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The end. por Lizama24

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Notas del capitulo: Ajá, me tardé un día en actualizar pero no creo importe mucho.

Este capitulo no me gustó no sé en qué estaba pensando cuando lo hice.

Manami al fin estaba fuera de riesgo. Habían transcurrido alrededor de dos semanas en las cuales Yuu había estado la mayor parte del día en el hospital y las noches en el bar dando servicios a todos los clientes que podía conseguir, casi parecía una clase de competencia por ver quién se acostaba con más clientes por la desesperación con la que el moreno llegaba a buscarles, eso era lo que pensaban sus compañeros, la verdad era que aquella hospitalización le estaba costando muchísimos yenes, el dinero que había ahorrado se le había acabado y el que había ganado por los trabajos que hizo para Takanori comenzaba a desaparecer también.

 

Esa noche se encontraba en el automóvil de dos hombres los cuales le habían contratado para un trío, una de las tantas cosas a las que solía negarse porque simplemente no le atraía la idea de permitir que dos penes entraran en su ano a la misma vez o por turnos, le era desagradable. Pero el dinero que le dieron por adelantado le había seducido para acceder a dicha propuesta.

 

Venían haciéndole preguntas de cualquier cosa, entre ellas morbosas, pero Aoi sólo se limitaba a decir que sí o que no pues estaba muy concentrado viendo a uno de ellos que se le hacía muy conocido pero no lograba recordar bien. Aparcaron el automóvil en el estacionamiento de un hotel para después bajar de este. Ambos se veían muy ansiosos mientras que el moreno sólo deseaba que aquellos no fueran unos sádicos o les gustara hacer cosas extrañas durante el sexo.

 

— ¿Sabes? La verdad es que no me esperaba que aceptaras venir, pero creo que ya sé porque lo hiciste —dijo uno de ellos mientras le sonreía y caminaban directo a la habitación que se le había otorgado—. No recuerdas quién soy, ¿Verdad?

 

Ante esas palabras, Yuu estuvo seguro que sí le conocía, a los dos, pero quizás su mente estaba tan agotada esa noche que no le servía para mucho.

 

—Dime, zorra. —habían entrado ya a la habitación y ahora se daba cuenta de que por su comportamiento aquello no pintaba bien, lo aseguró después de lo que dijo— ¿Cómo sigue Uruha?

 

 

— ¿Se recuperó de la golpiza que le dio Tsuzuku? —agregó el otro de ellos con la misma cara burlona que tenía Hirotaka. Mamo.

 

A Aoi se le erizó la piel al dar con el recuerdo de esos dos, comprendía perfectamente porque no les había reconocido: aquella noche apenas y pudo verles las caras, pero ahora que se ponía más a analizas sus voces era más que obvio. Bien, también lo estúpido era otro motivo.

Lo primero que se le vino a la mente es que le pedirían dinero, le golpearían y después le pedirían más dinero. Pero la cosa no iba por allí, aquel par sí le había contratado para lo que le dijeron.

 

Se aprovecharon de sus segundos de vacilación para tomarle desprevenido y comenzar con aquello. Hirotaka le sacó la remera dejándole el torso desnudo para después sujetarlo de las axilas y que Mamo pudiera quitarle los pantalones de un jalón sin dejarle quejar. El más bajo metió su mano en su ropa interior para coger su miembro y apretarlo con fuerza sacándole un gemido de dolor, intentó golpearle y apartar su mano pero le fue imposible por la posición en la que estaba y la fuerza que ejercía el otro. El otro seguía moviendo su mano bajo su ropa interior de forma brusca disfrutando de sus muecas.

 

Hirotaka le soltó de repente haciéndole estampar contra el suelo desde un metro de altura de su cabeza. Aoi se levantó casi de inmediato e intentó escapar de aquellos dos, se sentía mareado por el reciente golpe así que fue lo único que se le ocurrió.

 

— ¿A dónde crees que vas? —le tomó por el cuello al igual que le rodeaba con un brazo la cintura haciéndole chocar contra la erección que tenía entre sus piernas—. ¿Recuerdas que te dije que vendría un día de estos? Me encanta cómo se ve tu cuerpo, y se siente mucho mejor. —susurró de forma lasciva en su oído moviendo su mano por su abdomen y su miembro aún debajo de la tela, tocándole o más bien manoseándolo.

 

 

—Date prisa, Hirotaka. —gritó desde un costado el de hebras claras desabrochándose su pantalón para sacar su pene  de entre sus ropas.

 

El de cabellos negros y verdes  le obligó a inclinarse hacia delante ejerciendo fuerza desde su cadera hasta sus muslos teniéndole bien sujeto contra su hombría. Yuu no iba a quedarse quieto por lo que no tardó en forcejar y darle codazos en el pecho y abdomen para que le soltara mientras que le gritaba groserías furioso. Mamo evitó que se zafara tomándole de los cabellos de lo alto de su cabeza arrastrándolo hasta que chocara contra su miembro y lo ingiriera, otra vez ese maldito sabor. Hirotaka se bajó los pantalones y ropa interior para luego ponerse el condón y  tener la libertad de introducirse dentro de él, Aoi gruñó mientras tenía el miembro del otro en la boca, este no tardó en moverse de forma errática embistiéndole a su gusto. Ambos se daban a la tarea de satisfacer sus falos penetrándolo.

 

Yuu era obligado a prestar su culo y su boca ante los deseos de ese par de pervertidos. Enterró sus uñas en las manos que lo sujetaban por la cintura en un intento de detener las embestidas que comenzaban a desgarrar su interior por lo violentas que eran, un intento en vano puesto que esto sólo logró que le soltara un golpe en el cráneo volviendo a atontarle. La erección del rubio raspaba su paladar y su lengua regalándole ese sabor tan asqueroso y salado, la enterraba hasta chocar con su garganta, tenía sus cabellos enredados entre sus dedos dándole el derecho de tirar de estos cuentas veces quisiera para acelerar el ritmo. Harto de esto dirigió sus brazos—que eran la única parte de su cuerpo con la que podía defenderse— hasta las caderas del otro encajando nuevamente sus uñas en esta y empujando, empujaba con toda la fuerza que tenía para alejarlo de él, cosa que consiguió después de que mordiera como pudo el pene del otro haciéndole retroceder mientras se quejaba.

 

—Hijo de puta. —le cogió del cuello estrangulándole con el ceño fruncido acortándole la respiración al otro y tapando sus oídos. Escuchó un zumbido después de esto y sólo pudo identificar la voz jadeante del otro diciéndole que se detuviera, que iba a matarle.

 

Pronto se encontró sentado sobre el pene que anteriormente escarbaba en su interior, obligándole a cabalgar sobre este auto-penetrándose. Sentía un horrible ardor en el exterior de su entrada a causa de la fricción mientras que en su interior era aún peor y juraría que hasta estaba sangrando. Mamo ya no le estaba obligando a mamársela, sólo se encontraba frente a ellos observando todo desde primera fila mientras se masturbaba con ayuda de su mano y la del moreno.

 

Sintió un poco de tranquilidad al notar cómo el semen se demarraba dentro del condón que traía puesto el otro, sólo tuvo que quejarse un poco por la presión que hizo sobre su cintura al gruñir debido al orgasmo. Mamo terminó en su rostro haciéndole cerrar los parpados con fuerza y repulsión y aún más su boca para que nada entrara en esta. Hirotaka le obligó a levantarse hasta sacarse su miembro y después lo tiró hacia enfrente quitándoselo de encima para poder levantarse y acomodar sus prendas. El rubio también se vistió de nuevo para luego ir al baño de la habitación a limpiarse los restos de semen de su mano y pene.

 

— ¿Vas a quedarte ahí? —rió al verlo en el suelo respirando agitadamente mientras veía varias lágrimas salir de sus ojos—. ¿Estás llorando, nenita? —jaló su cabellera con su mano derecha haciéndole verle a los ojos, Aoi se mordió los labios. No estaba llorando porque le habían violado, sentía coraje hacia ellos y hacia el mismo por no haber podido defenderse.

 

 

—Suéltame, bastardo. —jaló sus propios cabellos hasta lograr zafarse. Se puso de pie con toda la fuerza y energía que le sobraba para luego buscar sus prendas para largarse de ahí lo antes posible. Se sentía pésimo y sería bueno regresarles su dinero y decirles que no lo quería, pero quizás eso le haría más idiota.

 

 

—“Bastardo” —repitió con el mismo tonó que había estado usando todo ese tiempo—. No sabía que te dolía tanto entregar tu culo a otras personas.

 

 

—Me da asco tener que hacerlo con insectos como tú. —se posicionó frente a él mirándole serio e inexpresivo. No iba a permitir que siguiera humillándole más de lo que ya lo había hecho, ese insecto de humano le había agotado la paciencia—. Te crees muy hombre porque tienes a otro imbécil tras de ti, ¿Por qué no intentas abusar de mí tú solo? ¿Eh?

 

 

— ¿Sabes por qué no vine a hacerte una visita antes? —sonrió de oreja a oreja mostrando su perfecta dentadura—. Porque tenias a un perro protegiéndote el trasero todo este tiempo. Porque Uruha no nos  permitía que nos acercáramos a ti sin tener una bala en el cerebro antes. Tú eres el que debería aprender a cuidarse solo. Pero ¿Qué crees? ¡Kouyou ya no está aquí!

 

«Suficiente», le soltó un puñetazo en la mejilla logrando que su rostro se diera vuelta hacia a un costado además de romperle el labio y sacarle sangre. Le tomó por el cuello de su camisa con una mano y con la otra comenzó a soltarle golpes en todo su rostro totalmente eufórico, con la sangre hirviendo por todo su cuerpo mientras que fluía a gran velocidad. Logró darle varios golpes sin que él recibiera ninguno hasta que Mamo salió del baño y le alejó de este. Así que decidió vestirse y marcharse aún molesto antes de que su “ataque de frío” le hiciera ridiculizarse más, y aún con muchas ganas de golpear a ese par.

 

 

***

 

 

Volvió a tirar el móvil a un lado en el sofá donde se encontraba, se convenció a sí mismo de no volver a llamarle, era estúpido, simplemente Kouyou no le contestaría jamás hasta debía haber cambiado su teléfono celular. Kai, junto con otros chicos y chicas, se estaba encargando de recoger las mesas sucias del bar. Eran alrededor de las seis de la mañana y aún  no se iba ni a su casa ni al hospital, pero estaba esperando a que su humor cambiara, si seguía con esa mentalidad agobiada se estresaría mucho más si iba a ver a Manami.

 

—Deberías ayudarnos un poco. —mostró una gran sonrisa mientras recogía los vasos de una mesa frente a él—. ¿Esperas a alguien?

 

 

—No, y no. —Kai no tardó en reír, algo que no le sorprendió, ese joven se reía casi de todo lo que sucedía alrededor. Dudaba que Kai supiera lo que es estar triste o enojado, o al menos eso aparentaba—. ¿Cuál dices que es tu nombre? Sólo te llamo “Kai” ¿Es ese tu nombre?

 

 

—Tanabe Yutaka.  Un placer, Shiroyama Yuu—se sorprendió de que aquel conociera su nombre completo, él también creía que sólo conocía su apodo. Observó su mano extendida a centímetros de él, de un momento a otro este se había acercado tanto a él que ni lo notó pero no le sorprendía, estaba muy distraído.

 

 

—Un placer…—le dio un apretón de manos logrando sacarle otra sonrisa al más joven—. Creo que es mejor que me vaya. —se levantó después de soltar su mano, tomó sus cosas de la mesa y caminó hasta la salida sin antes despedirse del que recién sabía su nombre.

 

Al salir chocó casi de inmediato con ese hombre al que había apodado “enano”, otra sorpresa más: no traía gafas oscuras. Ruki le miró después de alejarse un poco de su cuerpo y dejarle caminar. Así, ambos caminaron el uno al lado del otro.

 

— ¿Qué tal, Takanori? —dio un suspiro cediéndole la mirada al castaño, ya no era extraño que se lo encontrara por casualidad o no. Era quien había estado esos días junto a él en el hospital, así que le había dado la libertad de verle cuando quisiera.

 

 

—Bien. Hoy trabajaste horas extras ¿Verdad? —había ido primero al hospital a verle pero como no le encontró supuso que estaba en ese bar o en su casa, y no conocía la dirección de su casa así que sólo tenía una opción.

 

 

—Algo así, más bien, sólo no quise ir al hospital saliendo. —aún se sentía asqueado y hasta algo emputado por lo que había sucedido ya hace unas horas—. Digamos que no era buena idea ir a estresarte más de lo que ya estabas.

 

 

—Entiendo… creo. ¿Es que es estresante tener sexo? —no intentaba burlarse ni hacerle enojar, sólo quería saber ya que no había comprendido del todo.

 

 

—Ahora que lo pienso debería decírtelo a ti también. —se paró en seco haciéndole detener al otro también y prestarle toda la atención—. ¿Te acuerdas de esos tipos que nos persiguieron aquella noche por culpa de Uruha? Cuídate de ellos.

 

 

— ¿Te hicieron algo? —Aoi había optado por decírselo porque pensaba que tal vez también querían vengarse de Takanori por haber ayudado en ese momento—involuntariamente— a Kouyou, era mejor prevenirlo—. ¿Qué te hicieron?

 

 

—Ellos vinieron, sólo eso, le di una golpiza a uno de ellos pero al otro no pude. —frunció su rostro al recordarlos, de verdad que aún tenía muchas ganas de desquitar esa furia que tenía en esos momentos y que parecía no darle tregua—. Esos malditos me violaron. —murmuró para sí mismo, se lo estaba repitiendo a él para que le quedara bien claro lo imbécil que era, más eso no evitó que el más bajo le escuchara.

 

 

— ¿Quiénes? —preguntó aún más serio al escuchar lo que había sucedido—. ¿Todos? —de sólo pensar en esa opción él también se enfureció.

 

 

—No. —respondió más seco al darse cuenta de que se lo estaba contando sin querer—. Sólo Hirotaka y Mamo. Ya no quiero hablar de eso, ¿Vas a irte a trabajar?

 

 

—Hoy no tengo trabajo. Ayer terminamos con los últimos detalles así que tenemos el día de hoy libre. Pretendía acompañarte en el hospital. —volvieron a andar por las calles en dirección al hospital en donde se encontraba la menor internada, estaba fuera de riesgo pero aún así sería muy arriesgado sacarla de ahí, aunque fuera costoso—. ¿Puedo?

 

 

—Me harías un favor. No quiero estar solo. —susurró. La verdad era que esos días se había sentido mucho más solo de lo que antes se hubiera sentido.

 

Desde que viajó a Tokio nunca tuvo muchos amigos, claro que salía de fiesta cada que podía y no tenía obligaciones de su carrera, pero fuera de eso su único amigo era el que le había estado pagando sus estudios todo ese tiempo y aquello le hacía pensar que su amistad se basaba en dinero. Cuando entró a trabajar sólo conversaba en los descansos con una que otra chica que le coqueteaba y en el trabajo de la prostitución su único amigo… era Uruha. Kouyou se había largado sin decirle nada, él le había dicho que se marcharía en un mes y lo había hecho ese mismo día sin decirle absolutamente nada. Se sentía mal, se sentía como un perro abandonado por otro perro mentiroso.

 

Tampoco tenía pensado reclamarle, claro que no.

 

En compañía del menor se dirigió al hospital a la misma habitación en  la cual habían estado esos últimos días. Se había propuesto a ser cortes con su acompañante aún cuando no terminaba de tragarlo por completo. Ruki le había insistido en prestarle dinero para terminar de pagar la hospitalización más Aoi no había aceptado, creía que ya le había soltado mucho dinero de su bolsillo como para todavía aceptar aquel gratis, sin preocuparse por pagarle después.

 

—Entonces no voy a contar contigo en el próximo proyecto, ¿Verdad?

 

 

—No lo creo. —confesó. Se levantó de su asiento para caminar hasta el doctor y hacerle un par de preguntas que tardaron alrededor de cinco minutos para que después regresara a su asiento—. Muchas gracias, de todos modos.

 

 

—No me agradezcas, me alegra poder haberte ayudado. Y de verdad quiero seguir ayudándote y dándote mi apoyo. —tomó cercanía con él hasta quedar uno al lado del otro observándose mutuamente—. Por favor cuenta conmigo, ¿Está bien?

 

Yuu sonrió débilmente pero muy agradecido por sus palabras, era bueno tener a alguien de vez en cuando.

—Gracias, Takanori. —susurró sin apartar la mirada del otro el cual tampoco dejaba de clavar sus pupilas.

 

Ruki miró de reojo hacia donde estaba el doctor el cual no tardó mucho en marcharse dejándoles solos. Perfecto.

De un momento a otro había atrapado sus labios entre los suyos, obligándole a corresponder a su beso demandante que tomó muy de sorpresa al moreno. No tenía intenciones de avanzar aquello, sólo tenía ganas de decirle lo que últimamente sentía.

 

—Yuu, creo que me gustas. —confesó sin vergüenza alguna después de que sus bocas hubieran dejado de interactuar pero sin dejar de tener esa cercanía que habían tomado—. Creo que me gustas mucho.

 

Aoi le miró inexpresivo, por dentro estaba confundido y extrañado de que ese tipo le dijera algo como aquello de un momento para otro. Lo que no sabía era que no era de un momento para otro, Ruki había debatido mentalmente consigo mismo por muchos días en los cuales se había dado cuenta que sus emociones hacia ese moreno iban más allá de la atracción física y el disfrute sexual, algo curioso ya que la mayor parte que habían socializado había sido por medio de relaciones sexuales. Pero también estaba esa parte en el trabajo, esa parte en que podían conversar sin insultarse, esa parte en la cual el moreno le había confiado varias cosas. Le gustaba de algún modo

 

— ¿No piensas decir nada? —silencio era lo único que había conseguido y era algo que no quería.

 

 

—No… tengo nada para decir. De algún modo no lo entiendo. —desvió su mirada junto con su cabeza hacia donde estaba Manami dormida—. Gracias, creo.

 

 

—Eres tan extraño. —suspiró algo decepcionado mientras miraba hacia la misma dirección. No podía imaginar qué sucedería si lo que le dijo Uruha aquel día fuera cierto ¿Manami iba a morir? —. ¿Ya está recibiendo los tratamientos?

 

 

—Sí. Me costará tanto dinero para que lo sigan haciendo. —se llevó uno de sus dedos a su boca mordisqueando la uña, una maña que había conseguido en esos últimos días quizás por ansiedad—. Pero vale la pena. —sonrió—. Dicen que está estable y que quizás si sigue recibiendo las fototerapias y demás cosas podrá ponerse mucho mejor.

 

 

—Vaya, no me lo esperaba. —estaba muy sorprendido, aquella sonrisa le había tranquilizado enormemente como si todas las dudas que le había planteado el rubio se hubieran esfumado—. Eso es bastante bueno.

 

Aoi siguió contándole lo que le habían hecho el día anterior a Manami y Takanori cada vez se sentía más aliviado por la felicidad que denotaba el mayor, al parecer la joven había estado reaccionando bien a esas sesiones. Le daba una gran tranquilidad saber que Yuu estaba mejor respecto al estado de aquella niña. Lo único que le preocupaba era ¿Dónde se encontraba su madre? Pero Ruki le dijo que estaba mucho mejor no sabiendo de ella, después de todo sólo había hecho retrasar el trabajo que Yuu hacía por la menor y ahora que no estaba podía ayudarla como siempre había querido.

 

 

***

 

 

Saga le había ido a esperar al automóvil dejándole solo para que tuviera toda la libertad de maldecirlos cuanto quisiera, seguía creyendo que su comportamiento era totalmente ilógico, bien pudo sólo haberles denunciado como estaban apunto de ir a hacerlo y ya. Pero eso era porque este no era amante de la violencia, ni tampoco Takanori, pero este último sí que disfrutaba de darles palizas a las personas cuando tenían cuentas pendientes con este.

 

—Parecemos niños vengándonos de los niños del otro barrio. —le dijo cuando el otro ya había entrado en el automóvil y puesto el cinturón de seguridad—. ¿Qué les dijiste?

 

 

—Todo lo que quise, y no somos niños, somos adultos que sabemos golpear duro. —rió, su actitud también le sorprendía pero hace tanto que no había ido con Saga a golpear a alguien, bueno, tampoco era como si lo hicieran todo el tiempo—. Vamos ya.

 

 

—Me duelen los nudillos para conducir, no me dijiste que esos tipos tenían la cabeza tan dura. —gruñó mientras que encendía el motor para poner en marcha el automóvil, su querido automóvil que tanto le había costado comprar.

 

 

—Te quejas de todo, Saga. Además, tú dijiste que sí me acompañabas, ¿De qué te quejas ahora? —sacó un cigarrillo de su bolsillo para después prenderlo y comenzar a fumar arrojando el humo por la ventanilla del auto que ahora se encontraba en movimiento.

 

 

— ¡En mi coche no fumas, Ruki! —frenó de golpe para poder quitarle el cigarrillo de la boca y apagarlo con sus propios dedos para luego soltarlo en las piernas del castaño—, y no te iba a dejar venir solo a enfrentarte con dos pandilleros sin saber qué podían hacer, ¡¿Y qué significa ese sonido de balazo que se escuchó después?!  ¡Te dije que no hicieras estupideces!

 

 

— ¡No lo maté! Si eso es lo que piensas—el rostro del más alto pareció relajarse al escuchar aquello—, sólo le di en una pierna y ya.

 

 

— ¡Takanori! —se encontraban a mitad de carretera obstruyendo el paso a los demás conductores atrás de ellos, pero al parecer esto no le importaba al dueño del automóvil que se concentraba más en gritarle a su compañero.

 

 

— ¡Ya! No le pasó nada, seguramente alguien llegará y les verá muy pronto. —comenzaba a estresarle el comportamiento del más alto, ¿Qué importaba si le había metido una bala a uno de ellos? Eso y más se merecían por haberse metido con el moreno hace más de una semana, pero aún así no se le olvidaba. 

 

 

— ¿Y ahora? ¿Vamos a ir a meterles una denuncia por secuestradores cuando acabamos de golpearlos? —ahora estaba más que seguro que su amigo había perdido toda la cordura, la poca que tenía desde que le conocía.

 

 

— ¿De verdad te creíste eso? Para nada. —estalló en carcajadas desconcertando aún más a Saga, de verdad que quería tirarlo por la ventana de su auto y no volver a verle jamás. Los cláxones de los automóviles seguían sonado furiosos pero al parecer ambos se habían olvidado del resto del mundo—. Sólo quería degradarlos frente a sus compañeros y superiores, ya sabes, luego iré por ahí creando falsos de todos ellos para que los saquen o hasta maten.

 

 

—Como siempre de vieja chismosa, Ruki. —volvió a conducir después de darse cuenta de que ya varias personas se habían salido de sus carros seguro para reclamarle—. Eso te funcionó con Akira, pero a él le inventaste falsos con sus jefes, familiares y miles de empresas ¿Qué te hace pensar que funcione con personas que se dedican a eso?

 

 

—El mundo funciona así, si tienes los medios puedes hacer quedar por mal a cuanta persona quieras, hacerle lucir como un insecto o un perro frente a personas manipulables e ilusas. Eso hasta funciona con esas personas—Saga le miraba de reojo escuchado atentamente todo aquello—, no importa si el insecto es uno mismo.

 

 

—No puedo creer que enserio vayas a seguir con esto. De esa forma no harás que Yuu se interese en ti. —siguió manejando sin apartar su mirada del camino, aún así por el rabillo de su ojo podía observar un poco de las acciones del castaño—. Yo no estoy de acuerdo con lo que hiciste con Akira, le arruinaste hasta enfrente de sus padres, no sólo fue la herencia, fue también el respeto y la confianza.

 

 

— ¿Por qué estamos hablando de esto? Ya te dije que no me interesa si estás de acuerdo o no, es mi problema no tuyo. —Saga sabía perfectamente que le disgustaba hablar del mal teñido, no algo que se le antojara en esos momentos ni en ninguno.

 

 

—Quiero hacerte una pregunta antes de cualquier cosa que digas.

 

Estacionó el automóvil en el lugar que le era asignado del estacionamiento de la empresa para luego ambos descender de este y caminar directo a su lugar de trabajo. Aquel día casi la mitad de la empresa tenía el día libre, más el superior de todos ellos les había llamado para que todos estuvieran presentes en una junta que haría en unas horas. Ambos decidieron aprovechar para adelantar el trabajo que tenían pendiente, faltaban unas semanas para que tuvieran sus merecidas vacaciones así que era mejor terminar con los pendientes en lugar de estar el último día haciendo todo como si fueran estudiantes de universidad apunto de entregar el proyecto de fin de curso.

 

— ¿Qué es lo que tenías que preguntarme? —tomó asiento en la silla frente a su computadora de escritorio para encenderla y esperar a que cargara por completo. Saga se sentó en la silla de  a lado aunque su lugar no fuera en ese sitio.

 

 

—Realmente… ¿Qué es lo que buscas con ese chico? —Saga era de su confianza como para contarle su interés hacia el moreno, aunque no era de esos tipos que corrieran como niñas a contarles a sus amigas del nuevo chico que les había encantado, pero aquello se había dado en medio de una conversación y no le molestó en lo absoluto contarle.

 

 

— ¿Cómo que qué busco? —pareció confundido con dicha pregunta, quizás porque él ni siquiera la había formulado en su mente—. No lo sé, supongo que una relación formal con él no me molestaría. —esbozó una sonrisa al pensarlo. Comenzó a abrir las carpetas para buscar los archivos.

 

 

— ¿Seguro que no es para vengarte de Akira, otra vez? —Ruki detuvo sus acciones ante tal comentario para girarse junto con la silla para prestarle suma atención, mostrándole su cara de confusión e ingenuidad—. Recuerdo que me contaste que habías intentado satisfacerle más que ese tipo, como un tipo de consecuencia. Ese día te dije que no podía creer que siguieras siendo tan infantil.

 

 

—Eso no tiene nada que ver. —rió pensando que aquello era totalmente estúpido y ridículo—. Estuve de acuerdo contigo esa vez por si no lo recuerdas, pero esto es diferente. ¿Crees que intento alguien serio con él para obligarle a alejarse de Reita y así hacerle sufrir más? —sonrió divertido ante tal cosa pero Saga no lo hizo, de hecho asintió—. No. —dijo seriamente.

 

 

—Creo que esto no va a ningún lado. —suspiró resignado para dedicarse a lo suyo antes de que la junta comenzara.

 

 

***

 

 

Esa noche al fin había conseguido sacarle de aquel hospital que lo tenía tan absorbido, entendía que se preocupara por lo que había sucedido la última vez pero había prometido no entretenerlo tanto tiempo así que después de muchos ruegos Aoi había accedido para que dejara de joder y se callara de una buena vez.

 

Un restaurante con buena música en vivo, elegante y para él con una comida exquisita. Bien, sí parecía una persona enamorada pero no tenía nada de malo querer seducir a alguien de vez en cuando.  Ambos se sentaron en una de las tantas mesas libres. Yuu rodó su cabeza hacia muchos lados observando el lugar, recordaba haber estado allí una vez que tuvo una reunión con varios compañeros de una empresa en las cuales trabajó.

 

— ¿Te gusta el lugar? —preguntó al notar sus curiosas acciones por ver todo.

 

 

—Sí, bueno, ya había estado aquí pero desde hace mucho. —sonrió al decir aquello, eran sucesos que le habían hecho pensar que había hecho muy bien al irse a Tokio.

 

Tokio era reconocido en muchos lugares y por muchas personas como uno de los mejores estados de Japón, claro que era lógico que allí existieran tantas oportunidades y tuvieras una vida mejor o algo con ese contexto. Esos días en los cuales había trabajado en aquella empresa, con tantas personas agradables y otras hipócritas, había sido bastante bueno, tranquilo.

 

Ahora mismo le costaba reconocer si su vida era mejor estando ahí que si se hubiera quedado en Mei, quizás no, porque habría terminado en cualquier trabajo al no haberse puesto a estudiar. También dudaba que hubiera seguido con su sueño de ser ciclista o surfista, y si así hubiera sido hubiera terminado sintiéndose decepcionado de no haberlo conseguido en el peor de los casos. Tampoco descartaba que lo hubiera conseguido.

 

— ¿Para qué querías que saliéramos? —la comida era riquísima, tal como la recordaba de la última vez que estuvo allí. Se sorprendía de que no hubiera cambiado ni un poco, porque muchas veces cuando se cambia de cocineros o dueños el sabor de  esta empeora como era de esperarse, y aquel lugar había cambiado de ambos.

 

 

—Porque quería. —se hundió de hombros al mismo tiempo que comía—. A veces es bueno salir de la rutina y des estresarte un poco ¿No crees? Además es viernes, ¿Nunca disfrutas los viernes?

 

 

—Los viernes Akira viene a visitarme al bar, creo que hoy notará mucho mi ausencia. —estaba regalándole un día de trabajo y aquello le estaba costando más de lo que pensó, quizás si se daba prisa alcanzaría a salir de aquel lugar antes de que todas las personas que lo contrataban se marcharan.

 

Takanori no se esperaba aquella respuesta, tampoco es como si la quisiera, decidió comer en silencio e intentar alejar aquello de su cabeza. Ahora que lo pensaba, no sería mala idea hacerle un nuevo escarmiento a ese hombre después de haberle dejado tanto tiempo en paz. Yuu notó de inmediato que este le había ignorado por completo, por lo que pensó que había metido la pata e intentó disculparse más Ruki siguió comiendo sin siquiera mirarle.

 

—Que lo decía en broma. —dijo como último recurso.

 

 

— ¿Qué relación tienes exactamente con él? —dejó los cubiertos a un lado y le dedicó una mirada indescifrable. Tenía mucha curiosidad por saber si ellos dos se trataban al igual que Aoi y él. No sabía nada más de Akira desde el día en que le botó, pero lo que sí sabía era que no lo quería cerca de Yuu. Porque él estaba dispuesto a que aquel no se le volviera a acercar jamás.

 

 

—Dime, Takanori. —dibujó una sonrisa en su rostro al escuchar su pregunta, de verdad que ese sujeto no dejaba de sorprenderle e irritarle—. ¿Crees que porque me has dicho que te gusto tienes derecho a meterte en mi vida? Si yo me acuesto con Akira es porque para eso trabajo,  si él es más que un cliente eso a ti no te importa.

 

El castaño apretó la mandíbula, odiaba que tuviera la razón respecto aquello. Pero no podía evitarlo, de forma egoísta se sentía con el derecho de reclamarle y hacerle entender que le pertenecía, algo que estaba muy lejos de la realidad.

 

—Akira no es un buen tipo, no quiero que te haga nada malo. —siguió sosteniéndole la mirada. No le molestaba en lo absoluto decirle su preocupación por él, decirle que era importante para él.

 

 

—No entiendo por qué le guardas tanto rencor, se supone que ustedes estuvieron de acuerdo con su ruptura pero tú pareces estar aún aferrado a él ¿Lo sabías?, ¿Sigues interesado en él? ¿O simplemente estás ardido? —el hecho de que Takanori estuviera tan enojado cada vez que le hablaba de él, le hacía pensar en todas esas opciones, no era para menos.

 

Takanori sonrió y desvió su mirada, no tenía caso entrar en detalles y arruinar el momento con aquello. Le sugirió dejar eso de lado y mejor se dedicaron a comer y a conversar de cosas menos tensas. No importaba por dónde lo viera Aoi, simplemente era algo incómodo estar junto con ese castaño en algún lugar, no importaba si aquel le atraía al menos un poco.

 

Al finalizar la cena, el menor se ofreció a acompañarlo de regreso al hospital e incluso había pensado en quedarse, no le sonaba nada mal el quedarse toda la noche con el moreno.

Luego de unos minutos de estar caminando parecía que se habían entendido, ninguno de los dos era del todo molesto y si ambos ponían de su parte podían pasar un rato agradable sin terminar en discusiones muchas veces sin sentido o sin querer terminar.

 

—Eres más agradable de lo que creí. —confesó el mayor con una sonrisa mientras seguían caminando por aquella colina que los dirigía a su destino. Nuevamente se encontraba caminando en la oscuridad, al parecer era mucho más agradable a esas horas que cuando el sol te segaba por las mañanas.

 

 

—Soy más agradable de lo que muchas personas pueden pensar—él también prefería el cielo oscuro a esas horas, la luna y las estrellas, las cuales eran indefensas—, el problema es que no muchos tienen el tiempo y la disposición para conocer a alguien.

 

 

—Mucho menos si este da una mala impresión cada vez que se le ve. —no era una queja, más bien le gustaba contarle sus defectos a las personas y era divertido de cierta forma.

 

 

—Mucho menos. —estuvo de acuerdo, él jamás se había considerado la persona más buena y gentil en frente de todo el mundo, carecía muchísimo de aquello. Tampoco estaba dispuesto a cambiarlo.

 

Siguiendo su camino fue como llegaron a su destino. Manami se encontraba despierta en ese momento y Yuu se sintió muy feliz de poder hablar con esa pequeña, los últimos días había dormido la mayor parte del día por lo que le era imposible si quiera poder preguntarle cómo estaba—aún cuando no recibiera respuesta— Matsumoto también conversó un poco con ella, desde hace mucho que aquello se le hacía curioso y no perdía nada con hacerlo. No era nada fuera de lo normal, no existían respuestas pero estaba seguro de que le estaba escuchando, al menos un poco seguro. Aoi pareció agradecido por tal acción, no muchas personas se detenían a querer comprender un poco.

 

A Manami se le complicaba—entre muchas cosas— escuchar. Las voces de las mujeres eran aún más difíciles de que les escuchara, mientras que las de los hombres era un poco, al menos un poco, más sencillo. Sin embargo, la voz de Yuu era su desayuno de todos los días, así que podía estar seguro de que le escuchaba o al menos sabía que estaba ahí. Otra cosa que le molestaba era el ruido, los ambientes ruidosos, había debatido muchas veces con Kouyou del por qué entonces sí aguantaba estar en un concierto, de esos que tanto le gustaban a la joven. Quizás aquello no era calificado como ruido.

 

Ambos adultos se acomodaron en el sofá para ver descansar a la hospitalizada, que llevaba ahí más de un mes. Takanori no recordaba haberla pasado en una habitación de hospital en su vida, al parecer su familia nunca había tenido enfermedades graves y a sus amigos sólo les veía en las visitas. El silencio y la oscuridad eran algo nuevo para él, hasta cierto grado tranquilizante, aún cuando su acompañante estuviera hecho un puñado de nervios y ansiedad. Claro, era obvio que un hospital no es un lugar en el cual se va uno a relajar, pero por ello resultaba curioso cómo comenzaba a disfrutar del silencio, del ambiente a esas horas. Tan extraño.

 

—Si tienes sueño puedes dormir. —rompió el silencio tan confortable que había reinado por tantos minutos. Ruki ya había comenzado a dormitar por tal cosa, más no quería dejarle solo y despierto toda la noche, ¿Para qué estaba ahí entonces?

 

 

—No tengo sueño. Si tú lo tienes puedes descansar y yo me quedaré despierto por cualquier cosa. Creo que debes tener mucho estrés encima. —podría jurar que Aoi era una piedra, con todas esas cosas que le habían sucedido en los últimos días; desde enterarse de que Manami estaba internada hasta ser violado por dos hombres, seguramente cualquiera habría terminado deprimido en una esquina. Pero al parecer el mayor no tenía tiempo para aquello.

 

 

—Gracias. —se echó más hacia atrás, se resbaló por el respaldo del sillón hasta quedar más o menos acostado y cerrar sus ojos. Sí que estaba cansado, no había dormido para nada bien en esos días por haberse quedado todas las noches cuidando a la joven, agregando las pesadillas que tenía en sus pocas horas de sueño recordando la asquerosidad que sintió cuando fue abusado, no le quedaban muchas energías.

 

Si no se había decaído por lo que le hicieron era por el simple hecho de que no era la primera vez que le pasaba, porque habían sido de uno a cuatro personas que lo habían intentado  cuando este se negaba a cualquier cosa que ellos le sugirieran. Conocía perfectamente lo que era defenderse contra aquellos, lo que era ganarles y lograr escapar así como también lo que era perder y ser obligado a algo que no quería. No era nuevo, no era una sensación nueva, pero sí seguía teniendo las mismas consecuencias en su mente que lo perseguían por varios días. Al menos tenía la tranquilidad de que no sufría tanto como la primera vez.

 

El castaño aprovechó aquel momento para observar su rostro profundamente dormido, ¿Cuántas veces no había hecho aquello? Con todas sus novias, con todos sus novios, con el mismo Akira. Disfrutaba de ver sus parpados cerrados, su nariz y su pecho moverse al tiempo de su respiración y el cómo la mandíbula se relajaba a veces tanto como para abrir su boca sin voluntad. También podía gozar de rosar sus labios con los opuestos disfrutando del calor en estos, esa calidez. ¿Hace cuánto que no se sentía de esa forma? Tan feliz de hacer algo tan simple como eso.

 

Sus labios lo delataron, le hicieron dejar de estar de incógnita en aquel momento, logrando captar la atención de aquellos pozos negros rodeadas de aquel blanco. Quizás era mucho más bello tener su rostro despierto en ese momento, quizás un cuerpo dormido jamás se compararía con lo que te hacía sentir que te estuvieran observando, reflejando tu rostro en ellos, sabiendo perfectamente que miden tus movimientos pero aún así no te molesta. Juntó nuevamente sus labios, lo que comenzó como un rose fue dando vida a algo más elaborado, a un mayor calor. Su respiración chocaba contra su piel, su boca se abría para él voluntariamente y aquellos parados volvían a cerrarse.

Aún cuando fuera muy parecido al estar dormido, era grandioso que estuviera despierto.


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