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The end. por Lizama24

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Notas del capitulo: Hola. ¿Cómo están? Si a alguien le interesa, yo muy bien con gripe y con una computadora descompuesta. Pero eso no fue obstáculo para que publicara jojo. En fin, muchas gracias a quienes se toman su tiempo para leer este fanfic, a quienes dejan rw, a quienes le han visto un poco.

No tengo mucho qué decir. Este capitulo es de los más pequeños que hice así que no les tomará mucho tiempo.

Su sonrisa lo delataba completamente, tampoco es como si intentara esconderlo. Claro que después de un buen rato de carcajadas vendría la suplica para que parara de golpearlo.

Pero él sólo pretendía disfrutar el presente y no temerle al futuro.

 

Por su lado el moreno se veía que intentaba o contenerse, o estaba planeando cómo matarlo lenta y tortuosamente hasta que entendiera que no le agradaban sus bromas.

 

 

—Shou. —pronunció el nombre de ese chico y este ensanchó más su sonrisa como si un halago le esperara—. Te voy a matar y te acordaras de mí.

 

 

— ¿A sí? ¿Y qué hará un enano como tú? —siguió con su sonrisa. Era obvio que no le consideraba un enano, sólo le ganaba por unos diez centímetros y ya, pero cuando Yuu se enojaba era muy divertido pelearse con él.

 

 

— ¡Cállate! ¡¿Cómo te atreves a hacerle eso a mi bicicleta?! —su querida bicicleta, con la cual salía todos los días a todas partes y presumía que algún día sería un gran ciclista y participaría en las olimpiadas y demás cosas que se le ocurrían.

 

 

— ¡Exagerado! —soltó una carcajada—. Sólo le decoré un poco y le quité la cadena, no es para tanto. —decorar en ese momento era haber tallado toda la pintura y después pintarrajearle con marcadores de colores y pintura acrílica.

 

Yuu no aguantó más y se le fue a los golpes, como antes ya había hecho. Shou intentaba detener sus brazos mientras reía y reía, era tan divertido ante sus ojos ese moreno. Claro que le dolían sus puñetazos y patas pero no era para tanto, era más su diversión.

Sostuvo sus muñecas dejándolo forcejando y sin posibilidad de seguir lastimándolo más.

Más sus pies seguían intentando propinarle punta pies.

Shou llevó sus brazos a su espalda para sujetarlos con una sola mano y la otra tenerla libre para taparse las patadas. Yuu se sentía tan humillado por no poder soltarse del agarre del más alto así que decidió calmarse y sólo mirarlo con el ceño fruncido.

 

—Parecen niños. —otro de cabellos negros se les acercó mientras observaba “disgustado” sus comportamientos—. Ya suéltale, Kohara.

 

 

— ¡Tora! Creí que hoy no venías. —automáticamente soltó al más bajo dejándole libre, Tora terminó por estar a sus lados y saludó a ambos.

 

 

—Sólo tardé unos minutos, ¿Qué le hiciste ahora? —giró su cabeza a Yuu que seguía notablemente molesto, tal vez para Shou era muy divertido todo eso pero para él no.

 

 

—Sólo me divertí un poco, ya perdóname Yuu-chan. Prometo no molestarte en mucho tiempo. —se aproximó más a él estrechándolo con fuerza lo cual molesto más al otro e intentó apartarlo con todas sus fuerzas.

 

 

— ¡Ya! —gruñó empujándolo lejos—. Está bien, pero a la otra te irá mal. Ahora ponle la cadena a mi bicicleta.

 

 

Ese día tenían planeado ir a visitar a uno de los amigos de Amano, aunque ninguno de ellos lo conocía decidieron acompañarlo ya que según el más alto de todos, hace mucho que no le veía y comenzaba a preocuparse por él. Irían en bicicletas, recorrerían un largo camino, pero no les era para nada pesado pensar en el sol sobre sus cabezas, el sudor y la sed. Para ellos ya era algo normal.

Aquel trío iba y venía en todo Mei, cuando se era joven realmente era muy divertido conocer todo los lugares que te fueran posibles.

Después de que Shou arreglara la bicicleta del moreno se treparon todos a las suyas y comenzaron el trayecto.

Nadie aparte de Tora sabía a dónde iban, pero no tenían miedo de perderse ya que ya se habían perdido infinidad de veces que les daba completamente igual que lo hicieran una vez más.

 

En medio del trayecto se detuvieron para comprar botellas de agua y demás cosas para lo que faltaba, aprovechando Tora les dijo que iban fuera de la ciudad así que no quería que se echaran para atrás, todos estuvieron de acuerdo y continuaron.

No faltaron las bromas pesadas de Shou y los puñetazos de Yuu, mientras que Shinji intentaba calmarlos como si de su madre se tratara.

 

El sol comenzaba a deshidratarlos y sus playeras a pegarse a su piel debido al sudor. Varias veces el castaño chillaba por el dolor en sus piernas, cualquiera de los dos podía ofrecerse a llevarlo a partir de ahí pero ninguno pretendía cargarse la bicicleta, ¿Cómo se supone que lo harían? Y era lógico que Shou no la dejara a mitad de carretera para no saber nada más de ella.

 

 

— ¿Recuerdan a esa chica que recién entró a nuestro instituto? —otro comentario del señor conquistador de recién llegadas.

 

 

—Sí, ¿Qué con ella? —el hecho de estar aburrido le incitaba a seguirle la corriente en sus comentarios.

 

 

—Estoy casi seguro que es hombre. —todos estallaron en carcajadas pero el otro no parecía divertido—. ¿De qué se ríen? ¡Yo quería tirármela y casi me da un infarto cuando me enteré!

 

 

—Estás loco, Shou. Ella es mujer, yo he hablado varias veces con ella. —argumentó el más alto. Todos seguían el transcurso, sólo se habían afilado el uno a lado del otro para escucharse mejor.

 

 

— ¿Qué pruebas tienes? —dijo el mayor a todos aún riéndose por tal cosa, pero si Shou lo afirmaba quizás era cierto.

 

 

— ¡Muchas pruebas! La otra vez la oí hablando por celular en el salón cuando este estaba completamente solo y…

 

 

—Cuidado Tora, no vayas a hablar en un lugar tú solo porque te tachan de travestí. —Tora contribuyó con su risa, el otro gruñó porque le interrumpieron y exigió que le dejaran continuar—. Ya, habla pues.

 

 

—Su voz era gruesa, ¡No era la que escuchas cada vez que hablas con ella! ¡Era de hombre! —soltó los manubrios de su bicicleta para dar más efusividad a su comentario.

 

 

Como era de esperarse perdió el equilibrio por estar tan distraído y cayó al suelo sin poder impedirlo. Los otros dos se detuvieron de inmediato y después de bajar de sus bicicletas caminaron hasta él para levantarlo mientras ahogaban sus ganas de reírse de él.

 

 

—Eso te pasa por juzgar a las personas, el que una mujer tenga la voz más gruesa que la tuya no me sorprende. —no era que le considerara con voz de niña pero cuando estaban todos juntos no podías evitar decir cualquier comentario ofensivo por falso o verdadero que fuera.

 

 

— ¡Pues no me crean!, pero yo no me la cojo. —ambos rodaron sus ojos y le soltaron cuando este ya estaba de pie y recogiendo la bicicleta del suelo.

 

 

—En ningún momento te estábamos diciendo que lo hicieras.

 

Dada por terminada la discusión y que nadie, le creyera siguieron su camino sin preocupación alguna. Ese día ya no tenían nada qué hacer pese a los deberes de cada uno en sus casas. Pero ya después recibirán el regaño de sus madres por haberse escapado ese día y quién sabe a dónde.

Shou se la pasó una hora tarareando una canción, le gustaba mucho la música y decía que de grande quería ser un gran cantante y contrataría a Tora como su baterista, después este le dijo que no le gustaba la batería y comenzó otra discusión estúpida.

Cada uno de ellos tenía sueños para su futuro, los cuales quizás sólo se quedarían en eso. Pero como era de esperarse, de jóvenes pensaban que todo lo podían, que no existían imposibles y que cualquier cosa que quisieran lo conseguiría. Lo cual era algo muy admirable cuando eras joven, un empujoncito.

 

La oscuridad apareció cuando era de esperarse y aún no tenían idea de cuánto faltaba para llegar, a excepción de Tora que sabía perfectamente cuándo llegarían. El cansancio les estaba venciendo al igual que el sueño, después de todo estar horas en bicicleta te agotaba.

Cuando más lo necesitaban llegaron a donde era la casa del amigo del más alto de todos.

Al llegar todos arrojaron las bicicletas a un lado; Yuu y Shou se tiraron al suelo mientras que el otro se aproximaba a tocar la puerta.

 

 

—Estoy muriendo, Yuu… escucha atentamente. —descansaba el castaño en el duro suelo de pavimento en donde estaban mientras el moreno intentaba reincorporarse para darle un zape en la frente haciéndole gruñir.

 

 

—Cállate, desde un principio no te invitamos y tú te colaste. Ahora no te quejes. —el castaño no tardó en sentarse también y observar por donde se había ido el otro pelinegro, la puerta que había tocado ahora estaba cerrada y él ya no estaba, supuso que había entrado.

 

 

—Ni siquiera nos invitó a pasar. —gruñó mientras sobaba sus piernas entumecidas y Yuu le seguía la acción con las suyas—. Yuu, ¿Te gusta este lugar? ¿Es muy diferente a Mei?

 

 

—Tiene cosas diferentes, como esa estatua que vimos camino acá. Pero creo que Mei es mucho mejor, supongo que es porque ahí crecimos. —desató sus agujetas y volvió a atarlas más apretadas—. ¿A ti?

 

 

—No me gusta Mei, creo que es un lugar muy aburrido. ¿Te imaginas si viviéramos en Tokio? ¡Esa ciudad es fantástica! Una vez fui ahí de vacaciones y conocí muchos lugares. —una sonrisa se dibujo en su rostro mientras recordaba—. Pero es horrible volver al lugar donde no existe nada interesante.

 

El más bajo rió por tal comentario sin poder evitarlo, era obvio que su amigo pensaba sólo en lo material y las cosas divertidas que podías encontrar en una ciudad tan grandiosa como lo era Tokio, él no la conocía pero sabía de ella.

Pero aún así, despreciar de esa forma a tu ciudad de origen sólo porque no es como esa le parecía algo tonto sin sentido.

 

—Cuando seas grande podrás irte allá y serás feliz. —se puso de pie y luego estiró su mano para ayudarle a él a levantarse lo cual no tardó en hacer con ayuda de su amigo.

 

 

—Lo dices como  si estuvieras en desacuerdo. —en ese momento Tora venía saliendo por la puerta de madera por la que había entrado minutos antes—. Que a ti te guste este lugar no quiere decir que a todos nos guste.

 

 

—No digo que sea algo malo, ni tampoco que a todos debe de gustarle. Pero ten en cuenta de que un lugar jamás será tan bueno como lo esperas. El que hayas disfrutado de las vacaciones no quiere decir que disfrutarías de vivir allá. —Tora ya estaba cerca para poder escuchar todo lo que decían, aún así decidió no meterse—. Extrañarías “este lugar”, como le dices.

 

Shou frunció el ceño y pretendía seguir el tema hasta hacerle entender su punto de vista y que lo aceptara. El más alto le calló con ademan y decidieron dejar el tema.

El cual era estúpido ya que sólo había surgido de la nada y para nada en especial.

Dándole paso a lo que el otro diría se sentaron  en la banqueta, no era nada interesante. El tipo sólo estaba enfermo y no se lo había dicho a nadie por la vergüenza que sentía al tener varicela a los dieciséis años de edad, su madre la había dejado pasar y su amigo casi le saca los ojos para que no lo viera. Después de la anécdota tan interesante de un chico de dieciséis peleándose con uno de sus amigos en su recamara y que terminara tomándole fotos para después amenazarle con ellas, decidieron que era hora de volver a casa.

Claro que Shou no estaba de acuerdo de sólo ir allá para quedarse afuera de la casa y después volver de inmediato.

 

—Pues yo tengo que volver, así el castigo no será tan malo. —dijo el mayor de todos cogiendo su bicicleta y montándola de nuevo, harían unas cuatro horas de regreso así que regresarían como a las doce de la noche, no era para tanto.

 

 

— ¡Qué aburridos! —chasqueó la lengua mientras se cruzaba de brazos—. Váyanse ustedes entonces, yo me quedo a ver más de esta ciudad.

 

Lógico era que esperaba que con eso los otros también le acompañaran pero ellos no pretendían dejarse manipular así que asintieron y le dejaron ahí mientras ellos regresaban por el mismo camino que habían tomado minutos antes.

Shou se quedó ahí boqueando al verse abandonado por sus amigos pero en fin, él se lo había buscado.

 

—Quizás no debimos dejarle solo. —volteó hacía atrás y divisó lo poco que podía ver con esa oscuridad y las pocas luces que había en esos lugares.

 

 

—Lo dices hasta que ya estamos a más de una hora de camino, Tora. —soltó una carcajada para luego orillarse porque venía un auto, después volvió a lado del otro pelinegro.

 

 

—No importa, sólo dije que no debíamos hacerlo pero seguro se está divirtiendo a lo grande vagando como un loco ha estas horas en las calles. —suspiró y siguieron pedaleando por otras tres largas horas hasta que se encontraron frente a la casa del más alto—. Nos vemos mañana, si seguimos vivos.

 

Luego de dejarlo y escuchar cómo su madre comenzaba a gritarle y reprimirlo decidió partir a su casa a recibir su merecido castigo por ir con sus amigos aún cuando su madre dijo “no”.

No tardó más de diez minutos en llegar a su residencia y entrar para encontrar a su hermana mayor con su madre por un lado y decirle “¿Ves? Está bien”. Su madre lucía despavorida seguramente por la preocupación de dónde estaría su pequeño e indefenso hijo, quizás pensó que lo habían secuestrado y ahora estaban vendiendo sus órganos.

 

—Te espera un gran castigo, enano. —su hermana le sonrió con un deje de burla y abandonó la sala para dirigirse a su habitación. Estar cuidando a su madre y sus preguntas extrañas no era nada fácil, su hermano estaba roncando seguramente y su padre no llegaría esa noche.

 

— ¿Dónde estabas, Shiroyama? —al parecer su cara de preocupación había desaparecido y ahora le miraba más que furiosa. Las madres siempre tan bipolares.

 

 

—Estaba con Amano, ya te lo había dicho. —intentó zafarse de eso y caminar directo a su habitación.

 

Claro que eso fue imposible y vinieron los regaños, las preguntas de reflexión para que Yuu entendiera que hizo mal, los comentarios de “Me tratas como un niño”. Cuando ya estuvo en su habitación hubiera preferido haberse quedado con Shou y vagar por ahí como si nada, por primera vez quería dejar Mei y conocer todos esos lugares que a veces le presumía el castaño, conocer más lugares muchos mejores que Mei y seguramente tener una vida mejor.

El vivir entre lujos y comodidades, con lugares tan divertidos como los que existían en Tokio y disfrutar de más oportunidades que no existían en ese lugar, quizás ahí sí podría progresar como ciclista o como surfista, que también era otra cosa que le encantaba.

 

«Cuando sea grande viajaré a Tokio».

 

 

Y esa promesa que se hizo la hizo realidad, viajó a Tokio cuando tuvo oportunidad. Oportunidad que se le presentó cuando uno de sus amigos le dijo que viajaría allá para terminar sus estudios.

Primero sus padres se rehusaron a que se fuera, tenía veinte años recién cumplidos y había abandonado sus estudios hace ya unos años por rebeldía « ¿Y ahora pretendes irte a “estudiar” lejos?» Era algo estúpido según sus padres, y bien que tenían razón.

Pero como era de esperarse el hijo menor de los Shiroyama escapó cuando tuvo oportunidad y no volvieron a saber de él—y hasta el momento no sabían nada de él—.

 

Aunque pareciera ilógico, al llegar a Tokio y tener el dinero de los padres de su amigo, el cual pedía dinero para ambos sin que ellos los supieran, sí continuó sus estudios y al finalizar la escuela media superior siguió con su carrera: Finanzas. Su amigo ya se había graduado pero tuvo que ocultárselo a sus padres para que siguieran mandándole dinero para ayudar al moreno, ese era un buen amigo del cual aprovecharse.

 

Sin darse cuenta se había olvidado de todos sus sueños de joven, con sus 24 años ya sabía que debía buscar una profesión y vivir de ello pues su amigo—nombre el cual ahora desconocía— no le seguiría dando dinero después de que se graduara.

Las bicicletas ahora no le servían más que para ir de un lado a otro, la tabla de surf hace tiempo que no la usaba y yacía llena de polvo. Y el “Tokio es una ciudad muy divertida” comenzaba a esfumarse hasta no quedar nada, pero eso último no le mortificaba mucho puesto que ya tenía casi su futuro listo.

Unos meses más y tendría su profesión terminada, debería buscar trabajo y adiós dinero fácil. En cierta forma le emocionaba pensar en una vida hecha por sus propias manos, con su esfuerzo y dedicación y ayuda de varias personas que había conocido a lo largo de esos años.

 

Cuando sus padres se enteraron de que habían pagado la carrera de otro hombre que ni siquiera conocían le exigieron que se los pagara—ahora ya no recordaba si había pagado, pero recordaba que en ese entonces se sentía muy atemorizado—.

 

Su positividad no cambiaba y seguía luchando día a día por conseguir lo que ahora quería.

 

Cuando joven había trabajado años en aprender a surfear, luego a manipular como un genio la bicicleta y recorrer largos kilómetros a una velocidad muy buena. Había trabajado para conseguir lo que quería para un futuro.

 

De adulto había dado lo mejor de sí para sacar sus estudios y tener algo mejor, olvidándose de todo lo demás, de los sueños que ahora consideraba tontos pero preciados y de todas las personas que quisieron detenerlo cuando él quería lograr algo grande.

Esos años en los cuales se había dedicado enteramente a él sin importarle nada más a su alrededor, esos años en los que siempre estaba mirando al futuro, ignorando el pasado y estirando el presente para llegar cada vez más lejos.

 

 

 

Y de un momento a otro tuvo que quedarse varado, detenerse y esperar un poco más.

Su carrera no fue suficiente.

El dinero no fue suficiente.

Todo lo que había dejado pasar no fue suficiente.

De todo lo que había  huido no fue suficiente.

 

Pero aún así seguía en su mente que estaba trabajando para su futuro.

 

«Dame unos años más y prometo darte todo lo que tengo… pero quédate».

 

Se había desviado de su camino para conseguir un logro más, había dejado de preocuparse sólo por él para preocuparse sólo por ella.

¿Dónde habían quedado esos sueños? En sueños.

¿Dónde había quedado el “yo”? No lo sabía.

¿A dónde había ido todo su esfuerzo hasta ahora? Se lo había tragado la vida.

 

Su futuro ahora era Manami, ¿Qué haría sin un futuro? ¿A dónde iría después?

Empezaba a temer que si Manami moría ya no sabría qué hacer después.

Sólo esperaba que todo saliera bien; que Manami se curara, encontrara un trabajo mejor, Kouyou se quedara a su lado porque la verdad era que ese chico le había ayudado varias veces—así como él a él—. Y que la vida le diera un poquito de amor para bañar a la joven de ello.

 

 

Pienso exprimirme hasta morir, sólo con tal de que tú no lo hagas.

 

Notas finales: ¿Y bien? Aquí conté un poco más de Aoi, eso es todo por esta semana nos leemos en la próxima sin falta como siempre.

Van 5, faltan 9.

Déjame leerte también con un rw.

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