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The end. por Lizama24

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Notas del capitulo: Les he traído actualización como todos los miércoles.
Vamos en el capitulo 6 y bueno... este la verdad es que me ha encantado, no tengo idea de por qué pero bueno.

Jekyll, si no te avisé el día que subí que actualicé es porque debes seguir estudiando.

Y una aclaración:

w6;w6;w6;: significa que lo que sigue será algo del pasado. No es que lo estén recordando, sólo es un fragmento del pasado. Termina cuando vuelvan a aparecer los mismos signos.

Aquel tipo se había quedado dormido después de la botella que se habían bebido en su departamento. Era un hombre rico y con una piscina en su hogar, pero se veía que no sabía beber. Se sumergió hasta hundir su cabeza en el agua burbujeante y contener la respiración para luego salir y lanzar un bostezo.

El tipo era guapo, era una lastima que no fuera a hacer nada con él esa noche.

Después de esos días en los cuales se había recuperado venía con tanta energía para acostarse con cualquiera y justamente se quedaba dormido. Tomó todo el dinero que traía en su billetera y salió de ahí después de vestirse.

Seguramente Yuu también estaría aburrido en donde fuera que estuviera, pues con el vejete que se había ido era uno de esos precoz que terminaban a los tres minutos y se quedaban dormidos adentro de ti «Que asco» pensó al recordarlo.

 

Sus largos cabellos rubios seguían escurriendo por lo mojados que estaban, no había cogido una toalla para secarse y ahora a mitad de calle no pretendía regresar al departamento de su último cliente. Recogió sus largos mechones de color claro entre sus manos para intentar sujetarlos a lo alto de su cabeza con una de sus pulseras y que dejaran de joder sus ojos que comenzaban a irritarse y ponerse rojos.

 

Sacó su teléfono móvil para llamar al moreno y asegurarse de que estuviera bien, tenía la manía de hacer eso últimamente por el simple hecho de que aquellos tipos del otro día seguían rondando por ahí, no quería que volvieran a acercarse a Yuu y mucho menos que Hirotaka lo hiciera, era un pervertido el cual no debía tocar lo que era suyo.

 

Esperó por unos segundos eternos hasta que le contestaron del otro lado, la voz del moreno sonaba rasposa y algo atontada. Siguió caminando con el teléfono en su oído mientras le cuestionaba.

 

Me he quedado dormido, sólo eso. —Uruha soltó una risita—. Ya voy para mi casa, ¿Te iras a la tuya?

 

 

—No lo sé, no quiero dejarte solo con Manami. —ahí estaba un detalle que lo tenía más que emputado. Esa señora que se hacía llamar “madre” tenía días de no volver de su ciudad natal, le había dejado a Manami y al parecer ya no pretendía volver por ella. Quería pensar que quizás le había sucedido algo, porque si averiguaba que de verdad la había abandonado, él le haría algo.

 

 

Entonces te veo en mi casa. Nos vemos. —colgó para después soltar un bostezo y guardarse el teléfono en los pantalones que no traía puestos.

 

 

Cruzó la calle sin problemas pues no había mucho tráfico—cosa extraña— y siguió su camino hasta un local donde entró para pedirse un café. Después de ordenar giró su cabeza a un costado por puro placer de perder el tiempo y observar a las personas.

Divisó casi de inmediato a aquel castaño que se había encargado de acosar al moreno en esos días, hace unos cuatro días que se había acostado por segunda vez con Yuu para pagarle la deuda que era suya y saldarla de una vez. Pero eso no quería decir que no volvería a buscarle, y aunque era su trabajo a ese hombre no terminaba de tragárselo.

 

Se acercó a él con su vaso en mano, se miraron directamente por unos minutos sin decir absolutamente nada, sólo mirándose inexpresivos y hasta con algo de molestia.

Ruki traía puestas sus gafas oscuras como era de costumbre y Uruha sus ojos maquillados, como era de costumbre también.

Sin preguntar se sentó a su lado poniendo el vaso sobre la mesa, el acompañante de Takanori se quedó callado y extrañado ante el rubio por lo que Ruki le pidió que se fuera y los dejara solos, él no se opuso y se marchó.

 

—Hola. —fingió una sonrisa mientras le miraba con atención  de arriba a abajo como si de un radar se tratase—. ¿Qué tal? ¿Qué haces aquí tan tarde?

 

 

—No creo que te importe. —murmuró después de varios segundos de silencio y de que aquel tipo no borrara su sonrisa ni apartara su mirada—. ¿Qué es lo que quieres?

 

 

— ¿Al grano? —exclamó alzando una de sus cejas depiladas. Tomó su vaso de la mesa y dio un sorbo haciendo impacientar aún más al castaño a uno de sus costados—. Bueno, tengo entendido que Aoi ya pagó lo que debía ¿Cierto?, pues entonces espero que ya no te le acerques más. —la última  frase la dijo más serio de lo que había estado hablando hasta entonces para que le quedara bien claro.

 

 

— ¿Disculpa? —esbozó una sonrisa divertida al igual que reprimió una risa que suplicaba salir de sus labios—. No sabía que eres el novio o novia de Aoi.

 

 

— ¿Me estás llamando nena, imbécil? —su voz ahora ya no era para nada suave y divertida, comenzaba a enfadarse y hacer enfadar a Uruha no era la mejor de las ideas que podías tener para divertirte en una noche como aquella. Sí para ir al hospital—. No soy su “novia”, pero sí me gusta protegerle. Hay muchos clientes que no me gustan para él, algunos corren la suerte de sólo ser de “pasada” y no les vuelvo a ver. Pero hay otros que me causan gran dolor de cabeza hasta que los quito del mapa—Ruki le miraba atentamente como si de verdad le interesara aquello que decía—, siento decirte que tú eres uno de ellos.

 

 

— ¿Y Akira? —Uruha suspiró sabiendo a quién se refería y recordando que de verdad era quien creía que era. Sí le conocía desde antes como pensó.

 

 

— ¿Por qué sigues interesado en él? ¿Ah? —se fue completamente de espaldas sobre el sillón apoyando su espalda al respaldo y cruzarse de brazos—. Ya deberías haberle superado, ¿Por eso es qué te estás mezclando con Yuu? No, a Yuu no le gusta Akira.

 

Takanori se levantó dispuesto a irse, no le ponía de buenas que le dijeran cosas como esas aún cuando él se lo hubiera buscado. No se estaba acostando con Aoi por ello, a él de verdad le gustaba tener sexo con ese moreno, pero aún así le molestaba que ese tipo también estuviera acostándose con él y que estuviera en la punta de la pirámide.

Salió de ahí siendo seguido por el más alto que no pensaba dejarle ir sin terminar esa conversación. Lo detuvo antes de que cruzara la calle y se fuera, el castaño frunció el ceño mirándole molesto y dispuesto a gritarle que le dejara en paz.

 

— ¿No vas a contestarme? Pues entonces ya deja de aparecerte por aquí.

 

 

—Aoi es quien decide si se deja coger por mí o no. —al terminar de decir esto con tanto ego Uruha le soltó un puñetazo en la mandíbula haciéndole mover su cabeza hacia atrás para después tomarlo por el cuello de su camisa y levantarlo del suelo poniéndolo hasta su altura.

 

 

—Te lo he advertido y si no te queda claro te lo haré entender ahora mismo. —lo estrelló contra una de las casa que estaban ahí cerca para después dirigir su puño hasta su pómulo y estrellarlo nuevamente contra su rostro. Takanori forcejó y le tomó de la muñeca para que le soltara.

 

 

—Kouyou—una voz detrás de él le llamó parando su tercer puñetazo—, veo que no puedes durar ni un día sin meterte en problemas ¿Cierto? —Aoi se les acercó mirándolos fastidiado y mosqueado, el más alto soltó al otro para después llevarse las manos a sus bolsillos y darse la vuelta.

 

 

—Vámonos, Yuu. —pronunció mientras le tomaba del brazo para llevárselo, lo que menos quería es que se quedara allí con ese tipo que comenzaba a odiar cada vez más. Porque en cierto modo; Aoi le había defendido.

 

Así ambos se alejaron de ahí dejando al otro en ese lugar, Shima le dedicó una mirada seria y amenazante mientras se alejaba junto con Aoi.

Posesivo, quizás no eran celos puesto que estaba seguro que Aoi no le gustaba más allá de cómo te gusta un amigo. Pero sí era bastante posesivo con lo que él consideraba le pertenecía, y Yuu le pertenecía desde hace mucho tiempo, desde que le consideró su gemelo en aquella primera pelea, el sólo pensar que alguien se lo llevara de su lado le hacía querer matar a todo el resto del mundo para estar tranquilo.

 

Y ahora que lo pensaba también tenía que desaparecer a Akira, estaba más que seguro de que Akira jamás querría algo serio con el moreno pero de eso a que el mayor sí quisiera algo con ese era de dudarse. Constantemente llegaba los viernes a contarle cosas que Akira terminaba contándole, y él sólo se limitaba a sonreírle y asentir dándole a entender que le interesaba su patética historia. Así como Aoi tampoco sabía que él conocía a ese rubio desde mucho antes de que lo imaginara.

Reita era la persona que más conocía a Kouyou y era de esperarse de un conocido de su infancia que antes fue un gran amigo.

 

No le conocía a Aoi ninguna pareja por lo que le hacía desconfiar de todos pues no tenía algún modelo para decir “De ese tipo no”.  Lo único que sabía era que de todos había que desconfiar, así como de todas.

 

Llegaron hasta la residencia del mayor para luego entrar en esta, después el azabache pagó a la señora que se quedó con Manami ese tiempo. Luego se apresuraron a ir con la joven que estaba a un lado del sofá más grande la casa de Aoi.

El moreno se le acercó de inmediato y comenzó a conversar con ella de forma animada y con una sonrisa pintada en sus labios como si fuera el momento más feliz de su vida, y de cierto modo lo era. A Uruha se le hacía increíble lo feliz que su amigo se veía a lado de esa joven, la trataba como a su hermana o a su hija, no sabía explicarlo bien pues no sabía cómo trataba Aoi a su familia sólo que les había abandonado. Entonces quizás como a sí mismo, sí, le trataba como uno se trataría a sí mismo a diferencia de que Aoi no se trataba para nada bien ante sus ojos, quizás él mismo se había remplazado por Manami.

 

Los observó por unos cinco minutos aproximadamente para después girar sobre sus talones y caminar directo al baño sin borrarse la imagen de aquellos dos socializando. Sentía lastima, pero por Aoi. Ese hombre se había condenado eternamente a querer sacar adelante a esa enferma y nadie parecía estar de acuerdo con él, él tampoco lo estaba. No lo entendía,  le era idiota desde todas las perspectivas por las que miraba.

Para Takashima no tenía caso darlo todo por una persona, quizás porque él jamás lo había hecho. Para él sólo existía él. Aun cuando más personas llegaban a llamar su atención y preocuparse por ellos, jamás podría poner primero a alguien antes que a él mismo. Era egoísta y lo sabía a la perfección.

 

Por ese motivo no podía aguantar lo que sufría Aoi por la “culpa” de Manami, pues el moreno era idéntico a él, así lo consideraba y así debía ser. Cuando le conoció Yuu también era una persona egoísta y que sólo pensaba en su propio bienestar. Era lo mejor, nadie se iba a preocupar por él, nadie haría lo que estaba haciendo por Manami, Aoi no tenía a nadie… ni siquiera a Uruha.

 

Cuando volvió el moreno se encontraba cocinando lo que seguramente sería la cena para todos. Caminó con tranquilidad hasta él para sonreírle levemente e intentar ayudarlo.

 

—Hace rato recibí una llamada, lo mínimo que podría costarme un mes es 200 000 yenes,  por las sesiones de sólo un mes. —cortaba las verduras mientras el pescado se freía.

 

 

—Ya lo sabíamos. —tomó la espátula metiéndola al sartén para darle la vuelta al pescado. Pudo ver cómo el otro le volteaba a ver y después volvía a los suyo— ¿Qué vas a hacer?

 

 

—No lo sé, acabo de comprarle las medicinas y sólo me queda poco para acabar la semana y esta semana la vieja esa no piensa pagarme. —hizo una especia de gruñido mientras arrojaba las verduras a la misma sartén y se giraba a buscar otras cosas.

 

 

—Por tu bajo rendimiento—ahora se encargó de las verduras para evitar que se quemaran—, a mí me dijo lo mismo y mira que yo apenas volví hoy. No es más que un pretexto para no pagar.

 

 

—Ya lo sé, pero de esta forma no voy a conseguir el dinero. Necesito buscar un trabajo en la mañana o en el día. —Uruha ahogó su risa ante aquello que le sonaba totalmente patético, cosa que Aoi pudo notar—. ¿De qué te burlas?

 

 

—Yuu, otro trabajo ¿De qué? ¿De empleado de alguna tienda o algo así? Eso sólo te serviría para comprar arroz y frutas. —su sonrisa burlona salió sin que él lo evitara—. Aquí si quieres dinero se juega sucio, creía que lo tenías presente ya.

 

 

—Yo no pienso hacerme secuestrador o traficante de drogas… como tú comprenderías. —no quería discutir con él pero le emputaba su comportamiento en ocasiones, ese lado odioso que tanto le molestaba.

 

 

—Oh, pero bien que deja dinero ¿No crees? —soltó la espátula arrojándola en la barra para llevarse su mano a su bolsillo trasero y sacar de su billetera varios miles de yenes en billetes—. Me acaban de pagar hoy por la heroína. Cerca de 150 000 yenes y es poco, porque el jefe es un perro. —Aoi observó los billetes mientras se mordía el labio inferior, estaba siendo tentado nuevamente por las preposiciones de su amigo.

 

 

—No. —lo apartó a un lado para poder alcanzar la sartén y encargarse de lo que cocinaba—. Tú mismo me has dicho que meterme en la prostitución fue un error ¿No?, seguro pasará lo mismo con las drogas y luego querrás que robe o que extorsione. Yo ya no quiero meterme más en esas cosas.

 

 

—El riesgo corre por tu cuenta, claro que quizás luego yo piense que fue una mala idea. Pero por el momento puede ser bastante útil. —como había dicho el otro seguramente terminaría culpándose a sí mismo si algo llegaba a pasarle a Aoi pero la verdad era que sólo quería ayudarle a su manera. O si no terminaría por volverse loco debido a sus lloriqueos.

 

 

—Vamos a comer mejor. —dio por terminado el tema y dirigió la comida a la mesa donde después acomodó a Manami y Uruha le ayudaba a acomodar—. Vamos a comer, Manami. —le sonrió tan tiernamente, se notaba que le quería mucho «Que idiota» se dijo el rubio mientras se sentaba a su lado.

 

La comida pasó como de costumbre a excepción  de que ambos mayores volvieron a pelear debido a los comentarios desagradables del más alto.

Era difícil adaptarse a las distintas facetas del rubio, muy difícil de comprender.

 

 

≈≈≈

 

 

La mujer que cargaba con la pequeña niña comenzaba a estar cada vez más dormida a causa de las sustancias ingeridas, cualquier persona que pasara a su costado podría tener dos ideas “Pobre niña” o “Madre irresponsable” cosas que se resumían en juzgar y en sentir lastima.

La lastima es una arma que se usa desde hace tanto tiempo para poder tener un sentimiento hacia algún ser y terminar sólo en eso. La mujer caminaba tambaleante, las personas iban y venían de un lado a otro  algunos ignorándole por completo, otros viéndole por varios segundos y luego olvidarse por completo de que en algún momento le vieron, algunos otros hasta fingir que le ignoraban aún cuando notaron su presencia.

 

Nadie, absolutamente nadie se detuvo a ver si podía ayudar. Debió ser por la apariencia y estado tanto de la mujer como de la pequeña, la gente es así, mirará primero en cómo se ven y visten y su sentido común no les ayudará por preocuparse por algo más.

 

Así fue como llegó hasta un “refugio”, que no era más que una lona sobre uno de los tantos establecimientos cerrados a esas horas, atontada por los efectos del alcohol y el estrés que traía ese día por lo ocurrido se tiró—literalmente— al suelo para apoyarse en la pared mientras la niña se aferraba a su brazo y cuello.

Comenzó a llorar nuevamente en ese sitio, llorar era lo único que le quedaba por hacer. Se sentía perdida y sin a dónde ir, aún cuando tuviera una casa a la cual llegar a dormir. Si regresara seguramente la desconocería por completo.

 

Dio un tosido al aire mientras su pecho comenzaba a hacer sonidos extraños, como un chillido. Había dejado caer a la niña en sus piernas para llevar ambas manos a su boca y toser con todas sus fuerzas, luciendo desagradable para los que ahora tenían el turno de pasar cerca de ella.

Echó su cabeza hacía atrás para chocar con la dureza de la pared y mantener su boca abierta mientras jalaba aire. Su rostro lucía sucio, cubierto de lágrimas secas y fluidos nasales que llegaban hasta cruzar su labio superior, su cabello negro estaba recogido en una coleta alta, cabellos salían por todos lados y otros hasta cubrían parte de su frente y ojos.

 

De sus labios salía el nombre de su esposo entre sollozos y lamentos, el cual era acompañado por unas cuantas palabras malsonantes y deseos de que se pudriera. Después de todo, una esposa no podía ser tan fuerte en ocasiones como para bendecirle cuando le había abandonado con su hija enferma. Era la única persona que tenía en su trágica vida y se había marchado cuando pudo. Razones tenían todos para hacer lo que hacían, pero cuando aquello te destroza olvidas meditar esas razones. Ella sólo podía pensar en el dolor que su marcha le había dejado, ahogándose en licor intentó salir de aquello sin embargo no logró más que empeorarlo. Ya nada tenía sentido para ella, quizás porque su cabeza ya no coordinaba con exactitud y existía algo que bloqueaba sus pensamientos por completo estancándola en sólo uno.

 

 

Más personas seguían pasando por aquella calle, mientras se hacía cada minuto más y más tarde y el frío de esa noche comenzaba a crecer. Un policía la encontró, en lugar de ser un golpe de suerte aquello no se veía nada bien.

Al llevarla a la cárcel inmediatamente le quitaron a la niña de encima para después hacerle exámenes en los cuales salió positivo que había tomado y a parte ingerido droga, aunque esta última hace más horas y quizás ya no estuviera bajo sus efectos. Todos los que estaban ahí consideraron que la pequeña no podía estar con esa mujer.

 

Dejando a la madre no tan adulta en la celda se llevaron a su hija para decidir qué hacer con ella. Al parecer no encontraron ninguna persona que fuera su familiar y que se hiciera cargo de ella, así como tampoco les importó investigar más a fondo de su estado. Estaban seguros de que esa nena corría peligro en los brazos de esa madre irresponsable, nuevamente dejándose llevar por las apariencias y por los acontecimientos del momento.

 

Liang desde ese día no volvió a ver a su hija Akane, llevándosela en la primera vez que vagó por las calles de Xi’an, drogada. Un error para algunos solía ser catastrófico. Para ella lo fue, y vaya que lo pagó caro. No quería que se la llevaran, ella no deseó que le separaran de su pequeña. Después de todo la amaba como su hija que era.

 

Las personas en ese lugar y que recogieron a la niña eran tan idiotas o irresponsables que cuando menos lo esperaron ya la habían dado a otra mujer que ni siquiera era originaria de China. Pero creyeron que de verdad tendría una vida mucho mejor con esa señora adinerada y con ropas finas que había venido de Japón a visitar la ciudad de Xi’an con su esposo y su hijo.

Era la candidata perfecta para tomar posesión de la pequeña Akane que sufría kernicterus, tan lindos y amables habían sido esa pareja en querer quedársela que se la dieron de inmediato sin decir nada más, papeles de por medio y adiós.

 

El decírselo a su madre no fue tomado tan tranquilo como ellos lo hicieron. Pero claro era que no le importó a nadie. Pues bien, en unos par de días Liang había perdido a su esposo, su reputación y a su hija.

Pero que suerte la suya. Que maravilloso regalo le había dado ese año la vida…

 

Y el juzgar a las personas por un momento; por una apariencia, por una sonrisa que te cedió un día o por una cara demacrada que le viste en alguna ocasión solían ser errores, errores que muchas veces no pagaban y algunas otras; pagaban terceras personas. Como Akane, o ahora Manami, que fue adoptada por una familia rica que perdió su dinero en los próximos seis meses por una estafa en la empresa donde trabajaba el esposo. La amorosa familia que se separó en los próximos años, primero con el abandono del padre dejando a su mujer e hijos y después con el abandono del hijo mayor dejando a su madre y hermana solas.

 

Si aquellos encargados de la protección de infantes, que en ese entonces le habían alejado de su madre por se dañina para ella y que le habían dado a otra familia mejor, le hubieran visto seguramente se hubieran golpeado contra la pared o con su propia palma.

 

Pero tampoco se les podía culpar a ellos de tener que pasar por eso y desmoronarse de un momento a otro. Esas cosas pasaban, y les habían pasado a ellos.

Al final todo había terminado como lo que no querían que sucediera, y ni qué hacer, ya no sabían nada de ellos y era de dudar que les importara.

Mientras que imaginaban que habían hecho el bien a un individuo la verdad era que nada había cambiado.

El mundo seguiría girando, la gente seguiría cayendo y la joven Akane seguiría creciendo ahora de forma mucho más lamentable, aún cuando las intenciones fueran las opuestas.

 

 

≈≈≈

 

 

La computadora mostraba los diseños perfectamente detallados y elaborados. Sólo tenían un par de días más para comenzar y quizás el tiempo terminaría aplastándolo si no se daba prisa y teniendo en cuenta de que sus compañeros no parecían querer ayudarle tendría que arreglárselas solo.

Después de todo estaba seguro que esos tipos no parecían ser para nada trabajadores, lo supo desde que entró a trabajar con ellos. Saga era el único que le ayudaba en algunas cosas con los diseños en el pórtatil y posteriormente a plasmarlos en los lugares, y Chiyu era un tipo que le gustaba meterse donde no le llamaban pero así siempre terminaba haciendo que cooperara.

El resto eran incompetentes ante los ojos del castaño.

 

—Takeru, deja de molestar. —intentó no tomarle mucha importancia y siguió tecleando en el pórtatil mientras hacía arreglos de todo para que quedara listo.

 

 

—Estoy aburrido, Takanori. ¡Vayamos todos a beber esta noche! —alzó sus brazos aún sobre las silla giratoria mientras se impulsaba con los pies para llegar hasta la parte trasera donde se encontraba Saga también afinando detalles.

 

 

—Cuando terminemos esto lo haremos. —le cedió la mirada por unos segundos para después levantarse e ir directo a la puerta—. Vuelvo en unos minutos.

 

 

—Ruki últimamente no sale con nosotros, ¿Crees que esté enojado? —se acomodó en la silla del que se había ido hace unos segundos mientras revisaba con detenimiento cada detalle y decoración. Después de todo sí sabía cómo trabajar.

 

 

—Quizás sólo no quiere soportarte. —sonrió por su propio comentario mientras se giraba y cogía unas hojas sobre una de las mesas para después regresar a su posición anterior—. Conmigo sí ha salido y con Saga también, ¿No? —Saga negó sin tomarle importancia.

 

 

— ¡Lo ves!, es claro que tiene algo y no nos quiere decir—hablaba como si se tratara de lo más misterioso del mundo, mientras que a los otros les venía igual pues Takanori tenía días que ni siquiera saludaba, era parte de su personalidad o algo así—. Claro, a nadie le interesa. —bufó mientras se hundía en hombros y comenzaba a bajar la pantalla una y otra vez sin prestar mucha atención.

 

 

—Deja de molestar Takeru, no tienes por qué meterte en la vida de los demás. Mucho menos en la computadora de Takanori porque si mueves algo se dará cuenta y te costará mucho. —amenazó el de hebras oscuras mientras seguía sin despegar sus ojos de la pantalla, si perdía un segundo tendría que quedarse después de la hora acordada de salida.

 

Después de eso no escucharon la voz del rubio, en su lugar se escuchaban tecleos desesperados al igual que el botón del ratón sonar y sonar como si intentara seleccionar algo pero igual de forma desesperada. Con resignación voltearon a verle y Takeru tenía cara de espanto mientras intentaba encontrar el archivo que anteriormente estaba abierto.

Ambos le miraron incrédulos como esperando que aquello fuera una broma de mal gusto, sin embargo la expresión en su rostro era bastante seria.

Casi corrieron hasta él para quitarlo y comenzar a buscar ellos con la misma mirada de terror.

 

— ¡Serás idiota! ¡Te lo dije e inmediatamente lo hiciste! —reprendía muy enfadado mientras revisaba los archivos guardados pero no le encontraba por ningún lado.

 

 

— ¡El idiota es Takanori! ¡¿Cómo no puede tener guardado el archivo en su computador?! —el nerviosismo se apoderaba de él mientras que sus ojos se movían al mismo tiempo que Saga bajaba la barrita.

 

 

—Ruki siempre guarda las cosas, ¡Seguramente también lo borraste! —más que enojo era frustración, ¿Cómo podía ese “niño” hacer tanto desastre en tan poco tiempo? —Rápido, rápido. Takanori no tarda en volver y nos apuñalará a todos. —si no tuviera sus manos ocupadas seguramente estaría mordiéndose las uñas así como Chiyu.

 

Al parecer sí lo había borrado, de alguna forma desconocida hasta para él, pues no tenía tantos archivos guardados como para que se perdiera. Chiyu había corrido a su computadora para buscar en ella, quizás Ruki le había pasado un día de esos una copia o algo así. Mientras tanto el rubio parecía haberse quedado congelado justo a lado del pelinegro que buscaba por todos lados. No sólo era el enfado de Ruki, también era el trabajo de semanas y no podía ser que todo se hubiera perdido.

 

Casi se arrancan los cabellos cuando escucharon cómo la puerta era abierta y después el castaño entró por está viendo extrañado a todos con caras horrorizadas. Se acercó hasta el par que se encontraba frente a su pórtatil esperando una explicación.

 

— ¡Takeru! —gritó señalándole para después pararse de inmediato y correr a su lugar sin preocuparse por el futuro de su torpe, no, pendejo amigo.

 

Takeru le contó titubeante lo que había sucedido y se disculpó cerca de cincuenta veces antes de que Ruki le pidiera simplemente que él tendría que recuperar esa parte pues sólo era la última parte y lo demás él lo tenía guardado en una memoria. El otro asintió sin dudarlo y se puso a trabajar cuanto antes, ero lo mínimo que podía hacer después de su accidente. Lo que no sabía era que el más bajo tenía guardado todo, hasta esa parte, y que no existía necesidad de volverlo hacer, pero claro era que este quería castigarlo por meterse donde no debía.

 

—Vamos por unos tragos, Ru. —ya era la hora de salir y sólo el rubio debía quedarse pues el resto ya había terminado con sus deberes correspondientes. El día siguiente empezarían con todos los preparativos del interior del centro comercial recién construido.

 

 

—No puedo, tengo cosas que hacer. —suspiró mientras sacaba su teléfono celular para verificar la hora y que tenía tres mensajes de texto. Lo regresó a su bolsillo y caminó con sus compañeros por los pasillos que los dirigirían a la salida—. Quizás otro día.

 

 

—Como quieras. —se hundieron en hombros y al salir de la empresa todos se fueron para distintas direcciones.

 

 

***

 

 

No, no parecía que la nieve quisiera abandonarlos ese día ni ningún otro. Seguía cayendo como lo hacía desde hace ya unas semanas y la temperatura se quedaba en el mismo grado: sin subir y sin bajar.

Cargando con todo lo que pudo quitarle a ese tipo que se negó a pagarle siguió su camino de regreso al bar para seguir trabajando, no podía tomarse tiempo de descanso ni días. Había conseguido un empleo en una tienda de supermercado para poder ganar un poco más de dinero aunque para Kouyou aquello fuera estúpido. Manami se había quedado con su vecina, una mujer mayor muy amorosa y amable que le encantaba cuidar de otros niños, algo así como una niñera que no pedía paga pero que aún así no podías resistirte a darle un poco de plata.

 

Había hablado con unos cuantos especialistas sobre lo que necesitaría la joven para poder llevar una vida mejor, tratamientos, terapias, medicamentos y tantas cositas más que te costaban como si te fueras de vacaciones por todo el mundo. Se sentía tan patético por no poder pagar todo aquello y que tuviera que abrir las piernas para acercarse un poco más a la cantidad. Claro que le disgustaba tener ese trabajo, se sentía humillado, claro que sí.

 

— ¿Ropa nueva? —se detuvo al escuchar su voz, no podía ser otra persona más que Takanori «Y yo que creí haberme librado de él», no se giró. Quería ignorarle por completo y seguir caminando—. ¿Estás trabajando aún? —logró hacer que le volteara a ver mientras se sacaba el dinero de su billetera y lo largaba hasta él—. 10 000 yenes, tómalos antes si gustas.

Aoi miró su mano mientras suspiraba resignado, no podía negarse. Tomó los billetes de su mano de manera casi brusca y los llevó hasta el bolsillo de su “nuevo” abrigo.

 

Sucedió lo mismo en esos minutos: caminar hasta la residencia del más bajo para esperar el mismo futuro de ser cogido por ese tipo. No es que comenzara a cansarse, porque la verdad, ya estaba cansado. Pero ciertamente acostarse con él no sería tan malo pues así no tendría que ir con un tipo completamente desconocido y tener que ponerle sus reglas.

 

Tan pronto como llegaron Takanori le pidió que se desvistiera. Ansiaba ver ese cuerpo una vez más como hace días no lo hacía, poder rosarlo con los diez dedos de sus manos y por qué no con los de sus pies también.

Cuando le tuvo desnudo como tanto quería comenzó a besar esos labios gruesos y carnosos mientras escabullía su lengua por sus dientes hasta llegar con la del otro y entrelazarla con esta, llevando sus manos a su espalda para sujetarlo y que no pudiera apartarse. Mientras se pegaba a su cuerpo de forma lasciva para poder rozar su entrepierna con la del moreno.

 

Jugaba con su lengua así como con su miembro, masturbándolo para calentarlo lo más pronto posible y que le pidiera más. Después de todo era aburrido si sólo él gemía, era estresante si el otro le miraba de forma molesta y fulminante. Masajeaba de arriba a abajo todo su pene haciéndole soltar jadeos, que para oírlos mejor dejó de degustar sus labios. Así podía escuchar con atención su respiración agitada y ese sonido tan peculiar que emitía su garganta al momento de sujetar su miembro entre sus manos. Mientras más escuchaba sus suspiros y mientras más sentía como se humedecía su erección iba creciendo, deseaba con locura poder volver a explorar su cavidad.

 

Se posicionó detrás de él para poder lamer su nuca haciendo que su piel se erizara mientras lamía el sudor que comenzaba a salir de sus poros. Bajó sus manos a su cadera para sujetarla enterrando sus uñas en esta mientras seguía en su labor de degustar con su lengua y sus labios; su espalda, recorriéndola en líneas rectas y diagonales. Aoi intentaba relajarse y no dejarse llevar por sus sensaciones, le molestaba que ese enano pudiera excitarlo con tan sólo besarlo, le molestaba que le tocara con tanto detenimiento estimulando cada parte de su cuerpo con cada caricia, cada chupada, lamida y hasta mordida. Sí, el que Ruki le mordiera le excitaba pues el ardor que dejaba en su piel era diferente, no era brusco ni molesto.

 

Después de hacer a un lado lo que estorbaba en la mesa del comedor, lo posicionó en el filo de esta dándole la altura adecuada para poder entrar en él sin problema alguno. Así podía observarlo con mayor atención, principalmente ese falo que tenía entre las piernas, palpitante y exigiendo a gritos que fuera atendido, cosa que Aoi siempre calmaba con pajas a falta de atención por parte de los clientes que tenía ya que el “Viagra” siempre tenía que hacer su trabajo.

 

Ruki lo tomó entre su mano derecha para dar un apretón en el glande con su dedo pulgar y escuchar el siseo de los labios del moreno que casi de inmediato abrió sus piernas por reflejo, le urgía sentir algo rodear o tocar su pene. Su propia mano nunca sería suficiente. Claro que esto no se lo dijo pues era como si le estuviera suplicando que le tocara, y aunque su cuerpo estuviera caliente y quisiera sentir esas descargas de placer, seguía teniendo orgullo.

 

“¿Quieres que te lo chupe?” Resonó esa frase por varios segundos aún después de ser dicha. Esas palabras habían sido suficientes para mover sus caderas en busca de más contacto con la parte que fuera del cuerpo del castaño. Si volviera a preguntarle no dudaría en gemirle que sí lo hiciera.

Ruki llevó su otra mano a su espalda baja, recordando perfectamente ese sitio que enloquecía de forma extraña a esa ramera. Lo tenía sudando, jadeando y moviéndose de forma frenética con tal de ser tocado. Obvio que no iba a mamársela, sólo quería provocarlo, excitarlo un poco más y lo había conseguido. 

Pero Aoi no buscaba una boca, el quería un ano, quería su ano. Porque el no poder ver absolutamente nada de su cuerpo le hacía desear verlo, tocarlo, profanarlo. Lastima que Ruki no tenía pensado dejarle, jamás.

 

Se olvidó del miembro ajeno y después de bajar sus pantalones enterró su erección en su entrada de sólo una entoscada metiéndose por completo sujetando sus caderas con ambas manos para tenerlo tan cerca como se le antojase. Sujetando con sus manos su trasero mientras su miembro termina por entrar por completo, disfrutando con su boca de su pecho, jugueteando con una de sus tetillas mientras el otro mordía su labio inferior evitando gritar o gemir a cada movimiento que hacía el menor. Mantenía sus mano en sus propias piernas enterrando sus uñas para sujetarse a algo.

 

—Déjame tocarte. —susurró cuando tuvo su rostro frente a frente, observando esos ojos azules por las lentillas con su cabello pegarse a su frente y casi cubrirle los ojos por completo. Sus cabellos castaños eran largos y su manera de peinarlos lo hacía notarlos aún más. Al igual que él, sus ojos tenían delineador en la parte de abajo y sombra en sus parpados. Y esos labios tan atractivos por su tamaño y forma que era la única parte de su cuerpo le que había dejado tocar en todo ese tiempo, probarlos una y otra vez.

 

 

—No. —dijo secamente en medio de todos sus jadeos y gemidos. No quería ser tocado, quería tocarlo. Tenía muchas razones para no dejarle tocar, quizás no tantas, pero la más importante era que hace mucho no era tocado por nadie. Quizás si lo hacía perdería ante sus caricias y el sumiso terminaría siendo él. También no le gustaba desnudarse por vergüenza, no le gustaba que pudieran ver su cuerpo, su pecho principalmente. Le era molesto, le era incómodo.

 

Aoi terminó recostándose en la mesa mientras mantenía sus piernas y trasero alzados. El falo de Takanori salía y entraba de forma violenta y rápida, los músculos del moreno le ahorcaban de forma placentera y peleaban por no dejarle entrar, pelea que siempre terminaba ganando él haciéndole dilatar y volver a escabullirse hasta donde podía.

 

Los gemidos roncos se atoraban en su garganta y eran expulsados segundos después, aún era un misterio para él el por qué una acción tan fácil como meterse dentro de alguien podía ser tan rico. Sus testículos golpeaban contra su trasero a cada penetración. Tenía vista de lujo al miembro del mayor erecto, húmedo y de tamaño grande, condujo una de sus manos a este para poder masturbarle, moviendo su mano por toda la extensión y rasguñarlo en momentos.

 

Continuaba moviéndose al ritmo en que lo hacía Ruki. Acercándose cada vez más al orgasmo debido a sus caricias en su hombría. Sintiendo toda su piel erizarse, una sensación fría que se juntaba junto con el calor de su cuerpo.

Sentía hasta sus pies sudar y sus dedos estirarse haciéndole doler los huesos. Se sentó como pudo sin intervenir en las acciones del otro para atrapar sus labios con los suyos, quería besarlo, quería ahogar esa voz ronca entre ambas bocas para sentir vibrar sus labios, dio varias mordidas en su labio inferior hasta ponerlo rojo y sacar un poco de sangre, tan poca como para sólo humedecerlos y poder probarla. Llevó sus manos a su nuca para acercarlo más y enredar sus cabellos entre sus dedos, el aire que salía de su nariz era fresco, chocaba por encima de su labio superior.

 

Deshizo la unión de sus labios para poder curvear su espalda sosteniéndose en sus codos y soltar todo el esperma que guardaban en sus testículos, manchando el abdomen y pecho ajeno con ese líquido viscoso sin importarle mucho. La segunda vez que se corría esa noche pero sin duda fue mejor que la otra, claro que había conseguido correrse antes y eso era suficiente—ya que muchas veces ni se excitaba si no usaba la pastilla azul—, pero era diferente. Claramente era diferente.

 

Takanori terminó viniéndose en su interior, en ese momento ambos recordaron que no había usado condón y tanto Yuu como él cayeron en cuenta de que era un imbécil. Sin embargo el correrse le quitó rápidamente esa idea de la cabeza para poder disfrutar enteramente de las sensaciones que le eran obsequiadas, no parecía estarse aburriendo del cuerpo del moreno. Llenándole por completo haciéndole sentir ese calor por dentro para después salirse sin más y volver a abrochar sus pantalones después de salir del trance del orgasmo. Observó su camisa manchada por el semen del mayor y sólo chasqueó la lengua, ahora debía lavarla para no tener que mandar a que alguien más la lavase y se preguntara qué tan pervertido era ese castaño.

 

—Quítate de la mesa. —ordenó casi de inmediato mientras tomaba las cosas que anteriormente había quitado para poder acomodarlos nuevamente. Aunque sería mejor regresarlos a su lugar pero el recoger en ese momento no le apetecía para nada. Yuu se levantó como pudo de ahí para luego bajarse y ponerse a buscar sus prendas, le dolía el culo—. ¿Cómo está ella? —Aoi se giró a mirarle sin haberse esperado dicha pregunta.

 

 

—Está bien. —musitó después de pensarse la respuesta. Tomó sus pantalones y calzoncillos, siendo esto lo primero que su puso—. ¿Por qué la pregunta?

 

 

—Sólo quería saber, la última vez me dijiste que estaba viviendo contigo y que estabas preocupado por el dinero para sus tratamientos. —terminó de acomodar todo y se sacó la camisa para dejarse sólo con una playera sin mangas exponiendo así sus brazos los cuales pudo ver el mayor.

 

 

— ¿Yo dije eso? —intentó recordarlo en vano, seguramente había hablado casi dormido—. Pues sí, aún no consigo el dinero pero estoy en ello.

 

 

— ¿Cuánto necesitas? —le miró de frente sujetando su prenda en una mano y la otra tomando el cigarrillo a centímetros de su boca, ni cuenta se había dado el moreno de cuándo comenzó a fumar.

 

 

—Más de 200 000 yenes para cada mes, para lo que necesitan hacerle y todo eso. —Ruki volvió el objeto a sus labios mientras caminaba derecho a su cuarto dejándole solo en ese lugar por varios minutos. Regresó minutos después vestido de forma más cómoda y con su cabello empapado de agua, sin embargo no parecía que se hubiera bañado pues el maquillaje seguía intacto e igual como lo traía antes, así que tampoco era que se hubiera maquillado por segunda vez—. Toma. —largó mientras le entregaba un sobre el cual Aoi no se atrevió a tomar ¿Le estaba dando dinero? ¿En serio?

 

 

—No lo quiero. —se negó empujando su mano para después terminar de vestirse poniéndose el abrigo que había hurtado al anterior cliente.

 

 

—Son 150 000 yenes o algo así, es mi paga de lo que hice en el concierto que se dio de Screw hace semanas. Es todo lo que tengo en efectivo ahora mismo, puedes tomarlo.

 

—No, es que usted se comporta como si yo fuera…

 

 

—“Usted”, creí que ya nos habíamos dejado de formalidades. —bufó por lo bajo mientras bajaba su brazo, era cansado tenerlo estirado todo ese rato—. Escucha, sólo quiero ayudarte. Estuve pensando mucho en lo que conversamos ese día del concierto. Después investigué sobre ti en varias empresas y era cierto, te tienen tachado como alguien incompetente en cada una de ellas. Es injusto.

 

 

—No quiero tu limosna, Takanori. —agradecía que se estuviera “preocupando” pero la verdad era que aquello no se lo creía. No podía creer que alguien llegaría así como así para darte tanto dinero que necesitas, no creía en la humanidad y sus buenas acciones aún cuando él intentaba hacer una. Simplemente no podía confiar en Ruki, mucho menos en él.

 

 

—Tómalo como pago por esta vez de sexo. También te puedo ayudar con lo del hospital, podría salirte más económico. Podría hablar para que vengan mejores médicos de otros lugares y reciba mejor atención y…

 

 

—Alto. —le interrumpió mientras sonreía con algo de molestia—. ¿Qué es lo que quieres? ¿Ah?, ¿Qué me acueste contigo tantas veces quieras?

 

 

—Sólo quiero ayudarte. —afirmó. No buscaba sexo, y hasta para él era increíble todo lo que se ofrecía a hacer. Quizás era lastima hacia su persona por estar haciendo tanto por alguien, quizás era que le envidiaba y también quería hacer lo mismo. No lo sabía con certeza, en ocasiones nunca sabía lo que hacía—. ¿Vas a tomarlo, o no? Creo que ya deberías regresar a cuidarla, ¿No crees?

 

 

—No voy a tomarlo. —se dio la vuelta para salir de ahí. « ¿Ayudarme?» Tal vez la falta de eso le hacía desconfiar de que en verdad pudiera suceder.

 

 

—Entonces gánatelo. Mañana debo ir a empezar la decoración del nuevo centro comercial que se inaugurará en dos semanas. Trabaja, ayúdame con ello y te pagaré. —Aoi no contestó, suponiendo que lo estaba pensando continuó—. Te veo mañana a las ocho en el lugar, afuera para que te dejen entrar. Cierra la puerta cuando salgas.

 

Se dio la vuelta para dirigirse a su habitación una vez más dejándole al otro que no tardó en caminar a la salida y cerrar la puerta como le dijo. Absorbido en sus pensamientos con la leve esperanza de que en verdad intentara alguien ayudarle, desconfiando al mismo tiempo de que aquello le costar algo.

Le era más que difícil procesar la información y entenderla. De un momento a otro había llegado ese hombre a ofrecerle otro trabajo y a pagarle gran cantidad de dinero, ¿Era eso posible?

 

Notas finales: De nuevo hubo Rukaoi, ok yo así le llamo.

Mmm bueno, aquí ya supieron más de Manami, algo así como su infancia y de dónde venía.

Eso es todo por hoy, nos leemos el próximo miércoles. Gracias por su tiempo.

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