Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

The end. por Lizama24

[Reviews - 19]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo: Fuck. Puede ser mierda o sexo, en este caso lo utilizaré como sexo por Akira. Jaja ¡Buenas tardes, días o noches! Hoy estoy de buen humor porque aunque esté más ocupada que nunca estoy haciendo cosas como publicar. Y me alegra muchísimo que estén leyendo. Que si no es mucho, qué importa. ¡Porque sí están leyendo! Es lo necesario.

Agradezco los rws.

El día había sido de los más asquerosos en mucho tiempo. Se maldecía por no haber usado protección en aquel entonces cuando se acostó con esa joven menor de edad con la que había querido desahogar su deseo sexual y que no sólo no lo había conseguido sino que también se había atado la soga al cuello él solo, dejándole embarazada.

Obligado a casarse con ella por la amenaza de sus padres de denunciarlo de violador de una menor, y qué decir del resto de la historia.

Bien, aquel día había sido quizás el más asqueroso de su vida pero este que seguía no era tampoco bueno. El estrés se había hecho presente en la mayor parte del día, su trabajo le había dejado tan cansado y aburrido. Y el llegar a casa no le apetecía en lo absoluto, desde que aquel feto se había muerto a los pocos mese de embarazo, pero suficientes para que ellos ya estuvieran casados, su esposa estaba insoportable, irritante, tan molesta y amargada.

 

Es obvio que una persona de su tipo desagradaría en lo absoluto, y él no era la excepción.

Ahora mismo, cargando su mochila al hombro, con su ropa casual que solía llevar para cambiarse después del trabajo y con un gran dolor de cabeza lo único que deseaba era llegar lo más pronto posible y buscar a la misma persona de siempre: a Aoi.

Como era de esperarse para todos, el viernes siempre terminaba llegando. Ese preciso día en el que muchas personas después de su jornada se iban a bares a beber y emborracharse hasta caer en el suelo, inconscientes. Aunque bien, algunas personas hacían otras cosas más apropiadas el propósito era el mismo, sacar el estrés.

¿Y cuál era la forma de sacar el estrés de Reita? Sencillo, irse a acostar con su preciado pelinegro que era el único que satisfacía sus deseos, el único en ese entonces.

 

Pidió una cerveza como siempre y rodó sus ojos para todos lados buscando al ya mencionado, si bien recordaba—y tenía mucha memoria— Aoi ya debería estar por ahí lo cual le causaba extrañeza de no verle por ningún lado. Al final decidió no tomarle mucha importancia y se puso a esperar, después de todo era paciente.

 

— ¿A quién esperas, mal teñido? —su voz llegó de inmediato a su oído así como el escalofrío que causaba su aliento tan cerca de este—. Aoi aún no llega.

 

 

—Miyavi. —pronunció después de girarse en su asiento para verle de frente—. ¿Qué haces aquí? No me digas que también estás metido en esto de la prostitución. —largó con una sonrisa en su rostro.

 

 

—Yo no soy joto, Akira. —chistó mientras rodaba los ojos—. Estoy aquí por negocios, ya sabes.

 

 

—En realidad no, nunca he sabido a qué te dedicas pero realmente no me interesa. —dio un trago más grande a su vaso. Miyavi parecía estar apunto de gruñir por la mueca en su boca, sin embargo eso nunca sucedió. Se limitó a ignorar aquel comentario.

 

 

—Me voy, debo ir a otro lugar. Nos vemos, “Reita”. Me saludas a ya sabes quien. —hizo un ademan con su mano para después irse caminando de ahí, Reita le observó por varios segundos hasta que la masa de gente no le dejó ver más allá.

 

 

Volvió a quedarse solo, más esto no duró más que un par de minutos en los que el moreno hacía acto de presencia y al verlo en la barra caminó directamente hacía a él.

Akira se sorprendió mucho de no verlo vestido como lo hacía, ni tampoco maquillado. Vestía como era normal en su día a día y su cabello no estaba ni peinado ni recogido, así como sus ojos no tenía el mínimo rastro de rimen. Al parecer no venía a trabajar.

 

 

— ¿Qué tal, Akira? —le saludó amablemente sentándose a su lado mientras le hablaba a Kai y le susurraba algo en el oído, este se rió y después regresó a lo suyo sin comentar nada al respecto.

 

 

—Ya sabes, como siempre aquí puntual. Algo que tú no conoces y al parecer no vienes ni siquiera arreglado. —Aoi sonrió como era de costumbre cuando lo hacía con él, con Reita podía reírse de cualquier cosa. Tantos días de verlo le habían hecho considerarlo un “amigo”, un amigo que pagaba por sexo.

 

 

— No vengo a trabajar, pedí el día porque tengo que quedarme en casa a cuidar a un amigo y una amiga. Al parecer el dejarlos el viernes por la noche no es tan fácil como creí.

 

 

— ¿Niñero? —el moreno asintió, Uruha iba mejorando pero no podía dejarle la responsabilidad de Manami y aunque los días anteriores se las había ingeniado para conseguir a alguien que les cuidara en lo que el trabajaba, ese día le fue imposible que alguien decidiera desperdiciar su preciado viernes por la noche—. Que horror.

 

 

—Lo dice el hombre que quiere un bebé para cuidarlo. —metió la mano a su bolsillo trasero para sacarse un único cigarrillo que cargaba y comenzar a jugar con él en la barra.

 

 

—No, lo dice el hombre que está casado con una mujer que quiere quedarse embarazada. —le quitó el cigarro y sacó un encendedor para prenderlo, esa era la forma en que Aoi se lo pedía, no dejaba de causarle gracia—. Por segunda vez.

 

 

—Gracias. Y tú también deberías desear un bebé, amar de una vez por todas a tu esposa y dejar de hacerme visitas semanales. Entiende, Akira. La vida no funciona así. —llevó el objeto a su boca inhalando de este para después exhalar el humo a un costado.

 

 

—La vida no funciona de ninguna forma en que la pienses. —fue su turno de fumar después de arrebatarle el cigarrillo de los labios sin que el otro se quejase—. Entonces me voy a mi casa, no tiene caso quedarme aquí. —se levantó dispuesto a irse.

 

 

—Intenta hacerlo con tu esposa. —comenzó a seguirle entre toda la gente mientras el rubio se acercaba cada vez más a la salida.

 

 

—Claro, no jodas. —se detuvo para verle de frente y regresarle el tabaco—. Ven, anda. No te detendré más que una hora.

 

 

—No puedo. Debo volver ya o sino podría pasarles algo. —Akira se acercó más a él pegándolo a su cuerpo para luego deslizar sus manos por su espalda y llegar a la parte baja de esta, causándole un estremecimiento y un respingo—. Idiota, ya dije que no.

 

 

—Si no quieres te obligaré. Sabes que hablo enserio. —murmuró en su oído mientras seguía acariciando esa parte que tanto excitaba al moreno, él bien lo sabía. Y también sabía que quería cogérselo.

 

 

Yuu bien podría irse con él, tener sexo una hora y después irse a su casa lo más pronto posible. Pero no quería que Akira le ganara en ese “juego” para que después el menor le saliera con algo como “Ves que sí me necesitas”, donde él tendría que gruñir y decirle que era su culpa.

Cosa que no quería, Reita le visitaba con frecuencia y con frecuencia ellos dos se acostaban al igual que conversaban, reían, se jugaban bromas, no quería decir que era algo así como un gusto así a se tipo; pero si seguía con esa relación con él seguramente terminaría gustándole.

«¿Le temes a algo, Yuu?»

 

—Oblígame. —pero aquello no sonó como un reto. Con esa sonrisa tan atrevida y que le mirara de esa forma, era claro que le estaba incitando a hacerlo.

 

 

Cuando estuvieron fuera de ese bar no perdieron el tiempo y rápidamente se fueron al hotel que frecuentaba con Reita, era lógico que no fueran hasta su casa para encontrarse con su esposa y saludarle. No se sentía para nada culpable de hacerlo con un hombre casado, después de todo él venía, no al revés.

Al ya encontrarse en la habitación que les habían asignado comenzó todo lo que siempre sucedía allí, y lejos de fastidiarle le encantaba. No era ninguna monotonía acostarse con Akira, al contrario, era algo nuevo ya fuera porque comprara juguetes sexuales o lo acomodara de alguna otra forma. Pero también estaba que a veces no tenían nada de sexo. Al rubio le gustaba contarle todos sus problemas en la semana y él había hecho lo mismo varias veces, desde su perspectiva Akira había dejado de ser un cliente más y se volvió su favorito.

 

Esa noche no usaron la cama, lo mantuvo en pie todo el tiempo contra una de las paredes del cuarto. Fue directo a penetrarlo después de quitarle los pantalones y bajarse los propios.

Tomándole del dorso de las manos para pegárselas a la pared y luego juntarse él. Sólo existió la necesidad de separar un poco sus piernas y que alzara sus glúteos para pudiera entrar de forma fácil y rápida.

 

No le desnudó el torso, ni él tampoco se desnudó a sí mismo. No tenía intenciones de tocarlo, ni de morderle, mucho menos de besarle. Fue suficiente con embestirle, con meter su pene entre sus entrañas para sentir el placer que tanto ansiaba sentir. Para gemir mientras sentía cómo cada centímetro de su miembro rozaba el interior del moreno de forma tan perfecta por la ferocidad de sus movimientos.

 

Nunca tuvo la oportunidad de preocuparse por la excitación del otro y como era de esperarse Aoi tuvo que masturbarse para poder alcanzarlo.

Sus manos dejaron de estar contra las de él y se anclaron a su cadera, exigiendo que le llevara el ritmo o que simplemente actuara como un juguete y se dejara hacer a su gusto. Aoi tenía el culo perfecto que deseaba tuviera su esposa, tenía la complexión perfecta que deseaba tuviera su esposa, tenía las características que tanto le atraían, tan delicioso encontraba cogérselo que deseaba que todos los días fueran viernes por la noche.

Se cansó de es posición y tiró de él para darle la vuelta y alzarlo a la altura de sus caderas para que enrollara sus piernas en esta, siéndole igual de fácil volver a entrar en él y taladrar su interior.

Cada penetración le quitaba un peso de encima: el estrés, las peleas, los gritos, los malos tratos de su jefe, el odio guardado dentro, desesperación, ansiedad, etc.

Y de peso en peso terminó corriéndose en el condón que traía puesto, dando por terminada su “jornada”. Yuu ya hace un rato que se había corrido sin que se diera cuenta, ahora mismo no le importaba más que tirarse en la cama y regular su respiración.

 

—Ya esta, ahora paga. —se tiró a su lado después de recoger su ropa faltante y ponerla a un costado. Esa vez no había existido variedad, pero se lo esperaba por la ansiedad que se estaba cargando el otro, era lógico que sólo quisiera coger y no jugar.

 

 

—Creí que no estabas trabajando. —le volteó a ver con una sonrisa en su rostro—. Nunca dije que te pagaría.

 

 

—Akira Suzuki, ¿Enserio piensas no pagarme? ¿Sabes lo que hago con la gente que no me paga? —alzó sus cejas al notar el semblante divertido de el otro, aún más, que su voz reflejara que hablaba en serio.

 

 

—Sí, les amarras a la cama y después les robas todo lo que traen encima. ¿Crees que puedes hacer eso conmigo? —seguía con su sonrisa de oreja a oreja, ahora se sentía tan ligero que podría molestar gustoso a ese chico junto a él.

 

 

—Al menos la banda si puedo. —Reita terminó sacándose los billetes del bolsillo y entregárselos sin chistar—. Gracias.

 

Dio un bostezo mientras se estiraba en la cama, el frio comenzaba a invadirle pero estaba tan cómodo que no le molestaría ser tocado por Akira en ese momento y ponerse extraño. Quizás era con la única persona que le gustaba sentirse de esa forma. Al pensar en eso de repente llegó a su mente la fotografía en casa de Takanori y la curiosidad le atacó haciéndole victima para que preguntara.

 

— ¿Conoces a Takanori? —el silencio había gobernado por varios minutos y el rubio parecía estar durmiéndose, al escuchar su voz volvió a abrir sus ojos y le miró después de restregárselos.

 

 

— ¿Takanori? —el nombre le sonó de inmediato—. ¿Takanori qué?

 

 

—No lo sé, sólo sé que se llama Takanori y le apodan Ruki. —Akira llevó su mano a su cabeza y rascó entre sus cabellos para luego asentir—. ¿Eras su pareja?

 

 

— ¿Por qué me estás haciendo preguntas sobre él? —Aoi se quedó en silencio meditando qué decir, no tenía nada qué decir—. ¿Le conoces tú?

 

 

—Hace poco le conocí, y después de estar en su departamento encontré una foto donde estaban ustedes dos.

 

 

— ¿Y por eso consideras que fui su pareja? —se sentó en el colchón con ayuda de sus brazos y soltó sus hombros, había estado tan cómodo como para que ahora el moreno le saliera con ese tema de conversación.

 

 

—Si no lo fueras hubieras negado inmediatamente. —musitó sin moverse de su lugar, viéndole desde su posición cómo fruncía el ceño y apartaba sus cabellos sudorosos para atrás para que no le obstruyeran la vista—. ¿Por qué terminaste con él?

 

 

—Ambos decidimos que eso no había funcionado, tiempo después me casé con Chihiro luego de que la embarazara. Fue una relación que pasó, algo que no debió suceder. Takanori también lo pensó así. —concluyó para tomar su ropa y comenzar a vestirse—. Me voy, Chihiro debe estar que echa humo y seguro me gritará toda la noche que sobra. Nos vemos el viernes.

 

 

—Bien. —le sonrió para también vestirse.

 

 

Debía llegar pronto a casa, quizás de esa forma su mujer tendría el genio menos pesado. Al menos tenía la ilusión de eso.

No es que considerara a su esposa alguien mala, de hecho él era el malo, el esposo infiel que se contrataba a una prostituta para satisfacerse. Pero la verdad era que Chihiro no era su tipo. Aún era una niña a sus ojos y dudaba algún día verle a su “altura” algo así como para su edad.

Le reprochaba internamente a Uruha por decirle que si se acostaba con una menor sentiría un mayor place, claro que le había vacilado, la chica esa estuvo chillando la mayor parte aún cuando estaba de acuerdo. Y para acabarla era más fértil que nada.

 

Al cabo de los minutos llegó a su casa, encontró todas las luces apagadas por lo que supuso que Chihiro ya se había dormido. Caminó sigilosamente por la sala de estar para luego entrar a la habitación igual de silencioso. Se había equivocado, la joven estaba despierta sentada sobre la cama, vestida con un traje provocativo y maquillada peor que una puta—según Akira—, al verlo entrar sonrió y se levantó para caminar hasta él y rodearle con sus brazos por el cuello, demandando un beso que para nada fue correspondido por el mayor.

 

— ¿Qué haces vestida así? —cuestionó con el ceño fruncido, su traje interior de color rojo descubría casi todo su pecho y no estaba más debajo de la mitad de sus muslos.

 

 

—Quería sorprenderte—pareció no importarle la forma tan brusca de su pregunta—, hace mucho que no hacemos el amor, Aki. Extraño sentirte. —susurraba muy cerca de sus labios. Aquellas palabras no causaban más que repulsión al rubio, Chihiro no le gustaba.

 

 

—Nunca lo hemos hecho. —separó sus manos de detrás de su cuello para retirarla hacía enfrente, logrando alejarla a la fuerza—. Esa palabra no existe en mi vocabulario ¿Recuerdas?

 

 

—Entonces al menos tengamos sexo. —Reita le había pasado por el costado para irse directo a la cama a dormir, por lo que se giró y caminó hasta él en un intento de convencerlo—. ¡Akira! —gritó al ver que no le hacía el mínimo caso. Se había vestido y maquillado de esa forma para recibir un poco de atención y al parecer ni así podía lograrlo.

 

 

—Cállate, Chihiro. Sabes que vengo muy cansado déjame dormir. —se sentó en el filo de la cama para quitarse los zapatos.

 

 

— ¿Por qué eres así? —sus ojos se llenaron de lágrimas amenazantes, Reita rodó los ojos «Otro drama más» habría preferido regaños e insultos a eso—. Tú fuiste el que empezaste con esto, y ahora que estamos casados ni siquiera me besas.

 

 

—Yo sólo quería sexo contigo por una noche—dijo de golpe sin importarle ya que los supiera—. ¿Entiendes? Tus padres me amenazaron para que me casara contigo ¿Enserio piensas que yo querría tener una familia con una mocosa como tú? —la castaña frunció el ceño al igual que parte de su cara, sus mejillas eran mojadas por las gruesas lágrimas que caían de sus ojos—. No eres más que un error en mi vida.

 

 

— ¡Eso no es cierto! ¡Me estás mintiendo! —aquella chica era de lo más estúpida, una joven más que se perdía por estar enamorada, porque ella sí lo amaba. Amaba a Akira de forma tan idiota que se dejaba hacer lo que fuera, humillarse—. Tú también me quieres.

 

 

— ¿Enserio? —sonrió incrédulo mientras se ponía nuevamente de pie pero ahora descalzo. Caminó hasta ella para tenerla de frente—. Todos los viernes me voy a coger a un chico de nombre Aoi, con el cual sí disfruto del sexo ¿Crees que si te quisiera hiciera eso? ¡Acabo de hacerlo hoy!

 

Recibió una bofetada al terminar la frase. El ardor fue mucho más fuerte en la mano de la castaña que en la mejilla del rubio.

Se mordió sus labios mientras seguía llorando, ahora se sentía más que humillada. Akira le había estado poniendo el cuerno todo ese tiempo, ¿Por qué no lo había dudado? ¿Por qué todos esos días en los que llegaba mucho más tarde, oliendo a veces a jabón o a otro perfume, nunca había imaginado eso? Simple, estaba enamorada.

Akira ni siquiera llevó su mano a su mejilla para calmar el dolor, siguió con su mirada en ella, tan dura y fría que dolía más que cualquier golpe.

 

—Eres un maldito. —gimió en medio de sollozos sin apartar su mirada nublada por las lágrimas de la del otro—. Eres un bastardo, un hijo de puta.

 

 

—Todo lo que quieras. —le dio la espalda para quitarse la banda de su cara, echarla a un cajón y acostarse a dormir. No le importó dejarla parada justo enfrente de la cama llorando amargamente mientras cubría su boca, no le importó cuando esta salió del cuarto corriendo a quién sabe donde. De hecho se alivió pues así podría dormir mejor.

 

 

***

 

 

En lugar de preocuparse más por Manami estaba más preocupado por la reacción que tendría el rubio al llegar a casa, seguramente le golpearía con la fuerza que recién había recuperado.

No se había tardado una eternidad pero era seguro que Uruha sabría dónde estuvo todo ese tiempo.

Cuando entró lo encontró de pie cocinando lo que parecía ser una simple sopa, « ¿Uruha cocinando?»

 

Quiso pasar de desapercibido, como si eso fuera a solucionar algo. Y claro que no lo logró, el teñido se dio vuelta casi de inmediato cuando él pasaba por la puerta de la cocina. Su mirada reflejaba molestia pura y Aoi no sabía qué hacer.

 

— ¿Dónde estabas? —sonaba como si fuera su esposa, aún peor, su madre. No entendía por qué siempre hacía una pregunta si él lo sabía perfectamente.

 

 

—Estaba… con Akira. —ahora no pretendió mentir ¿Para qué? Y tenía curiosidad de saber qué sucedía si era sincero.

 

 

— ¡Lo sabía! ¡¿Sabes lo preocupado que estaba?! ¡Y yo no puedo cuidar a Manami! —dio un respingo cuando Kouyou azotó la cuchara en la barra detrás de él, causando un fuerte sonido, curioso porque ese material no era para que sonara tanto. Sintió miedo, comenzaba a creer que las mentiras eran mejor.

 

 

—N-no me tardé tanto, Shima. Además a Manami no le pasará nada si no la vigilas una hora o dos. —titubeó, Uruha se acercaba cada vez más a él y él retrocedía a cada paso—. No volverá a pasar. —dijo en un hilo de voz al tenerlo ya enfrente de él.

 

 

—Más te vale. —murmuró para después darse la vuelta y continuar con lo suyo—. Ayúdame en lo que puedas, sólo me falta poco tiempo para terminar esto.

 

Aoi asintió pero primero se fue a ver a la menor para asegurarse de que estaba bien, estaba en la misma posición en la que la había dejado. En su silla de ruedas y a un lado de la cama donde había estado Uruha.

Se acercó a ella para revolverle los cabellos y sonreírle, llevaba en su casa casi cuatro días y su madre no tardaría mucho en llegar. Tomó su diestra con la suya y la abrió para entrelazar sus dedos con los de ella, con su otra mano intentó mantener sus dedos firmes, lo cual le costó demasiado y decidió dejarlo. La miraba directamente a los ojos intentando descifrar sus pensamientos ¿Qué estaría pensando? ¿Le habría extrañado?

 

Puso sus manos detrás de su cabeza sosteniéndola, acomodándola en el respaldo de la silla para que estuviera derecha. Era tan difícil hacer una acción tan sencilla como esa.

Acomodó un mechón de cabellos detrás de su oreja e intentó descubrir su rostro. Se levantó y tomó un cepillo que descansaba en el buro. Entre su mano izquierda sostuvo un mechón de cabellos y pasó el cepillo desde la cabeza hasta las puntas, desencerrando sus cabellos y quitando todos los nudos con el mayor cuidado. Así hizo con todo su cabello, con una liga lo recogió en una coleta alta y dejó el cepillo donde estaba. Volvió al frente para mirarla cómo había quedado y sonrió, Manami era bonita ante sus ojos, esos ojos marrones más brillantes que los suyos pero no tan claros como los de Uruha. Su estatura era pequeña pero no para desagradar, y era delgada. No sentía lastima por ella, sería horrible si lo hiciera, le dolía. Le dolía verla enferma.

 

Se puso de pie y tomó la silla por detrás para conducirla al comedor, la dejó en un costado de la mesa y comenzó a ayudarle a Kouyou con lo que faltará en lo que terminaba de cocinar.

Al termino de las tareas de ambos la levantó para dejarla sobre una de las sillas del comedor y él sentarse a lado para poder sostenerla y que no cayera, bien podría haberla dejado en su silla de ruedas pero Aoi no quería, le molestaba tener que llevarla a todas partes en ella, y el que tuviera que  tenerla hasta en casa en ella, lo fastidiaba aún más.

 

“Ella la necesita” le había reprimido el más alto, y sabía que tenía razón. Sin embargo Yuu quería que se sintiera más libre, sin estar atada a algo como esa silla.

Así comenzaron a comer y el moreno a darle de comer a Manami.

Kouyou parecía estar un poco mejor aunque sus extremidades seguían doliendo horrores, tendría que guardar reposo una semana más o quizás más por ordenes del médico y del moreno.

Las heridas de Aoi no eran tan graves y él parecía estar muy bien por lo que no había de qué preocuparse.

 

—Si vuelven a darte una golpiza no voy a volver a cuidarte, ¿Oíste? —tallaba los platos con la fibra mientras el otro se quedaba sentado a lado de Manami.

 

 

—Ya oí, pero cuando tú estés en problemas tampoco te ayudare ¿Bien? —Yuu rodó los ojos suspirando—. Por cierto, ya no estás yendo con ese enano ¿Verdad?

 

 

— ¿Con Ruki? No le he visto en estos días. —secó sus manos en su propio pantalón caminando hasta ellos.

 

 

—Quizás ya le mandé matar. —mentía, y Yuu lo sabía por lo que sólo negó sonriendo mientras seguía acercándose a ellos—. Bueno no, pero puedo hacerlo si sigue molestándote.

 

 

—Suenas como mi madre, ¿Ya te lo había dicho?

 

 

— ¿Tu madre también mataba a tus amiguitos? —se levantó para ayudarle a cargar a Manami a su silla con la poca fuerza que había recuperado, aunque para Aoi era más que suficiente.

 

 

—Bueno, no. —rió y colocó a la niña en su lugar—. Pero sí me protegía y reñía bastante como tú.

 

 

—Por cierto, ¿Hace cuánto que no ves a tus padres? —el mayor condujo la silla hasta la habitación donde fue ayudado nuevamente por el rubio para ponerla ahora en la cama y que pudiera dormir, pero antes debía darle sus medicamentos.

 

 

—Desde que llegué a Tokio. No sé, unos ocho años, quizás más. —no podía recordar con exactitud hace cuánto que no veía a sus padres, hace cuánto había abandonado Mei para venir a estudiar en Tokio y tener una vida mejor «Vaya vida».

 

El resto de la noche  ambos la pasaron velando el sueño de la joven y conversando entre ellos, no parecía que ninguno de ellos quisiera dormir. El sueño no llegaba y no estaban dispuestos a llamarle. Hace tiempo que no tenían una plática tan amena y por primera vez Kouyou se animó a contarle un poco de su vida.

Venía de Shounan y había llegado a Tokio mucho antes que él, tenía dos hermanas mayores y padres. Aunque quiso sacarle más información fue todo lo que consiguió antes de que cambiara de tema a cada una de sus preguntas por lo que se dio por vencido y le siguió el tema.

Al cabo de horas y horas de parlotear decidieron que era hora de dormir y así lo hicieron, uno a cada orilla de la cama, de costado y dejando a Manami en medio.

 

Despertó mucho antes  de lo que hubiera querido. La habitación estaba en completo silencio a excepción del sonido que hacían todos al respirar. Volteó para poder ver de frente a la menor, su rostro plácidamente dormido, cada uno de sus rasgos. El tan sólo pensar en qué sería de ella en un futuro le volcaba el corazón, teniendo tanto dinero y a la vez tan poco para pagar su rehabilitación. En esos momentos era donde se ponía a pensar que quizás se estaba tardando demasiado, que quizás nunca lograría tener lo suficiente. Tal vez Manami no le esperaría y moriría antes de que pudiera hacer algo.

 

Impotencia. Era lo que sentía en esos momentos, los días pasaban, ella crecía cada vez más al igual que su enfermedad. Desde un principio él no debió tomar la responsabilidad, no tenía que hacerlo. ¿Cuántos niños, adultos y jóvenes no morían a diario? Manami no sería más que uno. Pero al pensar en eso fue como una punzada, algo que le gritaba que ayudara al menos a uno más.

La gente moría de a diario, el resto no se inmutaba ni un poco.

Los que lloraban en esos momentos en un futuro volvían a sonreír.

Las personas habían construido una barda que los apartaba de lo que era la solidaridad. Los suyos morían, y a nadie le importaba.

 

Claro, que la muerte es algo natural. Le llegará a cualquiera tarde o temprano.

De hecho, la vida es un camino hacia la muerte. Pero no todos disfrutaban de caminar. Es más, algunos otros no podían ni hacer el trayecto.

 

Yuu había decidido tomar otro camino, el de unirse junto con Manami. Ayudarla a caminar por ese sendero, el que intentaba hacer cada vez más largo. ¿Cuánto más podría esperar? ¿Cuánto más duraría caminando?

 

Paseó su mano por su mejilla y parte de su barbilla, admirando cada centímetro de su piel pálida y amarilla. Sus parpados cerrados que algún día no volverían a abrirse jamás.

 

—Quizás ya sea demasiado tarde. —el más alto le miró sin expresión alguna—. Quizás debería darme por vencido.

 

 

—No me importa. —susurró y se dio la vuelta dándole la espalda. Aoi suspiró y abrazó el pequeño cuerpo de la joven con su brazo derecho.

 

 

Realmente sólo te importa a ti.

Notas finales: ¿Creen que Akira es malo? Yo creo que... yo creo que no sé, sólo sé que tiene una esposa a la cual no ama y le es infiel. Pero al mismo tiempo él nunca le ha sido hipocrita, siempre le ha dicho que no le quiere... bien, eso es información extra de mi cabeza jaja.

Y Uruha es un posesivo, ¿Creen que le guste Yuu? Yo no contestaré porque es mi fic ¿Verdad? No tendría mucho sentido decirlo.

Y luego Takanori, creo que no salió mucho en este capitulo, no me acuerdo.

Creo que la historia se está reteniendo en algo, no sé en qué momento pasó lo que tenía que pasar y con lo que se dio el final. En fin, ya dije mucho que no tiene mucho sentido así que les dejo.

¡Gracias!

Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).