana, mantenía el paquetito de billetes entre su mano derecha dentro de su bolsillo. Sus dedos se paseaban por ellos deslizándolos varias veces hacia arriba contándolos de uno por uno pero sin saber su valor. Se sentía como un simple papel entre sus dedos, y para él no era más que eso. Aquellas piezas delgadas y fáciles de romper valían tanto para un humano.

Ante sus ojos no sería más que un papel al cual le asignaron un número, y tan sólo eso  bastaba para controlar sus vidas. Con este se decidía cómo era tu calidad de vida, era lo que movía al mundo, pero esto no era más que una herramienta del hombre. El humano siempre ha sido el que mueve los hilos y se va destruyendo así mismo.

 

El dinero no era más que un arma. Algo tan patético por el cual él tuvo que luchar tanto, ¿Por unos cuantos billetes se había roto tanto? Parecía una exageración pero era verdad. Y todos, absolutamente todas las personas que había conocido se movían alrededor de este, buscando a este, siendo “felices” con este o en muchos casos más: hundiéndose por este.

 

Takanori se lo había tendido esos últimos días y seguramente si no fuera por él Manami aún estaría en su casa viviendo de no más que medicamentos. Le debía mucho a ese hombre… aquello no le agradaba.

 

—Toma. —le entregó el vaso de café. Se sentó a su lado mientras le observaba beber un poco desanimado—. ¿Todo bien?

 

 

—No lo sé. —confesó sonriendo levemente por escasos segundos para luego voltear a verle y agradecerle el café. Necesitaba mantenerse despierto, sí que lo necesitaba.

 

 

—Ella estará bien, no debes preocuparte ¿Vale?

 

 

—Gracias, Taka. —esbozó una sonrisa sincera mientras se recargaba en su hombro soltando un enorme suspiro. Era tranquilizante saber que se tenía a alguien en aquellos momentos.

 

Ruki había estado mucho más atento con él desde hace unos días, no existía momento en el cual el castaño no hubiera estado con él. Ambos compartían las ojeras que se cargaban y estaba siempre ahí para calmar sus preocupaciones. Sin duda, era muy bueno tenerle en ese momento.

Y desearía que siempre fuera así, junto con él se sentía mucho mejor que con nadie, estaba seguro que aquel hombre querría quedarse por siempre a su lado. Y realmente lo deseaba.

 

—Mañana es noche buena, ¿Lo sabías? —susurró recargado en la cabeza ajena al igual que lo abrazaba por sobre los hombros teniéndole más cerca.

 

 

—Algo de eso había escuchado. —Takanori soltó una risita—. Me alegra mucho que vaya a compartirlo con alguien… las últimas navidades no han sido para nada agradables o sobresalientes.

 

 

— ¿Qué te parece si te invito a cenar y pasamos la noche juntos? Bueno, pero en algún lugar diferente a una sala de hospital. —habían pasado las últimas noches juntos pero aquello no era para nada agradable, no era especie de cita. Quería esa navidad pasarla junto con le moreno disfrutando de su compañía y de aquella fecha.

 

 

—Me parece bien. —no tenía nada de malo querer disfrutar de aquella fecha, de la cual no tenía recuerdos más que de un día más en el cual las personas parecían estar mucho más ansiosas que de costumbre.

 

Cuando se ha pasado por tantas cosas que te hacen entender que lo materialista o lo exterior no son más que una mascara cubriendo lo que no quieren que veas, bueno, dejan de importarte ciertas cosas. Así como para Aoi la navidad, año nuevo y más fechas “importantes” pasaron a ser nada más que simples días, aquellos días la falta de dinero no cambiaba, aquellos días Manami no mejoraba, aquellos días no dejaba de ser el insecto que era. Aquellos días no eran más que días, como el que estaba viviendo en ese preciso momento, ¿La diferencia? No tenía un escrito en rojo en el calendario.

 

Todo ese tiempo había aprendido a vivir de una manera muy tonta, en su parecer. ¿Qué estaba haciendo? ¿A dónde lo llevaban sus acciones?

No importaba qué hiciera o qué dejara de hacer, siempre terminaba en el mismo lugar. ¿Acaso aquello era algo bueno? En ese momento las cosas buenas que empezaban a sucederle le tomaban de sorpresa. Quizás no era él quien lo estaba viviendo.

 

—Empiezo a creer que eres un producto de mi imaginación, ¿Cómo puedo saber que de verdad existes? —le preguntó de repente tomándole desprevenido al castaño quien frunció el ceño por confusión sin saber a lo que se refería—. A veces… creo que esto no está sucediendo, ¿Por qué debería?

 

 

— ¿Por qué no debería hacerlo?, comprendo que los últimos años hayas sufrido mucho, Yuu. Pero no por eso debes pensar que la suerte no puede señalarte. —se levantó para mirarle directamente, aquel rostro le mostraba confusión, quizás un poco de nervios.

 

 

—Pero… es que yo no he sufrido—Ruki alzó una ceja extrañado, aquella respuesta no le convencía para nada, ¿Qué? Si Aoi era de las personas más lamentables que conocía—, es decir, todo esto lo he decidido vivir yo. Y la verdad me alegra, no me hubiera gustado llevar una vida en la cual me tendieran todo. Quizás suene un poco masoquista, pero no considero haberme lastimado ni una sola vez, ¿Es que acaso esto no es lo que se vive?

 

El menor tardó mucho en contestar. Quizás el moreno había perdido un tornillo y estaba loco. Estaba de acuerdo con que en la vida se tienen muchas tragedias, la mayoría de las personas las tienen, pero él no era de la clase de persona que pensaba que para ser feliz debía sufrir.

Lo inevitable era muy distinto a lo que debía ser.

 

—No creo que se viva para eso. ¿Acaso no deseas tener una vida mejor a esto? Es por lo que estás luchando día a día.

 

 

— ¿Y qué caso tiene? Si un día de estos yo moriré sin más. No lo estoy haciendo por mí, lo hago por ella, porque yo estoy seguro que por esto es por lo que tengo que pasar pero no estoy dispuesto a decir que lo de ella debe pasar. —el castaño estaba cada vez más confundido, no entendía a dónde iba aquella conversación ni qué buscaba con aquello—. Olvídalo, ya te lo dije. Creo que esto simplemente no está pasando.

 

Ni siquiera él sabía lo que estaba hablando, sentía que tenía que decirlo pero al mismo tiempo seguía aferrado a la idea de que no quería estar ahí en ese preciso momento. Podía escucharlo todo, podía observar todo a su alrededor pero era como si sólo fuera un espectador. El dolor había dejado de sentirlo así como el frío, se había acostumbrado tanto a aquello que sentía que ya había muerto hace décadas. ¿En verdad estaba sentado en ese lugar justo ahora? ¿Era él?

 

Recordó la conversación que había tenido el día anterior con el barman. Las personas eran mejores sonriendo. ¿Cuántas personas en ese preciso instante estarían sonriendo y por qué? La respuesta podía ser muy lógica: felicidad o diversión.

 

Más no todas las personas sonreían por dicha cosa, muchas veces quienes estaban abatidos sonreían, quienes estaban lastimados o se sentían mal. Y no se estaba refiriendo a todas esas nenas que subían imágenes a redes sociales diciendo que su sonrisa muchas veces era para ocultar el dolor. Cuando una persona sonríe para ocultar algo no va y lo publica por ahí ¿Dónde está el secreto entonces?

 

Los humanos eran obligados muchas veces a adaptarse al medio donde viven pero eran libres de hacerlo como quisieran. En algunos casos, como en el de Kai, preferían andar por ahí viviendo sin importarles lo que estuvieran viviendo. En ese momento las expresiones pasaban a segundo plano. Las sonrisas muchas veces eran por amabilidad que por otro motivo, las lágrimas salían cuando ellos lo querían y el dolor se quedaba dentro sin nunca probar el exterior o la lastima de las personas.

Yuu había perdido el dolor en alguna parte de su interior.

 

—Quiero que seas feliz.

 

Le había dicho después de unos minutos sacándole una sensación extraña, ¿Era gratitud? ¿Cariño? ¿Amor? El que se preocupara tanto por él podía llegar a confundirle de sobre manera. Había olvidado lo que era ser feliz.

 

¿Podía serlo a su lado?

 

— ¿Estás dispuesto a hacerme feliz? —le miró con seriedad tanto en sus ojos como en su voz. Aquella postura era la que comúnmente tomaba y no quería asustarlo, sólo no quería promesas absurdas.

 

 

—Lo estoy. —afirmó sin darse rodeos a sí mismo, Yuu se había convertido en alguien importante para él en ese tiempo. Era suficiente para él, sentirse de aquella forma para poder garantizar darle la felicidad que ni siquiera tenía en sus manos—. De hecho, lo haré.

 

 

 

 

 

Notas finales: Gracias por su tiempo.

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